Dicen que el principal defecto de los españoles es la envidia. No sé si esto es cierto, pues los españoles tenemos tantos defectos que elegir el mayor de ellos se me antoja complicado; no obstante, no cabe duda de que somos un país de envidiosos. Y mira que ese es un pecado estúpido, porque, por ejemplo, con la gula o la lujuria al menos te lo pasas bien, pero con la envidia lo único que consigues es una úlcera.
Supongo que la razón de que seamos tan envidiosos reside a la larga tradición de mediocridad de nuestro pueblo; una tradición de, al menos, cuatrocientos años que se vio sustancialmente reforzada durante la dictadura de ese tipo bajito, panzón y ridículo que ahora no me acuerdo cómo se llamaba. El caso es que los mediocres sólo aceptan vivir en la mediocridad y no soportan que nadie ni nada sobresalga. Son como una tribu de pigmeos en la que sólo se pudiera medir un metro cuarenta o menos, y si alguien es más alto se le corta la cabeza. En eso somos expertos: en cortar cabezas. Por ejemplo, cuando en nuestro mediocre ámbito cultural surge un creador capaz de aunar calidad y popularidad, nuestra inteligentsia se apresura a afilar la guillotina. Ese es el caso, por ejemplo, de Alejandro Amenábar.
Recuerdo que cuando vi Tesis saqué dos conclusiones. La primera, que se trataba de una historia muy poco creíble. La segunda, que estaba cojonudamente narrada (tanto que, mientras las veías, te tragabas sin rechistar la increíble historia). Abre los ojos no hizo más que confirmarme que Amenábar es un extraordinario narrador y con Los otros llegué a la conclusión de que, dejando aparte a Víctor Erice, se trata con diferenciadel mejor narrador de nuestro cine. Incluso me gustó Mar adentro, que mira que es tramposa... El problema es que Amenábar no sólo me gusta a mí, sino a muchísima gente, y ha ganado muchos Goyas, y un Oscar, y sus películas son muy taquilleras, y ha trabajado con estrellas de Hollywood... En fin, demasiadas afrentas para nuestra mediocre élite cultural.
Así que, de unos años a esta parte, se ha ido desarrollando en España una reducida, pero ruidosa, corriente anti-Amenábar que con el estreno de su última película parece haberse consolidado definitivamente. De Ágora he oído y leído decir que era correcta, pero fría, que era un film megalómano, que estaba vacío, que carecía de frescura...
Hace un par de semanas, fui a ver Ágora. Me gustó. Mucho. Y, lejos de parecerme una película fría, me emocionó como pocas películas me han emocionado. Aunque, eso sí, la clase de emoción que me provocó no es la usual, sino una especie de emoción-intelectual que, si andas un poco despistado, puedes confundir con frialdad. En cuanto a si es o no un espectáculo vacío... Sin duda es un espectáculo (no deja de ser un peplum), tan bien narrado como todas las obras de su director, pero de ninguna manera está vacío. De hecho, cada una de sus imágenes está en función de un mensaje que no por sencillo deja de ser extraordinariamente importante: el enfrentamiento entre la razón y el fanatismo, la colisión entre ciencia y superstición. A decir verdad, Ágora trata precisamente de aquello en lo que creo más fervientemente: que la razón, la inteligencia, es el único camino noble y recto para el ser humano, y que la irracionalidad siempre es peligrosa y potencialmente destructiva.
No voy a hacer una crítica de la película, pero me gustaría señalar uno de sus grandes aciertos: esos planos cenitales que, en ocasiones, se alejan tanto que la cámara sale al espacio exterior y nos muestra el planeta Tierra en la inmensidad del cosmos. Esos planos modifican nuestro punto de vista y nos revelan que la película no trata en realidad sobre una mujer en una remota ciudad de la antigüedad, sino de algo mucho más amplio que nos afecta a todos en cualquier momento y en cualquier lugar.
Es cierto que la película tiene trampas (¿qué obra narrativa no las tiene?). Por ejemplo, como señala Luis Manuel Ruiz en su excelente blog, los filósofos que aparecen en el film son encantadores y dan ganas de abrazarlos a todos (particularmente a Rachel Weisz, una de mis debilidades), mientras que los cristianos parecen sacados de una película de terror. No obstante, conviene recordar que la película está basada en hechos históricos, y es cierto que los cristianos arrasaron la biblioteca de Alejandría, y que cometieron matanzas, y que se adueñaron de la ciudad, y que mataron y descuartizaron a Hipatia. Todo eso es auténtico. No debemos olvidar que gran parte de la historia del cristianismo parece escrita a dos manos por Edgar Alan Poe y Richard Laymon.
Por último, me gustaría contaros una anécdota. Fui a ver Ágora (con Pepa y nuestro hijo Pablo) al Kinépolis. La sala estaba llena. Al final de la película, tras un silencio, el público comenzó a aplaudir, y yo me sumé al aplauso. Pues bien, hay algo de lo que estoy seguro: la gente aplaudía a una buena película, sí, pero sobre todo aplaudía al mensaje de esa película. Y eso, ese espontáneo aplauso, me emocionó tanto o más que el film, pues me hizo concebir la esperanza de que no todo está perdido para nosotros, los torpes, estúpidos y patéticos seres humanos.
