Llega el turno de las malas mujeres de cine. Y aquí quizá sea apropiado citar a la gran Mae West: “Cuando soy buena, soy buena. Cuando soy mala, soy mejor”. Pero no nos referimos a esa clase de “maldad”, claro... ¿o sí? La perfidia cinematográfica está, como casi todo en nuestro mundo, teñida de machismo. Por lo general, las malas del cine mudo no eran más que mujeres sexualmente activas. Putones según la mentalidad de la época. Podían ser lumis de buen corazón, es cierto; pero entonces no disfrutaban con el sexo. Ahora bien, si follaban como locas y, además, se lo pasaban teta, entonces tenían que ser forzosamente malas. Este modelo de perversidad femenina derivó en el cliché de la femme fatale; es decir, la mujer que utiliza el sexo para dominar a un hombre, utilizarle y perderle (el mito de Adán y Eva, vamos). Teniendo en cuenta que todo esto procede de una visión masculina de la mujer, no cabe duda de que los hombres nos sentimos muy, pero que muy inseguros con la sexualidad.
Hay muchísimas mujeres fatales en la historia del cine; tantas, que el cliché ya está gastado de tanto uso. Por ello, he reducido al mínimo posible su presencia en esta lista, incluyendo tan solo a las más relevantes y memorables. Por otro lado, creo que, en general, y dejando aparte a las femmes fatales, los actores obtienen mejores papeles de antagonista que las mujeres. No obstante, el cine nos ha regalado un buen puñado de excelentes malvadas. Veamos...
-Escarlata O’Hara. Vivien Leigh en Lo que el viento se llevó (1939), de Victor Fleming. Vale, más de uno objetará que Escarlata no es una villana. Pero, ¿acaso no os quedáis de lo más a gusto cuando Rhett Butler, al final de la película, la manda a hacer puñetas? Escarlata es un personaje complejo, contradictorio, fascinante, pero sobre todo una egoísta monumental. No sé qué es peor, si tener por hermana a Baby Jane o a Escarlata.
-Sra. Denvers. Judith Anderson en Rebeca (1940), de Alfred Hitchcock. Esta película hizo dos aportaciones a nuestra lengua. Desde su estreno en España, a los jerseys abotonados por delante (prenda que Joan Fontaine usaba en el film) se les llama “rebecas”. Y durante mucho tiempo se convirtió en una frase hecha decir “es más mala que el ama de llaves de Rebeca”
-Phyllis Dietrichson. Barbara Stanwyck en Perdición (1944), de Billy Wilder. La mujer más fatal, fría y calculadora jamás vista en las pantallas y otra gran obra maestra de Wilder, la mejor versión del modelo “El cartero siempre llama dos veces”. Y es que la señora Stanwyck, hoy muy injustamente olvidada, fue una de las más grandes actrices de Hollywood.
-Eva Harrington. Anne Baxter en Eva al desnudo (1950), de Joseph L. Makiewicz. No hay un ser más dulce y humilde que Eva, una mujer entregada al teatro y devota admiradora de Bette Davis. Pero tras ese ser angelical se oculta una fría trepa que no duda en pisar a quien sea con tal de conseguir sus fines. Todo es bueno en esta obra maestra, incluso la mala.
-Emma Small. Mercedes McCambridge en Johnny Guitar (1954), de Nicholas Ray. Todo el intríngulis de esta película consiste en alterar el sexo de los arquetipos del western. Emma Small representa al despótico terrateniente, Vienna (Joan Crawford) es el valeroso pistolero de turbio pasado y Johnny Logan (Sterling Hayden) la linda cabaretera que ambos se disputan. Mercedes McCambridge borda el papel de villana.
-Mrs. Bates. Anthony Perkins en Psicosis (1960), de Alfred Hitchcock. ¿Estoy haciendo trampa? Perkins ya apareció en la anterior lista y, además, es un hombre. En efecto, incluí a Perkins por su interpretación de Norman Bates, pero el chaval tiene dos personalidades y la segunda es una mujer, su madre. Además, fijaos en que cuando Norman es Norman, su lenguaje corporal tiene un aire muy femenino. En cualquier caso, aquí estamos hablando de mujeres malas, y la señora Bates lo es, aunque esté interpretada por un hombre.
