Todo pasa y todo queda,
pero lo
nuestro es pasar,pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.
Eso decían
Machado y Serrat, probablemente refiriéndose a las vacaciones (y a las actividades acuáticas). Todo pasa, sí,
incluso las vacaciones; al menos, las mías. Como sabéis –y si no lo sabéis os
lo cuento-, Pepa y yo no solemos ir a un sitio fijo, sino que hacemos largos
tours en tres o cuatro etapas. Este año hemos ido a Portugal (Lisboa y Coímbra)
y luego a Galicia (Baiona y Padrón).
No conocía
Lisboa, ¿os lo podéis creer? Me habían hablado mucho de ella, de lo bonita y
romántica que es; pero, la verdad, me ha decepcionado un poquito. Tiene
rincones preciosos, sí, y algunas zonas rezuman tipismo, pero en general la
ciudad me ha parecido un poquito... digamos que cochambrosilla. Por el
contrario, Sintra me encantó; el Palacio de la Pena es alucinante; estoy seguro
de que el arquitecto (el alemán
Von Eschwege) se tomó un par de ácidos antes de diseñarlo. Y también me
gustó un montón Coímbra; sobre todo la vieja universidad.
De Galicia
¿qué puedo deciros que no sepáis? Me encanta esa tierra, tan hermosa, tan
verde, tan misteriosa... Aunque ahora es menos misteriosa que antes, porque no
os podéis imaginar cuánto ha mejorado la red de carreteras. Varias autovías la
recorren de norte a sur y de este a oeste, y las carreteras secundarias están
en bastante buen estado. Se llega rápido a cualquier sitio.
Antes (no
hace mucho), internarse en las carreteras gallegas parecía una aventura, porque
eran estrechas, con trazados hipersinuosos y firme en pésimo estado. Chungo; la
muy deficiente red de comunicaciones sumía en el aislamiento a la región. Pero,
al mismo tiempo, ese aislamiento hacía que se conservasen, en más medida que en
el resto de España, cierto tipo de vida, ciertas costumbres, ciertas
tradiciones. La viejísima cultura rural, en definitiva. Y sé lo que digo,
porque aparte de haber viajado mucho por Galicia (desde 1966), hice la mili
allí en 1980; primero en Pontevedra y después en La Coruña. Y mi querida Pepa
es gallega.
Sí, Galicia
ha perdido misterio, y un buen ejemplo es la iglesia de Santa María a Nova (s.
XIV), de Noia. El templo está en pleno casco urbano, rodeado por un viejo
cementerio, y es de estilo gótico marinero; pero lo que importa no es tanto la
iglesia como lo que hay (o había) en el cementerio: las famosas Laudas de Noia.
Se trata de lápidas, por lo general muy toscamente talladas, que datan de los
siglos XIV al XIX. Algunas contienen marcas heráldicas, otras marcas gremiales
(marineros –anclas-, sastres –tijeras-, carpinteros –hachas-, etc.)... y otras
unos extraños símbolos que constituyen el auténtico misterio. Son lápidas sin
nombre ni fecha; en ellas sólo aparecen diversos signos, algunos muy complejos,
imposibles de interpretar.
Visité por
primera vez Santa María a Nova a mediados de los 80, de la mano de la Guía de la España mágica de Juan G.
Atienza. Por entonces, las laudas estaban en el exterior, desordenadamente apoyadas
contra los muros del cementerio o, sencillamente, amontonadas. Pero la
antigüedad del lugar, su decadente abandono y aquellos enigmáticos signos,
creaban un aura mágica de lo más
sugestiva.
Este
verano, al volver a Santa María a Nova, me he encontrado con que muchas de las
laudas se exhiben ahora en el interior de la iglesia, expuestas de forma
ordenada en grupos de tres. El problema es que en la exposición hay muchas
laudas heráldicas y gremiales, y muy pocas con las marcas misteriosas (que eran
el núcleo de la magia del lugar). Además, unos letreros afirman que eso signos
enigmáticos son marcas familiares, lo que, hasta donde yo sé, no es más que una
hipótesis (no del todo convincente,
porque si son marcas familiares hereditarias ¿por qué los signos de todas las
laudas son diferentes entre sí? ¿Y por qué esas supuestas marcas familiares
sólo aparecen en lápidas?).
En fin, sin
duda las laudas están ahora más protegidas que antes y pueden verse mejor. Eso es positivo; pero Santa María a Nova ha perdido magia, igual que
Galicia. Todo, incluso lo bueno, debe pagar un precio.