Supongo que la razón de que seamos tan envidiosos reside a la larga tradición de mediocridad de nuestro pueblo; una tradición de, al menos, cuatrocientos años que se vio sustancialmente reforzada durante la dictadura de ese tipo bajito, panzón y ridículo que ahora no me acuerdo cómo se llamaba. El caso es que los mediocres sólo aceptan vivir en la mediocridad y no soportan que nadie ni nada sobresalga. Son como una tribu de pigmeos en la que sólo se pudiera medir un metro cuarenta o menos, y si alguien es más alto se le corta la cabeza. En eso somos expertos: en cortar cabezas. Por ejemplo, cuando en nuestro mediocre ámbito cultural surge un creador capaz de aunar calidad y popularidad, nuestra inteligentsia se apresura a afilar la guillotina. Ese es el caso, por ejemplo, de Alejandro Amenábar.
Recuerdo que cuando vi Tesis saqué dos conclusiones. La primera, que se trataba de una historia muy poco creíble. La segunda, que estaba cojonudamente narrada (tanto que, mientras las veías, te tragabas sin rechistar la increíble historia). Abre los ojos no hizo más que confirmarme que Amenábar es un extraordinario narrador y con Los otros llegué a la conclusión de que, dejando aparte a Víctor Erice, se trata con diferenciadel mejor narrador de nuestro cine. Incluso me gustó Mar adentro, que mira que es tramposa... El problema es que Amenábar no sólo me gusta a mí, sino a muchísima gente, y ha ganado muchos Goyas, y un Oscar, y sus películas son muy taquilleras, y ha trabajado con estrellas de Hollywood... En fin, demasiadas afrentas para nuestra mediocre élite cultural.
Así que, de unos años a esta parte, se ha ido desarrollando en España una reducida, pero ruidosa, corriente anti-Amenábar que con el estreno de su última película parece haberse consolidado definitivamente. De Ágora he oído y leído decir que era correcta, pero fría, que era un film megalómano, que estaba vacío, que carecía de frescura...
Hace un par de semanas, fui a ver Ágora. Me gustó. Mucho. Y, lejos de parecerme una película fría, me emocionó como pocas películas me han emocionado. Aunque, eso sí, la clase de emoción que me provocó no es la usual, sino una especie de emoción-intelectual que, si andas un poco despistado, puedes confundir con frialdad. En cuanto a si es o no un espectáculo vacío... Sin duda es un espectáculo (no deja de ser un peplum), tan bien narrado como todas las obras de su director, pero de ninguna manera está vacío. De hecho, cada una de sus imágenes está en función de un mensaje que no por sencillo deja de ser extraordinariamente importante: el enfrentamiento entre la razón y el fanatismo, la colisión entre ciencia y superstición. A decir verdad, Ágora trata precisamente de aquello en lo que creo más fervientemente: que la razón, la inteligencia, es el único camino noble y recto para el ser humano, y que la irracionalidad siempre es peligrosa y potencialmente destructiva.
No voy a hacer una crítica de la película, pero me gustaría señalar uno de sus grandes aciertos: esos planos cenitales que, en ocasiones, se alejan tanto que la cámara sale al espacio exterior y nos muestra el planeta Tierra en la inmensidad del cosmos. Esos planos modifican nuestro punto de vista y nos revelan que la película no trata en realidad sobre una mujer en una remota ciudad de la antigüedad, sino de algo mucho más amplio que nos afecta a todos en cualquier momento y en cualquier lugar.
Es cierto que la película tiene trampas (¿qué obra narrativa no las tiene?). Por ejemplo, como señala Luis Manuel Ruiz en su excelente blog, los filósofos que aparecen en el film son encantadores y dan ganas de abrazarlos a todos (particularmente a Rachel Weisz, una de mis debilidades), mientras que los cristianos parecen sacados de una película de terror. No obstante, conviene recordar que la película está basada en hechos históricos, y es cierto que los cristianos arrasaron la biblioteca de Alejandría, y que cometieron matanzas, y que se adueñaron de la ciudad, y que mataron y descuartizaron a Hipatia. Todo eso es auténtico. No debemos olvidar que gran parte de la historia del cristianismo parece escrita a dos manos por Edgar Alan Poe y Richard Laymon.
Por último, me gustaría contaros una anécdota. Fui a ver Ágora (con Pepa y nuestro hijo Pablo) al Kinépolis. La sala estaba llena. Al final de la película, tras un silencio, el público comenzó a aplaudir, y yo me sumé al aplauso. Pues bien, hay algo de lo que estoy seguro: la gente aplaudía a una buena película, sí, pero sobre todo aplaudía al mensaje de esa película. Y eso, ese espontáneo aplauso, me emocionó tanto o más que el film, pues me hizo concebir la esperanza de que no todo está perdido para nosotros, los torpes, estúpidos y patéticos seres humanos.