-Baby Jane. Bette Davis en ¿Qué fue de Baby Jane? (1962), de Robert Aldrich. Si algo demuestra esta malsana película de terror psicológico es que la familia puede ser el peor de los infiernos. La escena en que Baby Jane le sirve para cenar una rata a su paralítica hermana pone los pelos de punta. Estremecedora interpretación de ese monstruo de la escena que fue la gran Bette Davis.
-Mrs. Robinson. Anne Bancroft en El graduado (1967), de Mike Nichols. ¿Es la señora Robinson mala, mala, mala de la muerte? No. Es mezquina, inmoral y deshonesta pero en el fondo no hace nada que la mayoría de nosotros no pudiéramos llegar a hacer. En realidad, este personaje nos recuerda que, según las circunstancias, todos podemos ser unos hijos de puta.
-Ma Baker. Shelley Winters en Mamá sangrienta (1970), de Roger Corman. No me gusta el por lo general cutre cine de Corman, pero puede que ésta sea su mejor película. En cualquier caso, la enorme (en todos los sentidos) Shelley Winters encarnó con maestría a una amorosa madre que se limitaba a guiar a sus hijos por la recta senda del robo y el asesinato.
-Regan. Linda Blair en El exorcista (1973), de William Friedkin. La pobre Regan no tiene la culpa de que se le haya metido dentro el diablo, pero lo cierto es que se convierte en un bicho de lo más perverso. Y asqueroso, teniendo en cuenta su afición al puré de guisantes y su imperiosa necesidad de un peeling.
-Enfermera Ratched. Louise Fletcher en Alguien voló sobre el nido del cuco (1975), de Milos Forman. Uno de los personajes más odiosos jamás vistos en la pantalla, un monstruo tan real que pone los pelos de punta. Es el mal cotidiano, la maldad disfrazada de corrección. A todos se nos partió el corazón cuando Brad Dourif no pudo acabar de estrangularla.
-Matty Walker. Kathleen Turner en Fuego en el cuerpo (1981), de Lawrence Kasdan. Una mujer fatal según el modelo “El cartero siempre llama dos veces”, tan repetido. En realidad, la película apenas aporta nada a ese cliché... salvo la morbosa sensualidad de una Turner en su mejor (y desgraciadamente breve) momento.
-Alex Forrest y Marquesa de Mertueil. Glenn Close en Atracción fatal (1987), de Adrian Lyne, y Las amistades peligrosas (1988), de Stephen Frears. Reconozcámoslo: Glenn Close tiene cara de mal bicho y como además es una excelente actriz, borda los papeles de malvada. Atracción fatal es una versión con look publicitario de Escalofrío en la noche, la primera película que dirigió Clint Eastwood; peor que el original, pero salvable gracias a la maldad que llega a desplegar Close.
-Katherine Parker. Sigourney Weaber en Armas de mujer (1988), de Mike Nichols. Vaya por delante que todos los protagonistas de esta mediocre película me parecen unos perfectos impresentables. No obstante, la gran Weaber compone con maestría el personaje de odiosa ejecutiva de alto nivel. La moraleja de la función sería la siguiente: para que una mujer demuestre en el trabajo que vale tanto como un hombre, debe esforzarse y hacer el doble que el varón. Y para que una mujer sea una gran hija de puta en el trabajo, ha ser el doble de hija de puta que el mayor cabrón macho de la empresa.
-Annie Wilkes. Kathy Bates en Misery (1990), de Rob Reiner. Parece mentira que Kathy Bates, que siempre ha hecho de buenaza, haya sido capaz de encarnar a un personaje tan aterrador. En realidad, no es mala; sencillamente está como un saco de grillos. Y es jodidamente violenta (la escena del mazo pone los pelos de punta). En mi opinión, de todas las malas y malos que aparecen en estas listas, Annie Wilkes es la más escalofriante.
-Peyton. Rebeca de Mornay en La mano que mece la cuna (1992), de Curtis Hanson. Quien todavía piense que la cara es el espejo del alma, es candidato perfecto para el tocomocho. Peyton tiene un rostro dulce, angelical, delicadamente bello; le confiarías tu bebe sin dudarlo un segundo. Sólo tiene un pequeño defecto: es una psicópata de tomo y lomo. Peyton representa el mal engañoso, la maldad que se infiltra en tu mundo sin que te des cuenta y poco a poco destroza tu vida. Impecable Rebeca de Mornay, una actriz que hubiese puesto palote al gran Hitchcock.
