Últimamente
he andado un poquito ocupado, lo cual me ha mantenido alejado de las
desérticas, pero no por ello menos hermosas, tierras de Babel. Disculpad la
ausencia, queridos merodeadores, pero ya estoy aquí otra vez.
La culpa la tiene el Premio Nacional;
desde que me lo dieron, no he parado de recibir invitaciones a dar charlas y
todas esas zarandajas. Por ejemplo, este puente del 1 de mayo he estado en
Londres dando una conferencia en el Instituto Cervantes. Pero eso no es lo
importante, sino lo que vino después. Porque también me invitaron a cenar en el
Eton College, y luego a impartir una charla a los alumnos de español en la
biblioteca de Historia. Todavía estoy alucinando.
Eton es el colegio más famoso de
Inglaterra y, probablemente, del mundo. Y también uno de los más elitistas,
tanto en lo material –cada curso cuesta unas 30.000 libras-, como en lo
intelectual, pues sólo aceptan a alumnos casi superdotados (o superinfluyentes,
me temo). Allí han estudiado cantidad de empresarios y políticos –como por
ejemplo el príncipe Carlos y sus hijos, o 19 primeros ministros-, pero no
demasiados escritores, la verdad. Los más conocidos: James Barrie, George
Orwell e Ian Fleming; Peter Pan, el Gran Hermano y James Bond.
Eton, fundado en 1440, se encuentra
a 37 kilómetros de Londres, cerca del castillo de Windsor. Es un colegio de
secundaria, así que sus alumnos cuentan entre los 13 y los 18 años de edad.
Actualmente hay casi 1.300 estudiantes, todos internos y todos varones.
Fuimos allí la bibliotecaria del
Cervantes y su hija, mi mujer, mi hijo Pablo y yo. Al llegar, nos encontramos
con un pueblo de apariencia medieval, pero a partir de un punto, que no estaba
marcado por ninguna frontera, ya no era un pueblo, sino los terrenos y las
instalaciones de Eton, que se extendían hasta donde alcanzaba la vista. Es un
lugar hermoso que respira antigüedad y serenidad por los cuatro costados.
Nos recibieron dos estudiantes de
último curso. Ambos vestían traje y corbata, pero Eton tiene su propio
uniforme: un frac con chaleco, falso cuello, corbata blanca y pantalones a
rayas (ver foto). Y no es creáis que se trata de algo folclórico que se ponen
sólo ocasionalmente; aunque nuestros cicerones vestían normal, casi todos los
alumnos con los que nos cruzamos llevaban el uniforme.
Por cierto, ese uniforme está sujeto
a una serie de reglas y tradiciones. Los alumnos “de base” llevan el chaleco
negro con botones negros de pasta. Los jefes de cada “casa” usan chaleco gris.
Los alumnos que sobresalen especialmente y son miembros de la Sociedad Eton (se
les llama Pop) pueden usar chalecos con los colores y adornos que les vengan en
gana. Además, para premiar la excelencia se otorgan botones de plata, de uno en
uno y según estrictos criterios (este año sólo se entregarán 26 botones de
plata). Uno de los alumnos de español tenía de plata todos los botones de su
chaleco, así que debía de ser un geniecillo el tío.
Eton está lleno de viejas
tradiciones; incluso tienen un argot propio incomprensible para quienes no sean
old etonians, que es como se les
llama a los alumnos de Eton. Antiguamente, los estudiantes recién llegados
ejercían como criados de los veteranos, pero eso ya no se hace. Y los castigos
físicos, mediante fusta, también estaban a la orden del día. De hecho, no se
suprimieron hasta 1984. La “disciplina inglesa”, ya sabéis. Ahora los castigos
consisten en copiar versos en latín.
Nuestros dos alumnos cicerones nos
guiaron por la parte monumental de Eton, que es una maravilla. Entre otras
cosas nos enseñaron el aula más antigua de Inglaterra, conservada exactamente
tal y como era en 1440 (por supuesto, ya no se usa). Fue impresionante.
Una
vez acabada la visita, nos dirigimos a la “casa” donde íbamos a cenar.