¡Bien!!!
ResponderEliminarNo sabes cómo me alegra leer esta crítica... ya es hora que la blogosfera "científica", anti-caverna y escéptica traiga a los blogs sus impresiones de esta película. Y de la "Fraternidad..." no esperaba menos, incluso si la reseña no hubiera sido tan positiva como ésta.
ResponderEliminarAntes que me olvide, el anti-amenabarismo explica parte de la bilis inexplicablemente vertida sobre la película. La otra parte la aporta, sin duda, la carcundia meapilas de siempre.
[En lo que sigue he evitado cuidadosamente destripar el argumento; no obstante, puede haber pistas...]
Yo también la vi. Y me emocioné. Y también me emocioné intelectualmente... casi lloro con un simple saco tirado desde el mástil a la cubierta en un barco. O con dos antorchas clavadas en un arenero... si no fuera por lo que representan en la intriga, ésa sería para mi la imagen del cartel de la película.
La parte científica de la peli es tan plausible -dentro de las coordenadas de una obra de ficción- que gocé como un enano imaginando que fuera cierta. Y me pregunto: el espectador medio... ¿sabía como tú y como yo cuál es la solución al enigma que carcome a Hipatia? ¿Es necesario que de una vez por todas asumamos que la cultura científica también es Cultura, y así poder entender en todo su atrevimiento una peli como "Ágora"?
Creo que el "descubrimiento" de Hipatia y que éste se desvaneciera con su muerte, es la metáfora mejor lograda del freno a la ciencia que supuso la destrucción de la Biblioteca de Alejandría. Y también de cómo hay que despojarse de los prejuicios propios para vislumbrar la verdad.
Todavía no he visto la película pero sí leí la crítica de Carlos Boyero en El País donde decía que era perfecta formalmente pero fría y a mí también me sonó a envidia cochina. No porque Carlos Boyero quiera ser como Alejandro Amenábar sino por aquello de cortar la cabeza que sobresale. Muchas veces los alaban cuando acaban de llegar con la suficiencia del que todavía se considera superior. Lo que no se consiente es que se consoliden en el éxito. Se alaba la primera novela o la primera película para machacar la segunda sin piedad.
ResponderEliminarA mí me gusta mucha Amenábar, no sólo por el desparpajo de niño prodigio que ya tenía desde su primera película, también por la variedad de temas que maneja. Me gustan mucho esos directores o escritores que no se copian a sí mismos sino que siempre avanzan por terrenos nuevos para ellos arriesgándose a veces a fracasar en el intento. Estoy pensando en Kubrick o en Ridley Scott. O en César Mallorquí, ¿Por qué no?
A mí me encantó y emocionó emocional e intelectualmente. Acabé llorando como una magdalena, pero me pareció que a la sala no le había gustado demasiado. No hubo aplausos esta vez. Pero la película me hizo sentir frustrada y dolida por todas las buenas intenciones y la racionalidad que se ha echado a perder por culpa del fanatismo.
ResponderEliminarEspectacular plano el que ilustra esto durante el asalto a la biblioteca, cómo la cámara va dando la vuelta como si cayese de espaldas, como si fuera la inteligencia derrotada por la estupidez, el mundo al revés.
(...) un mensaje que no por sencillo deja de ser extraordinariamente importante: el enfrentamiento entre la razón y el fanatismo, la colisión entre ciencia y superstición.
ResponderEliminarA ver si, además de la envidia, es precisamente este mensaje el que provoca repulsión. Malos tiempos para la razón (y no me refiero al diario de Anson)...
P.D.: Estaba esperando que alguien de confianza me hablase de la película. Tu post me ha hecho decidirme por ir a verla. Gracias :)
Rachel Weisz es una debilidad, desde luego, especialmente si la ves en imágenes como esta, en plan Eva con la serpiente alrededor. Una de las mujeres más hermosas del cine, desde luego.
ResponderEliminarSobre la película, al igual que Manuel, me alegro mucho también por los comentarios que haces. Yo también había oído que era fría. Parece que va a ser obligatorio ir a verla.
No es este el primer sitio donde leo lo de los aplausos. Es curioso eso, muy curioso. Aplaudir en el cine es un sinsentido, pero tal vez en este caso, sí que lo tenga. O no, a esta hora tenemos a las hordas de los provida metiendo bulla por Madrid.
Leí en una crítica que se daba una visión sesgada e interesada de los primeros cristianos. ¡Con la de peplums que me he tragado en Semana Santa de cristianos devorados por los leones!... y los malos, malísimos romanos disfrutando con el espectáculo. Y entonces nadie protestaba de visiones interesadas.
ResponderEliminarLa gente de antes era muy bruta, de acuerdo, pero si se echa mano de unas barbaridades, no está bien intentar ocultar otras.
