Hace poco, les recomendé a mi hijo Óscar y a su novia Bea (ambos de 21 años) tres películas clásicas: El Padrino I, El Padrino II y Al final de la escalera. De hecho, les dejé los DVD’s para que las vieran. Y las vieron. Y no les gustaron. Menuda plancha, pensé, porque yo les había hablado maravillas de esas películas; ¿acaso soy de una generación tan distinta?, me pregunté. Pues sí, me respondí; soy de una generación muy distinta, y no tanto por mis gustos como por mi acceso a esos gustos. Me explicaré.
Digamos que yo empecé a ir solo (sin mis padres) al cine a partir de mediados de los 60. En aquella época existía la posibilidad de contemplar en pantalla grande no sólo películas recientes, sino también clásicos; sobre todo, es cierto, clásicos norteamericanos. Veréis, por aquel entonces había en Madrid –y supongo que en toda España- tres tipos de salas cinematográficas. Estaban los cines de estreno, que eran más o menos lo mismo que son ahora. Después teníamos los cines de reestreno, más baratos, donde se proyectaban las películas que hasta poco antes habían ocupado las carteleras de los cines de estreno. Y finalmente estaban los cines de barrio, de programa doble, donde podían proyectar literalmente cualquier cosa.
Yo, como todos los chavales de mi edad, solíamos acudir a los cines de barrio porque eran los más baratos (la entrada costaba entre 1’50 y cinco pesetas) y porque ponían dos películas seguidas. Es cierto que la programación solía ser horrible (recuerdo un pseudo Superman japonés que todavía me pone los pelos de punta), pero entre Santo, el enmascarado de plata, o Maciste el coloso, podía caerte Ciudadano Kane, La diligencia o King Kong. En aquellos cines de barrio no existía ningún criterio de programación; compraban paquetes a las distribuidoras y lo exhibían todo, sin orden ni concierto. Así pues, ir a uno de esos cines era como una ruleta rusa donde podías tragarte una infame serie Z inmediatamente seguida de una obra maestra. Eso sí, las copias siempre estaban en un estado infecto; pero éramos jóvenes y eso no nos importaba.
Luego teníamos la televisión, que era en blanco y negro, y su programación se nutría, sobre todo, de películas en blanco y negro. Ahí, en la caja tonta, vi lo mejor de John Ford, lo mejor de Capra, lo mejor de Hawks, lo mejor de Sturges, lo mejor de Walsh, gran parte de John Huston, casi todo Welles, casi todo Wilder, gran parte de Hitchcock, mucho de Wellman, mucho de Hathaway, mucho de Wyler... en fin, casi todo el cine clásico norteamericano. Y también bastante cine italiano y, en menor medida, francés. Y todo eso lo vi antes de cumplir los 18 años. Por ejemplo, ¿sabéis cuáles eran mis películas favoritas en 1966, cuando tenía trece años de edad?: King Kong, de 1933, Beau Geste, de 1939, y Los viajes de Sullivan, de 1941.
Y es que, por aquel entonces, para mí el cine no tenía fecha de caducidad, ni importaba lo más mínimo que fuera en color o en blanco y negro. Todo era cine; lo único importante era si me gustaba o no. Y disfrutaba igual con el sobrio y clásico estilo de Howard Hawks que con la más sincopada dirección de, por ejemplo, un Peckinpah. Estaba abierto a todo porque había “mamado” de todo.
Más tarde, la TV pública (la única que había) comenzó a emitir interesantísimos ciclos de cine. Recuerdo dos dedicados al western, otros dos al thriller, uno a la ciencia ficción, otro al neorrealismo italiano, u otros enteramente consagrados a Hitchcock, a Preston Sturges o a Billy Wilder. Pero no sólo la TV programaba ciclos; a finales de los 60 y comienzos de los 70, algunas salas cinematográficas exhibieron, y con cierto éxito, ciclos dedicados a determinados directores o géneros. Ciclos, por ejemplo, donde descubrí a ese genio insuperable que fue Buster Keaton, o donde contemplé la etapa inglesa de Hitchcock... De vez en cuando, además, se volvían a estrenar con todos los honores películas que habían tenido en su momento una gran acogida; por ejemplo, Lawrence de Arabia o 2001: Una odisea del espacio.
