miércoles, julio 17

500




            Nos gustan los números redondos. El nueve o el once son dígitos vulgares, sin interés, como el cuatro, el ocho o el dos; pero el diez, ah amigo, el diez es algo serio, un número a tener en cuenta; la clase de número que, al entrar en una habitación, se convierte automáticamente en el blanco de todas las miradas. El diez no pasa inadvertido, no señor; porque es el más redondo de todos los números redondos. Sin duda, la razón se debe a que en las manos tenemos diez posibilidades distintas de meternos un dedo en la nariz. Si tuviéramos doce, ahora estaríamos hablando de la redondez del doce, pero no es el caso.

            Dada la ilustre esfericidad del diez, sus múltiplos gozan de un amplio reconocimiento general. Por ejemplo, para medir lo más valioso que tenemos, el tiempo, usamos el sistema métrico decimal, y a ciertas cantidades de tiempo les ponemos nombres específicos. Lustro (que es la mitad de diez), década, siglo, milenio, eón (mil millones de años)... todos múltiplos de diez. No cabe duda de que 101 es un número más gordo que 100, y, por tanto, más importante, pero nadie le ha puesto nombre. Podríamos llamarlo, qué sé yo, funfurrio, y diríamos: “Han transcurrido cinco funfurrios (505 años) desde que Miguel Ángel comenzara a pintar la Capilla Sixtina” (dato, por cierto, rigurosamente cierto). Pero no lo hacemos; sólo le prestamos atención a los números redondos. Nos encanta, por ejemplo, el 500, porque es doblemente redondito y grande, pero dentro de todo manejable (por eso el billete más gordo es de quinientos euros).

            Pues bien, queridos merodeadores, os anuncio que ésta es la entrada número 500 del blog. ¡TACHÁN! ¿Qué significa eso? Pues que, calculando una media por entrada de 650 palabras, hasta ahora he escrito en Babel alrededor de 325.000 palabras. ¡La madre que me parió...! He ahí un buen motivo para estar callado el resto de mi vida. Pero no caerá esa breva.

            Vale, medio millar de entradas. Ni se os ocurra felicitarme, porque no creo que haya mucho más mérito en escribir el post 500 que el 499. Y si lo hubiera, entonces tendríais que volver a felicitarme por la entrada 501 y sucesivas; sobre todo por la 505, que es un pentafunfurrio. Absurdo. Sólo si os embelesan los números redondos caeréis en la tentación de celebrarlo.

            Ahora, otra cosa: ¿Os habéis dado cuenta de que estamos en verano? Ya sé que sabéis que estamos en verano, pero ¿os habéis dado cuenta, lo habéis sentido? Los merodeadores más jóvenes seguro que sí, pero ¿y los más vetustos?

            Permitidme que os transcriba un texto de la psicóloga Maria Konnikova: “De niños somos extraordinariamente conscientes de todo lo que nos rodea. Absorbemos y procesamos información a una velocidad que nunca volveremos a alcanzar. Nuevas imágenes, sonidos nuevos, nuevos olores, nuevas personas, emociones nuevas, nuevas experiencias. (...) Todo es nuevo y apasionante, todo alienta nuestra curiosidad. Y la novedad inherente a nuestro entorno hace que siempre estemos alerta y lo captemos todo sin perdernos nada. (...) Pero, a medida que crecemos, la displicencia aumenta de una manera exponencial. Ya estamos de vuelta de casi todo, no hace falta que prestemos atención a casi nada. (...) Antes de que nos demos cuenta, habremos cambiado aquella atención, aquella dedicación y curiosidad innatas, por una colección de hábitos pasivos y mecánicos. (...) Seguimos unas pautas tan arraigadas que nos pasamos buena parte del día en un estado de inconsciencia”.

            Creo que ya hemos hablado de esto en alguna ocasión. Es como si, conforme pasan los años, fuéramos perdiendo poco a poco el sentido del gusto, hasta que al final todo, salvo los platos muy especiados, nos resultara insípido. Cuando era un niño, podía extraerle el goce de la vida a casi cualquier cosa, por pequeña que fuese; pero ahora estoy como dormido, soy un zombi. Porque lo mío es peor. No es ya que trabaje en casa, en mi despacho, sino que donde realmente trabajo es en el interior de mi cráneo. Paso mucho tiempo dentro de mí mismo. Demasiado, quizá.

