jueves, noviembre 26

Taller de creatividad literaria


 
            Queridos merodeadores: El próximo mes de febrero voy a impartir un taller de escritura en el Espacio Fundación Telefónica, situado en la calle Fuencarral 3 de Madrid. El taller se llama “Cómo crear mundos. Taller de creatividad literaria” y se celebrará durante tres días el fin de semana del 5 al 7 de febrero de 2016. En total, 15 horas.

            ¿De qué va el asunto? Está claro que en tres días es imposible enseñar a escribir, así que ni lo voy a intentar. El taller se centrará en describir los procesos mentales que conducen al pensamiento creativo, en desarrollar las técnicas y hábitos que fomentan la creatividad, y en la ejecución de varios ejercicios prácticos relacionados con el pensamiento divergente.

            El taller está orientado a los jóvenes, pero no sé qué rango de edades se baraja para la admisión. En cualquier caso, si os interesara asistir, podéis inscribiros pinchando AQUÍ.
 
 

viernes, noviembre 20

Soy un maldito Sith


 
 
            Os transcribo el evento que anuncia La Casa del Libro para mañana, 21 de noviembre:

            18.00 horas: Lectura del guion alternativo de Star Wars Episodio VII por Ángel Luis Sucasas y Francisco Miguel Espinosa, a cargo de actores estelares: César Mallorquí, Ana Campoy, Eddu Viera y Juan José Cardillo entre otros...

            Os explico de qué va el asunto. Ángel Luis y Francisco Miguel han escrito un guion alternativo del 7º episodio de Star Wars. Además, han conseguido que un músico profesional componga una estupenda banda musical inspirada en la de John Williams, pero distinta. Y que varios dibujantes creen ilustraciones basadas en el guion. Todo un lujo, vamos.

            Pues bien, en el Celsius de Avilés se hizo una breve lectura de una secuencia del guion, y los creadores y promotores del asunto me pidieron que pusiera la voz a un personaje. Nada más y nada menos que a un Maestro Sith. ¡Un malo!; ¿cómo iba a negarme? Si me hubiesen ofrecido, qué sé yo, ser la voz de Han Solo, probablemente habría declinado colaborar. Pero me encantan los malos, me chiflan, así que acepté encantado y puse mi mejor voz de malote.

            Y ahora, es decir, mañana a las seis de la tarde, se hará en La Casa del Libro de Gran Vía 29 una lectura más amplia por parte de un rutilante elenco de actores entre los cuales estaré yo dando vida a un pérfido sith. Creo que va a ser el acto más friki que he perpetrado en mi vida. ¿Os lo vais a perder?

            En serio, ¿os vais a perder mi desvirgamiento friki?

 

 

lunes, noviembre 16

jueves, noviembre 12

Humor



            El humor siempre ha sido muy importante para mí, tanto en mi vida personal como en mi producción literaria. Supongo que se debe en parte a que mi padre y mis hermanos tenían un gran sentido del humor. También hay que tener en cuenta que en mis lecturas favoritas de infancia y primera juventud hay gran cantidad de humoristas: Richmal Crompton, Mark Twain, Enrique Jardiel Poncela, Wenceslao Fernández Flórez, Miguel Mihura, P. G. Wodehouse, Evelyn Wough, Fredric Brown, Joseph Heller, Robert Sheckley... Eso por no hablar de todas las comedias cinematográficas que he disfrutado, desde Chaplin hasta Woody Allen, pasando por los Marx Brothers, Berlanga o Billy Wilder. Mi primer trabajo fue como colaborador de La Codorniz, una revista de humor.

            En mi vida personal el humor es omnipresente, porque creo que eso, el humor, es uno de los mejores lubricantes sociales que existen. Es difícil no simpatizar con alguien que te hace reír. Pero, ¿yo hago reír? Pues por lo que he podido comprobar, sí. Quienes me conocen consideran que tengo sentido del humor. Yo también lo creo, pero, claro, no soy objetivo.

