domingo, julio 29

Recordando a J. C.


 
            Hola José Carlos, hermano mayor, Big Brother como firmabas aquí, en Babel. Hoy se cumplen cuatro años desde que te fuiste; parece mentira, porque recuerdo aquello, tu marcha, como si fuera ayer.

            Durante mucho tiempo, cada vez que sonaba mi teléfono por la mañana el primer pensamiento que me venía a la cabeza es que eras tú, porque solías llamarme alrededor del mediodía; pero un instante después la realidad se imponía, abofeteándome con la imposibilidad de que fueras tú, porque tú ya no estás. Eso ya no me sucede; pero todavía, cuando leo, veo u oigo algo interesante, pienso que tengo que contártelo. Y no, ya no puedo contarte nada. Qué pena.

            Al principio, no comprendemos en su entera dimensión lo que significa la pérdida de un ser querido. Asistimos a ello como una tragedia, porque lo es, y lloramos por la persona que hemos perdido y jamás volveremos a ver. Y no nos damos cuenta de que perdemos mucho más que un ser humano: perdemos su memoria, su archivo vital, sus más valiosos recuerdos. Recuerdos que a veces son antecedentes de los tuyos. De nuestra familia, la inicial, la que formaron papá y mamá, sólo quedo yo. Pero llegué muy tarde, casi catorce años después de que llegaras tú, así que hay un largo periodo de tiempo del que no he sido testigo. Antes te preguntaba a ti por cosas de nuestra familia; ahora no tengo a nadie a quien preguntarle. Peor aún; me he convertido en el último receptáculo de esa memoria, en el portador de la antorcha familiar. Y soy tan poco merecedor de ese cargo… Con tu pérdida, José Carlos, se perdieron también tus recuerdos, el tesoro de tu memoria, tus Rayos-C brillando, tu fabulosa puerta de Tannhäuser.

            Hace unas semanas, vino tu familia a comer a casa, Teresa, Leonor, Ignacio y tus dos encantadoras nietas. Están todos bien, no te preocupes por ellos.

            Te echo de menos, hermano.

miércoles, julio 18

¿Sesgo (machista) lector?




            Entrar en Facebook es como cruzar el Cabo de Hornos: a poco que te descuides, te ves zarandeado por intensas corrientes, rugientes huracanes y pavorosos maelstroms. Por ejemplo, últimamente estoy viendo numerosos comentarios (con sus correspondientes debates) acerca del “sesgo machista lector”. Es decir, la tendencia (falócrata) a leer más autores que autoras. Algo que, por lo visto, está muy generalizado.

            Yo siempre he pensado que eso no era cierto en mi caso, que yo elegía los libros según mi preferencias, por temática, por recomendaciones, por prestigio o por lo que sea; por cualquier motivo, menos por el sexo de su autor. Pero objetar eso es hacer oposiciones a que se carcajeen de uno, porque el sesgo lector puede ser inconsciente.

            ¡Córcholis!, eso te deja desarmado… Yo puedo rendir cuentas de mi consciente, pero el hijoputa de mi Id va por libre, hace lo que le sale de las narices, de modo que a lo mejor sí que tengo un pequeño machista dentro interfiriendo en mis gustos lectores. Una conocida polemista de FB decía, más o menos, “Si compras más libros de hombres que de mujeres, háztelo mirar”. Vale, pues me lo hago mirar.

            Mi biblioteca es vasta; tengo muchos libros. Gran parte de ellos constituyen mi colección de ciencia ficción. La empecé con trece años y dejé de hacerla (de forma obsesiva) a los treinta y tantos años. Durante ese tiempo compraba todo lo que se publicaba o se había publicado. Todo. Como es lógico por la época, la mayor parte esa colección está compuesto por cf clásica. Y ya sabemos que la cf clásica está escrita muy mayoritariamente por hombres. Por tanto, de esa colección no puede deducirse un sesgo lector, aunque la mayoría de los autores sean machotes (recordad que lo compraba TODO).

