Un enclave tutelado por César Mallorquí, el Abominable Hombre de las Letras, en colaboración con la Sociedad de Amigos del Movimiento Perpetuo. Si no te interesa la literatura, el cine, el comic, los enigmas, el juego y, en general, las cosas inútiles, aparta tus sucias manos de este blog.
jueves, septiembre 1
Insomnio
El otro día, en el talk show Real Time with Bill Maher, de HBO (Canal + Extra), Maher le preguntó a uno de sus invitados, un astrofísico, sobre la muy probable cancelación por falta de fondos del telescopio espacial James Webb (JWST), sucesor del Hubble, que la NASA planeaba poner en órbita en 2014. El científico expuso su pesar ante esa eventualidad, aduciendo una serie de razones científicas –el alcance del JWST, muy superior al del Hubble, podría obtener imágenes del mismísimo comienzo del universo- y también económicas –comparando el coste del JWST con el de un mes de las tropas yanquis en Afganistán-. Al final añadió que las cada vez más drásticas restricciones económicas al programa espacial, no sólo suponían un freno para la ciencia y la tecnología, sino que además de ese modo se estaban cercenando los sueños de la gente. Entonces, dándole vueltas a esa respuesta, me di cuenta de que nuestra sociedad, nuestra civilización, está perdiendo la capacidad de soñar.
Recuerdo perfectamente el día (la noche en realidad) en que el hombre pisó la Luna. Para un chiflado de la ciencia ficción, como yo a los 16 años, aquello era un sueño hecho realidad. Vale, sí, el programa Apolo fue una herramienta propagandística de la Guerra Fría, probablemente el anuncio más caro del mundo, pero ¿y qué? Para la Gran Historia, lo único importante será que el 20 de julio de 1969 un ser humano pisó por primera vez otro cuerpo celeste.
A partir del alunizaje, todo el mundo, y en particular los pirados de la ciencia ficción, augurábamos un futuro esplendoroso. Lo siguiente sería una estación espacial en órbita; luego, bases permanentes en la Luna, después una misión tripulada a Marte y, por qué no, finalmente las estrellas. Nos sentíamos como los primitivos anfibios dando sus primeros y torpes pasos en las playas, dispuestos a extenderse por tierra firme. Estábamos abandonando la Tierra para colonizar el espacio.
Pero no sólo era el programa espacial. Sentíamos que todo era posible, que el futuro era un paraíso lleno de prodigios. Vale, también albergábamos el temor de que los pérfidos comunistas nos frieran a bombazos atómicos; pero hasta eso, una hecatombe nuclear, era una pesadilla grandiosa (y una pesadilla no es más que un mal sueño). Sí, nuestro futuro estaba lleno de sueños. Incluso creímos que podíamos cambiar el mundo sin más armas que flores, buen rollito y unos canutos. No lo conseguimos, claro; el mundo nos cambió a nosotros. Pero si bien es importante cumplir los sueños, aún más importante es poseer la capacidad de soñar.
Luego, las cosas comenzaron a torcerse. El programa espacial perdió popularidad y el desastre (en todos los sentidos) de los transbordadores casi ha acabado con la NASA. A la fiesta hippy le siguió el nihilismo punk. Y la Guerra Fría concluyó, con un ganador y un perdedor. A la mierda el sueño/pesadilla comunista. Fueron los tiempos de Reagan, Thatcher y Wojtyla, tiempos malos para la lírica. Así que la gente comenzó a pasar de utopías y de antiutopías, los sueños dejaron de ser colectivos para convertirse en privados (es decir, no solo se privatizó la economía, sino también los sueños). Sueños muy poco románticos: el nuevo paradigma consistía en enriquecerse lo antes posible del modo que fuese. Y aquellas lluvias trajeron estos lodos, el cenagal de una crisis causada por un capitalismo sin freno.
¿Qué sueña la gente ahora? No hay sueños colectivos, nadie habla de utopías, no hay ningún proyecto de futuro, ninguna empresa lo suficientemente amplia, ambiciosa e ilusionante que nos brinde esperanza. Ahora, el sueño de la gente consiste en encontrar un trabajo de menos-que-mileuirista y, con suerte, empeñarse de por vida para conseguir una casa de mierda. Joder, entre soñar con alcanzar las estrellas y soñar con pillar un curro mal pagado y una hipoteca hay una sustancial diferencia, no me digáis que no.