Y, hablando
de misterios, este verano he resuelto uno; pero de la forma que a mí más me
gusta: he resuelto un misterio para dar paso a otro mayor. Os voy a contar algo
que me sucedió hace mucho tiempo.
Ocurrió
hará entre ocho y diez años, al anochecer. Yo estaba en mi despacho, navegando
por Internet, cuando metí la pata, hice algo que no debía haber hecho, y acabé
con la pantalla en negro; o, mejor dicho, en gris oscuro, sin ninguna imagen ni
símbolo. Era como si el ordenador se hubiese colgado. Pero no, no estaba
colgado, porque de pronto una voz comenzó a sonar en los altavoces. Era una voz
de mujer que, en tono pausado, recitaba en inglés una larguísima serie de
números. 137, 416, 58, 212, 75, 308... Me estoy inventando las cifras, pero era
más o menos así. Permanecí un rato escuchando, pero como aquello era muy monótono,
acabé saliendo de allí, de dónde quiera que estuviese, y volví a mis asuntos.
Sin embargo, aquello se me quedó grabado en la memoria: ¿qué demonios era esa
voz recitando cifras?
Pues bien,
este verano, leyendo una novela (de la que os hablaré en breve), lo he
descubierto. Veréis, durante la Guerra Fría (en realidad mucho antes, pero no
viene al caso) existía algo llamado “Emisoras de Números”. Eran emisoras de
onda corta, de origen desconocido, que, a determinadas horas, transmitían voces
leyendo secuencias de números. Se trataba, claro, de mensajes encriptados que
los diferentes servicios de inteligencia (KGB, CIA, MI6...) dirigían a sus
agentes encubiertos.
Algunas de
esas radios fantasma comenzaban su actividad con una sintonía que, a la larga,
acabó dándoles nombre, como por ejemplo la emisora Lincolnshire Poacher, probablemente operada por el MI6, que
iniciaba su actividad con los primeros compases de la canción popular inglesa
de ese nombre, o la emisora Magnetic Fields, que utilizaba esa pieza de
Jean Michel Jarre.
Estoy hablando en pasado, de la
Guerra Fría, pero lo cierto es que las emisoras de números siguen existiendo y
actuando. Pero se han pasado a las nuevas tecnología; según he leído en la web
de Kriptopolis.org, las emisoras de números, además de en onda corta, también
emiten ahora por Internet.
Y yo, por pura casualidad, caí en
una de ellas. La cuestión es: ¿quién la operaba? ¿Los chinos, los yanquis, los
rusos, los ingleses...? Jamás lo sabré; pero, demonios, cómo me gustan los
misterios...
Feliz retorno de vacaciones, amigos,
romanos, merodeadores todos.
El caso es que eso de las emisoras de números lo oí en una película pero ahora no recuerdo en cuál.
ResponderEliminarEn parte me ha recordado también a lo de los números que salían en la serie "Perdidos" (me imagino que también cogieron de ahí la idea.
En cualquier caso: bienvenido, César.
Rickard
Hola, César¡
ResponderEliminarHe conseguido dos de tus libros: El ultimo caso del Sr. Luna y La Cruz de el dorado.
Ya se que para un escritor, los libros son como los hijos, así que no te pediré que me digas el mejor, solo cual crees que le gustaría a un aprendiz de escritor de 14 años, al que le va el rollo de los dragones y los brujos y eso.
¡Gracias!
Saludos, César.
ResponderEliminarEs un alegría volver a leerte. Sobre todo si el reestreno comienza con una entrada tan interesante y curiosa.
Como a Rickard, también se me ha venido a la cabeza la serie de números de LOST. Si me hubiera pasado a mí, no dejaría de vigilar por si apareciera el dichoso "humo negro";)
El incidente de los dígitos recitados (parece el título de un relato se Sherlock Holmes) me recuerda todas las historias fascinantes acerca de los servicios de espionaje e información que comenzaron a profesionalizarse durante la Segunda Guerra Mundial. Y de cómo los matemáticos y otros científicos colaboraban en ambos bandos para cifrar y descifrar de forma segura. Son historias que han dado lugar a obras de ficción, más o menos basadas en la realidad, bastante interesantes, como Enigma, novela de Robert Harris o Windtalkers, film de John Woo acerca de los operadores de radio navajos que utilizaba el ejército norteamericano en el pacífico.
