En un post anterior comentaba que las ideas para escribir un relato se encuentran en todas partes, en la gente, en las calles, en los periódicos..., es decir, en la vida. Sí, la vida misma nos proporciona toda suerte de ideas, incluso argumentos completos; pero, ¿son todos válidos como fuente de inspiración? Porque la vida, eso que llamamos realidad, cuenta con una gran ventaja: no necesita ser creíble, mientras que la literatura sí. Vamos a comprobarlo con un ejemplo. Anteayer, 17 de octubre, apareció una pequeña noticia en El País. La reproduzco fielmente:
Un matrimonio en crisis se divorcia al descubrir que eran amantes por Internet
Un hombre y una mujer que establecieron contacto por Internet y se enamoraron eran, en la vida real y sin saberlo, pareja. El matrimonio, de la ciudad serbia de Zenica, decidió conocerse después de intercambiar varios mensajes de correo electrónico y de las conversaciones que mantenían en el chat –en las que además se explicaban el uno al otro los problemas que tenían en su matrimonio-. Así, según informa el semanario serbio Zabavnik, descubrieron la verdadera identidad del otro. Inmediatamente decidieron divorciarse. EFE
Curioso, ¿verdad? Aparentemente, es un buen argumento para un relato corto; sin embargo, yo jamás lo escribiría. Porque todo parte de un hecho tan absolutamente azaroso, tan aleatorio, como es el que ese matrimonio se encuentre en Internet. Ignoro cuántos serbios chatean en la red; no creo que sean muchos, pero si el número suficiente como para hacer muy improbable que la pareja en cuestión coincida en mismo chat, a las mismas horas, y que se conozcan entre sí, charlen, intimen, etc. Es mucha casualidad. Y por eso nunca escribiría un relato basado en ese hecho real; porque no es literariamente creíble, porque no parece real, sino rebuscado y forzado, porque el cuento saldría endeble de raíz.
Lo dicho: la vida no precisa justificarse, no necesita parecer real. La literatura, por el contrario, sí. De hecho, si nos fijamos bien, gran parte de los sucesos que marcan nuestras vidas son producto del puro azar. A dios, por lo visto, le encanta jugar a los dados. La casualidad interviene constantemente en el mundo real, es un factor determinante; sin embargo, eso está vedado en literatura. Dicen que una novela no puede contener más de dos casualidades significativas en su argumento, porque si hay más, el lector rechaza el texto aduciendo que el autor ha hecho trampas. Por eso los escritores nos afanamos en que todo quede atado y bien atado en nuestras novelas, que cada acontecimiento tenga una justificación y un proceso; paradójicamente, lo hacemos para parecer realistas, cuando la realidad no es ni mucho menos así. Naturalmente –y ya es un tópico citarlo- hay autores, como el gran Paul Auster, cuyas ficciones se basan precisamente en la casualidad. No obstante, quizá compartáis conmigo la opinión de que muchas novelas de Auster –como El Palacio de la Luna o La música del azar-, pese a ser básicamente realistas, tienen cierto aire de fantasía, emanan un delicado e impreciso aroma a irrealidad. Hay una frase que quizá explique esto: lo más parecido a la magia que tenemos en este universo es el azar.
Pero volvamos a nuestra pareja serbia. La vida no sólo propone a veces unos argumentos de lo más traídos por los pelos, sino que además, en este caso, no sabe rematar la faena. Se divorcian... ¿Eso es todo? Pero, vamos a ver amigos míos: esas dos personas, huyendo de sus problemas matrimoniales, se refugian en chats buscando un alma gemela que los comprenda. Y los dos la hallan desafiando a las leyes de la probabilidad, se encuentran en medio del anonimato, simpatizan, intiman y se enamoran. Y si quedaron en verse, seguro que era para echar un polvo, no me digáis que no. Entonces, por favor, es evidente que están hechos el uno para el otro. ¿Cómo van a separarse esos dos imanes de distinta polaridad? En todo caso, deberían divorciarse y volverse a casar con sus nuevos amantes; es decir, con ellos mismos. O reconciliarse y jurarse mutuamente que jamás volverán a ver a sus amantes, lo que sería lo mismo que divorciarse. O matar a sus respectivas parejas con el objeto de fugarse con sus amantes (menudo chasco, ¿no?). O lo más sencillo: dejarlo todo como está; continúan con su matrimonio infeliz y siguen siendo adúlteros con ellos mismos. De vez en cuando quedan para echar un casquete en un motel y santas pascuas. Pero divorciarse y ahí se acaba todo...
Pues eso, que la vida debería trabajarse más los finales.
