Hace tiempo que no hablamos de
series de TV, ¿verdad? Desde que mi amado House se perdió en lontananza a lomos
de su motocicleta, no he levantado cabeza... Miento, otras series han venido a
llenar el vacío que el viejo Greg dejó en mi corazón. Soy voluble cual veleta,
qué le vamos a hacer.
El año pasado vi, una tras otra,
todas las temporadas de Breaking Bad
y, ay mamma mía, que cosa más buena. Jamás he visto nada parecido, ni en TV, ni
en cine, ni siquiera en novela. Ya sabéis la historia: un modesto profesor de
química, Walter White descubre que tiene cáncer de pulmón y, para dejar situada
a su familia, se pone a fabricar (“cocinar”) metanfetamina. Gana enormes
cantidades de dinero y se somete a un tratamiento contra su enfermedad que
resulta exitoso. Pero aunque recupera la salud y tiene millones, White sigue
traficando con meta, porque ha probado el lado oscuro y ya no puede vivir sin
eso. En definitiva, un hombre bueno que decide hacerse malo.
Breaking
Bad es una parábola sobre el mal y sus consecuencias, todo aderezado con un
humor negrísimo y una crudeza escalofriante. La versión hispanoamericana de la
serie se titula Metástasis, y me
parece un título adecuado, porque se refiere a la enfermedad del protagonista,
pero también es una metáfora que muestra al mal como un cáncer que poco a poco
se va extendiendo hasta consumirlo todo. Si no la habéis visto, ¿a qué narices
estáis esperando?
También vi The Bridge y resultó ser estupenda. Está basada en una serie
danesa, que no he visto y que, según dicen, es muy buena, pero dudo que sea
mejor que su versión yanqui. Por una razón: no sé qué diferencias culturales
existen entre Dinamarca y Suecia (que es el marco de la versión original), pero
así, a simple vista, muy pocas. Sin embargo, las diferencias entre USA y México
son enormes -sobre todo si le añadimos el factor del narcotráfico- y creo que mucho
más interesantes (ese factor también añadía interés a Breaking Bad). Los protagonistas, Diane Kruger, en el papel de una
policía yanqui con síndrome de Asperger, y Demián Bichir, interpretando a un
policía mexicano, funcionan con una química inesperada. Lo dicho, una serie
realmente buena (por cierto, el 10 de julio comienza a emitirse la segunda
temporada).
Una serie parecida a esta es The Killing (también está basada en una producción
danesa); vi las dos primeras temporadas y no estaban nada mal, aunque es mucho
mejor The Bridge.
A principios de año se emitió la
primera temporada de una joya más de HBO: True
Detective, una historia autoconclusiva de ocho episodios. Vamos a ver, cómo
explicarlo... ¿Os gusta el “gótico americano”? Pues True Detective es lo más “gótico americano” que pueda concebirse.
Está ambientada en Luisiana y narra la investigación de una serie de asesinatos
rituales realizada por dos policías de caracteres opuestos: Martin Hart (Woody
Harrelson), el típico americano de clase media, y Rustin Cohle (Matthew McConaughey), un hombre
al que la muerte de su hijo le ha destruido por dentro.
Todo es oscuro en True Detective, incluso a plena luz del
día, todo es ominoso, sucio y corrupto. Pocas veces he visto en pantalla una
atmósfera tan turbia y malsana (en el cine actual, sólo en algunas películas de
David Fincher). He leído una crítica que compara la serie con las novelas de
John Connolly (las protagonizadas por el detective Charlie Parker –excelentes,
por cierto-), y es verdad. Pero esta serie es mucho más que un thriller.
Sobre todo es un estudio de
personajes. Las interpretaciones de Harrelson y McConaughey son excelentes,
pero el personaje de Cohle es más rico y llamativo, lo que permite el
lucimiento de McConaughey (este papel le ha encumbrado a la categoría de actor
de culto). Imaginaos a un intelectual nihilista y ateo insertado en el seno de
una sociedad paleta y ultrarreligiosa. Como gasolina y agua.
