Un enclave tutelado por César Mallorquí, el Abominable Hombre de las Letras, en colaboración con la Sociedad de Amigos del Movimiento Perpetuo. Si no te interesa la literatura, el cine, el comic, los enigmas, el juego y, en general, las cosas inútiles, aparta tus sucias manos de este blog.
jueves, febrero 2
Muchos Mundos
Suelo leer varios libros a la vez; por lo general, una novela, una antología de relatos y uno o dos ensayos (¿o mejor llamarlos, como hacen los anglosajones, no-ficción?). No sé si es o no un buen hábito, pero resulta una buena gimnasia para mi baqueteado cerebro, tan proclive él al michelín intelectual. Ahora estoy leyendo, entre otras cosas, un libro de divulgación científica escrito por Marcus Chown, doctor en física y astrofísica. Se llama El universo vecino y trata sobre las ideas y teorías más vanguardistas de la ciencia actual. Es una obra excelente que recomiendo a todo el mundo, no sólo a los que están interesados en la ciencia, sino particularmente a quienes no lo están. Pero me gustaría detenerme un momento en uno de los temas que trata el libro: la Teoría de los Muchos Mundos.
El asunto gira en torno a la física cuántica, un asunto tan abstruso que, parafraseando una cita de la entrada anterior, necesitaría que me ayudarais a entenderlo para poder explicároslo. El caso es que la física cuántica, como bien sabéis, estudia el comportamiento de la materia a nivel subatómico. El microcosmos, los átomos, los protones, los electrones y toda esa zarandaja. Pues bien, resulta que cuanto más pequeñita es la materia, más excéntrica se vuelve. En el mundo en el que nos movemos, los objetos son cosas concretas que están en un lugar concreto o moviéndose en una dirección determinada. Todo es razonablemente estable. En el microcosmos, por el contrario, todo es difuso y surrealista, como el mundo al otro lado del espejo; nada ocupa un lugar concreto, ni se mueve en una dirección predecible.
Por ejemplo, hay un famoso experimento que consiste en hacer dos rendijas paralelas en una pared y lanzar hacia ellas un único fotón. La lógica dice que el fotón pasará, o bien por la rendija de la izquierda, o bien por la de la derecha. Pues no: pasa por las dos rendijas al mismo tiempo. El fotón está en dos lugares a la vez. Es como tirar una moneda al aire y que salga cara y cruz simultáneamente. De locos, ¿verdad? Pero real.
Bueno, pues ha llegado el momento de hacer un acto de fe, o bien de comprarse el libro, porque yo no pienso explicar todo el razonamiento. El caso es que este experimento cimenta una interpretación de la teoría cuántica conocida como Teoría de los Muchos Mundos. Según ella, cada vez que en el universo de produce un suceso susceptible de dos alternativas, A y B, la realidad se divide en dos: en una sucede A y en la otra sucede B. Por ejemplo, si tiro una moneda al aire y sale cara, en una realidad paralela saldrá cruz. Por supuesto, puede haber sucesos que admitan más de dos opciones, en cuyo caso, la realidad se multiplicará según el número de alternativas posibles. ¿Y cuál es el mínimo suceso capaz de dividir la realidad? Que un electrón cambie de órbita o no lo haga, eso basta para duplicar el universo.
Pero, ¿qué significa eso para mí, en qué afecta a este mundo real en el que vivo y donde los objetos tienen la buena costumbre de no ocupar dos sitios a la vez? Pues desde un punto de vista práctico, en nada; pero mucho conceptualmente. Veamos, si la Teoría de los Muchos Mundos es cierta, eso quiere decir que hay infinitas realidades paralelas en las que yo existo, sólo que con ciertas diferencias. En algunas realidades, esas diferencias son inapreciables, pero en otras son radicales. En un mundo, no escribo esta entrada, o la escrivo sin la falta de ortografía que hay más atrás. En cierta realidad, soy premio Nobel de Literatura. En otra no sé leer ni escribir. Hay mundos en los que soy el dictador universal, o un preso político, o un travestido, o morí al nacer, o soy un asesino en serie, o he pisado la luna, o soy actor porno (mmmm...), o he escalado el Everest, o he descubierto el secreto de la inmortalidad, o he sobrevivido a una hecatombe nuclear, o he sido el causante de ella. En esta realidad, u en otra, yo te mataré a ti, seas quien seas que me estás leyendo. Y en el mundo de al lado, serás tú quien me mate a mí. Y cinco universos más allá, tú y yo somos amantes, o socios y fundadores de Microsoft, o ni siquiera nos conocemos. En una realidad, yo estoy enrollado simultáneamente con Angelina Jolie y Cameron Díaz, y me ha tocado veinte veces consecutivas la primitiva. (Joder, cómo envidio a mi yo de esa realidad...)
