Supongo que vosotros, igual que yo, tenéis una serie de escritores, aquellos a los que leísteis durante vuestra infancia y primera juventud, cuyo recuerdo os resulta particularmente entrañable. Cada cual tendrá su lista particular y yo no os voy a enumerar la mía, pero sí parte de ella: Julio Verne, H. G. Wells, Robert Louis Stevenson, Mark Twain, Arthur Conan Doyle, Jack London, Alejandro Dumas, Emilio Salgari, James Oliver Curwood... en fin, los clásicos de la novela de aventuras. Pues bien, hace tiempo se me ocurrió (creo que lo mencioné en Babel) escribir una serie de novelas juveniles “al estilo de” esos autores.
Cuando digo “al estilo de” no me refiero a copiar la prosa de esos autores, sino a imitar y reproducir el espíritu de sus novelas o, al menos, de sus obras más conocidas. Si digo Stevenson, todos pensamos en aventuras marinas, piratas y tesoros; si menciono a Doyle, evocamos historias detectivescas en la Inglaterra victoriana o valles llenos de dinosaurios; citando a Dumas nos vienen a la cabeza relatos de capa y espada, y si hablamos de Curwood pensamos en animales salvajes y naturaleza. Cada uno de esos autores tiene un mundo propio y mi idea era explorar esos mundos con nuevas historias.
Pero, claro, hipotecar mi futuro comprometiéndome con una editorial a escribir un montón de novelas “al estilo de” se me antojaba deprimente, así que pensé en compartir la labor con otros. Le propuse la idea a varios escritores amigos y sólo les convenció a un par de ellos, así que archivé el proyecto en el limbo de las ideas inútiles y me olvidé del asunto. Aunque, la verdad, no me olvidé del todo, porque ese proyecto tenía una razón de ser: me apetecía escribir una novela “al estilo de” cierto autor en concreto: Julio Verne. No tenía ninguna historia en mente, sólo la evocación del mundo verniano, pero no dejaba de darle vueltas al asunto.
Veréis, creo que, junto con Richmal Crompton, Verne fue el primer escritor al que me hice adicto. Lo leí siendo muy joven, a los nueve o diez años, y no sólo me apasionó, sino que además contribuyó a forjar mi percepción de la realidad. De algún modo, tenía la impresión de que el mundo, más allá de España, era tal y como lo describía Verne, un universo lleno de calamares gigantes, volcanes, inmensas cavernas, globos aerostáticos, rayos verdes o islas misteriosas. A esa visión de las cosas se sumaron otros dos factores: por un lado, una colección de cromos de Nestlé llamada “Las maravillas del universo”; no la completé yo, sino alguno de mis hermanos mayores, pero de pequeño me pasaba horas contemplando aquellos cromos decididamente vernianos. Por otro lado, también me hice adicto a las historietas de Tintín, el comic más verniano que pueda concebirse (por mucho que Hergé asegurara no haberse inspirado nunca en Verne).
El caso es que Verne dejó una gran impronta en mí, e incluso ahora, cuando pienso en lugares remotos, o voy a ellos (como mi reciente viaje a Laponia), no puedo evitar evocar 20.000 leguas de viaje submarino, La esfinge de los hielos o Los hijos del capitán Grant. Así que no tiene nada de raro mi deseo de escribir un pastiche verniano, pero hay otra razón. Verne es de esos escritores que son mejores en el recuerdo que en la relectura. Su estilo está muy anticuado; al contrario que su rival Wells, Verne ha envejecido mal. He vuelto a echarle una hojeada a Viaje al centro de la Tierra y a la historia del capitán Nemo y, la verdad, el estilo impostado y un tanto grandilocuente resulta bastante desmotivador para el coñazo de adulto en que me he convertido. De pequeño no le daba importancia, pero ahora me echa un poco p’atrás, lo reconozco. Por tanto, si quiero volver a leer a Verne, eliminando lo que no me gusta y abundando en lo que me gusta, no me queda más remedio que escribir yo mismo la novela. Es decir, escribiré un pastiche de Verne para volver a leer a Verne. Absurdo, ¿verdad?
