Ya está en las librerías, recién salida de la imprenta. Me refiero a mi última novela, El juego de los herejes, y sí, amigos míos, este post es pura y dura autopromoción.
El juego de los herejes (Espasa, 2010) es un thriller, la segunda novela protagonizada por la detective Carmen Hidalgo (la primera fue El juego de Caín, publicada también por Espasa en 2008). Pero antes de hablar de ella, permitidme comentar un poco el origen del personaje, aunque sólo sea por matar el tiempo y rellenar espacio. Veréis, una de las características de la literatura detectivesca, desde su mismo nacimiento, es la búsqueda de originalidad en la personalidad del investigador protagonista. Ya el mismísimo Sherlock Holmes, probablemente el personaje más germinal de la historia del género, proponía un modelo humano insólito; pero los investigadores que le siguieron no se quedaron atrás, desgranándose en una pléyade de personajes con personalidades muy marcadas y, por lo general, inusuales, cuando no abiertamente extravagantes. El obeso y agorofóbico Nero Wolfe, el pedante Philo Vance, el bonachón padre Brown, el exótico Charlie Chan, el irritante Hércules Poirot, el burgués Maigret, el irónico y solitario Marlowe, el violento Hammer, el falsamente despistado Colombo, el gris Wallender... la lista es enorme. Tenemos detectives que son monjes, o ancianitas, o robots, o autistas, o vampiros, o legionarios romanos, o filósofos griegos, o casi cualquier cosa que nos podamos imaginar. Quizá el último gran personaje de esa estirpe sea esa hacker disfuncional y asocial que es Lisbeth Salander, la excelente creación de Stieg Larsson, de la que hablaré largo y tendido en otra ocasión.
Pues bien, hará más o menos una década, me planteé crear mi propio modelo de detective. De entrada, debo confesar que no me atraen los héroes cargados de testosterona que lo resuelven todo a hostias y tiros, así que desde el principio tenía claro que iba a ser una mujer. Durante un tiempo le anduve dando vueltas al personaje de una mujer de clase media-baja, muy joven, casada con un policía (no un inspector, sino un vulgar agente uniformado), cuya principal característica consistía en ser una superdotada intelectual que no había podido desarrollar plenamente sus capacidades a causa de su humilde procedencia. Por aquel entonces ya se llamaba Carmen. En el argumento que desarrollé (mentalmente), Carmen descubría que estaba embarazada y se planteaba comprar un piso más grande, pero no tenía dinero. A través de su marido, se enteraba de que una ricachona ofrecía una sustanciosa recompensa a quien le informara sobre el paradero de su hija desaparecida. Como la pasta le venía muy bien, Carmen se ponía a investigar el caso junto con una vecina amiga suya -una maruja almodovariana- y un primo de ésta, sicario de los narcos gallegos.
Ni siquiera comencé a escribir esa novela. La historia que había imaginado se me antojaba demasiado melodramática y el personaje central resultaba un poco soso. Además, la relación entre Carmen y su vecina no era más que una versión lumpen (y barata) del clásico binomio Holmes-Watson. Así que me olvidé del asunto. Pero al cabo de unos años, a causa de una propuesta editorial (luego fallida), retomé el proyecto.
Del material que había elaborado sólo me interesaba que el personaje central fuese una mujer de clase media-media o media-baja, pero el resto no valía para nada. O casi. Porque si bien aquella Carmen inicial carecía de una personalidad carismática, había otro personaje que sí apuntaba buenas maneras: su vecina. Pero yo no quería que mi protagonista fuese una maruja... Entonces se me ocurrió algo: ¿qué pasaría si mezcláramos a Almodóvar con Raymond Chandler? Y así, de pronto, surgió Carmen Hidalgo.
Carmen, una mujer de clase media-media, ni guapa ni fea, tiene 35 años y estudió Derecho, aunque practicó poco tiempo esa profesión, pues se casó muy joven con Gonzalo, un ex-policía que montó, y puso a su nombre, una pequeña agencia de detectives, y que luego la engañó, estafó y abandonó. Así que Carmen se vio obligada a sacar adelante un negocio cargado de deudas junto con el que luego será su socio, un ex-ladrón de unos 60 años llamado Hermenegildo Astray, también conocido como Hermes entre sus amigos y como Dosdedos por el mundo del hampa. Carmen vive sola, tiene un concepto entre escéptico y filosófico de la existencia, y hace gala de un irónico sentido del humor. Esa es su parte chandleriana. Y luego está la faceta almodovariana: su familia. Porque Carmen tiene una familia enorme, desmesurada: ocho hermanos, dieciséis tíos, tropecientos primos, cuñados, sobrinos... un grupo de gente bastante folclórico, como por ejemplo su madre, doña Gloria, una mujer entrometida y mandona de la que Carmen procura mantenerse lo más alejada posible.
