Recuerdo que cuando hice la mili... ¡Alto, conteneos, no huyáis a toda prisa de este blog, no voy a contaros mi mili, lo juro! Sólo es un breve comentario al respecto, palabrita del niño Jesús. Bien. Recuerdo que cuando hice la mili, muchos de mis compañeros de armas me consideraban un tanto pedante. Descubrir esto me sorprendió, porque soy el tío menos pedante del mundo; de hecho, soy un encanto, pero eso es otra cuestión. El caso es que sí, tenía fama de pedantuelo. ¿Por qué? Por mi forma de hablar. Hablaba demasiado bien, lo cual, a sus ojos, era una muestra de afectación. Me apresuro a aclarar que tanto entonces como ahora procuro expresarme con sencillez, sin rebuscamientos, pero... pero, claro, mi sintaxis está por encima de la media y manejo un vocabulario más amplio de lo normal.
Nada de eso tiene ningún mérito, por supuesto. Hablo bien por dos motivos: porque en mi familia se hablaba bien y porque he leído un güevo (¿veis lo llano que soy?). Dado que en la mayor parte de las familias se habla como el culo de mal, y que la mitad de los españolitos no coge un libro ni para calzar un armario, no es de extrañar que en este país, en general, se hable de pena. De hecho, ¿qué es lo que homogeniza al lenguaje en nuestra sociedad, cuál es el referente lingüístico para los españoles? Los medios de comunicación de masas; y en los medios de comunicación, amigos míos, se habla puñeteramente mal. Ahí encontramos al famoseo cutre de los programas cardiacos, unos botarates incapaces de coordinar tres palabras seguidas, ignaros (qué bonita palabra, ¿verdad?; significa “incultos”) que nos han dejado perlas como el “estar en el candelabro” de la Mazagatos o el “en dos palabra: im-presionate” de Jesulín de Ubrique. Luego tenemos a los periodistas, a quienes, dada su profesión y formación universitaria, se les debería suponer cierto conocimiento del idioma, pero que en realidad se dedican a maltratarlo con un entusiasmo digno de mejor fin. Cuando yo estudiaba periodismo, una encuesta realizada en la facultad reveló que sólo un 20 % de los estudiantes leía el periódico todos los días. ¡Y eran estudiantes de periodismo! En fin, con estos mimbres poco se puede hacer. Por último están los políticos, cuya presencia en los medios es constante.
Hubo una época, en algún momento de la historia, en que ser político era sinónimo de oratoria, de verbo florido y aguzada dialéctica. Aún ahora, cuando alguien expresa bien sus ideas, se le llama “Castelar”. Bueno, pues eso, si no es una leyenda, sucedía hace mucho, mucho, mucho tiempo, porque lo que ahora hacen los políticos de todo signo con el idioma es para cogerlos por las orejas y mandarlos de nuevo a la escuela. ¡Qué panda de burros, coño!
Al parecer, se supone que los políticos deben hablar diferente al resto de los humanos; tienen, por lo visto, la obligación de expresarse de forma encorsetada, con mucha afectación y procurando retorcer el idioma hasta volverlo casi irreconocible, convirtiéndolo en un batiburrillo de frases hechas, patadas a la semántica, incorrecciones sintácticas y ampulosa palabrería vacía. Escuchar a un político es como contemplar a un malabarista al que una y otra vez se le caen todas las bolas al suelo. Se nota que intentan emplear un lenguaje culto y serio, pero lo que en realidad hacen es retorcer absurdamente la sintaxis y emplear culteranismos de forma equivocada. Olvidémonos del “dequeísmo”, que tantos estragos ha hecho, y fijémonos, por ejemplo, en el empleo de la palabra “nivel”, que significa altura o escala, pero que en polihabla se utiliza para todo. Por ejemplo: “A nivel internacional”; ¿que narices tiene que ver la internacionalidad con la escala o la altura? Y lo mismo digo de “a nivel popular”, “a nivel sociológico” y a todos esos niveles que nivelan nuestro nivel político. Habría que hacer una campaña en pro del desnivel.
