Reconozcámoslo: no conocemos a la
gente. No tenemos ni idea de quiénes son realmente nuestros vecinos, pero es
que tampoco conocemos del todo a nuestros familiares y amigos. Sencillamente,
no sabemos lo que late en el interior de los cerebros de los demás. Todos
tenemos secretos. Por eso, cuando detienen a un asesino en serie, sus vecinos
suelen decir que parecía un hombre encantador. Porque nadie conoce a nadie.
De lo que voy a hablar hoy ya hablé
hace once años, en una entrada llamada “Padre X”, pero es que la actualidad ha
resucitado el tema. Además, entonces oculté la identidad del monstruo
llamándole, eso, Padre X, porque lo que sabía de él me había llegado por
terceros, eran rumores, y no quería arrojar fango sobre el apellido de alguien
sin contar con pruebas. Pues bien, ahora las pruebas han salido a la luz pública.
Cuando yo estaba a la mitad de lo
que entonces se llamaba bachillerato (seis cursos), mis padres me cambiaron del
colegio seglar San Alberto Magno, al colegio religioso Maristas de Chamberí. No
me gustó, pero da igual. Los “curas” de ese centro no era en realidad curas,
sino hermanos, porque no habían hecho todos los votos, o algo así, y no podían
decir misa. Durante mi estancia en los Maristas, se rumoreaba entre los alumnos
lo tocones que eran algunos hermanos. Uno de ellos, cuando vigilaba durante el
recreo, no perdía ocasión de palmearle el trasero a cuanto niño se cruzara en su
camino. Reconozco que yo nunca fui objeto de tocamientos, porque siempre he
sido alto y, cuando entré en ese colegio, ya debía de rondar el metro ochenta.
Demasiado grande para excitar a los pedófilos. El caso es que había rumores de “curas”
sobones, pero yo, entonces, nunca oí mencionar al Padre X, hasta que un día...
Voy a reproducir lo que escribí hace once años:
“Hasta que un día hubo un alboroto en el
colegio. Gritos, idas y venidas, nerviosismo entre las filas maristas. Nadie
nos aclaró nada, por supuesto, pero pronto se corrió la voz: el padre de un
alumno había llegado hecho una furia porque el cura se había propasado con su
hijo. Nótese que digo cura sin comillas y en singular, porque en el colegio,
como los “hermanos” no podían decir misa, había un sacerdote permanente,
llamémosle Padre X, un cura de treinta y tantos años de edad que tenía licencia
doble cero para impartir toda clase de sacramentos. Y también, por lo visto, para
cepillarse a los alumnos”.
Eso debió de ocurrir hacia 1970, si
mal no recuerdo. En fin, rumores, yo no había sido testigo. Sin embargo, algo
de cierto debía de haber en ellos, porque a raíz de ese incidente, el Padre X
desapareció del centro y no volví a verlo (aunque, por lo visto, luego volvió)
Hace unas semanas, aparecieron en
los periódicos noticias sobre casos de pederastia en los Maristas de Chamberí.
Lo leí con interés, es natural, y me sorprendió que no se mencionara al Padre
X. Hasta que, a primeros de este agosto, salieron a la luz la identidad de este
sacerdote y sus fechorías. El Padre X era, en realidad, el padre Cesáreo.
Cesáreo Gabaráin. Ahí arriba podéis ver su foto, aunque cuando lo conocí era
más joven.
Aunque, en realidad, no lo conocí
mucho. Por aquel entonces, la maligna influencia de Bertrand Russell me había
convertido en un agnóstico y, si podía evitarlo, no iba a misa ni loco. No
recuerdo haber hablado con él, y desde luego nunca en privado. Sabía que tocaba
el órgano -me refiero al instrumento musical- y poco más (luego me he enterado
de que también era un prolífico compositor de canciones litúrgicas, y que
incluso obtuvo un disco de oro). Pero jamás se me pasó por la imaginación que
fuera un pederasta, un monstruoso depredador sexual. No voy a transcribir aquí
las atrocidades que cometió con niños pequeños. Si queréis más información, pinchad
AQUÍ.
Muy chungo lo del padre Cesáreo,
¿verdad? Pero para mí lo peor no es eso. Cuando se produjo el incidente que
acabo de relatar, el monstruo desapareció del colegio. Yo me fui de los
Maristas al año siguiente, para hacer COU en otro centro, así que no me enteré
de que el tal Cesáreo había vuelto, para seguir magreando a niños, como
demuestran las posteriores denuncias. Es decir, las autoridades eclesiásticas,
aún a sabiendas de la clase de persona que era Cesáreo y de lo que hacía, le
devolvieron a su puesto. Como meter a un zorro en un gallinero.
De hecho, Cesáreo permaneció como
capellán de los Maristas de Chamberi hasta 1978, cuando una nueva denuncia
obligó a su expulsión del centro. ¿Fue castigado? Ay, que me descojono...
Cesáreo fue trasladado a otro colegio, esta vez salesiano, el San Fernando de
Madrid. Dos meses después de esa última denuncia, Juan Pablo II le otorgó el
título honorífico de Prelado de Su Santidad, una distinción que solo se concede
a sacerdotes de especial relevancia. Cuando el Papa vino a España en 1982 y se
celebró un masivo encuentro con los jóvenes en el Santiago Bernabeu, ¿quién
dirigía la orquesta? Exacto, Cesáreo. Eso es lo que más me cabrea del asunto:
la cantidad de hijos de puta que lo encubrieron, permitiéndole seguir con sus
desmanes.
