Mientras la escribo, cada novela se
comporta de forma diferente. Cabría pensar que siendo yo siempre el mismo, mi
trabajo debería desarrollarse siempre de forma similar; pero no es así. Cada
novela parece tener vida propia y avanza, o no avanza, a su manera. Algunas
novelas se escriben como un río manso, sin sobresaltos. Otras son torrentes de
montaña que avanzan sorteando obstáculos, a veces remansándose, a veces
precipitándose por cataratas. Hay novelas que se estancan y las hay que se
resisten a nacer, o que forman meandros, o que se ramifican en multitud de
afluentes.
EL FIN DE LOS TIEMPOS (SM 2023), mi
última y recién publicada novela, nació siguiendo, sucesivamente, tres cursos
distintos. La primera idea me vino hace unos diez años, después de publicar La isla de Bowen. Aunque llamarlo “idea”
es exagerado, porque lo único que me planteé fue que quería escribir sobre el
fin de la civilización. Más concretamente, quería explorar la frontera entre el
mundo civilizado y el mundo salvaje (podría decir “mundo natural”, pero
“salvaje” describe mejor lo que pretendía hacer).
Me puse a darle vueltas al asunto,
desarrollé un argumento, diseñé unos personajes, comencé a escribir... y cuando
llevaba más o menos treinta páginas, me detuve, hice examen de conciencia y me
dije: “No, César, eso no es lo que quieres escribir”. Así que archivé el texto
y comencé a buscar otro argumento. Tiempo después, desarrollé una nueva y
completamente diferente historia y empecé a escribirla. Al cabo de unas cinco
páginas, mi voz interior hizo sonar todas las alarmas: de nuevo había errado el
camino. Otro textito archivado y otra vez a darle vueltas.
Creo que ya he hablado de esto aquí,
pero el caso es que hará uno o dos años, encontré el primer archivo, que estaba
etiquetado con el muy impreciso título de “novela”, lo leí... y no tenía ni
idea de qué era eso. Había olvidado por completo haberlo escrito. De hecho,
ahora lo he vuelto a olvidar; no sé qué escribí. NOTA: Hice muy bien en
abandonar ese texto.
Pasó el tiempo, años, y yo seguía
dándole vueltas a la historia –en realidad, el tema- que quería contar y que
tanto se me resistía. Hasta que un buen día, no recuerdo cuándo, me di cuenta
de cuál había sido mi error. En mis dos anteriores intentos había situado la
historia muchos años después de que la civilización se hundiese. Pero si yo
pretendía hablar de lo civilizado y lo salvaje, debía situar mi historia justo
en el momento en que los últimos rastros de la civilización desaparecen. En
cuanto comprendí eso, todo fue coser y cantar. Ideé un nuevo argumento, me puse
a escribir y todo fluyó como un arroyo cantarín. Luego, ciertos avatares
retrasaron dos o tres años la publicación de la novela, pero eso no viene al
caso.
¿De qué va El fin de los tiempos? La acción se sitúa en España, en un futuro
cercano. La civilización se ha derrumbado. No ha habido ningún gran
apocalipsis, sino la progresiva degradación de una sociedad injusta en la que
la desigualdad crecía al mismo ritmo que la miseria. Se produjo una inmensa
crisis económica global, el Súper-Crack, que desencadenó algaradas y masacres. Hubo
hambrunas, guerras civiles, se detonaron algunos artefactos nucleares (no
muchos, afortunadamente). En ese contexto, se desató una pandemia, la Muerte
Blanca, que diezmó a la humanidad. Y la civilización se fue a la mierda.
La novela comienza en una zona
residencial situada al oeste de una gran ciudad (que es Madrid, aunque nunca se
dice en el texto). Esa zona está protegida por el ejército y en ella viven los
civiles que trabajan para los militares. El resto de la ciudad está sumida en
la barbarie. Un día, el destacamento del ejército recibe la orden de irse,
dejando abandonados a su suerte a los civiles que viven con ellos. Todos saben
que, en cuanto los militares no estén, bandas de saqueadores arrasarán la zona,
así que deben irse. Justo ahí empieza la historia.
