tag:blogger.com,1999:blog-197173712024-03-19T04:12:06.141+01:00La Fraternidad de BabelUn enclave tutelado por César Mallorquí, el Abominable Hombre de las Letras, en colaboración con la Sociedad de Amigos del Movimiento Perpetuo. Si no te interesa la literatura, el cine, el comic, los enigmas, el juego y, en general, las cosas inútiles, aparta tus sucias manos de este blog.Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.comBlogger738125tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-48794892686334443922023-12-24T13:03:00.000+01:002023-12-24T13:03:51.338+01:00El tradicional cuento navideño de Babel 2023<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjt1gm9465MThzx06SNCl2S0of_gyKPf8RXSCDbyvCF7cGm4YFlF4qMSnY3Xu9n8G2qzn53XCO1FCoWlVXE4yJ0JIbZzIRNLfJWOGS-wbRENbKwObTczFLXf5m3J_ZR7Sr7hyIEG6I_EMyQ6HUSN0y8BzoTmXnVzQj4ejmAO4yFMRIVZNzsWuu_zA/s225/El%20demonio%20que%20quiso%20ser%20bueno.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="225" data-original-width="225" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjt1gm9465MThzx06SNCl2S0of_gyKPf8RXSCDbyvCF7cGm4YFlF4qMSnY3Xu9n8G2qzn53XCO1FCoWlVXE4yJ0JIbZzIRNLfJWOGS-wbRENbKwObTczFLXf5m3J_ZR7Sr7hyIEG6I_EMyQ6HUSN0y8BzoTmXnVzQj4ejmAO4yFMRIVZNzsWuu_zA/s1600/El%20demonio%20que%20quiso%20ser%20bueno.jpg" width="225" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ya estamos aquí, otro año más. La
Tierra ha recorrido 930 millones de kilómetros alrededor del Sol, viajando a 107.280
kilómetros por hora. Y nosotros con ella. Menudo palizón, ¿verdad? Y todo para
volver al<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>mismo sitio que antes. A la
Navidad.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ya he comentado muchas veces que yo,
antes, odiaba la Navidad. Era un Mr Scrooge, un Grinch. Pero luego tuve hijos y
ellos me enseñaron a volver a ser un niño y así poder ilusionarme de nuevo con
el espumillón, las luces de colores y los árboles adornados. Y aunque los muy
cabrones de mis hijos han crecido, me siguen gustando las fiestas del
solsticio. De hecho, tengo un ritual navideño. Pocos días antes de Nochebuena,
regreso a Chamberí, el barrio de mi niñez, y doy un paseo por los alrededores
de la plaza de Los Chisperos. Se encuentra a cuatro manzanas de donde yo vivía.
Enfrente estaba mi antiguo colegio. Recorro la calle Manuel Silvela, me detengo
en la parroquia del Perpetuo Socorro y acabo en la plaza. Luego, voy a las
Bodegas La Ardosa de la calle Santa Engracia y me zampo una ración de patatas
bravas, que son las mejores de Madrid y siguen siendo exactamente iguales que
cuando era niño. Lo hice anteayer, aquí tenéis la foto que lo demuestra.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p> </o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAhbYEZnsYdsbMdx50t7duVflPe_9lDYuYfejSS0FuurEkB0BSpCd5QJ5JobL8W5GdhTaNcdXfzM0qzpjTh_7KFsYDlLSkrys4PRZBnyT0SvJDIP78R6GjthAi3fXNImPBA6YFH8aLGoUizmnSBJMECBwmFLXz9PP-1-l7m02XFSsEupUOjTqxIQ/s2016/C%C3%89SAR%20CHISPEROS%20.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2016" data-original-width="1512" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAhbYEZnsYdsbMdx50t7duVflPe_9lDYuYfejSS0FuurEkB0BSpCd5QJ5JobL8W5GdhTaNcdXfzM0qzpjTh_7KFsYDlLSkrys4PRZBnyT0SvJDIP78R6GjthAi3fXNImPBA6YFH8aLGoUizmnSBJMECBwmFLXz9PP-1-l7m02XFSsEupUOjTqxIQ/w150-h200/C%C3%89SAR%20CHISPEROS%20.jpg" width="150" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por cierto, esa plaza, la de los
Chisperos, es curiosa. Hasta hace nada, no tenía nombre. Bueno, sí que lo
tenía, pero no había ninguna placa, su denominación no aparecía por ninguna
parte. Quizá os preguntéis qué coño son los “chisperos”. Pues los herreros y
sus familiares, aunque en realidad el monumento que adorna la plaza está
dedicado a los autores de sainetes. Las figuras que aparecen serían los
personajes típicos de ese género: un par de chulapas y otro par de chisperos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En fin, basta de nostalgia babosa y
vamos al grano. El cuento.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Creo que ya os he contado cómo suelo
afrontar el cuento de Navidad. A finales de septiembre o principios de octubre
me digo a mí mismo que debo empezar a darle vueltas al argumento del relato.
Luego, me olvido por completo del asunto. Y me vuelvo a acordar a finales de
noviembre. Entonces me pongo a buscar desesperadamente alguna idea. Que generalmente
tarda en llegar. Cuando finalmente llega, me pongo a escribir; si el cuento es
corto, no hay problema. Pero si es largo, ay amigos, entra en juego la
angustia. El año pasado me pilló el toro y acabé de escribirlo durante la
mañana de Nochebuena (por eso lo colgué por la tarde).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La verdad es que no es fácil
encontrar ideas originales para un relato navideño, porque es un tema más
sobado que el palo de una zambomba. Además, la Navidad lleva dentro tanto
azúcar que resulta casi imposible escribir una historia de buen rollo que no
empalague. Quizá por eso se me ocurren muchas más ideas “gamberras” que “buenrrollistas”;
el humor negro navideño es un territorio menos frecuentado y a prueba de
diabéticos. No obstante, mi cuento favorito de entre todos los navideños que he
escrito es “La historia del indiano”, un relato que una merodeadora tildó de “ñoño”;
y quizá lo sea, aunque a mí me parece simplemente bonito.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Este año, las cosas han ido sobre
ruedas, pues encontré el argumento -casi a la primera- a mediados de noviembre.
Para buscar ideas, a veces recurro a algunos truquitos. Por ejemplo, el “juego
de los contrarios”. Me explicaré: Hace años, escuché a un autor que definía su
último libro como lo contrario a Harry Potter. Cuando explicó el argumento me di
cuenta de que no era ni remotamente lo contrario de la obra de Rowling.
Entonces me pregunté: ¿Qué sería lo contrario de Harry Potter? Pues un mundo en
el que todas las personas pueden hacer magia, menos el chaval protagonista que
no puede hacer ni papa de magia. Desarrollé un argumento y comencé a escribirlo,
aunque a las pocas páginas me cansé y lo abandoné. Pero sigo pensando que era
una buena idea.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El año pasado subí un cuento llamado
“El ángel que se cayó a un agujero negro”, un relato gamberro protagonizado por
un ángel disfuncional. Este año, jugando a los contrarios, me pregunté ¿qué es
lo contrario a un ángel disfuncional? Pues un demonio disfuncional. Pero,
claro, la disfuncionalidad de un ángel es completamente distinta a la
disfuncionalidad de un demonio. Si en el primer caso todo acababa en desastre,
en el segundo los acontecimientos conducen a un final feliz (aunque, si después
de leerlo os paráis a pensarlo, también un poquito triste). El cuento de este
año, llamado “El demonio que quiso ser bueno”, es un cuento de buen rollo,
aunque su desarrollo es tirando a atípico. Los que esperabais una nueva muestra
de mi habitual humor negro, mis disculpas. El año que viene os compensaré. De
todas formas, sí que hay humor en el relato, aunque no oscuro.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Como he dispuesto de suficiente
tiempo para escribirlo sin prisas, me he permitido extenderme en la narración. Tiene
10.404 palabras. No lo sé a ciencia cierta, pero puede que sea el más largo que
he colgado en Babel. Espero que no os resulte demasiado pesado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y ya está. Solo me queda desearos lo
mejor para estas fiestas. Bebed con moderación (o sin ella), comed como tigres,
reíd como locos, llorad con nostalgia, jugad a ser niños, recordad a los que se
fueron, disfrutad de los que siguen aquí, y f*ll*d, f*ll*d lo más posible.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Queridos merodeadores, os deseo un
feliz solsticio de invierno, una feliz Navidad, unas felicísimas fiestas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Aquí os dejo el cuento:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">EL
DEMONIO QUE QUISO SER BUENO<o:p></o:p></i></span></p>
<p class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>By
César Mallorquí<span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p> </o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Había
una vez un demonio llamado Pharphas. Su edad solo podía expresarse en eones,
pues era uno de los ángeles primigenios que, en el amanecer de la creación, se
alzaron contra Dios durante la rebelión de Lucifer, y que luego siguieron a
este en su caída transformados en diablos. Eso era Pharphas, un ángel caído
más.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Sin
embargo, Pharphas también era diferente al resto de los demonios. No en cuanto
a su aspecto, pues era rojo, con cuernos, rabo terminado en punta de flecha y
patas de carnero, como todos los demonios, pero sí en lo que a mentalidad se
refiere. Pharphas se estaba replanteando sus ideas y valores</span></i><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"> (...)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Si
quieres seguir leyendo, pincha <a href="https://elscriptoriumdebabel.blogspot.com/2023/12/cuento-de-navidad-el-demonio-que-quiso.html">AQUÍ</a><o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p></o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJF1NBzwClcacyyz3muspaHtxFMQ4NjBz5N06zuDNbwIOsIiY17JPOycuTxgNKKiJ6xy43677x2qphW80sPOq_Fg7TV3xVrgm8X4B6e_dH63AXPjuKj9Hy9T8ZPQztsQR0OXF3bMAixiJDdE9ux9vq9Yt_Ud99NlikZ7vye4A-eIG-A72ys9iYIg/s570/El%20demonio%20que%20quiso%20ser%20bueno%206.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="570" data-original-width="570" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJF1NBzwClcacyyz3muspaHtxFMQ4NjBz5N06zuDNbwIOsIiY17JPOycuTxgNKKiJ6xy43677x2qphW80sPOq_Fg7TV3xVrgm8X4B6e_dH63AXPjuKj9Hy9T8ZPQztsQR0OXF3bMAixiJDdE9ux9vq9Yt_Ud99NlikZ7vye4A-eIG-A72ys9iYIg/w200-h200/El%20demonio%20que%20quiso%20ser%20bueno%206.webp" width="200" /></a></div><br /><p></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-48690626104701347852023-12-09T22:57:00.000+01:002023-12-09T22:57:52.329+01:00Babel 18<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6c3deStUq2-GtuEHACDitW16eWQNyKAjVqE5zc4OiNe4IDHVLsj52EVJ7HqX_Xc72-6FKMBaPLLJ_kWT8ZFmkrOGHZ7bb5epe13dpSZH4K4flFEkGp_BLui4M0RAsq_oPGpi6ThsYllR3TBhMLbmID73RyqceWZP4HZDGOJ2QCsfkW2uI6-t2QA/s350/dieciocho%20velas.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="350" data-original-width="350" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6c3deStUq2-GtuEHACDitW16eWQNyKAjVqE5zc4OiNe4IDHVLsj52EVJ7HqX_Xc72-6FKMBaPLLJ_kWT8ZFmkrOGHZ7bb5epe13dpSZH4K4flFEkGp_BLui4M0RAsq_oPGpi6ThsYllR3TBhMLbmID73RyqceWZP4HZDGOJ2QCsfkW2uI6-t2QA/s320/dieciocho%20velas.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Hoy hace dieciocho años que nació
este blog. Es cierto que últimamente funciona a medio gas, con largos
intervalos entre post y post. Pero no está muerto, aún le queda un hálito de
vida. Y seguirá vivo mientras mantenga mi único compromiso: el cuento de Navidad.
Ya lo tengo medio escrito y lo colgaré puntualmente durante la mañana del 24 de
diciembre.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero hoy es el cumpleaños del blog,
su mayoría de edad, y vale la pena detenerme un momento para celebrarlo. El año
pasado no lo hice y me arrepentí. Así que muchas felicidades a todos, sobre
todo a los que lleváis años acompañándome. Gracias por vuestra paciencia y por
seguir ahí.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Feliz cumpleaños, queridos
merodeadores.<o:p></o:p></span></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-55415356209411461682023-09-08T11:51:00.000+02:002023-09-08T11:51:21.026+02:00El fin de los tiempos<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVhDTOIirhlYfolyXWQxNaDH7KOOGWqPHVuxvIM8fBvVJ-0pJfK0UJmXWAf-LTBzCOVIjtM0lfWv50NlNC3MB8up4KulFDwGepTjUpC4y-j2ktcQ-6YEvByvQYu2c35DP8xc_9-bTLqzdnW1kjsGP6jKJ--P8z26vKyydMj1xKkyKiOmSreX3a-g/s919/El%20fin%20de%20los%20tiempos%202.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="919" data-original-width="600" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVhDTOIirhlYfolyXWQxNaDH7KOOGWqPHVuxvIM8fBvVJ-0pJfK0UJmXWAf-LTBzCOVIjtM0lfWv50NlNC3MB8up4KulFDwGepTjUpC4y-j2ktcQ-6YEvByvQYu2c35DP8xc_9-bTLqzdnW1kjsGP6jKJ--P8z26vKyydMj1xKkyKiOmSreX3a-g/s320/El%20fin%20de%20los%20tiempos%202.jpg" width="209" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Mientras la escribo, cada novela se
comporta de forma diferente. Cabría pensar que siendo yo siempre el mismo, mi
trabajo debería desarrollarse siempre de forma similar; pero no es así. Cada
novela parece tener vida propia y avanza, o no avanza, a su manera. Algunas
novelas se escriben como un río manso, sin sobresaltos. Otras son torrentes de
montaña que avanzan sorteando obstáculos, a veces remansándose, a veces
precipitándose por cataratas. Hay novelas que se estancan y las hay que se
resisten a nacer, o que forman meandros, o que se ramifican en multitud de
afluentes.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>EL FIN DE LOS TIEMPOS (SM 2023), mi
última y recién publicada novela, nació siguiendo, sucesivamente, tres cursos
distintos. La primera idea me vino hace unos diez años, después de publicar <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La isla de Bowen</i>. Aunque llamarlo “idea”
es exagerado, porque lo único que me planteé fue que quería escribir sobre el
fin de la civilización. Más concretamente, quería explorar la frontera entre el
mundo civilizado y el mundo salvaje (podría decir “mundo natural”, pero
“salvaje” describe mejor lo que pretendía hacer).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Me puse a darle vueltas al asunto,
desarrollé un argumento, diseñé unos personajes, comencé a escribir... y cuando
llevaba más o menos treinta páginas, me detuve, hice examen de conciencia y me
dije: “No, César, eso no es lo que quieres escribir”. Así que archivé el texto
y comencé a buscar otro argumento. Tiempo después, desarrollé una nueva y
completamente diferente historia y empecé a escribirla. Al cabo de unas cinco
páginas, mi voz interior hizo sonar todas las alarmas: de nuevo había errado el
camino. Otro textito archivado y otra vez a darle vueltas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Creo que ya he hablado de esto aquí,
pero el caso es que hará uno o dos años, encontré el primer archivo, que estaba
etiquetado con el muy impreciso título de “novela”, lo leí... y no tenía ni
idea de qué era eso. Había olvidado por completo haberlo escrito. De hecho,
ahora lo he vuelto a olvidar; no sé qué escribí. NOTA: Hice muy bien en
abandonar ese texto.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pasó el tiempo, años, y yo seguía
dándole vueltas a la historia –en realidad, el tema- que quería contar y que
tanto se me resistía. Hasta que un buen día, no recuerdo cuándo, me di cuenta
de cuál había sido mi error. En mis dos anteriores intentos había situado la
historia muchos años después de que la civilización se hundiese. Pero si yo
pretendía hablar de lo civilizado y lo salvaje, debía situar mi historia justo
en el momento en que los últimos rastros de la civilización desaparecen. En
cuanto comprendí eso, todo fue coser y cantar. Ideé un nuevo argumento, me puse
a escribir y todo fluyó como un arroyo cantarín. Luego, ciertos avatares
retrasaron dos o tres años la publicación de la novela, pero eso no viene al
caso.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¿De qué va <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El fin de los tiempos</i>? La acción se sitúa en España, en un futuro
cercano. La civilización se ha derrumbado. No ha habido ningún gran
apocalipsis, sino la progresiva degradación de una sociedad injusta en la que
la desigualdad crecía al mismo ritmo que la miseria. Se produjo una inmensa
crisis económica global, el Súper-Crack, que desencadenó algaradas y masacres. Hubo
hambrunas, guerras civiles, se detonaron algunos artefactos nucleares (no
muchos, afortunadamente). En ese contexto, se desató una pandemia, la Muerte
Blanca, que diezmó a la humanidad. Y la civilización se fue a la mierda.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La novela comienza en una zona
residencial situada al oeste de una gran ciudad (que es Madrid, aunque nunca se
dice en el texto). Esa zona está protegida por el ejército y en ella viven los
civiles que trabajan para los militares. El resto de la ciudad está sumida en
la barbarie. Un día, el destacamento del ejército recibe la orden de irse,
dejando abandonados a su suerte a los civiles que viven con ellos. Todos saben
que, en cuanto los militares no estén, bandas de saqueadores arrasarán la zona,
así que deben irse. Justo ahí empieza la historia.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Los protagonistas son tres hermanos,
Álex, Tomás y Sara, de 16, 12 y 8 años de edad, respectivamente. El día en que
los militares se van, abandonan la ciudad junto con sus padres, para dirigirse
caminando a un pueblo situado a 300 km de distancia, donde quizá encuentren
refugio. La primera parte de la novela, narrada por Tomás, cuenta lo que sucede
durante ese viaje a través de un territorio sumido en el salvajismo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La segunda parte, narrada en tercera
persona, transcurre once años después, cuando los protagonistas ya son adultos,
y cuenta un segundo viaje, esta vez de búsqueda. Aunque los protagonistas
tienen diferentes motivos para realizarlo: redención, amor, lealtad, compañerismo,
curiosidad e incluso venganza. Hay una tercera parte, muy breve, que cierra la
novela desde el punto de vista de Sara.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¿<i style="mso-bidi-font-style: normal;">El
fin de los tiempos</i> es una novela posapocalíptica? Bueno, no ha habido un apocalipsis
concreto, sino varios, pero a efectos prácticos sí que lo es. Por tanto, asume
las constantes del género (algunos me han dicho que la portada recuerda a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">The Last of Us</i>). También es una novela
de aventuras que describe dos viajes llenos de peligro. Y por último, es una
novela moral. No en el sentido de que tenga una moralina, sino porque propone
varios dilemas éticos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El primero de ellos: Si la sociedad
se hundiese, ¿qué harías: intentar mantener la civilización o sumarte a la
barbarie? Cada uno de los tres hermanos ofrece una respuesta diferente a esa
cuestión. La novela no toma partido; es el lector quien debe hacerlo (si le
apetece, claro).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por otra parte, durante el relato,
los protagonistas –es decir, los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">buenos</i>-
hacen cosas terribles. Ahí la cuestión es: y si no las hicieran, ¿qué? ¿Y cuál
sería la alternativa? Y algo más: Si te comportas igual que los malos, ¿qué
derecho tienes a considerarte bueno? Otro dilema: ¿Es lícito que la
autodefensa, y la protección de los tuyos, anulen la piedad? En circunstancias
extremas, ¿es legítimo ser egoísta? ¿Hay otra opción?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero existe un punto de vista
alternativo para encajar genéricamente la novela: es un western. En realidad,
gran parte de los relatos posapocalípticos tienen la estructura, e incluso el
escenario, del western (fijaos en las películas de Mad Max), y sin duda mi
novela es un relato de frontera, la que existe entre lo civilizado y lo salvaje,
como en el western. Para colmo, en la segunda parte los protagonistas viajan a
caballo. De modo que sí, puede considerarse un western. Pero eso, en realidad,
¿qué más da?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En la novela también hay una emisora
misteriosa, Radio Libre Apocalipsis, que emite música de los 70; y un locutor,
el Hombre Lobo, que es una especie de narrador del fin del mundo. Además,
existe (o no) un mítico reino perdido donde se preservan los mejores valores de
la humanidad.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Como decía antes, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El fin de los tiempos</i> propone una serie
de dilemas morales. Cada uno de los tres hermanos que protagonizan el relato
ofrece una respuesta diferente. Tomás, el mediano, no soporta el mundo donde
vive e intenta mantener su integridad moral. Sara, la pequeña, se suma sin
atisbo de dudas a la barbarie, porque está segura de que es la única forma de
sobrevivir. Tal y como ella misma dice: “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Soy
hija del caos, me crié en el caos, soy el caos</i>”. En cuanto al mayor, Álex,
es pragmático. Su postura vendría a ser: Si no hay más alternativa que la
barbarie, adelante con ella; pero intentemos entretanto ser lo más civilizados
posible.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¿Cuál es mi opinión personal? Creo
que los tres hermanos tienen poderosas razones para defender sus posturas.
