Diez años ya. La Tierra ha dado
3.652 malditas vueltas sobre sí misma. Jodeeeeeeer... Me siento viejo. No, qué
coño me voy a sentir; es que soy viejo, un chalado que ha dedicado una
considerable parte de su vida a, entre otras cosas, escribir un blog. Qué
absurdo, ¿verdad? Pero me encanta hacer cosas absurdas (siempre y cuando sean
inofensivas).
Supongo que ahora sería el momento
de volver la vista atrás, hacer balance y todo eso; pero qué coñazo, ¿no?
Además, ya ni me acuerdo de la mayor parte de los posts que he escrito, aunque
sí recuerdo con nitidez aquel lejano viernes, nueve de diciembre de 2005, en
que por pura procrastinación me dio por crear La Fraternidad de Babel. Si me llegan a decir que iba
a durar una década, no me lo habría creído.
Han sucedido muchas cosas durante estos
diez años. Algunos posts fueron divertidos. Otros, aunque no lo supisteis en su
momento, fueron angustiosos para mí, como unos cuantos que escribí en 2007,
internado en un hospital y creyendo (no sólo yo, sino también los médicos) que
me iba a morir. En aquellos momentos, Babel fue un tablón flotante al
que me agarré durante el naufragio. Escribirlo me hacía sentir que yo era el de
siempre, y no sólo un puñetero enfermo. Aunque, la verdad, los momentos más
intensos para mí fueron los diez posts que dediqué a contar la historia de mi
hermano Eduardo. En cierto modo, esos textos justifican (para mí) la existencia
del blog...
¡Alto, quieto ahí! ¿No he dicho que
no iba a hacer balance? Pues basta de nostalgia.
Hoy se cumple el décimo aniversario
de La Fraternidad de Babel.
Quinientas noventa y nueve entradas. ¡Bien, bravo, viva! ¡Tres hurras por el
bloguero! Y otros tres hurras por vosotros, los merodeadores de Babel; tres
hurras por los que seguís aquí desde el principio, y por los que acabáis de
llegar, y por los que descubristeis este rincón de Internet ya empezada su
andadura, y por los que se fueron, pero dejaron aquí su huella. Por todos los
nómadas de la Red que han encontrado aquí un pequeño oasis:
¡Hip, hip... HURRA!
¡Hip, hip... HURRA!
¡Hip, hip... HURRA!
(Globos, lluvia de confetis, la
orquesta entona los primeros compases de Auld
Lang Syne y todos cantamos con lágrimas en los ojos)
Vale, basta de cucamonas y
alharacas. Para celebrar tan entrañable acontecimiento, hace unos meses le pedí
a algunos amigos que escribieran algo acerca del blog. Y, como son buena gente,
lo han hecho. Han escrito cosas bonitas sobre mí y sobre Babel. Aunque, claro,
¿qué iban a hacer los pobres? Llega un tío, te pide que escribas sobre su blog,
y tú no vas a decir “El blog es un peñazo y el bloguero un merluzo”. No, eso
sería de muy mala educación. Lo que haces es dar jabón. Pero bueno, así son los
cumpleaños, ¿no? Llegan los amigos y te dicen: “Joder, pero si estás mejor que
nunca”. Y tú sabes que es mentira, que estás hecho un despojo humano, pero te
gusta oírlo.
En fin, aquí están los comentarios
de unos cuantos merodeadores, reproducidos según estricto orden de llegada.
Gracias a todos por su contribución. Y gracias a vosotros por seguir ahí.
Feliz cumpleaños, amigos.
A lo largo de los años, he
aprendido a apreciar como la mejor cualidad posible en una persona de nuestro
tiempo una muy sencilla, pero rara de encontrar: el saber estar. Hablo de la
gente capaz de colocarse, sin esfuerzo, a la altura de cualquier situación: en
palacios y cabañas, en tres estrellas Michelin y tascas, a las duras y a las
maduras.
Soy un tanto escéptico respecto a
la idea de mantener un blog, por muchas razones que ahora no vienen al caso.
Salvo que seas una de esas personas, parece ser. Tengo la fortuna de conocer
personalmente al maestre de esta Fraternidad, hemos compartido unos cuantos
buenos momentos y alguno malo. Sin que su hombría de bien (esa es la expresión
castellana para cualquier sexo) y su temple perdieran jamás fuelle.