Pero no voy a redactar un catálogo de incorrecciones lingüísticas políticas, que luego dicen que escribo entradas larguísimas. No obstante, voy a citar dos casos que me irritan sobremanera. Por un lado, Mariano Rajoy, líder del principal partido de la oposición y, según dicen, gran orador. Bueno, vale que en el uso del español existe la costumbre (no aceptada por la Academia) de acabar en “ao”, en vez de en “ado”, los participios; pero es que Rajoy lo hace de forma tan sonora y enfática que, la verdad, suena casi ofensivo. Además, podemos hacer la vista gorda a que lo haga con los participios, pero llamar “Machao” a Antonio Machado es pasarse un pelín.
Por otro lado, tenemos a nuestro presidente de gobierno, don José Luis Rodríguez Zapatero. Últimamente le ha dado por repetir “en lo que representa” hasta la saciedad. Por ejemplo: “... un gran esfuerzo en lo que representa el apoyo a la familia...”, o "el Gobierno no tiene prevista participación alguna en lo que representa el proceso que se vive en Irak" (ambas frases sic). Vamos a ver, ¿es una muletilla estúpida y retorcida o sólo a mí me lo parece? Ese “en lo que representa” me irrita más que el “por consiguiente” de González o el “mireusté” de Aznar, y, además, Zapatero lo emplea como si le dieran un millón de euros cada vez que lo dice. Llevado al lenguaje normal –y no a la polihabla-, daría pie a construir frases como estas: “Cascaré dos huevos, los batiré y los pasaré por la sartén en lo que representa una tortilla” o “Me la cojo con la mano derecha y la sacudo arriba y abajo en lo que representa una paja”. Estoy seguro de que, si alguien hablara así en la vida cotidiana, propios y extraños le tirarían tomates y tartas de merengue para que se callase de una maldita vez. Pero como es un político, y además nuestro presidente, incluso le escuchamos.
Pero se acabó, José Luis, te lo advierto: como sigas empleando el “en lo que representa” incluso para preguntar la hora –“¿podría decirme que hora es en lo que representa un acto de información cronológica?”-, en las siguientes elecciones te va a votar tu tía Federica, porque si insistes en enloquerepresentarme te juro que prefiero darle mi voto a Esperanza Aguirre, que por lo menos tiene un primoroso acento inglés, antes que a ti. En fin, me he pasado, vale, pero es que estoy más que harto de escuchar esa irritante muletilla. ¡No lo soporto más, en lo que representa un acto de desesperación!
Ay, Castelar, ¿dónde estás?...
como no podía ser de otra manera, te comento en clave de sintonía con lo que dices, que has resumido impecablemente la problemática que nos afecta a todos los ciudadanos y a todas las ciudadanas y que o nos mandan ayuda de los colegios, o esto será una catástrofe humanitaria a nivel interplanetario.
ResponderEliminarPodía seguir hasta el infinito y más allá.
Será la moda. Ah, qué tiempos aquellos en los que la oratoria era el camino para conquistar a un auditorio... ¿Dónde quedaron?
ResponderEliminarBueno, yo a los políticos no los escucho. Las mentiras que yo me invento molan más y además no joden a nadie. Panda de embusteros impresentables...
Y yo también he tenido el problema que tú has tenido. Aún lo sigo teniendo. De hecho, de vez en cuando digo la palabra "inconmensurable" para joder un poco (yo la descubrí leyendo Nano y Esmeralda, de Alfredo Gómez Cerdá, uno de los mejores libros de mi infancia). Y sé lo que fastidia. Adecuarse al nivel de la media es horrible, y tan degradante que me da pena el pobre diccionario. ¿Qué le están haciendo a nuestra ilustre lengua castellana?
Pues bien, ahora está de moda una expresión tan fina que incluso a mí se me ha contagiado. "En verdad". Es que suena tan bien que te sabe mal no decirlo en una frase. Mi hermana, recién salida de la universidad y terminando el máster de filología hispánica, me pregunta a mí por qué narices a la gente le ha dado por decir tanto "en verdad". Yo no sé qué decirle, salvo lo que me vino a la cabeza la primera vez que lo oí: "Amén". Porque "En verdad" es de la Biblia. Y quien haya ido un par de veces a misa lo sabe:
"En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso"
Y ahora se usa para todo. Ateos, agnósticos, creyentes y la madre que los trajo a todos, diciendo "en verdad" como quien va a comprar el pan. Como ya he mencionado, hasta a mí se me ha contagiado, no me parece que sea lo peor que se le puede hacer a la lengua. Después de todo, que el nivel estándar es bastante mediocre todos lo sabemos, y para una expresión "culta" que conoce la gente, no le vas a decir que queda como el culo. Pero en verdad cansa oír tanto "en verdad".