Porque en Eton los alumnos se agrupan por “casas”. Hay 26 en total; la que nos
acogía contaba con 25 alumnos, aunque a la cena sólo asistieron cuatro, además
del profesor de inglés, responsable de la casa (headmaster). ¿Os suena esto a Harry Potter? No me extraña, porque
Eton es como el Colegio Hogwarts, pero sin varitas mágicas.
Para cenar, nos sirvieron pollo con
bacon y patatas, y pastel de no sé qué. Estaba bueno. Acto seguido, nos
dirigimos a la Biblioteca de Historia, donde me aguardaban los restantes
alumnos de español y Marçel, el profesor, un catalán muy agradable. Di una
charla sobre la influencia de los escritores ingleses en La isla de Bowen (aunque primero les hablé de Guillermo Brown, mi
primer referente como lector y escritor), hubo un turno de preguntas y,
finalmente, tras despedirnos, regresamos a Londres. Todo el mundo fue muy amable.
Siempre me ha maravillado lo
ingleses que son los ingleses; es el pueblo más sí mismo que conozco. Cuando
veo películas como Lo que queda del día,
o series de televisión como Downton Abbey,
o leo novelas como Regreso a Howards End,
me pregunto si eso que muestran es o ha sido alguna vez cierto. Parece tan
estereotipado, tan cliché, que es más fácil atribuirlo a la ficción que a la
vida real. Pero es real, los ingleses fueron y son así, al menos en parte. Y
Eton es la quintaesencia de lo inglés.
Lo confieso: me gustan los ingleses,
me gusta Inglaterra, me gustan las islas británicas. Me gusta su literatura, su
música, su arte, su cultura, su sentido del humor, su extravagante amor a las
tradiciones... Y también hay cosas que me desagradan de ellos, en especial su
clasismo y su elitismo.
Eton es un espléndido colegio, vaya
eso por delante. Sus resultados académico son impresionantes y posee unas
instalaciones de quitar el hipo. Pero esas extrañas tradiciones, tan complejas
y arcaicas, tan exclusivistas que incluso tienen dos deportes propios (como el quidditch; ya sabéis en qué se inspiró
la señora Rowling): el fieldgame, una
especie de rugby mezclado con fútbol, y el wall
game, que es una melé incomprensible en cuyos partidos se marcan con suerte
uno o dos goles al año. En cierto modo, Eton parece más una sociedad secreta
elitista que un colegio.
Eton me fascinó, pero también me
desagradó; y, curiosamente, por las mismas razones. Las tradiciones, el culto a
la excelencia, el aura intemporal, todo eso me gusta desde un punto de vista
romántico y estético, pero su significado profundo va en contra de todas mis
convicciones.
El escritor Nick Fraser dijo en su
libro The Importance Of Being Eton: “Eton
es una institución que crea hombres arrogantes, que se creen con derecho a unos
privilegios que no merecen”. Probablemente es cierto. Desde luego, no cabe duda
de que Eton es lo más pijo que uno pueda concebir, pero en plan inglés. Y
también es un celacanto, un fósil viviente, lo que queda de una época que ya casi
no existe. Por fortuna.
No obstante, una de las
características de Eton es la importancia que le concede a los debates. Allí,
ningún alumno será reprendido jamás por expresar sus opiniones, sean las que
sean, sino en todo caso por no encontrar argumentos lo suficientemente sólidos
para defenderlas. Y creo que es precisamente eso, la libertad de pensamiento y
de expresión, lo que hizo grande a Inglaterra.
Nota:
El título de esta entrada es el lema de Eton en latín, y significa “Que Eton
florezca”.
Nota
2: Algunos personajes de ficción estudiaron en Eton. Por ejemplo Allan Quatermein,
James Bond o el Capitán Garfio.
Muy interesante, la verdad. Siempre escuché de eton y sus tradiciones, pero no de primera mano. Lo cierto es que es atractivo pero al mismo tiempo me desagrada. No se, supongo que no me veo a mi mismo allí ni en pintura. Siempre he aborrecido los elitismos y ese tipo de sociedades como bien dices casi "secretas".
ResponderEliminarPor cierto, cuantos alumnos tiene, ¿si posees el dato?. ¿Todos son de pago, no hay becas para alumnos menos desfavorecidos pero inteligentes?