Simpatizo con Tomás, porque es un idealista; pero su estrategia de
supervivencia deja mucho que desear. En cuanto a Sara, sus motivaciones son
sencillas, claras y muy realistas, pero jamás podría ser como ella. Respecto a
Álex, se ha adatado, sobrevive y ayuda a sobrevivir a los demás, así que
supongo que su postura es la más racional.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero todo esto es teórico, claro,
porque si llegara el fin de la civilización, supongo que yo tardaría unos cinco
minutos en estar muerto. Mi historia no sería un novela, sino un microrrelato.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="tab-stops: 85.45pt;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></span></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com20tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-53011235484261250562023-08-15T13:01:00.001+02:002023-08-15T13:38:25.874+02:00Pepa<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyj9yiLwRIyJf6fhSDF490oKuVh8xtyBnxYrDjIikyFAMXiUbLbyAlXtweoY7lEq7iueGsivjWuUjabOSK7xXOTVcg-MkaI52-BxnwM7rEmRzTcB-yfDHNlHfSLAPoDCGTy6CMqJssQuBJE6QE31bZANhJlXWxIKMVztj0eD6z-D531F5NEmB-qA/s4592/Pepa%20Benasque.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4592" data-original-width="3448" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyj9yiLwRIyJf6fhSDF490oKuVh8xtyBnxYrDjIikyFAMXiUbLbyAlXtweoY7lEq7iueGsivjWuUjabOSK7xXOTVcg-MkaI52-BxnwM7rEmRzTcB-yfDHNlHfSLAPoDCGTy6CMqJssQuBJE6QE31bZANhJlXWxIKMVztj0eD6z-D531F5NEmB-qA/s320/Pepa%20Benasque.JPG" width="240" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Suecia es de los escasos países,
incluido el nuestro, en los que Pepa y yo no parecemos extranjeros. Yo mido 1’90
y ella 1’75, ambos tenemos ojos azules y la piel y el pelo claros (en mi caso,
el pelo demasiado claro y ausente). Por supuesto, en cuanto abro la boca disipo
toda opción de exotismo y me transformo en el ceñudo y cejijunto ibérico que en
el fondo de mi ser soy (aunque albergo una teoría en la que se relacionan mi
madre, el puerto de Barcelona, los marineros nórdicos y el inexplicable y
desmesurado tamaño de los tres hijos de mis padres). Sin embargo, Pepa se
expresa en su fluido y exquisito inglés y sigue manteniendo viva su apariencia
de reina vikinga. Porque lo es (también tengo otra teoría sobre su madre, el
puerto de La Coruña y, por supuesto, los marineros nórdicos).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cuento esto porque Pepa y yo
acabamos de volver de pasar quince días recorriendo el sur de Suecia. Era el
país escandinavo que nos faltaba. ¿Qué nos ha parecido? Que es un país muy
bello, aunque nos ha hecho un tiempo de perros. Según confesión de los
lugareños, el peor verano en décadas. También he podido comprobar que lo que se
dice de las suecas no es un mero tópico; creo que es el país con más mujeres
guapas por metro cuadrado de este universo. Supongo que con los hombres pasará
lo mismo, aunque yo no los he visto, al menos con atención; pero los hay y
algunos muy altos, eso hay que reconocérselo a los jodíos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El caso es que Suecia bien, nos ha
molado; incluso hemos visto dos o tres veces el sol. Pero eso era lo que
buscábamos, ¿no?; huir del horno español y viajar al norte, impulsados por
nuestros potenciales genes nórdicos y en pos del fresquito. A Pepa y a mí nos
encanta el norte; el de España y el de Europa, cualquier norte. De los países
escandinavos, el que más nos gusta es Noruega, porque su belleza te deja
boquiabierto (y sus precios también). Luego, personalmente, me fascinó el norte
de Finlandia, más allá del círculo polar. Es un lugar raro, raro. Dinamarca y
Suecia también están muy bien, aunque algo menos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero no he venido aquí para hablaros
de nuestras vacaciones suecas, sino de Pepa, mi mujer. ¿Cómo es? La gran escritora,
y gran amiga, Susana Vallejo dice que somos dos machos alfa. Y es cierto: yo
soy la torpe imitación de un macho alfa, mientras que Pepa es la indiscutible
jefa de la manada. Pepa es una fuerza de la naturaleza, una roca a la que
asirse cuando el mundo se tambalea, una fuente de cariño y protección. Es
inteligente, honesta, con un corazón de oro, trabajadora incansable, justa,
amable, tan fuerte como encantadora, la mejor compañera de viaje que pueda
concebirse, tanto en el sentido literal como en el metafórico. Sencillamente,
Pepa es una gran mujer, una gran persona.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>A estas alturas, os estaréis preguntando
que cómo es posible que un merluzo como yo haya conseguido pillar a semejante
maravilla. Solo puedo deciros que, en lo que respecta a ella, cualquiera puede
tener un mal día. Y en lo que me atañe, Pepa es, sencillamente, lo mejor que me
ha pasado en la vida. He tenido mucha suerte.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Vale, no es perfecta; qué
aburrimiento si lo fuese. Tiene defectos. Hay dos, sobre todo, que me ponen nerviosillo:
es terca como una mula, y yo diría que la persona más torpe del mundo con las
manos, si no fuera porque algunas de sus hermanas la superan en torpeza. En
fin, dos minucias que en nada opacan su resplandor.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Hay algo sobre ella que aún no he
dicho; no porque lo haya olvidado, sino porque lo reservaba para el final: Pepa
es muy guapa. Recuerdo que hace unos años, estando en Noruega, un lugareño le
dijo que parecía sueca. Entonces no lo entendí del todo, pero era un gran
halago. Y una gran verdad: Pepa parece sueca de puro guapa. Peeeeero, no es lo
único: Pepa, además, aparenta al menos quince años menos de los que tiene. Y
eso es una virtud, ¿verdad? A mí me encanta, pero también me toca un poco las
narices. Me explicaré:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Solo soy tres años mayor que ella.
No voy a negar que soy viejo, que tengo sobrepeso, que soy calvo y canoso
(herencia, respectivamente, de papá y mamá), que ando ayudado por una muleta, y
que estoy muy cascado. Pero más o menos aparento la edad que tengo, lo que ya
es de por sí bastante deprimente. Pero, insisto, solo soy tres años mayor que
Pepa.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pues bien, la cosa comenzó hace ya
la friolera de dieciséis años, cuando un camillero hijo de puta se refirió a mí
como el padre de Pepa. Con los años, la confusión se fue repitiendo; el
encargado de una librería me tomó por el padre de Pepa, la cajera de un supermercado
pensó que yo era el padre de Pepa, varios individuos más me confundieron con el
padre de Pepa... y el colmo ha sido durante estas vacaciones, cuando dos putos
taxistas suecos se refirieron a mí como el padre de Pepa.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El primero..., bueno, al final fue
muy amable. Pepa había perdido la cartera en su taxi, ya os hablado de la
proverbial torpeza que la adorna. Afortunadamente, por una vez, tuve mi breve momento
de gloria como macho alfa: No solo recordaba que compañía de taxis era, sino
también el nombre del taxista: Nelson. Lo localizamos y el buen hombre volvió a
la plaza para devolver la cartera. Y para confundirme a mí con el padre de
Pepa. En fin, gracias, Nelson; pero la próxima vez te callas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El segundo taxista no era
escandinavo, sino un gilipollas internacional. Cuando llegamos a nuestro
destino, me señaló con un dedo<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>y le preguntó
a Pepa: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Your dady?</i> Y lo repitió
varias veces, como el sonriente bobo que era: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Your dady?</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">your dady?</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">your dady?</i>...<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¿<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Dady</i>?
Tu puta madre, cabrón.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¿Entendéis ahora por qué me toca un
poco las narices la eterna juventud de Pepa? Vale, que sí, que me alegro mucho
por ella, y también por mí, soy afortunado. Pero, demonios, me hace sentir aún
más viejo de lo que soy, lo cual supone enfrentarse a un abismo de inconcebible
negrura.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ah, aún no os he dicho cómo se llama
Pepa. Se llama María José; pero todos sus íntimos la llamamos Pepa. De hecho,
solo la llamo María José cuando me enfado con ella. Teniendo eso en cuenta:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Querida María José: comprendo que
cada vez que me confunden con tu padre sea para ti un subidón de autoestima.
Pero, ¿te importaría no correr a contárselo a todo el mundo como si fuera la cosa más
divertida que ha sucedido en el planeta desde los tiempos de Adán y Eva? Coño,
un poco de respeto, que soy tu padre.<o:p></o:p></span></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-77884192818616355202023-07-05T13:15:00.000+02:002023-07-05T13:15:07.067+02:00En busca de la nostalgia perdida<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4QiCMNFyvPX6K055BrPs7IsPzvetzi6WSh5h411IQ6WyADYhZ8E0P-KvKtARivoPW5Pru24Rz8p5-MphJMSMRy4r48w719C3_mp7Ip6mxWfoc0wsVh18PQlTIaPbQBbXtK12u_iVtKO5XrP_7ktLrfQBk9WdxDeYLaNrgxQa4Ryt0yDsJcJmy5w/s660/Indiana%20Jones.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="371" data-original-width="660" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4QiCMNFyvPX6K055BrPs7IsPzvetzi6WSh5h411IQ6WyADYhZ8E0P-KvKtARivoPW5Pru24Rz8p5-MphJMSMRy4r48w719C3_mp7Ip6mxWfoc0wsVh18PQlTIaPbQBbXtK12u_iVtKO5XrP_7ktLrfQBk9WdxDeYLaNrgxQa4Ryt0yDsJcJmy5w/s320/Indiana%20Jones.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Vi <i style="mso-bidi-font-style: normal;">En busca del arca perdida</i> en octubre de 1981. Tenía 28 años; era
joven, pero no un niño. Sin embargo, disfruté como un crío con esa película; y
cada vez que la vuelvo a ver, vuelvo a disfrutar con placer infantil.
Sencillamente, de todas las películas que he visto en mi vida, y son muchas,
esta es la que más me ha divertido. No la mejor: la más divertida.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Siempre me gustó el género de
aventuras. Algunas de mis películas favoritas de niño eran <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Beau Geste</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">King Kong</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">20.000 leguas de viaje submarino</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El mundo en sus manos</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El alegre burlón</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Scaramouche</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los tres mosqueteros</i>,
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Vikingos</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Lawrence de Arabia</i>... Más tarde, en mi juventud, dos películas
aventureras de corte clásico, estrenadas el mismo año, se incorporaron a mi
canon del género: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El hombre que pudo
reinar</i> y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El viento y el león</i>.
Luego, el cine de aventura, que tan popular había sido en los 50 y 60, pareció
caer en el olvido. Hasta que llegó Indiana.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero <i style="mso-bidi-font-style: normal;">En busca del arca perdida</i> no tenía nada que ver con los títulos que
he citado, era otro tipo de aventura. Todos sabemos que Lucas y Spielberg se
inspiraron en los seriales cinematográficos de la Republic que se proyectaban
en las matinees de los cines de Estados Unidos durante los años 30 y 40. Es
decir: puro pulp. Lo mismo había hecho Lucas con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Star Wars</i>. Por ejemplo, uno de los más característicos elementos de
la saga galáctica es el texto que se pierde en el infinito al comienzo de cada
film. ¿Una brillante idea original? Para nada, mirad esto:</span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTw7MeL_btB29w2T62WfhM1_FRd_wEYUO_R3g7ZvEkHJD8jpO_faMeeh4yImcZj0YxrIoK4u-fyDfYTAif3kuqQV2a0jb7FS0JZ07VejciUZCPta00HWvQscD4ergDcp65fotZAE_O9ZZaHZ9v91mIl5mfROn0r1N-6JV0I_hgwgfkIvvjy-gOhQ/s245/Star%20Wars%20Flash%20Gordon.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="206" data-original-width="245" height="206" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTw7MeL_btB29w2T62WfhM1_FRd_wEYUO_R3g7ZvEkHJD8jpO_faMeeh4yImcZj0YxrIoK4u-fyDfYTAif3kuqQV2a0jb7FS0JZ07VejciUZCPta00HWvQscD4ergDcp65fotZAE_O9ZZaHZ9v91mIl5mfROn0r1N-6JV0I_hgwgfkIvvjy-gOhQ/s1600/Star%20Wars%20Flash%20Gordon.jpg" width="245" /></a></div><br /><o:p></o:p><p></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Es un homenaje/plagio a los seriales
de Flash Gordon. Pero volviendo a Indiana Jones, el personaje se creó como una
especie de monstruo de Frankenstein fabricado con retales de otros films: El sombrero
de Humphrey Bogart en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El Tesoro de Sierra
Madre</i>, el látigo de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La marca del
Zorro</i>, la chupa de cuero y la vestimenta de Charlton Heston en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El tesoro de los incas</i>.</span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhrIoERQKf-fr2qpqoLx6jak_eaOuZTfnp-Jr_m6yBDOq9YSw6fqkdtrWLFpB6UFLHoUqb0Sa2pyU3d_EOxPBKfdLSnQ4-A1CzkHrSgeGyHuBnKKZGTY6KPpPyja--qUEIMcJreOo2tSwE4RJwpmFmPKsn5Ay86gz90yOWDpfQADwS5CO_EyCtITg/s734/El%20tesoro%20de%20los%20incas%20Indiana%20Jones.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="544" data-original-width="734" height="237" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhrIoERQKf-fr2qpqoLx6jak_eaOuZTfnp-Jr_m6yBDOq9YSw6fqkdtrWLFpB6UFLHoUqb0Sa2pyU3d_EOxPBKfdLSnQ4-A1CzkHrSgeGyHuBnKKZGTY6KPpPyja--qUEIMcJreOo2tSwE4RJwpmFmPKsn5Ay86gz90yOWDpfQADwS5CO_EyCtITg/s320/El%20tesoro%20de%20los%20incas%20Indiana%20Jones.jpg" width="320" /></a></div><br /><o:p></o:p><p></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Indiana Jones es una serie B
transformada en serie A, un relato pulp engrasado con humor y filmado con
grandes medios. La fórmula de la serie es sencilla: Ambientación retro, viajes,
acción constante, peripecias circenses, mucho humor, desenfado, optimismo y
toques de fantasía. Hay otras constantes, como una compañera de aventuras,
bichos asquerosos o reliquias sagradas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Anteayer vi en la tele, por enésima
vez, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">En busca del arca perdida</i>, y me
maravilló lo bien que sigue funcionando. Si nos fijamos en su tramo central,
comprobaremos hasta qué punto es cierto lo de “acción constante”. Indy
encuentra el arca en la tumba de las serpientes. Llegan los nazis, se quedan
con el arca, encierran a Indy y a Marion en la tumba, Indy logra salir con sus
habituales métodos de arqueólogo destructor de antigüedades; de ahí pasamos a
la secuencia del ala voladora, con peleas, disparos y explosiones, y sin
solución de continuidad llegamos a la espectacular secuencia de la persecución
de los camiones nazis. ¿Cuánto dura eso? No sé, 25 o 30 minutos, supongo, y no
hay ni un segundo de descanso, todo es acción, todo son cumbres, no hay valles.
Un ritmo frenético que no permite que te pares a pensar en lo que estás viendo,
porque a poco que lo pensaras te darías cuenta de que es un puro disparate.
¿Cómo demonios se puede viajar de polizón en un submarino? Y qué más da; es
divertido, ¿no?, pues relájate y disfruta. Eso es Indiana Jones.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Todo este rollo para llegar a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El dial del destino</i>. Pero antes de decir
nada más, voy a puntuar la película con relación a las otras. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">En busca del arca perdida</i>: 10. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La última cruzada</i>: 9. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El templo maldito</i>: 8. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El dial del destino</i>: 7. Y la calavera de
cristal ni la considero; si hay que ponerle algo, un 3 pelado, y eso solo
gracias al prólogo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Así que le doy a la película un
notable; es decir, que en general me ha gustado. Pero dentro de ella hay
algunas cosas que no me gustan nada. Y a partir de aquí, PELIGRO: SPOILERS.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Comencemos por la introducción.
Algunos comentan lo mal que está el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">face
replacement</i> que rejuvenece a Indy. No es cierto; está asombrosamente bien
hecho (no como la chapuza de Scorsese en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El
Irlandés</i>), da el pego al cien por cien. De hecho, esa larga secuencia es la
que más me gusta de la película, porque es total y absolutamente Indiana Jones;
a pesar, incluso, del espantoso CGI de la persecución sobre el tren.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Este prólogo transcurre en 1944 y de
ahí pasamos al Indy de 1969. Y también ahí empiezan mis problemas. ¿De verdad
hacía falta convertir a nuestro aventurero favorito en un anciano solitario y
gruñón al que nadie hace caso, en un profesor de segunda en un centro de
segunda, en un hombre triste y aburrido? No y mil veces no; ese no es el
destino que merece el personaje. Puedo imaginar a Indy como un viejo
malhumorado, sí, pero con dignidad y conservando un brillante aunque
controvertido prestigio. Lo veo, quizá, un poco como era su padre, Sean
Connery, pero jamás como un donnadie. Aunque, claro, puede que la visión que
plantea la película sea más realista... pero me importa un bledo. ¿Acaso el
realismo ha tenido alguna vez algo que ver con Indiana Jones?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cuando, en el film, Harrison Ford se
cala el Fedora, se pone la chupa de cuero y empuña el látigo, no veo a Indiana
Jones; veo a un anciano disfrazado de Indiana Jones. Y como Ford no está para
muchos trotes, sus escenas de acción son más escasas y limitadas, lo cual
contribuye a ralentizar el ritmo de la narración, a lo que se añade un exceso
de metraje. Con veinte minutos menos habría mejorado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Supongo que la propuesta fue: “hagamos
un Indiana Jones otoñal” (con Ford como protagonista no quedaba otra, claro).
La cuestión es: ¿puede hacerse un Indiana Jones otoñal? En mi opinión, no;
porque algunas de las características de la serie son “acción constante, peripecias
circenses, desenfado y optimismo”, y nada de eso casa bien con “otoñal”. Así
que mi problema con el film surge desde su origen. Tras la trilogía original,
no se debería haber prolongado la franquicia con un Ford anciano.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero se ha hecho y aquí tenemos la
quinta entrega. Phoebe Waller-Bridge cumple con solvencia su papel de réplica
femenina al héroe. Mads Mikkelsen aporta su poderosa presencia física para dar
consistencia a un villano que sobre el papel no la tiene. Banderas está ahí,
pero podría no estar y no pasaría nada. La aparición de John Rhys-Davies es
gratuita, un mero recurso a la nostalgia, y también otro bajonazo. ¿Sallah
convertido en taxista de Nueva York? No me jodas, ¿es que ya no vamos a
respetar nada? En cuanto a la dirección de Mangold, dejando aparte que sus
escenas de acción son tirando a confusas, es eficiente (dado su
trabajo en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Logan</i>, probablemente era
el director más adecuado).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En resumen: ¿Es una mala película?
Pues no, al contrario. Si nos olvidamos de la trilogía inicial, es una película
de aventuras más que correcta. Pero carece de algo: alma. En cierto modo, es como
la excelente copia de un reloj: se parece mucho a un Rolex, pero le falta peso.
Pues eso ocurre con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El dial del destino</i>:
no es una película de Indiana Jones, sino una buena copia de una película de
Indiana Jones.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No obstante, como ya he dicho, el
prólogo nos devuelve al Indy que nos gusta, y aunque solo sea por eso, vale la
pena ver la peli. Y algo más: el final. Es bonito, una hermosa despedida y
un buen pretexto para refocilarnos en la nostalgia, con esa maravillosa Marion
Ravenwood a la que tanto hemos echado de menos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y ya está, ¿es el final de Indiana
Jones? Lo dudo mucho; más tarde o más temprano, alguien decidirá seguir
ordeñando la vaca, pero con otro actor. ¿Imposible, solo Harrison Ford puede
interpretar a Indy? Lo mismo se decía de Sean Connery y James Bond, y ya veis
lo que pasó. En realidad, la cuestión es ¿debería hacerse? Teniendo en cuenta
que la franquicia está en manos de Disney, mejor no, gracias.<o:p></o:p></span></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com18tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-52075504207479786882023-06-28T11:09:00.001+02:002023-06-29T10:28:40.790+02:00Quiz cinéfilo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCww6ZB0cZH_WoOnBs_UXT-DpkyNuyUf27TrsZ1kNJj4QhU8OY-JUfb5F7FwZiMI6apZ5fXRaXtjzMAZjfAUoTbKZ8wHda4zjRaONBloKA2j1Q6_r7EN4bJWOCWETW6y4QWI6zPHBHjxhR1l-6rYNSQipcUXXCiXI5UCNOb3w_S1s2MxAW4VPPkA/s800/CINE.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="416" data-original-width="800" height="166" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCww6ZB0cZH_WoOnBs_UXT-DpkyNuyUf27TrsZ1kNJj4QhU8OY-JUfb5F7FwZiMI6apZ5fXRaXtjzMAZjfAUoTbKZ8wHda4zjRaONBloKA2j1Q6_r7EN4bJWOCWETW6y4QWI6zPHBHjxhR1l-6rYNSQipcUXXCiXI5UCNOb3w_S1s2MxAW4VPPkA/s320/CINE.jpg" width="320" /></a></div>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ya llegó el verano para acariciarnos
con su tórrida mano, se acercan los tiempos de la molicie, el tinto de verano y
los chapuzones, así que, para compensar la amarga negrura de mi anterior post,
vamos a refrescarnos un poco.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Os propongo un juego: Voy a
mostraros 25 diálogos de película y vosotros tenéis que averiguar a qué título
corresponde cada uno. Los hay fáciles, los hay difíciles y alguno que otro
tiene trampa. La única condición que he seguido para elegirlos es que todos los
habría acertado yo. Por supuesto, si fueran otras frases probablemente fallaría
alguna; pero estas no. ¿De acuerdo? Pues adelante; primero pondré todos los
diálogos uno detrás de otro y luego las soluciones.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">1. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>“Louis, presiento que este es el comienzo de
una hermosa amistad”.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">2. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>“Tomaré lo mismo que ella”.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">3. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>“¿Sabes silbar, verdad Steve? Solo tienes que
juntar los labios y soplar”.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">4. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>“Volveré”.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">5. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>“¡Stella! ¡Stella!”.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">6. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>“Shane. Shane. ¡Vuelve!”.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">7. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>“¡Está vivo!, ¡está vivo!”.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">8. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>“El mejor amigo de un chico es su madre”.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">9. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>"Está usted intentando seducirme, ¿verdad?".<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">10. "Elemental, mi querido
Watson".<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">11. “¿Quiere parar, Dave? Pare, Dave.
Tengo miedo...”.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">12. “Dios mío, está lleno de
estrellas.”<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">13. “Fue la Bella quien mató a la
Bestia".<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">14. “Amar significa no tener que decir
nunca lo siento”.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">15. “Buenos días… y por si no volvemos
a vernos: buenos días, buenas tardes y buenas noches”.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">16. “Hazlo o no lo hagas, pero no lo
intentes”.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">17. “Tócala otra vez, Sam”.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">18. “Francamente, querida, me importa
un bledo”.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">19. “Vamos a necesitar un barco más
grande”.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">20. “¡Eres tan feo que podrías estar
en un museo de arte moderno!”.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">21. “Y como alguno de vosotros vuelva
a maltratar a otra puta, volveré aquí y os mataré a todos, malditos hijos de
perra”.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">22. "¡Alcalde, todos somos
contingentes pero tú eres necesario!”.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">23. “Elegí un mal día para dejar de
fumar”.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">24. “Soy tu mayor admiradora”.<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">25. "¡Caballeros, no pueden
pelear aquí: esto es el Salón de la Guerra!".<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif"">SOLUCIONES:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"">1.</span></b><span face=""Arial","sans-serif""> La primera es muy facilita: Es lo que le dice Humphrey
Bogart a Claude Rains justo al final de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Casablanca</i>,
mientras se pierden en la niebla. Siempre he pensado que ese final era en
realidad el principio de otra película que, afortunadamente, jamás se rodó
(aunque hubo el proyecto de una continuación que se llamaría <i>Brazzaville</i><span style="mso-bidi-font-style: italic;">). Mejor; así podemos imaginar libremente
qué fue de Rick y el capitán Renard, ese par de cínicos románticos.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">2.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Sentados a
la mesa de un restaurante, Billy Crystal le dice a Meg Ryan que una mujer no
puede fingir un orgasmo sin que el hombre se dé cuenta. Ella le responde
fingiendo un orgasmo tan convincente como escandaloso. Una de las comensales,
que asiste asombrada a la escena, le dice al camarero: “Tomaré lo mismo que
ella”. Eso ocurre en <i>Cuando Harry encontró a Sally</i>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">3.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Una
asombrosamente bella y sexy <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Lauren
Bacall le dice a Humphrey Bogart que si quiere algo de ella, silbe. A
continuación, le suelta la frase en cuestión. La peli es <i>Tener y no tener</i>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">4.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Todos los
merodeadores frikis lo habéis adivinado al instante. ¿Quién podría pasar a la
historia del cine con un diálogo de una sola palabra? Solo Arnold Schwarzenegger,
en <i>Terminator</i>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">5.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Es lo que
grita Marlon Brando en <i>Un tranvía llamado deseo</i>, de Elia Kazan, basada
en la obra de teatro de Tennessee Williams. Confieso que todos los personajes
de esta película me caen fatal. Sobre todo, la insoportablemente cursi Blanche DuBois.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">6.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Otro grito
desesperado, esta vez el de un niño llamando a un pistolero arrepentido, la
única figura paterna que ha conocido. En el extraordinario western <i>Raíces
profundas</i> (que sirvió de inspiración a Clint Eastwood para hacer <i>El
jinete pálido</i>).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">7.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Eso es lo
que grita Victor Frankenstein cuando su monstruo cobra vida en <i>Frankenstein</i>,
de James Whale. Todos los frikis lo sabíais, ¿verdad?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">8.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Se lo dice
un inquietante Anthony Perkins a Janet Leigh poco antes de matarla. ¿Os suena
el Motel Bates? Estamos hablando de la inmensa <i>Psicosis</i>, del gran
Hitchcock.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">9.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Si digo “Sra.