Creo que eso queda reflejado en
este rincón de la web. Un lugar que es un baluarte firme contra la estulticia,
y a la vez un sitio donde sentir ternura y empatía. César tiene el talento de
exponer todo el abanico de sus muy humanas emociones (enfado, vulnerabilidad,
entusiasmo, indecisión) sin dejar de estar a la altura. En medio del ruido, es
una pena que no haya formas fiables de descubrir muchos lugares como este.
Brindo por otros cien años más.
Julián Díez, periodista y ensayista.
Visito de vez en cuando LA
FRATERNIDAD DE BABEL porque me resulta refrescante y estimulante, a veces para
reírme, a veces para enfadarme, para pensar un ratito, por curiosidad... Y es
que no siempre comparto las opiniones de su autor. Es más, conociendo a César
Mallorquí, hay veces en que, mientras estoy leyendo su comentario del día, no
puedo evitar pensar que seguro que esa frase o tal cual otra o aquellos
párrafos los ha escrito solo para chincharme a mí o para provocarme. Pero
inmediatamente me rectifico: el autor de LA FRATERNIDAD DE BABEL tiene ese
talento único que hace que como lector creas que está escribiendo solo para ti,
pensando en ti precisamente. Cuando los que le conocemos sabemos que, tanto en
su blog, como en sus novelas, César solo escribe lo que quiere él. ¡Menos mal y
por muchos años!
Reina Duarte, Directora de Publicaciones Generales de la
editorial EDEBÉ
La Fraternidad de Babel es uno de
esos raros blogs en los que uno se siente como en casa. César comparte con sus lectores lo que le gusta y lo que le
disgusta, sus lecturas, sus opiniones políticas o sus experiencias vitales,
siempre con total falta de pretenciosidad, con franqueza y –lo que más se
agradece- con su punto de humor. Hace
algunos años ya que sigo su blog y, cada vez que me asomo a sus páginas, es
como si estableciese un diálogo con un amigo, aunque no le conozca de nada.
Porque, haciendo honor a su nombre, el blog de César se ha convertido en una
verdadera fraternidad en la que nos sentimos acogidos, donde podemos dejar oír
nuestras ideas y debatir sobre lo divino y lo humano. Como lectora, te doy las gracias, César, por recibirme en tu casa.
Espero que lo sigas haciendo durante mucho tiempo.
Elena Rius, gestora del
blog Notas para lectores curiosos
La primera vez que hablé con
César Mallorquí casi me da un infarto. Todavía me tiemblan las piernas cuando
lo recuerdo. Yo era su fan desde hacía años pero, por desgracia, no se trataba
del clásico infarto “he conocido a uno de mis autores fetiche, tío”. Fue más el
clásico infarto “este señor me está montando el pollo padre”. Habíamos metido
la pata en una cosa. César tenía toda la razón del mundo. El caso es que me
enteré de la mitad de la conversación. Al otro lado del teléfono solo oía una
voz cavernosa, proyectada como un trueno desde la caja torácica de un hombre
robusto, que sabe el frío que hace ahí arriba cuando mides más de 1,90 y con
unas cuerdas vocales que ni Ulises hubiera sido capaz de tensar. Tenía razón en
todo lo que estaba diciendo, no pude replicarle nada. Y qué demonios, aunque
estuviera completamente equivocado, estaba cagado de miedo para decir ni mú. Pasados
unos días, me volvió a llamar. Fue vergonzoso para un tipo de treintaytantos
como yo hacerse pis encima, pero lo cierto es que quedamos a comer. Y aquel día
nació el idilio. A lo largo de la comida distinguimos el grano de la paja, lo
importante de lo superfluo y hablamos del futuro. El más inmediato, “La
estrategia del parásito”, una novela en la que cometimos locuras y de las que
estoy más orgulloso como editor. A raíz de aquello, ahora quedamos con menos
frecuencia de lo deseado, pero la suficiente para abrir las puertas de nuestras
respectivas casas y familias. Tenemos las mismas chorradas frikis colgadas de
nuestras librerías –si nos preguntáis a nosotros no son chorradas ni juguetes,
son esculturas conmemorativas, homenajes a Tintin, a Star Wars, a Star Trek,
etc-. Nuestros referentes audiovisuales son prácticamente los mismos, el
sentido del humor igual de negro y sarcástico y tenemos los ojos azules más
bonitos del negocio editorial, maldita sea. La vida no me permite disfrutar de
César tanto como me gustaría, los dos tan casados y sobre todo tan
heterosexuales, pero cuando le echo de menos, que es bastante a menudo, leo su
blog. Periódicamente. Semanalmente. Merodeo compulsivamente. Es como tenerle
aquí, escribe como habla, habla como piensa y las tres cosas las hace con
maestría. Y encima, como todos los genios, consigue que esas tres cosas
parezcan sencillas. Quiero a este hombre. Quiero a sus libros y quiero a todo
lo que escribe. Le animo a que publique segundas partes de sus novelas, aunque
las haya publicado con compañeros de otras editoriales (¡Ese profesor Zarko,
hombre ya!). Leer su blog es verse reflejado pero en una versión mejorada,
ordena tus pensamientos. Pocas veces he estado en desacuerdo con él, pero
poniéndose tan abominable como se pone a veces, cualquiera se lo dice. César,
te quiero, como Astérix a Obelix.