¿Cuántas veces habéis visto en la
tele a algún personaje que pretende ponerse trascendente y suelta largas
parrafadas que, en realidad, no son más que una sarta de vulgaridades? Pues
bien, Cohle se explaya en largos monólogos filosóficos –en el curso de un
interrogatorio policial que se intercala en los episodios-, pero lo que dice
posee una profundidad –desoladora, eso sí- rara vez vista en TV. No es
palabrería, sino una visión tristemente coherente de la existencia.
El trabajo de su creador y
guionista, el escritor Nic Pizzolatto, es soberbio (estoy deseando leer alguna
de sus novelas), pero la realización de Cary Fukunaga no se queda atrás (hay
que prestarle mucha atención a este director). En resumen: una obra maestra, no
os la perdáis. (La segunda temporada tendrá distinto argumento, distintos
personajes y distintos actores).
Por lo demás, he seguido viendo mis
buenas series de siempre: La magistral Mad
Men. La incombustible Juego de Tronos
(de la que hablaré algún día). La persistente The Walking Dead. Reconozco que me gusta esa serie, aunque en
general los zombis me aburren. Pero creo que en realidad la serie no trata sobre
zombis, sino sobre supervivencia. El episodio 14 de la 4ª temporada, “The
Grove”, es uno de los más demoledores de la historia de la TV. Te deja hecho
polvo (jamás imaginé ver algo así en la pequeña pantalla). Big Bang y Modern Family
se repiten, pero les he cogido cariño. La única serie “convencional” que sigo
es El mentalista. Es repetitiva,
cierto, y a veces los guiones son muy tontos, sí, pero me gusta el personaje
protagonista, y el actor que lo interpreta, Simon Baker, lo hace muy bien.
Disfruto como un enano con Vikingos; me gusta el escenario de la
alta Edad Media y me encanta la cara de psicópata que tiene el prota. Me parece
increíble que Hannibal (protagonizada
por el querido Dr. Lecter) sea una serie en abierto (por oscura y grimosa),
pero más increíble me parece lo buena que es. Vi con asombro la primera
temporada y tengo grabada la segunda, a la espera de darme una panzada de morbo
y canibalismo. He visto también las primeras temporadas de The Americans y Orange is the
New Black y... no están mal, pero no sé yo si voy a seguir viéndolas mucho
tiempo. Ah, tengo grabada la primera temporada de Masters of Sex, pero aún no la he visto. Dicen que recuerda a Mad Men...
Y ya para terminar, un gran
descubrimiento: Louie. Es una comedia
(¿lo es?), con episodios de 23 minutos de duración, protagonizada por el
humorista americano Louie C. K., especializado en monólogos. ¿Es una sitcom?
Buen, al principio tenía estructura de sitcom, pero la verdad es que no se
parece en nada a una sitcom. Entonces, ¿qué es?
La serie está protagonizada por Louie
C. K., interpretándose, se supone, a sí mismo. Al principio, cada episodio
consistía en una pequeña historia muy de la vida cotidiana, salpicada con
fragmentos de monólogos. En ese sentido recuerda a Seinfeld, pero el tratamiento es completamente distinto, y más
conforme avanza la serie (de hecho, Seinfeld aparece de vez en cuando como
actor invitado, igual que otros humoristas y actores, como Ricky Gervais, Robin
Williams, Chloë Sevigny, Sarah Silverman, Jeremy Renner o David Lynch). En
cuanto a los monólogos, puedo aseguraros algo: su humor es el más salvaje y
afilado que jamás hayáis visto. Es increíble las atrocidades que dice Louie C.
K., y la arrolladora gracia con que las dice. Sin duda, se trata del humorista
más políticamente incorrecto de la actualidad.
Pero la serie ha mutado y en la
cuarta temporada se ha convertido en algo distinto. El humor salvaje ha ido
menguando (pero no desapareciendo) y las tramas se centran más en la vida
cotidiana de su protagonista, un humorista divorciado y con dos hijas pequeñas.
Son historias mínimas que se prolongan a lo largo de varios capítulos,
historias llenas de lucidez y honestidad. Y a veces de poesía. Una maravilla,
vamos.
¿Queréis un ejemplo? En el tercer
capítulo de la cuarta temporada, una desconocida humorista gorda, llamada
Vanessa, intenta ligar con Louie, pero éste le pone excusas. Ella insiste día
tras día y, finalmente, Louie accede a dar un paseo con ella. Y durante ese
breve cita, la chica gordita, interpretada por Sarah Baker, suelta un monólogo
acerca de las gordas y los hombres que ha causado sensación. ¿Queréis verlo?
