Quería que me gustase, amigos míos;
estaba dispuesto incluso a rebajar mi listón de calidad con tal de recuperar la
ilusión. Es más, estaba seguro de que me iba a gustar. A fin de cuentas, J. J.
Abrams hizo un notable trabajo resucitando la franquicia Star Trek, y además nada podía ser peor que los episodios 1, 2 y 3;
es decir, la segunda trilogía por orden de rodaje. El desnortado Lucas se había
quitado de en medio, así que cabía abrigar esperanzas ante Star Wars: El despertar de la fuerza. Por desgracia, ay, mis
esperanzas se han visto frustradas.
¿Es el Episodio 7 una mala película?
No; al menos, no en el sentido en que era malo el Episodio 1, el de ese bicho
insufrible, Jar Jar Binks. ¿Es entonces una buena película? No, tampoco. Yo
diría que es un film “plof”. Para que me entendáis: lo vi hace más o menos un
mes y ahora no recuerdo casi nada de lo que pasaba. No se ha grabado en mi
memoria ni una imagen, ni una secuencia, nada. No ha dejado la menor huella en
mí.
Porque, vamos a ver, ¿qué pretendía
Disney con esta película, aparte de forrarse (cosa que está logrando con
creces)? Recuperar el espíritu de la trilogía original; sobre todo el de los
episodios 4 y 5. Pues bien, Abrams sólo lo ha logrado en el aspecto formal, el
técnico, reduciendo al mínimo los efectos CGI (de los que tanto abusó Lucas en
su segunda trilogía) y recurriendo más a lo analógico. Eso es todo. Por lo
demás, del “aroma” del primer film no hay ni rastro.
He leído en alguna críticas que el
espectador de la segunda década del siglo XXI no tiene la ingenuidad del
espectador de 1977, cuando se estrenó la primera cinta de la franquicia. Eso es
cierto en un aspecto: los efectos especiales; lo que era una novedad en el 77 ya
no lo es ni remotamente. Pero los efectos especiales no bastan para explicar el
éxito de la franquicia. Entonces, ¿de qué ingenuidad estamos hablando? ¿Del
concepto que hay detrás de los films?
Puede que alguien piense que Star Wars, la película original (el
Episodio 4, vaya lío...), era algo nuevo en 1977, pero no es cierto. Era una
ficción antigua; incluso anticuada. Star
Wars no es ni más ni menos que la versión fílmica de los space operas pulp
que, en los años 30, escribían gente como Jack Williamson, Edmond Hamilton o E.
E. Doc Smith. Eran novelas de aventuras espaciales muy ingenuas que,
precisamente por su ingenuidad, en 1977 hacía mucho que habían pasado de moda.
Sin embargo, Star Wars estaba
claramente inspirado en La Legión del
Espacio (1934), de Williamson, (además de en El mago de Oz, de Baum, en la Segunda Guerra Mundial, en un poquito
Bushido y en la leyenda Artúrica). Es decir, que en 1977 los espectadores ya
estaban lo suficientemente baqueteados para darse cuenta de que Star Wars era una ficción ingenua.
Pero que algo sea ingenuo no
significa que sea malo o rechazable, siempre y cuando se aderece bien. Lucas
usó estereotipos clásicos y los remozó en el contexto de una épica futurista,
lubricándolos con buenas dosis de sentido del humor. Es decir, un puñado de
tópicos, pero sabiamente utilizados. Lo cual condujo a una película muy
divertida que, además, creó una mitología.
Así que el Star Wars original se inspiró en la ficción pulp (igual que Indiana
Jones, por cierto). Pero ¿en qué se ha inspirado el Episodio 7? Pues en el Star Wars original; ahí comienzan y se
acaban sus influencias. No hay más referentes. Es la copia de una copia. Una
copia sin alma.
¿De qué iba la trilogía original?
Había un Imperio malo y una Alianza Rebelde buena. El Imperio estaba regido por
dos malos muy malos, el Emperador y su secuaz Darth Vader. Los rebeldes estaban
representados por una princesa republicana, Leia. Los malos tenían un arma
morrocotuda, la Estrella de la Muerte. Leia tenía los planos de ese arma, pero
como la capturó el Imperio, ocultó los planos en un robot simpático. Luego hay
un joven humilde que acabará siendo la leche en bote, Luke. Un mentor en plan
Merlín, Obi Wan. La Fuerza, los Jedi y todas esas zarandajas. Un aventurero socarrón,
Han, que al principio es egoísta, pero luego demuestra ser el fiel compañero
que todos esperábamos. Y hay un conflicto familiar: el chico ingenuo resulta
ser el hijo del infame malvado. Los rebeldes se cargan la Estrella de la Muerte
(dos veces), el malo malísimo se regenera, mata al pérfido Emperador y se
reconcilia con su hijo, regresando al lado guay de la Fuerza, el Imperio se
derrumba y colorín colorado este cuento se ha acabado (¿Acabado?; pero si eso
sólo era el comienzo, capullo...)
