Un enclave tutelado por César Mallorquí, el Abominable Hombre de las Letras, en colaboración con la Sociedad de Amigos del Movimiento Perpetuo. Si no te interesa la literatura, el cine, el comic, los enigmas, el juego y, en general, las cosas inútiles, aparta tus sucias manos de este blog.
sábado, septiembre 1
Esconjurando
Hoy pocos recuerdan a David Hamilton (1933), un fotógrafo inglés que en la década de los 70 se hizo recontrafamoso con sus retratos de jóvenes adolescentes desnudas, por lo general de aspecto nórdico, siempre con flou y emulsiones de grano grueso. Pelín horteras, la verdad, pero las chicas eran preciosas. Sus pósters se vendían como rosquillas. También dirigió cinco películas eróticas, pero eso no viene al caso.
La cuestión es que yo siempre le había asociado a las adolescentes en pelotas, así que un día, hace mucho tiempo, me sorprendí al encontrar –creo que en casa de mi hermano JC- un reportaje fotográfico de Hamilton donde no solo no aparecían dulces Lolitas, sino que no había nadie. Era una larga serie de fotos en color tomadas en una playa desierta, poco después de ser abandonada por los bañistas, al atardecer de un día nublado. Una sombrilla tirada, basura, huellas en la arena, desoladas casetas de playa, un balón, unas chanclas rotas... Me quedé de piedra. Las casi niñas de Hamilton eran pastelones eróticos, pero esas fotos de la playa, sin flou ni mamonadas, transmitían auténtica emoción: soledad, pérdida, melancolía. Pocas veces he visto tan bien reflejado el final del verano, tanto en sentido literal como en el metafórico.
Qué chungo es cuando se acaba el verano, ¿verdad? Hay canciones que hablan de ello, como la homónima del Dúo Dinámico, y películas, como American Graffiti, y seguro que también un montón de novelas, aunque ahora no me viene ninguna a la cabeza. Los días dorados van desvaneciéndose poco a poco; la promesas –cumplidas o no- del estío ya sólo son recuerdos; el mundo va saliendo del stand by estival y se pone de nuevo en movimiento. Todo muy melancólico y triste, si no fuera porque tras el verano llega la magia del otoño, quizá mi estación preferida.
Este verano, mi mujer y yo no hemos salido al extranjero. Pensábamos ir a Islandia, pero teníamos que hacerlo como muy tarde en julio; problemas de curro se lo impidieron a Pepa, que se vio obligada a retrasar las vacaciones a agosto, así que decidimos ir un par de semanas a los Pirineos. Primero a la Seu d’Urgell, después a Boltaña y finalmente a Panticosa. Ya conocía esas montañas (salvo la zona de Ainsa y Boltaña), pero cada vez que voy no puedo evitar asombrarme de su belleza. Además, los Pirineos están llenos de historia y misterio.
Hace tiempo que ando dándole vueltas a una historia ambientada en los Pirineos durante la Segunda Guerra Mundial. En aquella época hubo mucha actividad por allí: nazis, la guardia civil franquista, maquis, contrabandistas, miembros de la resistencia... Mucha gente quería huir de Europa, o pasar a Inglaterra, cruzando las montañas, y luego a través de España y Portugal. Así que algunos contrabandistas pirenaicos cambiaron, más o menos, de profesión y se dedicaron a “pasar” gente por la frontera. Se convirtieron en “pasadores”. Bueno, pues me gustaría escribir sobre alguno de ellos. Cuando se me ocurra una historia que me convenza, claro.
Hay cosas muy curiosas en los Pirineos. ¿Sabéis que allí, sobre todo en los valles navarros, existía una raza maldita, los agotes? Desde el siglo XII hasta finales del XIX. Los agotes -en Francia denominados cagots- eran artesanos, sobre todo de la madera, pero también de la piedra y el hierro. Estaban completamente marginados. Vivían en guetos y tenían que llevar en las ropas una marca roja: una huella de gato o de oca. No podían casarse con no-agotes, ni poseer tierras, ni entrar en las iglesias por la puerta principal (tenían que usar una más pequeña y asistir a misa en una zona aislada; incluso tenían su propia pila bautismal), ni ser enterrados en sagrado. Se decía que transmitían la lepra y otras enfermedades. También se decía que poseían ciertas características físicas, como no tener lóbulos en las orejas, pero es mentira. Lo único que diferenciaba a los agotes de los demás era su origen. ¿Y cuál era su origen?