Los protagonistas son tres hermanos,
Álex, Tomás y Sara, de 16, 12 y 8 años de edad, respectivamente. El día en que
los militares se van, abandonan la ciudad junto con sus padres, para dirigirse
caminando a un pueblo situado a 300 km de distancia, donde quizá encuentren
refugio. La primera parte de la novela, narrada por Tomás, cuenta lo que sucede
durante ese viaje a través de un territorio sumido en el salvajismo.
La segunda parte, narrada en tercera
persona, transcurre once años después, cuando los protagonistas ya son adultos,
y cuenta un segundo viaje, esta vez de búsqueda. Aunque los protagonistas
tienen diferentes motivos para realizarlo: redención, amor, lealtad, compañerismo,
curiosidad e incluso venganza. Hay una tercera parte, muy breve, que cierra la
novela desde el punto de vista de Sara.
¿El
fin de los tiempos es una novela posapocalíptica? Bueno, no ha habido un apocalipsis
concreto, sino varios, pero a efectos prácticos sí que lo es. Por tanto, asume
las constantes del género (algunos me han dicho que la portada recuerda a The Last of Us). También es una novela
de aventuras que describe dos viajes llenos de peligro. Y por último, es una
novela moral. No en el sentido de que tenga una moralina, sino porque propone
varios dilemas éticos.
El primero de ellos: Si la sociedad
se hundiese, ¿qué harías: intentar mantener la civilización o sumarte a la
barbarie? Cada uno de los tres hermanos ofrece una respuesta diferente a esa
cuestión. La novela no toma partido; es el lector quien debe hacerlo (si le
apetece, claro).
Por otra parte, durante el relato,
los protagonistas –es decir, los buenos-
hacen cosas terribles. Ahí la cuestión es: y si no las hicieran, ¿qué? ¿Y cuál
sería la alternativa? Y algo más: Si te comportas igual que los malos, ¿qué
derecho tienes a considerarte bueno? Otro dilema: ¿Es lícito que la
autodefensa, y la protección de los tuyos, anulen la piedad? En circunstancias
extremas, ¿es legítimo ser egoísta? ¿Hay otra opción?
Pero existe un punto de vista
alternativo para encajar genéricamente la novela: es un western. En realidad,
gran parte de los relatos posapocalípticos tienen la estructura, e incluso el
escenario, del western (fijaos en las películas de Mad Max), y sin duda mi
novela es un relato de frontera, la que existe entre lo civilizado y lo salvaje,
como en el western. Para colmo, en la segunda parte los protagonistas viajan a
caballo. De modo que sí, puede considerarse un western. Pero eso, en realidad,
¿qué más da?
En la novela también hay una emisora
misteriosa, Radio Libre Apocalipsis, que emite música de los 70; y un locutor,
el Hombre Lobo, que es una especie de narrador del fin del mundo. Además,
existe (o no) un mítico reino perdido donde se preservan los mejores valores de
la humanidad.
Como decía antes, El fin de los tiempos propone una serie
de dilemas morales. Cada uno de los tres hermanos que protagonizan el relato
ofrece una respuesta diferente. Tomás, el mediano, no soporta el mundo donde
vive e intenta mantener su integridad moral. Sara, la pequeña, se suma sin
atisbo de dudas a la barbarie, porque está segura de que es la única forma de
sobrevivir. Tal y como ella misma dice: “Soy
hija del caos, me crié en el caos, soy el caos”. En cuanto al mayor, Álex,
es pragmático. Su postura vendría a ser: Si no hay más alternativa que la
barbarie, adelante con ella; pero intentemos entretanto ser lo más civilizados
posible.
¿Cuál es mi opinión personal? Creo
que los tres hermanos tienen poderosas razones para defender sus posturas.