No he visto aún la película pero estoy ansioso por hacerlo. Por varios motivos. Me asombra que un director español le de por rodar una superproducción histórica. Me asombra que elija algo tan lejano en el tiempo y el espacio como la Alejandría del siglo IV.Me asombra que se trate de filosofía, ciencia, fanatismo religioso y fin de una Era.
ResponderEliminarYa sólo por eso, por atreverse a hacer algo nuevo y distinto , tiene ya mi beneplácito.
En cualquier caso, parece que en este país no se premia a los arriesgados que quieren hacer realidad sus sueños, aunque sean cinematográficos ...
"...Y mira que ese es un pecado estúpido..."
ResponderEliminarme ha hecho esbozar una sonrisa, muy acertado :)
Sobre la película, a ver cuándo llega aquí (Londres). Me apetece verla en el cine. Es curioso porque hasta aquí no llega ni el anti-Amenabarismo, ni el anti-Almodovarismo. De hecho, la crítica inglesa trataba muy bien a "Los abrazos rotos". Aún no he visto referencias a Ágora, pero imagino que será por el estilo.
(Mi primer comentario en tu blog, ¡un saludo!)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNo sé si lo he dicho por aquí, pero Amenábar siempre tendrá el mérito de haber salido de los temas recurrentes del cine español para tratar de entrar en los géneros (terror, CF, Thriller, etc) sin complejos. Y el resultado está siendo una nueva generación de cineastas que le están siguiendo con mejores o peores resultados (pienso en REC por ejemplo), pero haciendo un cine diferente, tratando de atraer al espectador por otros medios que no sean el humor chusco, que parece que era el único recurso de nuestro cine para ello. Solo por eso merece que no me pierda ninguna de sus películas.
ResponderEliminarTenía muchas ganas de verla, pero ahora ¡tengo muchas más!
ResponderEliminarMe parece que terminaré llorando. Ay. :___)
Copio lo que comenté en otro sitio tras verla:
ResponderEliminarÁgora podría haber sido una película enorme, pero le pesa mucho la mala estructura del guión. No tiene aspecto de producto acabado, cerrado. Desde que empieza pareces estar viendo episodios sueltos de una historia mayor, y lo de partir la película en dos de la forma más inexperta, con un texto en pantalla en vez de con una elipsis como Júpiter manda, me parece de novato, impropio de un conocedor del cine como Amenábar. Obviando eso, la película está dirigida de forma impecable, con arranques de genio, como los planos cenitales y la vista exterior del planeta en momentos clave, que producen un efecto de apelotonamiento de sensaciones en el cerebro ("esto somos, hormigas alborotando el hormiguero" o "esto es un momento clave para la historia del planeta, así se decide nuestro destino, así gira nuestro devenir del conocimiento a la superstición actual: aquí es donde lo perdimos"). Hay planos, ya lo he dicho en otros sitios, para la historia del cine. El artificio con el que cierra la toma de la Biblioteca, ese giro de cámara, es... me dejó con la boca abieta, sinceramente. La muerte de Hipatia, la forma de plasmar su triunfo en ese mismo momento, es maravillosa en su simpleza.
Por otra parte, a pesar de lo que han escrito otros por ahí, la película no es nada discursiva. De hecho, hasta la toma de la Biblioteca eso era precisamente lo que yo echaba en falta: discurso. Me parecía demasiado neutra. Luego, claro, Amenábar me da en todos los morros. Qué listo es. No hace falta discurso, pues una simple descripción de los hechos históricos habla por sí sola. Hay planos brutales sin necesidad de mensajes ocultos, pues todo está en primer plano: es el fanatismo religioso como oposición de la cultura, la superstición contra el progreso. La imagen del derribo de la estatua es... un resumen perfecto. Igual con la importancia de la condición de mujer de Hipatia. El final de la película, con Hipatia como único punto de luz en la oscuridad, rodeada de hombres en todas las escenas, es elocuente por sí mismo.
En fin, que cuanto más hablo de ella más me gusta, y eso es bueno, muy bueno. Qué pena ese fallo de estructura, esa división, obligada precisamente por mismo hecho que fuerza a Edu en su libro a tomarse una "pequeña" libertad.
En todo caso, y complementando, ¿podéis enumerarme películas en las que se ponga a los cristianos como animales desalmados, como fanáticos sin escrúpulos a la misma altura que los jihadistas? ¿Tendrá problemas Amenábar para distribuir su película?
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe estaban tocando las narices tantas críticas destructivas, y me temía que fueran producto de la envidia. Después de leer tu reseña, lo tengo decidido: voy a ir a verla en cuanto pueda.