-Bridget Gregory. Linda Fiorentino en La última seducción (1994), de John Dahl. He aquí todo lo lejos que se puede llevar el cliché “mujer fatal” sin caer en la caricatura. Bridget es mentirosa, manipuladora, ladrona y, finalmente, asesina. De hecho, la forma en que se carga a su marido (literalmente como a una cucaracha) resulta estremecedora.
-Xenia Onatopp. Femke Janssen en Goldeneye (1995), de Martin Campbell. Femke Jannsen, la Jean Grey de X-Men, fue modelo antes que actriz y es un mujer extraordinariamente atractiva (aunque eso sí, de forma poco convencional). Y tiene un don muy infrecuente en personas guapas: sabe reírse de sí misma. En Goldeneye, un producto Bond como otro cualquiera, interpreta a una delirante asesina rusa sadomasoquista totalmente pasada de vueltas. Lo mejor de la función, sin duda.
-Sil. Natasha Henstridge en Especies (1995), de Roger Donaldson. De acuerdo, la película es mediocre y el extraterrestre cabrón de marras tampoco es para tirar cohetes. Pero resulta que cuando adopta forma humana, ese extraterrestre se convierte en Natasha Henstridge que, además de estar descontroladamente buena, se pasa media película en pelotas. Quizá no sea una mala memorable, pero chico, da gusto verla.
-Elle Driver (Crótalo de California). Daryl Hannah en Kill Bill (2003), de Quentin Tarantino. Es una caricatura, por supuesto; la maldad hecha mujer. Protagoniza con Umma Thurman quizá la mejor (y más brutal) pelea entre dos mujeres jamás vista en la pantalla.
-O-Ren Ishii (Víbora Letal). Lucy Liu en Kill Bill (2003), de Quentin Tarantino. Tras su delicado rostro de porcelana oriental se oculta una despiadada jefa Yakuza. Siempre he sentido debilidad por Lucy Liu, aunque su carrera no ha ido muy lejos. También encarnó a una notable mala, versión sado, en Payback.
-Gogo Yubari. Chiaki Kuriyama en Kill Bill (2003), de Quentin Tarantino. Tiene poco papel y aún menos frases, pero es imposible que la imagen de esta colegiala japonesa psicokiller, la guardaespaldas de O-Ren Ishii, se te borre de la memoria. Una Lolita letal con un rostro que es puro morbo del chungo.
-Eleanor Shaw y Miranda Priestly. Meryl Streep en El mensajero del miedo (2004), de Jonathan Demme, y El diablo viste de Prada (2006), de David Frankel. Confieso que durante mucho tiempo no soporté a Meryl Streep, sobre todo desde que la vi, ya cuarentona, pretendiendo pasar por adolescente en La casa de los espíritus. Me parecía una gallina gigante. No obstante, empecé a reconciliarme con ella en Los puentes de Madison y finalmente caí rendido a sus pies cuando la vi hacer de mala en la nueva versión de El mensajero del miedo. La peor madre del mundo, sin lugar a dudas. Y la peor jefa.
Lamentablemente, no recuerdo ninguna malvada española digna de mención. Seguro que la hay, pero no se me ocurre ninguna. Confío en que alguien me refresque la memoria. Por último, de todas estas malas y malos, ¿cuáles son mis favoritos? Citaré cuatro, dos perversos y dos perversas: Rupert de Hentzau, Norman Bates, la enfermera Ratched y la también enfermera Annie Wilkes. Y si de estos cuatro tuviera que elegir al más malote/a de todos... creo que me quedaría con el escalofriante personaje que interpretó la genial Kathy Bates (quizá porque se apellida como Norman).
Hay muchísimas mujeres fatales en la historia del cine; tantas, que el cliché ya está gastado de tanto uso. Por ello, he reducido al mínimo posible su presencia en esta lista, incluyendo tan solo a las más relevantes y memorables. Por otro lado, creo que, en general, y dejando aparte a las femmes fatales, los actores obtienen mejores papeles de antagonista que las mujeres. No obstante, el cine nos ha regalado un buen puñado de excelentes malvadas. Veamos...
