Dicen que si tienes una Biblia, pero
no la has leído, entonces eres católico. Si tienes una Biblia y sólo lees
algunas partes escogidas, entonces eres protestante. Y si tienes un Biblia y la
has leído entera, entonces eres ateo.
Ignoro si pasa lo mismo con los musulmanes
y el Corán. Recitan mucho sus versículos (suras), pero no sé si todos o sólo
los que alguien ha elegido. Lo seguro es que, aunque lo lean completo, no
suelen caer en el ateísmo. El islam es una religión medieval que apenas ha
sufrido transformaciones, así que para un musulmán la no creencia en dios es
tan inconcebible como lo era para un cristiano de la Edad Media.
El
caso es que yo sí he leído la Biblia. Dos veces el Nuevo Testamento (una en la
versión Nácar-Colunga y otra en la traducción del profesor Hugh J. Schonfield),
y una vez el Antiguo (aunque recorriendo en diagonal las partes aburridas).
También he leído el Corán, pero reconozco que mucho más en diagonal, porque es
un texto aburridísimo. Digamos que he “picoteado” el Corán. Y pese a mi breve
exposición a ese libro, no pude evitar sentirme alarmado.
Cada
vez que sobreviene un atentado islamista se alzan voces diciendo que no todos
los musulmanes son terroristas, sino sólo una minoría, y que el Corán es un
libro de paz que esa minoría tergiversa para cometer sus sangrientos crímenes.
Con lo primero estoy totalmente de acuerdo; la inmensa mayoría de los
musulmanes no son violentos, y no se puede culpar a un grupo por los actos de
una minoría. En cuanto a lo segundo... ya no estoy tan de acuerdo.
Hojeando el Corán encontré un montón
de suras bienintencionadas que predican la caridad, el amor, la piedad, el
perdón... Pero también encontré algunas que me dejaron helado. Pondré sólo un
ejemplo; en la Sura 9-5 At-Tawba se dice textualmente: “Cuando hayan transcurrido los meses sagrados, matad a los
infieles/cristianos dondequiera que los encontréis. ¡Capturadles! ¡Sitiadles!
¡Tendedles emboscadas por todas partes!”. Cómo ésta, hay varias suras más
que ORDENAN ejercer violencia contra los infieles.
Ahora imagínate que eres un creyente
ortodoxo. Crees a pies juntillas que existe un dios, Alá, y que ese dios le
dictó al profeta un libro, el Corán. Por tanto, crees que todo, pero todo-todo,
lo que dice ese libro es la palabra de dios. Y de repente te encuentras en el
libro una orden (varias en realidad) que te conmina a matar infieles; en este
caso concreto a matar cristianos.
Puede que alguien objete que esas
suras son metáforas o algo así. Pero no, en el Corán hay muy pocas metáforas y
muy poco simbolismo. Es un texto literal. También habrá quien alegue que se
trata de algo de otra época, vigente cuando el profeta vivía, pero no ahora.
Pues tampoco, porque no estamos hablando de lo que dijo el profeta, sino de la
palabra de dios, eterna e inmutable.
Teniendo en cuenta la existencia de
esa sura y de otras semejantes (254 versículos violentos más según el doctor
Salam Naaman), no me explico cómo hay quien diga que los terroristas
tergiversan el Corán al justificar sus crímenes. ¿Que lo tergiversan? De eso nada;
son literales, siguen al pie de la letra las palabras de su dios. Aunque,
claro, eligen las partes que más les interesan.
Supongo que la mayoría de los
musulmanes, los pacíficos, sólo recitan las suras bonitas e ignoran las chungas
(eso es lo que hacen los cristianos con la Biblia). Pero las suras que conminan
a la violencia están ahí, en negro sobre blanco, listas para que cualquiera las
coja y las utilice para sus fines. Lo queramos ver o no, son literalmente una
bomba.
¿Y qué pensamos los occidentales al
respecto? Ya sabemos cuál es la respuesta de la derecha dura: Hay que encerrar
a todos los árabes-musulmanes (no suelen tener muy clara la diferencia entre
ambos términos) en campos de concentración y echarlos del país. Luego hay que
bombardear sus ciudades, matar a los hombres, violar a sus mujer y comernos a
sus hijos... Vale, estoy exagerando, no es necesario comerse a los niños;
bastaría con destriparlos. Pero éste no es un problema que se solucione con
balas y bombas; eso la historia reciente lo ha dejado más que claro.
¿Y qué dice la izquierda? La izquierda
tiende a entrar en contradicciones. Cuando hay atentados los condena, por
supuesto, pero no sin dejar muy claro lo malos que hemos sido y somos los
occidentales. Lo cual es cierto, qué duda cabe, pero a veces da la sensación de
que los culpables del atentado somos nosotros, y los ejecutores las víctimas.