Simpatizo con Tomás, porque es un idealista; pero su estrategia de
supervivencia deja mucho que desear. En cuanto a Sara, sus motivaciones son
sencillas, claras y muy realistas, pero jamás podría ser como ella. Respecto a
Álex, se ha adatado, sobrevive y ayuda a sobrevivir a los demás, así que
supongo que su postura es la más racional.
Pero todo esto es teórico, claro,
porque si llegara el fin de la civilización, supongo que yo tardaría unos cinco
minutos en estar muerto. Mi historia no sería un novela, sino un microrrelato.
Siento un gran entusiasmo por tu nueva novela, yo seguidor de todas ellas. Es cierto que en este subgénero posapocalíptico se han escrito (incluso en videojuegos), tremendas bazofias que han desvirtuado un tema muy interesante de cuyo origen está en El Apocalipsis del Nuevo Testamento que por cierto, ¡presenta el fin de los tiempos como una buena noticia! Incluso Voltaire dijo que las grandes catástrofes son desternillantes. Sin embargo la literatura posapocalíptica ha dado grandes novelas como bien sabes. Ya ardo en deseos de leer la tuya. Por cierto, la cubierta de “El fin de los tiempos” es muy parecida al cartel de la primera temporada de “The Walking Dead”. El western le queda bien al final del mundo, ahí tenemos “La Torre Oscura” de Stephen King o el spaghetti western de Sergio Leone.
ResponderEliminar¿Hay algo peor que el fin del mundo? Sí, el fin del mundo con supervivientes. Dijo J. G. Ballard, el autor que más veces ha destruido el mundo en sus novelas: “La gente está tan metida en el trabajo que no reconocería el fin del mundo aunque lo tuviera delante de la nariz”, y Talking Heads canta: “Y mientras las cosas se caían a pedazos nadie prestaba mucha atención.”
Un fuerte abrazo.
No tardaré en comprarla. Esta misma semana.
ResponderEliminarLa emisora de radio recuerda a Wolfman Jack de American Graffiti
ResponderEliminarEn cuanto acabe la Guía de Perplejos de Maimonides me meto a disfrutar con ella
El que faltaba en una novela y luego le metiste en otra sin nivel para ese regalo
ResponderEliminarEl Doctor: Es cierto que el subgénero apocalíptico ha producido muchas bazofias, al tiempo que nos ha dado grandes obras maestras, como por ejemplo "La carretera", de Cormac McCarthy, o "Cántico por Leibowitz", de Miller. Y también es verdad que a veces lo apocalíptico se aleja del drama. Como por ejemplo, en "El día de los trífidos", de Windham, que muestra un fin del mundo... digamos que divertido. O "La Tierra permanece", de George R. Stewart, que da una visión poética del apocalipsis. No creo que mi novela sea una obra maestra, pero espero que tampoco sea una bazofia.
ResponderEliminar¿Advertiríamos el fin del mundo? Probablemente no. Salvo los preppers, esos chalados yanquis que se preparan constantemente para el apocalipsis viviendo en búnkers y almacenando armas y latas de comida.
Rubencastillogallego: Espero que te guste.
Anónimo de las 5:39: Supongo que sabes que Wolfman Jack existió en realidad (de hecho, aparece en la película) y se llamaba Robert Weston Smith. El personaje que en mi novela se hace llamar el Hombre Lobo reconoce que escogió su apodo inspirándose en el famoso disc jockey.
Anónimo de las 5:42: Lo siento, no te entiendo...
JUAN H: POR FAVOR, MÁNDAME TU DIRECCIÓN (Y NOMBRE COMPLETO) A TRAVÉS DEL MAIL DEL BLOG (fraternidadbabel@yahoo.es) Y TE HARÉ LLEGAR LA NOVELA.