Pues bien, nada de eso existe ya. Los cines de barrio pasaron a mejor vida, la TV en abierto sólo emite películas en color y lo más recientes posible, se acabaron los ciclos, las salas cinematográficas no proyectan más que películas actuales, sean lo que sean. ¿Y qué pasa en los videoclubs? Pues sí, en algunos hay algo de cine clásico acumulando polvo en los estantes... Es decir, en una época en la que más que nunca se tiene acceso a la producción audiovisual y a la reproducción casera de la misma, las nuevas generaciones están más alejadas que nunca del cine clásico en su conjunto. O, dicho de otra forma, las nuevas generaciones son profundamente incultas en lo que respecta al séptimo arte.
Óscar y Bea son un par de jóvenes inteligentes y sensibles; entonces, ¿por qué no les gustaron dos obras maestras indiscutibles como El Padrino I y II? Pues porque no están habituados a ese tipo de narrativa. Ellos han nacido en el seno de la cultura MTV, donde el ritmo de las imágenes es pura histeria visual, una cultura donde todo es más rápido que el pensamiento. Están acostumbrados a directores como Tony Scott y su cámara epiléptica o Baz Luhrmann (a-ver-cuántos-planos-me-caben-en-diez-segundos-de-montaje). En el cine que conocen no suele haber puesta en escena, sino una especie de malabarismo del montaje que por lo general sólo sirve para ocultar los errores y las carencias de directores que, precisamente, lo ignoran todo sobre la puesta en escena. Así pues, no es de extrañar que les parezca lento y aburrido el cadencioso clasicismo de Coppola, ni que les haga bostezar una película tan sobrecogedora como Al final de la escalera, pues para percibir su extraordinaria calidad hace falta verla con calma, empapándose poco a poco de su malsano ambiente.
Mi hijo Óscar, por ejemplo, se niega a ver películas en blanco y negro, o anteriores a digamos los años 90. En realidad, carece de cultura cinematográfica. Pero no es su culpa... La verdad es que es culpa mía; debería haberle mostrado en su momento la maravilla del cine clásico, pero no lo hice. Porque no caí en ello. A mí nadie, ningún adulto, me abrió las puertas de ese cine; pero es que no hacía falta, pues el cine clásico “estaba en el aire”. El problema es que hoy ya no está en ninguna parte, salvo en remotos canales digitales que nadie, salvo los dinosaurios, visitan.
Alto, ¿no será eso? ¿No será que estoy hablando como el maldito carroza que soy? Pues no, amigos míos, lo niego: el cine clásico es clásico porque es intemporal y puede gustar a cualquiera en cualquier momento. Además, en cierta ocasión tuve la oportunidad de demostrarlo. Hace cuatro o cinco años, tuve que dar una charla en el colegio de mis hijos sobre el humor. Ilustrando la charla debía llevar la escena de alguna película, pero ¿cuál? ¿Qué fragmento de comedia podía gustarle a chavales de tercero y cuarto de la ESO? Tomé una decisión arriesgada; di la charla, que trataba sobre todo acerca del humor en literatura, y luego, cuando acabé, les dije que iba a poner en el video una secuencia de una película en blanco y negro producida en 1935. Como era de esperar, todo el mundo protestó. Les dije que, si al cabo de un par de minutos se aburrían, la quitaba. Y conecté el vídeo.
Era la secuencia del camarote de Una noche en la ópera, de los hermanos Marx. Al principio, los chavales cuchicheaban, distraídos; al poco, comenzaron las carcajadas y a los tres minutos tuve que subir el sonido porque el estruendo de las risas hacía inaudibles los diálogos. Cuando acabó la secuencia y corté la película, todos insistieron en verla completa. Les había encantado. Esos chicos detestaban el blanco y negro, lo desconocían todo acerca de los ochenta o noventa primeros años de la historia del cine, y la anticuada dirección de Sam Wood les parecía marciana, pero el talento de los hermanos Marx está más allá del tiempo y de las modas, así que les conquistó por completo. Eso es lo bueno del cine clásico: no hace falta explicarlo, basta con verlo de la forma adecuada.