            Por eso, todos los días me asomo a la ventana y dedico unos minutos a “sentir” lo que me rodea. Hoy me ha acompañado una cigarra que, desde el jardín, se ha tirado toda la tarde cantándole al sol. En realidad es un macho, porque sólo los machos cantan; y no le canta al sol, sino a las hembras (de su especie, se entiende), para atraerlas. Se tira un buen rato cantando, luego para otro rato y vuelta a empezar. Si cada pausa entre serenata y serenata significa que está echando un polvo, esa cigarra es mi ídolo, porque lleva así todo el día. Seguro que el muy cabrón sí que siente el verano.

            Ahora canta. Es un ansioso.

13 comentarios:

Mazcota dijo...

Pues deja que te felicite, aunque no será por la entrada 500. No creo en las efemérides, no me proporcionan ningún placer. Pero ahh! amigo, eso de ser capaz de tener tiempo y aprovecharlo para sentir es como para empezar a aplaudir y no parar. ¡Y, encima, lo haces cada día!. Vaya, lo mismo que la cigarra pero sin magreo.

Anónimo dijo...

¿¡500!? Madre mía... No sé cuántos libros podrías haber escrito con esas palabras —unos cuantos, supongo—. El rasgo que más me gusta de tus posts, César, es la pluralidad de temas que utilizas. Cuando hablas de política, por ejemplo, solo das tu opinión, en vez de intentar conseguir prosélitos para una determinada ideología.
A mi juicio, César, los posts que más me gustan de ti son aquéllos en los que combinas didactismo, opinión y amenidad —siempre y cuando sea oportuna y adecuada, claro—. Digo didactismo porque lo cierto es que sabes tantas cosas que está muy bien que quieras compartir tus conocimientos con nosotros —y, además, lo haces sin ser muy pedante—. Me acuerdo de que me dijiste que la inteligencia es uno de los ingredientes necesarios para ser un buen escritor. Y es verdad.
Para acabar, quiero que sepas que no te estoy haciendo la pelota; solo digo que lo opino. Si opinara que tus posts fueran farragosos y aburridos, no te preocupes, que te lo diría.
Saludos desde Menorca.

Anónimo dijo...

Lo siento pero no puedo esperar a la entrada pentafunfurrio para felicitarte César.

Muchas felicidades por las 500 entradas, siempre es un placer leerte.



Jarl-9000 dijo...

Supongo que por ese adormecimiento parece que el tiempo pasa más rápido a medida que te haces mayor (aunque a veces he pensado que igual se debe a que el metabolismo de los niños es más rápido, y el tiempo se ralentiza como consecuencia de la teoría de la relatividad, pero estoy divagando...). Sea por lo que sea, la verdad es que es una putada en toda regla porque de mayores no sacamos tiempo para nada, o por lo menos a mí me pasa.

Y no creas que te vas a librar de las felicitaciones, pero me las guardaré para el número 1000, que me gusta más.

PD: Alabemos a la cigarra. (Coro:) ¡¡ALABEMOS!!

Anónimo dijo...

Hace poco leí un libro de psicología de un tipo de nombre inabarcable que se titulaba Flow, un concepto a medias zen, que versaba precisamente sobre el fluir, cómo al realizar ciertas actividades (puede ser por ejemplo leyendo un libro, o cualquier otra actividad, especialmente trabajos manuales, o incluso trabajos de índole teórica) perdemos el sentido del tiempo y del espacio, de manera que es en ese momento cuando vives plenamente, cuando tienes todos tus sentidos y tu ser ocupados en algo al 100%, y es lo que te da sentido o te da sensación de que estás lleno. El tipo hablaba que realmente eso se pierde con el tiempo, excepto cuando estas dedicado a esa actividad, y propone como ejercicio ser consciente de todos y cada uno de los momentos en que vivimos, siendo plenamente conscientes de ellos. En plan budista, para evitar caer en ese hábito de vida rutinario y mecánico...
el tipo se llama Csikszentmihalyi...menos mal que está internet, como para acordarse...
Mazarbul

Anónimo dijo...

y de ser un poco más de gente, los 300 podrían haber sido el "Funfurrio", de frank miller
Mazarbul

César dijo...

Mazcota: Ya... Pues, la verdad, preferiría hacerlo como la cigarra.

