Supongamos que dominas todos los
aspectos de la escritura que hemos contemplado en las cinco entradas
anteriores. Narras vigorosamente, con una prosa primorosa, y escribes unos
textos imaginativos llenos de personajes atractivos y tramas ingeniosamente desarrolladas.
Y quieres ser escritor profesional. ¿Qué hacer?
En primer lugar, una reflexión: Calcula
cuánto dinero necesitas al año para vivir. Ten en cuenta que como escritor vas
a recibir un 10 % del precio de cada ejemplar vendido, restándole previamente
el IVA. Ahora calcula cuántos ejemplares tienes que vender anualmente para
conseguir el dinero que necesitas.
Hace poco, leí –no recuerdo dónde-
unos datos que no están contrastados, pero que indican más o menos por dónde
van los tiros. Según esa difusa fuente, antes de la crisis en España vivían de
la escritura unos 2.000 escritores. Ahora, tras la crisis, quedan alrededor de
500. Si tenemos en cuenta que entre primera y segunda división habrá unos 1.500
futbolista que viven del deporte, tienes más posibilidades de ganarte la vida
jugando al fútbol que escribiendo. Aunque puede que tu dribling no sea muy
fino, o que falles en el juego aéreo, así que vas a insistir en eso de
escribir. Vale.
El camino es largo e incierto, y hay
pocos atajos. Aunque, claro, siempre puede ser que tu primera novela sea un
éxito sin precedentes, que vendas cientos de miles de ejemplares en todo el
mundo y te conviertas instantáneamente en un escritor de culto. También es
posible que te toque la lotería; y comprar un billete es mucho más rápido y
relajado que escribir una novela.
Cuando volví a escribir a principios
de los 90, me propuse tres metas consecutivas: 1 Aprender a narrar, 2 publicar
profesionalmente y 3 vender (porque para vivir de la escritura tienes que
vender muchos ejemplares, qué le vamos a hacer). Tardé unos siete años entre la
primera meta y empezar a acariciar la tercera, y más de diez en poder
considerarme plenamente un escritor profesional. De no ser por el apoyo de mi
querida Pepa, habría sido imposible.
Es un proceso lento. Al principio no
te conoce ni dios, y vas publicando donde buenamente puedes (yo empecé en
fanzines y revistas semi-profesionales de ciencia ficción y fantasía). Poco a
poco te vas dando a conocer, vas ganando lectores. Pero tan despacio… Así que
elegí uno de los escasos atajos que hay en este oficio.
Los
premios. Gracias a ellos se puede pasar de ser un autor desconocido a que
tu nombre empiece a sonar entre los editores y los lectores. Además, algunos
premios están muy bien dotados económicamente. Digamos que son una especie de
acelerador de tu carrera. Durante los diez primeros años gané cinco premios de
relato, tres de novela corta y cinco de novela juvenil. Sin duda, eso me lanzó
como escritor. Por consiguiente, la pregunta lógica es:
¿Cómo
ganar premios literarios? Ay, si yo lo supiese... He tenido suerte; he
ganado más o menos el 60 % de todos los concursos a los que me he presentado.
No está mal, pero queda un lamentable 40 % de fracasos, así que evidentemente
no tengo la fórmula del éxito, quizá porque no existe. Está claro que la
calidad del texto importa, igual que su originalidad, y también la
comercialidad y la oportunidad. Pero hay otros muchos factores que se nos
escapan de las manos, entre ellos el puro azar.
Pero, alto, ¿los premios no están
trucados? Algunos sí, algunos no. Si te presentas al Planeta ya te digo yo que
no vas a ganar. Pero hay muchos otros premios “legales”; infórmate antes de
presentarte. Y yo te recomiendo que te presentes, porque, aunque no ganes,
tienes la seguridad de que tu novela va a ser leída por un lector profesional
que redactará un informe sobre ella. Y puede que a la editorial le interese
publicarla. Así contraté yo mi primera novela juvenil.
El
mito del malvado editor. Con frecuencia oigo echar pestes de los editores
(y las editoriales) por parte de gente que jamás ha tratado con un editor (o
una editorial). Por supuesto, hay malos editores, igual que hay malos
escritores; pero la mayor parte son buenos profesionales que, no lo olvides,
están de tu parte. Piensa que un editor tiene tanto interés como tú en que tu
novela tenga éxito, porque si tú triunfas, él triunfa. Ahora bien, si tus
libros no venden, acabará pasando de ti. Porque el mundo editorial es un
negocio, no una ONG. Por eso se publican mierdas firmadas (que no escritas) por
youtubers o famosos de TV: porque dan pasta. Pero eso a ti ni te va ni te viene;
ni siquiera es culpa del editor, sino de la gente que consume esas porquerías.