Ahora, una aclaración, para evitar confusiones. Alguien podría pensar: vaya, ya estamos con la cantinela de siempre. Los de antes tenían valores, eran luchadores y románticos, pero las nuevas generaciones, criadas en el confort y la molicie, pasan tanto de todo que ni siquiera son capaces de tener sueños ambiciosos. Bueno, pues no, de ningún modo pretendo decir eso. Al contrario, sostengo que las nuevas generaciones, los más jóvenes, no sólo no son responsables del actual estado de las cosas, sino que son las principales víctimas. Los verdaderos culpables somos nosotros, los que nacimos en torno a mediados del siglo XX. Nosotros, los babyboomers y las generaciones anterior y posterior, fuimos quienes la cagamos.
Las características de cada generación dependen de su momento histórico y de las circunstancias de su entorno. En Occidente, después de la Segunda Guerra Mundial, con Estados Unidos como nuevo imperio y Europa lamiéndose las heridas, se inició un proceso de intensísimo y velocísimo desarrollo tecnológico que se sustanció en una rápida mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos. Tras el profundo conservadurismo de posguerra, hubo una primera reacción en los 50, la generación beat, que condujo a la revolución contracultural de los 60, un grandioso despliegue de sueños utópicos. Pero, atención, los 60 fueron años de esplendor económico (no en España, pero sí en el resto de Occidente), de modo que esa contracultura era sobre todo burguesa. No nos engañemos: aquellos greñudos, románticos y colocados hasta el culo, éramos unos hijos de papá. Como dábamos por hecho que teníamos tan asegurado el futuro como el presente, ¿por qué no cambiar el mundo y, además, divirtiéndonos al hacerlo? Reconozcamos que no tiene mucho mérito intentar volar cuando se tiene una red de seguridad debajo.
El caso es que el mundo no cambió, y ahí nos quedamos los greñudos, preguntándonos qué habíamos hecho mal. Quizá el pelo; así que nos lo cortamos (además, empezábamos a quedarnos calvos). Para colmo de males, la mayor parte de los ideólogos de nuestra generación había apostado por el caballo equivocado: el comunismo. La invasión rusa de Checoslovaquia fue un bajonazo, y el posterior desmoronamiento del imperio soviético dejó a la izquierda con los ojos como platos y sin plan B. Se acabó el sueño de intentar cambiar el mundo (para cambiar algo primero hay que saber en qué quieres convertirlo). Así que los ex-greñudos nos volvimos socialdemócratas, que es como decir: “Vale, has ganado, tu sistema es el bueno; pero al menos déjanos controlarlo un poquito”. Y los ex-greñudos nos pusimos a currar para intentar vivir lo mejor posible. ¿Utopías? Para qué, si ya vivíamos en el mejor de los mundos posibles. Nos vendimos al sistema a cambio de un plato de lentejas, y criamos a nuestros hijos inculcándoles la convicción de que habría lentejas para siempre y para todos. Mentira. Unos pocos, los listos de verdad (los que, en efecto, han cambiado el mundo), se quedaron con todo el chorizo, la morcilla y el tocino, y ahora ya no hay legumbres para todos, ni se auguran buenas cosechas futuras. Y del cerdo, por supuesto, olvídate.
Mi generación creció con la certeza de que el futuro iba a ser mejor que el pasado (de ahí que “futuro” sea para nosotros sinónimo de “progreso”). Y en muchos sentidos, así fue. Pero ya no. Las jóvenes generaciones, nuestros hijos, vivirán peor que nosotros, lo tendrán infinitamente más difícil. Les hemos robado el futuro; y lo que es aún peor: les hemos robado los sueños.
“Eh”, diréis; “hay muchos jóvenes idealistas, como los que curran para las ONGs o los del 15-M”. Es cierto, hay jóvenes idealista. Pero fijaos en qué clase de sueños tienen. Los del 15-M ya no quieren cambiar el sistema, sino simplemente algunas de sus normas. Y un curro, claro; es lógico con un 50 % de paro juvenil. En cuanto a los de las ONGs, su sueño consiste en aliviar los males, una labor admirable, pero también en cierto modo pesimista, porque en el fondo es el reconocimiento de que no hay utopías, y todo lo que podemos hacer es intentar paliar un poco el dolor y la miseria de esta mierda de mundo.
