Han transcurrido nueve meses desde que cree este blog y todavía no sé qué es ni si vale la pena. ¿Sirve para algo La Fraternidad de Babel? ¿Me sirve a mí? ¿Le sirve a alguien? He conocido a gente interesante, es cierto, y también he reencontrado a personas que consideraba perdidas en la noche de los tiempos. Mi blog se ha incrustado en una pequeña red de blogs interconectados por intereses comunes, amistad o afinidades diversas. Algunos de los post que he escrito han sido una especie de catarsis; algo así como las confesiones públicas de los primeros cristianos. Pero, ¿es eso suficiente?
En ocasiones, cuando contemplo todo lo que he escrito, mis novelas, mis relatos, no puedo evitar pensar que es una labor inútil, que lo único que he hecho es aportar más tinta a un mar de tinta. Lo mismo siento ahora frente a este blog: creo que es una tarea inútil. Aunque... ¿no se centraba precisamente en eso La Fraternidad de Babel, en las cosas inútiles? Sí, pero hay grados de inutilidad, matices dentro de la nada. Lo inútil, para tener valor, debe ser bello, fascinante o divertido; y este blog no es nada de eso. Empiezo a pensar que, sencillamente, no es nada. Cero. ¿Vale la pena seguir? Ni siquiera esa pregunta tiene mucho sentido, porque da igual si la Fraternidad continua, se cierra o se transforma en una página porno. Bueno, no; en ese último caso todo cobraría más sentido.
En el fondo, ¿mantener un blog no es un acto de vanidad? Es subirse a un pedestal y decirle a los demás: “miradme, ved lo listo que soy, prestad atención a mis palabras, porque son importantes”. Bueno, puede que en algún caso esto sea cierto, pero desde luego no en el mío. Siempre he mantenido la secreta convicción de que soy un bluff, pura apariencia, un decorado de cartón piedra que se derrumba en cuanto te apoyas en él. No creo haber hecho nada, nunca, que le de algún sentido a mi existencia. Desconfío de lo que hago y no me gusto demasiado a mí mismo. ¿Y sabéis lo peor de todo?: ni siquiera me importa. O, cuando menos, intento convencerme a mí mismo de que no me importa. ¿Soy una mentira? Bueno, ¿y qué?... Lo malo es que a lo mejor ni siquiera soy una mentira interesante. Entonces, ¿por qué seguir manteniendo este blog?
Hacedme un favor, amigos míos: no intentéis convencerme de que estoy equivocado. No escribo esto para que nadie me diga que soy un tío fenomenal, que mis post son de lo más interesante, que lo que hago sirve para algo; no escribo esto para mendigar lisonjas y piropos, no escribo esto para inflar el globo de mi ego. En el fondo, lo escribo para mí; se trata de una catarsis, como otras tantas que han aparecido por aquí. Me confieso y así libero el peso de la culpa. Al menos, eso creo, porque a lo mejor es una mentira más. Ah, no penséis que estoy deprimido, porque no lo estoy; ni deprimido, ni triste, ni preocupado. Sólo un poco cansado. Hoy es día de mirarse al espejo, supongo.
En cuanto a La Fraternidad de Babel... al principio me di un año de plazo, así que lo voy a cumplir. Dos solsticios, dos equinoccios y después... ¿qué? No lo sé; en diciembre lo decidiremos. Pero de algo estoy seguro: si este blog continua sólo será por un motivo: vosotros. Y sólo habrá una razón para cerrarlo: yo.
En fin, aquí estoy otra vez, dándome importancia. Señor, señor, qué coñazo soy...
Eso me faltaba, hombre. Que después del cierre del blogg de Julián cierres también el tuyo. Desde luego... ¡crueles!
ResponderEliminarV.
Sí, bueno, vale: es un comentario egoísta y el blogg es de quien se lo trabaja. Pero bueno, es que para según qué cosas soy muy egoísta.
ResponderEliminarV.
En contra de lo que dices en la entrada te responderé que yo sí he encontrado el blog bello, fascinante y divertido.
ResponderEliminarDe lo contrario, haría tiempo que habría dejado de leerlo. No te conozco personalmente ni te debo nada que haga que esté aquí contra mi voluntad. Si sigo leyendo es porque lo que aquí cuentas lo encuentro interesante.
En cuanto a estas crisis sobre la utilidad del blog. Yo suelo tener un mínimo de una al mes. Al final lo que hago es valorar la utilidad de mantenerlo y siempre acabo encontrando alguna razón que me lleva a querer seguir escribiéndolo. Lo raro es que no siempre es la misma.
Cada cual tiene un motivo para mantener un blog. A mí me da igual que me lean o no, que les guste o no lo que escribo, porque lo escribo para mí. Lo que no quiere decir que no me resulte gratificante que la gente lo visite y deje sus comentarios.
ResponderEliminarEn mi caso es un sitio donde dejar las bobadas que se me ocurren y que me resulta más cómodo escribirlas de esta forma que en un cuaderno.
Pero, ya digo, todo depende del motivo que inspire mantener el blog.
