El amor está sobrevalorado. Pero tiene muy buena prensa, qué le vamos a hacer; le dedican poemas y canciones, hay un día de los enamorados, forma parte de los mejores deseos, como ese paz y amor del 68, o la santísima trinidad del salud, dinero y amor. Hay miles, quizá millones, de novelas y películas dedicadas a enaltecer el amor, como si esta pasión fuera la fuerza que rige nuestro mundo. Y no es así, ni mucho menos. En primer lugar, el amor puede ser una fuerza extraordinariamente destructiva, porque todo depende de lo que ames y cómo lo ames. Por ejemplo, ¿no creéis que gran parte de los “crímenes de género” son en realidad crímenes de amor? Eso no es amor, dirá alguno. Pero sí, sí que lo es: amor torcido, amor en mal estado, amor obsesivo y posesivo, pero amor en cualquier caso. En segundo lugar, el amor es una fuerza caprichosa y voluble, una pasión que se consume a sí misma, un sentimiento ambiguo que muchas veces se confunde con el deseo, el agradecimiento o la seguridad. En efecto, el amor dista mucho de ser la brújula rectora del mundo; ahora bien, su reverso oscuro, el odio... ésa sí que es una fuerza en la que puedes confiar.
Sin lugar a dudas, el odio es el sentimiento más poderoso que podemos experimentar, la pasión más arrebatadora, constante y fiel. Y por si alguien lo duda, vamos a compararlo con su “lado luminoso”. El amor, como las rosas, necesita ser cuidado día a día, abonado, podado, desparasitado y regado, mientras que el odio, como los cactus, crece por sí solo, sin precisar la menor atención. Quizá por eso es tan infrecuente el amor eterno y tan cotidiano el odio infinito. Para consumar el amor, es necesaria la colaboración de la persona amada, pero el odio no precisa en absoluto la aquiescencia de la persona odiada. Más bien al contrario. El amor, tras los primeros meses de pasión, comienza a menguar, o cuando menos a transformarse en otra cosa más serena, mientras que el odio crece y se robustece día a día, siempre igual, aunque cada vez más grande. El amor es excluyente; cuando te enamoras, todo se centra en la persona amada y el resto del mundo se desvanece. Sin embargo, puedes odiar a cuantas personas te venga en gana y a todas con idéntica pasión. Incluso se puede odiar a naciones enteras. El odio es mucho más democrático que el amor. Por último –aunque podría seguir aportando argumentos-, el amor es voluble; hoy adoras a una persona, pero dentro de un tiempo puedes dejar de amarla y enamorarte de otra. Por el contrario, el odio es absolutamente fiel; cuando odias, odias para siempre. De hecho, el amor es reversible; la persona a la que hoy amas puede convertirse con el tiempo en el más furibundo objeto de tu odio –y si no, pregúntale a un abogado matrimonialista-. Sin embargo, el odio es inmutable; nadie se enamora de su peor enemigo.
Supongo que a estas alturas ya habrá quedado claro que lo que rige nuestras vidas, el motor del universo, es el odio, y no esa paparrucha del amor. De hecho, somos una especie particularmente bien dotada para el odio, lo cual nos ha situado por merecimiento propio en la cúspide de la pirámide trófica. Ahora bien, puede que alguien se pregunte: si este capullo piensa así, ¿por qué no se pone un casco de Darth Vader y va por ahí dando rienda suelta al lado oscuro de la fuerza? Pues porque hay algo en lo que amor y odio son idénticos: ninguno sale gratis. Si amas u odias deberás pagar un precio, y el odio está por las nubes.
Nada es perfecto, amigos míos, ni siquiera el odio. Veréis, si odiamos a una persona tenemos dos opciones: hacer algo al respecto o no hacerlo. Si optamos por hacer algo –es decir, si intentamos perjudicar al ser odiado-, deberemos invertir en el proceso tal cantidad de esfuerzo, constancia y dedicación que, sencillamente, no vale la pena. Demasiado trabajo. Por otro lado, si optamos por no hacer nada –que es lo más frecuente- nos zambulliremos de cabeza en el estanque de la frustración. Es como ansiar ser millonario y no emplear más método para conseguirlo que jugar a la Primitiva; sí, puede que te toque, pero lo más probable es que no. Y sí, puede que a tu ser odiado le atropelle un día un coche, pero también puede ser que le toque a él la lotería, lo cual te provocaría un severo ardor de estómago. En resumen: odiar sale demasiado caro, así que el odio, como el champagne, hay que reservarlo para las ocasiones especiales. No sé, una invasión extraterrestre, un ataque de zombis caníbales o las canciones de Celine Dion.