Y el caso, es que enseñar un poco de dicción, de elocuencia y mejorar el nivel de expresión no sería tan difícil de enseñar en el colegio. Bastaría añadir una asignatura más de una hora a la semana, creo yo. Y además, el arte de la oratoria es la base de todo debate, así que resultaría una materia muy amena.
Menos chorradas de tutorías y EF que no sirven para nada y más esfuerzo en hablar bien.
Muy buen comentario.
ResponderEliminarUn saludo
A los políticos les falta ritmo, más que debatir parece que hagan un concurso de monólogos.
ResponderEliminarJeje, mas o menos es mi caso, solo que ahora a los que hablamos mejor nos llaman frikis xDDD
ResponderEliminarPedante es algo demasiado rebuscado, por el amor de Dios, me imagino a muy pocos jóvenes usando esa palabra. Donde estén friki y gay, que se aparten toda clase de motes cultos xDD
Son latiguillos, pobres, de los que no pueden desprenderse. ¿O nos hemos olvidado del "porconsiguiente" que, aunque correcto, resultaba más pesado que una tonelada de suegras?
ResponderEliminarRecuérdame la próxima vez que no debo leer tus entradas en clase (mucho menos en clase de lengua, cuando estoy torturando a mis alumnos conjugando verbos y más verbos) porque entonces me aparece la sonrisilla y ya me preguntan que qué estoy viendo en el ordenador del profe.
ResponderEliminar¿Y qué me dices de la última manía estúpida de comenzar los discursos con un infinitivo? "Decir que tenemos que...." "Aclarar que..."
En fin, es que es de las cosas que más del hígado me ponen.
Se trata, al cabo, de evitar los silencios, ya sea a costa de muletillas que no aportan contenido sustantivo a lo que se dice ("lo que representa" es una variante aún más alambicada de "lo que es": "vamos a actuar en todo lo que es el campo de la economía", por ejemplo), o fabricando palabros que no tienen otra virtud que la de ser más largos y retorcidos que la expresión correcta (véase una que se nos ha pegado a todos: "influenciar" por "influir").
ResponderEliminarAsí, terminamos hablando como locutores de televisión (o políticos, para el caso futbolistas) que no se pueden permitir parar un instante para pensar lo que están diciendo.
Con todo, no sé qué es peor: si ese vocabulario grotesco que se va imponiendo, o el tono y la cadencia de los discursos, marcha fúnebre de comunidad de vecinos.
Porque esa es otra: habría que estudiar algún día el influjo mórbido de las declaraciones de futbolistas y entrenadores sobre la consistencia de la masa cerebral del público. Al menos en mi caso, en cuanto un futbolista abre la boca noto cómo se me derraman cuajarones de materia gris por las orejas.
ResponderEliminarPor cierto, Alex Grijelmo tiene un capítulo dedicado en uno de sus libros,al lenguaje de los políticos y explica por qué ese rebuscamiento en cada palara que utilizan, algo que se puede extender a la mayoria de los periodistas. Se trata, dice, de no conformarse con palabras sencillas, es necesario buscar otras más grandes que den una dimensión mayor al proyecto del que estén hablando. Es más impactante decir problemática (que es un adjetivo, y no vale ser usado como nombre, por cierto) que problema. Un problema lo resuelve cualquiera, una problemática requiere un cerebro privilegiado para solucionarla. Conseguir la agilización requiere de más talento que agilizar que eso lo hace mi prima cuando tien prisa. En fin, seguro que todos tenemos mil ejemplos que ilustran esta acertada explicación de Alex, pero lo que a mi más me irrita es la utilización mostrenca de la preposición "desde". Desde la responsabilidad, desde le dolor, desde el respeto...¿es tan caro un diccionaro de usos preposicionales donde no deja lugar a dudas que "desde" sólo ha de usarse referido a tiempo o a lugar?
ResponderEliminarEn otro orden de cosas, es terrible lo mal que escriben los periodistas y los estudiantes de periodismo, sí, pero son unas lumbreras si los comparamos a los ingenieros. Hace poco he tenido que leer varios informes de distintos ingenieros de caminos (por trabajo, no por desviación patológica) y algunos párrafos los he tenido que leer más de cinco veces para entender lo que querían expresar. Otros, ya, los he dado por imposibles y he ido directamente a buscar un árbol donde acabar en paz con mi sufrimiento.
perdón, se me olvidaba añadir un comentario más: tampoco nos pongamos estupendos los que pensamos que tenemos un verbo cálido y fluido, porque el mejor escribano echa un borrón.