En cualquier caso, el universo verniano, el núcleo básico de su narrativa, sigue tan vivo ahora como hace cien años. Recientemente coordiné un especial de la Revista de Literatura dedicado al género de aventuras y le pedí a cada uno de los colaboradores que elaborara una lista con sus diez novelas de aventuras preferidas; pues bien, el autor más veces citado fue Julio Verne. Por otro lado, ¿acaso Perdidos no es una serie de TV absolutamente verniana, heredera directa de La isla misteriosa?
Como comentaba el otro día, tras finalizar El juego de los herejes me quedé un tanto agilipollado. Tenía previsto ponerme con la tercera entrega de Jaime Mercader, pero al posponerla para el año que viene, me encontré con que no tenía ningún argumento desarrollado. Durante algo más de un mes le he estado dando vueltas a tres ideas distintas; incluso comencé a escribir una, pero a las pocas líneas la abandoné (señal inequívoca de que la cosa no estaba madura). Al final, ha ganado el pastiche verniano; supongo que era lo que más me apetecía escribir. Estará ambientado en el periodo de entreguerras, en 1920, en Madrid, Inglaterra y los mares del norte; y, por supuesto, habrá volcanes, islas, globos y viajes al fin del mundo conocido. Ahora ando con la documentación previa y, a decir verdad, cada vez tengo más ganas de comenzar a escribir.
¿Ganas de trabajar? ¿Yo?
¿Estaré enfermo?...
Pues me acuerdo de aquella idea, yo propuse hacer algo sobre Karl may, que fue uno de mis escritores fetiches. En cualquier caso Verne tb fue para mi crucial, mis primeras lecturas realmente de ciencia ficción. No se si has leido Antihielo de Stephen Baxter, logra recrear ese mismo tipo de novela verniana, llegando incluso a ser arcaica para lectores adultos (tratándose de una imitación claro y no una novela de la época). Creo que es lo más parecido que he encontrado a Verne-
ResponderEliminarMazarbul
Las novelas de Julio Verne fueron un icono de mi infancia, y el Capitán Nemo mi héroe absoluto.
ResponderEliminarFue una afición que heredé de mi padre, al que le encantaba la obra de Verne. Recuerdo que en casa había una edición de "El Nautilus" (creo que de Editorial Molino) con una ilustración de un pulpo gigante en la portada que a mí me daba auténtico pánico...
Yo, tanto a Verne como a Salgari los lei (y disfrute) en sus versiones de clasicos ilustdos y desde entonces les tengo mucho cariño (aunque nunca me he animado a leer sus relatos)
ResponderEliminarSi quieres ver una historia muy Verneana, te recomiendo Nadia: El misterio de la piedra azul.
Es una serie japonesa que se apropia de muchas de sus ideas, pero que en nungun momento oculta sus inspiraciones (hasta aparecen el Capitan Nemo y el Nautilus)
Los niños protagonistas son un tanto cargantes, pero la serie es muy recomendable.
Yo sigo considerando " 20000 leguas" como una de las mejores novelas que he tenido el placer de disfrutar en mi vida... Y leída con el bagaje de un adulto, no es solo una magnífica obra de aventuras y un ejemplo soberbio de verdadera Ciencia Ficción, es que, además, configura una de las más brillantes metáforas de la compulsión humana hacia una vida ultranatural que jamás se hallan concebido en la historia de la imaginación humana. Y, sinceramente, creo que está magníficamente escrita ( a mí, al menos, me gustaban hasta las tan denostadas enumeraciones de especies marinas). Además, tiene " peripecias" brillantes: El accidente submarino del polo sur - leñe, a mi me sigue poniendo los pelos de punta ( si no esa parte no es pura ciencia ficción...); las ruinas atlantes iluminadas por un volcan submarino bajo la luz lunar descendiendo en haces refractados sobre la profundidad oceánica; ese extraño terrorista adelantado a su tiempo - ese bin laden, en realidad- que es Nemo, desgranando su corazón reventado sobre un piano cuyas notas y melodia suavizan, hasta hacerlas desvanecerse, las densas profundidades submarinas... En fin, que a mi me parece una obra inmortal.... Un abrazo de Victorderqui.