Ahora bien, existe una clase de odio, el abstracto, al que podemos entregarnos sin pagar peaje. Se trata de odiar cosas lejanas y ajenas a ti, pero que por algún motivo te molestan. Es un odio intelectual que no demanda acción y que no frustra por omisión, un odio sereno y mesurado, un odio platónico. Es mi odio favorito. Tanto es así, que he decidido crear una nueva sección en este vuestro blog: El rincón del odio. Aquí traeré a las personas, organizaciones o cosas que odio abstractamente con toda mi alma y las mostraré al mundo para su escarnio y befa.
Ahora vamos a proceder a la inauguración de este nuevo apartado de La Fraternidad de Babel. Para ello, he solicitado la presencia de la señorita Betty Page, ese bombón que podéis admirar a la derecha. He tenido que utilizar una máquina del tiempo para traerla, porque la señorita Page está muerta y, aunque no lo estuviese, ahora sería una anciana de 84 años. Quedémonos pues con el esplendor de su juventud, y lo siento chicas, pero soy un heterosexual militante –un auténtico semental, si vamos a eso- y me niego a que inaugure mi sección un garañón adicto a los anabolizantes. Otra vez será.
Bueno, la señorita Page, tan desvestida como podéis verla en la foto, coge una botella de Moët Chandon (qué menos), la estrella contra la nueva sección y dice...
Betty Page: Queda inaugurado El Rincón del Odio.
APLAUSOS
Y ahora, en el día de estreno de este entrañable apartado donde se cuece la bilis, la mala baba y el justo rencor, nuestro primer invitado es... ¡Scarlett Johansson!
Apellido: Johansson. Nombre: Scarlett. Nacionalidad: estadounidense (hija de un danés y una polaca). Profesión: ¿actriz?
Motivos para el odio: Vale, lo confieso, me enterneció en Lost in Traslation; pero es que por aquel entonces todavía no la había visto demasiado. Y no me molestó en La joven de la perla, porque su papel no pasaba de ser iconográfico y estático, y eso, poner siempre la misma cara, es algo que ella sabe hacer perfectamente. Pero luego... ay, Santa Madona, como he llegado a odiarla, cuánto detesto a esa insoportable criatura. ¿Los motivos de mi odio? Son muchos, pero intentaré resumirlos.
1. Es una pésima actriz incapaz de transmitir la menor emoción y ni un ápice de verosimilitud a sus actuaciones. Sólo sabe adoptar dos expresiones, y una de ellas, estar con la boca cerrada, apenas la utiliza. Su intento de remedar al clásico personaje neurótico de Woody Allen en Scoop resulta particularmente patético y decididamente irritante. Si viéndola en esa película no te entran ganas de estamparle un rodaballo en la cara... es porque no tienes un rodaballo a mano.
2. Está siempre con la boca abierta y los morritos para fuera, como dudando entre hacerte una fellatio o atrapar una mosca en el aire. No sé lo que pensaréis vosotros, pero al verla con esa cara de bobalicona siento el irresistible impulso de correr a la pescadería más cercana para adquirir un rodaballo.
3. No para de trabajar la condenada. Ahora, cuando vas a ver una peli, te preguntan: ¿quién actúa, aparte de Scarlett Johansson? Está en todas partes, y no sólo en el cine, sino también en la publicidad; esa chica no es una actriz: es una plaga.
4. Dicen que es la mujer más deseada del mundo, la que tiene el cuerpo más bonito. Ayayayayay... Santa Halle Berry los perdone, porque están ciegos... ¿La mujer más bella del mundo esa caraboba, enana, rechonchilla y culona? Vale, la chica se merece un par de achuchones en un pajar, no lo niego; pero de ahí a considerarla lo más de lo más hay un largo paso. En fin, se me ocurren un montón de actrices infinitamente más atractivas que ella, pero para qué enumerarlas. Incluso el rodaballo me resulta más atractivo. Lo que pasa es que la señorita Escarlata es muy jovencita y, de algún modo, sabe sacar al pederasta acomplejado que se esconde en el corazón de cualquier cuarentón o cincuentón de mi calaña. Pero a mí, amigos míos, me deja frío. Aunque, bien pensado, creo que podría excitarme fustigando su (enorme) trasero con un látigo de siete colas. Pero no sería sexo, sino un mero ajuste de cuentas.