Ya no hay futuro. Fijaos en algo: durante el siglo XX, hasta más o menos los años 80, la modalidad de fantástico más popular era la ciencia ficción, un género intrínsicamente relacionado con el porvenir. Hoy, la ciencia ficción está en recesión y el género en boga es el fantasy (El señor de los anillos, El nombre del viento, Canción de hielo y fuego, etc.), una temática que suele desarrollarse en una especie de pasado pseudo medieval. Es decir, antes soñábamos con el futuro, mientras que hoy los sueños se refugian en el pasado. Muy sintomático.
Mi generación no solo forjó sus propios sueños; también heredó algunos de los sueños de generaciones anteriores. En cierto modo había una continuidad, una inercia, una línea conductora a lo largo del tiempo. ¿Qué sueños de mi generación heredarán los jóvenes? Ninguno; ni siquiera la torpe ensoñación de dar un pelotazo. ¿Forjarán sus propios sueños? Quizá, pero cuando se está luchando por sobrevivir es muy difícil perder el tiempo fantaseando con las estrellas.
Una sociedad que carece de sueños, una sociedad que no tiene ningún proyecto, salvo perpetuarse en lo mismo, es una sociedad decadente. No hay de qué sorprenderse; en algún momento tenía que producirse el declive de Occidente. Pero ese no es el auténtico problema. La cuestión es que la gente no necesita sólo pan y cobijo para vivir, sino también esperanza, sueños, y si se les priva de ellos, automáticamente se abre un hueco (un “nicho de mercado” en lenguaje de marketing) que los oportunistas y los iluminados correrán a ocupar. El nazismo surgió de una profunda crisis económica en un país que había visto derrumbarse sus sueños. Hitler le prometió a los alemanes (arios, por supuesto) que mejoraría su nivel de vida y les devolvería el orgullo nacional. Y en gran medida cumplió su promesa. Lo malo es que esos sueños venían acompañados por la peor de las pesadillas. Eso es lo que nos enseña la Historia, que cuando a la gente se le arrebatan los sueños, los locos se alzan con el poder. Y no os creáis que siempre es sencillo identificar a los dementes.
Vaya, cuánto me he enrollado... En resumen, amigos míos, lo único que quería decir es que la crisis económica es chunga, pero la crisis onírica puede ser aún peor.
Cesar, te envío un gran saludo desde Mexicali, México. Soy lector tuyo desde mediados de los 1990 gracias a la revista GIGAMESH.
ResponderEliminarEstoy compartiendo tu enlace en mi página. Permanezco atento a tu blog!
Lo peor es que algunos estamos descubriendo que la idea de Asimov (y otros) de que el futuro de la humanidad está en el espacio o no está era algo más que un argumento de ciencia ficción, y nos estamos dando cuenta a base de que se nos impida soñar cada vez más. La alternativa a Asimov es John Brunner, y todo parece indicar que el sustituir los sueños por los billetes de 500 nos va a llevar a lo segundo.
ResponderEliminarRecuerda a la Revolución Industrial del s XIX y los revivals(Ruskin, arquitectura historicistas, prerrafaelianos...). Los artistas desamparados por la pérdida de la clientela habitual-Iglesia, nobleza- y asqueados de un sistema industrial que ahogaba la artesanía se refugiaban en el pasado-o lo que reían que era el pasado.
ResponderEliminarEl Jabato, Capitán Trueno, El Principe Valiente, Conan el Cimerio, Los Caballeros de Ámbar... no es necesario que no veamos claro el futuro para recurrir al pasado buscando un ambiente propicio para la fantasía. Yo creo que se trata de encontrar el escenario adecuado, más que de un impulso nostálgico. Y esos ambientes han existido siempre, no solo en las historias que están de moda ahora.