Si la Teoría de los Muchos Mundos es cierta (y cada vez cuenta con más adeptos en el mundo de la ciencia; aunque eso, claro, tampoco es ninguna garantía), todo lo que pueda suceder, por remotamente probable que sea, sucederá. En el fondo, y aquí entroncamos con la literatura, el súper-universo, la macro-realidad, sería como la Biblioteca de Babel, un lugar que contiene simultáneamente todas las alternativas posibles. Pero el viejo Borges ya había hablado de todo esto hace tiempo, ¿verdad?; por ejemplo, en El jardín de los senderos que se bifurcan.
El caso, amigos míos, es que yo, en mi complejo mundo multidimensional, soy todos los hombres, lo hago todo, estoy en todas partes.
Y eso hace que mi escepticismo se tambalee, porque, qué queréis que os diga, empiezo a sentirme un poco divino...
Para tu tranquilidad: un acontecimiento cualquiera, como el del fotón, es una suma de probabilidades de que pase por la rendija A o por la B. Si no mides, para ti pasa por ambas. Si la mides, el fotón colapsará al estado en que pasa por una. La teoría de probabilidades ha dado cara (o cruz).
ResponderEliminarEn el futuro, caerás en uno de esos muchos mundos, pero hoy, esos otros muchos mundos descartados no salieron, y están desconectados de tu hoy, así que no hace falta preocuparse... :)
(Y en el mundo macroscópico, esa suma de probabilidades tiene unos factores tan ínfimos para los casos raros, que es como si el mundo fuese el mundo clásico que todos conocemos, tan determinista y real...)
La verdad, César, la parte de mi cerebro que debería entender eso creo que se me atrofió al nacer. Viendo que la niña no daba para las ciencias, me decantaron hacia la horrible carrera de Derechom y cuando leo cosas como tu entrada de hoy veo que tuvieron sus razones. Es todo tan raro que sólo se me ocurre pensar que alguien se lo ha inventado para que alguno de nosotros pueda escribir una novela. ¿Lo vas a hacer tú?
ResponderEliminarEl fin de la Eternidad, de Isaac Asimov, ya trata los Muchos Mundos y de una forma muy inteligente (aunque de estilo plano, me encanta Asimov). Pero seguro que César es capaz de darle un giro de tuerca aún más maravilloso.
ResponderEliminarCare, yo pensé lo mismo de Económicas, y preferí estudiar Física, que por lo menos no me iba a aburrir empollando. Para después, ya ves, acabar maquetando libros... :) Y es que eso de los cristales y los ojos que los miran a través es muy cierto :)
En un capítulo de Futurama también se trama este tema. No el de los fotones que pasan por las dos rendijas. Eso lo leí en otra parte y lo entendí tal y como lo ha explicado Álex Vidal en el primer comentario.
ResponderEliminarLo que trata ese capítulo de la serie de Matt Groening (el de los Simpsons) es sobre los muchos mundos, pero con un particular toque de humor.
En Planet Express guardan un paquete que contiene nada más y nada menos que un universo alternativo (!). La curiosidad de ese otro mundo es que allí cada vez que al lanzar una moneda salía cara, en el otro mundo salía cruz. Imaginaos todas esas decisiones a cara o cruz cómo serían si hubiera salido exactamente lo contrario.