Pues otro capricho del azar es que esa misma noticia a la que haces referencia yo la escuché ayer en la radio, y desde entonces me rondaba en la cabeza escribir un relato o una entrada de blog. Y también me causa perplejidad que a semejante peripecia los protagonistas decidieran concluirlo de esa forma tan expeditiva e insípida. No digo que no debieran divorciarse, todo lo contrario, una de las opciones que yo había barajado era precisamente esa, un divorcio y una posterior reconciliación bajo las identidades que ambos habían creado, proporcionadas por el anonimato de internet, o más bien una reinvención de sí mismos, era una oportunidad inmejorable para hacerlo. Había tantas posibilidades que decepciona y hasta cabrea que hayan optado por la más fácil. La menos literaria, diría yo, y quizá sea eso lo que más me cabrea, ese desperdicio que, al fin y al cabo no es tal, porque el suceso veraz está ahí precisamente para ser transformado por el primer escritor que decida apropiarse de la historia, y haga de ella una ficción con un final completamente distinto, a su antojo, y, seguramente, mucho más verosímil que ese desenlace insulso por el que han optado.
ResponderEliminarPor otra lado, César, yo trabajo en un centro municipal de conexión a Internet y no creas que pueda resultar tan improbable que se diera ese caso. Al fin y al cabo la gente, para chatear, suele utilizar las webs más populares, las mismas casi siempre, y podían darse el caso perfectamente.
"Pero divorciarse y ahí se acaba todo..."
ResponderEliminar¡Es que ellos no son novelistas! Yo que tú les enviaba esa lista de posibles finales. Sus hijos, nietos etc te lo agradecerán. Quién sabe, tal vez a uno de ellos le toque salvar al mundo de una invasión aznarígena.
La cosa es que seguro que la historia no acaba ahi.
ResponderEliminarEn ese punto acabara la noticia, pero no creo que ninguno de los dos haya muerto despues de separarse. Aun les queda lo que les queda de vida por delante.
Lo que tampoco explica la noticia es si eso que cuentan es verdad, o es la excusa que han dado dos personas que no se aguantan para separarse.
Y quizas se "enamoraron" por internet, pero internet y sus chats no es conocido precisamente por la sinceridad de los que alli se reunen. Asi que habria que ver que porcentaje de lo que se dijeron el uno al otro por los chats es cierta y cuanto era ficcion que se desmentia en casa a diario.
De acuerdo: de entrada, lo de ese matrimonio serbio no es literariamente creíble. Pero... ¿podría, aun así, defenderse hasta salir adelante dignamente?
ResponderEliminarPermitidme que me explique con un ejemplo, tomando un poco el hilo de lo que ya ha avanzado Arcadio en su último párrafo. Pongamos que se trata de un joven matrimonio serbio en una ciudad pequeña. Él, por poner, trabaja en la redacción del diario local, así que permanece conectado desde la oficina hasta las tantas de la noche, haciendo más horas extra que el reloj. Ella, sola y jodida en casa, acuesta a los niños y luego enciende el ordenador; algo cada vez más frecuente desde que la tele es una mierda, sea serbia o no.
Así las cosas, nuestra pareja ya tiene un par de horas diarias de conexión que compartir, quizás entre las diez de la noche y las doce, mismamente.
Dado que los chats masivos suelen agruparse por áreas geográficas, y puesto que hemos emplazado a estos dos protagonistas en un lugar de escasa densidad de población, no es descabellado pensar que puedan coincidir en, digamos, un IRC o webchat local de poco tráfico, que suele ser el punto de partida para la gente que busca rollo por su área. Y en semejante escenario, seamos francos, los internautas anónimos con problemas de pareja se suelen ir agrupando por intereses y edades.
Lo cual explicaría un caso como el que nos atañe sin recurrir demasiado a la casualidad. No es tan ilógico, con semejantes mimbres, que una pareja como esta termine, al cabo de unos meses, por encontrarse sin saberlo y, acto seguido, averiguarlo.
Ahora mi pregunta, después de toda esta enorme contextualización, es, ¿la historia os sigue pareciendo rebuscada, cogida por los pelos, sujeta con pinzas de forense? ¿O será que la credibilidad de las tramas siempre queda, en última instancia, en las manos del narrador y poco más?
No sé. Cosas... Yo es que suelo pensar que la labor del escritor siempre es terminar haciendo creíble una mentira, y que hay mil formas de mentir.
Tal vez algunas puedan hacer pasar un camello por el ojo de una aguja. O tal vez haya mentiras que no haya por dónde cogerlas. Vale, dejo ya de divagar.
También leí la noticia hace unos días y lo que a mí se me pasó por la cabeza es el dicho aquel que dice que "a veces, el amor no es suficiente". Será por este tipo de cosas que acabo tomando decisiones en función de cómo hacer que mis días sean lo más felices posibles, y como odio discutir... pues si no puedo convivir con la persona que quiero...