-Escarlata O’Hara. Vivien Leigh en Lo que el viento se llevó (1939), de Victor Fleming. Vale, más de uno objetará que Escarlata no es una villana. Pero, ¿acaso no os quedáis de lo más a gusto cuando Rhett Butler, al final de la película, la manda a hacer puñetas? Escarlata es un personaje complejo, contradictorio, fascinante, pero sobre todo una egoísta monumental. No sé qué es peor, si tener por hermana a Baby Jane o a Escarlata.
-Sra. Denvers. Judith Anderson en Rebeca (1940), de Alfred Hitchcock. Esta película hizo dos aportaciones a nuestra lengua. Desde su estreno en España, a los jerseys abotonados por delante (prenda que Joan Fontaine usaba en el film) se les llama “rebecas”. Y durante mucho tiempo se convirtió en una frase hecha decir “es más mala que el ama de llaves de Rebeca”
-Phyllis Dietrichson. Barbara Stanwyck en Perdición (1944), de Billy Wilder. La mujer más fatal, fría y calculadora jamás vista en las pantallas y otra gran obra maestra de Wilder, la mejor versión del modelo “El cartero siempre llama dos veces”. Y es que la señora Stanwyck, hoy muy injustamente olvidada, fue una de las más grandes actrices de Hollywood.
-Eva Harrington. Anne Baxter en Eva al desnudo (1950), de Joseph L. Makiewicz. No hay un ser más dulce y humilde que Eva, una mujer entregada al teatro y devota admiradora de Bette Davis. Pero tras ese ser angelical se oculta una fría trepa que no duda en pisar a quien sea con tal de conseguir sus fines. Todo es bueno en esta obra maestra, incluso la mala.
-Emma Small. Mercedes McCambridge en Johnny Guitar (1954), de Nicholas Ray. Todo el intríngulis de esta película consiste en alterar el sexo de los arquetipos del western. Emma Small representa al despótico terrateniente, Vienna (Joan Crawford) es el valeroso pistolero de turbio pasado y Johnny Logan (Sterling Hayden) la linda cabaretera que ambos se disputan. Mercedes McCambridge borda el papel de villana.
-Mrs. Bates. Anthony Perkins en Psicosis (1960), de Alfred Hitchcock. ¿Estoy haciendo trampa? Perkins ya apareció en la anterior lista y, además, es un hombre. En efecto, incluí a Perkins por su interpretación de Norman Bates, pero el chaval tiene dos personalidades y la segunda es una mujer, su madre. Además, fijaos en que cuando Norman es Norman, su lenguaje corporal tiene un aire muy femenino. En cualquier caso, aquí estamos hablando de mujeres malas, y la señora Bates lo es, aunque esté interpretada por un hombre.
-Baby Jane. Bette Davis en ¿Qué fue de Baby Jane? (1962), de Robert Aldrich. Si algo demuestra esta malsana película de terror psicológico es que la familia puede ser el peor de los infiernos. La escena en que Baby Jane le sirve para cenar una rata a su paralítica hermana pone los pelos de punta. Estremecedora interpretación de ese monstruo de la escena que fue la gran Bette Davis.
-Mrs. Robinson. Anne Bancroft en El graduado (1967), de Mike Nichols. ¿Es la señora Robinson mala, mala, mala de la muerte? No. Es mezquina, inmoral y deshonesta pero en el fondo no hace nada que la mayoría de nosotros no pudiéramos llegar a hacer. En realidad, este personaje nos recuerda que, según las circunstancias, todos podemos ser unos hijos de puta.
-Ma Baker. Shelley Winters en Mamá sangrienta (1970), de Roger Corman. No me gusta el por lo general cutre cine de Corman, pero puede que ésta sea su mejor película. En cualquier caso, la enorme (en todos los sentidos) Shelley Winters encarnó con maestría a una amorosa madre que se limitaba a guiar a sus hijos por la recta senda del robo y el asesinato.
-Regan. Linda Blair en El exorcista (1973), de William Friedkin. La pobre Regan no tiene la culpa de que se le haya metido dentro el diablo, pero lo cierto es que se convierte en un bicho de lo más perverso. Y asqueroso, teniendo en cuenta su afición al puré de guisantes y su imperiosa necesidad de un peeling.