Cuando un editor trabaja en tu libro, no dudes que está comprometido con él. En
lo que a mí respecta, he tenido y mantengo excelentes relaciones con todos mis
editores (salvo con uno, que encima era amigo mío). He desarrollado una buena
amistad con varios; ellos confían en mí y yo confío en ellos. Pobrecitos;
bastante tienen con soportarme…
Procesos
de trabajo. Para escribir profesionalmente hay que escribir con constancia,
diariamente. Yo sigo un horario de oficina: de 09:30 a 13:00 y de 18:00 a
21:00, de lunes a viernes, y los viernes sólo por la mañana. Semana inglesa.
Pero soy un escritor lento (alrededor de 1.500 palabras al día); supongo que a
otros más rápidos puede bastarles con media jornada.
Lo que me permite ganarme la vida
escribiendo es la literatura juvenil. En ese sector editorial disfruto por
fortuna de cierto prestigio, lo que me permite ir por libre. No acepto
encargos, ni presento proyectos, ni hago sinopsis; escribo la novela que me
sale de las narices y se la presento a una editorial, porque sé que me la van a
publicar. Para proyectos más complejos –como la trilogía que acabo de
concluir-, me limito a una charla previa con el editor, pero casi sin decirle
de qué va el asunto. Eso es porque me siento ridículo cada vez que cuento un
argumento. La trama en sí misma no tiene importancia; lo fundamental es el tratamiento,
y eso sólo se percibe cuando el texto está escrito.
Por último nos queda la promoción de
la obra. En eso soy malísimo; no voy a ferias, ni a firmas de libros, ni hago
presentaciones, y doy las menos charlas posibles. Me aburre todo eso. Pero me
equivoco, hago mal. No sigáis mi torpe ejemplo y promocionad en lo posible
vuestras obras.
Contratos.
Cuando una editorial quiere publicar tu novela, el contrato que te entrega
no es un ultimátum, sino un objeto de debate. Como es lógico, la editorial te
ofrecerá unas condiciones muy beneficiosas para ella, pero tú puedes
discutirlas y quitar, cambiar o añadir cláusulas. Examina con mucha atención el
contrato que te ofrecen y, si no tienes demasiada experiencia, consúltalo con
algún amigo escritor o en algún grupo de FB. Recuerda: Todo lo que no esté
contemplado por escrito en el contrato, no existe.
Supongo que a estas alturas huelga decirlo,
pero si te obligan a vender x número de ejemplares en la presentación del
libro, es una estafa. Y la coedición también lo es.
Conclusiones.
Si habéis leído los seis capítulos de esta serie de posts supongo que
comprenderéis por qué cuando me piden un consejo para dedicarse a la escritura
siempre digo lo mismo: paciencia. Se tarda mucho en aprender a escribir
decentemente, se tarda mucho en aprender a narrar con soltura, se tarda mucho
en madurar como persona, se tarda mucho en hacerte un nombre y se tarda mucho
en acumular la obra necesaria. Además, el camino está sembrado de fracasos,
frustraciones e inseguridades. Para colmo, si no tienes suerte puede que lo
hagas todo bien y aun así no llegar a ninguna parte. El camino no solo es
largo, sino también cruel y con frecuencia injusto.
No obstante, si lo consigues, si
llegas a ganarte la vida con la escritura… En lo que a mí respecta, es el mejor
trabajo que he tenido jamás; si no hubiera que escribir casi ni lo llamaría
trabajo, pero nada es perfecto. Cada vez que lo pienso doy gracias a los dioses
por haberme permitido llegar hasta donde estoy (que tampoco es una cima
elevadísima, pero es mi colinita). He tenido mucha suerte, aunque también lo he
sudado. Es de las poquísimas cosas de las que me enorgullezco.
He escrito estas entradas para
intentar orientar a los aspirantes a escritor que están comenzando a adentrarse
en la selva editorial. He enumerado los temas fundamentales, pero apenas los he
rozado. Si a alguien le interesa entrar más a fondo en las técnicas del oficio,
entre septiembre y diciembre de 2007 escribí en este blog diez entradas
llamadas “En la mente del escritor”, donde explico con detalle no cómo se debe
escribir, sino cómo escribo yo.
En fin, amigos, aquí se acaba la
matraca que os he dado. Espero haber sido de alguna utilidad.