ResponderEliminarPor cierto, felicidades por esa nominación a los Ignotus en la categoría de mejor artículo, por "Heinlein 100". :)
Muchas teorías apuntan a que Hipatia fue asesinada por motivos políticos y no religiosos. Adjunto la crítica de una amiga mía que también ha visto la peli: http://laluzdevalinor.blogspot.com/
ResponderEliminarIndependientemente de sus creencias, la historia es la historia. Para poner a parir a la iglesia como se merecen, se puede hablar de la inquisición, de las cruzadas y de otras tantas barbaries, no hacía falta tergiversar ligeramente la historia de Hipatia. Aunque quizás se equivoque mi amiga y yo al citarla, quién sabe.
Por lo demás, me apetece verla (le ha gustado a mi madre, adicta a las comedias románticas, o empieza a tener más repertorio o la peli no es tan oscura como me imaginaba).
Y sí, yo también adoro a Rachel Weisz. Igual es su personaje menos trascendente, pero me encanta en La Momia. Un beso,
Cristina
Buena película sí señor.
ResponderEliminarMi 7masacrítica la podeís leer aquí: http://7masacritica.blogspot.com/2009/10/agora.html
Manuel: comparto punto por punto todo lo que dices. Y estoy muy, pero que muy de acuerdo en que separar la ciencia de la cultura es lamentable. La ciencia ha cambiado el mundo y lo cambia cada día, pero la gente sigue prestando más atención a homeópatas descerebrados o cazadores de ovnis que a los científicos. Triste.
ResponderEliminarEn cuanto a las voces anti-Amenábar procedentes de la carcundia... bueno, la verdad es que no les presto mucha atención.
La Vieja Piragua: tienes toda la razón; primero se apuntan el tanto del descubrimiento de un nuevo valor, y luego el tanto de cargárselo. Pura mediocridad.
Perséfone: Si piensas que el triunfo del cristianismo desembocó en más de mil años de oscuridad y superstición... en fin, sí, es para echarse a llorar.
Álex Vidal: Pues puede que sí, puede que estos no sean buenos tiempos para la racionalidad. Da miedo, la verdad.
Eulez: sí, aplaudir en un cine no tiene sentido... salvo que el aplauso, como en este caso, signifique la manifestación de una postura, de un punto de vista. Las hordas fanáticas están tomando las calles y les encantaría tomar nuestras mentes.
Anónimo de las 6:38: La Iglesia se permite el lujo de poner a parir a los "paganos" o los ateos (sobre estos últimos dice auténticas barbaridades), pero luego se escandaliza cuando alguien dice cualquier cosa contra ella. Como siempre, doble moral.
jp: en efecto, resulta asombroso el desparpajo de Amenábar para hablar de lo que quiere y como quiere. En el fondo, eso es lo que no se le perdona, aparte del talento: su libertad.
Sole: en el caso de Almodovar, cabe recordar que en España no se paraba de criticarle hasta que fue encumbrado a los altares en Francia y en USA. Y es que los españoles, aparte de mediocres, somos muy provincianos. Cómo mola eso de vivir en Londres, ¿eh? Salvo por el clima, claro.
José Antonio del Valle: en efecto, Amenábar ha roto los esquemas de nuestro cine y ha conseguido aunar calidad y comercialidad, lo que es todo un logro. Le debemos mucho; por eso se le maltrata tanto en ciertos círculos.
Kaplan: es posible que tengas razón en que falla un poco la estructura en los saltos temporales. Mi mujer opina lo mismo; dice que rompen el ritmo. Yo no lo noté especialmente, pero estaba tan fascinado con la película que no era objetivo. Tendré que verla otra vez para comprobarlo. En cualquier caso, es una gran película.
Juanma: pues mira, de la nominación al Ignotus me he enterado porque tú me lo has dicho, así que gracias por el soplo. De todas formas, dudo mucho que gane: el artículo era una entrada del blog, así que no está escrito con el rigor que cabe exigírsele a un ensayo. No obstante, es un honor ser candidato al premio.
Merak: Me parece que tu amiga se dedica con entusiasmo al revisionismo histórico, algo que practica mucho la Iglesia para intentar tapar su sangriento pasado. A raíz de tu comentario, he repasado las fuentes y todas, sin excepción, coinciden en señalar a Cirilo como instigador y responsable del asesinato de Hipatia. Por otro lado, es innegable que los cristianos asaltaron y saquearon lo que quedaba de la Biblioteca (aunque no fueron los primeros ni los últimos, es cierto), igual que es un hecho la tiranía religiosa que ejercieron en Alejandría y gran parte del imperio. Así que me parece que quien tergiversa la historia es tu amiga.
En la película, Amenábar deja claro, por otro lado, que quienes iniciaron las hostilidades fueron los paganos. Aunque, en definitiva, se trata de una película, no de un ensayo, de modo que el director se toma ciertas libertades. Por ejemplo, al morir Hipatia tenía cerca de 60 años. Pero la historia que cuenta Ágora es, en líneas generales y por lo que sé, respetuosa con los hechos históricos.
Merka, está claro que luzdevalinor no ha visto la película.
ResponderEliminar[posible destripe]
En la película, quien mata a Hipatia son perros rabiosos empujados por el fanatismo religioso.
Pero quien suelta la cadena de los perros lo hace por motivos políticos...