-Enfermera Ratched. Louise Fletcher en Alguien voló sobre el nido del cuco (1975), de Milos Forman. Uno de los personajes más odiosos jamás vistos en la pantalla, un monstruo tan real que pone los pelos de punta. Es el mal cotidiano, la maldad disfrazada de corrección. A todos se nos partió el corazón cuando Brad Dourif no pudo acabar de estrangularla.
-Matty Walker. Kathleen Turner en Fuego en el cuerpo (1981), de Lawrence Kasdan. Una mujer fatal según el modelo “El cartero siempre llama dos veces”, tan repetido. En realidad, la película apenas aporta nada a ese cliché... salvo la morbosa sensualidad de una Turner en su mejor (y desgraciadamente breve) momento.
-Alex Forrest y Marquesa de Mertueil. Glenn Close en Atracción fatal (1987), de Adrian Lyne, y Las amistades peligrosas (1988), de Stephen Frears. Reconozcámoslo: Glenn Close tiene cara de mal bicho y como además es una excelente actriz, borda los papeles de malvada. Atracción fatal es una versión con look publicitario de Escalofrío en la noche, la primera película que dirigió Clint Eastwood; peor que el original, pero salvable gracias a la maldad que llega a desplegar Close.
-Katherine Parker. Sigourney Weaber en Armas de mujer (1988), de Mike Nichols. Vaya por delante que todos los protagonistas de esta mediocre película me parecen unos perfectos impresentables. No obstante, la gran Weaber compone con maestría el personaje de odiosa ejecutiva de alto nivel. La moraleja de la función sería la siguiente: para que una mujer demuestre en el trabajo que vale tanto como un hombre, debe esforzarse y hacer el doble que el varón. Y para que una mujer sea una gran hija de puta en el trabajo, ha ser el doble de hija de puta que el mayor cabrón macho de la empresa.
-Annie Wilkes. Kathy Bates en Misery (1990), de Rob Reiner. Parece mentira que Kathy Bates, que siempre ha hecho de buenaza, haya sido capaz de encarnar a un personaje tan aterrador. En realidad, no es mala; sencillamente está como un saco de grillos. Y es jodidamente violenta (la escena del mazo pone los pelos de punta). En mi opinión, de todas las malas y malos que aparecen en estas listas, Annie Wilkes es la más escalofriante.
-Peyton. Rebeca de Mornay en La mano que mece la cuna (1992), de Curtis Hanson. Quien todavía piense que la cara es el espejo del alma, es candidato perfecto para el tocomocho. Peyton tiene un rostro dulce, angelical, delicadamente bello; le confiarías tu bebe sin dudarlo un segundo. Sólo tiene un pequeño defecto: es una psicópata de tomo y lomo. Peyton representa el mal engañoso, la maldad que se infiltra en tu mundo sin que te des cuenta y poco a poco destroza tu vida. Impecable Rebeca de Mornay, una actriz que hubiese puesto palote al gran Hitchcock.
-Bridget Gregory. Linda Fiorentino en La última seducción (1994), de John Dahl. He aquí todo lo lejos que se puede llevar el cliché “mujer fatal” sin caer en la caricatura. Bridget es mentirosa, manipuladora, ladrona y, finalmente, asesina. De hecho, la forma en que se carga a su marido (literalmente como a una cucaracha) resulta estremecedora.
-Xenia Onatopp. Femke Janssen en Goldeneye (1995), de Martin Campbell. Femke Jannsen, la Jean Grey de X-Men, fue modelo antes que actriz y es un mujer extraordinariamente atractiva (aunque eso sí, de forma poco convencional). Y tiene un don muy infrecuente en personas guapas: sabe reírse de sí misma. En Goldeneye, un producto Bond como otro cualquiera, interpreta a una delirante asesina rusa sadomasoquista totalmente pasada de vueltas. Lo mejor de la función, sin duda.
-Sil. Natasha Henstridge en Especies (1995), de Roger Donaldson. De acuerdo, la película es mediocre y el extraterrestre cabrón de marras tampoco es para tirar cohetes. Pero resulta que cuando adopta forma humana, ese extraterrestre se convierte en Natasha Henstridge que, además de estar descontroladamente buena, se pasa media película en pelotas. Quizá no sea una mala memorable, pero chico, da gusto verla.
-Elle Driver (Crótalo de California). Daryl Hannah en Kill Bill (2003), de Quentin Tarantino. Es una caricatura, por supuesto; la maldad hecha mujer. Protagoniza con Umma Thurman quizá la mejor (y más brutal) pelea entre dos mujeres jamás vista en la pantalla.