            Sin embargo, aunque mi sentido del humor suele funcionar, en ocasiones me encuentro con personas a las que no les hago la menor gracia. Bromeo con un desconocido y él se me queda mirando con desconcierto, o con cara de palo y una ceja levantada, como si yo fuera gilipollas. ¿Por qué sucede esto? ¿Esa persona no tiene sentido del humor? Es posible. Pero también puede ser que su sentido del humor no conecte con el mío. No todos nos reímos de lo mismo.

            El humor es una senda al borde del precipicio. De entrada, el humor tiene una dificultad intrínseca: a diferencia de cualquier otro género (salvo, quizá, la pornografía), debe producir una respuesta física en la persona que lo recibe: sonrisa o risa. Podemos leer o ver un drama y conmovernos sin necesidad de llorar. Pero si vemos o leemos un producto humorístico y no nos provoca siquiera una sonrisita, algo falla. Por otra parte, para reírte con alguien tienes que compartir ciertos referentes culturales. Por ejemplo, mucha gente se descojona con Los Morancos, pero se aburre con Woody Allen. Los primeros representan el humor más primario, mientras que el segundo es el paradigma del humor intelectual. Además, la diferencia de calidad es objetivamente notoria.

            Pero no se trata sólo de calidad. Pondré mi propio ejemplo: Creo que soy una persona medianamente culta dotada de sentido del humor. Sin embargo, hay humoristas ampliamente reconocidos por la crítica, y muy valorados por personas en cuyo gusto confío, que me dejan frío. Por ejemplo, Tom Sharpe no me hace ni pizca de gracia, y La conjura de los necios, de John Kennedy Toole, sólo logra provocarme cierta repugnancia. ¿Significa eso que Sharpe y Toole son malos humoristas? Ni mucho menos; lo que eso quiere decir es que entre las estructuras culturales de ambos escritores y las mías hay algo que no encaja. Eso es todo.

            Por otro lado, existen, como decía antes, personas que carecen por completo de cualquier clase de sentido del humor. Y algo sutilmente más insidioso, y mucho más frecuente: personas que, aun reconociendo el humor, lo consideran algo menor y sin importancia. Su lema vendría a ser: “Si te hace reír, entonces es banal”.

            Pues bien, teniendo en cuenta todo eso, siempre he sido muy precavido al emplear el humor en mis novelas. Entendedme: en casi todo lo que escribo, aunque sea dramático, siempre hay toques de humor. De hecho, es uno de mis rasgos de estilo. Pero pocas veces he escrito novelas humorísticas al 100 %. Y cuando lo he hecho, he salido escaldado.

            En realidad, mi única novela básicamente de humor es El viajero perdido. La presenté al premio Gran Angular y no ganó. Más tarde, Elsa Aguiar, la entonces directora editorial de SM, me contó que a parte del jurado le había gustado mucho y optaban por premiarla, pero por lo visto uno de los jurados se negó en redondo a otorgarle el galardón a lo que él consideraba una estúpida payasada. Curiosamente, es una de las novelas donde más ideas he metido. Pero en clave de humor, ay.

            Hace tres años, Care Santos me pidió un cuento para una antología dedicada a celebrar el segundo centenario del nacimiento de Charles Dickens. Diez escritores escribiendo cada uno un relato ambientado en una pensión llena de fantasmas. La idea para el relato se me ocurrió inmediatamente: ¿Qué pasaría si los fantasmas de Cuento de Navidad se confundieran de persona y de época? Así surgió Cuento de verano, una historia absolutamente humorística. De hecho, una historia inspirada en el estilo de uno de mis humoristas favoritos: P. G. Wodehouse. Humor en estado puro, sin mensaje ni más propósito que provocar la risa.

            Fue uno de los cuentos más celebrados de la antología. Algunos reseñistas incluso me daban las gracias por haberles hecho reír tanto. Aunque mi opinión no cuenta, es uno de los tres o cuatro cuentos de los que más orgulloso estoy. Por eso lo incluí en Trece monos.