Condena: Hallándola culpable de los cargos presentados por el ministerio fiscal, se condena a la señorita Scarlett Johansson a mantener la boca cerrada durante el resto de su vida y no volver a participar en una película hasta que tenga la edad adecuada para interpretar papeles de abuela. Puede que en ese lejano futuro haya aprendido a actuar; y si no... bueno, para entonces ya estaré criando malvas, así que no importa.
Sin lugar a dudas, el odio es el sentimiento más poderoso que podemos experimentar, la pasión más arrebatadora, constante y fiel. Y por si alguien lo duda, vamos a compararlo con su “lado luminoso”. El amor, como las rosas, necesita ser cuidado día a día, abonado, podado, desparasitado y regado, mientras que el odio, como los cactus, crece por sí solo, sin precisar la menor atención. Quizá por eso es tan infrecuente el amor eterno y tan cotidiano el odio infinito. Para consumar el amor, es necesaria la colaboración de la persona amada, pero el odio no precisa en absoluto la aquiescencia de la persona odiada. Más bien al contrario. El amor, tras los primeros meses de pasión, comienza a menguar, o cuando menos a transformarse en otra cosa más serena, mientras que el odio crece y se robustece día a día, siempre igual, aunque cada vez más grande. El amor es excluyente; cuando te enamoras, todo se centra en la persona amada y el resto del mundo se desvanece. Sin embargo, puedes odiar a cuantas personas te venga en gana y a todas con idéntica pasión. Incluso se puede odiar a naciones enteras. El odio es mucho más democrático que el amor. Por último –aunque podría seguir aportando argumentos-, el amor es voluble; hoy adoras a una persona, pero dentro de un tiempo puedes dejar de amarla y enamorarte de otra. Por el contrario, el odio es absolutamente fiel; cuando odias, odias para siempre. De hecho, el amor es reversible; la persona a la que hoy amas puede convertirse con el tiempo en el más furibundo objeto de tu odio –y si no, pregúntale a un abogado matrimonialista-. Sin embargo, el odio es inmutable; nadie se enamora de su peor enemigo.
Supongo que a estas alturas ya habrá quedado claro que lo que rige nuestras vidas, el motor del universo, es el odio, y no esa paparrucha del amor. De hecho, somos una especie particularmente bien dotada para el odio, lo cual nos ha situado por merecimiento propio en la cúspide de la pirámide trófica. Ahora bien, puede que alguien se pregunte: si este capullo piensa así, ¿por qué no se pone un casco de Darth Vader y va por ahí dando rienda suelta al lado oscuro de la fuerza? Pues porque hay algo en lo que amor y odio son idénticos: ninguno sale gratis. Si amas u odias deberás pagar un precio, y el odio está por las nubes.
Nada es perfecto, amigos míos, ni siquiera el odio. Veréis, si odiamos a una persona tenemos dos opciones: hacer algo al respecto o no hacerlo. Si optamos por hacer algo –es decir, si intentamos perjudicar al ser odiado-, deberemos invertir en el proceso tal cantidad de esfuerzo, constancia y dedicación que, sencillamente, no vale la pena. Demasiado trabajo. Por otro lado, si optamos por no hacer nada –que es lo más frecuente- nos zambulliremos de cabeza en el estanque de la frustración. Es como ansiar ser millonario y no emplear más método para conseguirlo que jugar a la Primitiva; sí, puede que te toque, pero lo más probable es que no. Y sí, puede que a tu ser odiado le atropelle un día un coche, pero también puede ser que le toque a él la lotería, lo cual te provocaría un severo ardor de estómago. En resumen: odiar sale demasiado caro, así que el odio, como el champagne, hay que reservarlo para las ocasiones especiales. No sé, una invasión extraterrestre, un ataque de zombis caníbales o las canciones de Celine Dion.
Ahora bien, existe una clase de odio, el abstracto, al que podemos entregarnos sin pagar peaje. Se trata de odiar cosas lejanas y ajenas a ti, pero que por algún motivo te molestan. Es un odio intelectual que no demanda acción y que no frustra por omisión, un odio sereno y mesurado, un odio platónico. Es mi odio favorito. Tanto es así, que he decidido crear una nueva sección en este vuestro blog: El rincón del odio. Aquí traeré a las personas, organizaciones o cosas que odio abstractamente con toda mi alma y las mostraré al mundo para su escarnio y befa.