Por tanto, si luzdevalinor hubiera visto la película no contra-argumentaría usando el revisionismo histórico.
Pues no, creo que Amenabar tiene un problema con las emociones y en esta película faltan. No creo que la batalla entre religión vs inteligencia sea suficiente para una película, hay algo que falla y le pasa en todas sus películas. Son casi perfectas en planteamiento pero las historias son contadas "desde lejos" y eso produce una rara sensación de vacío.
ResponderEliminarBueno, pues ya he visto la peli...
ResponderEliminar... y me temo, César, que yo también he salido frío de la película. Me aventuro a decir, como buen crítico de salón :D, que la película es demasiado expositiva. ¿Malo?, hombre, si descuidas el retrato de los personajes. Hipatia me ha encantado, pero, aparte de ella y, en menor medida, el comendador, el resto me han parecido apenas un esbozo o, lo que es peor, un esquema que encajar en la tesis. Y si bien la historia en sí es impactante (aunque el primer acto es demasiado precipitado; para mí la película retoma mucho más vigor después de la falsa elipsis), con haberse currado más los secundarios habría hecho una película memorable. Está bien que el plano intelectual sea tan rico, pero si la película cojea en el plano emotivo (que, en el cine, no se puede obviar; ni en las otras artes), la conexión con el público adolecerá de frialdad. Con un poco más de trabajo en ese aspecto, y limando algunos planos pelín burdos (algunas arengas me parecían demasiado artificiales), habría salido dando palmas con las orejas. ¿Antiamenabariano? ¡Ni hablar! Ha hecho una película buena, pero no una obra excelente como "Los otros". Que se aplique :) O quizá es que el peplum y el cine de ensayo no casan bien (¿Y dónde ha quedado esa narrativa del peplum de los años 40 y 50? ¿No notaste un exceso de planos superfluos? ¿Era necesaria la colección de recuerdos del esclavo antes de la muerte de Hipatia? No me imagino eso en "Ben Hur", la verdad).
(¿Y cómo habría resuelto yo esos problemas de la peli? ¡Ah! Es lo que tenemos los críticos de salón, que tiramos la piedra y escondemos la mano :D Quizá haciendo una miniserie como "Roma". Quizá se quedó sin minutos en la película.)
Cuando yo la ví, también aplaudimos y lloramos.
ResponderEliminarÁlex, que el cine de ensayo y el peplum puede casar bien supongo que habrán varias pelis que lo demuestren. A bote pronto,"Faraón", peli sensacional de hecho.
ResponderEliminar"Ágora" no me ha entusiasmado pero me parece muy interesante y desde luego más novedosa que "Gladiator". En la peli de Scott hay secuencias muy bien resueltas, probablemente mejor que "Ágora", pero aporta más la peli española.
Coincido con César en que había un sector esperando "Ágora" con guadaña.
Sí, si coincido con él en el tema de la envidia. Sin embargo, sí que salí del cine "frío".
ResponderEliminarY como buen ignorante... Este... Me apunto "Faraón" para verla ;)
La película es cualquier cosa menos fría. Lo que pasa es que no sólo existente los sentimientos que puedes encontrar en los culebrones. Hay otras muchas cosas con las que algunos nos emocionamos. "Ágora" es un diez a la hora de reflejar la fascinación ante la ciencia y la razón.
ResponderEliminarEl que uno sea frío ante ciertos sentimientos, no significa que la película sea fría. En absoluto.
Si un artista pinta un cuadro y un daltónico le pone a parir los colores, ¿el problema es del crítico o del artista?
La envidia existe en todos los lados, no es solo en España.
ResponderEliminarEso de la corriente anti-Amenabar puede que exista, pero es aplastada diaramente con los espectadores que van a ver diariamente la película: No había visto tanta cola para ver una película en el cine Capitol de Gran Vía en mucho tiempo.
Sinceramente, me parece mucho más preocupante la corriente anti-cine español que hay en nuestro país que eso que tu llamas corriente anti-Amenabar. Mucha gente no han visto una película española en su vida, por los prejuicios simplemente.
Aitor: la razón no es un sentimiento, es la razón :)
ResponderEliminarLa película (como deberían ser gran parte de ellas) tienen dos planos: el racional y el emocional. Mi queja viene al que el emocional está muy descompensado porque aquí se ha fallado a la hora de dibujar los personajes. Entiendo que el plano racional te pueda emocionar (joder, como físico vocacional que se inició en la ciencia precisamente por la astronomía, a mí la trama me conquisto), pero ciertas secuencias me tienen una resolución pelín burda, como la del científico que declama la obra perdida de ¿Aristarco? en lo alto del tejado. O los flashbacks de Daro al final, que encuentro innecesarios si se ha "mostrado" bien su deriva intelectual y emocional a lo largo de la película).