Un misterio. Hay varias teorías: una afirma que procedían de los visigodos que se refugiaron en los Pirineos huyendo de la invasión árabe. De hecho, en provenzal –y en catalán- ca got significa “perro godo”. No obstante, la invasión se produjo en el siglo VIII y no hay noticias de los agotes hasta el XII, lo cual deja cuatro siglos de vacío histórico. Demasiado; no suena muy probable. Otra hipótesis es que fueran descendientes de los cátaros que huyeron de la cruzada que la Iglesia desató contra ellos. Y otra que procedían de las comunidades de gente fuera de la ley (por el motivo que fuese) que se habían establecido en las leproserías, precisamente porque allí nadie iría a buscarles. Eso explicaría la superstición de que transmitían la lepra. En fin, un misterio. El caso es que la marginación oficial, con leyes específicas contra los agotes, duró hasta 1819. Hoy ya no quedan comunidades de agotes, ya no existen agotes como tales. Pero sí sus descendientes. El barrio de Bozate, en el pueblo de Arizcun (Baztán), fue uno de sus últimos guetos y la mayor parte de quienes hoy viven en él son sus descendientes. Un viejo dicho popular del Valle de Baztán reza: “Al agote, garrotazo en el cogote”. Qué cosas... Por cierto, hubo en los Pirineos –esta vez en los catalanes, en el Valle de Ribes- otra raza maldita, los galluts, que no fue públicamente conocida hasta finales del siglo XIX. Padecían enanismo y cretinismo y tenían bocio. Unos freaks, vamos. Dicen que el último murió en 1990
¿Os habéis fijado en que la gente que vive en la montaña es diferente a la gente del llano? Están más aislados, son más endogámicos –cada valle es una entidad casi independiente-, su horizonte es limitado. Supongo que esa es la razón por la que en los Pirineos se conservó hasta hace muy poco una antiquísima mitología popular (a fin de cuentas, los dioses suelen vivir en las montañas), con seres fantásticos como los diaplerons, las lamias, los follets... y las brujas, por supuesto. Todavía hoy, en las aldeas, se ven muchos “espantabrujas” sobre las chimeneas de las casas.
Este verano me encontré allí con algo que desconocía por completo. En una de las excursiones que hicimos me fijé, al pasar por un desvío, en un cartel que anunciaba: “esconjuradero”. ¿Qué demonios es eso?, pensé. Ese mismo día, cuando regresábamos a Boltaña, donde estábamos alojados, pasamos por delante de un pueblo cercano, Guaso, donde de nuevo vi el mismo cartel. Esconjuradero. Paré el coche, me conecté a Internet a través del móvil y busqué el término. Y resultó que la palabreja en cuestión procede del aragonés esconchurar, que significa "conjurar". Según la Wikipedia: “Los esconjuraderos son pequeñas construcciones o templetes que desde el siglo XVI al XVIII se construyeron específicamente para albergar rituales destinados a esconjurar o conjurar tormentas o tronadas, las plagas y otros peligros que amenazaban a las cosechas”.
Son de planta cuadrada con tejado piramidal, y en sus muros hay vanos en forma de arco orientados hacia los cuatro puntos cardinales (la fotografía que ilustra esta entrada corresponde al esconjuradero de Guaso). Se trata de una tradición nítidamente pagana; pero la Iglesia la asumió como tantas veces ha hecho (incluso existía un manual católico para esconjurar). Lo curioso es que lo hiciera en una época tan tardía como el siglo XVI, lo que demuestra hasta que punto sobrevivía el paganismo en esa zona.
