Vale, vale, ya lo sé; estos últimos días he desatendido Babel, lo siento. Digamos que me he tomado un descansito después de las fiestas, pero ya estoy aquí otra vez, en plena forma y dispuesto a enrollarme con lo primero que se me pase por la cabeza. Desgraciadamente, y como viene siendo usual en los últimos tiempos de este blog, lo que ahora se me pasa por la cabeza es una muerte, la del actor Patrick McGoohan.
Hace unos días, consideraba la posibilidad de escribir una entrada acerca de los iconos culturales que han marcado a mi generación y sin duda uno de esos iconos fue Mr. McGoohan. En primer lugar, porque en los 60 protagonizó la serie de TV Danger Man (1960-1962, 1964-1968), donde interpretaba a John Drake, un espía de la OTAN. La serie tuvo un enorme éxito, igual que su continuación Secret Agent (1965-1966). Gracias al personaje de Drake, McGoohan llegó a ser una de las mayores estrellas de la televisión mundial, pero era un hombre inteligente, culto y con inquietudes, y estaba hasta la coronilla de interpretar a un sucedáneo de James Bond (un sucedáneo que superaba a su modelo en muchos sentidos, por cierto), así que decidió dejar la serie. Con el objetivo de retenerle, los productores le dieron carta blanca para llevar adelante el proyecto que le saliese de las narices y así surgió una de las series más míticas de la TV: El Prisionero.
El Prisionero (1967) fue ideado, impulsado, producido y parcialmente escrito y dirigido por McGoohan. La idea de partida es la siguiente: un agente secreto de quien nunca conocemos el nombre (aunque probablemente sea John Drake) decide presentar su dimisión, pero al regresar a casa es narcotizado con un gas y secuestrado. Cuando recobra el conocimiento, se encuentra en La Villa, un pueblecito costero con apariencia de agradable zona vacacional y un estilizado aire años veinte, que en realidad es una sofisticadísima cárcel donde se encierra a personas que ocultan ciertos secretos para logra su confesión. Allí nadie tiene nombre, sino un número. McGoohan es el número 6 y quien dirige La Villa es el número 2; existe un misterioso número 1 cuya identidad no se revela hasta el último capítulo (o no).
Cada uno de los 17 capítulos que componen la serie sigue el mismo esquema: el número 2 intenta, por diversos medios, que McGoohan confiese los motivos de su dimisión; si no lo consigue, es destituido y se nombra a un nuevo número 2; así que, como el número 6 jamás confiesa, en la serie aparecen 17 números 2 distintos. Por otro lado, McGoohan intenta escapar y/o averiguar quién controla realmente La Villa, quién es el número 1. Todo ello se resuelve (?) en un capítulo final que es un puro festival de psicodelia sesentera.
El prisionero apareció en DVD y tuve el placer de revisitarla hace un par de años. Nostalgia aparte, la serie sigue siendo brillantísima, con argumentos sólidos, diálogos inteligentes y una estimulante mezcla de thriller, antiutopía y ciencia ficción. Por otro lado, zambulléndonos sin complejos en la nostalgia, El prisionero se emparenta en mi memoria con otra serie inglesa de culto, mi serie favorita de todos los tiempos: Los vengadores.
En fin, tras concluir el rodaje de El prisionero, McGoohan abandonó la TV para dedicarse de lleno al cine, donde debutó con Estación polar Cebra (1968). Nunca fue una estrella cinematográfica; creo que jamás le dieron un papel protagonista, pero se convirtió en un magnífico actor de reparto, entre cuyas actuaciones yo destacaría al odioso alcaide de Fuga de Alcatraz (1979) y al no menos odioso Eduardo I de Braveheart (1995).
En cualquier caso, para mi generación Patrick McGoohan siempre será el irónico número 6 de El prisionero, y su lema la frase que aparecía al final de la presentación de cada capítulo: “¡No soy un número, soy un hombre libre!”.