Saludos y feliz regreso
Mazarbul
Las últimas palabras del Capitán Garfio son precisamente: "Floreat Etona".
ResponderEliminar¡Genial la entrada! Lo de las casas y las tradiciones me parece muy evocador, y muuuuy británico, claro, como Harry Potter o Sherlock Holmes.
¡Saludos!
-Sebastián
Mazarbul: Los rituales de Eton, como todos los rituales, cumplen la función de generar pertenencia a un grupo. En este caso, dado el precio de la matrícula, a un grupo elitista relacionado con el poder. Y, desde luego, por mucho que me fascine la institución y por muy prestigiosa que sea, no me habría gustado ni un pelo estudiar allí.
ResponderEliminarEn Eton hay actualmente mil doscientos y pico estudiantes. ¿Becas? Muy pocas y sólo cubren una parte de la matrícula.
Por cierto, una profesora de Eton fue despedida tras denunciar que las autoridades del colegio hacían trampas para mejorar los resultados del príncipe Harry, que al parecer no es demasiado espabilado.
Sebastián: No hay nada más británico que Eton.
Sebastián: Por cierto, Barrie, el autor de Peter Pan, estudió en Eton. ¿No es curioso que, de todos los personajes de su novela, eligiera al villano como representante de Eton?
ResponderEliminarY James Bond estudió en Eton, pero se fue de allí enseguida, quizá porque le echaran.
Orwell, que era un old etonian, jamás mencionó al colegio en sus obras. Pero escribió 1984, la distopía sobre un poder malvado y omnímodo más deprimente de la historia. ¿Casualidad?
Sana envidia me das. ¡Una visita guiada por Eton con cena incluida! So British... Me hubiera gustado estar allí, no sólo por la visita, sino también para oírte hablar de Guillermo Brown. A ver si te animas un día a dar una charla exclusiva para guillerminianos. Me apunto seguro.
ResponderEliminarUna curiosidad malsana: ¿alguien sabe "de quién" es Eton?.
ResponderEliminar¿Se financia sólo con las matrículas?, ¿quién decide en última instancia las reglas de admisión para alúmnos igual no tan brillantes pero sí influyentes?
Me ha encantado esta entrada. Y coincido contigo en todo lo que cuentas sobre Inglaterra y los ingleses, tanto en lo que te (nos) gusta y lo que te (nos) desagrada de ellos.
ResponderEliminarEn el fondo, los ingleses siempre se sintieron diferentes (no sé si decir "superiores") al esto de los europeos, más cercanos a sus descendientes norteamericanos y sus excolonias de la Commonwealth que al resto de nosotros los restantes europeos. Por eso cuando uno de ellos se iba de viaje por el resto de Europa decían aquello de que se iban o bajaban "al continente", como si no formaran parte de él.
Sin embargo, a pesar de ser "la pérfida Albión" no puedo evitar que en algunas cosas me gusten y mucho: la época y novela victoriana; R.L. Stevenson y Conan Doyle, Sherlock Holmes, Chesterton, H.G Wells, Kipling; las películas de la Hammer; las series de la BBC y la Thames Television; Shakespeare todos esos grandes y grandes actores que su teatro y cine nos ha dado, el doctor Who...
En el fondo no puedo evitar sonreir cuando en una película tan "hammeriana" como la española "Pánico en el Transiberíano" donde hay un monstruo que puede cambiar de cuerpo en cuerpo, en un determinado momento va el revisor y les pregunta a Christopher Lee y Peter Cushing:
- Un momento ¿cómo sabemos que el monstruo no es uno de ustedes?
Lee y Cushing se miran y este último responde:
- ¿Nosotros? ¡Por Dios! ¡Nosotros somos ingleses!
Rickard
Por cierto, como curiosidad (y ya que lo has mencionado de pasada en tu entrada) recomiendo la lectura (si lo encontrais) del libro "El vicio inglés" de Ian Gibson donde el conocido historiador estudia el porqué de la prolongada permanencia de la llamada "disciplina inglesa" en las escuelas inglesas (y en otras instituciones como el ejército y la marina), desde la época victoriana hasta prácticamente nuestro días, y el efecto que ésta ha tenido sobre la, en algunos casos peculiar, manera de entender la sexualidad de los ingleses.