Robinson” todo está más claro, ¿no es cierto? Debí de ver <i>El graduado</i>
cuando tenía quince o dieciséis años, y se convirtió en la película favorita de
mi primera juventud, quizá porque me sentía tan confuso como Dustin Hoffman.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">10.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Claro,
esto tiene trampa, porque esa frase se ha dicho en mil películas, aunque jamás
en los relatos de Conan Doyle. Pero, ¿en qué film se dijo por primera vez? Pues
en <i>Las aventuras de Sherlock Holmes</i>, de 1939, con Basil Rathbone como
protagonista, uno de los mejores Holmes de la historia.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">11.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Los frikis
no solo lo habrán sabido a la primera, sino que además habrán experimentado un
orgasmo. Ese diálogo no lo pronuncia un ser humano, sino el ordenador HAL 9000
antes de morir en <i>2001: Una odisea del espacio</i>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">12.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Esto ya es
más peliagudo y solo los auténticos frikis de mente y de corazón podrán
responderlo. Esa frase es la última que pronuncia el astronauta Dave Bowman
antes de “entrar” en el monolito gigante de 2001 que orbita en torno a Júpiter.
Sin embargo, no se pronuncia en la película de Kubrick (aunque sí en la novela
de Clarke). Esa frase es la que abre la secuela dirigida por Peter Hyams, <i>2010:
Odisea dos</i>. Un film nada desdeñable, aunque inevitablemente eclipsado por
su precedente.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">13.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Si alguno
no ha sabido responder a esto... en fin, no sé si se merece merodear por Babel.
Estamos hablando de la frase final de una de las más maravillosas películas de
todos los tiempos: el <i>King Kong</i> de Merian C. Cooper y Ernest B.
Schoedsack. Este año se cumple el 90 aniversario de su estreno.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">14.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> De todas
las frases gilipollas que se han pronunciado alguna vez en cualquier película,
esta es la más estúpida de todas. No solo era un diálogo, sino que además se
convirtió en el eslogan del film: <i>Love Story</i>, una de las más cursis,
tramposas y lacrimógenas películas jamás rodadas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">15.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Lo dice
Jim Carrey en la que sin duda es su mejor película: <i>El Show de Truman</i>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">16.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Hablando
de frases gilipollas, esta lo es y mucho. Se lo suelta Yoda a Luke en <i>El imperio
contraataca</i>. Es una de esas frases estilo zen que parecen llenas de sabiduría,
pero ¿qué significa en realidad? ¿Que hay que hacerlo todo bien a la primera?
¿Que no hay que ensayar y entrenar? Menudo instructor de mierda el enano
orejotas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">17.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> ¿Habéis
caído en la trampa? Porque esa frase jamás se pronuncia en <i>Casablanca</i>.
En realidad pertenece a <i>Sueños de un seductor</i>, la película de Herbert Ross
basada en la obra de teatro de Woody Allen <i>Play It Again, Sam</i>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">18.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Otra
facilita. Es lo que todos estábamos deseando que <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Rhett Butler le dijera a la fascinante pero
insufrible Escarlata O’Hara, en <i>Lo que el viento se llevó</i>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">19.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Se lo dice
Roy Scheider a Robert Shaw en <i>Tiburón</i> la primera vez que ve al bicho. Y
tenía razón.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">20.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Uno de los
múltiples y sofisticados insultos que profiere ese maestro de la humillación
que es el sargento Hartman, en <i>La chaqueta metálica</i>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">21.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Sencillita
también. Es lo que advierte William Munny mientras se aleja del pueblo en la
noche, bajo la tormenta, después de haberse cargado al sheriff "Little
Bill" Daggett y a sus ayudantes. Estamos hablando de esa soberbia obra
maestra que es <i>Sin perdón</i>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">22.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> También
fácil. Se trata de uno de los surrealistas diálogos de <i>Amanece, que no es
poco</i>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">23.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Con esta
frase inicia Lloyd Bridges (el papá de Jeff) su progresiva inmersión en el
pánico, en <i>Aterriza como puedas</i>, la más descacharrante sucesión de gags
jamás filmada.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">24.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Si eso te
lo dice una enfermera de mediana edad, gordita y con una bondadosa sonrisa,
puedes confundirlo con un halago. Pero si la enfermera es Kathy Bates y la
película <i>Misery</i>, entonces es la antesala del infierno.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;">25.</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"> Es lo que
exclama el presidente de Estados Unidos, interpretado por Peter Sellers, en una
parodia muy negra sobre la guerra fría llamada <i>Teléfono rojo, volamos hacia
Moscú</i>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pues eso es todo.
¿Cuántas habéis acertado? Yo diría que si son trece o más ya podéis consideraos
cinéfilos de pro. Y si son menos... bueno, puede que algunos de esos diálogos
no os sonaran. Pues ahora ya os suenan; para que luego digan que Babel no sirve
para nada.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif"" style="mso-bidi-font-style: italic;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Con este refrescante
juego, me despido de vosotros hasta quién sabe cuándo. Por si acaso, feliz
verano.</span><span face=""Arial","sans-serif""><o:p></o:p></span></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-59561475777331660152023-06-10T13:56:00.000+02:002023-06-10T13:56:30.767+02:00Llanto y rechinar de dientes<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLqVgE3wsAIzJFtTrJvY5IJiqm90dPc_Ls8-LiKB-T8tRq2oOaB1yIN-jtaqxIiG1oSsU1jY8-T_TVujZDQSmO2jt5n7_dLTwvJS8bk46LltlIwLjcdF2jYbDSwYkHqZYKBe9vSo38Fjvs_ZT1ntdf1lyg-9mpFG_euFl37DOFuluZNmP8pug/s1129/C%C3%A9sar%201956%201956%20Underwood0000.tif" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="855" data-original-width="1129" height="242" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLqVgE3wsAIzJFtTrJvY5IJiqm90dPc_Ls8-LiKB-T8tRq2oOaB1yIN-jtaqxIiG1oSsU1jY8-T_TVujZDQSmO2jt5n7_dLTwvJS8bk46LltlIwLjcdF2jYbDSwYkHqZYKBe9vSo38Fjvs_ZT1ntdf1lyg-9mpFG_euFl37DOFuluZNmP8pug/s320/C%C3%A9sar%201956%201956%20Underwood0000.tif" width="320" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Esta mañana me he despertado
derramando lagrimones como puños, sumido en el negro pozo de la desesperación y
la amargura. Al dirigirme al baño para cumplir con mi diario aseo, la imagen
que me ha devuelto el espejo ha sido un dardo que se me ha clavado entre las
aurículas izquierda y derecha al recordarme lo que soy. Con un gemido agónico,
he intentado mesarme los cabellos, hasta que he recordado que no hay nada que
mesar. Luego, ya bajo la ducha, el agua se deslizaba por el sumidero mezclada
con mis lágrimas, mi dolor y mis mocos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Reuniendo las pocas fuerzas que me
quedaban, me he vestido y me he arrastrado hasta la cocina como un caracol.
¿Despacio? No, aunque también. Como un caracol porque mientras me deslizaba por
el parqué iba dejando a mi paso un rastro húmedo; no de babas, sino de eso:
lágrimas y mocos. Tras prepararme un café con leche, que hoy tenía sabor
amargo, me he arrastrado a mi despacho, a duras penas me he encaramado al
sillón y, tras una hora larga de llanto inconsolable, me he puesto a pulsar el
teclado con la esperanza de que las palabras pudieran aliviar mi sufrimiento;
pero es inútil, no hay bálsamo capaz de calmar el dolor que me causa esta herida,
esta úlcera, esta septicemia que me asola el alma. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Supongo que os preguntaréis qué me
pasa, aunque algunos ya lo habréis adivinado. ¿Que qué coño me pasa? Pues me
pasa, maldita sea mi estampa, que hoy, diez de junio de 2023, cumplo... ¡70
años!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La madre que me parió...<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ya no hay excusas, ya no queda nada
a lo que agarrarse: soy total, absoluta y definitivamente viejo, soy viejo que
te pasas, soy una mierda de anciano, un despojo humano, un fósil viviente, soy
un dinosaurio que todavía no se ha enterado de lo del asteroide, soy un
vestigio del pasado, soy material de derribo, soy objeto de estudio para
Indiana Jones, soy un bulto en un anticuario, una pieza desechada en cualquier
museo. Resumiendo: para calcular mi edad hay que recurrir a la estratigrafía o
al carbono 14.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y no me gusta, no me hace maldita la
gracia; de hecho, me sienta como una patada en las pelotas. Me lo tomo como una
afrenta, como una broma de mal gusto, como una catástrofe al lado de la cual lo
del Krakatoa fue poco más que un petardo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¡ADVERTENCIA!: Si alguien está
tentado de decirme: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Pero la alternativa
a hacerse viejo es peor, porque significa que te mueres”</i>... Si alguien
piensa decirme eso, le aconsejo que no lo haga. Porque si lo hace, averiguaré
dónde vive y, con las últimas fuerzas de mis trémulas manos, le rebanaré el
pescuezo. ¡Ya sé que hay cosas peores! Y no me consuela lo más mínimo. Morirse
es chungo, no lo niego, pero envejecer también. Y cuando te mueres ya todo te
importa un pijo, pero cuando envejeces estás cabreado y deprimido, y te duelen órganos
del cuerpo que ni siquiera sabías que tenías.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Contar 70 primaveras me colma de
sorpresa, porque jamás creí que alcanzaría tan vetusta edad. Como mucho, me
daba hasta los 65. Ya veis, como profeta también soy un fraude. Además... ¿Cómo
expresarlo?... En fin, que no me gustan los viejos; me parecen un coñazo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Vale, hay viejos cojonudos, viejos
que da gusto estar con ellos, viejos que te olvidas de que son viejos en cuanto
hablas un minuto con ellos. Pero son una minoría. De hecho, muchos de mis
amigos tienen mi misma edad: ergo son viejos. Pero son mis amigos, los he
escogido yo, así que se parecen a mí en muchos aspectos y son carcamales
diferentes.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Aun así, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>en el núcleo más íntimo de mis amistades venía
pasando algo terrible desde hace un tiempo: Nos encontrábamos y uno le
preguntaba a una: ¿Qué tal estás de la espalda? Y la interpelada respondía con
profusión de datos clínicos. Entonces otro se ponía a hablar de sus cervicales,
o de que se había quedado sordo de un oído, o de que tenía un ojo chungo...
Joder, la primera hora de nuestros encuentros parecían un episodio de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">House</i>. Me deprimía tanto que les rogué
que cuando nos preguntáramos que qué tal estábamos, respondiéramos con un
escueto “bien” o “mal” sin entrar en detalles.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El caso es que, en general, los
viejos no me gustan. Me parecen aburridos, acartonados, desenganchados del
mundo, pesados, fúnebres y deprimentes. Se quedaron anclados en algún momento
del pasado y ya no hay quien los saque de ahí. Huelen a naftalina. En particular,
me enervan los viejos encantadores, esos ancianos como de peluche que son todo
bondad y dan ganas de abrazarlos. Porque lo que a mí me provocan son ganas de
atizarles con un lenguado en los morros y borrarles la estúpida sonrisa de la
cara. ¿A qué viene esa complacencia y esa felicidad, carcamales? Prefiero los
viejos gruñones que, al menor descuido, te tientan los lomos de un bastonazo.
Al menos se rebelan; aún queda algo de energía en sus decadentes despojos,<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero ¿sabéis lo peor de todo? Que mi
cuerpo tiene 70 años, pero mi cerebro no. Por favor, pero si hay partes de mi
mente que todavía no han superado la adolescencia. De hecho, en conjunto, mi
cerebro cree que tiene treinta años, el muy idiota.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¿Y lo más triste? Hace cinco años
que estoy jubilado, pero solo en teoría, porque gracias a (o por culpa de) la
Ley del Creador puedo seguir siendo un autónomo en activo. Es decir, sigo
trabajando exactamente igual que antes. Y eso es lo único que todavía me une a
mi perdida juventud. Deprimente, ¿verdad? Lo único que me salva un poquito es
el castigo bíblico del trabajo. Para echarse a llorar. Y, además, eso me
conduce a una pregunta aún más deprimente: ¿Cuántas novelas me quedan por
escribir? Hace treinta años habría contestado que innumerables, infinitas casi,
pero ahora sé que no, que la mayor parte de mi obra ya la he escrito y que lo
que falta es limitado. No sé cuánto, pero menos de lo que ya he producido, eso
seguro. Si no me diera tanta grima, me cortaría las venas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Exageras, diréis: hoy estás igual
que ayer; 70 solo es un número. Es cierto, estoy como ayer: igual de jodido. Y
sí, 70 es un mero guarismo, un jalón, un marcador, y la constatación numérica
de que soy un puto viejo. De eso no me libra nada, salvo el tiempo, porque el
año que viene tendré 71 y ya me dará igual todo. Puesto que estamos en la
mierda, chapoteemos en ella. Y dentro de una década, si llego, tendré 80 y el cerebro
de un boniato; me cagaré y me mearé encima, se me caerá la baba y oleré a
naftalina. Lo único que espero es conservar la energía necesaria para liarme a
bastonazos con el primero que se acerque.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y ya vale, no quiero seguir hablando
de este turbio asunto. Para terminar este vómito de palabras con un toque culto,
cerraré con una frase. Y como sucede con todas las frases, lo más probable es
que sea de Oscar Wilde. De hecho, lo es:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“<i style="mso-bidi-font-style: normal;">La
tragedia de la vejez no es que uno sea viejo, sino que uno es joven</i>”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Hala, ya está; a hacer puñetas.</span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="font-size: x-small;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>NOTA: El de la foto soy yo con tres
o cuatro años. Parece mentira que una criatura tan angelical como ese niño haya
acabado convirtiéndose en el desastre que soy ahora. La máquina de escribir era de mi padre -aunque ya la había cambiado por una Olivetti-, una vieja Underwood que ya era vieja entonces. Una década más tarde, aprendí a escribir al tacto con ella. La teclas eran duras como piedra y se me pusieron unas manos que ni las de Suarcenagüer.</span><o:p></o:p></span></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com22tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-3883499866931834362023-02-15T12:40:00.000+01:002023-02-15T12:40:27.788+01:00Ficción y exorcismos.<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqL8iFXCUVJ-qdAIEQ-ZPwonEk5u6jdk6xPnZnv7eeodYj8RjoSKzgwyCzRog3aCfrn25hEw_TQtisZ5M9gJqVwB8ony2Iv7DqHV9vx0p3OkQMnoBlaJpTvcObYCadtUCfbsDNQRghaQkEqM5jZrdDFlEPpPTzDakJ7w1SXko2Umnmmz7l2ww/s1200/Los%20Fabelman.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1200" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqL8iFXCUVJ-qdAIEQ-ZPwonEk5u6jdk6xPnZnv7eeodYj8RjoSKzgwyCzRog3aCfrn25hEw_TQtisZ5M9gJqVwB8ony2Iv7DqHV9vx0p3OkQMnoBlaJpTvcObYCadtUCfbsDNQRghaQkEqM5jZrdDFlEPpPTzDakJ7w1SXko2Umnmmz7l2ww/s320/Los%20Fabelman.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¿Para qué sirve el arte? Hay mil
respuestas a esta pregunta; desde “para nada” hasta “para alcanzar el éxtasis”,
pasando por 998 alternativas<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>más. Sin embargo, a veces
descubres sin pretenderlo una utilidad del arte que nunca antes habías
percibido; al menos, no con tanta claridad. Y cuando reflexionas sobre ello, te
maravillas, porque descubres que el arte puede hacer magia de muchas más formas
de lo que pensabas. </span><span style="font-family: Arial, "sans-serif";">Cuando hablo de “arte”, me estoy
refiriendo sobre todo a las artes narrativas, a la literatura, el cine, el
cómic, el teatro, etc.; pero lo que voy a decir puede aplicarse a todas las
artes.</span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Hace unos días, fui a ver <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los Fabelman</i>, la última película de
Steven Spielberg. Me gustó; es una película pequeña rodada con la habitual
maestría de su director. Pero si la ves conociendo su clave oculta, entonces se
convierte en apasionante. ¿De qué trata? Pues básicamente de la vida de Spielberg
desde que tenía siete u ocho años y descubre el cine, hasta que consigue su
primer trabajo en TV.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Hace unos meses vi un documental de
HBO, producido en 2017, sobre Spielberg, en el que el director habla de su vida
y su trabajo. Bueno, pues eso me permite asegurar que todo lo que se cuenta en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los Fabelman</i> es real, le ocurrió a
Spielberg, incluyendo muchas de las anécdotas que aparecen en el film.
Entonces, ¿por qué se llama <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los Fabelman</i>
en vez de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los Spielberg</i>? Pues porque en realidad no todo lo que cuenta la película es real; hay algo falso. Un hecho que
constituye la razón, estoy seguro, de que Spielberg haya rodado esta historia,
y que es la explicación íntima de toda la película. Pero para saber qué es, hay
que conocer un poco la vida de Spielberg.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Su padre, Arnold, era ingeniero
eléctrico especializado en ordenadores, y su madre, Leah, concertista de piano.
Tuvieron cuatro hijos, un chico y tres chicas; Steven es el mayor. Cuando era
adolescente, comenzó a rodar películas de aficionado con la cámara de 8mm de su
padre. En 1965, sus padres se divorciaron. Arnold se largó y Leah, poco tiempo
después, acabó casándose con Bernie Adler, el mejor amigo de Arnold. Steven
siempre culpó a su padre del divorcio, hasta el punto de apenas dirigirle la
palabra durante quince años.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La separación de sus padres fue un
hecho crucial en la vida de Spielberg. De hecho, podemos encontrar la figura
del “padre ausente” en muchas de sus películas, como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ET</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Encuentros en la tercera
fase</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La guerra de los mundos</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Hook</i> o en la mismísima <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Indiana Jones y la última cruzada</i>. Pues
bien, muchos años después, en los 90, Spielberg descubrió algo que le dejó
anonadado: El culpable de la separación de sus padres no había sido Arnold,
sino Leah al iniciar una relación romántica con Bernie, el mejor amigo de su
marido. Arnold nunca se lo dijo a su hijo, porque seguía amando a su ex-esposa
y no quería perjudicarla de ninguna manera.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¿Os imagináis el palo que fue para
Spielberg descubrir eso? Se había pasado toda la vida repudiando injustamente a
un hombre que no solo era inocente, sino que además se comportaba como un
santo. Tras descubrirlo, Spielberg se reconcilió con su padre. Pero estoy
seguro de que el peso de la culpa debió de ser abrumador.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Volvamos a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los Fabe</i></span><i style="font-family: Arial, "sans-serif";">lman</i><span style="font-family: Arial, "sans-serif";">. La película, como he dicho, sigue fielmente la
biografía de su director; hasta que llega al meollo de la trama, el divorcio de
los padres. Entonces la historia cambia y cuenta algo que no ocurrió en la
realidad. Sammy Fabelman (el personaje que representa a Spielberg) es un chico
obsesionado con el cine que no para de rodar películas en 8 mm. En cierta
ocasión, durante unas vacaciones, Sammy rueda un corto sobre su familia. Más
tarde, mientras está montando el material (es decir, viendo una y otra vez las
mismas imágenes), descubre algo en lo que no se había fijado antes, porque no
era lo que filmaba, sino lo que estaba en segundo plano. Son imágenes de su
madre con Bernie; no hacen nada en especial, solo hablar, pero parecen lo que
en realidad son: una pareja de enamorados.</span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Es decir, Sammy descubre por su
cuenta (y con ayuda del cine) la infidelidad de su madre. Por tanto, nunca
culpará a su padre del divorcio, nunca cometerá esa injusticia. Justo lo contrario
de lo que en realidad pasó. En cierto modo, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los
Fabelman </i>es una ucronía. Creo que Spielberg rodó esta película para remediar
su gran error, para librarse de la culpa a través de la ficción.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Es decir, Spielberg ha utilizado el
arte para corregir la realidad.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y esa es la utilidad de la creación
artística que yo no había percibido con nitidez: su capacidad para corregir la
vida. No solo haciendo que lo que está mal pase a estar bien, sino también para
que el mal, que con frecuencia se disfraza de virtud en el mundo real, aparezca
ante nuestros ojos con claridad. El arte no solo imita la vida, sino que
también la mejora.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Supongo que eso es lo que hacemos
todos los que nos dedicamos a tareas creativas. Cogemos la realidad y la
moldeamos para darle sentido; o todo lo contrario, para mostrar el sinsentido
que se esconde tras lo real. Y a veces exorcizamos nuestros fantasmas y
demonios mediante lo que imaginamos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Sin duda, es más rápido y barato que
ir al psiquiatra.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p> </o:p></span></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-36977753628470964032022-12-24T16:55:00.001+01:002022-12-24T16:55:46.009+01:00El bonito y entrañable cuento navideño de Babel<p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCvfICrzlVe4gs5tt23lfiHBTDYX5TeX4Qbwtxi9EIWrT_V03_S7zGMwSJ2dfsg2hK3sylQGTB5GpHizm3I58WOQZI-0Uw6t57Z_3CpDZhJmakGZI7Otj9f5g6uFV94WroCH967nu8pe6OyvIhGgHQQo9hNgxKufMeNwz4KsXFsBwDxM6-D0E/s612/%C3%81ngel%204.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="612" data-original-width="612" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCvfICrzlVe4gs5tt23lfiHBTDYX5TeX4Qbwtxi9EIWrT_V03_S7zGMwSJ2dfsg2hK3sylQGTB5GpHizm3I58WOQZI-0Uw6t57Z_3CpDZhJmakGZI7Otj9f5g6uFV94WroCH967nu8pe6OyvIhGgHQQo9hNgxKufMeNwz4KsXFsBwDxM6-D0E/s320/%C3%81ngel%204.jpg" width="320" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Lo siento, amigos míos, este año me
he retrasado. El cuento de Navidad me ha quedado más largo de lo que
yo pensaba y lo he terminado esta mañana a última hora. Pero justo a tiempo,
¿no? De ninguna manera iba a faltar a la única cita ineludible de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">La Fraternidad de Babel</b>. Mi cuento
anual, donde reúno todo mi espíritu navideño para, en ocasiones (como esta),
pervertirlo hasta convertirlo en algo monstruoso. Aunque espero que divertido.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Como sabéis, mis cuentos navideños
son de dos clases: o de buen rollo, o gamberros. El año pasado publiqué uno
tierno y bonito, así que este año tocaba gamberrada. El cuento se llama <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">El
ángel que se cayó a un agujero negro</i></b>, y estoy seguro de que con él
ofenderé a más de un colectivo. Qué le vamos a hacer; ese es el precio que hay
que pagar por practicar el humor negro.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Esta vez me voy a extender poco, que
ya voy muy retrasado. Son las 16:30, acabo de comer (comida china) y estoy en
mi despacho. Mis hijos ya no viven en casa. Pablo vino ayer de Barcelona y se
quedará unos días. Óscar vendrá luego para cenar todos juntos. Aperitivos,
lubina al horno y panqueques de postre. Ahora la casa está en silencio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Así que voy a aprovechar ese
silencio para desearos feliz solsticio, feliz Navidad, felices fiestas. Os
deseo lo mejor y os envío un abrazo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y ahora os dejo con el cuento. Ojalá
os guste.</span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><i><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">EL
ÁNGEL QUE SE CAYÓ A UN AGUJERO NEGRO</span><span style="font-family: Arial, "sans-serif";"> </span></i></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><i><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Había una vez un ángel llamado
Kerubiel. Era un ángel del montón, perteneciente a lo más bajo de las
jerarquías angélicas, justo por detrás de los Principados y de los Arcángeles.