En resumen: hoy en día, las nuevas generaciones están totalmente alejadas del cine clásico. Lo desdeñan, no porque no les guste o pueda gustarles, sino porque no lo conocen. Me parece injusto; injusto para ellos, porque al no poner a su alcance ese maravilloso patrimonio artístico, se les priva de un inmenso placer. A veces me pregunto por qué, si en los colegios se estudia literatura, no se estudia también cinematografía. Acto seguido me respondo, claro, que sería una auténtica cagada conseguir que a los chavales se les exigiese aprender de memoria las películas de John Ford o la historia del expresionismo alemán. No, esa no es la solución. Pero, ¿por qué no hacer algo mucho más sencillo, barato y, a la larga, eficiente? ¿Por qué no incluir en el plan de estudios una sesión semanal de cine? Cada semana, los alumnos de todos los colegios e institutos de España estarían obligados a ver en el aula una película clásica. En total, unas 35 películas al año. Sólo verlas, sin trabajos ni deberes adicionales. Bien elegidas, esas 35 películas podrían crear entre los chavales verdadera afición por el cine clásico; o cuando menos, quitarles el miedo a verlo. ¿No os parece?
Estoy casi convencido de que ningún político merodea por Babel, pero si por ventura pasara por aquí alguno con acceso a la ministra de educación de turno (últimamente suelen ser mujeres), le agradecería que le pasara la sugerencia. Aunque, bueno, quién sabe, quizá Mercedes Cabrera sea adicta a este blog... En tal caso, Mercedes, guapa, ¿por qué no te lanzas y te pones de lleno con eso de la película clásica semanal? Di que es idea tuya; quedarás bien, saldrás en los papeles y en la tele, y no te costará un duro. Además, aunque ya sé que eso no importa mucho, probablemente sería una medida eficaz...
Alto, un momento... ¿no oís algo así como un eco?... De repente, no sé por qué, me ha dado la sensación de estar hablando solo...
¿Por qué no incluir en el plan de estudios una sesión semanal de cine?
ResponderEliminarSemanal, no, pero mensualmente nos llevaban a los chavales de segundo ciclo de EGB de los colegios de mi pueblo, Cerdanyola del Vallès, a una sesión de cine en el Ateneu. Películas clásicas y algunos éxitos más modernos (para la época), con una clase teórica sobre cine, donde aprendíamos los diferentes planos, picados, contrapicados, montaje, principales corrientes.
Si se podía hace... ¡guau!, hace 24 años, ¿por qué no ahora? Joder, si se podría pedir a los niños "me bajáis de la mula Una noche en la ópera y me traéis la semana que viene un resumen y unas palabras sobre los mecanismos del humor". Si por tecnología no será...
Yo tenía un profe de ética en 2º o 3º de BUP que nos ponía cosas como Blade Runner, Coma, Sin novedad en el frente o cualquiera que pudiese ilustrar los conceptos que nos enseñaba y al día siguiente había expliación-coloquio. Supongo que no habrá muchos de esos. Por lo demás me parece que lo que mata la curiosidad de los chavales es el exceso de estímulos. Yo la verdad es que desde que salió esto del burrillo me he visto muchas películas que había perdido ya toda esperanza de encontrar. Y ahora más que nunca tienen todo el cine del mundo a mano. Habría que interesarlos de alguna manera.
ResponderEliminarNo sé, César, yo tengo 23 años y he mamado la misma cultura de videoclip lisérgico, planos hiberbólicos, todo multiplicado, rápido, generalmente sin sustancia... Quizá sólo sea una cuestión de interés, o, como dices, de empezar desde el nacimiento (de todos modos yo me recuerdo muy paleto cinematográficamente hablando, ahora ya menos). Debo decirte que me encanta el cine clásico. No estás solo. Haces eco y sonrisa en algunas personas, créeme. Por cada película mala que veo ahora descubro cinco buenas de hace cincuenta, sesenta, setenta años.
