lunes, marzo 24

1 - 4 - 9


El pasado día 19, a los noventa años de edad, murió Arthur C. Clarke, uno de los más famosos escritores de ciencia ficción y último superviviente del triunvirato que comandó y conformó la cf clásica (los otros dos fueron Isaac Asimov y Robert Heinlein). Tras la muerte hace no mucho de Jack Williamson, el decano del género, creo que de los escritores clásicos (aquellos que publicaron durante la llamada Edad de Oro) ya sólo sobrevive Ray Bradbury. Una pequeña era está a punto de terminar.

¿Era Clarke un buen escritor? No estoy seguro; supongo que la respuesta es sí y no. A decir verdad, lo que le dio la fama a Clarke fue un hecho extra-literario: su colaboración con Stanley Kubrick en el guión de la película 2001: Una odisea del espacio. Clarke escribió la novela del mismo nombre después de finalizar el guión, mientras se estaba preproduciendo y rodando el film; de hecho, la novela está basada en el borrador inicial, que luego fue alterado durante el rodaje, razón por la cual los finales del libro y de la película difieren. Por cierto, recuerdo que allá por el 67 o el 68 leí que Kubrick (que vivía en Inglaterra) y Clarke (que vivía en Sri Lanka) se comunicaban entre sí mediante ordenadores conectados a la red telefónica. Por entonces, aquello me pareció pura ciencia ficción... y ahora es algo tan normal y corriente como encender la luz, algo que de hecho estoy haciendo ahora mismo al escribir este post. Qué cosas, ¿verdad?

Volviendo a la calidad literaria de Clarke, ¿es 2001: Una odisea del espacio (1968) una gran novela? No, no lo creo; la película es mucho mejor, con diferencia. Sin embargo, el film de Kubrick está basado en dos historias previas de Clarke, y ahí si podemos evaluar con mayor precisión la valía del autor. Veréis, Kubrick era un tipo más raro que un perro a cuadros; su ego era tan descomunal que, cuando rodaba una película no pretendía hacer una buena película, sino la mejor película jamás filmada del género en cuestión al que perteneciese el film. Así pues, a mediados de los sesenta Kubrick se propuso hacer la mejor película de ciencia ficción de la historia (algo, todo sea dicho, no demasiado difícil por aquel entonces). Para ello, comenzó a buscar material literario de ciencia ficción en el que basarse, y lo encontró en El centinela (1951), un relato corto de Clarke. No me extraña esa elección, pues a mi modesto parecer, se trata de uno de los mejores cuentos jamás escritos (de cf o de cualquier otro género). El problema era que el argumento de El centinela no daba para una película, de modo que Kubrick recurrió a otra historia de Clarke, la novela El fin de la infancia (1953), de la que no tomó el argumento, pero sí su tema central: la elevación de la humanidad a un nivel superior de existencia gracias a la intervención de una raza extraterrestre. La película está dividida en cuatro partes; la segunda se centra en el tema de El centinela, la primera y la cuarta se basan (muy libremente) en El fin de la infancia y la tercera se aparta ligeramente del tema básico del film para fijar la mirada en la inteligencia artificial a través de HAL 9000 (supongo que ya lo sabe todo el mundo, pero la siguiente letra a la H es la I, la siguiente a la A es la B y la siguiente a la L la M... IBM).

Leí El fin de la infancia hace muchos años y no la he vuelto a revisar desde entonces, así que no estoy seguro de su calidad. En su momento me gustó y está considerada un clásico del género, de modo que supongo que es una buena novela. Por el contrario, sí he releído El centinela hace relativamente poco y me sigue pareciendo un cuento extraordinario. Dicen que Clarke era el más filosófico de los autores clásicos de cf y en este relato lo demuestra; en las breves páginas del cuento, Clarke señala hacia las estrellas y, como buen filósofo, no ofrece ninguna respuesta, pero plantea una pregunta inesperada y pone ante nuestras narices todo el profundo misterio del universo. Una obra maestra.

Algo semejante ocurre en su novela Cita con Rama (1973), una historia donde sucede todo y, al mismo tiempo, no sucede nada. De nuevo Clarke nos enfrenta a lo numinoso (en sentido laico) planteando preguntas, nunca ofreciendo respuestas. También hace mucho que leí esta novela; en su momento me entusiasmó y está considerada un clásico, pero sin releerla poco más puedo decir.