No obstante, pese a su humilde condición angelical, Kerubiel era, como todos
los ángeles, impresionante.<o:p></o:p></i></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><i><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Alto, rubio, resplandeciente, con
unas facciones tan nobles que era imposible no derramar una lágrima al
contemplarlas, y dotado de unas majestuosas alas blancas. Además, sus
apariciones terrenales estaban acompañadas de truenos y relámpagos, tan
intensos que en ocasiones provocaban incendios.<o:p></o:p></i></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><i><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Sin embargo, Kerubiel no era
exactamente como el resto de los ángeles. Hace ciento cincuenta mil años
(152.315, para ser precisos), mientras recorría el universo, pasó demasiado
cerca de Holmberg 15A, un monstruoso agujero negro de 40 mil millones de masas
solares, cruzó el horizonte de sucesos y se precipitó a su interior...</i> (Si
quieres seguir leyendo, pincha <a href="https://elscriptoriumdebabel.blogspot.com/2022/12/cuento-de-navidad-el-angel-que-se-cayo.html" target="_blank">AQUÍ</a>)<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGlMO1yt7lwK53dpm16bKzmio9_5RjBspX7m40iRJVq434Xzn-BC8vPzErsCDcUAi2s9eXDGcUwVHVt8uaXi6RWuN-QFbI84vZL580wvwYNIVcRUhEyUvyAsmwgCaTxevNp9wHrhCeeJP7lPUOiD4UEpZgKjuX23hpItyG0cZdP0iHC3RTedA/s640/NAVIDAD%202021.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="480" data-original-width="640" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGlMO1yt7lwK53dpm16bKzmio9_5RjBspX7m40iRJVq434Xzn-BC8vPzErsCDcUAi2s9eXDGcUwVHVt8uaXi6RWuN-QFbI84vZL580wvwYNIVcRUhEyUvyAsmwgCaTxevNp9wHrhCeeJP7lPUOiD4UEpZgKjuX23hpItyG0cZdP0iHC3RTedA/w200-h150/NAVIDAD%202021.jpg" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal"><br /></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-18328179243335511342022-11-24T12:51:00.000+01:002022-11-24T12:51:41.126+01:00Caballos salvajes<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-G_t8vduQBu1wMMFypR8XfQP3lTwxN27eg_34c0WUPRrB8usyrNkiOpMLx17urf-U9yoB_KeBjofaRI0BFxEyfAcsBdKfNb3QquhFxj27i5XgK2qM7bC4X_hLu_KF2X2aPVad3xOOoPWZUCSwdwlAQweraATP4GtYdqR8BDrhpwmxfJpukCw/s1350/Armageddon%20Time.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="870" data-original-width="1350" height="206" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-G_t8vduQBu1wMMFypR8XfQP3lTwxN27eg_34c0WUPRrB8usyrNkiOpMLx17urf-U9yoB_KeBjofaRI0BFxEyfAcsBdKfNb3QquhFxj27i5XgK2qM7bC4X_hLu_KF2X2aPVad3xOOoPWZUCSwdwlAQweraATP4GtYdqR8BDrhpwmxfJpukCw/s320/Armageddon%20Time.webp" width="320" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La imaginación es algo así como un
caballo salvaje: muy bonito, pero del todo inútil hasta que lo domas. De hecho,
la imaginación tiene mucho prestigio, pero también un lado oscuro. Sobre todo
al principio, cuando de niño eres incapaz de controlar a ese caballo salvaje
que tienes en la cabeza. Porque todos los niños son imaginativos, pero unos más
que otros, y a veces serlo supone un hándicap, un serio problema.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ayer vi <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Armageddon Time</i>, el último film de James Gray. Ambientado en el
Nueva York de los 80, cuenta la historia de Paul Graff, un chico de once o doce
años, el miembro más joven de una familia de clase media. La película, que
recomiendo, trata sobre muchos temas: la familia, la educación, el racismo, la
lucha de clases... Pero hay un aspecto con el que me sentí especialmente identificado:
Paul es un mal estudiante, porque le encanta pintar y tiene una imaginación
desbordante, así que está siempre con la cabeza en las nubes. De hecho, su
tutor sugiere que es “lento”, en el sentido de retardado. El caso es que tiene
tan malas notas y hace tantas trastadas, que sus padres deciden sacarlo del instituto
donde estudia y llevarlo a un colegio privado de élite. Bueno, pues exactamente
lo mismo me pasó a mí.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Casualmente, hace un par de semanas
tuve un encuentro por videoconferencia con alumnos de un instituto, y les conté
que yo, hasta el equivalente a 4º de la ESO, había sido muy mal estudiante,
porque siempre andaba con la cabeza en las nubes y porque en vez de estudiar
leía comics, o hacía dibujos, o me quedaba embobado imaginando historias. Mis
padres, alarmados por mi bajo rendimiento, me cambiaron de colegio. Y, tiempo
después, el director del nuevo centro se reunión con ellos para sugerirles que
quizá yo era un poquito deficiente mental. Mis padres le respondieron que, si
yo era tonto, ¿por qué también era siempre el primero de la clase en redacción?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Luego,
les conté a los alumnos que, paradójicamente, lo mismo que en su momento hizo
de mí un mal estudiante, ahora era lo que me servía para ganarme la vida. Había
conseguido domar al caballo salvaje.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Entonces una alumna me formuló una
muy buena pregunta: ¿No debería el sistema educativo prestar especial atención
a los alumnos con talentos inusuales? Pues sí, claro, debería. Porque no se
trata solo de los chicos y chicas demasiado imaginativos. Tampoco los
superdotados, los más inteligentes, encajan en el actual sistema y con
frecuencia acaban en fracaso escolar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El problema es que, al
generalizarse, la educación se convirtió en una especie de fábrica, donde todos
los alumnos son instruidos de igual forma y al mismo ritmo haciendo énfasis en
las mismas materias. Pero no todos los alumnos son iguales y algunos deberían
recibir una atención especial. No porque sean tontos, sino porque su cerebro
funciona de una manera distinta. Pero eso no sucede. Al contrario, los alumnos
con talentos especiales suelen ser problemáticos, porque no siguen el ritmo de
la clase, porque rompen las normas y porque no encajan en un sistema demasiado
rígido. En consecuencia, muchos de ellos, los menos afortunados, acaban
condenados al fracaso vital. Y su talento se pierde.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La chica que me formuló la pregunta
tenía razón. El sistema educativo debería prestar una atención especial a cada
alumno, ayudándolo a desarrollar plenamente sus particulares habilidades, en
vez de coartarlas. Pero eso supondría clases con mucho menos alumnos,
profesores de apoyo, programas de capacitación y planes de estudios más dúctiles.
Es decir, más dinero. Y mejores políticos. No sé si algo así es hoy posible,
pero debería serlo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Volviendo a la película, en gran
medida trata sobre la injusticia social. Los desfavorecidos están condenados a
una exclusión y una pobreza de la que jamás podrán escapar, mientras que ante
los escasos privilegiados se extiende una alfombra roja que mulle el camino
hacia un éxito inevitable.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¿Y qué pasa con Paul, nuestro
pequeño protagonista? Al final de la película... ojo, voy a hacer un spoiler,
pero no importa. Al final de la película, Paul se encuentra en el salón de
actos de su elitista colegio, donde el director está soltando un discurso. El
hombre les dice que ellos, los alumnos, son los dirigentes del mañana. Ellos
están destinados a liderar la economía, la política, la sociedad... Mientras
oye esto, Paul se pone lentamente la chaqueta, sale a la calle y se va sin decir
nada.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Él no quiere dirigir empresas, ni comandar partidos, ni ser un líder social. </span><span style="font-family: Arial, "sans-serif";">Lo único que quiere es pintar. </span><span style="font-family: Arial, "sans-serif";">Igual que otros quieren hacer música.</span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>O yo escribir.<o:p></o:p></span></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-81072506766431700542022-10-28T12:22:00.001+02:002022-10-28T12:22:17.679+02:00Del Coyote a la ciencia ficción pionera: medio siglo sin José Mallorquí<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2exlg2MF9eFFrZ2M6bh8pzLdauUoFjUEuCDrEOiDFt_VlJzSS3MXrPO8w93m6JpaekMJQbt4afv2IUbcQg60BLPFtvymU_dyGliIsQ1TuJ-qbsBdKkKodtgLWjvZ_rhLEbziblbuI_LJNtKR41Q10iA_U7-ZNEl7HW2YBIcRqufWzOtD8vH0/s945/Jos%C3%A9%20Mallorqu%C3%AD%20p%C3%A1jaro.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="945" data-original-width="660" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2exlg2MF9eFFrZ2M6bh8pzLdauUoFjUEuCDrEOiDFt_VlJzSS3MXrPO8w93m6JpaekMJQbt4afv2IUbcQg60BLPFtvymU_dyGliIsQ1TuJ-qbsBdKkKodtgLWjvZ_rhLEbziblbuI_LJNtKR41Q10iA_U7-ZNEl7HW2YBIcRqufWzOtD8vH0/s320/Jos%C3%A9%20Mallorqu%C3%AD%20p%C3%A1jaro.jpg" width="223" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">El
próximo 7 de noviembre se cumplen 50 años de la muerte de mi padre. Medio
siglo, es increíble... Si me paro a pensar en ese martes, siete de noviembre de
1972, lo recuerdo como si hubiera sido ayer, con todo detalle. Pero, claro,
cómo olvidarlo. Aunque me gustaría poder hacerlo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Yo tenía diecinueve años y en ese instante
mi vida se volvió del revés. Durante muchos, muchos años, arrastré un profundo
sentimiento de culpa por el suicidio de papá. Es inevitable, supongo.
Curiosamente, hace años logré quitarme de encima la culpabilidad gracias a este
blog. Quería dedicar una entrada al aniversario de su muerte y me puse a
escribir sin tener nada concreto en la cabeza. Era una carta para él y... fue
como escritura automática; las ideas me llegaban sin buscarlas, sin pensarlas
siquiera, era casi como si escribiera al dictado de una parte de mí que hasta
entonces había callado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ese post, esa carta, obró el milagro
de abrirme la mente y me permitió contemplar aquella tragedia desde todas las
perspectivas. Hasta entonces, había asumido el suicidio de mi padre
exclusivamente desde su punto de vista. Pero de pronto lo vi desde el mío, y
comprendí que mi padre, al pegarse un tiro, me había hecho una cabronada. Por
eso, concluyó su nota de suicidio con un “Perdón”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Claro que le perdoné. Y también me
perdoné a mí mismo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El caso es que he asistido a las dos
muertes de José Mallorquí. Una rápida, en el 72. Y otra lenta, desde entonces
hasta ahora. Muerte por depresión y arma de fuego la primera. Muerte por olvido
la segunda. Cuando murió, era uno de los escritores más conocidos de España;
ahora, cada vez menos gente lo recuerda.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Suele ocurrir. Si os digo: Frank G.
Slaughter, Larry Collins, James Michener, Somerset Maugham, Viki Baum, Harold Robbins, León
Uris, Sven Hassel, Sinclair Lewis... ¿Cuántos de estos nombres os suenan? Si
eres muy joven, probablemente ninguno. Pero todos ellos fueron escritores de
gran éxito más o menos hacia mediados del siglo pasado. Y todos ellos, tras su
muerte, han sido olvidados. Pues lo mismo ha sucedido con mi padre; casi nadie
nacido después de 1980 sabe quién fue y qué hizo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Aunque, por otra parte, su caso es
distinto. En primer lugar, por ser español y haber gozado, a mediados del siglo
pasado, de un gran éxito internacional. En segundo lugar, por su contribución
al género que más fama le dio al ser uno de los forjadores del llamado <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Western Latino</i>. En tercer lugar, por su
calidad literaria, muy superior a la del resto de escritores españoles de novela
popular. En cuarto lugar -algo que muchos no saben-, por su contribución a los
géneros fantásticos en nuestro país, gracias sobre todo a dos iniciativas
suyas: la revista <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Narraciones
Terrroríficas</i> y la colección <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Futuro</i>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En fin, aunque mi padre sea un
escritor en proceso de olvido, todavía queda gente que lo recuerda con todo el
respeto y el cariño que merece. Hace seis años, La Casa del Lector de la Fundación
Germán Sánchez Ruipérez, le dedicó una estupenda exposición. Y ahora, el
Festival 42 de Géneros Fantásticos, que tendrá lugar en Barcelona entre el 2 y
el 6 de noviembre, le va a dedicar un acto con motivo del 50 aniversario de su
muerte.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Se trata de una mesa redonda llamada
“<b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Del Coyote a la ciencia ficción
pionera: medio siglo sin José Mallorquí</b>”. En la mesa estaremos Armand
Balsebre, catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la
Universidad Autónoma de Barcelona, la escritora Ledicia Costas y este vuestro
seguro servidor. Y el moderador de la mesa será nada más y nada menos que Pablo
Mallorquí, nieto de José Mallorquí.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El acto tendrá lugar el sábado 5 de
noviembre a las 11:00, en la Biblioteca Ignasi Iglésias. Can Fabra. Auditori
Fabra.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>De modo que, si estáis en Barcelona
ese sábado y no tenéis nada mejor que hacer, me encantaría veros ahí.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrZ6xi9KjGhtw3M3Xx-0yMmq2mI_F0G3yVYKUgiMz17iVAbTuNuC325h3HGTTcVJ_FlxCOaxPvOfbv8Xo5hyw6Ud9F9hGT2wtCU-n057qztSXcmPIAg0Djp0oKXXpJ-4nL1RHwjwqIuiFJ_9CJHDOM3NfqtQP58QKmGlbMUBgIxriK-639Twc/s1200/Festival%2042%202022.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="630" data-original-width="1200" height="168" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrZ6xi9KjGhtw3M3Xx-0yMmq2mI_F0G3yVYKUgiMz17iVAbTuNuC325h3HGTTcVJ_FlxCOaxPvOfbv8Xo5hyw6Ud9F9hGT2wtCU-n057qztSXcmPIAg0Djp0oKXXpJ-4nL1RHwjwqIuiFJ_9CJHDOM3NfqtQP58QKmGlbMUBgIxriK-639Twc/s320/Festival%2042%202022.jpg" width="320" /></a></div><br /><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span><p></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com18tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-57769148982668872202022-10-06T11:19:00.000+02:002022-10-06T11:19:23.653+02:00Tamara & Putin, la pareja del momento.<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBt5EDi_qrGdDnIQhQmUFcTXlkcPBLf9ZtyYnYrIs6Cxt4_Wg_LpZ6cA6Bo2aHu5FcmUF66K0NdFNzdgRQ5hPu_J9CSsrZxnZaqM8Xa86Svb1veC8lH44Oxbd9IohBX5suRLT3e1FV_DNpuWd9BaUC-f1gwY8RfUkN9HdbqsLYqQ8Z-7JZ0Uc/s552/Pareja.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="313" data-original-width="552" height="181" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBt5EDi_qrGdDnIQhQmUFcTXlkcPBLf9ZtyYnYrIs6Cxt4_Wg_LpZ6cA6Bo2aHu5FcmUF66K0NdFNzdgRQ5hPu_J9CSsrZxnZaqM8Xa86Svb1veC8lH44Oxbd9IohBX5suRLT3e1FV_DNpuWd9BaUC-f1gwY8RfUkN9HdbqsLYqQ8Z-7JZ0Uc/s320/Pareja.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Tamara:</b>
El asunto es más o menos así: Había una vez una pija muy pija llamada Tamara
que, aunque tenía 40 tacos, hablaba y se comportaba como una adolescente. Digo
que era pija porque decía cosas de pija, las decía con acento de pija y, qué
demonios, ella se calificaba a sí misma de pija. Pues bien, esa pija se enamoró
de otro pijo nueve años menor que ella y ambos se prometieron. Pero antes de la
boda sobrevino el desastre: aparecieron unos videos en los que se veía al pijo
morreándose con otras muchachas. No es de extrañar, porque el joven pijo tenía
un aspecto de golferas que echaba patrás. La boda se canceló y la pareja de
pijos se separó. Fin de la historia. Una gilipollez, ¿verdad? Bueno, pues esa
gilipollez ha hecho que, durante más de una semana, toda España esté pendiente
de la pija.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Me resulta asombrosa la fascinación
del público por semejantes personajes. ¿Qué ha hecho en su vida Tamara? Nada
que valga la pena, salvo aparecer en algunos programas de TV donde se mostraba
como la pija que es. Y ser hija de famosos, que eso ayuda. ¿Por qué le interesa
a la gente? Quiero pensar que por el morbo de comprobar que “los ricos también
lloran”, pero me da que no. Esto se parece más a un patio de vecinos donde
sobrevuelan los chismes. Antes, los cuernos se los ponían a la hija de la
Paqui, y hoy se los ponen a una marquesa mediática. Aunque también puede ser
por la fascinación que siempre han producido los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">freaks</i>, los monstruos de feria. Desde hace tiempo, los medios han
venido ofreciendo el lamentable espectáculo de personajes grotescos. Como lo
fueron el padre Apeles, Rappel, Jesús Gil, Pocholo o Belén Esteban. Porque
Tamara es el pijerío llevado al extremo, la grotesca caricatura de una pija.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Aunque, en realidad, me temo que lo
que gran parte del público siente hacia Tamara es una fascinación aspiracional.
Les gustaría ser como ella. Y eso ya es más peliagudo. Porque Tamara es
superconservadora y supercatólica. Sin ir más lejos, esto es lo que opinó hace
poco sobre la diversidad sexual: “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Estamos
viviendo un momento muy complicado para la humanidad, hay tantos tipos
distintos de sexualidades, hay tantos sitios distintos donde puedes ejercer el
mal</i>”. Luego, añadió que lo peor de todo es que esa diversidad sexual “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">se ve con normalidad</i>”. ¿Es que echa de
menos recurrir a la lapidación?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Tamara es un pija, es superficial y
es tóxica. Pero ¿tonta? Teniendo en cuenta el rédito que le saca a su tóxico y
superficial pijerío, creo que no; o al menos no del todo. Los tontos somos
nosotros. Y si no, aquí me tenéis a mí, perdiendo el tiempo en hablar de
alguien sin interés.</span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Putin:</b>
Que Putin es hijo de sí mismo (un hijo de Putin) lo sabemos todos. Bueno, todos
no, como veremos. Así que no voy a perder el tiempo diciendo que es un
psicópata formado en la escuela de la KGB, un iluminado imperialista y un
asesino aficionado al polonio. No, de eso no voy a hablar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>De lo que quiero hablar es de los
viejos comunistas españoles. La verdad es que hay que tener mucha fe para
seguir siendo comunista hoy. Porque seguir creyendo en el “paraíso socialista”
después de los desmanes de Stalin, después del muro de Berlín, después de la
invasión de Checoslovaquia y Afganistán, y sobre todo después de que la Unión
Soviética se desmoronara por la ineficacia social y económica de su sistema...