Lo otro que dice la izquierda es que el terrorismo yihadista no tiene nada que
ver con la cultura islámica. Lo cual significa que jamás se han molestado en
echarle un vistazo al Corán.
Y aquí entra en juego eso del “multiculturalismo”,
que no sólo es la suma de tradiciones culturales en un mismo espacio geográfico,
sino la presunción de que ninguna cultura es mejor que otra. Es decir, un relativismo
cultural que propugna aceptar con tolerancia las costumbres de otras culturas.
¿Sean cuales sean esas costumbres? Porque no hay ningún problema (o no debería
haberlo, al menos) si una etnia quiere celebrar ciertas ceremonias, o vestir de
tal o cual manera; pero ¿vamos a consentir la ablación del clítoris sólo porque
es una “costumbre cultural”? Claro que no; lo que demuestra que el
multiculturalismo tiene límites. La cuestión es dónde están esos límites.
No existe una moral natural, de modo
que tampoco existe un punto de vista objetivo que permita juzgar la bondad o
maldad de las diferentes culturas. Para establecer un criterio moral, tienes
primero que elegir el eje de esa moral. Puedes, por ejemplo, centrar el eje moral
en el ser humano (como individuo o como colectivo, lo que llevaría a distintas
éticas). O bien puedes centrarlo en la divinidad, lo que en última instancia
conduce a la teocracia.
¿Es posible conciliar una cultura
humanista con una cultura teocrática? Difícilmente. En el caso de la sociedad
occidental y la sociedad islámica, hay al menos tres cuestiones incompatibles:
La separación, o no, de los poderes políticos, judiciales y religiosos; los
derechos humanos y la igualdad, o no, entre mujeres y hombres. No nos
engañemos; se trata de posturas irreconciliables. De hecho, occidente siempre
ha pretendido occidentalizar a las sociedades islámicas (por lo general mediante
regímenes autoritarios o a sangre y fuego), y los musulmanes siempre han tenido
la misión, según el Corán, de islamizar occidente.
En caso de atentado, la derecha tiende
a culpabilizar por completo a la religión islámica, y de rebote a todos los
creyentes. Lo cual no solo es falso, sino además injusto. Por su parte, la
izquierda tiende a desligar la religión de los actos violentos. Y eso también
es falso. Por supuesto que hay otros factores en juego; intereses políticos y
económicos (a fin de cuentas, la religión siempre ha sido una herramienta de
control social). Y no olvidemos que, si muchos países musulmanes no nadaran en
petróleo y el estado de Israel no existiera, no tendríamos ningún problema.
Pero tampoco podemos obviar de la ecuación las peculiares características de la
religión musulmana.
¿La solución? No lo sé. De lo que
estoy seguro es de que las ideas no pueden combatirse con balas, sino con otras
ideas. Y también soy consciente de que quienes sobre todo sufren los horrores
del islamismo radical son los propios musulmanes, así que occidente debería
volcarse en ayudar a los musulmanes que padecen el terror religioso y quieren
rebelarse contra él.
Huelga decir que este post se debe a
los recientes atentados en Cataluña. Nací en Barcelona y, aunque siempre he
vivido en Madrid, amo a esa ciudad. Siempre me gustaron Las Ramblas, e
imaginarlas convertidas en el escenario de una carnicería me estremece. Uno de
los problemas de tener muy desarrollada la imaginación es que puedes imaginarte
de forma muy vívida cualquier cosa, lo bueno y lo malo. Y yo, cuando supe lo
que estaba pasando, no pude evitar imaginarme el horror que sintieron las
víctimas al ver a un vehículo asesino abalanzándose contra ellos.
Pero luego imaginé otra cosa. Me vi a
mí mismo conduciendo la camioneta, haciendo zigzag para llevarme a más gente
por delante, viendo (y oyendo) los cuerpos estrellarse contra el morro del
vehículo y notando el traqueteo al pasar por encima de ellos, masacrando a
hombres, mujeres y niños... ¿Qué pasaba por la cabeza de Younes (el conductor)
mientras ejecutaba esa orgía de sangre y muerte?
Porque no olvidemos que ese grupo de
jóvenes jamás habían matado a nadie, no eran violentos. Y, de repente, se
convierten en asesinos en serie. ¿Cómo es posible?
Para convencer a una buena persona de
que mate, hay primero que convencerlo de que sus víctimas no son seres humanos.
Eso los nazis lo sabían muy bien. Así que para los terroristas, para esa clase
de terroristas, no somos humanos. Somos peor que ratas. Somos infieles.