            Pues bien, hace poco apareció una crítica en un blog (no diré nombres), y el bloguero consideraba Cuento de verano como el relato más decepcionante de la antología, y lo calificaba de mero “chiste alargado”.

            Supongo que, si el cuento no hubiera sido puesto a prueba antes, tan tajante y negativa opinión me habría deprimido. Pero me costa que el relato funciona. Hace unas semanas estuve en una reunión del club de lectura de la librería Estudio en Escarlata, y la primera historia que salió a colación fue ese cuento, mostrándose todos unánimes en lo mucho que les había hecho reír. Otras reseñas calificaron el relato de “hilarante” o “desternillante”. Sé, por pura estadística, que Cuento de verano no es un chiste alargado, sino un buen relato de humor.

            Entonces, ¿por qué el bloguero fue tan contundente en cargárselo? ¿Porque carece de sentido del humor? (él mismo dice que los cuentos de la antología que peores le parecen son los humorísticos). No lo creo. Seguro que el bloguero tiene sentido del humor; pero, sencillamente, el suyo no encaja con el mío, igual que el mío chirria con Sharpe o Toole.

            No obstante, yo nunca me atrevería a decir que Sharpe o Toole son malos humoristas, pese a que no me hagan reír. Ambos son buenos escritores y tengo muchos motivos para pensar que si no me río con ellos no es por su falta de calidad, sino por cuestiones estrictamente personales. Pero bueno, estamos hablando de un blog, así que se supone que está impregnado de subjetividad, igual que Babel.

            En realidad, esto es un ejemplo de cierto principio que, como escritor, descubrí hace mucho: Es imposible gustar a todo el mundo. No hay nada que hacer; por bueno que seas, siempre habrá alguien que desdeñe lo que haces. Y no me refiero sólo a mí, o a cualquier otro escritorzuelo, sino a las mismísimas cumbres de la literatura. Y para probarlo, leed estas reseñas extraídas de El ojo crítico, un divertido libro sobre opiniones equivocadas.

            De poetas, no digo; buen siglo es éste. Muchos en ciernes para el año que viene, pero ninguno hay tan malo como Cervantes, ni tan necio que alabe a don Quijote.
                            Lope de Vega

            (Hamlet) es una obra bárbara y vulgar que no hubiese sido tolerada por el más salvaje populacho de Francia o Italia... Podría imaginarse que esta pieza es la obra de un salvaje borracho.
                             Voltaire

            Lo siento, Mr. Kipling, pero, sencillamente, no sabe cómo utilizar el lenguaje.
                             San Francisco Examiner

            (Ana Karenina es) basura sentimental... Muéstrenme una sola página que contenga una idea.
                             The Odessa Courier

            Por supuesto, no pretendo compararme a esos genios, sino simplemente ilustrar que nadie, absolutamente nadie, puede gustarle a todo el mundo. Y si se trata de humor, todavía menos.

            Aun así, no pienso renunciar al humor. Seguiré utilizándolo, tanto en lo que escribo como en mi trato con las personas. ¿Sabéis por qué? Pues porque creo que cuando hago reír a alguien, soy mejor persona. En realidad, estoy convencido de que lo mejor de mí mismo, lo más noble y honesto, son mi imaginación y mi sentido del humor. Porque ambas cosas son buenas para mí y para los demás.

            Hace años, una merodeadora se puso en contacto conmigo a través del e-mail del blog para darme las gracias. Me contó que tenía muchos problemas, tanto laborales como personales, y que estaba muy deprimida. Pero había leído un post de Babel y, por primera vez en mucho tiempo, había olvidado sus problemas, aunque sólo fuera durante unos minutos, y se había reído. Por eso me daba las gracias.

            Hacer reír al que sufre. Pocas cosas más bonitas se me ocurren. Y si sigo así voy a acabar creyéndome una ONG, así que mejor será que pare aquí.