Un enclave tutelado por César Mallorquí, el Abominable Hombre de las Letras, en colaboración con la Sociedad de Amigos del Movimiento Perpetuo. Si no te interesa la literatura, el cine, el comic, los enigmas, el juego y, en general, las cosas inútiles, aparta tus sucias manos de este blog.
miércoles, enero 18
Miedo
Hace tiempo, leí una entrevista a Konrad Lorenz en la que el famoso etólogo afirmaba que el estado anímico habitual de los mamíferos en la naturaleza es el miedo. Básicamente, miedo a no poder comer o miedo a ser comidos. Es decir que todo ser viviente dotado de un sistema nervioso medianamente sofisticado padece un permanente estrés; algo lógico, teniendo en cuenta que el estrés es un mecanismo de supervivencia.
Veamos un ejemplo: los perros. ¿Por qué un perro ataca a un ser humano? Puede haber muchos motivos, pero básicamente son dos: que el perro esté entrenado para atacar o, lo que es mucho más frecuente, que el perro tenga miedo. Supongo que todos habéis oído decir que los perros “huelen el miedo”, y es literalmente cierto. Tanto humanos como perros (y otros muchos bichos) emitimos feromonas, unas sustancias químicas que transmiten información sobre nuestro estado anímico. Si estamos tristes, o excitados sexualmente, o cabreados, o contentos, o asustados, nuestras feromonas se lo chivan a cualquiera que pueda olerlas. El problema es que nuestro sentido del olfato es una caquita, así que los humanos ni nos enteramos (al menos conscientemente) del fascinante mundo olfativo que nos rodea.
En el caso de los perros la cosa es muy distinta, porque ya sabéis el buen olfato que tienen los muy cabrones. Los humanos contamos, de media, con 5 millones de receptores olfativos, mientras que los perros poseen alrededor de 200 millones. Vamos, que los perros dependen de las napias lo mismo que nosotros de los ojos. Supongo que todos os habéis fijado en que cuando dos perros se encuentran, lo primero que hacen es olerse el culo mutuamente. ¿Es que son unos guarros? ¿O de naturaleza sodomita? No.
Los humanos emitimos feromonas sobre todo a través de la sudoración, pero los perros no sudan y su principal fuente de feromonas es el ano. Así que dos perros oliéndose el culo es el equivalente a dos humanos estrechándose las manos en señal de buena voluntad. Es más, ¿por qué cuando un perro está contento mueve el rabo? Porque sus feromonas están diciendo: “me siento guay, tengo ganas de lamerte, y de que me rasques detrás de las orejas, y de que me tires un palo para que vaya a buscarlo”, así que, como el perro quiere que te enteres, mueve el rabo de un lado a otro, esparciendo sus juguetonas feromonas por el aire. Por el contrario, cuando un perro es agresivo o tiene miedo (luego veremos que es lo mismo), lo que hace es meter el rabo entre las patas y dejarlo quieto. Es decir: tapa el ano para que no puedas oler sus feromonas.
Todos sabemos cómo son los perros; pero puede que algunos tengamos una idea un tanto equivocada acerca de ellos, porque estamos acostumbrados a tratar con perros mascota, animales de compañía que son alimentados y cuidados por sus amos. Es decir, perros que nunca se hacen adultos del todo, perros que viven en un permanente estado de “cachorrez”. Por eso, su comportamiento es sutilmente distinto al de los perros que viven libres en la naturaleza. Por ejemplo, los perros asilvestrados tienden a unirse formando jaurías, porque ésa es su forma natural de cazar (heredada de los lobos). Por otro lado, son animales muy territoriales; marcan su zona de caza delimitándola con señales olfativas: su orina esparcida aquí y allá. Ese comportamiento también lo vemos en los perros urbanos. Cuando los sacas a pasear no hacen todo el pis de una vez, sino que van orinando poco a poco en distintos lugares para marcar su territorio de caza, olvidándose, los muy capullos, de que no han cazado en su puñetera vida.