            También suelo leer divulgación científica, y en ese género abundan los hombres, por la sencilla razón de que hay más hombres dedicándose a la ciencia y la tecnología. No es que no haya mujeres, que las hay (Natalie Angier, Sandra Blakeslee, la coreana Shin-Young Yoon o Susana Martínez-Conde, por ejemplo), pero la mayor parte son hombres. Luego de aquí tampoco se deduce nada.

            En cuanto a los libros restantes de mi biblioteca, siguen siendo muchos; demasiados para ponerme a diferenciar caracoles de ostras (según la censurada metáfora de “Espartaco”). No obstante, estoy razonablemente seguro de que hay muchos más autores que autoras. Por tanto el sesgo existe… ¿O no?

            Porque falta un dato muy importante, fundamental: ¿Cómo está compuesta la oferta editorial? Es decir: En España se publican más de 80.000 libros al año. Muchos son tesis doctorales, o libros de texto, o manuales, o cosas raras, es cierto; pero obviémoslo. ¿Cuántos de los títulos que se editan en este país están escritos por hombres y cuántos por mujeres? Por extraño que parezca, ese dato no figura en ninguna parte. Misterio. Pero es básico para determinar si hay, o no, un sesgo machista lector; y si existe, en qué medida puede cuantificarse. Me explicaré:

            Supongamos que se editaran anualmente un 50 % de libros de autores y otro 50 % de autoras. Si yo leyera sin prejuicios de género, lo lógico sería esperar que la mitad de los libros que comprase fueran de escritores y la otra mitad de escritoras. Si, por ejemplo, comprara sistemáticamente un 70 % de libros de tíos, ahí habría un evidente sesgo. Pero, ojo, sólo en el caso de que la oferta editorial fuese fifty-fifty (cosa que dudo).

            Ahora imaginemos que la oferta editorial está compuesta por un 66 % de autores y un 33 % de autoras. Como dije antes, no he encontrado el dato por ningún lado; incluso lo he preguntado en FB y nadie lo sabía. Pero tengo la intuición de que por ahí andará la cosa: dos tercios de hombres por un tercio de mujeres. Aunque da igual, supongamos que es así. En tal caso, un lector sin prejuicios de género tendería a comprar el doble de libros de hombres que de mujeres. Y no habría ningún sesgo machista, sino una compra acorde con la distribución de la oferta.

            Con esto no pretendo decir que no exista un sesgo machista lector, consciente o no. Lo que digo es que resulta imposible saberlo mientras ignoremos cómo se reparte la oferta editorial según el sexo del autor.

            Mi buen amigo Mariano Villarreal ha tenido la amabilidad de aportarme un dato referente sólo a la literatura fantástica y de cf:  durante el periodo 2005-2015, se publicaron un 25% de libros escritos por mujeres y un 65% por hombres; el resto mixto. Añade Mariano que en los últimos años debe de haberse incrementado el porcentaje de autoras, aunque ignora en qué medida. En cualquier caso, esos números se aproximan mucho a los dos tercios por uno que mencionaba antes.

            Otro buen amigo, León Arsenal, me ha enviado una información de El País donde se consignan los diez libros más vendidos en España en 2017: Siete de ellos están escritos por mujeres.

            De modo que ¿existe realmente un sesgo machista entre los lectores? ¿O hay un sesgo editorial?  ¿O ambas cosas? ¿O ninguna? ¿O intervienen otros factores que no he considerado? Faltan datos, amigos/as míos/as; faltan datos. Yo, por mi parte, seguiré leyendo lo que me apetezca sin preocuparme del sexo del autor o autora. Salvo, claro está, que realmente haya un jodido enano machista en mi interior mirándole los genitales a cualquier libro que esté a mi alcance. Lo cual, si me permitís la opinión, sería una tarea muy gilipollas.