En fin, no me enrollo más con los Pirineos. El caso es que las vacaciones han terminado y Babel despierta de su sueño estival. Con nuevos y vigorizados propósitos, entre los que destaca el de no volver a escribir series de posts sobre un mismo tema, como la reciente acerca de la ciencia ficción. Con las primeras entradas no hay problema, pero luego la cosa se convierte en un deber, una especie de trabajo, y yo, qué queréis que os diga, no escribo esto ni por deber ni por trabajo. Así que kaput a las series de posts entrelazados, estoy harto. Me quito un peso de encima, pero también lamento algo, porque pensaba escribir sobre un tema que considero especialmente interesante en esto tiempos: la manipulación de la información.
No me refiero a denunciarla, porque todos sabemos que existe, sino a cómo detectarla y defenderte de ella. Es decir, pensaba poner mis conocimientos sobre publicidad a vuestro servicio escribiendo por entregas una especie de “Manual para evitar que nos coman el coco”, pero... joder, qué pereza. Lo dejaremos para otro momento.
¿Qué más? Los óbitos, sí. ¿No os da la sensación de que la gente conocida se muere más en verano que en otras épocas del año? Este verano las han cascado varios, pero sólo voy a comentar dos: Harry Harrison y Neil Armstrong.
Harry Harrison (1925-2012) fue un escritor norteamericano de ciencia ficción. Si revisáis las entradas sobre “La cf y yo”, le encontraréis allí. No fue uno de los grandes autores del género, pero sí un escritor entretenido y solvente. Sus principales obras fueron la serie dedicada a la Rata de Acero Inoxidable, centrada en un ladrón del futuro, la novela ¡Hagan sitio, hagan sitio!, en que se basó la película Soylent Green, y su divertidísima sátira antimilitarista Bill, héroe galáctico. Descanse en paz.
Neil Armstrong (1930-2012) no escribió ciencia ficción: la hizo. Quizá se trate de la figura histórica más perdurable del siglo XX. Pensadlo: dentro de miles de años, cuando la gente se haya olvidado de Hitler, de Kennedy, de Mao y de todos los grandes personajes que hoy nos parecen archifamosos, la humanidad seguirá recordando que Armstrong fue el primer humano en pisar otro cuerpo celeste. Eso ya no se lo quita nadie. Descanse en paz.
Y ya está; como rentrée basta. Ha sido un placer encontrarme de nuevo con vosotros, amigos míos, aunque debo reconocer que el placer era aún mayor cuando estaba en las montañas tocándome las narices. Ah, por cierto: como estoy seguro de que entre los merodeadores de Babel hay tipos por lo menos tan rijosos como yo, os pongo al final de esto una fotografía del inefable Hamilton. Besitos.
Descansa, Cesar :)
ResponderEliminarSeria de agradecer en el futuro esa serie de posts anti-manipulacion, teniendo en cuenta que curraste en periodismo, publicidad y eres ateo con una sano escepticismo. Porfi, no nos olvides, que nos encanta leerte, sobre todo en temas tan interesantes como ese, donde apostamos a que sabras defenderte de maravilla.
Sabes como podrias solventar el problema que dices que tienes con los titulos? Hemingway se creia negado para elegirlos y por ello siempre acudia a una cita de un autor famoso. Es una opcion, porque a mi me gustaria que gozases de mas fama y, a pesar de que adoro tu literatura, me jode mucho que los titulos sean tan olvidables y poco llamativos (salvo El Maestro Oscuro, a pesar de que parece un titulo tipico de estanterias llenas de dragonadas).
Hay muchas maneras de elegir titulos con fuerza y por internet cuentas con consejos de individuos mucho mas inteligentes que yo aportando ideas. Si no llega a ser tuya, nunca me hubiera fijado en La isla de Bowen ni la hubiera comprado.
Nos vemos, hombre. Descansa y pasatelo bien, like House & Wilson enjoying themselves.
Ay, yo también me acuerdo de Hamilton. Y reconozco con pesar que contribuyó a dar empuje a mi incipiente virilidad.