ResponderEliminarMuy, muy interesante.
Rickard
"Allí, ningún alumno será reprendido jamás por expresar sus opiniones, sean las que sean, sino en todo caso por no encontrar argumentos lo suficientemente sólidos para defenderlas. Y creo que es precisamente eso, la libertad de pensamiento y de expresión, lo que hizo grande a Inglaterra."
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo. Solo por eso a mí si me hubiese gustado poder estudiar en Eton.
Por mi parte tengo la extraña sensación que aquí es todo lo contrario: puedes decir cuantas sandeces quieras, siempre que sean políticamente correctas.
Saludos, César.
ResponderEliminarMe alegro de que «La isla de Bowen» te haya dado tanto reconocimiento, sin duda muy merecido. En cuanto a lo de Eton, no puedo sino coincidir contigo en el hecho de que se trata de un colegio hecho para pijos acaudalados, dicho claramente; no es que los desprecie, ni mucho menos, pero su visión de la realidad es quizá bastante más achapada a la antigua que la de los demás, los humildes como nosotros. Por otra parte, lo que no me gusta de estos colegios elitistas es que estudiar en ellos te puede dar más oportunidades o «prestigio» —o al menos eso creo yo—.
Pero qué más da; tampoco puedo vanagloriarme de estar en lo cierto en lo que digo, ¿no?
P.D: Todavía estoy esperando a que llegue el verano para poder disfrutar otra vez de la lectura de tus libros —a lo mejor, vuelvo a releerme «La isla de Bowen»...—.
Muy buenas César, ¡al fin una entrada tuya!
ResponderEliminarMe alegro que la ausencia se haya debido al disfrute de viajar, eso siempre viene bien. Por mi parte, y tras vivir unos meses (casi un año ya) en Irlanda del Norte, mitad irlandesa y mitad británica, he de decir que tu visión de estas islas se parece un poco a la mía.
Es un país con muchas contradicciones.
Al compararlo con España, o al menos con la parte de España en la que me tocó vivir, Andalucía, es un país que te sorprende. En Andalucía se vive mucho el tradicionalismo, la religión y el clasismo (como aquí), pero a la vez existe un respeto al agricultor, al trabajador, que aquí no existe. Sin embargo aquí, las clases trabajadoras, gozan de mayor protección, tanto social como económica. También es un país que exige mucho esfuerzo y no lo premia adecuadamente. Por otro lado la gente que tiene privilegios, no se da cuenta, como bien comentas en tu texto.
No sé, es un país muy raro.
Desde luego que tiene sus encantos, pero no creo que sea el mejor país para vivir toda tu vida.
Bueno dejo de aburrir, me alegro que estés de vuelta que hay muchos temas por comentar.
¡Hasta pronto!
Ejemplo de elitismo inglés: en la pelicula "EL HOMBRE QUE PUDO REINAR", protagonizada por Sean Connery y Michael Caine alguien les preguntaba que si acaso se creían dioses, a lo que uno de ellos respondía: "casi, somos ingleses".
ResponderEliminarPor cierto que no deja de ser curioso que el mismo país que ha producido algo como Eton (o tal vez sea por eso mismo), haya producido algo como los Monty Python y... Benny Hill.
ResponderEliminarRickard
Es la primera vez que me atrevo a escribir en tu blog, aunque hace tiempo que lo sigo. Aprovecho tu visita a Londres para hablar sobre tu novela "La isla de Bowen" para felicitarte y agradecerte que la escribieras. Este libro se convirtió para mi en un referente, devolviéndome a la infancia cuando Julio Verne me acompañaba las aburridas tardes de hastío, llevándome a mundos de fantasía y aventuras. Y eso mismo le debió suceder a mi hijo de 13 años con tu novela, a la que considera su libro preferido.
ResponderEliminarTuve oportunidad de conocerte en 1995 ( ya han pasado casi 20 años!) cuando ganaste el Premio UPC con tu novela "El Coleccionista de Sellos". Yo soy uno de los dos chicos que ganó la mención UPC de aquel año. Compartir jornada contigo fue una experiencia inolvidable. Desde entonces he seguido todas tus obras y me has inspirado a la hora de seguir escribiendo.
