sábado, enero 7

Las dulces mentiras de la memoria

La Navidad, o la pos-Navidad, es una época proclive al recuerdo. Durante mi infancia y adolescencia leí algunos libros que me apasionaron, pero que ahora se me caerían de las manos. Por ejemplo, mi primera novela de ciencia ficción, Los reyes de las estrellas, de Edmond Hamilton; la devoré con pasión cuando tenía doce años. Hace poco la hojeé y... madre mía, que mala es. Bazofia pulp de la peor especie. Sin embargo, en mi memoria sigue siendo una maravilla.
Lo mismo me sucede con Viaje al centro de la Tierra, de Verne, Los tres mosqueteros, de Dumas, Ella, de Rider Haggard, o, por elevar un poco el punto de mira, El cuarteto de Alejandría, de Durrell. Eso me recuerda una afortunada flase de Bioy Casares:

"El recuerdo que deja un libro a veces es más importante que el libro en sí".

4 comentarios:

  1. Anónimo9:18 p. m.

    la pos-navidad es una época proclive al desconcierto.¿Por qué cuando acaban las navidades me invade una profunda nostalgia, qué caramba, que me siento triste porque han terminado,y sin embargo cuando empiezan es difícil que encuentre algo que me produzca mayor irritación?

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  2. Eso, María, también tiene que ver con las mentiras del recuerdo. Hay una Navidad ideal, una Navidad perfecta que procede de los mitos de nuestra infancia. Nunca fue real, pero es nuestro referente. Cada Navidad, inconscientemente, esperamos que esa Navidad imaginaria se haga real, pero nunca sucede; por eso nos apena que terminen estas fiestas, porque se van sin haber sido lo que esperábamos. Vamos, digo yo...

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  3. Anónimo10:03 p. m.

    dices bien, dices bien, amigo César.Cuando las mentiras están en el pasado las llamamos recuerdos y cuando están en el futuro las llamamos sueños (perdón, pero ya avisé del efecto de la pos-navidad en mi ánimo)

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  4. Bonita frase, María. Y muy cierta.

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