ResponderEliminarNo se si tu novela es una obra de arte, lo que si se es que ha cumplido los requisitos que le pido a un buen libro, que sea entretenida y me de penita que se "me gaste"...me pareció una novela casi guion de cine (que buena peli-serie se sacaría de aquí), quizá me hubiera gustado algo más larga (seguro que hubo conflicto, tensiones, traiciones...etc etc en la base en 11 años), ¿una segunda parte?...creo que hay tema de sobra. Ahh y avisa cuando saques libro nuevo que nos tenemos que enterar por la "presa" y no por nuestro blog.
ResponderEliminarP.D A pesar en el relato navideño (que ya hay gente haciendo cola pa la lotería de navidad, si somos así de tontos) y luego se te echa el tiempo encima. ¿Una segunda parte de alguno de años anteriores?
Anónimo de las 10:51: Me alegro de que te haya gustado. ¿La novela es demasiado corta? Verás, en algunas de mis novelas juveniles he tenido que vigilar la extensión para adaptarme a los tamaños usuales del género (alrededor de las 250 páginas). Pero en este caso no; escribí todo lo que quería escribir, sin dejarme nada en el tintero. Es cierto que hay mucho material argumental disponible (¡hago una elipsis de 11 años!), pero para mis propósitos, escribir más habría sido irme por las ramas. Así que no creo que escriba una segunda parte; lo que quería decir ya lo he dicho. Respecto al tono cinematográfico de la novela... bueno, casi todo lo que escribo está muy influido por mi segundo gran amor, el cine. Ah, y siempre anuncio mis nuevos libros aquí. Puede que antes en FB, porque es más rápido, pero poco después lo hago en Babel.
ResponderEliminarVaya, haces bien en avisarme del cuento navideño, porque en efecto siempre se me echa el tiempo encima (el año pasado lo acabé el mismo día de Nochebuena). A ver si se me ocurre algo rápido... Lo que no voy a hacer es la segunda parte de alguno de mis relatos anteriores, porque creo que todos tienen argumentos cerrados. En fin, le daré al coco...
Qué buena pinta, César. Te sigo hace un tiempo y aún no he leído nada tuyo... aunque en mi pila de pendientes tengo uno de tus libros. Soy lo peor, lo sé, pero espero que no lo tengas en cuenta. Voy a apuntar este, a ver si paso en breve por la librería.
ResponderEliminarUn abrazo y mucha suerte con él.
Hola, César, ya te mandé los datos, perdona la tardanza, muchas gracias de corazón, en cuanto llegue, a leerla de un tirón, un fuerte abrazo!
ResponderEliminarJuan H.
Dorotea Hyde: No es necesario leer nada mío. Conveniente sí, pero no imprescindible ;-)
ResponderEliminarJuan H: Te lo iba a mandar hoy mismo, pero se me han acabado los sobres de burbujas. A ver si mañana compro.
César: sé que no hay obligación, pero ya sabes, lees a alguien en su blog, te enteras de que tiene algo publicado y como te gustan sus entradas quieres saber si en novela lo hace igual de bien. :)
ResponderEliminarEsta tarde fui a la librería a encargarlo y cuando llegué me encontré con que no llevaba el título apuntado. Tampoco tenía muy buena cobertura para ponerme a buscar, así que les dije a las libreras que volvería en unos días y me fui (con otra compra bajo el brazo, eso sí :D)
Luego por la noche se lo conté a mi madre, le dije que eras hijo de José Mallorquí, y en ese momento se le abrió una ventana en la memoria al recordar juntas la pila de libros del Coyote que te comenté en otra ocasión que había en casa de mis abuelos, sus padres. Me dijo, además, que eran superfans, no sólo del Coyote sino de una serie de la radio titulada Dos hombres buenos, que no se la perdían. Nos volvió a dar pena habernos desecho de los libros, pero la vida es así, siempre se dejan cosas atrás en las mudanzas.
Un abrazo.
Hay un fin del mundoven la biografía de cada uno, no me refiero a la muerte sino a ese momento en que te das cuenta que no contiendas nada y parece que solo has conocido a ingenuos y a lobos
ResponderEliminarDorotea Hyde: El Coyote fue un éxito espectacular. Y decían que por la tarde, cuando la SER emitía "Dos Hombre Buenos", España se paralizaba. Mi padre eran un gran escritor. Espero que yo no te defraude.