Perdona por el rollo, pero me hace ilusión ponerme en contacto contigo y con tus merodeadores en este magnífico blog.
Para no ser más pesado, simplemente decir que me gusta todo lo británico: su estilo, su educación, su cultura e historia, si bien es cierto que instituciones como Eton siguen manteniendo ese clasismo de rancio abolengo del cuál, a veces, pecan.
No obstante, qué sería de nosotros sin ese "estirado" estilo británico que nos ha proporcionado personajes míticos como Sherlock Holmes, Phileas Fogg, James Bond o tantos otros que han paseado sus imaginarias vidas (o no) por el cine o la literatura.
Prometo no escribir tanto en mis siguientes comentarios, palabrita del niño Jesús.
Personalmente, esta clase de instituciones clasistas me estremecen. Es posible que dejen debatir sobre cualquier tema siempre y cuando se esgriman unos buenos argumentos, pero lo que me extraña es que nadie halla expuesto unas buenas razones para dejar de vestir como si fuesen cada día a una boda o sobre la conveniencia, por poner un ejemplo más grave, de compartir clases con chicas.
ResponderEliminarMe parece contradictorio que las personas destinadas a mover el mundo sean educadas en un micro-clima tan alejado de él. Siempre he pensado que la mejor forma de entender la gran diversidad de culturas era mezclándote con todas y experimentando vivencias con cada una de ellas, y no encerrándote en un castillo para empaparte de elitismo y sociedades secretas.
Pero, ahora que lo pienso, puede que sea un ingenuo. Porque estas personas, o la gran mayoría de ellas, no salen de estos lugares con la disposición de gobernar ecuánimemente, sino de perpetuar los códigos y conductas empleadas en las altas esferas para que nada cambie. Imagino que mantenerlos aislados consigue, en parte, insensibilizarlos para que los problemas de la plebe no les afecte en el momento de tomar decisiones. Como cuando comienzan una guerra, recortan en servicios sociales mientras rescatan a la banca o dejan que medio planeta muera de hambre mientras el otro medio "sufre" las enfermedades derivadas del sobrepeso.
Así andamos, gobernados por mentalidades que veneran sus tradiciones, por muy retrógradas que sean.
En el San Alberto Magno no era muy diferente, y todos íbamos uniformados en clase de gimnasia: un chandal rojo, menos tú que lo llevabas azul.
ResponderEliminarEn Eton llevan a un extremo lo que tratan de vender todos los colegios, ¿no? Al menos en España. Por supuesto es una lejana imitación, pero el concepto es el mismo. Si no, daos una vuelta por los colegios que me rodean (San Patricio, Aldovea, Kings, Brains, Los Sauces, International College Spain, Areteia, St Georges Madrid, Runnymede, Maria Irlandesas... y otros dos más que no recuerdo su nombre al lado del ponyclub. ¿A que parece mentira que haya tantos colegios elitistas en un barrio? pues os aseguro que es verdad y todos comparten el adjetivo de EXCLUSIVIDAD, y sin duda sus matrículas deben excluir a la mayoría de los mortales. Pues si esto, lo llevamos a un extremo algo exagerado, nos sale Eton.¿No?
ResponderEliminarEl otro concepto es la educación pública, pero esta idea solo funciona si es en su totalidad. Que sean todos, absolutamente todos los colegios, públicos (por ley). Es la única forma de asegurar igualdad de oportunidades y logros según lo que cada cual valga y se esfuerce.
Lo demás, perdonadme, es un ejercicio de cinismo. Eton no, pero Aldovea sí. ¿Cuál es la diferencia? La idea es la misma y la única diferencia es la dimensión y alcance, que por otro lado, son la dimensión y alcance deseados.
Anónimo de las 3:37: ¿A quién pertenece Eton? Buena pregunta. Eton lo fundó el rey Enrique VI, paradójicamente para acoger a los hijos de los pobres. Ahora, sin embargo, me consta que es un colegio privado, pero me ha resultado imposible averiguar a quién pertenece.
ResponderEliminarMustapha: No te excuses por dar tu opinión, amigo mío. De eso precisamente va Babel: de charlar libremente.