ResponderEliminarLo del conjuradero lo llevo oyendo desde pequeño. En el pueblo de mi abuela (Poza de la Sal, Burgos, tambien pueblo natal de Felix Rodríguez de la Fuente), existe la puerta del conjuradero, con un balcón, donde según cuentan los ancianos, el cura conjuraba las tormentas.
ResponderEliminarwww.salinasdepoza.net/es/imagen.asp?iddoc=90&foto=foto1
http://arqytrad.blogspot.com.es/2010/04/conjuros-y-conjuraderos.html
Pues bienvenido a las puertas del otoño,César. El trabajo nos espera (a los afortunados que lo tenemos,así son las cosas) aunque algunos también seguimos disfrutando de un buen tiempo a orillas del Cantábrico,que es como prolongar un poco las vacaciones. No nos dejes sin esas entradas que has mencionado,por favor,seguro que son interesantes,como todo lo que escribes.Pero no te las impongas como un deber.Cuando y como quieras tú.Tus lectores te lo permitimos todo,jeje...
ResponderEliminarBien hallado de nuevo,César.
Un saludo cántabro de Aurora Boreal.
conjuraderos, agotes, apestados, marginados forzosamente,... todo está relacionado en una trama donde los perjuicios, la superstición, voluntades manejadas, burricie,... son sus principales protas.
ResponderEliminarY ya que sale el tema, este año estuve en un pueblo de Zamora que tenía ¡16! iglesias románicas. Me imagino que cuando se construyeron, la población total, no ya del pueblo, sino de la comarca entera, no pasaría de los dosmil habitantes. ¿Eran necesarias 16 iglesias?
Pues eso.
En el pueblo de mis padres, Cuenca de Campos (provincia de Valladolid) existe un sitio denominado "conjuradero", donde el cura iba (con todo el pueblo) a "conjurar" las tormentas. Y es una costumbre que ha pervivido hasta hace relativamente poco, mis abuelos la presenciaron.
ResponderEliminarMe alegro que pasaras buenas vacaciones. Sería genial un esconjuradero (¿Era así?) en alguna novela aunque parece más propio de Mortadelo y Filemón.
ResponderEliminarEn otro orden de cosas me leí el coleccionista de Sellos y El asunto Miyazaki. Excelentes. Intentaré meter Miyazaki en el club de lectura del instituto.
Digo la palabra, no el concepto, más propio de M y F.
ResponderEliminar¡Oh, Dios...! Yo... ¡no tengo lóbulos en las orejas! (es cierto). Acabo de descubrir gracias a César que soy un agote, je je.
ResponderEliminarPor otro lado, yo sí conocía las fotos y las películas de David Hamilton y, en ambos ámbitos me parecía (y me sigue pareciendo) un completo hortera. Desconocía esa otra faceta fotográfica suya.
Una lástima lo de Harrison y Armstrong.
Yo también estuve por Boltaña pero en julio. Suelo ir por esa zona todos los años porque mis hijos suelen ir de campamentos a Boltaña casi todos los veranos. Preciosa zona. lástima no haber coincidido contigo, César.
Coincido contigo en lo que cuentas del final del verano y el comienzo del otoño. Aparte de las canciones y la película que mencionas, a mí por estas fechas me gusta de vez en cuando revisionar esa película tan magnífica y "otoñal" (o del final del verano)que es "Cuenta conmigo", basada en un relato de Stephen King titulado, precisamente "El otoño de la inocencia".
Por lo demás, bienvenido, César.
Rickard
Anónimo de las 3:01: Pues tienes razón, qué quieres que te diga: se me da muy mal poner títulos. Procuraré enmendarme siguiendo tus consejos. De todas formas, no creo que los títulos sean TAN importantes. Ayudan, pero no determinan. Al menos, eso me parece...
ResponderEliminarEn cuanto a los post anti-manipulación, vale, en un futuro lo haré. Pero no demasiado pronto.
Luis Manuel: No te avergüences, todos hemos mirado alguna vez con secreta lujuria los pósters de Hamilton. Por cierto, tienes abandonadísimos tus blogs. Muy mal.
Anónimo de las 8:44 & Jaimemarlow: Así que también había conjuraderos en Burgos y Valladolid, ¿eh? Es curioso, porque no tenía ni idea de esa tradición. Gracias por decírmelo.