Mi crítica, creo que respetuosa, aunque torpemente argumentada, se puede considerar sin que te parezca que sea, ejem, un "daltónico emocional", cosa que te aseguro que no soy... :)
Joder, esto me pasa por leer tan rápido. De acuerdo: la "fascinación" está bien representada. También es la emoción que transmite Raquel Weisz, una Hipatia que fue el único personaje que me convenció, el que vi bien trazado. Pero los demás... ay, si la película se presentase a los Oscars, creo que la estatuilla a mejor actor/actriz secundario se lo llevaría cualquier otra película.
ResponderEliminarInsisto: la película está bien (por si alguien entiende otra cosa de mis palabras), pero la viví "coja" a la hora de transmitir en el plano emocional. Y hablo de emociones, y no de sensiblerías. Un ejemplo de película que considero modélica (o sea, me maravillo cada vez que la veo) es "Lo que queda del día".
No pretendía ofender con lo de "daltónico", que era sólo una metáfora, joder. Porque técnicamente todos somos daltónicos de algún modo, ya que no hay dos personas que vean los colores de la misma forma. También algunos reaccionan más a unos determinados sentimientos y emociones. Y, en cambio, son perfectamente ciegos para otros. Pero la culpa no es de la película, digo yo.
ResponderEliminar¡Juas! No, tranquilo, no me lo había tomado como una ofensa; lo que pasa es que mantengo que el autor de la película ha descuidado el aspecto emocional. Vamos, que tú, yo y César nos hemos emocionado con el plano racional, pero no puedes pedirle al espectador que se emocione con la escena del descubrimiento de...
ResponderEliminar(aviso: SPOILER)
SPOILER:
... del "descubrimiento" de la órbita elíptica. Es más: insisto en que otras escenas importantes (como la deriva teológica, filosófica y de lealtad de Daro; o en las apariciones de Cirilo, NH3 y otros secundarios eran demasiado rígidos para ser creíbles, porque estaban forzados para la tesis de la película) menguan la narración a ese otro nivel. Vamos, que tratándolos mejor, la película, para mí, habría sido la repanocha sin necesidad de cambiar ni un ápice el argumento.
Por otra parte, lo que decía respecto al peplum: quizá el cambio del foco de tramas basadas en un personaje (Tesis, Abre los ojos, Los otros), a una narración coral se le haya hecho demasiado grande a Amenábar, porque, insisto, me parece que Hipatia es la única bien dibujada (es decir, la única con la que empaticé). Pero eso no es óbice para una gran carrera: ahí tenemos a George Lucas o James Cameron, por ejemplo, auténticos negados para dibujar personajes creíbles y que han definido el cine actual :)
La he visto ayer y me ha gustado muchísimo. Dejando de lado la sensación de asombro y maravilla que he tenido con la trama astronómica (algo que muy pocas veces he sentido en el cine), me ha parecido una película rigurosa con lo que se conoce sobre esos acontecimientos.
ResponderEliminarSobre el mensaje ideológico me ha parecido de sobresaliente. No es sólo una crítica del fanatismo religioso, también lo es respecto a la actitud de Hipatia.
Lo siento, pero no veo por qué consideráis que no tiene sentimiento, yo creo que es todo lo contrario, rezuma emociones por todos lados. Hay momentos de mucha tensión emocional, y de hecho yo me emocioné, y no estoy hablando de la resolución de su problema.
Sobre lo que comenta Kaplan de la división en dos partes, es algo fundamental en la historia. Esas partes de corresponden con quién dirige a los cristianos de Alejandría en ese momento.
En la primera, la de la destrucción de la Biblioteca se nos muestra a un obispo, que cuando sale, está recitando en pasaje evangélico de las bienaventuranzas mientras se reparte comida a los pobres y hambrientos. Y apenas aparece más. Además son los paganos quienes actúan con violencia. No hay tampoco agresión por parte de los cristianos a los judíos.
Pero la segunda comienza con la llegada de San Cirilo, el parabolianos se convierten en una policía religiosa, aparece el antisemitismo en boca del obispo, quien se nos presenta no como un hombre de fe sino un político.
La división en esas dos partes me parece fundamental. De no ser así estaríamos ante un panflesto sobre "qué malos son los cristianos" y no una reflexión sobre el fanatismo en general y el que llevaba, y lleva, implícito el cristianismo.
Por otro lado históricamente hay dos acontecimientos separados por unos cuantos años, la destrucción de la obra de la biblioteca y la muerte de Hipatia. Si Amenábar los hubiese unido entonces si faltaría a la historia y me temo que ha tenido mucho cuidado en no hacerlo porque sabía como lo iban a poner (de hecho los hay que ya hablan mal de la película porque su director es "ateo y homosexual", en fin).
Coincido contigo en esos beneficios de dividir la película, Instan, pero a lo que yo me refiero es a la impericia que demuestra en cuanto al método elegido para hacerlo. Es trabajo del director hacer que esa división no altere el ritmo de la película, y Amenábar decide colocar un cartelón en vez de realizar una elipsis y ofrecer la información del salto temporal por boca de alguno de sus personajes. Eso es un gran error, porque el espectador lo nota, y mucho.
