Todo el mundo tiene un pasado y yo no iba a ser menos. Mi padre tenía una curiosa costumbre: confeccionaba sus propias felicitaciones de Navidad utilizando fotos que él mismo hacía. Creo que esa práctica comenzó unos años después de que llegáramos a Madrid: es decir, allá por la segunda mitad de los cincuenta. Dado que por aquel entonces yo era un adorable arrapiezo, es normal que mi imagen fuera la que más veces aparecía en esas felicitaciones, aunque también hicieron acto de presencia mis hermanos y otros animales.
La imagen que hay encima de este texto es la felicitación que realizó mi padre para las navidades de 1965, hace la espasmódica friolera de cuarenta y dos años. Por aquella fecha ya se habían producido cuatro películas de James Bond: el Doctor No, Desde Rusia con amor, Goldfinger y Operación Trueno, aunque el texto de la tarjeta hace referencia a la segunda, de 1963. Bien, el caso es que dada mi corta edad (12 años) y el natural ascendente que los progenitores tienen sobre sus hijos, mi padre me convenció de que posara de tal guisa, para solaz de cuantos recibieran la felicitación. Quizá fue la última vez que posé para ese propósito, no estoy seguro; supongo que poco después me convertí en un adolescente granujiento y mi carrera de galán juvenil se fue a hacer gárgaras.
Puede que algún que otro malintencionado merodeador de Babel, al comparar la imagen del mofletudo chavalín de la foto con la de Sean Connery, sienta la tentación de esbozar una sonrisa preñada de sorna o, aún peor, de dejar algún comentario particularmente hiriente al respecto. En tal caso, debo reconocer que, en efecto, el James Bond de la foto es más falso que el orgasmo de una meretriz; sin embargo, y ésta es una advertencia importante, la pistola es una auténtica Luger Parabellum de 9 mm. Lista –palabrita del niño Jesús- para ser disparada.
Pero, en fin, vamos a lo importante. 2007 ha sido un año muy peculiar en mi vida, pues ha contenido lo mejor y lo peor. Me han pasado cosas muy malas, es cierto; pero también es verdad que me han ocurrido otras muy buenas. Entre ellas, entre las chachis, he descubierto que tengo más y mejores amigos de lo que creía. Supongo que soy como los perros: con el tiempo se nos acaba cogiendo cariño. También he descubierto lo sólido y cálido que es el afecto de quienes yo ya sabía que me querían. Quizá por eso, por haber recibido tanto amor -pese a lo raro y borde que soy-, he acabado por volverme tan navideño. En cierto modo me siento como James Stewart en ¡Qué bello es vivir! Este año también es el de la gestación de un nuevo personaje que, espero, muy pronto conoceréis: Carmen Hidalgo. Nacerá el próximo enero.
Y este año que agoniza es también el año durante el que he comprendido finalmente lo mucho que hace por mí La Fraternidad de Babel. Y eso que estuve a punto de cerrarla... Pero no lo hice y, en un momento terrible, escuché vuestras voces electrónicas y vuestras voces fueron un bálsamo. La Fraternidad de Babel no es importante por lo que yo doy, sino por lo que recibo. Os recibo a vosotros, aquí, en mi pixelada casa, y hablamos largo y tendido sobre todo tipo de temas. Sois un maravilloso grupo de amigos fantasmales; a algunos, os conozco en persona; de otros sólo sé sus nombres y lo que ellos me cuentan de sí mismos; y hay otros, finalmente, que son auténticos fantasmas, merodeadores literales, pues pasan por aquí y no suelen decir nada. Pero todos, absolutamente todos, sois un lujazo, un regalo, la sal de la vida,
Por eso, amigos míos, viejos jamelgos, amables merodeadores, os deseo lo mejor para el año que viene. Os deseo que se cumplan todos vuestros deseos, y que siempre tengáis un deseo que cumplir; os deseo paz, amor y sexo bueno y abundante, os deseo silencio y soledad para que podáis disfrutar de vuestra propia compañía, y os deseo la mejor compañía para cuando os canséis de la soledad; os deseo que no se os caiga el pelo ni los senos, os deseo buenas ideas y malas tentaciones, os deseo muchas, muchas, muchas lecturas, y que todos los libros que leáis sean apasionantes; os deseo dinero, al menos el suficiente para que no tengáis que pensar nunca en él; os deseo pecados divertidos y algún que otro vicio inconfesable, o deseo salud, salud a raudales, que vuestra máxima aproximación al mundo médico sea tomar una aspirina; os deseo viajes, países exóticos, vivencias nuevas; os deseo respeto, y honor, y calma; os deseo mentiras bonitas y verdades que parezcan mentiras; os deseo magia, ingenuidad e inocencia; os deseo misterio y asombro, luz y oscuridad.