seguir siendo comunista contra toda esa evidencia requiere una fe a prueba de
bombas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cuando comenzó la invasión rusa de
Ucrania, proliferaron en las RRSS los comentarios en contra, sin apenas
oposición. Pero algunas respuestas se iban por peteneras: En vez de comentar la
agresión rusa, enumeraban la lista de las atrocidades cometidas por occidente,
y en particular por USA. Que son muchas, no lo niego. Pero un mal no anula a
otro mal.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En un pequeño debate en Facebook, un
amigo nostálgico del comunismo hizo eso: citar todas las barbaridades cometidas
por Estados Unidos. Como si eso le restara gravedad a lo que hacía Putin. Le
respondí que vale, que sí, que todo eso era cierto. Pero que ahora el malo es
Rusia. Mi amigo respondió algo que no entendí, porque se fue por los cerros de
Úbeda. Como sin argumentos no hay debate, dejé de intervenir. Pero más tarde
leí los comentarios que mi amigo intercambiaba con otro nostálgico del
comunismo. “Desde que tengo memoria”, venía a decir, “todos los males del mundo
han venido de occidente”. Y Rusia, claro, es tan santa como el Vaticano.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Me pregunto si esos viejos
nostálgicos se han enterado de que Rusia ya no es comunista, sino una
oligarquía de tintes mafiosos y maneras fascistas. Supongo que sí, pero sus
cerebros están sometidos a un reflejo pavloviano. Oyen “Rusia” y agitan
jubilosos el rabo. Oyen “Occidente” y enseñan los colmillos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Evidentemente, carece de sentido
comparar a Tamara con Putin. No se parecen en nada, no tienen nada en común,
salvo estar de actualidad. Aunque, espera, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>ahora que lo pienso, sí que comparten algo: su
odio a los homosexuales. No, si al final van a hacer buena pareja...<o:p></o:p></span></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-885903475372085962022-09-01T12:07:00.001+02:002022-09-01T12:08:47.108+02:00Ofensas<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6_0_fRFdf_4UP9_EP_WhM1xQM10EUC-ZY98hMWUD9PN8NZ7SWWZAndjOI7gdWwA8spPMsVuCWw-v76Oxsdrn0yiwkPf4OOHlhF1LwZZxL0o861TDm6kErgmgXTF3ScWONZoQGk_IVtvfVyUWOjok_UexLlGjGaDJNXDwi5jWrfXKXqdjWVPU/s582/Ofensa%20Mickey.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="582" data-original-width="564" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6_0_fRFdf_4UP9_EP_WhM1xQM10EUC-ZY98hMWUD9PN8NZ7SWWZAndjOI7gdWwA8spPMsVuCWw-v76Oxsdrn0yiwkPf4OOHlhF1LwZZxL0o861TDm6kErgmgXTF3ScWONZoQGk_IVtvfVyUWOjok_UexLlGjGaDJNXDwi5jWrfXKXqdjWVPU/w194-h200/Ofensa%20Mickey.jpg" width="194" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Un sabio refrán reza: “No ofende
quien quiere, sino quien puede”. Es cierto; solo unas cuantas personas, las más
próximas a mí, pueden herirme con palabras, porque me importa su opinión. Pero
lo que me diga un desconocido, sencillamente me la trae al pairo. La mayor
parte de la gente (casi ocho mil millones de personas) pueden insultarme,
ponerme a parir o despreciarme, da igual: me resbala. Tampoco las ideas me
ofenden, por muy monstruosas que sean. Pueden abochornarme, indignarme o darme
vergüenza ajena; pero ¿ofenderme, como si fueran un agravio personal? De eso
nada.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En realidad, lo de las ofensas suena
un poco decimonónico, de cuando el honor era lo más importante y se lavaba
junto a la tapia de un convento, a sable o pistola. Un concepto de otros
tiempos. Y, sin embargo, rabiosamente actual. De hecho, hay toda una generación
a la que, si bien despectivamente, llaman <i style="mso-bidi-font-style: normal;">los
ofendiditos</i>. Y es cierto: hoy en día no se puede abrir la boca, o pulsar el
teclado, sin ofender a alguien.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El otro día, en el programa de TV <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Real Time With Bill Maher</i>, una ex-alumna
de la universidad de Nueva York comentaba que en la parte trasera de su carné
de estudiante había un teléfono de urgencia para denunciar ofensas. ¡De
urgencia! Te ofenden y es como si te dispararan y necesitaras auxilio
inmediato. Resulta entre ridículo y estremecedor.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Vale, es cierto que mi libertad
termina donde empieza la tuya. Pero ojo, donde empieza tu libertad, no tu
susceptibilidad. La pregunta es ¿por qué sucede? Los nuevos censores socavan
hasta tal punto la libertad de expresión que, para ser ofensivo, basta con
discrepar aunque solo sea mínimamente del dogma políticamente correcto. ¿Cómo
hemos llegado a esto?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Siempre he pensado que las
relaciones humanas se rigen por principios similares a los económicos. Por
ejemplo, el valor de un producto depende de la relación entre la demanda y la
oferta. Si el producto es muy demandado y hay pocas unidades, sube de precio. Y
al revés: si es menos demandado y hay muchas unidades, el precio baja.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pues bien, con los hijos sucede lo
mismo. Hace no mucho, pongamos que cuando yo era pequeño, la gente tenía un
montón de hijos. Por ejemplo, la familia de Pepa, mi mujer, son ocho hermanos,
y no se trataba de ninguna excepción. En 1960, el índice de natalidad era de
2,86. Actualmente es de 1’19; es decir, que cada pareja tiene una media de un
hijo y un quinto de otro, muy por debajo de la tasa de reposición.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El caso es que si, por ejemplo,
tienes seis hijos, inconscientemente el valor de cada hijo disminuye. Si se
muere uno es una tragedia, pero oye, te quedan cinco más. Ya, esto puede
parecer una burrada, lo sé; pero no olvidemos que antiguamente se tenían muchos
hijos porque más o menos la mitad la diñaban, y los supervivientes eran
necesarios para cuidar a los padres en su vejez.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ahora supongamos que solo tienes uno
o dos hijos. Si es uno y muere, la pérdida te destrozará. Si son dos y uno la
palma, te destrozará igualmente y, además, volcarás todo tu afecto en el que
queda y lo sobreprotegerás. Es decir, que cuando tienes pocos, el valor de cada
hijo se multiplica. Es una cuestión numérica: en un caso tienes que repartir tu
amor, tu atención, tu tiempo, tu dinero y tu esfuerzo entre seis, y en el otro
solo entre uno o dos. Es evidente que en el segundo caso los hijos reciben más
que en el primero. Conocéis el paradigma del hijo único, ¿verdad?, el típico
niño consentido y mimado. Pues en cierto modo (y con frecuencia literalmente),
ahora todos los niños se han convertido en hijos únicos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y en esas estamos. Mi generación y
las siguientes hemos tenido muy escasos hijos, de modo que los sobrevaloramos y
los sobreprotegemos. Los mimamos y los malcriamos. Los debilitamos en
definitiva. Muchos padres han educado a sus hijos intentando mantenerlos en
capullos de algodón, libres de todo daño físico y emocional. Por ejemplo, los
cuentos tradicionales, transformados para que el lobo no sea malo, o la mamá de
Bambi no muera, o Hansel y Gretel no acaben en un horno. No vaya a ser que el
niño se traumatice.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En las pruebas deportivas de los
coles, todos ganan medallas; desde el que llega primero a la meta hasta el que
tropezó con sus propios pies a los dos metros de la salida. Porque nadie quiere
frustraciones. Si el niño hace un dibujito, será el dibujo más hermoso del
mundo, aunque en realidad sea una birria que ofende a la vista. Nada de
animarlo a esforzarse más, no se vaya a cansar. Y, sobre todo, es vital huir
del conflicto. Si el chico se porta mal, cualquier cosa antes que regañarlo. Adiós,
problemas. Hola, síndrome del emperador.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En resumen: se educa a los niños
preparándolos para un mundo que no existe, un mundo sin tensiones ni
conflictos. Pero las cosas no son así. En el mundo real siempre hay algún
momento en el que se tiene que tragar mierda. Siempre hay frustraciones, líos e
injusticias. Siempre hay que esforzarse, porque en la vida nada es fácil. Por
eso, cuando los niños criados en burbujas crecen, se encuentran con una
realidad muchas veces hostil para la que no están preparados. Y se frustran. Y,
como tienen la piel muy delicada, se ofenden a la primera de cambio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En fin, no digo que todos los
llamados millennials sean así, porque odio las generalizaciones y porque además
sería mentira, pero muchos de ellos sí corresponden a ese patrón. Y son muy
ruidosos.<o:p></o:p></span></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-7366351289881896522022-07-29T13:49:00.000+02:002022-07-29T13:49:07.868+02:00Para toda la humanidad<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSaWXAyCDVHpXiu_ZBnPoi2NfCE0kKRipPYe0LYsA2m7AYzRxHCUklY1b1zPKDvMHyNOLtMeYnxnDooiYxvpNnakDx72ahe-soUKcWjcTpixQXqSDijRqJiB49C_G82tiHU4_F3X2wlp9JefykscF9_WVc6mEKShRKlSWGDVJKAKQp3RnJ17o/s934/Para_toda_la_humanidad.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="934" data-original-width="649" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSaWXAyCDVHpXiu_ZBnPoi2NfCE0kKRipPYe0LYsA2m7AYzRxHCUklY1b1zPKDvMHyNOLtMeYnxnDooiYxvpNnakDx72ahe-soUKcWjcTpixQXqSDijRqJiB49C_G82tiHU4_F3X2wlp9JefykscF9_WVc6mEKShRKlSWGDVJKAKQp3RnJ17o/s320/Para_toda_la_humanidad.jpg" width="222" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En cierta ocasión, durante una
charla suya, el llorado Miquel Barceló dijo algo que me llamó la atención, porque,
pese a ser evidente, nunca había caído en ello: Lo más asombroso de la carrera
espacial no fue el alunizaje, sino que después, y durante más de medio siglo, ningún
humano volviera a ir más allá de la órbita baja de la Tierra.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Yo tenía dieciséis años recién
cumplidos cuando el Apolo 11 se posó en el Mar de la Tranquilidad. ¿Os
imagináis lo que supuso para mí contemplar las borrosas imágenes en blanco y
negro del primer humano en pisar otro cuerpo celeste? No, no tenéis ni idea, porque
la mayoría de vosotros no vivió aquello. Además, perdéis de vista que yo era un
pirado de la ciencia ficción. Fue un éxtasis para mí, una epifanía, una
arrebato. Yo, que tanto había leído sobre el futuro, ¡estaba viviendo el
futuro!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y qué felices me las prometía,
amigos míos. Ahora la Luna, me decía; mañana Marte, y pasado las estrellas.
Imaginaba vuelos espaciales comerciales, majestuosas estaciones orbitales,
bases en el sistema solar, videotélefonos, coches voladores... Bueno, eso no;
los coches voladores siempre me parecieron una mala idea. El caso es que
imaginaba un futuro del estilo de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">2001:
Una odisea del espacio</i>. Ahí iba a vivir yo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Luego, poco a poco, la cruda realidad
me fue pasando por encima. La carrera espacial concluyó. A fin de cuentas, ya
había un ganador. El programa Apolo se canceló. Los gigantescos cohetes Saturno
V dejaron de fabricarse. Llegaron los transbordadores espaciales, pero eran
poco más que autobuses con alas solo capaces de alcanzar órbitas bajas. Además,
eran una chapuza. Y ahora los norteamericanos ni siquiera pueden ir a la
Estación Espacial por sus propios medios, y tienen que comprarle pasajes a los
rusos o a Space X.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Fue un proceso lento, pero en algún
momento quedó claro que mis sueños se habían ido al garete. Yo esperaba que el
futuro me trajera una utopía espacial, y lo que al final me ha traído es una
especie de distopía en la que la humanidad vive hipnotizada por unos pequeños
artilugios rectangulares. Aunque, hay que reconocérselo, en esos artilugios van
incluidos los videoteléfonos, algo que nadie imaginó jamás.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Alto ahí, diréis; siempre te quedan
las misiones no tripuladas. Es verdad; pensar que ahora mismo hay un par de
rovers deambulando por Marte me emociona un poco. Pero no es lo mismo,<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pues bien, más o menos de eso va la
serie de televisión <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Para toda la
humanidad</i>, que se emite en AppleTV. Se trata de una ucronía en toda la
regla. Su punto Jonbar, es decir, el acontecimiento que quiebra la realidad
histórica, consiste en que, en 1969, los rusos llegaron primero a la Luna,
adelantándose por unos meses a los norteamericanos. Lo cual hace que la carrera
espacial se prolongue durante las siguientes décadas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La trama se centra en el personal de
la NASA, sobre todo en los y las astronautas. La primera temporada comienza con
el alunizaje ruso, continúa con el alunizaje yanqui, y sigue con el
entrenamiento de un grupo de mujeres astronautas y el establecimiento de la
primera base lunar. La segunda temporada, ambientada en los 70, narra la
ampliación de la base y los conflictos con los rusos. La tercera temporada
(cuyo último capítulo se emite hoy) se ambienta en los 90 y describe la carrera
para llegar a Marte entre americanos, rusos y una empresa privada. Todo ello,
por supuesto, aderezado con la relaciones y conflictos entre los protagonistas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¿Es <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Para toda la humanidad</i> una obra maestra? No, dista mucho de serlo.
¿Es una gran serie? Probablemente tampoco, aunque a veces se aproxime.
Sencillamente es una buena serie de ciencia ficción, respetuosa con la
inteligencia del espectador. Lo que ya es mucho, creedme.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En la serie, aparte del devenir de
la carrera espacial, hay otros dos temas predominantes. En primer lugar, el
feminismo. De hecho, siendo una obra coral, la mayor parte de sus personajes
importantes son mujeres. De entre las que destaco a Molly Cobb, interpretada
por <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Sonya Walger, una astronauta con más
cojones que todos sus compañeros masculinos juntos. El segundo tema recurrente
es el de la homosexualidad en el seno de una sociedad absolutamente
intolerante.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El casting es excelente y todos los
actores encajan en sus roles con solvencia. De entre ellos, aparte de Sonya
Walger, quiero destacar a <span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Joel Kinnaman,
un actor al que siempre me agrada ver. Por cierto, probablemente es el actor
con mejor planta del panorama actual. Le pones un traje de gala del ejército
colonial inglés, y el tío queda de un gallardo que alucinas. Por lo demás, la
puesta en escena está muy cuidada y los efectos especiales, sin pretender ser
apabullantes, son más que correctos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No todo es bueno, por supuesto. En
gran medida, esta serie es un folletín, lo cual no es malo (¿acaso no lo son la
mayoría de las series?). Pero a veces, por fortuna escasas, se aproxima
peligrosamente al culebrón. Aparte de eso, el devenir de ciertos personajes
resulta forzado, y algunos tópicos huelen un poco a naftalina. Por ejemplo, los
rusos soviéticos son los taimados hijos de puta de siempre. No obstante, lo
bueno predomina sobre lo malo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En cualquier caso, ¿sabéis lo que
más me gusta de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Para toda la humanidad</i>?
El intenso aroma a ciencia ficción clásica de toda la vida que desprende.
Viéndola, no puedo evitar evocar a Robert Heinlein, o a Arthur Clarke, o a
Fredric Brown. Es refrescante, como volver al pasado. Aunque, bien pensado, de
eso va precisamente la serie: de volver al pasado para corregirlo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En fin, que os la recomiendo. Ya sé
que muy pocos están suscritos a AppleTV (aunque tiene contenidos de gran
calidad), pero tengo entendido que la plataforma ha puesto la primera temporada
en abierto. Es decir, que os bajáis la aplicación y podéis verla gratis, sin
necesidad de suscribiros.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Besos.<o:p></o:p></span></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-55390600411700970412022-06-12T14:17:00.000+02:002022-06-12T14:17:28.242+02:00La edad, el curro, el spam y Babel<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjroJTlvjU9QccpiYR2aJv57X6Eqfz2ZAdxCwpi8Tm2bIJrmCfTEukAj9jVqYgMmhlTiVaARBffZKBvRJjF5TcluMyYHPzDMupKAHGWohXsszUOW3KLsx8inK-k-czeZ6FIyRhOdf-V4bAsI_eTSzrcDVjlwq-2Sp2iervyJ69QHiWmdcnqaMg/s300/Paso%20del%20tiempo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="168" data-original-width="300" height="168" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjroJTlvjU9QccpiYR2aJv57X6Eqfz2ZAdxCwpi8Tm2bIJrmCfTEukAj9jVqYgMmhlTiVaARBffZKBvRJjF5TcluMyYHPzDMupKAHGWohXsszUOW3KLsx8inK-k-czeZ6FIyRhOdf-V4bAsI_eTSzrcDVjlwq-2Sp2iervyJ69QHiWmdcnqaMg/s1600/Paso%20del%20tiempo.jpg" width="300" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span lang="ES-TRAD"> <span style="font-family: arial;"> </span><span style="font-family: arial;">El pasado
viernes, 10 de junio, fue mi cumpleaños. Habitualmente suelo poner una imagen
con la onomatopeya “¡ARGHHH!”, pero este año no lo he hecho. Tampoco celebré el
pasado 9 de diciembre el décimo sexto aniversario de Babel. ¿Por qué?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: arial;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pues porque la última
entrada la colgué hace casi cuatro meses. En los últimos años, mis aportaciones
al blog se han ido espaciando cada vez más. Y no acabo de hacerme una idea del
motivo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: arial;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Creo que todo
empezó cuando me rompí la cadera. Por algún motivo, quizá por la forzada
inmovilidad, me puse a escribir ficción como un loco. Había decidido probar con
la literatura infantil y estaba desarrollando la serie de Dan Diésel. Eso le quitaba
tiempo al blog. Luego llegó la pandemia, y lo que le quitaba fueron las ganas a
mí. Y ahora...<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: arial;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ahora, amigos
míos, ¡estoy metido en cuatro proyectos literarios a la vez! Bueno, en realidad
solo dos están en activo; pero los otros dos se encuentran ahí, agazapados a la
espera de saltar sobre mí como fieras salvajes.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: arial;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Eso es lo malo de
ser un artesano autónomo: solo tienes dos manos, un cerebro (en mi caso medio)
y un puñado de horas al día. Das de ti lo que puedes dar, que no es mucho. A
eso hay que sumarle que estoy en un momento... digamos que peculiar en mi
carrera como escritor. No sabría definirlo, porque en realidad no tengo claro
lo que es, pero sí sé que algo ha cambiado. Para bien, me apresuro a aclarar.
Lo cual no impide que me sienta raro.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: arial;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ah, hay algo más.
Desde hace un tiempo, el blog se está llenando de spam. Veinte o treinta al
día. He intentado activar el captcha, pero no funciona. Así que no me ha
quedado más remedio que activar la moderación de comentarios, lo cual me obliga
a eliminar el spam acumulado con frecuencia. Un coñazo. De hecho, creo que esto
es lo que más me retiene a la hora de seguir con el blog.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: arial;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Volviendo al tema
de la edad, acabo de cumplir 69 años, una cifra sicalíptica y deprimente a
partes iguales. Una cifra que, cuando la alcanzas, ya no puedes practicarla.
Una cifra de mierda. Si cabía algún resquicio de duda, ya se ha cerrado: soy un
jodido viejo. Vale, no soy un viejo como eran los viejos de mis años mozos, o
como algunos viejos que conozco ahora. Soy un viejo de otro estilo. Pero viejo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: arial;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Es cierto que
intento mantener mi mente lo más joven posible. Y me consta que lo consigo en
cierta medida. Pero, ¿hasta cuándo? ¿Cuánto tardaré en fosilizarme? Espero
diñarla antes de que eso suceda.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: arial;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En fin, no sé qué
va a ser del blog. Le tengo mucho cariño a la <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Fraternidad de Babel</b> y no me gusta verlo agonizar. Quizá sea mejor
matarlo definitivamente. O quizá aún pueda prestarle primeros auxilios y
reanimarlo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: arial;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ya veremos.</span><o:p></o:p></span></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com23tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-35285739852835333182022-02-21T11:00:00.000+01:002022-02-21T11:00:33.858+01:00Crímenes y ficción<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhuZ_RWK-13c76sB2aICh4WP7tzqmVJ5rffr9H_oykBQZKJvAaOyoN5He_ckRq4P0mEFv9bAdj_gzbhN2DTrE5zIR7ZQVe9Zl98QbxSbn867D5bDDoryLW-e2Jr4PQAdWqZp7cj4mHVWr0JCmOzg6a2AboELi9feJxw_qx8lUezBtLmCsnzutg=s275" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="183" data-original-width="275" height="183" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhuZ_RWK-13c76sB2aICh4WP7tzqmVJ5rffr9H_oykBQZKJvAaOyoN5He_ckRq4P0mEFv9bAdj_gzbhN2DTrE5zIR7ZQVe9Zl98QbxSbn867D5bDDoryLW-e2Jr4PQAdWqZp7cj4mHVWr0JCmOzg6a2AboELi9feJxw_qx8lUezBtLmCsnzutg" width="275" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No siempre es fácil diferenciar de
forma absoluta el bien del mal. Por ejemplo, los perpetradores de la matanza
del 11S en Nueva York, o del 11M en Madrid, son monstruos ante nuestros ojos,
pero héroes para algunos islamistas. A los ejecutores de ETA unos los
consideraban asesinos, y otros luchadores por la libertad. ¿Y qué decir de la
guerra, que es el epítome del mal, y sin embargo con frecuencia se le añaden
adjetivos como “justa” o “santa”?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Los crímenes cometidos en nombre del
islam o de la patria vasca (solo son ejemplos) nos resultan horribles a quienes
no comulgamos con sus ideas. Sin embargo, esas barbaridades, pese al horror que
nos provocan, tiene una faceta vagamente consoladora: podemos comprenderlas.
Entiendo lo que es el fanatismo religioso y entiendo lo que es el nacionalismo
étnico; deploro sus crímenes, pero puedo comprender por qué lo hacen, aunque ni
lo justifico ni lo acepto.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Sin embargo, existe una clase de
maldad que no tiene explicación. Un mal gratuito, absurdo, ante el que nos
sentimos inermes, porque si no puede ser explicado, tampoco puede ser prevenido.
Es un mal que brota de golpe, inesperadamente, en cualquier lugar y cualquier
momento, protagonizado por quien menos esperamos. Eso hace que el suelo se
hunda bajo nuestros pies y nos deja perplejos y horrorizados. Es como si de pronto
hubiera una ruptura en la lógica del universo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Un buen ejemplo de esto es la famosa
matanza del instituto Columbine, en Colorado, cuando dos alumnos de 18 y 17
años, Eric Harris y Dylan Klebold, provocaron una masacre en la que murieron
doce alumnos y un profesor, y hubo veinticuatro heridos. ¿Por qué lo hicieron?
No había ningún motivo aparente, y como ambos se suicidaron, jamás podremos
saberlo. Aunque, ¿qué razón podría justificar tamaña monstruosidad? Vi
fragmentos de los videos captados por las cámaras de seguridad. En ellos se
veía a Harris y Klebold armados hasta los dientes y sonriendo de oreja a oreja.
Estaban matando a gente y era el mejor día de sus vidas. Recuerdo que tuve la certeza
de que estaba contemplando el mal en estado puro.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Los seres humanos somos muy buenos
estableciendo relaciones de causalidad. Si truena, probablemente va a llover;
si sigo esas huellas encontraré animales que cazar; si hago esto, sucederá eso
otro... Es algo que se nos da muy bien, porque favorece nuestra supervivencia
como especie. De hecho, se nos da tan bien que a veces encontramos causalidades
donde no las hay. Cuando sucede un fenómeno inexplicable, nuestra mente se pone
como loca a buscar una explicación; y como no la encuentra, se la inventa.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Volviendo a Columbine, una
revelación: resulta que Harris y Klebold eran aficionados al <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Doom</i>, un videojuego en el que se matan
monstruos en primera persona. ¡Y ya está, ahí tenemos la ansiada explicación!
La culpa de la matanza de Columbine la tienen los videojuegos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y no es el único caso. ¿Os acordáis
de José Rabadán, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">el Asesino de la Katana</i>,
que mató a sus padres y a su hermana con eso, una katana? Pues resulta que
Rabadán era muy aficionado al Final Fantasy VIII, así que de nuevo la culpa del
crimen recae en los videojuegos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero no son esos los únicos juegos
demoniacos. Ahí tenemos a Javier Rosado y Félix Martínez Reséndiz, los dos
jóvenes (de 21 y 16 años, respectivamente) que cometieron el llamado <i style="mso-bidi-font-style: normal;">crimen del juego de rol</i>. Rosado había
inventado un juego de rol llamado <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Razas</i>
que consistía, básicamente, en salir de noche para matar a alguien. Y eso
hicieron: Durante la madrugada del 30 de abril de 1994, salieron de cacería y
acuchillaron hasta la muerte a Carlos Moreno, un pobre hombre que estaba
esperando el autobús.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Como era de esperar, pronto quedó
claro que la culpa de ese espeluznante asesinato era de los juegos de rol. El
periodista (?) Rafael Torres publicó en El Mundo un artículo llamado <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Una necrosis similar</i> en el que afirmaba
que los juegos de rol provocaban «necrosis fulminantes en los tejidos de la
cabeza y del corazón, aparte de desprecio por la realidad e ignorancia”. Añadía
que también fomentaban la psicopatía. El hecho de que el propio Rosado,
ejecutor e inductor del crimen, afirmara que le importaban un bledo los juegos
de rol y que el único al que había jugado era el creado por él, no tenía
importancia. No permitas que la realidad te estropee un mal artículo y una
explicación absurda.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La cuestión es: ¿cuántos jugadores
de videojuegos y rol han cometido espantosos crímenes? Estamos hablando de
cientos de millones de jóvenes y, sin embargo, los casos criminales se pueden
contar con los dedos de las manos. Si lo contemplas en perspectiva, no se
percibe la menor relación de causa y efecto entre la práctica de esos juego y
la criminalidad.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por desgracia, esa tendencia a las
respuestas simples ante cuestiones complejas reaparece cada vez que algún joven
comete un crimen horrible. Supongo que todos conocéis el reciente caso del
quinceañero de Elche que ha matado con una escopeta a sus padres y a su hermano
pequeño. Pone los pelos de punta y nos deja preguntándonos cómo es posible. Pero
no hay que darle demasiadas vueltas, porque avispados reporteros ya han
encontrado la explicación. En un artículo aparecido el pasado 14 de febrero en
El Mundo (otra vez El Mundo), el periodista Luis Alemany informaba de que el
parricida de Elche había leído, siguiendo el plan lector de su instituto, la
novela <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La edad de la ira</i>, de Nando
López, una historia centrada en la investigación del asesinato de una familia
cometido por el hijo adolescente. El periodista no afirma expresamente que esa
sea la causa del crimen, pero oye, ahí lo deja.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¡Repámpanos, menudo poder el de la
literatura! Teniendo en cuenta los muchos lectores de la novela, supongo que no
tardaremos en ver amontonarse en las morgues los cadáveres de familias
asesinadas por adolescentes. Así que no solo el rol y los videojuegos son
herramientas del diablo, sino también las novelas. Y esta idea no es nueva.