Gabriel Brandariz. Editor Ejecutivo de
Literatura Infantil y Juvenil de SM.
Según César -se lo he escuchado a
él mismo en una mesa redonda en Avilés- su cerebro no es un lugar agradable de
visitar. Puede ser, no lo sé, pero creo que al menos algunas partes sí son
visitables y disfrutables. La prueba es este blog, escaparate de su mente,
donde hay paisaje, paisanaje propio y turistas, como yo. Durante estos diez
años, que se dice pronto, de visitarlo, allí he podido encontrar partes más
amplias del César que he percibido en las conversaciones que hemos tenido
delante de una cerveza -menos de las que me hubiera gustado, sin duda- y
también del César que se desvela leyendo sus libros.
He de concluir tras este
agradable trayecto de muchos años, que a uno se le debe juzgar por cómo trata a
los demás y no por cómo se trata a sí mismo. Casos hay de gentes engoladas, que
se miran con mucha mejora y otros, como parece César en esa declaración a la
que aludo, que son duros jueces de lo propio.
Como el mismo César dijo en una
ocasión, seguramente con otras palabras mejores que las mías, lo realmente
importante de la gente no es que sean o no brillantes, inteligentes, capaces,
sino que sean buenas personas. Pues bien, él lo cumple con creces, y la única
prueba que puedo aportar es que yo también creo eso que él dice y en diez años
no he encontrado motivos para cambiar de opinión, al revés.
Así que, gracias César por
compartir espacio mental delegado, ciberego o como queramos llamarlo, con los
demás en tu fraternal cuaderno de bitácora. Ahora a esperar a la próxima
celebración, si no me lo impide algún colapso global o personal.
Eduardo Vaquerizo, escritor.
Hay preguntas absurdas de las que
pueden salir respuestas lúcidas. Un ejemplo: si alguien me preguntara qué blog
me llevaría a una isla desierta tendría que obligarme a no fruncir las cejas
hasta que me tocaran el ombligo. Sin embargo, si lo pensara unos segundos, lo
tendría clarísimo. Me llevaría 'La Fraternidad de Babel'. Primero, porque es un
blog inteligente y sabio, cosa que no abunda. Segundo, porque rebosa gallardía,
virilidad rampante y buen humor, lo cual es aún menos frecuente. Y tercero,
porque si hubiera algún remoto modo de encontrar en una isla desierta un
ordenador, corriente eléctrica y conexión a internet (eso únicamente es un
problema para los talibanes de la realidad), no existiría mejor modo de
encontrarlo que trasteando por los archivos secretos de La Fraternidad. Lo del
bucle resultante de buscar algo en lo que estoy buscando sería molesto, sí,
pero total: no habría nadie para verlo y yo podría disfrutarlo igual. ¿Lo digo
de un modo más? Me gusta este blog porque siempre adivino, admirándolo, lo que
hace César Mallorquí al escribirlo. Simple y llanamente: soñar con los dedos.
Ricard Ruiz Garzón, periodista y escritor.