ResponderEliminarSin ánimo de ofender, Samuel ha dicho:
ResponderEliminar"...¿es tan caro un diccionaro de usos preposicionales donde no deja lugar a dudas que "desde" sólo ha de usarse referido a tiempo o a lugar? "
Yo creo que el uso de recursos literarios está muy extendido en el habla común. Colocar un "desde" geográfico cuando el contexto no tiene nada de geografía no creo que signifique perjudicar el idioma. Al contrario: lo mejora. Lo mismo que muchos refranes o frases hechas, denostadas tradicionalmente por las gentes "sabias", que representan una riqueza ya marchita.
Por otra parte si no existiesen vulgarismos seguiríamos hablando en latín (pero en latín vulgar, no en el de los libros).
Otra cosa es el lenguaje que emplean nuestros querídos políticos. Y la ortografía de nuestros queridos médicos. Y tantas y tantas cosas...
(Me han dicho que los puntos suspensivos también son vulgares, pero qué le voy a hacer!)
Uy, yo pienso en el pobre "pringao" que escribe los discursos de los políticos. Me lo imagino buscando en el diccionario "palabros" extraños, en vez de conformarse con lo vulgar (y comprensible). Tiene toda la razón Samael: hacerse incomprensible, da puntos. (¡Qué triste!).
ResponderEliminarPero una cosa es ser "retorcidillo" y otra hablar mal.
A mi me ponen más nerviosa los futbolistas, que los políticos, "mire usté". (Como dice A. Romero).
Poner un micro delante a tamaños burros, incultos, gilipollas integrales (porque el sistema de valores que exhiben basado en "mi coche es más caro que el tuyo"), palurdos... Es como dar un atril a lo peorcito de la sociedad.
A veces aparece alguno que es guapo y todo. Entonces le ponen un micro delante y yo grito desde el sofá: "¡¡Por Dios, que se calle. Con lo mono que estaba calladito!!".
Para mí que son peores que los políticos porque dan un peor ejemplo... Pero, claro, será que a mí no me gusta el fútbol.
;-)
Hola ^____________^ ¡Cuánto tiempo!
ResponderEliminarPrecisamente, hoy hemos estado hablando de eso en clase, y todos hemos estado de acuerdo en que cada vez se habla peor, y que los que están delante de las cámaras no dan ningún buen ejemplo, sino todo lo contrario.
La verdad es que en clase muchas veces se escuchan unas burradas... y eso por no sumar los problemas de redacción que suele haber (quitando las faltas ortográficas). Todo ello hace que, a veces, por decir palabras sencillas como ``exasperar´´ ya te miren raro.
Supongo que para solucionar todas estas cosas habría que leer y escribir más...
Un saludo :)
Pero, ¿qué significa "polihabla"? O sea.
ResponderEliminarjeje, razón tienes, y los demás bloggers también.
ResponderEliminarPor cierto, una curiosidad que me llama la atención: ¿esos ejemplos explicativos escatológicos o arrebatos sexuales literarios, no se cómo llamarlo, que introduces en entradas de vez en cuando en medio del texto, tienen alguna razón o significado oculto?jeje.
Saludos!
El otro día en clase escuché preguntar que qué significaba "profuso". Yo uso profuso bastante a menudo. Y preguntan palabras todavía más sencillas.
ResponderEliminarCuando debato en clase (cosa que es a menudo, o lo era :P) se me quedan mirando, algunos con odio y otros en éxtasis. Luego me sonríen y dicen "Jo, Rocío, ¡qué bien hablas...!" Yo más bien pienso "No, qué mal habláis todos..."
Un problema que me revienta mucho es el mal uso del subjuntivo. En el norte es costumbre decir cosas como "Me pidió mi madre que cogería patatas". Es el dolor, porque se habla en subjuntivo demasiado a menudo.