¿Sabéis qué tienen en común Mark David Chapman –el asesino de John Lennon-, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>John Hinckley Jr, -que disparó contra Ronald
Reagan-, y Robert John Bardó –acosador y asesino de la actriz Rebecca Schaeffer-?
Pues que todos ellos eran fans de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El
guardián entre el centeno</i>, de J. D. Salinger. Vale, esa novela es lectura
obligatoria en miles de institutos norteamericanos, la han leído millones de
adolescentes. Tantos que, estadísticamente, no es de extrañar que también haya
pasado por las manos de futuros asesinos. Pero las mentes simples no vacilan en
afirmar que es un libro demoniaco que impulsa al asesinato.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Nada nuevo bajo el sol. En 1954, el
nefasto psiquiatra Fredric Wertham publicó el libro <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Seduction of the Innocent</i>, donde culpaba a los cómics de pervertir
las mentes infantiles y fomentar la delincuencia juvenil. A raíz del impacto de
ese ensayo, se creó la Comics Code Authority, un organismo destinado a cuidar
la moral de los jóvenes que no era más que pura y dura censura. Por cierto, la
CCA todavía existe, aunque ya casi nadie le hace caso.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Podríamos hablar, también, de la
satánica música rock, que ha pervertido a varias generaciones de jóvenes
(¡Charles Mason quería ser estrella del rock!), pero dejémoslo aquí. Lo que me
asombra es la fe que mucha gente tiene sobre el poder de la ficción, como si lo
irreal pudiera materializarse en cuanto te descuidas un instante. O quizá no
sea eso; puede que se trate más bien de la poca fe que tiene algunos adultos en
la capacidad de los jóvenes para discernir entre lo real y lo ficticio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y no es así; la inmensa mayor parte
de los niños y jóvenes distinguen con claridad entre la realidad y la ficción. Aunque
siempre hay excepciones, claro. Recuerdo el caso de un niño que se tiró desde
un balcón con una capa creyendo que era Batman. Pero no tuvo en cuenta tres
cosas: 1. Batman no existe. 2. Aunque existiese, él no era Batman. 3. Batman no
vuela. Así que el chaval se mató, básicamente, por gilipollas. Pero es eso: una
excepción.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>A veces, el mal aparece ante
nuestros ojos como un relámpago, sin saber por qué. Es un horror inexplicable,
así que no nos inventemos explicaciones, sobre todo si haciéndolo satanizamos a
una de las más nobles creaciones humanas: la ficción.</span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><span style="font-size: x-small;">Nota: En la foto, Klebold y Harris,
los asesinos de Columbine.</span><o:p></o:p></span></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-3503759952259657412022-02-02T12:50:00.000+01:002022-02-02T12:50:55.413+01:00Sobre escritura, magia, trabajo y otras contradicciones<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh5xEGISqNca1XG7LNsUmoE6XL2OLloSvmg5hn_Y5NylToG6NzFBg-U_mRX12x2BvdajVttluqTA_GSbLq_qXIkaImUoTQY0t1aKQUd5zRSRHhSuql1V1hOiUkKbYVENF80vyt7E9LcQyME0mx5guTQqSWhhIVQ0VBFBytrBbw6hWFQ3naSgxc=s1280" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1280" data-original-width="858" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh5xEGISqNca1XG7LNsUmoE6XL2OLloSvmg5hn_Y5NylToG6NzFBg-U_mRX12x2BvdajVttluqTA_GSbLq_qXIkaImUoTQY0t1aKQUd5zRSRHhSuql1V1hOiUkKbYVENF80vyt7E9LcQyME0mx5guTQqSWhhIVQ0VBFBytrBbw6hWFQ3naSgxc=s320" width="215" /></a></div><p></p><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>A veces, es difícil creer algo sin
creer, a la vez, lo contrario. Eso es lo que me pasa a mí con la escritura: la
amo y la odio simultáneamente. Cuando me preguntan qué es lo que más y lo que
menos me gusta de ser escritor, suelo contestar que lo que más me gusta es
imaginar, y lo que menos escribir. O sea, que lo que más me desagrada de
escribir es escribir.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero no es del todo cierto. A veces,
cuando escribo, navego a favor de la corriente, pero en otras ocasiones tropiezo
con remolinos, rápidos y escollos que me obligan a luchar para seguir adelante.
Eso es lo que odio: pelearme contra el texto que estoy escribiendo. Además, me suele
ocurrir en tramos poco relevantes del manuscrito. De repente, me enredo con un
párrafo de mierda, en el que nadie se va a fijar, pero que no acaba de quedarme
bien. Y me puedo tirar una hora intentando arreglar algo que en el fondo no
tiene tanta importancia. Aunque, claro, ese párrafo en concreto no es
importante; pero el conjunto de todos los párrafos similares sí que lo es.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Sin embargo, en otras ocasiones la
escritura transcurre por aguas tranquilas, y todo va bien. Entonces sucede un
fenómeno que siempre me asombra: Estoy escribiendo y, de repente, se me ocurre
una idea. No ideas grandes, de esas que afectan a todo el libro, sino ideas
pequeñas relacionadas con lo que estoy escribiendo en ese momento. Un diálogo, una
forma distinta de expresarse, un mini-gag, una figura retórica, cualquier cosa.
No es algo que busque conscientemente, sino algo que aparece sin más, como
surgido de la nada. Ya, ya, no surge de la nada, sino que es parte de un
proceso interno del cerebro. Pero parece magia y me encanta cuando sucede. De
modo que el acto de escribir me disgusta y me gusta casi simultáneamente. No
obstante, tengo la sensación de que abundan más las aguas turbulentas que las
mansas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero no es esa la única
contradicción que tengo respecto a la escritura. Siempre me he esforzado en
quitarle mística al hecho de ser escritor. Nada de palabras rimbombantes, nada
de dones innatos, nada de mitología literaria. En mi opinión, un escritor es un
profesional que ha tenido que aprender su oficio y practicarlo hasta adquirir cierto
grado de solvencia. Un profesional, como los ebanistas, los plateros o los
sastres.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No obstante, reconozco que a veces
me veo a mí mismo como un mago. Voy a poner un ejemplo: Hace años, publiqué un
relato llamado <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuento de verano</i> en la
antología de diversos autores <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Bleak House Inn</i></b> (Fábulas de Albión,
2012). Es un relato humorístico, una sátira sobre el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuento de Navidad</i> de Dickens. Tiempo después, leí en la web de la
editorial una serie de comentarios de los lectores. Uno de ellos lo había
escrito una mujer y hablaba de mi relato. Decía que ella llevaba varios años en
paro y estaba pasando una profunda depresión. Y que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuento de verano</i> había conseguido hacerla reír por primera vez en
mucho tiempo. Concluía dándome las gracias.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Me sentí... como un mago bueno.
Había creado un sortilegio de palabras y había conseguido llevar la alegría a una
mujer triste, aunque solo fuera durante unos minutos. Qué bonito, ¿verdad? Esa
es una de las virtudes de la literatura: el consuelo. El caso es que empecé a
verme como alguien dotado de poderes sobrenaturales. Según manejaba los
conjuros (las palabras), podía hacer que la gente se riera, o que llorara, o que
se asuste, o que se interesara, o que se enamorase, o que se inquietara, o que
se confundiera... ¿Cómo no iba a sentirme un mago con semejantes poderes?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por fortuna, mi contradicción acudió
presurosa al rescate y me dijo: “Qué mago ni que hostias; lo que eres es un
profesional que maneja con más o menos soltura las técnicas necesarias para
manipular los estados de ánimo del lector”. Luego, mi contradicción me recordó
que mi “poder” no afecta igual a todo el mundo, y que mientras a esa lectora le
había hecho reír, a otro lector mi cuento le parecía un mal chiste alargado. Supongo
que para eso sirven las contradicciones: para ponerte en tu lugar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¿Y cuál es mi lugar? Pues supongo
que ser un profesional de la magia. Es decir, un ilusionista. A fin de cuentas,
es lo que hago: crear ilusiones. Y me gusta ser eso. Me parece más interesante
un prestidigitador de pacotilla, pero hábil, que un verdadero mago, todopoderoso,
solemne... y aburrido. Además, no existen los magos de verdad, sino solo los
que creen serlo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Todo esto viene a cuento (aunque
realmente no viene a cuento de nada), por algo que me ha pasado hace poco.
Acabé a finales de año una novela que tenía comprometida y me dije: mereces un
descanso, chaval. Así que me he tirado todo enero sin escribir nada, salvo un
relato corto que me habían pedido. Pasaron las semanas y comencé a sentir una
comezón interna, un sutil desasosiego, un indefinible malestar que me
sobrecogía cual damisela victoriana. ¿Qué me pasaba? Tenía necesidad de
escribir. Si no pulsaba el teclado, me sentía incompleto, vacío. Pero no tenía
ninguna idea en la cabeza, ningún argumento mínimamente esbozado. Entonces, la
semana pasada improvisé el comienzo de una historia y me puse a escribirla sin
tener nada claro, con brújula. Pero yo no sé escribir con brújula, de modo que
en el fondo de mi ser sabía que lo que estaba escribiendo no servía para nada.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¿Por qué hice eso? Antes de recurrir
a la psiquiatría, reflexioné sobre el asunto. De jovenzuelo, trabajé tres o
cuatro años como periodista. Luego, trabajé una larga década como publicitario.
Y no me quedaron las menores ganas de redactar más noticias o más anuncios.
Pero llevo más de treinta años trabajando como escritor. Es mucho tiempo;
tanto, que la escritura se ha convertido en parte consustancial de lo que soy.
Como una posesión demoniaca. O como una adicción.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y eso nos conduce a mi tercera
contradicción: Siempre he considerado la escritura un trabajo, y el trabajo un
castigo (la Biblia me da la razón). ¿Y ahora resulta que me gusta trabajar? No
se puede caer más bajo.<o:p></o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjfiLRy78DYKKm1HRRIvUFXy0vm_T6w64WCibDv2w3nqgEc6xLOUUNKLIDLh7iE6oo-3kiTZblPutUwS551ZXjTm5YPQY_G861IaGZFtzDv2D11QH6FhD3v5PifXG6bF7viZE2qhAtW2JrR1DJVp8PFwVKxCv9lbLjdy_Pb9JMDhJiu3-BzkuE=s1280" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1280" data-original-width="858" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjfiLRy78DYKKm1HRRIvUFXy0vm_T6w64WCibDv2w3nqgEc6xLOUUNKLIDLh7iE6oo-3kiTZblPutUwS551ZXjTm5YPQY_G861IaGZFtzDv2D11QH6FhD3v5PifXG6bF7viZE2qhAtW2JrR1DJVp8PFwVKxCv9lbLjdy_Pb9JMDhJiu3-BzkuE=s320" width="215" /></a></div><br />Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-64906532699478883532022-01-20T10:51:00.000+01:002022-01-20T10:51:33.435+01:00Magufos<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi9tugdCgHpcJocM6BokIFoccOcG8yNhor_q9Zc1MxfE1H43-j4dVMJua2StYs1TV0Actu662F4yUUSm54mQoQU8aUShSQwqRK-NYIar3QItsadyA25AANEGHAWz3b9xfr7S4mn1X4H5oLdyp6oYviDMwLYfoT5lzbSCrwbbQ6yayV6cpPLEJQ=s930" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="740" data-original-width="930" height="255" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi9tugdCgHpcJocM6BokIFoccOcG8yNhor_q9Zc1MxfE1H43-j4dVMJua2StYs1TV0Actu662F4yUUSm54mQoQU8aUShSQwqRK-NYIar3QItsadyA25AANEGHAWz3b9xfr7S4mn1X4H5oLdyp6oYviDMwLYfoT5lzbSCrwbbQ6yayV6cpPLEJQ=s320" width="320" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"><span style="font-size: x-small;"> </span></span><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-size: x-small;">Magufo:
Persona que propaga o promueve discursos contrarios al pensamiento crítico y a
la ciencia, como pueden ser la homeopatía, la astrología, ufología o cualquier
otra pseudo-ciencia que no pueda demostrar su validez.</span><o:p></o:p></i></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">La
semana pasada, el gobierno australiano deportó, por fin, a Novak Djokovic. Me
alegro. No cabe duda de que el serbio es un extraordinario tenista, el mejor
del mundo; pero un perfecto imbécil en todo lo demás. Y me alegro de que lo
hayan deportado porque, por una vez, se demuestra que la estupidez pasa
factura.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Veréis, si un viejo campesino de una
zona remota, alguien que jamás fue a la escuela y apenas sabe leer, cree en
duendes, brujas y demonios, lo comprendo. Ese hombre no tiene la culpa de su
ignorancia; jamás tuvo los medios para superarla. Pero la ignorancia de los
privilegiados me cabrea. Gente que, teniéndolo todo para poder amueblar bien su
mente, le da por creer en gilipolleces.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Tengo un amigo magufo. Es un tipo
inteligente, racional, razonablemente culto, universitario y profesional de
éxito. Alguien con evidente talento. Y, sin embargo, cree en la astrología, en
las mancias, en la homeopatía y en toda suerte de teorías absurdas. Está en
contra de los microondas, de las cocinas de inducción, del wifi, de los
antibióticos y, por supuesto, de las vacunas. También duda de que los hombres
llegaran a la Luna.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Siempre me ha intrigado esa extraña
dualidad; por un lado, una mente racional y razonable y, por otro, pensamiento
mágico en estado puro. ¿Cómo es posible que una persona inteligente y cultivada
crea en semejantes tonterías? Mi amigo no rehúye el debate y discutíamos con
frecuencia (ya no lo hago; no sirve para nada). Y siempre acabábamos en el
mismo punto. Él, en principio, debatía argumentado con razones; pero, dado lo
absurdo de sus ideas, al final llegaba inevitablemente a un callejón sin salida
en el que no encontraba argumentos lógicos para exponer. Entonces decía:
“Bueno, pues es lo que creo y ya está”. Es decir: meras creencias, como la
religión. Y contra eso no hay argumento posible. Crees lo que crees porque te
sale de los huevos creerlo, punto final. Pues muy bien: ole tus huevos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Más tarde me enteré, con no poco
asombro, que muchos magufos, quizá la mayoría, son gente con estudios
superiores. Leí una explicación sobre este fenómeno: creer en algo que afirma
ser la verdad en contra de las supuestas manipulaciones del Poder (poder
político, farmacéutico, religioso, científico o lo que sea), otorga a quien lo
dice un punto de superioridad sobre los demás. “Yo conozco una Verdad que los demás,
pobres engañados, ignoráis”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero creo que hay otro factor. Estoy
seguro, aunque no tengo datos, de que la mayor parte de los magufos
universitarios provienen del campo de las humanidades (o, como se decía antes, “de
letras”). Es decir, gente que apenas ha recibido formación científica. Siempre
he pensado que en los colegios e institutos se debería impartir Filosofía de la
Ciencia. No ciencia en sí misma, sino los mecanismos lógicos que sirven para
hacer ciencia. Observación, búsqueda objetiva de pruebas, escepticismo, pensamiento
crítico, etc. En general, esa forma de razonar vacuna en gran medida contra las
creencias infundadas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Aunque no del todo. Conozco a una
brillante ingeniera que cree en la homeopatía. Y hay científicos que creen en
dios (aunque no muchos), así como médicos de carrera que practican pseudoterapias.
Me asombra y me intriga esa dualidad. ¿Cómo un mismo cerebro puede albergar dos
formas distintas, y opuestas, de percibir la realidad? ¿Cómo es posible que en
la misma mente no interfieran la razón con el pensamiento mágico? Es como si en
su cerebro hubiera compartimientos estancos. Quizá parte de la respuesta esté
precisamente en la forma de percibir la realidad. ¿Qué es real y qué no lo es? A
mi amigo magufo hay algo de mí que le desconcierta. No comprende cómo, siendo
yo tan racional, escribo relatos de fantasía y cf. Yo le digo que eso no es
real, sino ficción, pero él parece no distinguir entre lo uno y lo otro.
Supongo que esa es parte de la clave.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Volviendo a Djokovic, creo que los
magufos que más me cabrean son los antivacunas. Por varios motivos; en primer
lugar por su obstinación pasándose por el forro las evidencias. Pero eso es
común a todas las magufadas, claro. En segundo lugar, por ser un peligro para
la comunidad, propiciando la transmisión de enfermedades y/o saturando los
hospitales, como sucede ahora. En tercer lugar, lo peor de todo: su
insolidaridad. Se permiten el lujo de no vacunarse porque están rodeados por
gente que sí está vacunada y, por tanto, no transmite enfermedades. En cuarto
lugar, porque al no vacunar a sus hijos, los exponen al peligro de enfermar.
Eso ocurre también con los devotos de las pseudoterapias, que confían la salud
de su familia a iluminados, o directamente farsantes, que “curan” a base de
agua destilada, pastillitas de azúcar, legía, cristales, pases mágicos o
sortilegios, a ser posible cuánticos. Esos magufos también me cabrean mucho.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Es paradójico que esa gente proclame
un discurso anti-científico, incluso tecnofóbico, aprovechándose al mismo
tiempo de vivir en un mundo que les hace la vida más fácil precisamente gracias
a la ciencia y la tecnología. Transmiten sus absurdas teorías usando el
prodigio técnico de la informática. Se iluminan con LED’s, viajan en modernos
vehículos, ven sus series favoritas (o documentales magufos) en planas
pantallas de TV, juegan a prodigiosos videojuegos, se orientan con asombrosos
navegadores, oyen la música que les gusta a través de pequeños auriculares inalámbricos,
pagan usando sus móviles... Se benefician de la ciencia, para luego cagarse en
ella.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Aunque, claro, como hemos visto,
también hay magufos que llevan demasiado lejos sus absurdas ideas y renuncian a
algunos beneficios de la ciencia, como los que no se vacunan o recurren a
terapias ridículas. Esos están tan abducidos por el pensamiento mágico que no
vacilan en poner su salud en peligro. Como decía Cipolla, el mayor grado de
estupidez se alcanza cuando alguien hace algo que daña a los demás y le daña a
él mismo.<o:p></o:p></span></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-7862343183467560222021-12-24T11:23:00.001+01:002021-12-24T11:33:40.529+01:00El tradicional y entrañable cuento de Navidad<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiBlfPliGzLGlGU5li4C-A3o_D1l8kLGOUWLzJDczwIQgN5VTZsVkQy9Zg_jZgv43HIuGmWqgUSonriyPmpBrXmPemzyikJkMdUuz75fiSi9tyQZNoQcMG4-f1_tK_NbMKNxWgGLfCt-zPIH5lxQyzC8Z3nfF8bBjRljH5OvBXUt7cUr8__rdo=s640" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="480" data-original-width="640" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiBlfPliGzLGlGU5li4C-A3o_D1l8kLGOUWLzJDczwIQgN5VTZsVkQy9Zg_jZgv43HIuGmWqgUSonriyPmpBrXmPemzyikJkMdUuz75fiSi9tyQZNoQcMG4-f1_tK_NbMKNxWgGLfCt-zPIH5lxQyzC8Z3nfF8bBjRljH5OvBXUt7cUr8__rdo=s320" width="320" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span face=""Arial","sans-serif"">Ya
estamos otra vez aquí, fieles a nuestra cita anual. Vale, reconozco que he
desatendido el blog en los últimos tiempos. Por muchas razones, entre ellas por
exceso de trabajo. Y también porque un par de posts se me atragantaron. Los
tenía ahí, medio escritos. Pensaba que debía acabarlos y publicarlos, que era
casi mi obligación, pero algo en mi interior se resistía. Sobre todo el segundo
post; trataba de un tema muy emocional y personal, y me tocaba las narices escribir
sobre el asunto. Eso me bloqueaba. Hasta que finalmente, no hace mucho, decidí
que, en realidad, no estaba obligado a escribir nada, así que a la mierda: los
dos textos inacabados a la papelera y santas pascuas. Pero seguía bajo la garra,
ay, del exceso de trabajo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En fin, el caso es que puedo tirarme
meses sin subir una entrada, pero hay una cita del todo ineludible: el cuento
de Navidad. Y aquí, maldita sea mi estampa, surgió otro problema. Veréis, el
año pasado colgué un cuento navideño, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El
poni</i>, de humor negro. Pero tenía un fallo: era demasiado realista,
describía una situación aterradoramente posible y, en definitiva, daba mal
rollo. Eso me hicieron ver dos amables merodeadores, que ese cuento no era
adecuado para un año tan nefasto como el 2020. Tenían razón. Me disculpé e hice
una promesa: mi próximo cuento navideño (es decir, el de este año) sería todo
lo contrario: puro buen rollo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y ahí está el problema: tengo la
mente podrida y la mayoría de las ideas que se me ocurren son gamberras. Eso,
unido al apretón de trabajo (acabar una novela antes de las fiestas), que me
impedía concentrarme en el cuento, empezó a angustiarme. Pasaban los días y no
se me ocurría ninguna idea de buen rollo que valiera la pena. Al final, tuve
que aceptar lo inevitable: aunque se me ocurriera algo, no tendría tiempo para
escribirlo. Por primera vez iba a fallar en mi cita con el cuento navideño. Se
me partió el corazón.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Entonces ocurrió un milagro (de
Navidad) Un buen día, me puse a buscar un archivo de Word y, de pronto, por
pura casualidad, encontré otro llamado “El cerebro del profesor Vázquez”. ¿Qué
demonios era eso? No tenía ni zorra idea. Lo abrí y comencé a leerlo. Era un
cuento. Mío. Poco a poco, comencé a recordar cuándo y por qué escribí ese
relato, aunque ni siquiera me acordaba de cómo acababa. Al terminar la lectura,
los cielos se abrieron, sonó una música angélica y un rayo de luz divina
incidió sobre mí. ¡Ahí lo tenía! Con unos poquitos arreglos, ese cuento de puro
buen rollo era el relato de Navidad que estaba buscando. ¡¡Aleluya!!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No es un cuento inédito, ya ha sido
publicado en una antología. Pero se trataba de una edición restringida, hoy
inencontrable, a la que no todo el mundo tenía acceso. Así que no es inédito,
pero casi.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>El caso es que aquí estoy un año más, sentado
en mi despacho la mañana del 24 de diciembre, escribiendo esto. Mi hijo
“pequeño”, Pablo, ha vuelto de Barcelona para pasar las fiestas en casa. Óscar,
el primogénito, ha pillado la covid y no podrá venir a cenar. Mecachis... Está bien,
casi sin síntomas, pero tiene que guardar cuarentena. Esta noche le llevaremos
la cena a su casa y luego contactaremos por Zoom.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En fin, queridos merodeadores, un
año más os deseo que paséis unas maravillosas fiestas. Feliz Solsticio, feliz
Yule, feliz Sol Invictus, feliz Navidad. Y un año nuevo cargado de venturas,
con mucho amor, mucha comida rica, muchos viajes, mucha amistad y muchos
libros, cómics y películas. ¡Un gran abrazo!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y ahora os dejo con el tradicional
cuento de Navidad. Se llama <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El cerebro
del profesor Vázquez</i> y comienza así:</span></p>
<p class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El
día en que la muerte vino a visitarle, Julián Vázquez estaba paseando por su
antiguo barrio; no el de su infancia, sino el barrio donde estaba el instituto
en el que había impartido clases durante más de cuarenta años. Solía hacerlo,
al menos una vez a la semana, desde que se jubiló; se levantaba temprano, se
despedía de su mujer con un beso, cogía el autobús y se dirigía al viejo
barrio. Una vez allí, desayunaba en el bar de Braulio, el establecimiento en el
que había desayunado durante cuarenta y un años, café con leche y porras, las
mejores de la ciudad. Braulio ya no estaba, se había jubilado, como él; ahora
el establecimiento lo llevaba un sobrino suyo, pero las porras seguían siendo
las mismas. Esa era una de las pocas cosas que aún perduraban en un mundo cada
vez más cambiante, pensaba Julián (...)</span></i></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>SI QUIERES SEGUIR LEYENDO, PINCHA
<a href="https://elscriptoriumdebabel.blogspot.com/2021/12/cuento-de-navidad-el-cerebro-del.html">AQUÍ</a><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhb0VRkAa9UbXnJnXE2ejmLpfHLOcwXSMsi-TJFAdBbWDrbyb1VDokcec6SXpmGRd1nMtR-VhMBGEQlacBS-v57VdkHcE9deC6Ij4LgY5PlZ0Mge2w21na8c7soKqEz3T59Xj8V_2k63VcE79wvQOPGmC_c59qpZ7ZKHRWdlSEn9ewJ0qSR1uc=s270" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="270" data-original-width="187" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhb0VRkAa9UbXnJnXE2ejmLpfHLOcwXSMsi-TJFAdBbWDrbyb1VDokcec6SXpmGRd1nMtR-VhMBGEQlacBS-v57VdkHcE9deC6Ij4LgY5PlZ0Mge2w21na8c7soKqEz3T59Xj8V_2k63VcE79wvQOPGmC_c59qpZ7ZKHRWdlSEn9ewJ0qSR1uc=w139-h200" width="139" /></a></div><br /><span face=""Arial","sans-serif""><br /></span><p></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com18tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-11400582528728441502021-10-22T13:41:00.001+02:002021-10-22T13:41:10.326+02:00¿Carmen (no) Mola?<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpRuEh2W11hMhDU-ICy1GftBskLN4RXpsNMjVDkYxUxzEzHXDuVThFn7EFiNW7FpYG0S4KlFhG9nnUhhvn8ekEQJ58mnNbcuWp5Hnk4ABRNI08Mh72wANlmuzij5oijOjXLHaujg/s840/Carmen+Mola.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="560" data-original-width="840" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpRuEh2W11hMhDU-ICy1GftBskLN4RXpsNMjVDkYxUxzEzHXDuVThFn7EFiNW7FpYG0S4KlFhG9nnUhhvn8ekEQJ58mnNbcuWp5Hnk4ABRNI08Mh72wANlmuzij5oijOjXLHaujg/s320/Carmen+Mola.jpg" width="320" /></a></div>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Vomitivo.