ResponderEliminarCircunstancias de la vida, tras escribir mucho, me han llevado a estudiar guión en una escuela de cine; y eso que has mencionado sobre la instauración de la cinematografía como asignatura es una cosa que me interesa bastante. Hace poco discutía con unos amigos sobre las diferencias supuestamente culturales y los baremos de calidad del cine francés y el patrio, y ese tema, precisamente, salió a colación con bastante virulencia. En Francia los estudiantes tienen el cine como una asignatura capital en su programa de estudios, respetan su cinematografía y le dan el mismo valor que nosotros le damos a un Goya, la estudian, sus facultades de cine son el equivalente a las pocas escuelas privadas que tenemos aquí. En fin, que el cine es considerado tan importante como otras materias de calado más clásico, tales como literatura, pintura... Aquí en España nos echamos las manos a la cabeza con nuestro público y nuestra cinematografía, buscando una supuesta solución a la evolución desclasada e industrialmente raquítica (que por otro lado es bastante desconocida, ha habido de todo, y también bueno, más allá de los titanes citados en el Cahiers). Pero la verdad es que yo pienso que tenemos el cine, la cultura y el público que nos merecemos. En una cosa tan básica como la educación cinematográfica, estamos verdes. Lo que allí pasa por ser una necesidad y una preocupación desde la juventud de los chavales, aquí se tacha de elitismo, culturetismo y carne de intelectual.
Palomitas, carcajada vacía y "polla", que eso nos mola mucho. Pues así seguiremos, digo yo.
Cambian los métodos de acceso a la cultura, pero se puede conseguir ver más cine clásico y con más facilidad ahora que hace diez, veinte, años, solo hay que acceder a él, tener interés. Ahí esta la dificultad de este fin de siglo y comienzo del nuevo, la saturación de oferta. Sin una guía, o un interés desmesurado y un buen olfato, es muy difícil separar el polvo de la paja.
ResponderEliminarYo también he pensado, a veces, que las nuevas generaciones aprenden otros códigos visuales, hay nuevas formas de narrar agazapadas entre mucha paja insustancial. Mi conclusión personal va un poco en lo que apuntas, los clásicos lo son por qué, a pesar de nuevas formas, de modas, de estilos, siguen llegando con igual fuerza al espectador. Algunos, incluso, logran hasta nuevas lecturas adaptadas a los tiempos.
Yo lo hice el año pasado. Los miércoles por la tarde, asistencia voluntaria: Con faldas y a lo loco, El Padrino, En busca del Arca Perdida, La Gran Evasión...
ResponderEliminarDe un colegio de ochocientos, iban doce o quince. Siempre los mismos.
Y alguna vez me dijeron ellos mismos: "Esas pelis antiguas que tú pones..., ¿podemos traer nosotros una de coches de carreras?".
Descorazonador. Y eso que les gustaba el ciclo.
Este año no he seguido.
RM
Yo tengo 25, y si es cierto que también me considero carente de cultura cinematográfica, más que nada por exceso de intereses que obligan a discriminar sobre las opciones para ocupar el escaso tiempo disponible, no le hago ascos a los "clásicos". De hecho, los Padridos (I y II) están en lugar preferente. También los clásicos de "guerra", que marcaron bastante mi niñez, cuando los sábados y domingos por la tarde iba a casa de mi abuela. "Los cañones de nabarone", "El nido de las águilas", "Los doce del patíbulo", ... El otro día me baje de la mula "La Princesa Prometida", un cuento que me encanta.
ResponderEliminar¡Pero César! ¿Entonces hemos coincidido en las salas Alphaville durante el ciclo de Buster Keaton? ¡No me lo puedo creer!
ResponderEliminarYo era un preadolescente bobón pero bien aconsejado por mi tío, que ejerció como tal y me llevaba todas las semanas a ver una película del ciclo.
Al principio iba un poco por seguir la corriente a mi tío, pero luego ¡me lo pasaba teta! Quien no conozca a B.K. ya tarda en ir al videoclub más cercano (o a la mula).
Respecto a tus hijos su actitud en relación al cine. A mi me gustan las buenas historias y me da igual cómo estén contadas: si con planos largos, cortos, con o sin efectos especiales, en color o B/N...
ResponderEliminarEs cierto que hubo una época en la que yo era un poco pejiguera y exigía al cine no sólo que contara historias, sino que lo hiciera con su propio lenguaje, y que no me presentara simples novelas filmadas o teatro filmado. Por ejemplo, me molestaba el exceso de diálogos; yo pensaba que una buena peli debía contar mediante imágenes, una buena obra de teatro mediante el trabajo de actores y una novela mediante diálogos.