ResponderEliminarJoaquín Rodríguez: Bueno, creo que yo he conocido a todo tipo de personas.
Bueno, bueno, César…Pues yo, en cuanto me enteré de tu nuevo libro lo compré y ya está leído. Ya no tengo alumnos a quienes recomendarlo…En mi último instituto cuando empezaba el curso me tomaban el pelo en el Departamento porque sí o sí, siempre tenía que haber títulos tuyos en las listas de lecturas…y siempre les gustaban, la verdad, y a mí me divertía leerlos y hasta elaborar los controles y las guías de lectura. Mi preferida siempre fue La catedral, y ahora que lo pienso, también la idea del Apocalipsis estaba en ella. No sé si me gustan estas historias posapocalípticas. Yo creo que si están bien contadas, como tu novela, sí me interesan. Hace poco vimos mi hijo y yo la serie The Last of Us y me gustó, la verdad, aunque esté basada en un videojuego, mundo ajeno a mis intereses. Se plantean temas muy interesantes y bien contadas estas historias te hacen pensar. Felicidades, César, que tengas muchos lectores. A mí me has arreglado un regalo de cumpleaños para mi sobrina de 15 años, que por cierto, dibuja muy bien y todo lo convierte en cómic…a ver si se anima y hace un diseño de Tomás, Alex, Sara, Martín, los gemelos y cómo no, el Hombre Lobo.
ResponderEliminarUn saludo caluroso desde Cantabria de Aurora Boreal o MarisaSJ en FC
Aurora Boreal: Las historias posapocalípticas, las bien contadas al menos, me interesan porque borran todo lo accesorio y se centran en lo fundamental: la supervivencia, la lealtad y la traición, el amor y el odio, la fuerza y la debilidad, la vida y la muerte... En cierto modo, ese tipo de historias desnudan al ser humano. Son historias de frontera, tanto física como mental. Aunque no sea el tipo de relatos que te gustan, espero que no te haya desagradado. Un abrazo.
ResponderEliminarCaray, César, menudo año llevas. Dan Diésel, el Colegio, la lectora de mentes, el visitante, el fin de los tiempos...
ResponderEliminarHace relativamente poco escribías creo que un par de libros al año, de repente has pegado un acelerón. ¿Capasao? en todo caso, muchísimas gracias por ello, lo partes y es un encanto leerte, aunque no me lleguen los dineros y tenga que esperar con paciencia xD
Anónimo de las 2:03: Pues lo que ha pasado es que antes solo escribía novelas juveniles, y ahora también escribo novelas infantiles, que son mucho más cortas. No es que me haya poseído el espíritu de la laboriosidad, no, qué va...
ResponderEliminarMuy buenas César.
ResponderEliminarEstoy volviendo a reengancharme con la lectura leyendo tus libros. Recuerdo que hace unos años en el instituto leí La Catedral y me encantó y ahora me lo he ventilado.
Decidí seguir con El fin de los tiempos y no decepciona. Algo que me encantó de La Catedral fue seguir el viaje de Telmo por las localizaciones y.... Como buen romántico de la España vaciada, ¿en que zona de Burgos se ubicaría Marzal? ¿Desde donde parte inicialmente Tomas y su familia?
Muchas gracias por tus historias.
Anónimo de las 8:45: Me alegro de que mis libros te estén ayudando a recuperar la lectura. Marzal está en algún punto de la Sierra de la Demanda. Aunque nunca se menciona en el texto, Tomás y su familia parten de Madrid. De hecho, lo hacen más o menos desde donde vivo yo (en Aravaca). Se puede deducir por el itinerario que siguen los personajes al principio de la novela, siguiendo un río (el Manzanares), y su ruta hacia las montañas (que serían la Sierra de Guadarrama)
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