Estafa. Maniobra del heteropatriarcado. Insulto a la literatura. Ataque al
feminismo. Tomadura de pelo. Asqueante. Desfachatez. Juego de mal gusto.
Montaje oportunista. Usurpación</i>...<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Estos
son algunos de los muchos epítetos que se han vertido al saberse que la
escritora Carmen Mola, ganadora del último premio Planeta, era en realidad tres
hombres, tres guionistas llamados Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio
Mercero. Vamos, que algunos se han mosqueado mucho.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Aclararé de antemano que no he leído
nada de Carmen Mola, porque lo que he oído sobre la trilogía de la novia gitana
no es precisamente positivo, y tampoco leeré la obra que ha ganado el Planeta,
porque no leo premios Planeta, así que no tengo, ni tendré, la menor idea de
qué tal escriben Carmen Mola. Y, cómo lo que sí tengo es la sana costumbre de
no opinar sobre lo que ignoro, dejaré de lado todo juicio literario.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Básicamente, hay tres razones,
entremezcladas, para las críticas: 1. Que es una maniobra de marketing ajena a
la literatura. 2. Que sea una obra escrita por tres personas. 3. Que esas tres
personas sean hombres “usurpando” un seudónimo femenino. Vale, voy a
reflexionar un poco.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Respecto al primer punto, el marketing...
Por todos los dioses, ¿cómo puede alguien sospechar siquiera que el premio
Planeta tiene algo que ver con el marketing? Sí, estoy siendo irónico. Todos
sabemos que el Planeta es puro marketing, que el premio está dado de antemano y
por encargo, que la calidad de la obra ganadora importa muy poco. ¿Nos va a
sorprender eso ahora?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero analicemos un poco en qué
consiste ese marketing. Se trata del segundo premio literario mejor dotado
económicamente del mundo (el primero es <i style="mso-bidi-font-style: normal;">The
Million’s Poet</i>, otorgado en Abu Dhabi. No tenía ni idea, lo acabo de mirar).
Para rentabilizar esa inversión, Planeta tiene que vender muuuuchos ejemplares
de la obra ganadora. Así que lo primero que hace es pasar de las decisiones de
un jurado que en este caso es meramente decorativo, y encargarle la novela que
va a ganar a una figura mediática, o a un autor consagrado, o a un autor cuyas
obras se vendan mucho. Este último caso es el de Carmen Mola, que entró como un
cometa en el mundo de la novela negra y vende un porrón de ejemplares. Este ha
sido el principal motivo para elegir a esa “autora” como ganadora del premio,
no lo dudéis: que vende mucho.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero en este caso había otro factor:
Carmen Mola era un seudónimo y nadie sabía quién se ocultaba tras él. Así pues,
darle el premio era<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>también desvelar un
secreto, y eso tiene tela de morbo. Además, resultaba que Carmen Mola era en
realidad tres hombres, y eso iba a generar mucha polémica. Es decir, mucha
publicidad gratuita. Hay que reconocerlo: como maniobra de marketing es impecable.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pasemos al segundo punto: una obra
escrita a seis manos. Vale, en principio no suena bien, y no me extraña que
eligieran un seudónimo. Pero, vamos a ver, ¿escribir entre tres está mal, y sin
embargo escribir con otro autor, a cuatro manos, está bien? Os recuerdo que en
Italia existe un colectivo de cinco escritores que escriben conjuntamente bajo
el seudónimo Luther Blissett (eso antes; ahora el seudónimo es Wu Ming).
Además, hay que tener en cuenta que el trio de escritores que ha ganado el Planeta
son guionistas, es decir: profesionales acostumbrados a trabajar en equipo. Me
atrevo a aventurar que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La Bestia</i>
(título de la obra ganadora) tendrá un prosa funcional y estará muy centrada en
la trama y en los trucos narrativos. Será, seguro, muy cinematográfica.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por último, la usurpación de lo
femenino. Muchas voces se han alzado, indignadas, proclamando que esos tres
heteropatriarcas escogieron un seudónimo femenino para aprovecharse de que ahora
las autoras venden más. Curiosamente, son las mismas voces que se lamentan de
que muchas escritoras tengan que adoptar un seudónimo masculino para poder
vender su obra. Pues mira, o lo uno, o lo otro, pero las dos cosas a la vez no.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Otros se quejan de que esos tres <i style="mso-bidi-font-style: normal;">señoros</i> (hay que ser despectivo, no lo
olvidemos) no se han limitado a usar un seudónimo de mujer, sino que además se
han inventado a una autora ficticia, con su biografía y su propia voz. Un
engaño, sin duda, pero ¿tiene importancia? A mí me parece más bien un juego, y
también una forma de estar en los medios, sin revelar sus auténticas
identidades, y avivar así la ventas. He oído a alguno decir que, al escribir
esos hombres con sobrenombre de mujer, le quitaban el puesto a alguna escritora
mujer de verdad. Claro, porque hay un cupo cerrado de mujeres escritoras;
cuando una entra, otra sale. Es una gilipollez tan grande que no vale la pena
ni comentarlo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por otra parte, este no es el primer
caso en el que un escritor no solo usa un seudónimo, sino que además lo dota de
una personalidad ficticia. Es lo que hizo, por ejemplo, el escritor Juan Eslava
Galán al escribir cinco novelas con el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">nom
de plume</i> de Nicholas Wilcox, “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">graduado
en Historia por la Universidad de Oxford, reportero freelance por medio mundo y
amante de la escritura. Tras enviudar se recogió en un viejo molino junto al
río Wye en Gales, aunque pasa largas temporadas en la sierra de Cazorla, como
buen admirador de España</i>”. Todo inventado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero es que Carmen Mola hizo algo
más: hizo entrevistas a través de mail. Y eso es lo que ha enfurecido a mucha
gente, aunque no acabo de entender por qué. En todo caso, habría que analizar
lo que esos tres hombres dijeron en las entrevistas. He buscado en Internet y
he encontrado una que realizaron para Esquire tras el éxito de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La novia gitana</i>. La he leído y no he
encontrado en ella nada inconveniente. De hecho, ante la pregunta directa de si
es una mujer, Carmen Mola responde: “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Me
lo reservo. Así os dejo que me analicéis y lleguéis a una conclusión</i>”. Es
decir, dejaba abierta la posibilidad de ser un hombre (o tres). Después de
conocer la auténtica identidad de la “escritora”, la propia entrevistadora –Rosa
Martí- reconoce que en aquella entrevista no había ninguna mentira. He
encontrado otra entrevista, realizada en mayo de 2020 para Mujer Hoy, y de
nuevo no he visto nada reprochable. En fin, dejo de buscar entrevistas. Si
alguien conoce alguna en la que el trío de autores haya dicho alguna
barbaridad, agradeceré que me ilumine.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Creo que, en realidad, este
escándalo tiene más de emocional que de racional. Es como cuando en un grupo de
resistentes contra Skynet descubren que uno de ellos es un Terminator, solo que
en este caso son tres y no matan. O sea, descubrir que uno de los nuestros es
en realidad el enemigo. Y a mí, esa muralla alzada entre “los nuestros” y “los
otros”, qué queréis que os diga, me entristece.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Además, tengamos en cuenta que
cuando esos tres autores escogieron un seudónimo para su primera novela
conjunta, no los conocía ni dios, ni tenían pajolera idea de si iban a tener
éxito o no (esperanzas, sí; seguridad, ninguna), y mucho menos de que en el
futuro iban a ganar el Planeta. Así que por su parte dudo mucho que hubiera
alguna artera maniobra de marketing. Entonces, ¿por qué se travistieron de
mujer?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Yo no escribo con seudónimo, pero en
ocasiones los uso: cuando me presento a premios literarios. Y la mayoría de las
veces escojo nombres de mujer. La razón es sencilla; el seudónimo se usa para
ocultar la auténtica identidad del autor. ¿Y qué mejor ocultación que fingir
ser de otro sexo/género? La cosa funciona así: Cuando lees un manuscrito
firmado por una mujer, racionalmente sabes que puede tratarse de un hombre;
pero tu inconsciente se queda con ese nombre femenino y tiende a aceptar que el
autor es, en efecto, mujer. Y si es una mujer, no puede ser César Mallorquí,
¿verdad?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Además, ¿qué tiene de llamativo una
mujer escribiendo novela negra? Muchas autoras lo hacen, supongo que no hace
falta citar nombres. No es ninguna novedad, ni un argumento de venta; una mujer
que se estrena escribiendo policíaco solo es una más entre muchas.
Sinceramente, creo que esos tres guionistas eligieron el sobrenombre de Carmen Mola
únicamente para intentar ocultar mejor sus identidades.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Releo lo que he escrito y lamentaría
que alguien lo interpretara como una defensa de Carmen Mola y los verdaderos
autores. En absoluto; como ya he dicho, ni los conozco a ellos ni conozco su
obra. En realidad, este post es un humilde alegato contra los ofendidos por
Carmen Mola. Porque estoy harto de tanta ofensa vacía, de tanta piel fina, de
tanta corrección política, de tanta censura, de tanto blanco y negro sin
matices, de tanto dogma indiscutible, de tanta inquisición moral, de tantas, en
definitiva, paparruchas (qué graciosa palabra; hacía mucho que no la usaba).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero, bueno, ese es mi problema. Una paparrucha, sin duda.<o:p></o:p></span></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com25tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-75709263410730535692021-08-25T14:00:00.000+02:002021-08-25T14:00:34.096+02:00El monstruo de al lado<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOR5MSAClWwfQUrwNTOYRyfZAHS8gjSLvGxpuM1F_fwraMkwhfj5LVr0dlAGC0jBoneA4e3HT-gjGlA1FJqRVazjcMBLgcMHf5aFM0-XPoZiFjjwbfA-C8aVoCTLSpTBV1khjVHw/s438/Ces%25C3%25A1reo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="438" data-original-width="350" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOR5MSAClWwfQUrwNTOYRyfZAHS8gjSLvGxpuM1F_fwraMkwhfj5LVr0dlAGC0jBoneA4e3HT-gjGlA1FJqRVazjcMBLgcMHf5aFM0-XPoZiFjjwbfA-C8aVoCTLSpTBV1khjVHw/s320/Ces%25C3%25A1reo.jpg" width="256" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Reconozcámoslo: no conocemos a la
gente. No tenemos ni idea de quiénes son realmente nuestros vecinos, pero es
que tampoco conocemos del todo a nuestros familiares y amigos. Sencillamente,
no sabemos lo que late en el interior de los cerebros de los demás. Todos
tenemos secretos. Por eso, cuando detienen a un asesino en serie, sus vecinos
suelen decir que parecía un hombre encantador. Porque nadie conoce a nadie.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>De lo que voy a hablar hoy ya hablé
hace once años, en una entrada llamada “Padre X”, pero es que la actualidad ha
resucitado el tema. Además, entonces oculté la identidad del monstruo
llamándole, eso, Padre X, porque lo que sabía de él me había llegado por
terceros, eran rumores, y no quería arrojar fango sobre el apellido de alguien
sin contar con pruebas. Pues bien, ahora las pruebas han salido a la luz pública.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cuando yo estaba a la mitad de lo
que entonces se llamaba bachillerato (seis cursos), mis padres me cambiaron del
colegio seglar San Alberto Magno, al colegio religioso Maristas de Chamberí. No
me gustó, pero da igual. Los “curas” de ese centro no era en realidad curas,
sino hermanos, porque no habían hecho todos los votos, o algo así, y no podían
decir misa. Durante mi estancia en los Maristas, se rumoreaba entre los alumnos
lo tocones que eran algunos hermanos. Uno de ellos, cuando vigilaba durante el
recreo, no perdía ocasión de palmearle el trasero a cuanto niño se cruzara en su
camino. Reconozco que yo nunca fui objeto de tocamientos, porque siempre he
sido alto y, cuando entré en ese colegio, ya debía de rondar el metro ochenta.
Demasiado grande para excitar a los pedófilos. El caso es que había rumores de “curas”
sobones, pero yo, entonces, nunca oí mencionar al Padre X, hasta que un día...
Voy a reproducir lo que escribí hace once años:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">“<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Hasta que un día hubo un alboroto en el
colegio. Gritos, idas y venidas, nerviosismo entre las filas maristas. Nadie
nos aclaró nada, por supuesto, pero pronto se corrió la voz: el padre de un
alumno había llegado hecho una furia porque el cura se había propasado con su
hijo. Nótese que digo cura sin comillas y en singular, porque en el colegio,
como los “hermanos” no podían decir misa, había un sacerdote permanente,
llamémosle Padre X, un cura de treinta y tantos años de edad que tenía licencia
doble cero para impartir toda clase de sacramentos. Y también, por lo visto, para
cepillarse a los alumnos</i>”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Eso debió de ocurrir hacia 1970, si
mal no recuerdo. En fin, rumores, yo no había sido testigo. Sin embargo, algo
de cierto debía de haber en ellos, porque a raíz de ese incidente, el Padre X
desapareció del centro y no volví a verlo (aunque, por lo visto, luego volvió)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Hace unas semanas, aparecieron en
los periódicos noticias sobre casos de pederastia en los Maristas de Chamberí.
Lo leí con interés, es natural, y me sorprendió que no se mencionara al Padre
X. Hasta que, a primeros de este agosto, salieron a la luz la identidad de este
sacerdote y sus fechorías. El Padre X era, en realidad, el padre Cesáreo.
Cesáreo Gabaráin. Ahí arriba podéis ver su foto, aunque cuando lo conocí era
más joven.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Aunque, en realidad, no lo conocí
mucho. Por aquel entonces, la maligna influencia de Bertrand Russell me había
convertido en un agnóstico y, si podía evitarlo, no iba a misa ni loco. No
recuerdo haber hablado con él, y desde luego nunca en privado. Sabía que tocaba
el órgano -me refiero al instrumento musical- y poco más (luego me he enterado
de que también era un prolífico compositor de canciones litúrgicas, y que
incluso obtuvo un disco de oro). Pero jamás se me pasó por la imaginación que
fuera un pederasta, un monstruoso depredador sexual. No voy a transcribir aquí
las atrocidades que cometió con niños pequeños. Si queréis más información, pinchad
<a href="https://elpais.com/sociedad/2021-08-08/tu-has-venido-a-la-orilla-el-cura-que-compuso-las-canciones-de-misa-mas-famosas-acusado-de-abusos.html">AQUÍ</a>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Muy chungo lo del padre Cesáreo,
¿verdad? Pero para mí lo peor no es eso. Cuando se produjo el incidente que
acabo de relatar, el monstruo desapareció del colegio. Yo me fui de los
Maristas al año siguiente, para hacer COU en otro centro, así que no me enteré
de que el tal Cesáreo había vuelto, para seguir magreando a niños, como
demuestran las posteriores denuncias. Es decir, las autoridades eclesiásticas,
aún a sabiendas de la clase de persona que era Cesáreo y de lo que hacía, le
devolvieron a su puesto. Como meter a un zorro en un gallinero.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>De hecho, Cesáreo permaneció como
capellán de los Maristas de Chamberi hasta 1978, cuando una nueva denuncia
obligó a su expulsión del centro. ¿Fue castigado? Ay, que me descojono...
Cesáreo fue trasladado a otro colegio, esta vez salesiano, el San Fernando de
Madrid. Dos meses después de esa última denuncia, Juan Pablo II le otorgó el
título honorífico de Prelado de Su Santidad, una distinción que solo se concede
a sacerdotes de especial relevancia. Cuando el Papa vino a España en 1982 y se
celebró un masivo encuentro con los jóvenes en el Santiago Bernabeu, ¿quién
dirigía la orquesta? Exacto, Cesáreo. Eso es lo que más me cabrea del asunto:
la cantidad de hijos de puta que lo encubrieron, permitiéndole seguir con sus
desmanes.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cesáreo Gabaráin murió en 1991, a
los 54 años de edad. Nunca pagó por sus delitos y ya jamás pagará; pero, al
menos, que se sepa la clase de monstruo que era.<o:p></o:p></span></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-45786171798562060662021-07-23T21:07:00.001+02:002021-07-23T21:07:40.151+02:00Sobre patrias, frikis y Celsius<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjU8H-SMLsg-04hSKjujpIIwn6RISqUAc8Nt5PCWeR8ms6xDGYB-o9NuvMBezdvOUZES-t5jrTpXbLX-_eruxGL5yVD9ckkIQGAr0zueAANhNaz0dba-2QIVkEKf7zAmq1zKU3FPg/s2048/C%25C3%25A9sar+y+Jorge+Iv%25C3%25A1n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1536" data-original-width="2048" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjU8H-SMLsg-04hSKjujpIIwn6RISqUAc8Nt5PCWeR8ms6xDGYB-o9NuvMBezdvOUZES-t5jrTpXbLX-_eruxGL5yVD9ckkIQGAr0zueAANhNaz0dba-2QIVkEKf7zAmq1zKU3FPg/s320/C%25C3%25A9sar+y+Jorge+Iv%25C3%25A1n.jpg" width="320" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Lo bueno de ser un despatriado –en
el sentido de que tu identidad no esté ligada al azar del lugar donde naciste-,
es que puedes elegir tus propias patrias. Nací en Barcelona, viví un año allí,
el primero de mi existencia, y luego mi familia se trasladó a Madrid. No es
extraño que no me “sienta” catalán; me gusta Barcelona, pero Barcelona no me
define. Pero tampoco me “siento” madrileño, porque no sé lo que significa
“sentirse” de un lugar (y menos si ese lugar es Madrid, la ciudad de los
forasteros). Tampoco me siento español, porque de nuevo ignoro en qué consiste
eso. Quizá me sienta un poquito europeo (por compartir una cultura), pero
también norteamericano, y argentino, y colombiano, y de todos aquellos lugares
que me han marcado de algún modo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por tanto, ya que soy un alma libre,
me permito el lujo de sentirme de todos los lugares donde me siento bien.
Digamos que en lo que a patriotismo se refiere, no practico la monogamia, sino
el poliamor. Cuando estoy, por ejemplo, en Granada, siento que estoy en casa. Y
también me siento en mi hogar estando en Santander, en Galicia, en Navarra, en
la Bretaña Francesa, en el Great Glen escocés, en San Francisco, en Venecia, en
Noruega... Todos aquellos lugares donde estoy a gusto son mi patria.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero hay un lugar y un momento que ocupan
un puesto preferente en mi corazón: Avilés durante la semana del Festival
Celsius 232.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por si alguien no lo sabe, Celsius
232 es un festival dedicado a la ciencia ficción, a la fantasía, al terror y a
todos esos géneros que, cuando confiesas que te gustan, la gente seria te mira
con una circunspecta ceja alzada. ¿Por qué se llama así? Celsius es una escala
de temperatura, la usual, la que usamos cuando el termómetro proclama que hay
40 grados en el exterior y se nos funden las suelas de los zapatos. Pues bien,
232 grados Celsius equivalen a 451 grados Fahrenheit (otra escala), la
temperatura a la que arde el papel. Y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Fahrenheit
451</i> es el título de una famosa novela distópica de Ray Bradbury.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pues bien, la más patriótica de mi
patrias, ese lugar donde me siento en casa más que en mi propia casa, es Avilés
en julio, es el Celsius. Y os voy a explicar por qué. ¿Qué es una patria? Un
territorio, una población, un idioma común, una cultura, una historia
compartida, un folclore.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">El
territorio del Celsius (el inmaterial, no el físico) es la CF, la fantasía y el
terror. La población, huelga decirlo, está compuesta por los frikis. En cuanto
al idioma común, todos en el Celsius me entienden si digo que algo está en
Mordor (por su lejanía), o que cierto título es un fix-up, o que la vida es
dickiana, o que alguien parece un BEM, o si digo jauntear, terraformación,
cuarenta y dos, Nyarlathotep, ansible, psicohistoria, hiperespacio, phaser o
punto Jonbar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Respecto
a la cultura, todos (o casi todos) hemos visitado la Biblioteca Galáctica de
Trantor, o nos hemos chiflado leyendo el Necronomicón de<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Abdul Alhazred, o hemos consultado los
archivos de La Comarca. Ya sin metáforas: todos hemos leído (o conocemos) los
mismos libros, todos hemos visto las mismas películas y consumido los mismos
cómics.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Como ocurre en toda patria, no solo
hay una cultura común, sino también diversas culturas locales. Tenemos los
tolkinianos, los cyber, los juegotronistas, los steampunk, los conanófilos, los
hard, los trekkies, los warsies... En cuanto a la historia compartida, para
unos comenzó en 1818, cuando Mary Shelley publicó <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Frankenstein</i>. Para otros, el comienzo se sitúa en 1858, con la
publicación de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Phantastes</i> por George
MacDonald. Por último, otros fijan el inicio a mediados del XIX, cuando Poe
publicaba sus relatos macabros. En realidad, esos comienzos están entrelazados,
cuentan con una prehistoria y componen una historia común a todos los frikis.