Vale, ¿de qué va el Episodio 7?
(Atención: Spoilers) Hay un grupo de malos, los restos del Imperio, que se
hacen llamar la Primera Orden, y hay una Nueva República buena cuyo brazo
militar se llama la Resistencia. Al frente de la Primera Orden hay un tío muy
malo que sólo aparece en holograma y que no sé quién es (recuerda al infame
Emperador), y un tío enmascarado, Kylo Ren. Los malos tiene un arma colosal, la
Starkiller, que es como la Estrella de la Muerte, pero más gorda. Los buenos
están más o menos representados por la ahora generala Leia (que está hecha una
pasa) y por el piloto más chachi de la galaxia: Poe Dameron. Luego hay una
chica humilde y soñadora, Rey, que parece destinada a ser la leche en bote.
El caso es que por algún motivo es
fundamental encontrar al último maestro Jedi; es decir, a Luke. Le encomiendan
esa tarea a Poe y éste localiza un fragmento de mapa que conduce al Jedi. Pero
los malosos le capturan, aunque él tiene tiempo de ocultar el mapa en su
simpático robot ¿Os suena?
También hay un golfo simpático, el
desertor de los malos llamado Finn. Y aparece Han Solo, haciendo de Han Solo
junto al felpudo con patas. Y hay un conflicto familiar, porque el
supermalísimo Kylo Ren resulta ser el hijo de Han y de Leia. Y se carga a papá.
La Resistencia destruye la Starkiller (¡Y van tres! Desde luego, estos malos
son incapaces de construir una superarma que no explote a la primera de
cambio). Rey recupera el mapa, encuentra a Luke en un planeta remoto y la
película se acaba, aunque no hay que ser un lince para sospechar que Luke se
convertirá en el sabio mentor de la chica soñadora.
Resumiendo, el Episodio 7 es un
calco, pero un calco aguado. Aunque lo peor no es eso, sino los personajes:
ninguno de ellos tiene ni pizca de carisma. Ni Poe, ni Finn... ¿Ni Rey? En fin,
Rey sería el equivalente de Luke, y Luke nunca tuvo demasiado atractivo como
personaje, así que puede que ahí salgamos ganando. Aunque lo realmente chungo
es lo de Kylo Ren.
Vamos a ver, ¿cuál es el elemento
más icónico de Star Wars? Sencillo: Darth Vader. Un malo de verdad, poderoso,
invencible, cabrón como él solo, un hijo de puta de cuidado realmente temible.
Su equivalente en el Episodio 7 es Kylo Ren, que también milita en el lado de
la Fuerza al que le han cortado la luz y también va enmascarado. Ahora bien,
Vader llevaba casco y máscara por razones de salud (recordad el sonido del
respirador); pero ¿por qué lleva máscara Kylo Ren? ¿Para molar? Pues menudo
gilipollas. Y eso no es todo. Al final Kylo Ren se enfrenta en un duelo a
espadas laser con Rey, una chica que jamás ha recibido instrucción en esa clase
de lucha, ¡y la jovenzuela le gana! ¿Ése es el temible malvado que viene a
sustituir a Darth Vader? Ni de coña; es un puto pringao. Da más vergüenza ajena
que miedo.
¿Sabéis en qué momento se anima la
película? Cuando aparece Han Solo; tal es el poder de ese personaje y tal es la
escasa entidad del resto de los caracteres. La ex-princesa Leia también
aparece, pero más bien como si pasara por allí y se quedara un rato a mirar.
Además está irreconocible; y no porque ya no lleve ensaimadas en las orejas,
sino porque Carrie Fisher ha envejecido fatal.
En resumen, el Episodio 7 es,
básicamente, un producto de marketing, un film rodado con más cálculo que
inspiración. No aburre ni indigna, como ocurría con la segunda trilogía, pero
tampoco emociona en ningún sentido. Es más de lo mismo, un producto olvidable.
Y una oportunidad perdida. Otra más.
Por cierto, he leído que Disney está
preparando la quinta película de Indiana Jones. Y me echo a temblar; porque me
gustaba la primera trilogía de Star Wars,
pero mucho más me gustaba Indiana Jones. Se rumorea que el sustituto de
Harrison Ford en el papel del arqueólogo saltarín será Chris Pratt; no me
parece mal la elección. Pero, visto lo que han hecho con el Episodio 7, me temo
lo peor. Aunque, claro, teniendo en cuenta la bochornosa cuarta entrega de
Indiana Jones, cualquier cosa que se haga será mejor...
Ay, qué poquito le pedimos ya al
cine de masas...