ResponderEliminarSi hay un mes adecuado para ponerse a trabajar en una novela "al estilo de" Verne... ese mes es Julio (así, con mayúscula, para que se entienda bien la tontuna)
ResponderEliminarYo también me leí en su momento gran parte de la obra de V. y, probablemente, en los mismos libros que César. Disfruté tanto con ellos que nunca he querido releerlos por miedo a la decepción. En cualquier caso me sigue pareciendo mucho más romántico el viaje a la luna dentro de un proyectil lanzado por un cañón monstruosamente enorme que en uno de los sofisticados artilugios de la NASA, aunque en la solución propuesta por el escritor francés los ocupantes del "vehículo" se hubieran quedado hechos papilla al dispararse el mismo: tropecientas Gs actuando sobre ellos. Pobrecitos.
Je, je, precisamente acabo de terminar "La red Indra" de Juan Miguel Aguilera, que casualmente concluye con un homenaje de lo más sentido a Julio Verne. Parece que hay toda una generación de autores a los que impresionó, a Dios gracias.
ResponderEliminarPues espero que disfrutes escribiéndola y quedes satisfecho con el resultado. Tiene una pinta estupenda ^_^
ResponderEliminar¿Habrá cameos? Una de las cosas que más me gustan de estos pastiches es que siempre hay alguna aparición sorpresa de héroes o villanos de la literatura "pulp" o personajes históricos.
ResponderEliminar¡Un saludo y suerte con la nueva novela!
Comparto tu admiración por Verne. Yo era un fan absoluto y un friki total. Tanto, que por mucho tiempo mis novelas favoritas fueron de JV. En concreto, como novela corta "Los caprichos del Dr. Ox" (¡divertidísima!) y como larga "Hector Servadac" (temo que esta última haya envejecido muuyyy mal...)
ResponderEliminarMe parece estupendísimo que te metas de lleno en el "steampunk" y, más aún, si vas de homenaje a Verne.
Si se aceptan sugerencias a estas alturas del proceso de creación, yo metería algún cachivache extravagante, tipo un ordenador a vapor, o máquinas de cifrado ultrasecretas (en esos tiempos salió la patente de "Enigma"); algo que pudiera funcionar con la tecnología de la época (con alguna ayudita...), pero que fuera reconocible para los chavales móbil-adictos de hoy.
¡Buena suerte! ¡Ah! y mantennos informados, porfa.
Espero que te salga una novela verniana excelente, la verdad es que parecía que el público lo tenía un poco olvidado, a mí siempre me gustó más que Wells que está tan de moda, aunque reconozco que Verne tenía una prosa y unos personajes un poco planos.Se me había pasado por la cabeza una idea con un joven Verne en plena guerra de Crimea, con Richard F. Burton, Tolstoi,Florecence nightingale y algún inventor chiflado, pero no se si debo o puedo escribirla. Soy un aficionado en pañales.
ResponderEliminarSin embargo, creo que volvemos al tema de siempre: La capacidad para la fascinación. Y es que Verne lo hacía como nadie, por cierto, ¿Cual es tu novela favorita de Verne?
Y ,como no, recuerdo a Stevenson con la lagrima por la mejilla, que tardes de aventuras!!
Un saludo, César.
En la línea que ha abierto un comentarista, si se admiten cameos yo sugeriría la aparición estelar de Alfred Wegener (y ya puestos, de Groenlandia) en esa historia. Este hombre tuvo una vida verneriana en algunos aspectos, o eso a mi me parece a veces
ResponderEliminarAquí un enlace a su apasionante vida:
http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0378-18442006000700013&lng=es&nrm=iso
que para más comodidad se puede visualizar y descargar en pdf aquí mismo:
http://www.interciencia.org/v31_07/536.pdf )
saludos (y cuando puedas ¿nos podrías obsequiar con alguna primicia de este proyecto verneriano?)
Ni de cria ni ahora me ha gustado Verne, creo que por los personajes. No tengo un libro de Verne a mano para poneros ejemplos, pero recuerdo que los personajes me parecieron mortalmente aburridos y planos, y no consegui empatizar con ellos, por tanto no me importaba la historia, y el estilo era tan enrevesado que (puede que me falle la memoria, disculpadme) gastaba palabras para luego no venir a decir nada.