Y, para finalizar, el folclore. ¿De verdad hace falta que os hable del folclore
friki? Nah, todos lo conocéis.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjitbYe4vLo3vrVKYssXDKJ8-LeSBySLn69Y2DcphN78AKEY9uCIN6BUDvSfdW2ybskkMmdUTgpfims1dXM_BLG30h0R-3GLpEb51wjfdTTy8M3lfbvJxKhkCIt1romZjKh6vB0Gw/s1024/C%25C3%25A9sar+con+cosplayers.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="768" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjitbYe4vLo3vrVKYssXDKJ8-LeSBySLn69Y2DcphN78AKEY9uCIN6BUDvSfdW2ybskkMmdUTgpfims1dXM_BLG30h0R-3GLpEb51wjfdTTy8M3lfbvJxKhkCIt1romZjKh6vB0Gw/w150-h200/C%25C3%25A9sar+con+cosplayers.jpg" width="150" /></a></div><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Recapitulando: solo hay un lugar en
el mundo donde todo eso se concentre: en el Celsius de Avilés. Ahí están mis
hermanos y hermanas, ahí están mis compatriotas, ahí está mi verdadera patria.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero el Celsius es más que eso.
Supongo que os habéis fijado en que no he hablado de gastronomía, porque (afortunadamente)
no hay gastronomía friki. Pero en el Celsius hay gastronomía asturiana, ahí es
nada. Tan rica, tan rotunda, tan variada. Variada, sí, porque consiste en mucho
más y mejor que cachopos. ¿Y el clima? Ahora que mi termómetro madrileño marca
31 grados (Celsius, por supuesto), no sabéis cuánto echo de menos tener que
ponerme una chaquetita al caer la tarde.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y la gente, sobre todo la gente. Las
presentaciones, las charlas, las mesas redondas, todo eso es abundante y está
muy bien, pero lo mejor de todo es encontrarte con viejos amigos, o conocer a
otros nuevos con los que, aunque jamás os hayáis visto, tenéis mucho en común.
El alma del Celsius está en las terracitas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Vale, ¿y qué pasa si no eres friki?
No hay problema. No conocerás el idioma, ni la historia, ni la cultura, pero lo
mismo te pasa cuando visitas otros países. Puedes venir al Celsius como turista
y echarnos cacahuetes. Los frikis somos muy agradecidos y estamos dispuestos a
hacer graciosas cabriolas y simpáticas monerías con tal de conseguir un poco de maní. No,
en serio; no hace falta ser friki para disfrutar del Celsius. Porque nosotros,
los frikis, somos gente interesante, gente que ama la literatura y el cine,
gente culta con mente abierta. Pepa, mi mujer, no es en absoluto friki; y sin
embargo, cada año está deseando acudir al festival. Olvidaos del estereotipo
del gordo virgen con camiseta de Star Wars; que también los hay, por supuesto.
El resto, creedme, parecemos personas normales. Aunque, gracias a Cthulhu, no
lo somos; al contrarios, somos rotunda, encantadora y orgullosamente más
divertidos que los normales.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Supongo que ha quedado claro que
Celsius 232 es una patria. Entonces, sin duda os preguntaréis ¿quién gobierna
ese territorio? Pues un triunvirato: la poderosa Cristina Macía, el
incombustible Jorge Iván Argiz y el prodigioso Diego García (capaz de hacer
juegos malabares con los idiomas). Ellos son el cerebro y el alma del festival,
sus directores. Solo tengo tres cosas que decirles: gracias, gracias y gracias.
Sois la sal de la vida. Y también, por supuesto, mi agradecimiento para todos
aquellos que colaboran desinteresadamente para hacer posible el festival.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y ya está. Si después de leer esto
no os han entrado unas ganas enormes de visitar el Celsius del año que viene,
no merecéis merodear por este blog. Pero no os voy a echar, tranquilos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Floreat Celsius!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="font-size: x-small;">Nota: En la
foto de arriba estoy yo con Jorge Iván Argiz presentando la serie de Dan Diésel. Y en la de en
medio, yo con los cosplayers de Manlima.</span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></span></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-32666134980221130772021-06-27T13:39:00.000+02:002021-06-27T13:39:14.666+02:00Fosilización mental<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1QEsF13F-7aESUlPccJyb0k5RnKi8-NXZcMb1Yv3yApianHwP4IrwrC7quasE4er0aGTc0KVF8V9b9G9qLa917xJw-f8Y7fWoRwNPmRHRjlMaa3hyphenhyphenLS-OGyvtuUXj9Aoic-zsiQ/s1634/F%25C3%25B3sil.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1226" data-original-width="1634" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1QEsF13F-7aESUlPccJyb0k5RnKi8-NXZcMb1Yv3yApianHwP4IrwrC7quasE4er0aGTc0KVF8V9b9G9qLa917xJw-f8Y7fWoRwNPmRHRjlMaa3hyphenhyphenLS-OGyvtuUXj9Aoic-zsiQ/s320/F%25C3%25B3sil.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Si quisiera escribir sobre las
ventajas de envejecer, el post terminaría aquí: cero ventajas. Dicen que la
edad trae la sabiduría, pero es una gilipollez; si a los 30 eras idiota,
seguirás siendo idiota con 70, y morirás siendo idiota. Se habla también de la
importancia de la experiencia; y sí, no lo niego, evidentemente cuantos más
años tienes, más experiencia acumulas. Pero el valor de la experiencia no
reside en su volumen, sino en cómo la procesas. Todos conocemos gente con un
amplio historial en meter la pata, una experiencia que les ha permitido meter
la pata mejor y más rápido. Además, muchas veces la experiencia es aquello que
obtenemos cuando ya no lo necesitamos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Hace tiempo leí que, interiormente,
todos nos detenemos en los 30 años. Es decir que, por muy viejos que seamos, la
imagen que tenemos de nosotros mismos es la que teníamos a los 30 tacos. Creo
que es verdad, porque cada vez que me veo en el espejo, no puedo evitar
preguntarme quién es ese viejo cabrón que tengo delante. Es más, a veces recibo
solicitudes de amistad en Facebook, miro la foto y pienso: “Bah, un viejo”. Y
luego consulto su biografía y descubro que el muy cabrón es más joven que yo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No creo que haga falta explicar
todos los desmanes que la edad comete con el cuerpo. Pierdes fuerza, pierdes
resistencia, pierdes salud, pierdes atractivo y no ganas una puta mierda, salvo
peso y arrugas. Todo malo. Pero, ¿qué pasa con la mente? No sufre, en
principio, desgaste físico, pero puede ser víctima de algo igual de grave: la
fosilización.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cuando nacemos, no tenemos ninguna
imagen prefijada del mundo. Nuestro cerebro es una tabula rasa. Durante la
niñez, mediante la educación, se nos van suministrando principios y normas cuyo
significado, en resumen, vendría a ser: “El mundo, la realidad, es así. Y punto”.
Pero el cerebro de un niño es tremendamente plástico, moldeable, adaptable, y
pese al esfuerzo de los adultos en maniatarlo, es capaz de forjar nuevas
asociaciones e ideas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero pasa el tiempo, nos hacemos
adultos y llega un momento en que aceptamos de tal modo las normas y principios
que nos han imbuido, que nos convencemos de que la realidad es así, en efecto,
y no tiene sentido, no ya cambiarla, sino simplemente contemplarla desde un
punto de vista distinto. Eso es la fosilización y, si os paráis a pensarlo, es
exactamente lo contrario de la creatividad. Veneno para la imaginación.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>A mí me sucede algo con frecuencia.
Por ejemplo, estoy elaborando mentalmente el argumento de un relato corto (verbigracia,
el cuento de Navidad). Tengo una idea que, en principio, me gusta; pero le
falta algo, un giro, una vuelta de tuerca. Y no se me ocurre nada. Pasan los
días y, por muchas vueltas que le doy, sigo sin encontrar lo que me falta. ¿Me
desespero? No, porque eso me ha pasado muchas veces y SÉ que al final, más
pronto o más tarde, se me ocurrirá algo. Y, en efecto, hasta ahora ha sido así.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero, ¿y si deja de ocurrir?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Otra cosa: Mientras estoy
escribiendo una novela, suelen ocurrírseme muchas ideas. Un diálogo más o menos
ingenioso, una situación divertida, una frase brillante, una reflexión atinada,
un giro de la trama... Son pequeñas ideas que voy añadiendo al texto conforme
surgen. Insisto: no las busco, aparecen.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero, ¿y si dejan de aparecer?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cuando pienso en eso, me estremezco.
Porque no es algo que quizá ocurra, sino algo que va a ocurrir inevitablemente.
Aunque hay gente que nació ya vieja, en otras personas (ignoro la proporción)
envejece antes el cuerpo que la cabeza. Supongo que la mente de los individuos
que realizan una actividad intelectual tarda más en envejecer y degradarse,
igual que envejece mejor el cuerpo de alguien habituado al ejercicio físico.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero, haga lo que haga, llegará un
momento en que mi cerebro se fosilice y ya está, se acabaron las ideas. Aunque,
claro, siempre cabe la posibilidad de que me muera antes de que ese momento
llegue. Qué suerte, ¿verdad?; morirte antes de que el cerebro se declare en
bancarrota. Una juerga.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ay, qué mal me sienta cumplir
años...<o:p></o:p></span></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-63619595657207189362021-06-10T12:04:00.000+02:002021-06-10T12:04:27.565+02:00Un clavo más en el ataúd<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzjFKrzG6pZWK_4_F3AWhvZnV4BsjcvCgu0hBqCS9Adcx9DFgVmVGfQ0XhybsPHolg7EtM5vgapDMTD3XO3H0UMNrAi1DCPUgoa8gxDj_lsPSi6dhpnx2sXPxDzkR9h6_tn45xLg/s640/Ataud.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="559" data-original-width="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzjFKrzG6pZWK_4_F3AWhvZnV4BsjcvCgu0hBqCS9Adcx9DFgVmVGfQ0XhybsPHolg7EtM5vgapDMTD3XO3H0UMNrAi1DCPUgoa8gxDj_lsPSi6dhpnx2sXPxDzkR9h6_tn45xLg/s320/Ataud.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-19717371.post-66268167036174839422021-06-01T13:07:00.002+02:002021-06-01T13:20:28.650+02:00Libros para crear libros<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjO2762e8QOuOpzbQgdX9bBlB6Fb9e2Tyb_YoyjV6ASjp5ztpTnWrlTt5niS2Q85UcCkQobB0PS-xDJTUXR1_UaxOwt7LWAa65e6c3bkfeFHCt5EZ0r5PVvFHz23-tdU49VfwqfA/s1024/Libros+para+crear+libros.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="668" data-original-width="1024" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjO2762e8QOuOpzbQgdX9bBlB6Fb9e2Tyb_YoyjV6ASjp5ztpTnWrlTt5niS2Q85UcCkQobB0PS-xDJTUXR1_UaxOwt7LWAa65e6c3bkfeFHCt5EZ0r5PVvFHz23-tdU49VfwqfA/s320/Libros+para+crear+libros.jpg" width="320" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="mso-tab-count: 1; text-align: left;"> </span><span style="text-align: left;">Colecciono manuales de escritura elaborados por escritores. En realidad, no es una colección, en el sentido
obsesivo del término; sencillamente, cada vez que veo uno lo compro. Debo de
tener unos cincuenta. Lo hago porque me interesa conocer los métodos de trabajo
de otros autores y compararlos con los míos. Además, siempre se puede aprender
algo nuevo.</span></div>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por desgracia, la inmensa mayor
parte de esos manuales se me antojan más bien inútiles, en el sentido de que
sirven de poco para aprender el oficio. Muy en general, podría dividirlos en
dos categorías: 1. Aquellos en los que el autor se limita a filosofar sobre la
escritura. Que pueden ser muy interesantes, pero demasiado teóricos (por
ejemplo, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El arte de la ficción</i>, de
John Gardener). 2. Aquellos en los que el autor pormenoriza con afán
enciclopédico todos los aspectos de la escritura. Aportan muchos datos.
Demasiados, no calan<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>(por ejemplo, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El arte de la ficción</i>, de David Lodge).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Nota: Si os sorprende que dos libros
sobre escritura se llamen igual, más os sorprenderá saber que hay un tercero: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El arte de la ficción</i>, de James Salter.
Y un cuarto: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El arte de la ficción</i>,
de Henry James. Sin duda, esos autores sabían mucho sobre escritura, pero
tenían escasa imaginación para los títulos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhq1LwXgsjQJkmtXoEtGbcrJ976fJnb12155Dq4T8h40-WIO4rGCPd1ozI-CVILoMYu5sPCGZ0mRjXQ3F423nsE89TgaaMcHe_OjS-vU7Q-RsEGSI1QZYd9M8FS9sSeTJn0Np4AqQ/s1181/Como+no+escribir+una+novela.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1181" data-original-width="743" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhq1LwXgsjQJkmtXoEtGbcrJ976fJnb12155Dq4T8h40-WIO4rGCPd1ozI-CVILoMYu5sPCGZ0mRjXQ3F423nsE89TgaaMcHe_OjS-vU7Q-RsEGSI1QZYd9M8FS9sSeTJn0Np4AqQ/w126-h200/Como+no+escribir+una+novela.jpg" width="126" /></a></div><span face="Arial, sans-serif"><p class="MsoNormal"> Quizá os preguntéis cuál de entre
todos mis manuales me parece el mejor; o, mejor dicho, el más útil. Pues esta
es la respuesta: <i>Cómo <u>no</u> escribir
una novela</i>, de Howard Mittelmark y Sandra Newman (Seis Barral, 2010).
Porque no trata de cómo se debe escribir, sino de cómo no se debe escribir; es
decir, se centra en los errores que suelen cometer los principiantes (y no
pocos consagrados). No solo es práctico, sino que además es divertidísimo
gracias a los descacharrantes ejemplos que utiliza.</p></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero, un momento, estoy haciendo
trampas; porque hay una tercera categoría de manuales: Aquellos en los que el
autor no explica cómo se debe escribir, sino cómo escribe a él. Un buen ejemplo
es <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Mientras escribo</i>, de Stephen King
(Plaza Janés, 2001). Pues bien, esta clase de manual sí que me parece útil,
porque el autor no solo expone cómo hace él las cosas, sino también cómo ha
llegado a la conclusión de que se deben hacer así. Y eso es más importante: el
razonamiento que hay detrás y no tanto la conclusión.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3GYuGjJEK4xECetuict6QAg_lBJPTeZOFjG8U6l-EClcYl-jtloE5LMsl1ZKeyG2TV5GbdLomMLjdP6lIu0yFK3h1dtlmtPTMRcf9ZHPFhie2xWI9Jd8bi79wyoFUjb0TQ8TDmQ/s1545/Esto+no+es+un+manual+de+escritura.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1545" data-original-width="1000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3GYuGjJEK4xECetuict6QAg_lBJPTeZOFjG8U6l-EClcYl-jtloE5LMsl1ZKeyG2TV5GbdLomMLjdP6lIu0yFK3h1dtlmtPTMRcf9ZHPFhie2xWI9Jd8bi79wyoFUjb0TQ8TDmQ/w129-h200/Esto+no+es+un+manual+de+escritura.jpg" width="129" /></a></div><span face="Arial, sans-serif"><p class="MsoNormal"> Hace unos meses, publiqué mi propio
“manual”: <i>Esto no es un manual de
escritura (pero se parece)</i>, (MOLPEditorial, 2021). Se trata de una versión
corregida y ampliada de tres series de posts que publiqué aquí, en Babel, y
pertenece a la tercera categoría. Es decir, explico cómo escribo yo.</p></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Poco después de que mi no-manual
apareciera, recibí un mensaje del excelente escritor Félix J. Palma. Me contaba
que había leído con interés mi libro y me informaba de que él también acababa
de publicar un manual de escritura. Añadía que había encontrado muchas
similitudes en nuestras formas de enfocar la literatura, y se ofrecía a
enviarme el libro. Le di las gracias y acepté con entusiasmo su oferta.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9HEAEsebeRvd8_AN7leaLNfmROmR2lR7_aWxFVOlwFxq0n5xGWuJjvOUCEuDou9Y-cd78Ujd5VXWsomkFJEHk6emNaOIQiDlH_tdnbKO7mGlT_uMJo1r3Z30NPrwjJD3RR9q7og/s387/Escribir+es+de+locos.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="387" data-original-width="250" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9HEAEsebeRvd8_AN7leaLNfmROmR2lR7_aWxFVOlwFxq0n5xGWuJjvOUCEuDou9Y-cd78Ujd5VXWsomkFJEHk6emNaOIQiDlH_tdnbKO7mGlT_uMJo1r3Z30NPrwjJD3RR9q7og/w129-h200/Escribir+es+de+locos.jpg" width="129" /></a></div><span face="Arial, sans-serif"><p class="MsoNormal"> Una semana más tarde, la editorial
me hizo llegar un ejemplar. Se llama <i>Escribir
es de locos</i> (Destino, 2021). Es un manual de la tercera especie;
básicamente, Félix expone cómo escribe él. Es magnífico, de verdad. Ameno,
ordenado, claro, minucioso y, sobre todo, práctico y útil. Lo recomiendo
encarecidamente.</p></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El caso es que la lectura del manual
de Félix me hizo reflexionar. Como él me anunciaba, nuestras formas de
concebir, no exactamente la escritura, pero sí la narrativa, son prácticamente
idénticas. Las diferencias son más de matiz que de fondo. Incluso las dudas
sobre la escritura con brújula se asemejan. Y eso me llevó a preguntarme por
qué. ¿Cómo es que dos personas diferentes llegan por separado a las mismas
conclusiones?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Aunque colecciono manuales de
escritura, yo no utilicé ninguno durante mi aprendizaje como escritor. Ignoro
por qué, no tenía ningún prejuicio al respecto. Sencillamente, fue así: no
recurrí a ellos. Ignoro si Félix los usó o no, pero lo que sí sé es que ambos
somos autodidactas. Es decir, ninguno de los dos asistió jamás a un curso o
taller de escritura. De modo que aprendimos el oficio por nuestra cuenta,
estudiando y analizando los recursos de otros escritores, reflexionando y
practicando.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por tanto, dado que los dos hemos
pescado en las mismas aguas, y como es muy probable que tengamos similares
escritores de cabecera, no resulta extraño que hayamos llegado a las mismas
conclusiones. Pero entonces, ¿eso significa que solo hay una estrategia
narrativa válida? Entendedme: hay muchísimas tácticas narrativas, un amplísimo
abanico de ellas. Pero la estrategia general, aquella que afecta a la
estructura del relato, a la construcción de los personajes y al desarrollo de
la trama, ¿es sota, caballo y rey, unos principios básicos eternos y
universales? Eso explicaría por qué Félix y yo hemos coincidido, ¿no? Porque
hemos encontrado lo que hay.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Estoy hablando de novelas que
cuentan historias. Esa otra clase de novela, la llamada “literaria”, que narra
tramas muy leves, casi inexistentes, queda fuera de esta consideración, porque
persigue otros fines y usa diferentes mecanismos. Me refiero, en realidad, a
novelas de género, novelas que desarrollan tramas más o menos complejas. Tanto
Félix como yo provenimos de la literatura de género; en concreto del fantástico
y la ciencia ficción. Hemos bebido de las mismas fuentes, lo cual de nuevo
justifica la coincidencia.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por otro lado, la novela ha sufrido
numerosos cambios a lo largo de su historia. En un principio, y durante mucho
tiempo, tuvo una estructura episódica. Es decir, una maldita cosa detrás de
otra. Por ejemplo, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La novela de Genji,</i>
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">El Decamerón</i> o <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La muerte de Arturo</i>. Los conceptos que manejamos en nuestros
manuales no tendrían sentido en ese contexto.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>A partir del siglo XVIII, la novela
adquiere prestigio (antes estaba considerado un género frívolo y populachero),
y empiezan a aparecer obras que proponen nuevas estructuras narrativas. Novelas
como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Robinson Crusoe</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tristram Shandy</i> o <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El monje</i>. Y más tarde <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Moby
Dick</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La isla del tesoro</i> o <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Huckleberry Finn</i>. Así se fue formando la
novela moderna, una novela que se aleja de lo episódico, para centrarse en un
único tema conformado por una estructura compacta.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pues bien, en lo que respecta a esa
clase de novela, la novela actual, una novela que cuenta una historia, me
atrevería a asegurar que existen unas “normas” narrativas básicas y
universales. No son muchas, ni demasiado complejas, y por supuesto cualquiera
puede subvertirlas, aunque lo más probable es que entonces el texto quede peor.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cuando me formaba para convertirme
en escritor, y luego mientras escribía mi no-manual, tenía muy presente cómo
funciona la mente de un lector. Una vez elegida una novela, ¿por qué el lector
sigue leyendo? Si contestamos debidamente a esta pregunta, gran parte de la
técnica narrativa se desvelará ente nuestros ojos como una epifanía. Es nuestra
psicología, como lectores -y en todos los aspectos de nuestra vida-, lo que
define los principios del arte de contar historias.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span face=""Arial","sans-serif"">¿Qué
nos interesa y qué nos aburre? ¿Cómo percibimos la realidad? ¿Qué nos emociona?
¿Qué nos atemoriza? ¿Qué nos atrae y qué nos repele de las personas? ¿Qué
podemos creernos y qué no? ¿Qué nos hace reír?... Son las respuestas a estas y
a otras muchas preguntas lo que define las líneas básicas de la narrativa.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>De modo que creo que sí, que existen
unos principios universales en el arte y la técnica de escribir novela
occidental moderna. Félix y yo llegamos a similares conclusiones, porque son
las conclusiones a las que hay que llegar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span face=""Arial","sans-serif""><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¿Suena aventurado y presuntuoso?
Puede que sí, pero algo puedo asegurar: Los consejos de Félix J. Palma y de
este vuestro humilde servidor, funcionan.<o:p></o:p></span></p>Césarhttp://www.blogger.com/profile/11228006250121043595noreply@blogger.com11