En ese sentido, películas míticas para mi fueron "2001" y "En busca del fuego". Y también "Cuando le llegó su hora", un espagueti de Sergio Leone que tiene una larga escena inicial (lentísima según el estándar de tus hijos) que es una maravilla: todo imagen, ni un solo diálogo, planos eternos y, sin embargo, transmite más información y emoción que muchas películas enteras actuales.
Pero si hasta se hacen remakes plano a plano de cosas como Psicosis, po Dió. Esta sociedad está muy enferma. :D
ResponderEliminarFelicidades atrasadas.
ResponderEliminarMadre mía, cuánto tiempo. No sé que ha pasado, pero bueno. Aquí estoy, leyendo sobre el cine. Depende de qué peliculas. Hace dos semanas vimos Quo Vadis, y mira, casi que para eso me quedo en casa. A principio de curso vimos Y entonces llego ella, y al ser moderna, pues gustó.
Porcierto, tengo q cmentar obligada, que vi esos dos capitulos de house dos semanas antes por internt, y lo cojonudo, es qu fue sin querer, pensando q me lopedi en a tv, aique tuveq callarmeduante dos semanas,pensando es, que fueron los dos mejores de las 4 temporadas. Increíbles.
ResponderEliminarMartina, mi hija de siete meses, no sabe la bendita lo que le espera. Tengo programado que así alcance la edad adecuada le haré ver todo el cine clásico que esté a mi alcance, y además subtitulado, que es como en casa se ve el cine. Mi cultura cinematográfica también debe su origen a los cines de barrio. Pero también recuerdo haber visto un gran número de clásicos en aquel entrañable programa de televisión llamado SÁBADO CINE. Los sábados eran el día más feliz de la semana, y seguíamos todo un ritual que empezaba con mi madre bañándonos a mis hermanas y a mí en un rudimentario barreño en el que, mal que bien, cogíamos. Luego venía la cena que consistía, las más de las veces, en un bocadillo de tortilla que engullíamos envelesados delante de la televisión mientras comenzaba la película de rigor en el mencionado programa.
ResponderEliminarYo estoy contigo. Creo que a los jóvenes no toleran el ritmo sosegado que requiere una historia. Su educación es inminentemenet televisiva, más visual que narrativa, la televisión del zaping, etcétera. Mucho me temo eso también acabará repercutiendo en la literatura y al hábito de lectura.
Discrepo en eso de que los jóvenes no tenemos a nuestro alcance la cultura cinematográfica. Tengo 18 años y he visto cantidad de películas en blanco y negro (lo de cine clásico no me gusta como término antiguo; para mí, "El Señor de los Anillos" es un clásico y la estrenaron en el siglo XXI). Tenemos Internet y en las bibliotecas públicas suele haber una sección de películas.
ResponderEliminarLo que pasa es que hay tal cantidad de oferta de ocio actualmente que la gente se va más para otros entretenimientos. Pero a los que nos gusta el cine, sabemos aprovechar nuestras oportunidades.
¿Cómo es posible que no les gustara "El Padrino"? O_o
Nada de adiós, menos mal que nos queda el cine clásico, los temibles burlones, los hombres tranquilos, los que pudieron reinar, las noches en la ópera, las sopas de ganso, los quintetos de la muerte, los pasaportes para Pimplico, las ancianitas envenenadoras, marlene dietrich, músicos travestis, parejas de perros y leopardos, sabios distraídos, señoritas consentidas, Lubicht, el capítan Butler y hasta el capitán Ahab.
ResponderEliminarRecuerda, César, cuando a mediados de los 70 se estrenó sorprendentemente una película en blanco y negro que consiguió el mayor éxito de la temporada. Se titulaba en Jovencito Frankenstein.
Álex Vidal: Pues eso que hacían en tu colegio estaba de puta madre. Seguro que ya no lo hacen.
ResponderEliminarJosé Antonio del Valle: En efecto, ahora tenemos todo el cine clásico del mundo (o casi) a nuestra disposición. El problema es que está en el almacén, pero no en el escaparate.
