Hay al menos tres aspectos muy
positivos en la aparición de Podemos. En primer lugar, sus críticas al actual
estado de nuestra democracia y a la actuación de los partidos políticos
“clásicos”. Son concretas, veraces y sitúan el foco de la atención pública en
los problemas más acuciantes de la actual crisis socio-política. En segundo
lugar, Podemos se está convirtiendo en una especie de contrapoder que obligará
a la derecha a moderarse, y a la izquierda de siempre a reaccionar y salir de
su letargo autocomplaciente. En tercer lugar, ha quebrado el monolítico
bipartidismo cuyo único objetivo parecía ser perpetuarse en el reparto del
poder. A esto último habría que añadir que (sin proponérselo) ha facilitado el
crecimiento de Ciudadanos, acabando así con uno de los principales problemas de
nuestro sistema político: la existencia de un único partido que monopolizaba todos
los votos conservadores, de la extrema derecha al centro. Todo esto cuenta en
su haber.
Pero...
He sido publicitario, un manipulador
profesional; quizá por eso no soporto que intenten manipularme. Y, si revisáis
la entrada anterior, os daréis cuenta de hasta qué punto Podemos pretende
manipularnos. ¿Con fines bienintencionados? Quizá sí, pero el fin no justifica
los medios, y a mí no me gusta tanto marketing político, tanto cálculo y tanto
tacticismo. Hoy por hoy, lo que se desprende de Podemos es un desmedido afán
por alcanzar el poder cuanto antes.
Como hijo del 15-M, Podemos ha
adoptado un sistema de toma de decisiones asambleario, los famosos “círculos”.
Al respecto, quisiera decir dos cosas: Quizá un pueblo muy pequeño pueda
gobernarse mediante asambleas, no lo sé; pero desde luego no una estructura tan
compleja como un partido político, y mucho menos un país. Sencillamente, porque
el sistema de asambleas es lento, confuso e inoperante.
Además, no os podéis imaginar hasta
qué punto es fácil manipular una asamblea. Yo fui a la universidad en los años
70, y en aquella época había asambleas constantemente. Durante la dictadura, el
único partido clandestino bien organizado era el PC, así que las asambleas
estaban sistemáticamente manejadas por estudiantes comunistas. Y bastaba con
dos o tres de ellos para conducir como a un rebaño a una asamblea de doscientas
o trescientas personas. ¿Manipulación bienintencionada? Sí, pero manipulación
en cualquier caso.
Por otro lado, la supuesta dinámica
asamblearia de Podemos es una ficción. En realidad se trata de un partido muy
centralizado que concentra todo el poder en una cúpula férrea y un líder
todopoderoso, al estilo de los partidos comunistas tradicionales.
La vinculación de Podemos con el
chavismo venezolano. ¿Cierta o falsa? Para ver lo que opina Monedero de Chávez,
basta con pinchar AQUÍ . O AQUÍ. O AQUÍ. Y si quieres saber lo que opina
Pablo Iglesias, pincha AQUÍ. O AQUÍ. Si tenemos en cuenta estas
opiniones de los fundadores del partido, no es extraño que el pasado mes de
marzo Podemos se negara a votar en el Parlamento Europeo una resolución de
condena a la persecución y represión de la oposición por parte del gobierno
venezolano.
Y luego tenemos esos 425.000 euros
que Venezuela le pagó a Monedero por trabajos de asesoría. No me refiero al
asunto de los impuestos, sino a las razones de ese pago. En teoría era un
trabajo para estudiar la implantación de una moneda común y desarrollar la
unidad financiera en Latinoamérica. Pero Monedero no es economista, sino
politólogo... Es raro que le eligieran a él para ese trabajo. Además, ¿tanta
pasta por la asesoría de una sola persona? Raro también. Y ese dinero, al
parecer, no era para Monedero, sino para La Tuerka. En fin... ¿qué queréis que
os diga? No me trago lo de la asesoría; creo que se trata de financiación
encubierta.
Pero da igual, eso no es lo
importante. La cuestión es: ¿a qué se debe ese amor de los líderes de Podemos
hacia el chavismo? ¿De verdad creen que la solución a los problemas de España
consiste en implantar aquí un régimen similar al de Chávez? ¿O es que le
bailaron el agua al gobierno venezolano para sacarle la pasta? Ambas opciones
me provocan sudores fríos.
Por otro lado está ese ambiguo viaje
de Podemos hacia la socialdemocracia. Sencillamente, no me lo creo. Pablo
Iglesias y gran parte de la cúpula dirigente de Podemos proceden de posiciones
marxistas, y los marxistas desprecian la socialdemocracia. Esa reconversión
hacia una ideología más moderada no es real. Es puro tacticismo.
Todo esto sería suficiente para
hacerme desconfiar de Podemos, pero hay algo más. ¿Recordáis la película de
Peter Weir El club de los poetas muertos?
La acción transcurre en un rígido y elitista colegio de Nueva Inglaterra,
cuando llega a él un nuevo profesor de literatura, John Keating, interpretado
por Robin Williams. Keating es un profesor diferente que no pretende que sus
alumnos memoricen un montón de autores y obras, sino que aprendan a amar la
literatura y la incorporen a sus vidas. En la que quizá sea la secuencia más
famosa del film, Keating enseña a sus alumnos el sentido de la rebeldía
haciéndoles ponerse de pie sobre los pupitres para que contemplen el mundo de
forma distinta.
Pues bien, en una de sus clases
universitarias, Pablo Iglesias reprodujo esa secuencia (podéis verlo pinchando AQUÍ).
Vale, puede que sólo sea un anécdota; quizá lo único que pretendía Iglesias era
exponer un razonamiento ilustrándolo con una película. Es posible, pero yo lo
interpreto de otra forma. Creo que Iglesias estaba recreando una fantasía
personal, creo que Iglesias se ve a sí mismo como un John Keating, uno de los
más humanos y mejores profesores de la ficción cinematográfica, creo que
Iglesias tiene una clara propensión al mesianismo. Y pocas cosas me dan más
miedo que los mesías.
En resumen, sé que Podemos intenta manipularnos;
tengo la sensación de que Podemos oculta su auténtica ideología y sus
verdaderos objetivos; creo que Podemos se disfraza; me consta que Podemos, en
vez de dar respuestas sinceras sobre ciertos problemas internos, ha optado por
actuar como la casta que tanto critica; sospecho que su líder carismático tiene
ínfulas mesiánicas. Y todo ello me hace desconfiar de ellos.
Esa
desconfianza es la misma que siento hacia el resto de los partidos (miento: del
PP desconfío mucho más). Sin embargo, se suponía que Podemos era distinto, una
formación honesta, fresca e innovadora. Pero no es eso lo que veo. En fin,
puede que cambien, puede que me equivoque, quizá en el futuro me demuestren que
son dignos de confianza. Ya veremos.
Para terminar, quizá os preguntéis
qué demonios voy a votar en las elecciones del próximo domingo. Pues bien,
aunque se supone que el voto es secreto, voy a desnudar mi alma electoral ante
vosotros:
En lo que respecta a la Comunidad,
votaré a Ángel Gabilondo, candidato del PSOE.
En cuanto a la alcaldía, votaré a
Manuela Carmena, candidata de Ahora Madrid.
(Me apresuro a recordaros que ni
Gabilondo es miembro del PSOE, ni Carmena es miembro de Podemos).