-O-Ren Ishii (Víbora Letal). Lucy Liu en Kill Bill (2003), de Quentin Tarantino. Tras su delicado rostro de porcelana oriental se oculta una despiadada jefa Yakuza. Siempre he sentido debilidad por Lucy Liu, aunque su carrera no ha ido muy lejos. También encarnó a una notable mala, versión sado, en Payback.
-Gogo Yubari. Chiaki Kuriyama en Kill Bill (2003), de Quentin Tarantino. Tiene poco papel y aún menos frases, pero es imposible que la imagen de esta colegiala japonesa psicokiller, la guardaespaldas de O-Ren Ishii, se te borre de la memoria. Una Lolita letal con un rostro que es puro morbo del chungo.
-Eleanor Shaw y Miranda Priestly. Meryl Streep en El mensajero del miedo (2004), de Jonathan Demme, y El diablo viste de Prada (2006), de David Frankel. Confieso que durante mucho tiempo no soporté a Meryl Streep, sobre todo desde que la vi, ya cuarentona, pretendiendo pasar por adolescente en La casa de los espíritus. Me parecía una gallina gigante. No obstante, empecé a reconciliarme con ella en Los puentes de Madison y finalmente caí rendido a sus pies cuando la vi hacer de mala en la nueva versión de El mensajero del miedo. La peor madre del mundo, sin lugar a dudas. Y la peor jefa.
Lamentablemente, no recuerdo ninguna malvada española digna de mención. Seguro que la hay, pero no se me ocurre ninguna. Confío en que alguien me refresque la memoria. Por último, de todas estas malas y malos, ¿cuáles son mis favoritos? Citaré cuatro, dos perversos y dos perversas: Rupert de Hentzau, Norman Bates, la enfermera Ratched y la también enfermera Annie Wilkes. Y si de estos cuatro tuviera que elegir al más malote/a de todos... creo que me quedaría con el escalofriante personaje que interpretó la genial Kathy Bates (quizá porque se apellida como Norman).
Me permito apuntar que el prototipo de mujer fatal es GILDA, cierto que no era una villana del todo porque estaba enamorada, pero encarna el modelo perfectamente.
ResponderEliminarSaludos
como villana española cialquiera que haya interpretado a Bernarda alba. Tengo en mente una actriz que no era muy agraciada y lo bordaba cuando hacía de mala. No me acuerdo de ella. habitual de los Estudios 1 de mi infancia. Es una de tres hemanas actrices, aunque no comparten apellido artístico, cuyo padrre estuvo implicado en la muerte de García Lorca.
ResponderEliminarJo parece un enigma.
Hola César
ResponderEliminarhe leído extasiada esta entrada. ¡Vaya villanas que te has cogido! aunque me avegüence decir que a algunas no las conozco, los rostros me son más familiares que los de tu anterior entrada.
Yo habría incluido, en mi lista personal por supuesto, y sin dudar, a Cruela de Vil, aunque sea un dibujo animado. ¿No hay persona más cruel, sádica, avariciosa, egoísta y grosera en este planeta? ya no hablo de querer hacerse un abrigo de perros, sino los pocos modales que posee, pese a ser una mujer "con clase" y glamour; y el secuestro de miles de cachorros, en concreto los de Roger y Anita, por simple maldad y venganza. Además... el doblaje en español lo borda.
Un saludo, César :D
No sé si en rigor se puede considerar una "mala", pero el personaje de Terele Pávez en "El día de la bestia" le daba un susto al miedo. O, para el caso (venía a ser el mismo), el que hacía en "La comunidad" (aunque allí el malo supremo era Emilio Gutiérrez Caba).
ResponderEliminarY pasando al plano internacional, una de mis favoritas de los últimos tiempos: la señora Carmody en "La niebla" (la de King y Darabont, para más señas).
ResponderEliminarMás malas españolas, y además recientes: la madre de "Camino"... y la directora espiritual de su hermana.
ResponderEliminarHablando de "villanas que te has cogido" (jejeje) ¿no pensaste en la Sharon Stone de Basic Instincts?
ResponderEliminarParece que ahora SI va de perversas y no cuando hice mi comentario anterior. Reiterando las que allí propuse -y reflejadas en parte en tu post- quiero añadir una "mala-malísima" poco conocida.