Un abrazo, César
Dices que no te doremos la píldora. Vale. Pero a mí no me da la gana callarme algo que es verdad, o que forma parte de mi verdad: tus post son de los más interesantes de la blogosfera. Y lo digo porque me da la gana, es lo que pienso y nadie me obliga a decirlo. Un comentario nada egoalimenticio. Punto. Ea :) Espero seguir leyéndote años :)
ResponderEliminarTodos nos preguntamos lo mismo. Pero algo tendrá el agua cuando la bendicen.
ResponderEliminarUno cavila, se obliga a formalizar las ideas, reencuentra amigos, se lleva disgustos... y todo esto gratis... no está mal, verdad? ¿Y para qué tendría que ser útil?
Pides sinceridad, y, por respeto, seré tan brutalmente honesto como House. En cuanto al tema de la vanidad, sólo has de hacerte una pregunta. Si tus comentarios no obtuvieran respuesta alguna, si una entrada tras otra comprobaras que no te contesta nadie, ¿continuarías escribiendo en el blog?
ResponderEliminarEl número de comentarios tendente a cero es sin duda la causa principal de que el 90% de las bitácoras cierren, como los nuevos comercios, antes de cumplirse el año de vida. Lo que quiere decir que la razón de ser de un blog es la necesidad de ser escuchado y, en muchos casos (aunque ni uno mismo lo sepa), adorado.
Por otra parte, si supieras que tus novelas no son leídas, si no se vendiera ni una, ¿seguirías escribiéndolas? Yo creo que lo harías, sí.
Eres tú quien ha de decidir qué parte de tu blog sale de esa necesidad del escritor de trasladar al papel lo que le ronda por la cabeza.
Aunque no te lea nadie, que no es, además, el caso.
Hola, César
ResponderEliminarHace un tiempo que estoy leyendo tu blog. Me alegró mucho encontrarlo, porque hace tiempo que dos de tus libros -creo que son tuyos, quizás son de otro César Mallorquí- figuraron entre mis preferidos e incluso me alentaron a escribir.
Conectar con tus lectores gracias a los comentarios de un blog no es un valor despreciable, mucho menos para un escritor. Es algo que creo que deberías tener presente. Creo que es un privilegio para un escritor poder tener ese contacto directo.
Soy un joven que creció con los libros "La fraternidad de Eihwaz" y "El último trabajo del Señor Luna". Soy tu lector y me sabría amargo el que cerraras las puertas de la Fraternidad de Babel. Piensa en nosotros y piensa en tí.
Y ya lo dejo. Por ridículo que parezca, estoy balbuceando ante un ídolo de mi infancia, dándole... ¿Consejo? ¿Ánimos? Vamos, que ni yo lo sé.
Yo no te animo, porque tengo idénticas dudas cada día con mis propios Blogs (uno, de hecho, ya medio lo cerré).
ResponderEliminarEso sí, me fastidiará que te rindas porque me lo paso bien asomándome cada poco a ver qué se te ha ocurrido. Pero comprendo que esa no es razón, desde luego, para que te tomes ni la más mínima molestia. Así que, tu mismo, Fray.
Gracias a todos, amigos; sois un encanto. Y gracias a ti en particular, Albert; algo de lo que has dicho me ha hecho pensar que no todo lo que he escrito es inútil.
ResponderEliminarEn cuanto a La Fraternidad de Babel, seguirá existiendo por lo menos hasta diciembre, así que juntos volveremos a celebrar el solsticio de invierno.
César, sobre cerrar o continuar, te he contestado.
ResponderEliminarHola Cesar,
ResponderEliminarLo de la crisis de los blogs debe de ser una enfermedad digna de estudio. Supongo que es el coñazo de cada cierto tiempo tener que escribir, y algunas veces supongo que sin ganas.
Yo me lo tomo como si me fuera a tomar unas cervezas (de hecho abro una mientras posteo) con los amigos, y charlar. ¿qué sentido tiene eso?, pues tu verás, de nosotros no va a quedar nada en un siglo, así qué tampoco hay que darle importancia, ni buscar motivos altruistas que coloreen el hecho de escribir y tratar con individuos amigos, y desconocidos como yo que admiran tus novela sy relatos, y que disienten de algunas de tus opiniones, pero que te consideran un buen tipo.
Mira, me he pasado medio año en casa sin poder salir despues de una operacion, y no te puedes imaginar hasta que punto me alegraba entrar en los blogs habituales, leer reseñas, críticas, discutir de politica, sc-fi, y encontrarme con los escritores que admiro. ¿es que eso no vale un penique?. Yo creo que si, pero claro, la decision de seguir es tuya unicamente. En cualquier caso, te doy las gracias.
Por supuesto que sí vale la pena escribir (un blog, una novela, lo que sea) para animar a alguien, o para entretenerlo, o para hacerle olvidar aunque sólo sea un momento sus problemas. Pero no siempre es uno consciente de eso. Escribir es un acto tan solitario que a veces parece una masturbación.
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Confío en que ya estés plenamente repuesto del posoperatorio.
Hola César:
ResponderEliminarMe gusta tenerte en tu blog.
Me ayuda a "estar" con un amigo, escucharle,entenderle...
LUNA PAUS.