Patrick McGoohan, 19 de marzo de 1928 (Nueva York) – 13 de enero de 2009 (Los Ángeles). Descanse en paz.
Y a ver si deja de morirse la gente, que esto empieza a parecerse a un obituario.
Hace unos días, consideraba la posibilidad de escribir una entrada acerca de los iconos culturales que han marcado a mi generación y sin duda uno de esos iconos fue Mr. McGoohan. En primer lugar, porque en los 60 protagonizó la serie de TV Danger Man (1960-1962, 1964-1968), donde interpretaba a John Drake, un espía de la OTAN. La serie tuvo un enorme éxito, igual que su continuación Secret Agent (1965-1966). Gracias al personaje de Drake, McGoohan llegó a ser una de las mayores estrellas de la televisión mundial, pero era un hombre inteligente, culto y con inquietudes, y estaba hasta la coronilla de interpretar a un sucedáneo de James Bond (un sucedáneo que superaba a su modelo en muchos sentidos, por cierto), así que decidió dejar la serie. Con el objetivo de retenerle, los productores le dieron carta blanca para llevar adelante el proyecto que le saliese de las narices y así surgió una de las series más míticas de la TV: El Prisionero.
El Prisionero (1967) fue ideado, impulsado, producido y parcialmente escrito y dirigido por McGoohan. La idea de partida es la siguiente: un agente secreto de quien nunca conocemos el nombre (aunque probablemente sea John Drake) decide presentar su dimisión, pero al regresar a casa es narcotizado con un gas y secuestrado. Cuando recobra el conocimiento, se encuentra en La Villa, un pueblecito costero con apariencia de agradable zona vacacional y un estilizado aire años veinte, que en realidad es una sofisticadísima cárcel donde se encierra a personas que ocultan ciertos secretos para logra su confesión. Allí nadie tiene nombre, sino un número. McGoohan es el número 6 y quien dirige La Villa es el número 2; existe un misterioso número 1 cuya identidad no se revela hasta el último capítulo (o no).
Cada uno de los 17 capítulos que componen la serie sigue el mismo esquema: el número 2 intenta, por diversos medios, que McGoohan confiese los motivos de su dimisión; si no lo consigue, es destituido y se nombra a un nuevo número 2; así que, como el número 6 jamás confiesa, en la serie aparecen 17 números 2 distintos. Por otro lado, McGoohan intenta escapar y/o averiguar quién controla realmente La Villa, quién es el número 1. Todo ello se resuelve (?) en un capítulo final que es un puro festival de psicodelia sesentera.
El prisionero apareció en DVD y tuve el placer de revisitarla hace un par de años. Nostalgia aparte, la serie sigue siendo brillantísima, con argumentos sólidos, diálogos inteligentes y una estimulante mezcla de thriller, antiutopía y ciencia ficción. Por otro lado, zambulléndonos sin complejos en la nostalgia, El prisionero se emparenta en mi memoria con otra serie inglesa de culto, mi serie favorita de todos los tiempos: Los vengadores.
En fin, tras concluir el rodaje de El prisionero, McGoohan abandonó la TV para dedicarse de lleno al cine, donde debutó con Estación polar Cebra (1968). Nunca fue una estrella cinematográfica; creo que jamás le dieron un papel protagonista, pero se convirtió en un magnífico actor de reparto, entre cuyas actuaciones yo destacaría al odioso alcaide de Fuga de Alcatraz (1979) y al no menos odioso Eduardo I de Braveheart (1995).
En cualquier caso, para mi generación Patrick McGoohan siempre será el irónico número 6 de El prisionero, y su lema la frase que aparecía al final de la presentación de cada capítulo: “¡No soy un número, soy un hombre libre!”.
Patrick McGoohan, 19 de marzo de 1928 (Nueva York) – 13 de enero de 2009 (Los Ángeles). Descanse en paz.
Y a ver si deja de morirse la gente, que esto empieza a parecerse a un obituario.
llega tarde tu nuevo post. Ya he cambiado de blog. Uno que no se tira veinte días con la noche de reyes.