ResponderEliminarSiento empezar llevándote la contraria, pero para compensar estoy bastante de acuerdo con el resto de las cosas que dices. Tan solo una observación: noto que empleas un tono como de responsabilidad ante la ausencia de utopías, sueños, metas,... que parece tener la generación actual (“los verdaderos culpables somos nosotros…”). Aquí es donde no estoy tan de acuerdo. Qué duda cabe que cuando nacemos (en todos los momentos de la historia) aparecemos en un mundo en cuya organización nosotros no hemos tomado parte, es decir, entramos en un mundo heredado, y ese mundo puede ser bueno o malo, y lo normal es que sea malo, pero una vez dentro, son los jóvenes, los que acaban de llegar, los que deben plantearse cómo quieren modificarlo. Es decir, según nos va correspondiendo el turno, es nuestro papel crearnos sueños, utopías etc. Yo creo que la juventud, siempre, en todo momento, tiene la enorme responsabilidad de intentar mejorar lo que le ha llegado. No vale con sentarse a decir: ¡vaya mierda de mundo que me han dejado mis viejos, aquí no hay quien sueñe!. No, los jóvenes tienen la obligación de soñar, tanto si es fácil como si no lo es, y no pueden culpar a nadie si no son capaces de hacerlo. Quizá nuestra generación tuvo la suerte de aparecer en un momento de auge económico pero tenía otras muchas deficiencias que ahora no me veo con ánimo de detallar. La generación actual tiene el enorme privilegio de haber nacido en la era digital con unos cachivaches que a nosotros nos hubieran parecido de ciencia ficción. Parte de nuestros sueños la menejan con los pulgares sin darle mayor importancia.
Ayyyy, si yo tuviera trescientos años menos... IIAAA (CORDERA)!!
Samael: Claro que hubo fantasy antes (El señor de los anillos, que cito, es de los 50, aunque su éxito fue muy posterior, así como anterior a las películas), igual que ahora sigue habiendo ciencia ficción. No se trata de eso, y tampoco es una simple cuestión de modas (la tendencia tiene más de tres décadas). El hecho es que, desde finales de los 70, el fantasy ha ido desplazando a la ciencia ficción hasta sustituirla en las preferencias de los aficionados al fantástico. Se trata de un “cambio de paradigma” literario, y eso ha de obedecer a alguna razón. Por ejemplo, el movimiento romántico, que también volvía la vista hacia el pasado, surgió por razones muy concretas. Nada es porque sí.
ResponderEliminarEn cuanto a tu segunda objeción... De ninguna manera tienen que ser sólo los jóvenes quienes deban soñar. Estoy hablando de generaciones, de gente que empieza siendo joven y acaba tan carroza como nosotros, y de los sueños de esa generación a lo largo de toda su existencia. Por otro lado, el concepto de “juventud” que tenemos ahora es relativamente reciente. Hace cien años, por ejemplo, un joven no era “un soñador de pelo largo”, como decía Serrat, sino un ser en proceso de maduración que debía emular a sus mayores. Antes tampoco existía la adolescencia; o eras niño o eras adulto, sin etapas intermedias (una chica de 13 o 14 años ya era casadera). La revolución juvenil no sobrevino hasta, precisamente, después de la 2ª Guerra Mundial, cuando a causa del esplendor económico los jóvenes consiguieron cierto poder adquisitivo (convirtiéndose en consumidores).
La cuestión es que para tener sueños colectivos hacen falta las condiciones adecuadas, las que nosotros tuvimos y ellos no tienen ahora. ¿Cómo va a soñar alguien con las estrellas si no hay nada, ningún plan, ninguna meta, que nos conduzca a ellas? Digo que la culpa es de nuestra generación (y de la anterior, y de la posterior), porque renunciamos a nuestros sueños y no los sustituimos por otros nuevos, porque nos vendimos al sistema, porque educamos a nuestros hijos en una mentira que ahora les ha explotado en las narices. Y déjate de Internet. Nosotros nacimos con la TV, ¿y qué tiene eso que ver con los sueños? Por último, dices: “la juventud, siempre, en todo momento, tiene la enorme responsabilidad de intentar mejorar lo que le ha llegado”. Falso. La forma correcta de enunciarlo es así: “cada generación tiene la enorme responsabilidad de intentar mejorar lo que le ha llegado”. Cada generación, no la juventud; y en esa responsabilidad, dejarle un mundo mejor a quienes no sucederán, nuestra generación ha fracasado lamentablemente.
Me ha encantado el post. El tema de Ciencia Ficción frente a Fantasía, como una manera de diferenciar a quienes quieren progreso de quienes añoran tiempos mejores, era algo que también me había planteado, pero aplicado a personas, y no a generaciones. A mis 24 años, no cuento con tanta visión temporal.
