Un enclave tutelado por César Mallorquí, el Abominable Hombre de las Letras, en colaboración con la Sociedad de Amigos del Movimiento Perpetuo. Si no te interesa la literatura, el cine, el comic, los enigmas, el juego y, en general, las cosas inútiles, aparta tus sucias manos de este blog.
viernes, diciembre 16
Betty Page
En España no es muy conocida, así que te sorprenderá saber que hay más fotografías de Betty Page que de Marilyn Monroe. Pero en el fondo es normal, porque Betty -en realidad Bettee Mae Page- no era actriz, sino pin-up, una modelo fotográfica. Betty nació en 1923, en Tennessee, estudió sociología y trabajó como profesora. Y no quiero ni imaginarme la sobrecarga hormonal que debió de provocar entre sus alumnos. Luego, intentó conseguir un contrato en Hollywood, pero tuvo que conformarse con posar para fotógrafos; era una chees cake, como las llamaban por aquel entonces. A principios de los 50, conoció a los hermanos Klaw, especialistas en fotografía erótica y fetichista, y comenzó a colaborar con ellos, convirtiéndose en la reina del bondage. En 1955, apareció en las páginas centrales de Playboy y, justo entonces, un tsunami de puritanismo -uno más de los muchos que han asolado USA, en este caso abanderado por el senador Kefauver- se llevó por delante su existosa carrera de star erótica. Y Betty desapareció de la faz de la tierra, se disolvió en la nada; pero, desde entonces, su leyenda no ha hecho más que crecer.
¿Qúé tenía Betty Page de especial? Era muy bonita, sí, y poseía un cuerpo precioso (la llamaban the body); pero muchas otras modelos fueron tan hermosas o más que ella y ninguna alcanzó su fama. Entonces, ¿cuál era el secreto? Yo creo que Betty poseía una perturbadora mezcla de ingenuidad y perversión, de inocencia y procacidad. Luego, claro, estaba su peinado, con ese imposible flequillo que sólo a ella podía sentarle bien y que ya es un icono más del siglo XX. Pero, sobre todo, el secreto de Betty era que irradiaba simpatía. Al verla, a uno le entran ganas... bueno, sí, de eso, pero también de invitarla a tomar un helado.
A mi, de Betty Page me fascina su contraste. Es como mirar una imagen en la que sabes hay algo equívoco, contradictorio, pero dejado allí a propósito. Y sobre todo, esos colores pastel de poster pin-up. Indelebles.
ResponderEliminarEn efecto, Alfredo: Betty es puro contraste, una hermosa paradoja.
ResponderEliminarViendo esa foto, el señor Olmedo diría de inmediato: Tiene buen canalillo.
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