Ahora vamos a proceder a la inauguración de este nuevo apartado de La Fraternidad de Babel. Para ello, he solicitado la presencia de la señorita Betty Page, ese bombón que podéis admirar a la derecha. He tenido que utilizar una máquina del tiempo para traerla, porque la señorita Page está muerta y, aunque no lo estuviese, ahora sería una anciana de 84 años. Quedémonos pues con el esplendor de su juventud, y lo siento chicas, pero soy un heterosexual militante –un auténtico semental, si vamos a eso- y me niego a que inaugure mi sección un garañón adicto a los anabolizantes. Otra vez será.
Bueno, la señorita Page, tan desvestida como podéis verla en la foto, coge una botella de Moët Chandon (qué menos), la estrella contra la nueva sección y dice...
Betty Page: Queda inaugurado El Rincón del Odio.
APLAUSOS
Y ahora, en el día de estreno de este entrañable apartado donde se cuece la bilis, la mala baba y el justo rencor, nuestro primer invitado es... ¡Scarlett Johansson!
Apellido: Johansson. Nombre: Scarlett. Nacionalidad: estadounidense (hija de un danés y una polaca). Profesión: ¿actriz?
Motivos para el odio: Vale, lo confieso, me enterneció en Lost in Traslation; pero es que por aquel entonces todavía no la había visto demasiado. Y no me molestó en La joven de la perla, porque su papel no pasaba de ser iconográfico y estático, y eso, poner siempre la misma cara, es algo que ella sabe hacer perfectamente. Pero luego... ay, Santa Madona, como he llegado a odiarla, cuánto detesto a esa insoportable criatura. ¿Los motivos de mi odio? Son muchos, pero intentaré resumirlos.
1. Es una pésima actriz incapaz de transmitir la menor emoción y ni un ápice de verosimilitud a sus actuaciones. Sólo sabe adoptar dos expresiones, y una de ellas, estar con la boca cerrada, apenas la utiliza. Su intento de remedar al clásico personaje neurótico de Woody Allen en Scoop resulta particularmente patético y decididamente irritante. Si viéndola en esa película no te entran ganas de estamparle un rodaballo en la cara... es porque no tienes un rodaballo a mano.
2. Está siempre con la boca abierta y los morritos para fuera, como dudando entre hacerte una fellatio o atrapar una mosca en el aire. No sé lo que pensaréis vosotros, pero al verla con esa cara de bobalicona siento el irresistible impulso de correr a la pescadería más cercana para adquirir un rodaballo.
3. No para de trabajar la condenada. Ahora, cuando vas a ver una peli, te preguntan: ¿quién actúa, aparte de Scarlett Johansson? Está en todas partes, y no sólo en el cine, sino también en la publicidad; esa chica no es una actriz: es una plaga.
4. Dicen que es la mujer más deseada del mundo, la que tiene el cuerpo más bonito. Ayayayayay... Santa Halle Berry los perdone, porque están ciegos... ¿La mujer más bella del mundo esa caraboba, enana, rechonchilla y culona? Vale, la chica se merece un par de achuchones en un pajar, no lo niego; pero de ahí a considerarla lo más de lo más hay un largo paso. En fin, se me ocurren un montón de actrices infinitamente más atractivas que ella, pero para qué enumerarlas. Incluso el rodaballo me resulta más atractivo. Lo que pasa es que la señorita Escarlata es muy jovencita y, de algún modo, sabe sacar al pederasta acomplejado que se esconde en el corazón de cualquier cuarentón o cincuentón de mi calaña. Pero a mí, amigos míos, me deja frío. Aunque, bien pensado, creo que podría excitarme fustigando su (enorme) trasero con un látigo de siete colas. Pero no sería sexo, sino un mero ajuste de cuentas.
Condena: Hallándola culpable de los cargos presentados por el ministerio fiscal, se condena a la señorita Scarlett Johansson a mantener la boca cerrada durante el resto de su vida y no volver a participar en una película hasta que tenga la edad adecuada para interpretar papeles de abuela. Puede que en ese lejano futuro haya aprendido a actuar; y si no... bueno, para entonces ya estaré criando malvas, así que no importa.
Vaya, creía que era el único al que se le atragantaba esta mujer.
ResponderEliminar"Match Point", por ejemplo, me parece un peliculón lastrado por su presencia. No me funciona como "objeto de deseo que desencadena una tragedia", lo siento...