ResponderEliminarDe pequeño, mis biblias eran un par de libros de astronomía y una colección sobre dinosaurios (para cuando tuve edad de comulgar, no me convencieron ni con regalos). Más adelante, películas como Blade Runner, Ghost in the Shell, Parque Jurásico, Terminator II o Contact me hicieron ver utopías y distopías de las que aprender cuáles deberían ser nuestros próximos aciertos y qué errores deberíamos evitar.
Pero conforme creces, lo que ves es decadencia. Que el programa aerospacial no es ni la sombra de lo que era 40 años antes. Que la moral se puede guardar cuando el dinero llama a la puerta (véase todo el patriotismo que ostentan los americanos para conseguir algunos barriles más de crudo) y demás barbaridades que van saliendo en los cables de Wikileaks. Cosas tan absurdas como ese inservible aeropuerto de Castellón que pide una inyección de dinero para mantener el hilo musical y el servicio de limpieza.
¡De locos! ¿Dónde enganchamos nuestros sueños para que tiren hacia arriba? Para que los sueños se cumplan debe haber un contínuo: un estado inicial y una serie de modificaciones que desemboquen en lo que representaba el sueño. Pero todo parece tierra suelta: el capitalismo es una peonza en los últimos retoces antes de desplomarse, el comunismo como tal es una utopía y el socialismo lo tenemos a pan y agua.
Ahora soy un quasi ingeniero en informática pero un (cada vez más) desencantado de la tecnología.
Por poner de ejemplo a la vanguardia de la informática, la inteligencia artificial: salvo juguetitos que se montan en universidades, ésta se prostituye entre la búsqueda de patrones en los hábitos de consumidores y la mejora armamentística. ¿Cuánto revierte en el ciudadano de a pie? Bien poco. De esa panacea que iba a ser la informática no exigimos más que tener unos Teras más de disco duro, unos Mbps más de conexión a Internet y unas pocas vacas más en la granja de Facebook. Chúpate esa, Aldous Huxley. ¿Querías soma? Toma dos vacas.
En los próximos años, si son los chinos los que toman el testigo, espero que nos hagan sudar.
Recuerde el alma dormida,
ResponderEliminaravive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
Jorge Manrique. Finales del siglo XV
¿Nihil novum sub solem?
César, me sorprende gratamente que reflexiones sobre este tema, que es el tema.
ResponderEliminarCreo que nadie ha mencionado todavía un detalle importante: la superpoblación, a la que el nivel de vida insostenible no ayuda en absoluto. He oído por ahí que para 2030 harían falta dos planetas tierra para sostenernos si se mantienen las tendencias. Sea como sea, las matemáticas no mienten, y el año que tú naciste había menos de la mitad de gente que ahora sobre este planeta (el cerdo... comido a parásitos a fecha de hoy). En fin, que no quiero ser el cenizo, pero me acuerdo de Malthus. Además, cuando dijeron aquello de creced y multiplicaos sólo había dos. Ya vamos casi por siete mil millones, no hay que pasarse. En fin, que vamos a tener que usar el cerebro y comprometernos seriamente, por mucho que vengamos acostumbrados a aprender a base de trastazos.
Si el sistema que hemos creado y mantenemos nos ofrece cada día más esperanza de vida y menos esperanza a secas, entonces no es distinto de un descenso al infierno de Dante, donde, por definición, tiempo tiende a infinito y esperanza tiende a cero.
Creo que el mundo no se cambia gritando consignas, ni agitando pancartas ni haciendo asambleas. No hace falta hablar de ello con nadie (hablar se convierte pronto en Marketing, como bien sugieres), Como dijo Séneca en el siglo I: “la multitud es un argumento irrefutable que prueba lo peor”. El mundo eres tú, basta que cambies tú y des ejemplo del comportamiento que crees justo. Nada más y nada menos, el que tenga arrestos. De lo que nadie te va a librar, es de estirar la pata mañana.
El hombre tiene la puñetera, camaleónica habilidad de convertirse en lo que cree que es. "Pero donde la fe no es suficiente no hallarás fe".
Al menos, a la ciencia ficción siempre le quedarán los viajes en el tiempo.