Cesáreo Gabaráin murió en 1991, a
los 54 años de edad. Nunca pagó por sus delitos y ya jamás pagará; pero, al
menos, que se sepa la clase de monstruo que era.
Nada es lo que parece, desde luego.
ResponderEliminarLlevo mucho tiempo leyéndote, no solo en este espacio sino también tus libros y relatos. Hasta leí tu magnífico artículo sobre Jules Verne en "Graphiclassic". Quiero darte las gracias por todos los momentos felices de lectura que me has dado. Me entusiasmó "La isla de Bowen", "Las lágrimas de Shiva", las tres partes de "La estrategia del parásito" y "Trece monos". El mes pasado estuve en Santander y allí compré "El círculo escarlata" y empecé a leerlo. Siempre digo que una de mis debilidades lectoras es César Mallorquí.
Un cordial saludo.
Melmoth el errabundo: Vaya, me sonrojo... Y al mismo tiempo me alegro, porque es maravilloso que lo que escribo haga feliz a la gente. O la entretenga, da igual. Comentarios como el tuyo le dan sentido a mi trabajo. Gracias :-)
ResponderEliminarGente mala habrá en todos los gremios y sectores. Pero con los religiosos y todos los que se dan golpes en el pecho... en fin, lo dejare simplemente en que no los soporto. ¿ Cuanto daño habrán hecho?
ResponderEliminarUn saludo.
Hola!
ResponderEliminarAquí una fiel seguidora que lleva leyendo tus libros 20 años, desde que una profesora de lengua en 1º ESO nos mandó leer "La Catedral". ¡Los tengo todos!
Siempre animas a que participemos y escribamos, y hoy lo hago.
Soy una seguidora creyente, me parece que de los pocos...somos una rareza.
La noticia de la última publicación me parece tan horrible como a ti, quizá más porque afecta a algo de lo que participo. Creo firmemente que del clero se espera mucho (por lo que predican y la figura que tienen en la Iglesia), y por eso cuando salen este tipo de situaciones a todos nos sorprenden y nos duelen más. Salvando las distancias ocurre lo mismo cuando oyes que un padre/madre ha matado a su hijo, y siendo padre/madre no entiendes cómo se le puede pasar algo así a alguien por la cabeza...
Comparto que hayas revelado la identidad de ese cura, y comparto la censura hacia todo el que lo encubrió o le encumbró. También se oyen noticias en las que la Iglesia contribuye con las autoridades para que sus miembros sean juzados, pero son las menos.
Espero que si se dan estas atrocidades salgan a la luz, y esas personas sean juzgadas, pero como creyente, también espero que sea Dios el que lo haga.
Un saludo
Saludos:
ResponderEliminarUn pederasta es un pederasta, no es un médico, ni un maestro, ni un fontanero, ni un cura. Aunque hay profesiones o actividades en los que abundan más que en otras.
Yo espero que este tiparraco, y los de su calaña, sean juzgados por las Leyes de los hombres en primer lugar, y, luego, si eso, que Dios haga con él lo que quiera. Y también soy creyente... a mi manera.
Juan Constantin
EStas historias de depredación siempre me dejan mal cuerpo y ganas de vomitar, sobre todo porque, según el círculo en el que se muevan los cazadores no son pillados porque ni siquiera son perseguidas, al contrario, están protegidos, como este.
ResponderEliminarUn saludo.
Leticia, Juan Constantin y Dorotea Hyde: La pederastia no tiene que ver con ninguna profesión en concreto, por supuesto, y tampoco con el sacerdocio. Pero lo que a mí más me escandaliza de este asunto es el encubrimiento. Puedo comprender hasta cierto punto al pederasta, por muy monstruoso que sea, porque entiendo que actúa guiado por un poderoso instinto. Me asquea que no sea capaz de controlarlo, que su conciencia no le impida cometer esos desmanes, pero soy capaz de entender la pulsión que hay detrás. Sin embargo, los que le encubren lo hacen por simple y llano interés, para esconder la basura y que nada manche a la institución, y eso me asquea aún más.
ResponderEliminarDisculpa, César. ¿No existe algún modo de recuperar los trabajos de José Mallorquí para radio y demás? Tengo entendido que convirtió muchos de ellos en novelas gracias a la ayuda de Eduardo Mallorquí. Muchas gracias.
ResponderEliminarAnónimo de las 10:35: En efecto, algunos de los trabajos de mi padre para radio se convirtieron en series de novelas, como "Dos hombres buenos", "Lorena Harding", "Adelita" o "Los Bustamante". Se encuentran fácilmente en el mercado de segunda mano.
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The Lake Isle of Innisfree
ResponderEliminarBY WILLIAM BUTLER YEATS
I will arise and go now, and go to Innisfree,
And a small cabin build there, of clay and wattles made;
Nine bean-rows will I have there, a hive for the honey-bee,
And live alone in the bee-loud glade.
And I shall have some peace there, for peace comes dropping slow,
Dropping from the veils of the morning to where the cricket sings;
There midnight’s all a glimmer, and noon a purple glow,
And evening full of the linnet’s wings.
I will arise and go now, for always night and day
I hear lake water lapping with low sounds by the shore;
While I stand on the roadway, or on the pavements grey,
I hear it in the deep heart’s core.
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