El capítulo luego explota mucho más la idea de los muchos mundos; pero, a mí lo que más me gustó fue lo del cara-cruz. :)
Alex: no soy físico y mi formación académica sobre el asunto concluyó en COU. Así pues, todo lo que sé al respecto proviene de los libros de divulgación que suelo leer. En cualquier caso, creo que confundes un poco el experimento de las dos rendijas (Experimento de Young). Es decir, que sí, que tienes razón: si colocas un detector en cada rendija, cuando uno de los detectores detecte el fotón se producirá el colapso de la función de onda y el fotón estará sólo en un lugar. No obstante, la interpretación que haces de este experimento es más bien la del famoso "Gato de Schrödinger", pero creo que la cosa va por otro lado, pues lo que intentaba probar el experimento de Young es la doble naturaleza corpuscular y ondulatoria de la luz. Sin embargo, ese mismo experimento expuso una paradoja para la que, por lo que sé, la mecánica cuántica clásica todavía no ha encontrado respuesta.
ResponderEliminarVeamos, detrás de las dos rendijas no colocamos detectores, sino una pantalla. Luego, emitimos un chorro de fotones (un haz de luz) contra las rendijas y comprobamos que las partículas, al pasar unas por la rendija de la izquierda y otras por la de la derecha, e impactar contra la pantalla, forman un patrón semejante a la distribución de una campana de gauss. Es el "patrón de interferencia". Se produce porque los fotones que pasan por la rendija de la derecha "interfieren" con los de la izquierda. Si hiciéramos pasar los fotones por una sóla rendija, no habría patrón de interferencia. Pues bien -y aquí está la paradoja-: si disparamos un único fotón hacia las rendijas, ¡también aparece el patrón de interferencia! Pero, ¿cómo es posible? Al ser un único fotón, sólo podrá pasar por una de las dos rendijas y, por tanto, no interferirá con nada. Sin embargo, interfiere. El fotón, de algún modo, pasa por las dos rendijas a la vez, está en dos lugares al mismo tiempo, y genera el patrón de intrerferencia.
La interpretación de Copenhague no puede explicar esto y concluye que, de algún modo, la pertícula interfiere consigo misma, lo cual es más bien absurdo. Pero la teoría de los Muchos Mundos si la explica: según ella, ese solitario fotón que pasa, por ejemplo, por la ranura derecha, interfiere con la partícula que pasa por la izquierda. ¿Qué partícula, si sólo hay una? Pues la partícula correspondiente a una realidad paralela en la que el fotón pasó por la izquierda.
De todas formas, te sugiero que le eches un vistazo a los trabajos de Max Tegmark, uno de los principales teóricos de la hipótesis de los Muchos Mundos.
Ah, una cosa más: por supuesto que cada realidad está absolutamente aislada de las demás. Cada colapso de la función de onda define tú realidad a hierro y fuego.
Sí, yo estudié Física... y hace como diez años que no he vuelto a abrir un libro :) De todas formas, creo que hablamos de interpretaciones de un mismo fenómeno: ¿cómo explicamos este resultado?
ResponderEliminarLo gracioso: no pasa sólo con los fotones, sino también con los electrones :)
Si mal no recuerdo, en la facultad nos dejaban claro que la partícula se comporta como una onda, pero una onda de probabilidad.
Y también nos dejaban claro que ni ellos mismos sabían darle una explicación que no sonase extraña o absurda, cuestión que, visto desde una óptica poética, dejaba una fascinante puerta abierta a lo que pudiera haber más allá.
Interesante entrada. Os recomiendo los libros de Michiu Kaku sobre el tema.
ResponderEliminarNo soy una persona que crea en lo sobrenatural, pero la realidad "natural" es bien rara por si misma. Lo curioso entre el macrocosmos y el microcosmos es que nosotros existamos en el intermedio, es decir, con un tamaño en el que no estamos dentro de la física cuántica (como realidad palpable) ni seamos tan grandes comparados con el universo, que se rige por otras leyes (o al menos así parece hasta que alguien unifique tanto lío). Ya lo decía alguien: hay otros mundos pero están en este.
Bueno, ese "alguien" fue Stephen King, que ha desarrollado la idea de los Muchos Mundos en su heptalogía (¿se dice así?) de La Torre Oscura.
ResponderEliminarAcredito que nosotros tenemos muchos mundos que se refletem dentro de nuestro interior.Nuestra conciencia puede ser una puerta para esta realidad.
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