Pero mejor me callo, que por aquí somos laístas y leístas, y aunque me intento moderar, a veces se me escapa xD
Sí, a mí a veces también se me escapa algún laísmo :)
ResponderEliminarY lo del condicional y subjuntivo mezclados tienes razón, sobre todo con el verbo haber:
Por ejemplo:
si hubiera llovido, me hubiera mojado (sería ``habría´´)
Yo creo que el problema es de imposible solución, el idioma es un hectoplasma deformable a capricho de cualquiera. Si hablas mal, las palabras salen, llegan al interlocutor y se convierten en significados, es decir que nadie ni nada impide que lo mal hecho funcione de alguna manera.
ResponderEliminarQuizás una fórmula fuera crear policias del lenguaje, guardias del verbo, vigilantes del habla. Serían autoridades con verdadero poder, capacitados de algún tipo de mecanismo por el que pudieran sancionar a los infractores con multas o sanciones muy dolosas, por ejemplo con enmudecer al infractor por periodos de tiempo que variarían dependiendo de la burrada o estupidez que se hubiera perpetrado.
Puede parecer poco serio, pero imagínense a un locutor que en mitad de su intervención quedara enmudecido... ¿jodido,eh? Pues eso, que "la letra, con sangre entra" y la vida militarizada es vida controlada, no dejemos que continue este desmán para con la amada lengua castellana.
Son malos tiempos en lo que representa la lírica.
ResponderEliminarEl PSOE en general y Felipe González en particular siempre fueron buenos poniendo en circulación ciertas palabras o expresiones -lo que Zapatero hizo con "talante"-. En los ochenta metieron en los medios palabras como "coyuntura" y "coyuntural" -"se trata de una crisis coyuntural", "la coyuntura económica tal y cual"-. Alfonso Guerra popularizó lo de "la catarsis" como sinónimo de que a alguien lo iban a guardar en el armario político. Y la mapa se la llevaba González, que además de -prácticamente- crear el verbo "porconsiguientear", era capaz de introducir expresiones (juro que se lo he oído) como: "Tales afirmaciones son el colmo de la obsolescencia". ¡Toma ya!
ResponderEliminarPor cierto -y yéndome casi a un off topic, perdonad- que, hablando del deterioro del lenguaje y de la formación lingüística, y dado que el PP se rasga las vestiduras con el Informe PISA y el estado de la educación, me comentaba una amiga que el miércoles salió la nueva propuesta de currículo regional de bachillerato en la Región de Murcia, en el que la Lengua va a perder una hora en primero para pasársela a inglés, con lo que los alumnos tendrán (alucinad) DOS HORAS DE RELIGIÓN a la semana, CUATRO de Educación Física y del resto de optativas, pero TRES DE LENGUA ESPAÑOLA. ¡Toma informe PISA!
Se diría que el eslogan pepero es: "¿Quieres mejorar en el informe Pisa? Pues empieza yendo a misa"
¿De dónde te has sacado, dilecto hermano, que las pajas solo se hacen con la mano derecha? ¿Una muestra más de tu radicalismo ideológico?
ResponderEliminarPor lo demás, excelente entrada. Tambien yo -y mi hija- hemos sido tildados, en su momento, de redichos.
Y un cariñoso pescozón a la RAE y a su laxa aceptación de todo tipo de "neovocablos".
Bueno, tampoco es para tanto lo de que quiten una hora de castellano. Yo hago tres horas de castellano, tres de catalán y tres también de inglés y ha sido así toda la vida.
ResponderEliminarY hablando de mi castellano... yo considero que lo escribo bastante bien, y que lo hablo de lujo, si tenemos en cuenta que mi idioma es el catalán. Estudio y pienso en catalán, peeero, seguramente me exprese mejor en castellano, menos para cagarme en todo, para eso es infinitamente mejor el mallorquín (sí, es solo un dialecto del catalán, pero suena diferente, mas grave y rudo ^^).Casi todo lo que leo es en castellano lo que ayuda. Y mi madre sí que es castellana, así que también voy bien servido de refranes jeje.
Creo que lo de "el colmo de la obsolescencia" no era Felipe, sino Pedrito Ruiz imitando a Felipe.
ResponderEliminarEs posible. Al final los recuerdos se mezclan. ¿Quién fue el Aznar real, Aznar o el guiñol del Plus? Ahora mismo, en mi memoria, son indistinguibles.
ResponderEliminarSon latiguillos, pobres, de los que no pueden desprenderse. ¿O nos hemos olvidado del "porconsiguiente" que, aunque correcto, resultaba más pesado que una tonelada de suegras?
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