En referencia a la literatura, es cierto que esa falta de ilusiones o proyección al futuro ha hecho quizá decaer al genero de ciencia ficción frente a otros géneros (como la literatura fantastica como mirada al pasado), pero sí hecho de menos (y creo que en algún foro de internet ya hubo una conversación al respecto) más obras distópicas, que lleven las características de nuestros tiempos más allá, acentuando toda esa falta de ilusión. En su momento surgieron 1984, o un mundo feliz, pero no hay muchas obras que traten nuestros días de una forma pesimista y distópica (curiosamente, antes de escribir esto he leido una reseña en EL pAIS del autor de Absurdistan, que ha escrito una novela distópica ambientada en EEUU).
ResponderEliminar¿Algún autor español ha escrito algo así?-
Por otro lado, parte de nuestro bienestar se ha producido tanto por la revolucion tecnologica como por el hecho de que nuestra economía se ha beneficiado del crecimiento en los últimos 60 años, de una europa devastada por la guerra, en la que hubo hasta que reconstruir ciudades enteras se ha pasado a una economia saturada, de manera que no puede crecer más al viejo estilo, porque ya no hay más donde crecer, y con una superpoblación, como ya se ha mencionado. ¿y ahora qué?. Todos los que tenemos hijos nos hacemos esa pregunta casi a diario. Un amigo mío mira muchas veces a sus hijos y dice habitualmente: no les queda ná...
pues andá que a nosotros...
Mazarbul
Bueno, creo que sigue habiendo mucha gente con capacidad de soñar, lo que pasa es que hoy las vias para que esos sueños se hagan realidad son mas rapidas y virtualizadas, hace decadas si un poeta quería publicar y ese era su maximo sueño, pues vivia para eso, hoy un poetra quiere publicar y cuelga su poema en internet y mañana pueden haberlo leido miles de personas...
ResponderEliminarLos sueños se han virtualizado, yo desde luego me quedo con antaño, con gente como Hergé que dibujó Tintin en la luna , varios años antes de que el hombre pisara la luna, me quedo con los musicos que antes de llegar a la fama se corrian America de punta a punta colandose en cualquier vagon de tren...
Pero afortunadamente esos musicos soñadores siguen en activo, gente como B.b King, Neil Young, Dylan...
lo que cantaban cinco decadas atras vale igual ahora...
de todas formas aunque vivamos en unos tiempos que parecen bastante neuttros si juntasemos a muchos artistas del mundo, o muchas personas soñadoras del mundo (entre los que me incluyo), pues igual nos daríamos cuenta de que no hay tan pocos...
Hoy lo que parece es que los sueños se han virtualizado...je...je..
ResponderEliminarpor un lado hace decadas si un poeta soñaba con publicar tenía que ir de editor en editor hasta conseguirlo, hoy si un poeta quiere publicar con colgar su poema en internet, mañana pueden haberle leido mil o dos mil personas...
pero yo me quedo con lo de antaño, con gente como Hergé, que años antes de que el hombre pisase la luna, el con todo lujo de detalles ya dibujó y escribió Tintin en la Luna, me quedo con los musicos que antes de llegar a la fama recorrian de punta a punta los Estados Unidos colandose en cualquier vagon de tren y tocando allá donde alguien quisiese escucharlos...
De todas formas hemos de pensar que si juntasemos a todos los soñadores, artistas sin reconocimiento actuales en el mundo ,igual nos daríamos cuenta de que siguen habiendo muchos soñadores...
incluso el sueño Hippy sigue vivo, ya que muchos de los musicos que los Hippys tomaron como referentes aun hoy siguen girando por el mundo y lo que cantaban antes sirve igualmente hoy, hablo de gente como Neil Young, Dylan, Leonard Cohen, Clapton..etc...
es cierto que vivimos unos tiempos en que todo parece mas light, o mas mimetizado si se quiere, pero es posible que en los sesenta se deseasen con mas fuerza que las útopias se hiciesen realidad por que parecían mas posibles, hoy la gente tiene mucha mas informacion y sabe que es mas complicado cambiar ciertas estructuras de como funciona el mundo, pero sigue habiendo gente que pide un mundo mejor, o quiza caminamos hacía una nueva era de serenidad, paz y en que lo espiritual tenga mucho mas poder que lo economico...
yo como soñador cronico que soy sigo soñando...
Off topic.
ResponderEliminarTodo ok con la colección Futuro. Puede que algún día hasta la ojee y hojee. Como digo con todo lo que compro.