YO CONFIESO
Me siento enredado en una contradicción.
Por un lado, en ocasiones echo en falta que las gentes de las artes y las
letras, esas que hacen del pensamiento su terreno de trabajo y algunos han dado
en llamar «intelectuales», se posicionen y expresen fuera de las tertulias su
punto de vista sobre los laberintos en los que andamos errabundos, en busca de
una salida tal vez aún por construir. Por otro, no siempre me interesa la
opinión de los creadores y prefiero conformarme con su obra. Podría citar
muchos escritores a quienes admiro sin compartir nada con ellos. Con algunos,
incluso, se me haría difícil tomar un café sin que este me supiera mal,
mezclado con la sangre que brotaría de mis labios al mordérmelos por no
pronunciar algún denuesto. El talento no siempre se compagina con la honestidad,
y se pueden edificar obras admirables sin renunciar al egoísmo y la villanía.
No es el caso de César Mallorquí.
Confieso que César me hace caer
en el más ingrato de los pecados, aquel que te tortura sin procurarte ningún
placer previo: la envidia. Le envidio tanto que he intentado encontrarle un
punto débil, un renuncio o un traspiés, para que estas líneas no se
convirtieran en panegírico. No lo he logrado.
Quizá algún día nos reconozca su pacto con
el diablo, porque desplegar tanto ingenio como narrador, al tiempo que conserva
un pensamiento claro y agudo cuando nos regala sus pareceres en este blog, es
una combinación que nos desarma de todo rencor. Que nos apabulle sin dejar de
amarle nos encadena a una dulce esclavitud. Nos conduce hacia la aventura y el
misterio; nos acaricia con la cadencia de sus palabras amigas; encuentra
siempre expresión a ese sentimiento que entendíamos y compartíamos, sin
encontrar antes el modo adecuado de darle forma. Demos gracias a su gentileza,
porque César está hecho de una materia que podría engendrar pastores de
hombres; pero él no reclama devoción, asentimiento u obediencia. Nos abre las
puertas de su mundo y nos invita a pasar, si gustamos, para sentirnos cómodos
algunas veces, aterrados otras, siempre despiertos y con la mirada atenta, bajo
el único narcótico de la imaginación, que no envilece sino que muestra otros
ángulos y perspectivas de la realidad.
Solo puedo reprocharle su
capacidad para advertirme de mis flaquezas y avivar mi lado más oscuro y
cainita, que puedo expresar mediante un procesador de textos cuando jamás me
atrevería a decírselo a la cara. Porque, además de buen escritor y mente
lúcida, es alto y fuerte, maldita sea. Qué mal repartido está el mundo.
Armando Boix,
escritor.
César me pidió unas palabras para
el cumpleaños de su blog. Y no sé qué decir. En serio. Así que me he
concentrado mucho, para poder extraer de mi vacío mental algunas ideas. ¡Allá
van!
Hace diez años yo me había
alejado del fandom y de la ciencia ficción. Mi hija tenía dos años. No dormía.
Ni ella ni yo. Trabajaba como una burra. (Esta era yo). Era un zombi. (Yo. De
nuevo yo). Y, no recuerdo cómo, (lo mismo me lo dijo él mismo en alguna de sus
visitas a Barcelona para recoger algún premio) descubrí que existía "La
fraternidad de Babel".
Gracias al blog reencontré a César. Era como tenerlo ahí delante. Casi. (Porque él es más grande y más alto que mi ordenador). La Fraternidad era un lugar en el que hablaba de lo que le daba la gana, como si estuviera en un bar. Y encima podías interaccionar con César: podías comentar sus posts y él te contestaba. Y también lo hacían otros desconocidos. Porque para mí, La Fraternidad de Babel se convirtió en una especie de primitiva red social, en la que acabamos conociéndonos todos los merodeadores del blog. Me hizo reencontrar viejos amigos, descubrir a algunos nuevos y a echarlos de menos cuando se fueron. Era una auténtica fraternidad.
Yo era la Anónima de las 9:59.