Aurora Boreal: Dadme un poco de tiempo y ya escribiré esas entradas. O a lo mejor escribo un libro sobre el tema... O las dos cosas a la vez, quién sabe.
Samael: En efecto, esas cosas que he contado pertenecen a un mundo oscuro sumido en la superstición. No obstante, siento una extraña fascinación por ese mundo rural y primitivo que hoy ya casi no existe. O no existe en lo absoluto. ¿16 iglesias en un pueblo de 2000 habitantes? Me parecen pocas.
CorsarioHierro: No sé si un esconjuradero dará para una novela, pero desde luego para un relato corto sí. Me alegro mucho de que te hayan gustado mis novelas.
Rickard: Pues fíjate qué cosas, uno de mis concuñados es descendiente de agotes. En cuanto a Hamilton, sí, el tipo de fotos (y películas) que le hicieron famoso eran más bien horteras. Pero amigo mío, que buenas estaban sus chicas...
Preciosos lugares Boltaña y Ainsa, en efecto; no los conocía y me han encantado. Y tanto "Cuenta conmigo" (película) como "El otoño de la inocencia" (relato) me parecen excelentes. De hecho, creo que King es mucho mejor en los relatos y las novelas cortas que en los mamotretos. Aunque dicen que el último -"11/22/63"- es excelente.
No, don César,no. Digo para algún capítulo de alguna novela. ¿Qué mejor sitio para iniciar la posible segunda parte de Miyazaki?
ResponderEliminarPor cierto la música de Bilitis (Francis Lai, relacionada con Hamilton)es excelente:
http://www.youtube.com/watch?v=XpKeN6O-4Dw
Hola,César.
ResponderEliminarJusto en la última entrada de mi blog (http://elbbdordelanoche.blogspot.com/) comento algo semejante al misterio de las montañas, pero las montañas del Perú.
Un abrazo. Te seguiré leyendo.
Bienvenido de nuevo César, te estábamos esperando muy ansiosos para escuchar tus aventuras de este verano. Espero que hayas podido descansar un poco, que te lo merecías.
ResponderEliminarNo olvides que esta es tu 'Torre de Babel' y puedes editarla como te plazca, así que ya publicarás más tarde el tema de la manipulación, que no sea un trabajo hacerlo, sino todo lo contrario.
Y no desconfíes de ti mismo, seguro que próximamente harás unas entradas tan impresionantes como esta (se nota que el verano te ha inspirado).
Un placer volver a verte :)
Precisamente este verano pasé unos días cerca de Bozate y me llamó la atención el asunto de los agotes. Creo, como apuntas, que el origen puede ser cátaro, aunque nunca se sabe. Feliz regreso.
ResponderEliminarP.D: Leí este verano 'Mundo espejo' de William Gibson y creo que está a la altura de Neuromante, sobre todo a la hora de adelantarse al poder de las redes sociales y la cultura audiovisual. Ya sé que lo tienes en tu canon de Sci-fi, pero me apetecía comentarlo aquí. Saludos.
Ese tema de pueblos marginados por unas razones u otras... seguro que le hubiese gustado a Lovecraft (aunque los suyos eran pueblos costeros)
ResponderEliminarOtro de los pueblos marginados por unos motivos desconocidos, esta vez al otro lado del charco, en América, en Florida me parece recordar, estaba el pueblo de los Pericues, que cuando llegaron los españoles, ya eran marginados por el resto de pueblos, y el nombre de "Pericu" me parece recordar que significaba "Hombres perro".
Coincido con las opiniones de que Boltaña y Ainsa son bonitos luares!!!
ResponderEliminarlugares, quería decir...
ResponderEliminarMis tios son de Guaso...si pasas algun dia por el puente que lo separa de Ainsa...me firmaras un libro??
ResponderEliminarMis tios son de Guaso...si pasas algun dia por el puente que lo separa de Ainsa...me firmaras un libro??
ResponderEliminarPedro: Claro que sí, amigo mío :)
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