;)
Comparto contigo esa opinión , punto por punto . Todos los síntomas están ahí y las grandes crisis siempre generan grandes guerras . Otra cosa es que todos hagamos como si no pasara nada .
ResponderEliminarInteresantísima reflexión, don César.
ResponderEliminarHace algunos años le pregunté a Miguelanxo Prado -un dibujante muy famoso en Galicia- porqué los dibujantes de "futuro" solían ambientar sus historias en plan postapocalíptico o tecnomedieval, ¿porqué pintaban el futuro socialmente tan negro? La respuesta no fue muy brillante -es mejor con un lápiz en la mano que hablando-, pero el paso del tiempo le está dando la razón, asistimos a una medievalización de la sociedad, donde los nuevos nobles con derecho de pernada son los bancos y esa inquisición extraña a la que han llamado "mercados".
Absolutamente de acuerdo con tu visión de las preferencias literarias actuales. Quizá estemos pagando el que vivamos en "ese" futuro, y que nos haya decepcionado un tanto.
Como contraejemplo -excepción que confirma la regla- podemos poner el mundo de La Cultura, de Iain Banks, donde se pinta un futuro en un comunismo pluscuamperfecto dirigido por megamentes artificiales.
Algún día me gustaría conocer tu opinión sobre los ensayos. Hiciste una magnífica defensa de la necesidad de tener una buena literatura de género en estas páginas (años ha) y me gustaría conocer tu opinión sobre los ensayos. ¿Por qué en ensayo en España es tan escaso y malo? ¿Somos pedantes y pretenciosos? ¿Nos gusta que nos miren y digan "que listo es, porque no entiendo nada"? (con honrosas excepciones entre los científicos españoles).
¿A qué piensas que se debe esto?
Con tu permiso, me gustaría usar este texto o una parte, en clase para introducir la historia contemporánea.
ResponderEliminarJoer, qué peazo artículo. Ya lo quisieran en sus páginas muchas revistas y periódicos de relumbrón.
ResponderEliminarComo para comentar todo necesitaría un artículo el doble de grande que el tuyo, me concentro en un aspecto muy concreto, que es el paralelismo de las ideas que has expresado aquí con las del colectivo Las Indias Electrónicas, del que el bloguero David de Ugarte es uno de sus principales ideólogos.
He aquí una de sus reflexiones, muy al hilo de tu artículo (la cita es sólo orientativa; mejor tomarse tiempo para leer el enlace):
Porque la consecuencia cultural central de la descomposición es la desaparición de «el futuro» como movilizador social.
Pero es que también coinciden en la crítica al 15m por la cortedad de sus reivindicaciones:
no pretenden que el estado libere trabas legales para poder construir por su cuenta, quieren a papá estado y le exigen que se vuelva al dulce pasado donde el estado engordaba a la clase media intelectual y aseguraba un futuro a sus hijos a base de «derechos» (no libertades y la diferencia es importante). Derechos que -¿lo olvidamos?- a las finales eran obligaciones de pago para los demás
Merece la pena que les eches un vistazo.
Bueno, el comentario sobre el 15-M es un poco simplista. El problema que tiene este movimiento es que pretende ser englobador, y eso es muy complicado ya que hay que evitar las doctrinas políticas o ideológicas. Pero hay cosas que todo el mundo entiende, como tener un trabajo digno. Y lo de digno es importante, más incluso que tener un trabajo. Por algo se habla de "indignados".
ResponderEliminarEsto va más allá de "tener un curro". Se pide un poco de dignidad democrática. Y me parece que pedir eso, según está el patio, es bastante revolucionario.
Por cierto, me llama mucho la atención la psicología que subyace en esta entrada. Primero se critica a lo que hizo (o no hizo) la generación de posguerra (que me parece un poco injusto, pero vaya) y luego se hace un comentario simplón sobre el movimiento popular más importante que ha habido en este país en décadas (y sin sindicatos, sin partidos). Y no estoy exagerando, porque solo hay que mirar lo que ha habido, en este sentido, detrás de 2011: NADA. Este país ha sido un páramo en cuanto a la reivindicación popular durante al menos 2 décadas y media (incluyendo movilizaciones de sindicatos y partidos y obviando las manifestaciones contra la guerra de Irak).