Pensaba rebatir tu afirmación de que los asesinatos de violencia de género son crímenes de amor (no, eso no es amor, lo mires por donde lo mires, y ahí está el problema, en confundir amar con poseer y dominar)... pero veo que cambias de tercio por completo. En fin, hay una película donde no se le puede poner ningún pero a Scarlett (ni al guión, el director o el resto de los actores): Match Point. Con eso lo digo todo. Puestos a odiar a distancia, mejor que sea a Spielberg y a Tom Hanks, el peor director y el peor actor estadounidenses de todos los tiempos. Spielberg la cagó a partir de ET (la incluyo, claro) y de Hanks sólo se salva Náufrago, donde apenas tiene que actuar.
ResponderEliminarAy, ay, me parece que se te van a echar encima cienes y cienes de fans de esta señorita, que los tiene, y son como los acérrimos del señor de los enanillos o peores. Dicho lo cual, tampoco me gusta demasiado, la verdad.
ResponderEliminarPues a mí me gusta, y mucho, pero no me voy a echar encima de César.
ResponderEliminarEs que mucho más alto y fuerte que yo y me puede ;)
Nada, no preocuparse que ya me la quedo yo toda todita para mí. Que la bilis es muy mala y no me gustaría que os enfermaseis; uno, que tiene un enorme... er... corazón y no gusta ver de sufrir al personal... :P
ResponderEliminarYo la vi antes :P ;D
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarScarlett, me gusta y "me pone" ;) es posible que sea por lo que especulas?
ResponderEliminarDos canciones tituladas ODIO:
La cabra mecánica, primer disco "Cuando me suenan las tripas"
http://www.letrascanciones.org/la-cabra-mecanica
/cabron/odio.php
Revolver, disco 8:30 am
http://www.areademusica.com/letras/8653.php
Sobre el amor una frase que he leído hoy:
"el amor no suele ser más que una conclusión equivocada basada en datos insuficientes" - El viajero perdido - César Mallorquí
Pues a mí en Scoop es donde me pareció más natural y me la creí más. Pero claro, yo estaba babeando bajo los efectos de Hugh Jackman y eso a lo mejor me derritió algunas neuronas.
ResponderEliminarHazte mirar eso de que el rodaballo te parezca más atractivo que Scarlett. El alcance de tu odio va más allá de lo que yo pensaba. ¡Cuidadín!
(Y Jorge, ¿no te gustó Tom Hanks en "Big"?...Para mí ahí resulta brillante).
¿Desde cuando un rodaballo puede sustiruir a una platija?
ResponderEliminarNo he visto "Big", pero sí "Salvar al soldado Ryan" (con uno de los peores tramos finales de película de toda la historia del cine) y "Camino a Perdición", donde ni con toda la buena voluntad del mundo se cree uno a Hanks como asesino de la mafia: Paul Newman se lo come crudo. Tampoco he visto todas las de Spielberg (creo que me falta "El imperio del sol"), presunto autor de obras maestras después de "Tiburón", "Encuentos..." y "En busca del arca perdida", pero tras sufrir "Inteligencia Artificial", "Minority Riport" y "La terminal" he decidido no darle más oportunidades, por baboso y por tramposo. Y de Scarlett tampoco las he visto todas: me gusta, pero creo que no soy adicto...
ResponderEliminar¿"Inteligencia artificial" te parece babosa?
ResponderEliminarHombre, si te refieres a que tiene mucha mala baba, ahí sí que estoy de acuerdo...
De hecho, en otros tiempos, los crímenes 'de género' eran 'crímenes pasionales'.
ResponderEliminarÁlex Vidal: no pasa nada, que podemos compartirla como buenos devotos creyentes. Total, según César tiene un culo enorme que da para los dos con comodidad... :P
ResponderEliminar.
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¿Qué pasa? el resto tenéis que conformaros con compartir un rodaballo.
Yo también me sentía raro por no tragar a la tipa ésta. En corrillo de tíos decir que no aguantas a la Johanson o a la Jolie (yo la hubiese puesto antes a ella y a su morro neumático en la lista de odiadas)es casi sinónimo de confesión de homosexualidad.