ResponderEliminarÁlex Vidal: Está claro que hay espectadores que consideran fría la película, y es un hecho que a mí me emocionó, igual que a otra gente. Por tanto, no cabe afirmar que Ágora sea un film objetivamente frío, puesto que algunos nos transmite emociones. Podríamos convenir que se trata de una película con la que algunos conectan emocionalmente y otros no.
ResponderEliminarEn cuanto a los personajes, creo que está muy bien definida Hipatia, sí, pero también lo están Orestes y Davo, aunque el actor que interpreta a este último no me parece una elección demasiado afortunada.
En resumen, estoy de acuerdo con Instan cuando dice que la película rezuma emociones y sentimiento, aunque no de la forma usual. Para que me entiendas: cuando al final matan a Hipatia, no me afecta tanto la muerte de esa mujer en concreto, sino la muerte de lo que esa mujer representa. Por otro lado, el profundo amor a la razón y la ciencia que desprende cada fotograma se me antoja puro sentimiento, aunque sea un sentimiento íntimamente asociado a la racionalidad.
La alegría de descubrir la verdad, la emoción de encontrar respuestas... Puede que el ejercicio de la razón sea frío, pero sus frutos no lo son.
No, si en ese aspecto, el de la "emoción de la razón" estamos todos de acuerdo, aunque no lo parezca (ni lo haya sabido expresar bien, eso seguro). La cuestión que quería plantear era que, si bien "racionalmente" la película es muy buena (aunque haya soluciones que me hayan parecido burdas, como la charla en el tejado, que se me antojaba poco verosímil), en el aspecto más "clásicamente emocional" no transmite. Y, en efecto, Davo se me antojaba muy mal interpretado: me recordaba al Keanu Reeves de... bueno, a Keanu Reeves :) Y el resto me parecían comparsas al servicio de la trama, que es de lo que me quejo. ¿Limitaciones del guión, de la duración? Pues me temo que otros directores aprovechan mejor esos recursos, como el ejemplo que daba de James Ivory.
ResponderEliminarY a pesar de lo poco que me gustó en ese aspecto, me quito el sombrero y lo haré hasta el infinito y más allá por tratar los fanatismos con valentía y elegancia. Y por dar al cine español coordenadas no muy habituales, por desgracia.
Película agendada.
ResponderEliminarSi sirve de algo para matizar tus primeros párrafos: de los varios estereotipos que tenemos en un país de inmigrantes, el único prejuicio sobre los españoles que pude confirmar cuando viajé a España es que son terriblemente "cabezas duras". Si uno dice "que va a llover" y al español más cercano se le pone "que no", es capaz de sostenerlo indefinidamente. Uno argumenta "pero mirá las nubes, cada vez más negras", y el tipo respone "que sí, que las nubes están negras, pero que no, que no lloverá". Insistes y el tipo clavado en sus trece repitiendo su punto. Incluso cuando corre a buscar refugio de la terrible tormenta grita "que no, que te digo que no va a llover" mientras pisa charcos y esquiva gotas...
Alex Vidal: me parece que en cierto modo estamos hablando de lo mismo, sólo que con diferentes palabras. La película no es emotiva en el sentido tradicional (como podía serlo, por ejemplo, "Espartaco"), pero eso no significa que no desprenda emociones. De hecho, me parece un film profundamente pasional. La pasión por la verdad y la tristeza por la pérdida. No, de ninguna manera me parece una película fría.
ResponderEliminarEn cualquier caso, no creo que tenga sentido compararla con "Lo que queda del día". En primer lugar, porque ambas películas no tienen nada que ver, ni en temática, ni en intención, ni en nada. En segundo lugar, porque "Lo que queda del día" no sólo es la mejor película de Ivory con diferencia, sino una obra maestra que contiene una de las interpretaciones más prodigiosas (la de Hopkins)que jamás he contemplado. Al lado de películas como ésta, casi cualquier film desmerece.
Severian: a lo mejor los españoles con quienes te encontraste eran aragoneses (los naturales de Aragón tienen fama de cabezotas). ¿Los españoles somos especialmente cabezas duras? Pues la verdad, dada nuestra obstinación histórica en cometer una y otra vez los mismos errores, no me extrañaría.
Caray, pues sí, mi primer viaje a España fué a un pequeño pueblo de Aragón, y de allí me traje esa impresión.... que no hizo más que acentuarse cuando luego viajé a Galicia :)
ResponderEliminarMagnífica reseña, no puedo estar más de acuerdo.
ResponderEliminarJL Munuera
César: La comparación venía a cuento porque ambas películas "apuntan" hacia el análisis racional: "Ágora" respecto al papel de la ciencia frente a los radicalismos; "Lo que queda del día", respecto a la sumisión de la vida personal respecto al sentido del deber. Y, sin embargo, la película de Ivory me conmovió hasta tal punto que, como tú, me parece una de las mejores películas que he visto.
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