Gracias al blog reencontré a César. Era como tenerlo ahí delante. Casi. (Porque él es más grande y más alto que mi ordenador). La Fraternidad era un lugar en el que hablaba de lo que le daba la gana, como si estuviera en un bar. Y encima podías interaccionar con César: podías comentar sus posts y él te contestaba. Y también lo hacían otros desconocidos. Porque para mí, La Fraternidad de Babel se convirtió en una especie de primitiva red social, en la que acabamos conociéndonos todos los merodeadores del blog. Me hizo reencontrar viejos amigos, descubrir a algunos nuevos y a echarlos de menos cuando se fueron. Era una auténtica fraternidad.
Yo era la Anónima de las 9:59.
Durante un tiempo engañé a César. No le dije que destrás de ese nick
estaba yo. Y él pensaba que era mucho más mayor de lo que soy porque hablaba de
cómics de los años cincuenta, de películas en blanco y negro y de cosas que se
supone no eran de mi generación. Pero ¡qué se le va a hacer si yo me crié con
los Mis Chicas, los TBOs, y los Chicos heredados!
Disfruté como una enana en aquella época. La
Fraternidad me abrió una puerta que había estado cerrada durante mucho tiempo:
volví a encontrar gente a la que le gustaban los géneros que a mí me
gustaban...
El nick, Anónima de las 9:59, me lo puso César. Y me gustó tanto que lo usé después como pseudónimo al presentarme a algunos premios literarios. ¡¡Y me dio suerte!!
El nick, Anónima de las 9:59, me lo puso César. Y me gustó tanto que lo usé después como pseudónimo al presentarme a algunos premios literarios. ¡¡Y me dio suerte!!
El tiempo pasó. Ahora ya no paso cada día por la Fraternidad. Una vez al
mes entro y leo todo lo que me he perdido. Entonces río y lloro con César. (Mi
pareja dice que me va a prohibir leer a César porque me hace llorar mucho. Y es
verdad. Me hace llorar mucho... Pero ¡también me hace reír mucho!).
La fraternidad me hace sentir acompañada. Me
da ganas de escribir. Y de llorar... Me hace sentir viva, supongo.
Y está ahí cuando la necesito.
Gracias, César, por haber abierto una ventana a un macro-micromundo.
Como esos que tanto te gustan a ti de los de Borges. ¡Muacs!
Susana
Vallejo, escritora
¿Qué ocurrió? Lo de siempre: el abandono, los cambios de metas o (ay) las causas biológicas hicieron una criba y, diez años después, apenas queda un puñado de supervivientes de esta edad de oro de los blogs. La Fraternidad de Babel es, por un motivo u otro, el único que consulto con frecuencia. Lo tengo en mi pestaña de favoritos, junto con la prensa del día o mis herramientas de trabajo en línea. Siempre es un lujo saber qué hace César, qué opina sobre tal o cual asunto, adónde han viajado Pepa y él, y, sobre todo, un par de cosas que creo que marcan la diferencia y me hacen considerarlo el mejor blog literario-personal que se hace en la actualidad.
Por un lado, sus famosos cuentos de Navidad, uno de los motivos por los que suelo aguardar la llegada de estas fechas tan señaladas.
Y, por otro, ese estriptís emocional que genera la lectura de algunos acontecimientos personales que decide compartir con los lectores. Me habré leído el noventa por ciento de sus cuentos, el sesenta por ciento de sus novelas y el ochenta por ciento de sus ensayos y, aun así, no dudo en afirmar que las entradas dedicadas a su familia son de lo mejor que ha escrito: directas, sin concesiones, llenas de emoción, duras, sinceras, tristes y felices. La vida misma.
Sí, amigos: aunque parezca
increíble en estos tiempos de Twitter, Instagram y Facebook, hubo una edad de
oro de los blogs. Hubo un momento, allá por el bienio 2005-2006, en el que todo
el mundo se abría el suyo, incluido un servidor.
Por supuesto, había de todo, desde la divulgación hasta la crítica, pasando por los contenidos muy personales y los más autopublicitarios. Crisei, de Rafael Marín, tal vez abrió el camino, que siguieron algunos blogs ejemplares se mire como se mire. Ahora mismo pienso en La Cosa Húmeda, de Fabrizio Ferri-Benedetti; Soria de las Palabras, de Julián Díez; Momentos en Solaria, de Pilar Barba y, por supuesto, los que eran mis dos favoritos: Planells Facts and Fiction, del malogrado Juan Carlos Planells, y La Fraternidad de Babel, de César Mallorquí.