ResponderEliminarMe van más las tías con (sin pasarse, ¿eh?) puntillo dominatrix tipo Famke Janssen.
jeje, esta sección promete discusión.Yo no tengo ni idea de ella como actriz, creo que no he visto muchas películas en las que sale aunque tampoco sabría decirlo con seguridad, intuyo que eso quiere decir que no me han llamado la atención sus interpretaciones. Bueno yo creo que si, creo que tiene un papel, de hace poco en "la isla", una película que me gustó la verdad. En mis alrededores se la conoce más como aquella chica "maciza",agradable a la vista y con multifunción erótica. Pero por otro lado, yo también siento ese pequeño odio extraño.
ResponderEliminar"Inteligencia Artificial" no vale un pimiento. No sé lo que pretendía o preveía Kubrick, pero seguro que no se habría parecido a ese pastel sentimentalista de Steven, con androides y criaturas futuras de pacotilla. Irónicamente, el atentado del 11 de septiembre de 2001 desautorizó el final de la película y le dio la razón a título póstumo a la primera versión de "El planeta de los simios". En fin, creo que César está consiguiendo despertar y atizar pasiones y odios antes agazapados en el dulce letargo de nuestras zonas oscuras o de penumbra...
ResponderEliminarJa ja ja... Jorge, parece que no hemos visto la misma película. ¿Pastel sentimentalista? Pero si no puede ser más cruel y gélida. El final es el más demoledor que he visto desde el de "Brazil" de Terry Gilliam. Claro que quizá el de "Brazil" te parece un final feliz. Y en cierto sentido lo es: el final feliz que desenmascara todos los finales felices. "Inteligencia artificial" va por ahí, pero opta por el fundido en negro un segundo antes de mostrar lo evidente.
ResponderEliminarPor otro lado, no entiendo en qué sentido el 11 de septiembre desautoriza la película. ¿Quieres decir que "1984" sólo tuvo validez hasta el 31 de diciembre de 1983?
Pues sí, seguramente no hayamos visto la misma película (suele ocurrir). Y no descarto que ahora pudiera gustarme si volviese a verla, algo que no me apetece demasiado. En cuanto a lo segundo, me refería a una ironía de la historia. La ciencia ficción no suele, tal vez no puede, acertar en predicciones sobre aspectos concretos del futuro, como por ejemplo la arroba @, o el empleo del pulgar para los mensajes de texto de los móviles. Pero tanto "IA" como "El planeta..." (no así la novela "1984") buscaban una imagen impactante que condensara de forma verosímil el futuro de la humanidad protagonista de cada una de ambas películas. Hasta septiembre del 2001, uno podría decir que la película de Spielberg era más "realista", al incorporar la dos torres (un elemento de su propio presente) a la escenificación de un hipotético futuro. Los pilotos de Al Qaida invirtieron la situación. A eso me refería, nada más. No deja de ser una paja mental como cualquier otra.
ResponderEliminarJorge: para determinar si el amor puede o no ser destructivo habría primero que definir el amor y no hay nada más aburrido que las discusiones semánticas. Seguro que según tu definición, el amor nunca podría ser destructivo, pero según la mía sí. ¿Y cuál es la mía? Ni siquiera es una definición, sino un imán. Polo positivo, polo negativo. Atracción-Repulsión. Lo que está a un lado es amor y lo que está al otro odio. Así de simple.
ResponderEliminarEn cuanto a tus odios particulares, lamento no compartirlos. De acuerdo en que Spielberg tiene una vena sentimentaloide que a mí también me toca las narices (ojo, también la tenía Chaplin). Pero no siempre. Por ejemplo, "Inteligencia artificial" me parece una excelente película... salvo por el final, ese añadido ternurista con los ETs y la mamá clonada. Si la película hubiese terminado en el parque de atracciones sumergido, sería redonda. En cuanto a "Salvar al soldado Ryan", es cierto que decae al final, pero no es menos cierto que la primera media hora, el desembarco, es de una maestría sobrecogedora. En fin, creo que, pese a sus defectos, hay demasido cine en Spielberg como para echarlo a la basura. En cuanto a Hanks, y pese a que ha intervenido en muchas tonterías (pero quién no), me parece el mejor actor de su generación. En cuaquier caso, esto de los odios y los amores es muy personal y no vale la pena discutir por ello.
Sheldon: deberías leer a mejores escritores ;)
Anónima de las 9:59: ¿y qué tiene Hugh Jackman que no tenga yo, aparte de los músculos, las facciones perfectas, el abundante cabello, el atractivo y la pasta?
Samael: rodaballo, platija, lenguado, manta-raya... cualquier pescado plano y contundente vale.