Os deseo, amigos míos, que viváis cada minuto como si fuera el último, os deseo que tratéis a quienes os quieren como si fuera la última vez que vais a verles, os deseo que disfrutéis cada instante como lo que realmente es: algo único e irrepetible.
Os deseo besos y caricias.
Os deseo felicidad.
La imagen que hay encima de este texto es la felicitación que realizó mi padre para las navidades de 1965, hace la espasmódica friolera de cuarenta y dos años. Por aquella fecha ya se habían producido cuatro películas de James Bond: el Doctor No, Desde Rusia con amor, Goldfinger y Operación Trueno, aunque el texto de la tarjeta hace referencia a la segunda, de 1963. Bien, el caso es que dada mi corta edad (12 años) y el natural ascendente que los progenitores tienen sobre sus hijos, mi padre me convenció de que posara de tal guisa, para solaz de cuantos recibieran la felicitación. Quizá fue la última vez que posé para ese propósito, no estoy seguro; supongo que poco después me convertí en un adolescente granujiento y mi carrera de galán juvenil se fue a hacer gárgaras.
Puede que algún que otro malintencionado merodeador de Babel, al comparar la imagen del mofletudo chavalín de la foto con la de Sean Connery, sienta la tentación de esbozar una sonrisa preñada de sorna o, aún peor, de dejar algún comentario particularmente hiriente al respecto. En tal caso, debo reconocer que, en efecto, el James Bond de la foto es más falso que el orgasmo de una meretriz; sin embargo, y ésta es una advertencia importante, la pistola es una auténtica Luger Parabellum de 9 mm. Lista –palabrita del niño Jesús- para ser disparada.
Pero, en fin, vamos a lo importante. 2007 ha sido un año muy peculiar en mi vida, pues ha contenido lo mejor y lo peor. Me han pasado cosas muy malas, es cierto; pero también es verdad que me han ocurrido otras muy buenas. Entre ellas, entre las chachis, he descubierto que tengo más y mejores amigos de lo que creía. Supongo que soy como los perros: con el tiempo se nos acaba cogiendo cariño. También he descubierto lo sólido y cálido que es el afecto de quienes yo ya sabía que me querían. Quizá por eso, por haber recibido tanto amor -pese a lo raro y borde que soy-, he acabado por volverme tan navideño. En cierto modo me siento como James Stewart en ¡Qué bello es vivir! Este año también es el de la gestación de un nuevo personaje que, espero, muy pronto conoceréis: Carmen Hidalgo. Nacerá el próximo enero.
Y este año que agoniza es también el año durante el que he comprendido finalmente lo mucho que hace por mí La Fraternidad de Babel. Y eso que estuve a punto de cerrarla... Pero no lo hice y, en un momento terrible, escuché vuestras voces electrónicas y vuestras voces fueron un bálsamo. La Fraternidad de Babel no es importante por lo que yo doy, sino por lo que recibo. Os recibo a vosotros, aquí, en mi pixelada casa, y hablamos largo y tendido sobre todo tipo de temas. Sois un maravilloso grupo de amigos fantasmales; a algunos, os conozco en persona; de otros sólo sé sus nombres y lo que ellos me cuentan de sí mismos; y hay otros, finalmente, que son auténticos fantasmas, merodeadores literales, pues pasan por aquí y no suelen decir nada. Pero todos, absolutamente todos, sois un lujazo, un regalo, la sal de la vida,
Por eso, amigos míos, viejos jamelgos, amables merodeadores, os deseo lo mejor para el año que viene. Os deseo que se cumplan todos vuestros deseos, y que siempre tengáis un deseo que cumplir; os deseo paz, amor y sexo bueno y abundante, os deseo silencio y soledad para que podáis disfrutar de vuestra propia compañía, y os deseo la mejor compañía para cuando os canséis de la soledad; os deseo que no se os caiga el pelo ni los senos, os deseo buenas ideas y malas tentaciones, os deseo muchas, muchas, muchas lecturas, y que todos los libros que leáis sean apasionantes; os deseo dinero, al menos el suficiente para que no tengáis que pensar nunca en él; os deseo pecados divertidos y algún que otro vicio inconfesable, o deseo salud, salud a raudales, que vuestra máxima aproximación al mundo médico sea tomar una aspirina; os deseo viajes, países exóticos, vivencias nuevas; os deseo respeto, y honor, y calma; os deseo mentiras bonitas y verdades que parezcan mentiras; os deseo magia, ingenuidad e inocencia; os deseo misterio y asombro, luz y oscuridad.