M: Evidentemente siempre hay excepciones. Tú, al igual que otros merodeadores jóvenes, amáis al cine clásico; pero sois una minoría. En cuanto a Francia y su cine, son un ejemplo a seguir, la prueba de que se puede luchar contra la pesada maquinaria hollywoodense. Pero ellos tienen una industria cinematográfica muy potente y han sabido ganarse a su público. En España... bueno, qué te voy a contar.
Edu: En efecto, en gran medida el problema viene del exceso de oferta, pero también de lo injustamente canalizada que está esa oferta. Si muy pocos ven el cine clásico norteamericano, ni te cuento lo que pasa con el europeo.
Y tienes razón, claro que entre tanta paja hay nuevas y valiosas formas de narrar. No estoy diciendo que el "clasicismo" sea lo único bueno, ni mucho menos. Además, lo clásico, antes de serlo, muchas veces ha sido innovador (Welles, por ejemplo). En la entrada hablo de Tony Scott y tildo despectivamente de "epiléptico" a su estilo de dirección. Porque es gratuito, porque no aporta nada a la narrativa y lo único que hace es simular modernez. Sin embargo, Paul Greengrass da una lección de "cámara loca" y montaje sincopado en esa pequeña obra maestra que es "El ultimatum Burne".
RM: El problema es que tu magnífica iniciativa era eso, la iniciativa de una sola persona luchando contra el estatismo de nuestras instituciones. Lo que tú llevaste adelante, porque eres un buen profesor, debería ser algo general amparado por el Ministerio, el gobierno autonómico o quien sea que deba amparar las buenas ideas.
Carlos: cuando hablo de "incultura cinematográfica" no me refiero a saber más o menos de cine, sino a la cantidad y variedad de cine que se ha visto. Como le decía a M, eres una excepción.
Manuel: ¿El ciclo era en los Alphaville?... Yo creo que lo vi en otro cine, uno de los de "arte y ensayo", pero no recuerdo cuál (a alguna de las sesiones fui con mi hermano mayor; quizá Big Brother se acuerde). Puede que programaran el ciclo dos veces en locales distintos (yo lo vi a comienzos de los 70).
José Antonio del Valle: hacer un remake de Psicosis ya me parece una insensatez. Pero hacerlo idéntico plano por plano, añadiendo sólo el color y peores interpretaciones me parece una soplapollez. Supongo que Gus Van Sant quería ser como Pierre Menard escribiendo El Quijote, pero le faltó Borges.
Yepetta: Hola, belleza. ¿Qué tal los exámenes? Seguro que bien. Mira, no todo el cine antiguo es clásico ni bueno. Antes se hacían muchas malas películas, como ahora, y Quo Vadis, hija mía, es un tostón ahora exactamente igual que lo fue en su momento. Pero seguro que te gustaría, por ejemplo, una pequeña y muy desconocida maravilla que se llamaba "Los 5000 dedos del Dr. T" (estrenada el año que yo nací). Digo esa porque me acabo de acordar de ella, pero seguro que hay cientos de clásicos que te gustarían. Por cierto, creía que no te gustaba House...
Arcadio: tu mención al viejo SÁBADO CINE casi me hace llorar... Sí, yo también creo que es el ritmo visual lo que más bloquea a los jóvenes a la hora de ver cine clásico.
Artemisa: oye, que yo no he dicho que el cine clásico no esté disponible para los jóvenes. Lo está y más que nunca, por supuesto. Pero, como le decía a José Antonio, el problema ese que ese cine está en el "almacén" y no tiene exposición pública.
Ya sé que el término "clasico" no es del todo adecuado, pero sirve para entendernos. Cambiarlo por "blanco y negro" no me vale, porque también me refiero a muchísimas películas en color (de los años cincuenta, por ejemplo). Y sí, supongo que se trata de un problema de oferta.
Estoy de acuerdo contigo: me resulta imposible entender que a alguien no le guste "El Padrino"...
Alicia Lidell: En un solo párrafo has conseguido ofrecer una deliciosa y evocadora imagen del gran cine clásico. ¡Bravo! Me han entrado unas ganas enormes de ir corriendo al DVD y ponerme a ver "La fiera de mi niña", por ejemplo. Sin duda, el paisaje que has descrito es el País de las Maravillas.
Sí, es cierto lo del Jovencito Frankenstein... pero entonces no había MTV.