ResponderEliminar;-)
No te preocupes, el otro día decían las noticias que en treinta años la gente dejará de morirse de vieja. Paciencia.
ResponderEliminarRecuerdo perfectamente la serie de "Agente Secreto". El protagonista me parecía hierático, muy frio, pero me lo creía, me divertía como con pocas series me ocurría.
ResponderEliminarEntonces vivía en un lugar totelmente aislado, sin más entretenimiento al salir del colegio que la Tele, jugar con mis hermanos haciendo expediciones campestres, los "Tebeos" y las novelas policiacas que llegaban a mis manos.
Lo que sugería "La Villa" de "El Prisionero" me era muy cercano, al vivir en mitad de la nada, en mi cabeza creaba un mundo parecido. A ese mundo jugábamos perdiéndonos por los pasillos y habitaciones de donde vivíamos, era una "prisión" divertida, llena de magia y personajes misteriosos.
Se mueren los actores que representaron personajes que nos hicieron sentir emociones, vivir mundos paralelos, pero en realidad, se quedan en la memoria para siempre, al menos en la nuestra.
Que viejo se siente uno cuando la muerte de alguien que en su momento le impactó le hace, inevitablemente, sorprenderse de que aún estuviera vivo. Solo la recuerdo vagamente (no la he revisitado jamás) pero me parece una serie memorable interpretada por un excelente actor.
ResponderEliminarY, aunque no viene a cuento, no me resisto a hacer una recomendación a todos los que visitan este blog: No dejéis bajo ningún concepto de ver, cuando la estrenen, "El Gran Torino" del no menos grande Clint Eastwood. Una obra maestra.
Recuerdo vagamente esa serie.
ResponderEliminarEn particular ese ominoso globo blanco que impedía cualquier tipo de huida y ese ambiente decadente, onírico, que presidía aquel extraño lugar.
Uno de mis referentes infantiles que desaparece.
cada vez me van quedando menos y comienza a ser preocupante.
Bromas aparte, me parece sintomático que "ya no se hacen series como las de antes". Al menos en nuestro país parece que la imaginación solo da para historias de barrio a lo rue 13 del percebe, policías en línea con Mortadelo y Filemón, matrimonios casposos y poco más. Que no está mal del todo, pero que tampoco debería ser lo único, digo yo. Menos mla que nos queda la BBC (fantástico doctor Who) y novedades que nos lleguen allende el océano.
saludos
Umm, interesante, sobre todo para los que somos de generaciones siguientes...
ResponderEliminarP.d.: ya leí el libro de El juego de Caín, aunque lo adquirí hace tiempo, estaba en espera. Felicitaciones. Tiene una lectura muy fácil y rápida, me gustó. Por cierto el apellido de "Mocedano" suena a futbolista auténtico auténtico,quizás sea bueno patentar la venta de camisetas de fútbol con dicho nombre por si acaso algún día...jaja.
Un saludo.
me ha llamado la atención eso de "a ver si deja de morirse la gente".
ResponderEliminarQuizás (quizás, quizás) es que hubo una generación talentosa en una época dorada para la CF, la tele, el cine y "subculturas" semejantes, y ahora llega el fin de esa generación.
Ergo, la gente va aseguir muriéndose por una temporadita. Sorry, César.
Confieso que de "El prisionero" solo vi un par de episodios hace ya unos cuantos años y mi reacción fundamental fue de desconcierto. Supongo que debería darle una oportunidad un día de estos y verla entera como dios manda.