Podéis hacerlo pinchando AQUÍ. Está
en inglés y no he encontrado ningún vídeo que tuviera subtítulos. No obstante,
si como yo no sois ducho en la lengua de Shakespeare, al final de esta entrada
os pongo una transcripción traducida que he copiado de la revista Icon.
Supongo que me habré olvidado de
alguna serie, pero con estas ya son bastantes, incluso demasiadas. Besos.
Louie le
comenta a Vanessa lo difícil que es conseguir novia. Ella le reta:
"Inténtalo en Nueva York, bien pasados los 30 y siendo gorda". Él,
claro, responde lo que el 90% de los hombres hubieran contestado en ese
contexto: "Venga, tú no eres gorda". Y sucedió este lacerante
monólogo:
Vanessa: Joder, qué decepción, Louie. ¿Sabes
qué es lo más cruel que le puedes decir a una chica gorda? 'Tú no eres gorda'.
Tío, es que es un asco. De verdad que lo es. Y lo peor es que ni siquiera está
bien visto que te lo diga. La gente no está dispuesta a escucharlo. A ver: tú
puedes salir al escenario y hacer un chiste sobre los kilos que te sobran y que
por eso te cuesta tener novia… y todo el mundo se ríe. Es adorable. Pero si lo
hago yo lo que se creen es que estoy al borde del suicidio.
¿Puedo
decirlo? Soy gorda. Y es un asco estar gorda. ¿Podríais dejarme decirlo de una
puñetera vez? Mira, me gustas de verdad. Eres un buen chico y a lo mejor la
estoy tomando injustamente contigo, pero, en nombre de todas las gordas, voy a
hacerte representar a todos los hombres del mundo y te voy a preguntar: ¿Por
qué nos odiáis tanto? ¿Qué es lo que tienen cosas básicas de la humanidad como
la felicidad, el sentirse atractiva, amada, y que te sigan los chicos que a
nosotras se nos niega? Pues no. Se nos niega. ¿Es eso justo? ¿Y por qué se
supone que deba aceptarlo?
Louie: Vanessa, eres una mujer guapísima...
Vanessa: Si fuera tan guapa, me habrías dicho
'sí' cuando te pedí salir. Venga, Louie, sé sincero. ¿Sabes lo más curioso? Que
yo tonteo con chicos todo el rato. ¿Y sabes lo que pasa? Que los verdaderamente
guapos, los tíos cañón, me siguen el juego sin pestañear. Total, saben que su estatus
no corre peligro. Pero los hombres como tú nunca tontean conmigo, porque os
aterroriza la posibilidad de acabar con una mujer como yo.
¿Y por qué
no? Si tú estuvieras ahí mirándonos a los dos, ¿sabes lo que pensarías? Que
hacemos una pareja cojonuda. Que pegamos el uno con el otro. Sin embargo, tú no
saldrías con alguien como yo ni muerto. ¿Has salido alguna vez con una chica
más gorda que tú? ¿Lo has hecho?
Louie: Sí, sí lo he hecho.
Vanessa: No, no, no. No te estoy preguntando
si te has follado a una gorda, Louie. Eso seguro que sí. Todos lo habéis hecho.
Cuando te conocí, si te hubiera dicho: 'Ey, ¿te vienes al baño a echar un
polvo?'. Claro que habrías venido. Pero no me refiero a eso. Me refiero a salir
con una gorda. ¿Alguna vez has besado a una gorda? ¿Alguna vez le has entrado a
una gorda? ¿Alguna vez has cogido de la mano a una gorda? ¿Alguna vez has
paseado por la calle, a la luz del día, sujetando la mano de una chica tan
grande como yo?
Adelante,
cógeme la mano. ¿Qué crees que va a pasar? ¿Que se te va a caer la minga por
agarrar de la mano de una gorda? ¿Y sabes qué lo más triste de todo? Que es
todo lo que quiero. Por supuesto que puedo echar un polvo. Cualquier mujer que
lo desee puede hacerlo. Pero no es lo que yo quiero. Ni siquiera quiero un
novio o un marido. Lo único que me apetece es caminar de la mano de un chico
agradable, caminar y conversar".