Bien, en estado natural un perro (como casi todos los mamíferos terrestres) jamás atacará a un ser humano, salvo en los siguientes supuestos: 1. Que forme parte de un grupo extraordinariamente hambriento. Es decir, que el miedo a morir de hambre supere al miedo a morir de un balazo. 2. Que penetres en su territorio. Él ha dejado señales olfativas de que no debes pasar (no sabe que tienes menos olfato que un tocho de madera), así que si las ignoras debe de ser con fines agresivos, lo cual le asusta. 3. Que le acorrales o agredas. Y aquí debemos entender los términos “acorralar” y “agredir” desde un punto de vista canino; si, sin darte cuenta, te sitúas de tal forma que interceptes sus vías de huída, el perro se sentirá acorralado, y si haces un gesto demasiado brusco el perro puede interpretarlo como una agresión. 4. Que tengas miedo. En efecto, si, como le ocurre a mucha gente, sientes un temor irracional (o racional, da lo mismo) hacia los perros, cuando veas uno comenzarás a emitir feromonas de miedo y el perro lo detectará. Y, para un perro, el miedo del contrario es sinónimo de una posible agresión y, por tanto, un motivo para atacar él a su vez.
En resumen, todas las razones por las que un perro (no entrenado) ataca a un humano están relacionadas con el miedo. Y no deja de tener su lógica, porque el miedo también es un mecanismo natural de supervivencia. ¿Sabéis algunas cosas que pasan cuando nos entra el canguelo? Se excita la amígdala del hipotálamo, que es donde reside el centro neurológico de la agresividad. Las suprarrenales comienzan a verter al flujo sanguíneo generosas dosis de adrenalina, un poderoso estimulante natural que te ayudará a huir o a luchar. Se incrementa la producción de testosterona, que aumentará tu fuerza y rapidez (para correr o pelear), y subirá también la corticotropina, que te ayudará a controlar el estrés. Como puede verse, la respuesta orgánica al miedo se traduce en un incremento de la agresividad y regula tu cuerpo preparándolo (mediante hormonales espinacas de Popeye) para huir o para luchar.
Huelga decir que la respuesta más usual (y más sabia) ante el miedo es la huída (y eso vale tanto para perros como para humanos). No obstante, ¿qué pasa cuando, por las razones que sean, no hay posibilidad de huída, cuando se está acorralado? Pues que la única opción que queda es el conflicto, una furia descontrolada que tiene más de reptil que de humana. Una vez, durante la dictadura, yo estaba en un bar cuando, de pronto, se desató una algarada en la calle. Al poco, entraron un par de antidisturbios en el local para desalojarlo; uno de ellos era un tipo jovencito, muy alto, tanto como yo, pero con casco, porra, escudo y una pistola al cinto. Recuerdo su cara; estaba aterrorizado, tenía más miedo que los manifestantes. Y eso me acojonó, porque alguien poseído por el pánico puede hacer cualquier cosa y sin ningún motivo.
El miedo, igual que el estrés, es un mecanismo de defensa, pero cuando se descontrola puede convertirse en algo extraordinariamente destructivo. Los humanos, igual que el resto de los mamíferos superiores, vivimos en un estado de permanente... no, de intermitente temor. Miedo a la enfermedad, a los accidentes, a que le suceda algo malo a nuestros seres queridos; miedo a perder el trabajo, o a no encontrarlo, miedo a la pobreza, al desarraigo, al desamparo, miedo a no conseguir lo que se desea o a perder lo que se tiene... Por lo general, ante esos miedos la sociedad da salidas y alivio para la mayor parte de la población (por eso somos gregarios); pero, ¿qué pasa cuando la sociedad no sólo no ayuda, sino que acorrala y agrede?
Últimamente, la atmósfera se está llenando de feromonas del miedo. No puedes olerlas, pero percibes ese temor en los ojos de la gente, en las noticias, en los comentarios de la Red, en las historias que te cuentan, en el estado de ánimo general. Quizá incluso en el espejo cuando te miras. Somos una sociedad progresivamente atemorizada. Y el miedo, ¿sabéis?, es un sentimiento primario que surge de las capas más profundas de nuestro proceso evolutivo, del sistema límbico, de ese lagarto violento e irracional que todos llevamos dentro y que toma el control cuando el neocórtex deja de servir para algo. Ese lagarto no actúa con racionalidad, sino con pura, brutal y ciega violencia.
Por eso me da miedo el miedo.