Dada la magnitud de su familia, Carmen suele recurrir a ella cuando necesita colaboradores para su agencia. Uno de esos colaboradores es su prima Violeta, una hacker felizmente instalada en la obesidad mórbida, o su cuñado Santiago, un técnico de Telefónica que, por un módico precio, se compromete a “pinchar” cualquier teléfono. Y es que Carmen no es una detective sofisticada, ni una superdotada intelectual; es una mujer normal y corriente que logra resolver los casos a base de tesón, sentido común y alguna que otra chapuza.
En las historias de Carmen Hidalgo -narradas en primera persona por la irónica voz de la protagonista- la intriga detectivesca se mezcla con las relaciones entre los diferentes personajes, sobre todo los pertenecientes a la familia de la investigadora. Pero aún falta el último componente del cóctel. Carmen, como he dicho, es una mujer normal que ni maneja armas de fuego ni tiene la más remota idea de pelear, de modo que de vez en cuando tiene que recurrir a los servicios de un guardaespaldas llamado Ángel. En realidad, Ángel es un asesino a sueldo esquizofrénico que le profesa a Carmen un fidelidad perruna, un sicario sin apellidos ni pasado al que se le va la olla con frecuencia y que mata con alegre naturalidad. De hecho, una de las mayores preocupaciones de Carmen es evitar que Ángel vaya cargándose gente a su alrededor. Y aquí sucede algo curioso: Ángel es un tipo de edad indefinida, mediana estatura, menudo, casi frágil, con la piel tan pálida que deja traslucir el entramado de las venas; lleva el pelo peinado con gomina hacia atrás, tiene los ojos de un gris desvaído, una mirada extraviada que nunca parpadea y habla con voz muy suave, de niño pequeño. Cuando diseñé el personaje me propuse que fuera un tipo grimoso; y creo que lo conseguí: Ángel da grima. Sin embargo, es uno de los personajes más celebrados entre aquellos que han leído las novelas. Qué cosas...
En fin, la primera novela de Carmen Hidalgo fue El juego de Caín. El título hace referencia a un par de aspectos del argumento; por un lado el mundo del fútbol (un juego) y por otro... bueno, a algo que no debo revelar para no chafar el desenlace. Ahora, la segunda novela se llama El juego de los herejes. ¿Por qué insisto en el “juego”? Pues porque ambas novelas son en realidad un doble juego: un juego deductivo que invita la lector a intentar adelantarse a la detective en la resolución del caso y un juego moral que propone un dilema ético: ¿qué harías tú en el lugar de la protagonista? Pero hay algo más. ¿Conocéis un juego llamado “Mariembad”? Da igual, es un juego tramposo porque, si los dos contrincantes saben jugar bien, el que sale siempre pierde. Pues eso le pasa a mi detective: se enfrenta a poderes muy superiores a ella (el poder económico, el poder religioso, el poder político, la policía, el crimen organizado...) y Carmen sólo es la humilde propietaria de una minúscula agencia de detectives, de modo que es imposible que salga victoriosa. Aunque resuelva el caso, no logrará hacer justicia. Aunque gane, perderá. A fin de cuentas, a eso jugamos todos, ¿no?
Bueno, terminamos por hoy. En la próxima entrada comentaré un poco más El juego de los herejes. ¿Que me estoy poniendo pesadito con mi novela? Puede, pero, como el blog es mío, os jorobáis.
Jo, ya era hora. :-)
ResponderEliminarMe muero de ganas por ir a España y comprarla. Es más, creo que se la voy a encargar expresamente a mi familia para no quedarme sin. Volveré el mes que viene, no te tuve por Navidad -los Reyes prefirieron regalarme el último de Allende porque no saben los títulos que tengo tuyos- y tengo hambre de historias nuevas tuyas. Espero tenerla pronto en mis manos! Adoro a Carmen. Un beso,
ResponderEliminarCristina
P.D.: Ángel mola mucho, pero siento decirte que hay muchos personajes cortados del mismo patrón: asesino malo maloso que protege a la prota a toda costa. La diferencia es que tu prota no se enamora de él y que está un poco mal de la cabeza el pobre. Pero me gusta su modo de pensar. Y... SPOILER DE "EL JUEGO DE CAÍN" debiócargarseamuller FIN DEL SPOILER DE "EL JUEGO DE CAÍN"
¡Gracias por avisar! Yo también quiero comprármela ^^
ResponderEliminar¿Podrías avisar también cuando salga la novela basada en el mundo de Umbría? ¡Gracias! ^_^
En la pila está "El Juego de Caín", esperando un hueco...
ResponderEliminarQue menos que nos tengas informados de tus novedades editoriales en tu blog!!!!
¿qué me das si no publico en un tu blog un pequeño epítome de la novela desvelando toda la trama y por ende haciendo que pierda gran parte de su interés, lo cual iría en contra de tus intereses? ¿eh? ¿eh?