Por supuesto, había de todo, desde la divulgación hasta la crítica, pasando por los contenidos muy personales y los más autopublicitarios. Crisei, de Rafael Marín, tal vez abrió el camino, que siguieron algunos blogs ejemplares se mire como se mire. Ahora mismo pienso en La Cosa Húmeda, de Fabrizio Ferri-Benedetti; Soria de las Palabras, de Julián Díez; Momentos en Solaria, de Pilar Barba y, por supuesto, los que eran mis dos favoritos: Planells Facts and Fiction, del malogrado Juan Carlos Planells, y La Fraternidad de Babel, de César Mallorquí.
Juan Carlos y César se consagraban a lo que llamo
"el blog total", es decir, hablar de todo, un generalismo que
desnudaba a la persona, al personaje y a su obra literaria. Era un tipo de blog
asequible para descubrir la personalidad del autor de culto, en el caso de que
lo descubriese el lector de sus novelas, pero también para ir sabiendo de su
vida, en qué andaba, una newsletter personal e intransferible de la que nos
hacía partícipes, su manera de contarnos que estaba bien, o mal, dependiendo
del momento.
¿Qué ocurrió? Lo de siempre: el abandono, los cambios de metas o (ay) las causas biológicas hicieron una criba y, diez años después, apenas queda un puñado de supervivientes de esta edad de oro de los blogs. La Fraternidad de Babel es, por un motivo u otro, el único que consulto con frecuencia. Lo tengo en mi pestaña de favoritos, junto con la prensa del día o mis herramientas de trabajo en línea. Siempre es un lujo saber qué hace César, qué opina sobre tal o cual asunto, adónde han viajado Pepa y él, y, sobre todo, un par de cosas que creo que marcan la diferencia y me hacen considerarlo el mejor blog literario-personal que se hace en la actualidad.
Por un lado, sus famosos cuentos de Navidad, uno de los motivos por los que suelo aguardar la llegada de estas fechas tan señaladas.
Y, por otro, ese estriptís emocional que genera la lectura de algunos acontecimientos personales que decide compartir con los lectores. Me habré leído el noventa por ciento de sus cuentos, el sesenta por ciento de sus novelas y el ochenta por ciento de sus ensayos y, aun así, no dudo en afirmar que las entradas dedicadas a su familia son de lo mejor que ha escrito: directas, sin concesiones, llenas de emoción, duras, sinceras, tristes y felices. La vida misma.
He disfrutado mucho con La
Fraternidad de Babel, y no me cabe duda de que seguiré haciéndolo por muchos
años.
Enhorabuena, César. Y que
cumpla muchos más.
Juanma Santiago, crítico y editor
César, me cagonlaputa, se me ha pasado por completo. Es verdad que me mandaste un email invitándome a escribir sobre tu blog, pero, maldita sea, no lo hice en su momento, el tiempo ha pasado y yo ni me he acordado.
ResponderEliminarSorry, hubiera escrito cosas realmente hermosas, que hasta te hubieran sonrojado y dejado dudas sobre mi heterosexualidad.
El de los próximos 10 años, no se me pasa.
Enhorabuena y feliz cumpleaños, viejo jamelgo.
Feliz cumpleaños para la Fraternidad de Babel!!!! Ni se te ocurra dejarlo,nunca es aburrido, hombre, para mi es un tablón donde agarrarme por la lucidez y el sentido del humor, soy un naufrago social(vamos un ateo misantropo de toda la vida, je,je) o algo parecido, así para cuando sean viente años diremos, que veinte años no son nada, te doy las gracias por mantener este sitio al que me asomo de vez en cuando y del que siempre salgo con algo en los bolsillos, un fuerte abrazo César!!!
ResponderEliminar¡Felicidades! Espero que Babel cumpla muchos años más porque se lo merece. :)
ResponderEliminar¡Muchas felicidades! No sé cuánto tiempo llevo leyendo este blog, si no 10 años, por lo menos serán 9. Soy de las que se fue pero vuelve de vez en cuando y se pone al día. Aquí conocí a Susana (Anónima de las 9.59) y también descubrí autores nuevos y sobre todo te conocí a ti más allá de tus libros. Todo ha sido muy enriquecedor. Gracias, y por muchos años más.