Hola ^^
ResponderEliminarYo tengo 17 años y me gustan las películas en blanco y negro sin son de misterio. Un ejemplo es Alarma en el Expreso, de Hitchcock una de mis películas favoritas :)
Sinceramente: ¡Menos mal que nos queda la mula! ¡Ah! ¡Y no nos olvidemos de los coleccionables de los periódicos!
ResponderEliminarSin ellos sí que sería cuasi imposible acceder al cine "clásico" (o cómo lo queráis llamar).
Imaginaos... peregrinando por los video clubs o las Fnacs en busca de "La Princesa Prometida", "Los cañones de Navarone" o "El mago de Oz".
Alabados sean la Mula y los coleccionables de la prensa. ;-)
Debía yo de tener unos dieciocho o veinte años. Hace pues, ¡ay!, mucho. Tanto que, para mí, una película hecha en los años veinte del siglo pasado era tan "antigua" como lo sería hoy para un chaval de ahora. El tiempo, cuando es tan lejano, iguala la perspectiva.
ResponderEliminarNo sé porqué me metí, yo sólo, a ver en un cine de la calle Fuencarral de Madrid una antigualla del cine mudo de la que no tenía más referencia de que estaba dirigida y protagonizada por un cómico de la misma época que Chaplin. Estoy hablando, claro, de "El maquinista de la General".
Salí del cine levitando a un palmo del suelo. Todavía hoy, tantas y tantas películas después, me emociono recordando aquel descubrimiento.
¿Falta de cultura cinemátografica en los de hoy?. No creo. Yo tampoco, entonces la tenía. ¿Falta de sensibilidad?. Toda. La misma que hace que la gran música clásica, o la gran pintura, o la gran arquitectura, o la gran literatura, o, o, o, les resulte igualmente lejana e inaprensible. Pero no acepto que esas carencias nos sean imputables a los que quisieran tutelarles pero son alejados de la tarea por su indiferencia.
¿El calentamiento del clima?: todo un problema. ¿El enfriamiento intelectual?: otro, y no menor.
Es un tema que he discutido con algún compañero y llegamos a las mismas conclusiones que tú:
ResponderEliminarlos adolescentes de la ESO desconocen por completo el cine clásico.
Sin embargo, este colega, el curso pasado proyectó (entre otras)en un curso una película de Charlot y las carcajadas se escucharon en todo el Instituto.
Yo me limité a hacerles visionar pasajes escogidos de 2001 y todavía algunos alumnos me lo recuerdan (esa peli tan mala que nos pusiste, esa del espacio, los monos,la luna...).
MI parecer es que en la Educación Obligatoria los alumnos deberían poder ver esas películas que no van a ver en otro sitio. NO porque sean de Arte y Ensayo, sino porque de puro clásicas ya no se proyectan en ninguna parte. Mudas, en Blanco y Negro, en color... una selección de obras escogidas que todo ciudadano medianamente "culto" haya vistop al menos una ve, aunque no les gustara. Una programación de mínimos ¿qué películas, qué directores, debería de conocer una persona cuando acabe la escolarización obligatoria a los 16 años?Buscar esos mínimos (con buen margen de flexibilidad) y empezar a proyectar desde los doce a los dieciseis.
El problema, como siempre, es que este tipo de iniciativas caen dentro del más puro voluntarismo del profesor de turno. En el momento que deja el Centro, se le quitan las ganas o tiene otras cosa mejores que hacer en su tiempo libre, el tingaldo se cae. Debería estar inserto dentro de toda la programación de Ciclo y contar con el apoyo de todos los docentes (entre otras cosas porque no se puede parar una película a la mitad porque se me acaba la hora y seguirla la semana que viene...)
saludos...
Sí, tengo que aclarar una cosilla sobre house :) en efecto, no me gustaba. Pero un día, de vacaciones (creo que era un puente) me puse a ver uno en serio, no me etere de mucho por los terminos, la verdad, pero aun asi me quede pillada. Total, que de internet, me los empece a bajar, y en un mes me vi todas las temporads. Loca. Ya. :) Ei grcias por la recomendacion de la peli, la voy buscar ^^
ResponderEliminarLos exámenes.... Acabo mañana, todo bastante bien, con un 10 de media en Literatura ^^ (y sin mbargo, haciendo lo imposible por aprobar matemáticas xDDD)
Por supuesto es una estupenda idea. Olvidar el cine clásico es tan grave como obviar la novela del XIX (o casi). Saludos.