Os deseo, amigos míos, que viváis cada minuto como si fuera el último, os deseo que tratéis a quienes os quieren como si fuera la última vez que vais a verles, os deseo que disfrutéis cada instante como lo que realmente es: algo único e irrepetible.
Os deseo besos y caricias.
Os deseo felicidad.
Toda la del mundo.
Para siempre.
vaya! Estreno comentarios! Creo que no me había pasado nunca. Gracias por los buenos deseos, César. Y aquí va un "igualmente" bien grande.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bonitas palabras :-------)
ResponderEliminarYo también te deseo un feliz año, cargado de publicaciones, cariño, salud e ilusión.
Un beso muy fuerte!
No queda más que sonreir.
ResponderEliminarTe deseo un Feliz año 2008 cargado de alegría, salud y suerte, y también muchos post para leer este blog todo el año.
ResponderEliminarUn abrazo,
Son tan completos tus deseos que lo único que puedo hacer es desaros, a tí y a todos los merodeadores, la misma suerte y felicidad que nos deseas a todos durante el año que viene y muchos años más.
ResponderEliminarLa felicitación mola, es original. Los recuerdos de la infancia me resultan siempre fascinantes, sean historias o sean felicitaciones o sean canciones, lo que sea.
ResponderEliminarEn cuanto a lo demás, acabas de alegrarme el año nuevo, y eso que normalmente tantos buenos deseos me empalagarían incluso a mí. Y sin embargo, ¿por qué feliz año nuevo? Normalmente no soy tan tiquis, pero en fin, ¿sólo un año? ¿Por qué fecha de caducidad? A la gente que quiero, la quiero feliz para siempre. A la gente que me cae bien o que contribuye a que el mundo en el que vivo sea más agradable, también. Así pues, nada de feliz año nuevo. Feliz vida entera. Un beso,
Cristina
César:
ResponderEliminarSolo decirte que tus comentarios nunca me son indiferentes: con unos estoy de acuerdo y con otros no...pero todos me hacen sentir y eso, en definitiva, es lo importante.
Y esta entrada de hoy me ha hecho sonreir y hasta me emocionó.
Feliz año nuevo. Que haya suerte y se mueran todos los dictadores del mundo, todos los asesinos, todos los violadores... Vaya, ya me estoy poniendo violenta.
Eso, FELIZ AÑO A TODOS VOSOTROS, BABELIANOS.
Feliz 2020, César. Y yo que lo vea.
ResponderEliminarVaya, qué bonita te ha quedado. Fliz año para tí también. Curiosa foto. Qué bien suena todo ... =)
ResponderEliminar¡Feliz año! Que nos sigamos viendo todos por Babel. Besos para ti, César.
ResponderEliminarGracias, César, por todos los deseos, e igualmente para ti. Pero:
ResponderEliminar>Os deseo, amigos míos, que viváis cada minuto como si fuera el último, os deseo que tratéis a quienes os quieren como si fuera la última vez que vais a verles, os deseo que disfrutéis cada instante como lo que realmente es: algo único e irrepetible.
No comparto esa versión del "carpe diem", a la que considero una tergiversación de nuestros tiempos con marcado acento consumista y capitalista. Didfrutemos, sí, pero sin contar los minutos, sin pensar a cada momento en la muerte o la finitud. Soy consciente de que todo esto se acabará algún día, pero ¿puede imaginarse algo más cutre y agobiante que pensar, a las puertas del orgasmo, algo así como "venga, dale, imagínate que éste es el último polvo de tus días sobre la faz de la tierra"?
Y lo que vale para un polvo sirve también para un polvorón.
Tras una felicitación tan bonita y completa, en efecto sólo queda por decir: "Igualmente". :XXX (Besos)
ResponderEliminarOye, qué foto tan genial la de la felicitación. La Luger la había reconocido, a ti también... Y precisamente ahora estamos revisitando las pelis de 007. Las vamos viendo por orden cronólogico y nos vamos por "Sólo se vive dos veces" (67). Es un ejercicio interesante.