A mí, me has metido el miedo en el cuerpo.
ResponderEliminarLo que tenemos que hacer, siguiendo tu razonamiento, es esparcir feromonas "positivas" por la atmósfera para bajar el nivel de miedo (¿te acuerdas de la idea que te comenté? no, claro, pues es el momento, ya ves).
Además de las feromonas objetivas (ibex, índice de la prima de riesgo, déficit, choriceos impunes, misas en Colón...), tenemos que buscar y crear feromonas subjetivas y asperjarlas por donde vayamos con frenesí. Es decir, tenemos también responsabilidad en combatir el miedo, no podemos quedarnos quietos esperando a que nos ataque el perro. Como dices en tu entrada, si no exteriorizamos miedo, no seremos atacados por la bestia. Pues eso, que el moloso que tenemos delante tiene muy malas, pero que muy malas pulgas.
el miedo me ha hecho repetir el comentario. es el temblor de la mano, ya sabes, que ha tecleado dos veces al "enviar".
ResponderEliminarEste post me ha hecho recordar el prólogo de "Dulces sueños" de Robert Bloch donde el autor daba una lista de todas las cosas que le daban miedo y dicha lista iba desde el hombre hasta los gérmenes (creo, hablo de memoria, lo leí en una biblioteca)
ResponderEliminarsi me permitis un desahogo personal, ayer me echaron a la puta calle, vamos, un parado más en esta españa de los c...(en plan coge y vete, y además te bloqueamos el ordenador..). El caso que ha sido de repente, y sin ánimo de echarme flores, he desarrollado una actividad durante diez años fruto de una experiencia bastante amplia, conocimientos, y demás...vamos, que cada palmo que he ganado me ha costado un esfuerzo, nadie me ha regalado nada, sin padrinos, a pelo, comiendo marrones y sacándo las castañas del fuego. Bueno, y esto qué tiene que ver con la entrada de César?...atended. Donde trabajaba (no todos claro, hay muy valiosas y honrosas excepciones), se fue llenando en los últimos años de gente mediocre desde todos los puntos de vista: humano, de esfuerzo, conocimientos,etc...(vuelvo a repetir, no todos, hay gente muy válida tb)...pero además, los jefes eran tb así. La cosa, de mal en peor, como es lógico, un barco a la deriva zarandeado por todos los vientos, sin gobierno alguno y, lo que es curioso, con un desprecio y algo muy cercano al odio (posiblemente incluso odio) a aquellos que por experiencia podíamos decir algo (no sólo yo, otros tb, claro), o hacer un análisis, o incluso aportar algo en positivo. Durante año y pico, yo y otras personas quedamos completamente apartados de casi todo, nuestra sola presencia molestaba.
ResponderEliminarAyer, mientras con cara de subnormal me iba con una patada en el culo (y todo hay que decirlo, acompañado del llanto y abrazo de algunos compañero/as que me removieron profundamente), junto a otros compañeros/as, curiosamente tb gente de experiencia y valía personal y laboral, mientras a nadie se le ocurrió tocar a seres ruines de mente y esfuerzo que seguirán destruyendo lo poco que hay..., me preguntaba porqué éramos los señalados y sacrificados de un mismo patrón; me preguntaba por el motivo de que jefes mediocres tuvieran desde hace tiempo puestos sus ojos legañosos sobre nuestras cabezas, porque no lo entendía sinceramente, ¿por qué?. Y hoy, cuando he leído la entrada de César, creo que ya se la causa: miedo. Sienten miedo, miedo de que ellos no te alcanzan ( y no soy ningún genio ni un pagado de mí mismo, os lo aseguro), miedo de que pongas interés en las cosas, miedo del esfuerzo que realizas, del hacer las cosas porque crees que hay que hacerlas, y hacerlas bien, dentro de lo que te permitan las circunstancias.
Sí, es eso, miedo. Mientras leía la entrada lo he visto claro.
Otro César dijo una vez que los valientes mueren sólo una vez, los cobardes muchas veces antes de morir...
En fin, que hoy me has dado la respuesta a mi pregunta del día...
Mazarbul
Una conducta alterada alimenta el miedo todavía más. Se da el caso de que no corro porque tengo miedo, sino que tengo miedo porque corro.