ResponderEliminarMe lo voy a pedir de regalo de cumpleaños, que hay ganas de saber de Carmen :D
ResponderEliminarHola Cesar, hace mucho que no escribía por aquí, pero sigo pasándome por esta fraternidad masónica, jeje. Solo decirte que mi blog ha quedado finalista para un premio de blogs de creación literaria y que mis múltiples lecturas por aquí han sido de ayuda,:-)
ResponderEliminarEnterado del nuevo libro!, yo el primero me lo leí en un pis pas, a ver este, a ver… jeje, ajam con los juegos…
un saludo
¡Bieeeen!
ResponderEliminarY bueno, te dejamos que hagas autobombo porque te queremos y tal. Y porque ¡Ángel es un personaje con mucho más carisma que Carmen!
(¿Es esquizofrénico? Yo pensaba que era un psicópata) :P
Hola¡
ResponderEliminarPermiteme presentarme soy Fernanda, administradora de un directorio de blogs y webs, visité tu blog y está genial, me encantaría contar con tu blog en mi sitio web y así mis visitas puedan visitarlo tambien.
Si estas de acuerdo no dudes en escribirme
Exitos con tu blog.
Un cordial saludo
Fernanda Fernandez.
maferfpor@hotmail.com
Sea cual sea la trama, ya sea absurda o real, bien sea fantástica o costumbrista...¡Por favor sigue dandolé vida a Carmen Hidalgo!, Ahora cada vez que oigo hablar de unos "Manolos" ya no sólo pienso en Carrie Bradshow sinó que se aprece en primer lugar una mujer con un par de kilos de más llamada Carmen.
ResponderEliminarJosé Luis: Carmen y yo te damos las gracias por tus amables palabras :)
ResponderEliminar¡¡¡Hola!!!
ResponderEliminarHoy he acabado de leer esta magníca historia. Decirle que me ha encantado y el próximo libro que voy a leer va a ser "El juego de Caín"
¡¡¡Carmen Hidalgo es la mejor!!!
Un saludo desde Barcelona.
Góticaoscura: Me alegro de que Carmen te haya caído bien ; es una de mis mejores amigas :)
ResponderEliminarEl juego de los herejes ?
ResponderEliminarHola César, soy mexicana, abogada y acabo de devorarme tu novela. ¡Qué me ha fascinado!
ResponderEliminarSalió en 2010, pero apenas me estoy enterando siquiera que existes tú y por supuesto ese personaje tan singular de tu pluma, Carmen Hidalgo.
Un sólo pequeño detalle no me ha gustado, pues siento que tu investigación la hiciste con mucho rigor para que estés también como Dan Brown diciendo que fue Constantino y no TEODOSIO quien oficializó la religión católica. En fin, me seguiré devorando tus libros... un placer saludos desde el otro lado del océano Atlántico.
Hola César, soy mexicana y abogada. Me he devorado tu novela, ¡Qué me ha fascinado! Son dos años después que salió al aire, pero apenas me he enterado siquiera que existes tú y ese personaje tan singular de tu pluma, Carmen Hidalgo. Un sólo detalle le cambiaría para que no te parezcas a Dan Brown, por favor todo parece indicar que has hecho una investigación rigurosa para que escribas que Constantino y no TEODOSIO fue quien oficializó la religión católica. Pregunta a un historiador, pues creo que es IMPORTANTE que hagas algo al respecto. Saludos desde el otro lado del oceáno Atlántico y ¡FELICIDADES1 ¡Qué me ha encantado descubrirte!
ResponderEliminarMaría Eugenia: No recuerdo dónde pongo en la novela que Constantino fue quiien declaró el cristianismo religión oficial del imperio, pero ha sido un error, en efecto. Aunque un error no tan grande como parece. En efecto, Teodosio oficializó "de derecho" la religión cristiana mediante el Edicto de Tesalónica en 380.
ResponderEliminarNo obstante, Constantino fue quien permitió el libre culto cristiano mediante el Edicto de Milán de 313. Pero en cierto modo fue casi una oficialización, porque a partir de ese momento la religión cristiana gozó de una serie de prebendas y beneficios negados al resto de las confesiones.
Y lo más importante: Constantino promovió, y condujo, el Concilio de Nicea (325), que conformó la, por así decirlo, "línea oficial" del cristianismo, que entonces sólo era un amasijo de sectas, muchas de ellas enfrentadas doctrinalmente.
En cualquier caso, tienes razón; si digo en el texto que Constantino declaró al cristianismo religión oficial del imperio, es un error (pero no por seguir a Dan Brown, porque no le he leído). Lo buscaré y lo subsanaré en la siguiente edición.
Muchas gracias por advertirme de ese fallo. Me alegro mucho de que, por lo demás, te haya gustado mi novela. Un abrazo.