ResponderEliminarDe todos modos, no se me hubiera ocurrido mejor ejemplo para ilustrar lo que dices en la entrada. Muchas gracias de nuevo por la demostración práctica ;)
Casualmente, un libro sobre el azar (y la política) ha ganado el premio nacional de ensayo. La fortuna como argumento.
ResponderEliminarEn la vida real, los únicos finales felices son historias inacabadas.
ResponderEliminarYo creo que el problema no es la historia. Es genial para un relato y totalmente creíble. De hecho yo me he encontrado por Internet con gente que he conocido en otras etapas de mi vida sin saber que eran estas personas y luego darme cuenta demasiado tarde cuando les tenía ya en persona. ¡Es lo que tiene Internet! Puedes estar charlando con el vecino de tabique y no te enteras.
ResponderEliminarPara mí lo que no es verosímil es el final. No puede ser que acabe en ese punto insípido... Además si se han dejado son por las trolas que se han metido el uno del otro... Seguro.
Lo que también es suguro es que se volverán a ver. Como cuando un íntimo amigo te deja de hablar de un día a otro sin más. Un día te encuentras con él y vuelves a hablar seguro. Siempre hay una segunda parte. Como cuando la noticia cuenta que el vecino de antes ha ganado la lotería y unos años más tarde nos enteramos por la del quinto que esto suceso le arruinó su vida y tuvo que vender su casa, su coche,...
Por ejemplo la pareja servia se encontrarán dentro de diez años o más en otro chat y ya habrán reconstruido sus vidas con otras parejas, pero volverán a caer en la tentación y se harán ciberamantes o mejor sus hijos se conocerán en la Universidad se harán novios y les presentarán en una cena informal...
Eso no puede acabar así ni en la vida ni en la ficción. Me niego...
Un saludo.
ResponderEliminarSu entrada Especial Día de los Muertos: Escalofríos de celuloide
ha sido seleccionada para hacer parte de la revista BLOGJUAN del mes de Noviembre
revistaBLOGJUAN.com
Obviamente con el debido crédito y enlace a su bló.
si por alguna razón no desea que su artículo haga parte de la revista, favor escríbame a vargasvargas2@gmail.com.
Un saludo y lo felicito por el contenido de su bló.
A lo mejor decidieron divorciarse no por las mentiras que se contaron, si no por los insultos que se dedicaron sin saberlo:
ResponderEliminar-"Mi marido es un... y un..., y ¡mira lo que me ha hecho!"
-"¡Eso no es nada. Mi mujer es...".
Hacer borrón y cuenta nueva después de cientos de mensajes así no es cosa fácil.
;)
Evidentemente, no discuto que algo así pueda suceder, por la sencilla razón de que ha sucedido (si la noticia es cierta). De lo que se trata es de si es literariamente creíble o no. En mi opinión, el relato saldría un poco forzado por la casualidad. Es decir, vale, de acuerdo, no es imposible, ni siquiera muy improbable, que esa pareja se encuentre en la red. Pero no me negaréis que tiene la ley de probabilidades en contra; no sé por cuánto, pero evidentemente en contra. Puede ser que esto suceda, pero qué raro, ¿no? Eso es, en mi opinión, lo que hace endeble el planteamiento de la historia. No obstante, como señala Emilio, todo dependerá del tratamiento que le de el autor, pues la credibilidad literaria no deja de ser una cuestión de narrativa. En cualquier caso, no pienso escribir esa historia.
ResponderEliminarAnónimo de las 3:49: qué brillante y acertado comentario. Me encanta tu frase, es una gran verdad.
Si es que ya lo dice D.Vasallo..."La vida te lleva por caminos raros"
ResponderEliminarNo podría terminar de otra forma. Imagínate que el amor triunfa, entonces sí que es un guión pensado para Hugh Grant. Que estamos en Serbia...
ResponderEliminarNada de ñoñerías.
Eso sí, me parece correcto que tras el divorcio empiecen a quedar furtivamente en un motel, como dos amantes adúlteros.
Yo creo que la credibilidad literaria se la aportarían, en todo caso, todos esos finales lógicos y literarios que habéis sugerido: el reencuentro, el pacto, etc. mucho más racionales que la verdadera reacción, marcada por la propia irracionalidad de la vida.
ResponderEliminarEs curioso, pero hace algo más de un par de años yo escribí un post en el Mtnez Blog sobre una historia también muy literaria que finalmente resultó ser un fraude:
http://mtnez.blogspot.com/2005/05/carne-de-hollywood.html
Perdón, que se corta. El enlace es (unido, aquí lo he tenido que separar):
ResponderEliminarhttp://mtnez.blogspot.com/2005/05/
carne-de-hollywood.html