ResponderEliminarQué hacer en una estampida. Buscar un buen tronco bajo el que guarecerse y estarse muy quieto. Todo menos ponerse también a correr.
Llevo muchos meses en paro; tampoco estaba a gusto en mi ambiente laboral. Por suerte ahorré bastante y me dieron buen finiquito. La prestación se acabó en septiembre. Aquí estamos aguantando el chaparrón, y no se puede culpar a nadie. ¿de quién es la culpa si te aplasta una estampida? Del insensato que pegó el tiro al aire, no del animal aterrorizado que te pisotea.
" Sólo debemos tener miedo del miedo mismo . " F. D. Roosevelt dijo esto , que parece una obviedad .
ResponderEliminarPero es curioso pensar que lo dijo el presidente de un país que en los últimos 30 años ha hecho del miedo una industria que ha conquistado el mundo .
FDR lanzó este mensaje al iniciar su política del New Deal que sacó a millones de americanos de la pobreza , víctimas de la Gran depresión .
Qué diferencia con el talibán evangelista y su Eje del Mal .
No importa tener miedo. Lo que importa es que el miedo no te domine.
ResponderEliminarCíclope de Patrulla X(creo)
D. César, disculpe que le aborde sin relación al asunto del día, pero por azar me he encontrado con la entrada suya de 2007, en el 35 aniversario de la muerte de su padre, que me ha conmovido profundamente.
ResponderEliminarSoy un viejo admirador de la obra de José Mallorquí Figuerola, especialmente de su "Coyote", del que poseo la colección completa a partir de la reedición que hizo Favencia en el año 1973 (aunque también conocí en mi infancia algunos ejemplares de Clíper, de los ilustrados por Batet... por cierto, visión editorial la de "Molino", voto a bríos).
Me gustaría mucho ponerme en contacto con usted, si no le parece mal, pero no encuentro referencia alguna a una dirección e-mail que me lo facilitase.
Comprendo que pudiese tener usted alguna reticencia, por comprensible protección a su privacidad. Yo podría darle mi dirección sin ningún problema.
Un cordialísimo saludo de un "mallorquinófilo" de toda la vida, que asistió, divertido, al rifirrafe que tuvo usted en su día con un pomposo Manuel Vázquez-Montalban que al parecer estaba emperrado en negarle el sitio que su padre se merece en el Parnaso.
No viene a cuento del post, pero me acabo de enterar y no quería dejar de felicitarte por el flamante Edebé. Ya tengo ganas de echarle un ojo!!
ResponderEliminarA disfrutarlo (pero sin dejar de escribir, eh??) :-)
Yo también me cuelo en este post de "Miedo" para felicitarte. Espero leerlo pronto. Un gran abrazo.
ResponderEliminarigualmente, Muchas Felicidades!!!!
ResponderEliminarmazarbul
Pues nada, habrá que hacerse pronto con un ejemplar de "La isla de Bowen", ¡qué remedio!
ResponderEliminar¡Enhorabuena!
Ximo
Me enteré ayer del fallo del edebé. ¡Muchísimas felicidades César! ^_^
ResponderEliminarDoble felicitaciones, César. Una por la entrada (me encantan este tipo de entradas, científicas por llamarlas de alguna manera, que de vez en cuando haces). Y la otra por el premio.
ResponderEliminarTe lo merecías.
Un saludo.
Felicidades por el premio.
ResponderEliminarMuchísimas felicidades por el premio César. Ya no sólo porque tengas una excelente literatura juvenil o que nivel tiene tu trabajo como escritor, sino porque te considero una persona inteligente y completa. Te lo merecías con creces.
ResponderEliminarUn saludo.
Mazarbul: lo siento mucho amigo mío. Los mediocres sólo están tranquilos echando a la gente valiosa que puede hacerles sombra, y rodeándose de mediocres. Ojalá encuentres pronto otro trabajo.
ResponderEliminarNicolasa de Archicallende: Encantado de verle por aquí. Si mira al final del blog, verá que hay una dirección de e-mail.
Sfer, Miwok, Mazarbul, Ximo, Natalia, Byron, CorsarioHiero & Estigia: ¡Muchas gracias! :)