ResponderEliminarLo que sí recuerdo es su impresionante villano en Braveheart. Allí McGoohan estaba irreconocible (entre la barba y la prótesis nasal, no parecía él mismo) pero su interpretación de un malvado de una sola pieza, pura malevolencia e ingenio me pareció brillante. De esos malos por los que no puedes evitar sentir simpatía (aunque no te acercarías a él ni loco en el mundo real, claro), incluso diría que un tanto shakespeariano. La secuencia en que tira al amante de su hijo por la ventana o aquella otra en la que reflexiona sobre quién es mejor que vaya a ver a Wallace ("No puedo ir yo mismo", dice, "mi cabeza podría acabar en una cesta. Tampoco puedo enviar a mi delicado hijo: animaría a Wallace a invadir Inglaterra") son de esos momentos memorables del cine, al menos para mí.
vaya.. que bien parece conocer la gente a este actor.. me siento ignorante solo de conocer un capitulo de los simpson que le copio la traa en cierto modo jaja samael!! no lo hagas no cambies de blog!sabes que no quieres!un saludo a todos
ResponderEliminarSaludos, querido! Estoy probando, a ver si me deja con la opción de "anónimo". Si funciona, intervendré más.
ResponderEliminarElia
Elia, también puedes usar la opción Nombre/URL.
ResponderEliminarA mí me funciona casi siempre
Samael: sólo me he retrasado 13 días, mamonazo ;-)
ResponderEliminarJosé Antonio del Valle: pues si hay que esperar 30 años, se esperan.
Anónimo de las 3:55: fíjate si es mágica la infancia que hasta se puede convertir una cárcel en algo maravilloso. Yo también recuerdo "Agente secreto" siendo un niño, y me encantaba la frialdad del protagonista. Le mirabas a los ojos y sabías que ese tío podía salir triunfante de cualquier situación. ¿Sabes que McGooham fue candidato para protagonizar el primer film de Bond? Hubiese sido un OO7 cojonudo, pero muy distinto al de Connery.
Big Brother: pues tú no eras un niño cuando se emitió la serie, carrozón.
JP: la calidad de nuestras series autóctonas es para echarse a llorar. España sufre una pertinaz carencia de buenos narradores.
Akaki: sí, Mochedano suena muy a futbolista, por eso elegí el nombre. Luego me enteré de que había (y supongo que hay)un jugador argentino con un apellido muy similar.
Anónima de las 9:59: Vale, pues que siga muriéndose la gente, pero coño, que lo haga de forma más espaciada y no en racimos.
Rodolfo Martínez: comparto por completo tu admiración por las secuencias que comentas. Añadiría otra, hacia el final de Braveheart, en que McGoohan se está muriendo y Sophie Marceau le dice al oído que el hijo que lleva en las entrañas no es su nieto, sino el hijo de Wallace. McGoohan, incapaz de hablar, expresa impresionantemente con su rostro la colérica desolación de un hijo de puta finalmente burlado. Era un actorazo.
Anónimo de las 10:04: no es que sepamos mucho de McGoohan, es que por aquí andamos sueltos muchos carrozas.
Elia: coño, guapa, ya era hora de que hicieras notar tu presencia. Bienvenida, querida.
Pues me he llevado un disgusto. Es uno de los iconos de mi infancia. Que par de series tan increiblemente buenas.
ResponderEliminarUn comentario tardio:
ResponderEliminarPara mi la serie quedo perfectamente cerrada. Se comenta mucho el último episodio psicodelico pero el anterior era teatro filmado y el anterior un western. Los temas son los mismo, lo que cambia es el genero desde el que se exploran. El episodio teatral es la rebelión de un padre contra un hijo, el western es un antiguo sheriff que se resiste a prestar sus servicios a un terrateniente corrupto ( Y el episodio tiene su coña. En el momento en que sale en titulo del episodio"viviendo en harmonia", número 6 esta recibiendo una fenomenal paliza.)
SPOILER.
Esto no significa nada sino has seguido la serie pero el hecho de que cuando el número 6 regresa (suponemos que definitivamente al hogar) la puerta se abre sola. Esto implica que la realidad cotidiana es otra variacion de la Villa, más compleja, pero igualmente restrictiva.
Otra cosa.
De entre las multiples continuaciones/variaciones/revisiones que ha tenido la serie destaca la brillantisima novela que escribio Thomas M. Disch.