ResponderEliminarJulio Verne y Emilio Salgari... ah, qué tiempos. Qué no daría yo por conservar mi colección de aquellos libros. Se llamaba "aventuras", creo, y recuerdo que cada cuatro páginas de lectura, había dos dibujadas, estilo comic, con los dialogos en bocadillos y la narración en bloques muy ordenaditos en las viñetas.
ResponderEliminarPara compensar, también me leí los vomitivos "cinco" de Enid Blyton (sí, amigos, la colección completa), yo creo que porque estaba enamorado de uno de sus personajes: Tim, el perro. Imprescindible poner un perro, César, no lo olvides.
José Antonio del Valle: Es que Juanmi es un fan confeso de Verne. Y sí, supongo que hay no sólo una, sino muchas generaciones influidas por don Julio.
ResponderEliminarAnónimo de las 4:40 & JP: Pues, la verdad, no había pensado en incluir cameos. Mi novela se desarrollará en 1920, quince años después de la muerte de Verne, así que estará un tanto alejada del mundo decimonónico del francés. No obstante, ¿por qué no? Me parece interesante, JP, utilizar a Wegener, entre otras cosas porque vivió mucho tiempo en Groenlandia, muy cerca de donde se desarrollará la segunda parte de la novela, pero también porque me permitiría introducir unos de esos discursetes científicos que tanto caracterizan a Verne. No sé cómo voy a hacerlo, pero ese cameo resulta interesante. Gracias por la sugerencia. Y ya puestos, teniendo en cuenta que parte de la acción de la novela tendrá lugar en el sur de Inglaterra, ¿por qué no introducir también a Conan Doyle, que vivía precisamente por ahí? Ya veremos.
En cualquier caso, sí habrá constantes referencias más o menos veladas a Verne y su obra. Estoy empezando y ya he incluido seis o siete...
Manuel: No se tratará exactamente de steampunk, pues, como decía antes, el argumento se desarrolla en 1920. Habrá, eso sí, tecnología punta de la época (por ejemplo, un barco con motores diesel), pero no artefactos extraños... hasta el final, cuando entre en escena el elemento fantástico de la trama.
Juan: Creo que Wells ha envejecido mejor que Verne y que, desde el punto de vista de la ciencia ficción, fue mucho más lejos que el francés. No obstante, como escritor de aventuras Verne le superaba ampliamente. ¿Mi novela verniana favorita? Creo que "Viaje al centro de la Tierra", pero seguida muy de cerca por "20.000 leguas de viaje submarino" y "La isla misteriosa". Y le tengo un gran cariño a "Los hijos del capitán Grant".
En cuanto a Stevenson... bueno, eso ya son palabras mayores. Me considero absolutamente incapaz de escribir una novela decente "al estilo" Stevenson. Era un escritor demasiado bueno y uno de los mejores narradores de todos los tiempos.
JP: Pues mira, voy a hacer una cosa: cuando acabe el primer capítulo de la novela lo colgaré en el blog. Eso tendrá que ser en agosto, porque me voy el sábado de vacaciones.
Artemisa: No hay nada malo en que no te guste Verne, pero... ¡Hereje, a la hoguera contigo! Es broma, es broma.
Samael: Yo también recuerdo esa colección; incluso creo que me prestaste algún título cuando éramos mozalbetes. Y también leí a "los cinco", porque me los regalaron; pero no me gustaron un pelo. Esos niños tan buenos y educados me repateaban el hígado, sobre todo al compararlos con mi admirado Guillermo Brown. La verdad es que le cogí mucha manía a Enid Blyton (luego me enteré de que era filo nazi); no obstante, y en tu honor, habrá en mi novela un perro llamado Tim. Pero será un poderoso labrador, y no la mierda de perro que a buen seguro era el Tim de Blyton.
Lo de enid blyton filonazi me ha tocado. me ha dejado de piedra.mazarbul
ResponderEliminarPues que lo sepas, César, esperaremos "con ansia viva" el primer capítulo de tu nueva aventura verniana. Y también nos gustará morirnos de envidia cuando nos cuentes a dónde te largas de vacaciones, ¡maldito! ;)
ResponderEliminar¡Un saludo!
Ximo