Mustapha Bousakla: Creo que ya te lo he dicho, pero no sabes cuánto me gusta tu nombre. Mola un montón, tengo que utilizarlo alguna vez. ¿Soy didáctico? No sé... Mi intención no es enseñar nada, sino sólo hablar de temas que me interesan. Como sé que hay merodeadores que desconocen algunos de esos temas, los explico, pero sólo para poder charlar de ellos.

Ya sé que no me haces la pelota, hombre. ¿Qué ganarías con ello? En cualquier caso, me alegro de que merodees por aquí. Sangre joven y un cerebro bien amueblado. Eso está bien.

Anónimo de las 12:01: Bueno, pues muchas gracias :)

Jarl9000: Sí, yo también creo que ese adormecimiento es la causa de que el tiempo vaya más rápido. E igualmente creo que los niños tienen el metabolismo acelerado. Y que están locos, pero eso es otro asunto.

No, no me felicites por la entrada 1000, sino por la 1001 (hay que ponerle nombre a ese número).

Y, por supuesto, admiración eterna a la cigarra.

Mazarbul: En realidad, ésa es la esencia de la meditación oriental: adquirir plena consciencia de lo que te rodea.

En cuanto al cómic de Miller, tienes razón; si hubieran sido tres espartanos más, podría haberse llamado "Trifunfurrio". Aunque no estoy seguro de que sea un título muy comercial...

Anónimo dijo...

César: no sabes cuánto me complace que te guste mi nombre. Lo cierto es que hay pocos que les guste, porque algunos me llaman «Mostaza». Por ello, como veo que te gusta, lo voy a escribir españolizado y con los acentos correspondientes, para que puedas pronunciarlo correctamente. Ahí va:
Mustafá Bousácla el Boujdáini (ten en cuenta que la «j» se pronuncia como la «j» del catalán, es decir, como la palabra «James»).
Por último, ¿de verdad utilizarías mi nombre en algunas de tus novelas? Si es así, te lo agradezco. De hecho, has hecho que tenga un poco más de confianza en mi nombre, porque tampoco es que me gustara mucho antes.
Un saludo desde Menorca :)

Carlito's dijo...

Hay algo que se cuenta en unidades de 1001. 1001 películas que debes ver antes de morir. 1001 canciones que debes oír. 1001 cuadros, etc.

¿Por qué 1001? ¿Por que es capicúa?

Si 10 es el número más redondo... ¿qué es 1001 que son dos dieces palindromeados?
Aunque en binario 1001 es 9, que no es un número redondo.
¿Qué oscuros designios esconde el 1001?

Creo que desbarré un poco.
Muy buen post, por cierto.
Yo no te felicitaré por las 500 entradas, sino que te daré las gracias por ellas.

Pedro dijo...

Oye, Cesár, a ti que te gusta la CF, ¿que te parecen "Los Juegos del Hambre" ?

Alicia Liddell dijo...

Pues a lo tonto a lo tonto ... una novela de volumen considerable. Pero ni se te ocurra dejar de escribir el blog.

César dijo...

Mustapha: Me gusta tu nombre completo; es decir, nombre y apellidos. Aunque el segundo, Boujdaini, es bastante impronunciable en español. Pero mola. ¿Te llaman Mostaza? A mí me gusta mi apellido, porque es muy poco frecuente. Pero en el colegio a veces me llamaban "Mallorca", lo que me importaba un bledo, porque eso lo decían chicos con apellidos tan vulgares como Pérez, López o García. Lo distinto es bueno.

Carlito's: Muy interesante lo que comentas acerca del 1001. Muy perspicaz. Y gracias a ti por merodear por Babel.

Pedro: No he leído "Los juegos del hambre", pero un amigo mío me lo ha recomendado vivamente. Sí he visto la película, y lo que puedo decir es que el argumento contiene un mensaje de rebeldía para los jóvenes mucho más estimulante que las mamonadas reaccionarias tipo "Crepúsculo".

Alicia Liddell: Más bien diría que dos novelas de volumen considerable o tres de extensión normal. No obstante, aunque no hubiera escrito el blog, está por ver que hubiese dedicado ese tiempo a escribir novelas. Personalmente, lo dudo mucho.

Molina de Tirso dijo...

Tampoco yo te felicito por la entrada nº 500 sino: 1) por tu constancia 2) por el sentido del humor.

Saludos y gracias