ResponderEliminarComo han comentado por aquí, yo también tuve la suerte de tener un profesor motivado y con ganas de descubrirnos cosas...teníamos 12, 13 años y él siempre estaba dispuesto a recomendarnos libros, películas...Parte de lo que soy hoy es gracias a él.
ResponderEliminarAdemás de este profesor, mi tío favorito, que casualmente también se hizo profesor después también estaba en mi vida para llevarme de la mano en el mundo del buen cine y la buena música...
Yo adoro El Padrino...pero mucho más libro que películas (aunque ví las películas antes que leer el libro)..he leído todo Puzo, pero nada como aquel primer Padrino...
Me parece una excelente idea. A veces, en casa, obligo a la familia a ver una película clásica, superando la correspondiente ración de quejas, claro. Los Hermanos Marx no fallan nunca. Tampoco Frank Capra. Y esa deliciosa y extraña película titulada "El increíble Harvey". Ahora bien, cuando propuse la primera versión de "King Kong", antes de ir al cine a ver la última, la verdad es que los efectos especiales no impresionaban a nadie. Es cierto que los jóvenes no quieren ver películas en blanco y negro y que todo lo que no parezca un video-clip les parece lento. Apoyo la idea de la película semanal en el colegio, pero como asignatura obligatoria, claro.
ResponderEliminarSaludos
Hombre... yo no creo que "los padrinos" sean cine clásico en el sentido del cine mudo... No es un cine radicalmente distinto del mejor cine que se hace ahora. Quiero decir, que los Scorsesse, Spielberg, Coppola, Kubrick, etc, fueron los que crearon el cine tal como se produce ahora mismo (incluido el cine-espectáculo). Si a alguien no le gusta "El Padrino" (¿cómo es posible?) es debido a que probablemente, no le guste el buen cine. El de cualquier época. Con perdón.
ResponderEliminarYo tengo 24 años y también me gusta el cine clásico. Y también opino que por ser clásico puede gustar a cualquiera.
ResponderEliminarUna tarde estábamos en mi casa con mis amigos pensando en ver una peli y no sabíamos qué queríamos ver. Nos oyó mi padre y nos dijo: Os pongo Ciudadano Kane.
No sé muy bien cómo accedimos y nos encantó a todos. Y a mí, como digo, me gusta el cine clásico, pero a algunos de mis amigos no.
Así que, como dices, es cuestión de intentarlo ;)
Tiene ud. razón: hoy se han perdido las claves narrativas que permiten disfrutar del gran cine anterior a los años 70. Es una lástima, pero es inevitable: unas pocas películas se salvarán del olvido y seguirán siendo vistas -aunque sea en dvd- por la "inmensa minoría".
ResponderEliminarEl resto, una enorme cantidad de películas geniales que, sin embargo, no quedarán en el mínimo cánon de los elegidos, serán olvidados por completos, pasto de tesis doctorales, eruditos y especialistas.
Lo mismo que con el resto de las artes -empezando por la literatura- no se vaya usted a creer.
A mí El padrino me ha gustado (la vi hace un par de semanas).
ResponderEliminarTengo que ponerme a ver cine, porque a ver qué mierda de realizadora voy a ser siendo una inculta :P
Me ha encantado leer tu escrito.
ResponderEliminarHa conseguido entenderme a mí mismo y dejar de verme como un ser rarito cuando voy escarbando en las estanterías de las tiendas en busca de pelis antiguas de calidad, de mis actores o directores admirados, que es imposible ir a ver salvo cuando algún cineclub lo programa o si los de tv de pago lo ofrecen (qué castaña de oferta).
Como treintañero que soy, tengo la sensación de que tengo una enorme laguna sobre cine clásico y que necesito conocer esas obras igual que necesito leer algunos libros para entender mi civilización.
Un saludo desde Zaragoza.
Fco.
si demasiado cierto por que cada vez la tecnologia avanza y entonces todo revoluciona y queda en la historia
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