Víctor Eme: estamos enteramente de acuerdo, en odios y amores. Sí, también me cae fatal la Jolie, pero trabaja mucho menos que la Scarlett de los cojones. Además, las cosas como son: la Jolie sí que está buena. Insoportable, pero macizorra a tope. En cualquier caso, comparto tu debilidad por la maravillosa Femke Janssen, que no sólo es una mujer atractivísima, sino que también es una excelente actriz de comedia capaz de reirse de sí misma. La amo.
Álex Vidal, Víctor m. Ánchel & Sheldon: pa vosotros enterita. Podéis montar un cuarteto de puta m, e incluso llamar a unos cuantos amigos, porque ese culo da para el ofeón donostiarra en pleno.
Álex, Jose Antonio del Valle, Víctor Eme & Akaki: vosotros sí que sabéis odiar, amigos míos. Mientros ellos la aman, odiemos a Escarlatita juntos.
NOTA: ojo, el rodaballo es mío y sólo mío (es que ma ha salido besucón el muy pirata)
Ha sido casualidad, disculpa por el "off topic", brevemente, con la antología de Julián Díez, me reconcilié con la CF española, a raíz de ella leí más libros de esos autores, entre otros "El círculo de jericó" y después pude leer "El coleccionista de sellos" ambos comprados de saldo.
ResponderEliminarNo he sido capaz (o no he dedicado el sufuciente tiempo) a conseguir averiguar qué más ha escrito este señor.
El otro día al entrar a una librería, a comprar libros para mis gorrinillos (4 y 6 años) y ver que había 2 de César Mallorquí no pude evitar llevarlos a casa.
Llevo un mes "Neuromante" pero se me está haciendo muy, muy pesado, y empecé "el viajero perdido" que me duró 3 asaltos.
¡ÚLTIMA HORA!
ResponderEliminarSegún la prensa internacional, Scarlet Johansonn ha sido pillada por los Paparazzi en una habitación de hotel realizando prácticas de bestialismo con un rodaballo.
En una de las fotos tomadas por los paparazzis vemos como ella sale con un vestido de piel de lenguado tumbada en una cama en forma de corazón y en una posición agresiva lanzando sus conocidos "besos de morro" mientras el rodaballo permanece atado a una silla sin dejarle ir en su búsqueda. La imagen es cruel, y se ven los sufrimientos por los que está pasando el pobre rodaballo sin poder acudir a la cama para hacer "el salto del rodaballo".
ResponderEliminarCésar: ¿cuarteto? ¿El orfeón donostiarra? Ni hablar: he sido el primero en defenderla y la reclamo para mí solito.
ResponderEliminarSi no, puestos a compartir, pues compartimos también a la hija de Auster ;)
(Ah, la primavera, que mala es...)
(Por cierto, que se te echó de menos en Soria)
Álex Vidal: organización. Ante todo, organización. Y tú no te preocupes, que entre que ya han metido en la fiesta a la esposa de Brad Pitt, y que tú aportas a la hija de Auster, salimos ya a una y media cada uno.
ResponderEliminar¿Alguna más? Soy de odiar ténue, qué le vamos a hacer...
Y del orfeón Donostiarra ni preocuparse; tengo varios amigos dentro, así que yo me encargo de que se mantengan lejos y cantando a la luz de la luna.
ajajaja
ResponderEliminar2. Está siempre con la boca abierta y los morritos para fuera, como dudando entre hacerte una fellatio o atrapar una mosca en el aire. No sé lo que pensaréis vosotros, pero al verla con esa cara de bobalicona siento el irresistible impulso de correr a la pescadería más cercana para adquirir un rodaballo.
¡Dios, qué increíble!
Me encanta la nueva sección *-* no conocía a la aztriz. Parecía mona en la foto. Soy demasiado joven. xD
a la actriz esta...Scarlett? no la aguanto. Sí, si... No me entrab ganas de ir a comprar un rodaballo pero sí de cogerlo y darla en los morros con ellos. Parece estúpida -no entraré en si verdaderamente lo es-. ¿Por qué la consideran tan buena actriz?
Tutrirturitirituriiiiiii
HE Tardado en volver. Pero aquí estoy, mientras me has deslumbrado con esta nueva entrada.