ResponderEliminarMe refiero a la casi siempre cándida e inocente Ann Blyth (la de "El mundo en sus manos" con Gregory Peck al timón) en "Alma en Suplicio" de Michael Curtiz. Hace de hija malvadísima de una sufrida y victimizada Joan Crawford. Una hija muy "hija de...". Es un melodramón pero muy bien hecho con varias candidaturas al Oscar en su haber. La de Ann Blyth entre ellas.
Gracias A. Romero. Era Terele Pávez
ResponderEliminarLaura: Sí, Gilda es sin duda una mujer fatal... pero no es mala. Digamos que es mujer fatal a su pesar.
ResponderEliminarCorsarioHierro: Te refieres a Irene Gutiérrez Caba, una actriz como la copa de un pino. Y, en efecto, compone una notable malvada en "La casa de Bernarda Alba".
Estigia: Por supuesto, Cruela de Vil es una magnífica villana... pero no es un ser humano (si incluimos dibujos animados, aquí también debería estar la madrastra de Blancanieves). No obstante, Glenn Close la interpretó en las dos pelis de imagen real que se ralizaron.
A. Romero: Pues sí, Terele Pavez parece una villana haga el papel que haga; y en esos dos papeles, lo borda. Respecto a los dos personajes de Camino que citas, totalmente de acuerdo. De hecho, nada más subir el post me acordé de ellas. Además, incluyendo a la señora Carmody, representan una nueva categoría: la maldad religiosa.
Severian: pues mira, no me importaría nada "coger", en el sentido argentino de la palabra, a alguna de las villanas de esta lista. Y sí, me había olvidado de la Sharon Stone de Instinto básico. No es una de mis villanas favoritas, pero merece estar en la lista.
Big Brother: se nota, hermano mío, que eres muuuuucho más viejo que yo, porque no conozco ni de oídas esa película que citas.
Hola,
ResponderEliminarmagníficas entradas sobre esos personajes entrañables que suelen ser los villanos cinematográficos, sobre todo cuando son encarnados por actores carismáticos como Joan Crawford, en ella ya no se sabe cuando acaba el personaje y donde empieza el actor. De hecho ya en Garras Humanas estaba excelente con un papel en que Browning destrozaba de arriba a abajo a la prototípica "ingénue" del momento, que pudiera interpretar una Mary Pickford.
Aparte de la Crawford en cualquiera de sus papeles, otras villanas favoritas que has citado: la Sra. Danvers, Bette Davis en Baby Jane, y la Marquesa de Merteuil, pero la literaria, a pesar de que Choderlos de Laclos haga contra ella una venganza entre líneas bastante machista (bueno, o "de la época"). Totalmente de acuerdo con lo que comentas del machismo al inicio. Eso, eso, que se note que me encanta leer a Pilar Pedraza.
Apunte sobre villanas españolas que se me ocurren a bote pronto: Terele Pávez en La Comunidad (¡tremenda!, aunque en 99.9 también estaba genial), Irene Gutiérrez Caba en La casa de Bernarda Alba, la hija de Emma Vilarasau en Los sin nombre (aunque sale poco), increíble Amparo Soler Leal en la peli de Fernán Gómez Mi hija Hildegart.
Un saludo.
Hedra Carlson, Jennifer Jason Leigh, en "Mujer blanca soltera busca"
ResponderEliminarPara mi gusto una lista no ya demasiado anglófila sino directamente USA.
ResponderEliminarAlgunas villanas: Allida Valli en la magistral Ojos sin rostro y Suspiria; El personaje de La condesa Bathory en varias de las encarnaciones que tuvo, especialmente la de Lucía Bosé en Ceremonia sangrienta, aunque Ingrid Pitt sea inolvidable; Barbara Steele en multitud de papeles, entre los que quizá se lleve la palma, por una vileza casi insuperada en la pantalla, el de Un angelo per Satana, por otra parte una película bastante bella y sugerente.
Como gran villana española es inolvidable el papel de Aurora Bautista en Una vela para el Diablo, que tiene muchísimo de crítica a la moral católica. Y como contraparte masculina, el Peter Lorre de M, o el villano que interpreta Arturo Fernández en Un vaso de whisky, con una secuencia escalofriante (la del gato) por la maldad que conlleva.
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