Rickard & Anónimo de las 10:19: Una cosa buena que tienen los ingleses es que son autoconscientes y capaces de burlarse de sí mismos. En Inglaterra, Eton no es un lugar universalmente admirado. Al contrario, muchos ingleses abominan de él (la naturaleza old etonian de Cameron fue utilizada en su contra durante las elecciones).
GABio: Muchas gracias por tus amables palabras. Y te pido perdón por no recordarte; tengo la memoria de un pez de colores, lo siento. En cualquier caso, en Babel puedes escribir cuanto quieras.
Mazcota: ¿Quieres asombrarte? Hace unos años, se puso a votación entre los alumnos de Eton si se mantenía el uniforme o no. ¡Y ganó por mayoría el voto a favor de mantenerlo!
Tienes razón en todo lo que dices, pero no puedo evitar sentir fascinación por lugares como Eton. Como digo en el texto, fascinación y desagrado a la vez y por las mismas razones.
Samael: Chico, es que tu barrio, reconócelo, es muy especial. Y tienes razón, a todos esos colegios les encantaría ser Eton, y no tanto por razones educativas como por elitismo.
Con lo que no estoy de acuerdo es con prohibir la enseñanza privada. No me parece democrático, y además sería ineficaz, porque ya se ocuparían las clases altas en crear instituciones que, sin ser colegios, cumplieran las funciones de "exclusividad" para sus cachorros.
Lo que habría que hacer es lo que hizo Finlandia. Allí no están prohibidos los colegios privados, pero la enseñanza pública es tan buena que nadie recurre a ellos. Salvo por elitismo, claro. Pero el hijo de un millonario que vaya a un colegio privado no recibirá mejor educación que el hijo de un obrero en una escuela pública.
La verdad es que sólo un inglés de pura cepa como David Niven podía haber reaccionado como éste lo hizo durante la ceremonia de la entrega de los Oscar de 1974, cuando un espontáneo, saltándose las medidas de seguridad, atravesó el escenario completamente desnudo por delante de él.
ResponderEliminarNiven, en una estupenda muestra de eso que hemos dado en llamar "flema británica" se limitó a enarcar una ceja y decir: "Bueno, damas y caballeros. Esto tenía que acabar por pasar... De todos modos, ¿no es fascinante pensar que probablemente las únicas risas que este hombre consiga en su vida se deban a haberse desnudado y mostrar sus carencias?"
Rickard
en Finlandia, solamente el uno por ciento (1 %) de las escuelas son privadas, y además todas estas escuelas privadas también son supervisadas por el Ministerio de Educación.
ResponderEliminarFinlandia se gasta nada menos que el 20% del presupuesto del estado en educación.
no son datos de wikipedia, ojo.
Orwell tal vez no inclyera a Eton entre sus ficciones literarias, pero sí que habló con muy poco cariño de su paso por las "public schools" inglesas como alumno becado en el ensayo "Such, Such Were the Joys". No lo he leído entero, pero es bastante bilioso en su retrato de un sistema hipócrita, cruel, e inhumano en el que se cultivaba el clasismo y él mismo era visto como poco menos que un advenedizo por su condición de alumno de clase mediabaja.
ResponderEliminarPor esa misma razón (y porque poda anglofilia puede quedar después de un año viviendo en Inglaterra), en cuanto a mentiras románticas siempre me ha parecido mucho más atractiva "Liberté, egalité, fraternité" que "God Save the Queen".
Antonio Jarreta: No conocía ese ensayo de Orwell, pero lo buscaré porque me parece interesantísimo. Gracias por la información.
ResponderEliminarComo he dicho en el texto, el clasismo y el elitismo ingleses me parecen repugnantes. Pero, en un evidente contrasentido, algunas de sus manifestaciones me fascinan. Y, en cualquier caso, la literatura y la cultura inglesas me parecen importantísimas.
El ensayo se puede encontar en inglés aquí:
ResponderEliminarhttp://www.orwell.ru/library/essays/joys/english/e_joys
También está incluido en el "Ensayos completos" que la editorial Debate sacó el año pasado en una edición preciosa que desearía poseer si no fuese porque es caro como un riñón nuevo.