ResponderEliminarFeliz cumpleblog. Uau, diez. No hay muchos blogueros que sean tan perseverantes. No comento mucho porque siempre te leo a través de Goodreads, pero hoy era una ocasión de esas que no podía dejar pasar. Disfruto muchísimo con tus historias, las de este blog y las de papel. Ahora mismo, tengo "Trece monos" reservado para saborearlo con calma en Navidades. No dejes de escribir nunca (ni aquí ni fuera).
ResponderEliminarHostia, felicidades César. Diez años es muchísimo, y espero que sigas escribiendo aún más. Gracias por todo.
ResponderEliminarMis felicidades también y agradecimiento a tu perseverancia. Siempre te leo con gusto y aprendo cosas. Es de mucho mérito lo tuyo,la verdad...lo más fácil es cansarse y dejarlo,pero tú sigues ahí,para que nos asomemos de vez en cuando a ver qué se cuece en esa cabeza...
ResponderEliminarMuchos besos y muchas gracias,César. Aurora Boreal
Saludos:
ResponderEliminarFelicidades, César. Y muchas gracias por tu constancia. Cada nuevo post es recibido con interés.
Juan Constantin
Buenas,
ResponderEliminarMuchas felicidades César! Cómo pasa el tiempo, 10 años de blog... Ahí hay material para 4 libros y medio!
La verdad es que este es el único blog que sigo, y voy entrando cada 2 semanas para repasar lo que me he perdido, y vale la pena.
Siempre me ha hecho gracia eso que dices que te gusta escribir cosas absurdas... A veces son las mas interesantes... Además, si te lo pasas bien "perdiendo el tiempo", ya no estás perdiendo el tiempo!
Un saludo,
Ferran
Muchas Felicidades a César y a todos los merodeadores!!!. Madre mía, 10 años son muchos años (todos eramos hace diez años bastante menos viejos, je je), así que gracias por la dedicación. Personalmente me gustaría agradecerte que escribieras "en la mente del escritor". Lo disfruté tela (como el resto, claro), y es que soy un morbosillo de la escritura y de las manías, formas y maneras de escribir. Lo reconozco (se consideraría "voiyerismo"?)
ResponderEliminarUn fuerte saludo
Mazarbul
Ups, llego tarde... *coge su delorean*
ResponderEliminarMuchas felicidades por el décimo aniversario del blog!! Yo no llevo taaanto tiempo pasándome (realmente descubrí el blog el año pasado... Pero bueno, he stalkeado entradas antiguas, así que como si llevase más tiempo xD), pero aún así me gusta leerlo (aunque no siempre comente). Así que felicidades y que sean como poco 10 años más de entradas diversas y locas (?)
La Fraternidad de Babel se hizo presente en un momento difícil de mi vida, y me ayudó a descubrir muchas cosas que no sabía. Autores desconocidos, ciencia ficción, viajes, literatura juvenil, literatura en general: de hecho, me ayudó a comprender lo que quería ser de mayor, lo que de algún modo soy. Así, de una manera directa o indirecta, lo que vengo haciendo desde entonces es efecto de su influencia. No puedo alegrarme más que de verla cumplir años. Un fortísimo abrazo, César, y perdón por mi informalidad.
ResponderEliminarFelicidades por el aniversario, pero sobre todo por recibir esta ristra de elogios tan cariñosos y tan bien escritos. Se agradece que, al igual que haces con tu blog, los compartas con nosotros. Ojalá pudiera regalarte un párrafo que estuviera a la altura, pero me temo que deberás conformarte con la visita y con el comentario tonto que le suele acompañar. Uno da para lo que da.
ResponderEliminarMuchas gracias a todos, amigos míos. Sois un lujo de merodeadores.
ResponderEliminarPerdón por llegar tarde. La culpa es de los gérmenes invernales. Bueno, y de la procrastinación, claro. Pero siempre es bueno que haya pequeños a los que echarles la culpa, aunque sean microscópicos.
ResponderEliminarMuchas felicidades, César. Diez añitos, jo. Ya estamos llegando a la pubertad, una época difícil. Que tengas una adolescencia enriquecedora. :)