Juan Constantin
Enlace complementario a lo de los números del magnífico (e hibernado) blog "La pizarra de Yuri":
ResponderEliminarhttp://lapizarradeyuri.blogspot.com.es/2010/07/las-misteriosas-estaciones-de-numeros.html
El blog cambió de dominio, por si alguien quiere echarle un vistazo:
http://www.lapizarradeyuri.com/
Y coincido con César: Lisboa, en la que también he estado este verano, se adivina como capital de un estado que una vez fue grande, pero la verdad es que ahora mismo da penita.
Saludos de nuevo, César.
ResponderEliminarTengo que admitir que, al principio, no me he creído mucho esa historia de la misteriosa emisión de números en tu ordenador que nos has contado; pensaba que sería otras de tus simpáticas bromas. Pero, créeme, ahora sí te creo. Aun así, me parece un hecho un tanto extraordinario, pues, como comprenderás, este tipo de cosas no le ocurren a todos los mortales —puede que seas afortunado—.
De igual modo, me parece que sería un buen argumento para una novela. También lo de las famosas Laudas de Noia sería, a su vez, un buen material para una historia —que, a pesar de ser famosas, desconocía por completo, lo admito—.
Hasta la vista, César. Estoy encantado de reincorporarme con todos vosotros.
Hola César, qué tal?
ResponderEliminarSi te gustan los misterios relacionados con la radio, no sé si habrás oido hablar de la UVB-76
Muy inquitante....
http://www.taringa.net/comunidades/compar/6824241/UVB-76-La-Emisora-Mas-Misteriosa-Del-Planeta.html
Creo que ya sé donde oí la historia de las "emisoras de números".
ResponderEliminarSi no me equivoco, no fue en una película sino que lo contaron en un episodio de la serie de ciencia ficción "Fringe" que, no por casualidad, es del mismo creador de "Perdidos" (así que sí, muy probablemente lo de estas emisoras fue la génesis de la idea de la serie de números de "Perdidos").
Ya me corregiréis si me equivoco.
Rickard
Efectivamente, gracias al IMDB he podido comprobarlo. Lo de las emisoras de números se contaba en un episodio de la 3ª temporada de "Fringe", el titulado "6955 kHz".
ResponderEliminarRickard
Rickard: No he visto Fringe, pero cuando vi el episodio de Lost con la francesa recitando números por radio, recordé inmediatamente lo que me sucedió en Internet. Lo que pasa es que, al final, como ocurría con casi todo en Lost, esa emisión de radio no significaba nada.
ResponderEliminarPedro: Me temo que en ninguno de esos dos libros (ni en ninguno de los que he escrito) aparecen brujos y dragones. De hecho, has escogido dos novelas que no pertenecen al género fantástico. Pero supongo que eso da igual, ¿no?
"El último trabajo del señor Luna" es un thriller y "La cruz de El Dorado" es una novela de aventuras. En la segunda hay más humor que en la primera, pero creo que ambas son divertidas.
Juan Constantin: Cuando oí la emisora de números en Internet aún no se había producido Lost, así que no me preocupó el humo negro :)
En efecto, las historias de espionaje son fascinantes. "Enigma" es una novela excelente (y la película tampoco está mal) que describe muy bien el ambiente opresivo y paranoico que se respiraba en Bletchley Park.
Por cierto, si te interesa el tema, te recomiendo «La historia secreta del Día D», de Ben Macintyre. No es una novela, pero resulta tan adictiva y absorbente como la mejor de las ficciones. Muchas de las cosas que cuenta parecen increíbles, pero ocurrieron.
Mustapha: Bienvenido de nuevo, amigo mío. Bueno, las laudas de Noia no son TAN famosas, así que no te preocupes por no conocerlas. Y sí, al igual que la estaciones de números, serían buen material para alguna ficción. Igual algún día escribes tú sobre ellas...
Es verdad, bromeo mucho en blog; pero no con las anécdotas. Todas las historias de mi vida que cuento son reales.
Anónimo de las 9:41: Vaya, no sabía nada de UVB-76. Pero tienes razón, es un asunto misterioso e inquietante.
Gracias, César, creo que leeré primero la del Sr. Luna
ResponderEliminarRealmente interesante lo de los números de radio, y no digamos lo de la UVB-76...y feliz regreso César.