ResponderEliminarEl movimiento del 15M se puede englobar dentro una aparente revolución global, con la importancia histórica que puede tener semejante asunto. Los métodos, los medios y la filosofía general es la misma desde Chile a los países árabes, desde Israel hasta España.
No ser capaz de ver esto demuestra la incapacidad de esta generación para entender el siglo en el que todavía vive.
Javier Fernández: Bienvenido a Babel, amigo mío. Por cierto, me encanta tu país :)
ResponderEliminarKnockergrowl: Tendrás "sólo" 24 tacos, pero hablas con una lucidez intemporal. Me quedo con la imagen que propones, una sociedad, un mundo, "de tierra suelta" en el que no hay dónde agarrarse. Brillante.
Pascu: La verdad es que la superpoblación, en los términos que se contemplaba antes, ya no una amenaza tan acuciante. Lo cierto es que los índices de natalidad se están reduciendo, y no solo en Occidente, sino en todo el mundo. Quizá el problema es que ya somos demasiados.
Mazarbul: ¿Sabes?, tengo la sensación de que ahora una obra distópica sería puro realismo. En muchos sentidos, ya estamos viviendo en una antiutopía.
Modertime & anónimo de las 12:33: Claro que sigue habiendo soñadores..., pero individuales, no colectivos. Lo que hace falta es un proyecto común, un sueño que de esperanzas a la gente.
Arcadi: eso es lo que me da miedo: todos los signos señalan que estamos en una época pre-bélica. Pero, ¿en qué clase de guerra nos vamos a meter?
Eladio Lestrove: Deduzco que cuando dices "ensayo" te refieres a textos sobre divulgación científica. ¿Por qué en España hay tan pocos? Pues porque en este país, desde los tiempos de Unamuno (o antes, desde el "vivan las cadenas" quizá), se ha despreciado intelectualmente a la ciencia. Se piensa que alguien puede ser culto
sin tener ni puñetera idea de quién era Gödel o qué reza el segundo principio de la termodinámica, y eso, sencillamente, es una falacia. Y sí, el "oscurantismo intelectual" es uno de los deportes favoritos de nuestra amada piel de toro.
Manuel: Interesantísimos los enlaces. Gracias por ellos.
Eulez: Respecto al 15M: En efecto, ese "movimiento" tiene todo el derecho, incluso el deber, de demandar dignidad laboral y dignidad democrática. Ahora bien, y lamento ser tan simple, insisto que ese "sueño" es infinitamente menos ambicioso que pretender cambiar el mundo y la sociedad. Y de eso no tienen la culpa ni el 15M ni los jóvenes, sino las generaciones anteriores que han permitido que las cosas sean como son, que el futuro sea peor que el pasado. No es que los jóvenes de ahora sean menos ambiciosos ni menos soñadores que los de antaño, es que no les queda más remedio que afrontar unos problemas muy acuciantes, lo que no deja mucho margen para soñar con las estrellas.
Por otro lado, mi generación no es, técnicamente, "de posguerra". Nací en el 53, así que me crié en el desarrollismo. ¿Somos culpables? Sí. Creíamos que bastaba con oponernos a la dictadura y que la democracia era el fin último. Luego, ya sin franco y con democracia, nos cruzamos de brazos y pensamos que ya habíamos cumplido. Falso. La lucha es más amplia y nosotros fuimos cortos de miras.
En cuanto a lo de que "El movimiento del 15M se puede englobar dentro una aparente revolución global"... Ojalá, amigo mío, ojalá. Pero está por ver.
Por último, afirmas que mi generación es incapaz de "entender el siglo en el que todavía vive". ¿No entendemos el siglo XXI? ¡Claro que no! Es más, ni siquiera llegamos a entender nunca el siglo XX. Ahora bien, ¿eso quiere decir que tú, como representante de tu generación, ya tienes las claves para comprender este siglo que acaba de comenzar? Vaya... ¿ahora quién ha hecho un comentario simplón?
Que puedas escribir un post asi es una muestra de que muchas cosas estan cambiando en Europa.
ResponderEliminarLa crisis pasa, los sueños vuelven, es cuestión de tiempo. Aunque mientras tanto, repasar las elecciones equivocadas que llevaron a la crisis, como en cierta medida hace el post, acelera el proceso.
Saludos.
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ResponderEliminarThanks