Ayer recordé una cosa. En 2009 escribí
El juego de los herejes, la segunda
novela protagonizada por la detective Carmen Hidalgo. Cuando acabé el primer
borrador y lo releí, advertí un error. Había escrito una introducción que no
tenía nada que ver con el argumento de la novela. Era un pegote, así que lo
eliminé. Pero no lo tiré.
Porque esa introducción contenía una
historia con principio y con final. Era un relato corto, un cuento. Lo archivé
y durante siete años me olvidé del asunto. Hasta ayer, que, ignoro la razón, me
vino a la cabeza. Pues bien, ya que no estoy para escribir muchas entradas,
¿por qué no colgar esa historia en el blog? Dicho y hecho: Voilà l'histoire.
Pero antes, para aquellos que no sepan
nada de Carmen Hidalgo, esto es lo que escribí hace años en Babel: “(...) Entonces se me ocurrió algo: ¿qué pasaría si
mezcláramos a Almodóvar con Raymond Chandler? Y así, de pronto, surgió Carmen
Hidalgo. Carmen, una mujer de clase media-media, ni guapa ni fea, tiene 35 años
y estudió Derecho, aunque practicó poco tiempo esa profesión, pues se casó muy
joven con Gonzalo, un ex-policía que montó, y puso a su nombre, una pequeña
agencia de detectives, y que luego la engañó, estafó y abandonó. Así que Carmen
se vio obligada a sacar adelante un negocio cargado de deudas junto con el que
luego será su socio, un ex-ladrón de unos 60 años llamado Hermenegildo Astray,
también conocido como Hermes entre sus amigos y como Dosdedos por el mundo del hampa. Carmen vive sola, tiene un
concepto entre escéptico y filosófico de la existencia, y hace gala de un
irónico sentido del humor. Esa es su parte chandleriana. Y luego está la faceta
almodovariana: su familia. Porque Carmen tiene una familia enorme, desmesurada:
ocho hermanos, dieciséis tíos, tropecientos primos, cuñados, sobrinos... un
grupo de gente bastante folclórico, como por ejemplo su madre, doña Gloria, una
mujer entrometida y mandona de la que Carmen procura mantenerse lo más alejada
posible”.
Como al principio la historia era una
introducción, no tenía título. La he llamado El perro por razones obvias. Espero que os guste; pero si no es así
recordad, como siempre digo, que es gratis.
El Perro
Una historia de Carmen Hidalgo
Me llamo Carmen Hidalgo. Si te dijera a qué me dedico, si te confesara que soy un sabueso de alquiler, probablemente alzarías las cejas y me contemplarías con una mezcla de incredulidad, sorpresa e interés; al menos, eso es lo que la gente suele hacer. La ceja derecha la alzarías a causa de mi trabajo, con escepticismo, porque eso de “detective privado” suena irreal, un oficio literario cuya existencia cotidiana resulta, cuando menos, dudosa. La ceja izquierda la alzarías por mi sexo. ¿Una mujer detective privado? Venga, eso es demasiado; que un hombre se dedique a investigar por cuenta ajena ya es bastante raro, pero ¿una tía?... eso, sencillamente, es pasarse. Por último, superadas la incredulidad y la sorpresa, tu rostro se iluminaría con una expresión de interés; lo cual se debería, no lo dudes, a todas las novelas negras que has leído, a todas las películas policíacas que te has tragado mientras comías palomitas y le dabas sorbos a una Coca Cola mediante una pajita a rayas blancas y rojas. Sam Spade, Philip Marlowe, Lew Harper, Mike Hammer, Easy Rawlins, Charlie Parker, Pepe Carvalho... toda esa literatura, toda esa mitología, ha consolidado en tu mente la idea de que un detective privado debe de tener una vida apasionante, una existencia llena de riesgos, aventuras y emociones...
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