ResponderEliminarMazarbul
Tal como te dije, César, mi sueño es el de ser escritor. Este verano lo he dedicado casi en su totalidad a leer, leer y leer —también me he tomado mis vacaciones, claro está—. Gracias a ello he caído en la cuenta de que lo que decías es verdad: leyendo se aprende a escribir. En uno de tus vídeos decías que se debe leer con «un sentido analítico». Y así lo he hecho, y las cosas, por el momento, marchan muy bien, de forma que creo que ya estaría preparado para escribir alguna historia más extensa como escritor primerizo, aunque sea solo para mí. De modo que quién sabe si al final escribo sobre el tema de las emisoras de números —me parece un tema muy interesante todo lo referente a los servicios secretos, la historia...—.
ResponderEliminarTambién me he estoy planteando la posibilidad de presentarme al certamen literario de la fundación Jordi Sierra i Fabra, pues es de los pocos que hay para menores de 18 años.
Un saludo, César.
Saludos, César:
ResponderEliminarGracias por la recomendación. Me interesa mucho los temas de la historia, sobre todo los que son poco conocidos. Y, aunque disfrute con novelas y relatos de ficción basados en estas "guerras secretas", siempre agradezco libros de divulgación acerca del tema. Me lo apunto.
Juan Constantin
Había oído hablar de las emisoras de números (la idea es de lo más literaria), pero suponía que era algo que ya había dejado de existir. Fuera para lo que fuera y lo usara quien lo usara, hoy día seguro que hay otras maneras más eficaces, y discretas de conseguir lo mismo. Eso sí, no tan literarias.
ResponderEliminarMustapha: El aprendizaje de un escritor requiere muchísima paciencia. Recuerda otra cosa que decía en el vídeo: "No intentes volar antes de aprender a correr". Escribir una novela es muy complicado. Si quieres escribir con más extensión, prueba de momento con los cuentos largos o la novela corta. Eso es un aprendizaje estupendo que te preparará para la novela. Por cierto, escribí en el blog una serie de entradas llamadas "En la mente del escritor" donde explico cómo trabajo yo. Quizá te interesen.
ResponderEliminarY un consejo: Preséntate al concurso de Serra i Fabra cuando tengas 17 años. Porque en ese momento serás mucho mejor escritor que ahora.
Samael: Pues no, las emisoras de números siguen existiendo. Incluso hay grupos de pirados que se dedican a intentar descubrir su lugar de emisión. La única diferencia es que también emiten por Internet.
Seguro que hay maneras más discretas, aunque no más eficaces, de conseguir lo mismo, y seguro que se emplean (también se empleaban durante la Guerra Fría). La cuestión es que los mensajes cifrados de las emisoras de números, por el sistema de doble cuaderno, son absolutamente indescifrables y, por tanto, del todo eficaces. Además, tienen la ventaja de que, esté donde esté el agente encubierto, aunque no disponga de red telefónica ni electricidad, basta con una radio portátil a pilas para recibir la información. Lo mejor de este sistema reside en su eficacia, su hermetismo y, sobre todo, su sencillez.
Muchas gracias, César, por tus consejos. He merodeado un poco por el blog y al fin he encontrado las entregas de «en la mente del escritor». He leído los primeros posts y he caído en la cuenta de que me serán de gran utilidad.
ResponderEliminarGracias de nuevo :)
¿Y si creaamos una "app" para móviles que haga lo mismo que la emisora de números? seguro que es relativamente sencillo. Pero de pago, nada de gratis, que los espías tienen pasta (luego se la juegan en los casinos, lo se). El logotipo de la APP podía ser la misma foto que has puesto en la entrada a este artiblog.
ResponderEliminarSamael: Hecho. La App podría llamares "Pillanumbers".
ResponderEliminarEso son unas vacaciones bien aprovechadas.
ResponderEliminarY la App hay que sacarla gratis al mercado, pero con la opción online de mandar mensajes cifrados entre ellos. El negocio consiste en captar a todos los espías del mundo para que, cuando no paren de mandar mensajes compulsivamente, se pueda vender la información a Obama. Aunque creo que esto ya lo inventaron Facebook y Google.
Hombre, César, el país está un poco cochambroso en general. Yo he estado dos veces en Lisboa, antes de la crisis, y ya lucía esa herrumbre decadente. A mí me encanta Lisboa.
ResponderEliminarAlicia Liddell: Yo no conocía Lisboa, así que no sé cómo era antes. Pero desde luego, ahora no está en su mejor momento. En cualquier caso, los portugueses me caen muy bien.
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