"Te odio... Miento, te quiero"
ResponderEliminarHe sentido realmente esa frase y me he prometido publicarla si algún día logro acabar de escribir una historia (una asquerosilla aspirante a escritora, sí :P). La línea entre amor y odio es muy fina, porque lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia (confieso que no he leído ninguo de los 26 comentarios, lo siento, si alguien ya le había respondido lo mismo). Sí. Porque desde el momento en el que se odia, se demuestra que esa persona de alguna manera u otra le importa. De lo contrario la saludaría con un simple gesto de cabeza mientras continúa pensando en otras cosas. El odio sigue siendo atención. Atención negativa, pero atención. Ahí lo dejo.
Por cierto, yo también tengo atragantada a Embutidos Johanson, a su pelo frito y a su manía cleptómana de robar el lápiz de labios del Museo Marilyn Monroe. Si quiere ponerla a caldo a gusto y que más gente lo escuche, éste es su sitio www.telodigoportubien.com . Uno de mis blogs preferidos donde además de criticar los generosos y -no se les puede llamar de otra manera- embutidos senos de esta señorita, también critican y no con menos gracia a otro gran número de famosillos.
También, ya que estoy y a falta de una dirección de correo electrónico, me encantaría decirle que las dos novelas suyas que he leído me han encantado. La Catedral consiguió que a un puñado de chavales alérgicos a la lectura de mi colegio les gustara algo que no saliera en una revista (vale, no a todos, pero a algunos nos gustó). Y las Lágrimas de Shiva... Es increíble. Me encanta. No tendré problema en extenderme más en elogios en otra ocasión (de hecho me apetece mucho). Tiene usted un blog muy interesante, intentaré dejarme caer por aquí. Un beso,
Cristina S. Baixauli
me gustaron las entradas de este blog...
ResponderEliminarsaludos
Vaya, no sé si será por estar a régimen, pero tanto leer sobre rodaballos, me ha hecho tener un hambre...
ResponderEliminar;-)
Vaya, me alegra saber que aún queda gente que defiende la anorexia en la que está Halle Berry vista de cerca y odia la perfección de un cuerpo sano y bello que tiene Scarlett. Bravo!
ResponderEliminarGente como tú hace que las niñas pasen hambre sin ser pobres.
Anónimo de las 6:09: ¿Halle Berry anoréxica? ¡¡¡¡¡¡¡ Pero chico (o chica), ¿tú sabes quién es Halle Berry? No, evidentemente no lo sabes.
ResponderEliminar¿Gente como yo hace que las chicas pasen hambre?... Una de dos, o estás de coña o padeces una curiosa variante de anorexia intelectual.
(¡Halle Berry anoréxica!... es para morirse de risa)
¿alguien ha tenido la desgracia de escuchar su horrendo disco en el que destroza las geniales canciones del maestro Tom Waits? ¿y la forma en que desaparece de la pantalla en "Vicky Cristina en Barcelona" cuando aparece Penélope Cruz?
ResponderEliminarJuantxo: cuando escribí esta entrada todavía no conocía la faceta de cantante (?) de Escarlatita. Atroz, tienes razón; igual que la tienes cuando señalas cómo Pe se la come con patatas en la película de Allen.
ResponderEliminarPrimera.-Soy de esas crueles personas que piensan que está gorda.
ResponderEliminarSegunda.-Por eso mismo el rol de sex symbol le va a durar muy poco, ya que va a ponerse como una foca con la edad.
Tercera.-Su cara es vulgar y al lado de actores y actrices como Hugh Hackman o Gwineth Paltrow se queda a la altura del betún.
Cuarta.-Comparto con César que Halle Berry tiene uno de los mejores cuerpos del planeta.
Quinta.-Triunfaría si no se empeñara en ir de la "guapa de la película", ya que como comentaba Álex, no resulta creible, tal vez en otros papeles más normalitos...
Cada vez que mi novio la ve me dan ganas de llorar, la odio mucho, los celos me matan. Quiero que deje de queresela follar,,,,,
ResponderEliminarojojojojojojojojojjoojo
ResponderEliminarme encanta
no podemos estar maaaaaaaaas deacuerdo!
donde mas asco me dio fue en vicky critina barcelona liandose con otra petarda, penelope cruz. que ganas de potar! me gusta tu blog!!
La vagina deprimida: Me encanta tu nick; tanto, que estoy planteándome cambiar mi identidad por "el pene melancólico" o algo así :)
ResponderEliminarEn fin, estamos de acuerdo. Pero donde más me irritó Escarlatina fue en Scoop. No sabes cuánto lamente no tener un rodaballo a mano mientras veía esa película.