Más besos desde el regreso al "mundo real". :XX
¡La vida a bocados! ¡A zampársela! Disfruta, viejo amigo.
ResponderEliminarsi, muy bonitas palabras, deseo lo mismo para todos. Es muy agradecido oir esas palabras.
ResponderEliminarFeliz año nuevo Cesar!
He cometido el error de leer este post a la vez que escuchaba el último corte del último LP (o CD) de Vangelis (El Greco, pero el nuevo, la banda sonora de la peli que veremos pronto)
ResponderEliminarEn fin, el que lo tenga me entenderá.
Yo te deseo lo que más duele cuando se pierde (o eso dicen los que la han perdido): Paz Interior.
Abrazos
Bueno ya ha pasado el pronto y ahora puedo hacerlo. Cesar, teniendo esa pinta era lógico que tu padre te atrezara a lo 007, también era lógico que esa foto fuera para felicitar las pascuas, incluso era lógico que el "letraset" que utilizó para el texto fuera una letra de palo y que en lugar de 007 dijera 0012, pero lo que no me encaja es tanto buen deseo... hay que cagarse en algo Cesar y hay mucho en donde hacerlo . Maldecir reconforta también y patear mentalmente a los cenutrios mucho más, cuando se te oye hacerlo nosotros también disfrutamos, por favor, hazlo y rematarás la cosa como se merece.
ResponderEliminarAbrazo
Hola, soy una chica de 13 años a la que le dijeron que tenia que leer en el instituto el libro de Las Lágrimas de Shiva. Al principio pensé que seria como todos los libros que mandan leer, un aburrimiento. Pero empecé a leerlo y me enganche. Me lo acabe en un día. Es genial la manera que tienes de escribir y esos toques de humor. Es el mejor libro que me han mandado leer, y estos Reyes pediré algún libro tuyo.
ResponderEliminarFeliz Año Nuevo.
Muchas gracias por sus deseos.
ResponderEliminarTal vez soy un merodeador porque no siempre dejo comentario, pero suelo pasar por aquí, por este cálido rincón, desde hace tiempo, donde escucho su charla amable y siempre interesante.
Reciba también mis mejores deseos para usted.
Un abrazo.
Feliz Año Nuevo a ti también, César. Y a todos los que pasáis por la Fraternidad. Los buenos deseos no tienen fecha, pero es bueno que haya una en la que nos pongamos todos algo cursis a la vez, como contrapeso a lo mucho que nos quejamos el resto del año.
ResponderEliminarPoco he pasado por aquí últimamente, he andado muy liado, pero te he leído. Siempre es un placer hacerlo, aunque haya veces que no me dé tiempo a decirlo, así que sigue con el Blog y con tus ganas de expresarte durante muchos años más.
P.D.: Ya leí "La Carretera" (sé que no tiene que ver con el post, pero lo he hecho por cómo la recomendaste), y me ha gustado, mejor que mucho de lo que leo, aunque tampoco me ha maravillado. Seguramente mi capacidad de asombro y maravilla ha menguado mucho con los años. A ver si el nuevo año me trae algo de esto también.
A todos los que habéis contestado deseándome feliz año: muchas gracias y un abrazo tan grande como yo (para quien no me conoce: soy muy grande).
ResponderEliminarMerak: tienes razón, podemos transmitir nuestros buenos deseos a la gente en cualquier momento. Pero no siempre lo hacemos. De hecho, en ciertos casos no lo hacemos nunca. Por eso no me parece mal que haya unos días al año que nos sirvan de recordatorio para esa cuestión. ¿No son necesarios esos días? Quizá, pero tampoco sobran.
Jorge: quizá me he expresado mal, porque no pretendía referirme a la inminencia de la muerte ni nada de eso, sino a la intensidad de los sentimientos y... bueno, al hecho de que muchas veces, pensando que tenemos todo el tiempo del mundo para hacer algo, acabamos no haciéndolo.
Alicia Lidell: La vida a bocados, sí. Disfruta tú también joven amiga.
Marino: ¿He estado un poco baboso? No te preocupes, hombre; ha sido cosa de la Navidad. Pero ahora que las fiestas han pasado, el ácido vuelve a circular por mis venas y pronto me oirás maldecir y me verás patear.
Anónima de las 9:27: Me alegro mucho de que te haya gustado "Las Lágrimas de Shiva". Es una novela por la que siento especial cariño, quizá porque hay mucho de mí en ella.