Su otra gran novela es La ciudad y las estrellas (1956), una melancólica mirada hacia el futuro lejano que narra los últimos tiempos de la humanidad. El resto de sus relatos largos, si mal no recuerdo, son bastante mediocres. A partir de los 80 comenzó a convertir en series sus novelas más apreciadas (2001 y Rama), algo no sólo absolutamente innecesario, sino también contradictorio con su anterior estrategia, pues se puso a ofrecer respuestas vulgares a las magníficas preguntas que antes había formulado. También comenzó a colaborar con otros autores, más jóvenes y menos famosos: ellos ponían el curre y Clarke el nombre. En fin, una larga y lánguida decadencia volcada en el comercialismo literario.

¿Eso es todo? ¿Tres o cuatro novelas y un cuento? Pues no, no es todo; como suele ocurrir con muchos autores de cf, lo mejor de Clarke son sus relatos cortos. Quizá el más conocido de ellos (pues se incluyó en el best seller El retorno de los brujos) sea Los 9000 millones nombres de dios, otra nueva visita a lo numinoso. En particular, recuerdo con mucho cariño su obra Cuentos de la taberna del Ciervo Blanco (1957), una antología de relatos donde el autor mezcla fantasía y humor con notable brillantez. Quizá éste sea el libro más británico de Clarke, el escritor inglés de cf más norteamericano.

En resumen, Clarke no era ni mucho menos un buen prosista ni un gran narrador, pero en sus mejores momentos conseguía transmitir al lector con sorprendente habilidad lo que, sin duda, constituía la esencia de su literatura: el misterio. Nadie como él nos ha mostrado con tanta intensidad el misterio del universo, y sólo por eso vale la pena derramar una lágrima por su pérdida.

Pero en mi caso hay además razones sentimentales. A finales de 1968, cuando 2001: Una odisea del espacio se estrenó en España, yo era un chaval de 15 años totalmente enganchado a la ciencia ficción. Mi hermano mayor, Big Brother, había visto la película unos meses antes, en Londres, y me trajo el programa, un folleto magníficamente editado con fotos del film (que todavía conservo como un tesoro); no sé cuánto tiempo pasé mirando embobado ese programa. Luego se estrenó la película, pero yo estaba castigado por haber sacado malas notas y no podía ir al cine. Sin embargo, mi padre se apiadó de mí y una mañana de domingo me llevó a verla... ¿Os podéis imaginar lo que, en 1968, significó para un chico de 15 años fanático de la cf contemplar 2001: Una odisea del espacio? Por primera vez veía lo que tantas veces había imaginado leyendo; no unos efectos especiales más o menos cutres, sino imágenes del espacio absolutamente reales, el nivel máximo de calidad jamás conseguido por el trucaje analógico. Salí del cine flotando, totalmente feliz, y ahí estaba mi padre, conmigo, a mi lado. Pocas veces me sentí tan cerca de él como en esa ocasión.

¿No os sucede a vosotros que conserváis recuerdos muy nítidos de momentos aparentemente intranscendentes? A mí sí. Por ejemplo: abril de 1972, once meses después de la muerte de mi madre y siete antes de la muerte de mi padre, aunque entonces, claro, eso no lo sabía. Un sábado por la mañana salí con mi viejo 600 a hacer no importa qué; de vuelta a casa (hacía un fantástico día de primavera), paré en un quiosco y compré el número 31 de la revista Nueva Dimensión, que estaba dedicado íntegramente a Arthur C. Clarke. Contenía siete relatos del autor, un ensayo sobre el mismo de Sam Moskowitz y un artículo acerca de 2001 firmado por John Baxter. Llegué a casa, comí con mi padre y luego ambos nos fuimos al salón a leer; él no recuerdo qué y yo mi especial de Clarke. Y eso fue todo: mi padre y yo leyendo en el salón, nada más; sin embargo, lo recuerdo como un momento de gran felicidad, aunque no sé realmente por qué. En cualquier caso, ahí estaban otra vez mi padre y Clarke, ahora unidos de nuevo en mi memoria.

Creo que estas dos tonterías que os acabo de contar (tonterías para vosotros, tesoros para mí), son, junto con la progresiva pérdida de los antiguos sueños de la infancia y la primera juventud, lo que más ha contribuido a llenarme de melancolía por la muerte de Arthur C. Clarke. Como le dije a Big Brother en un SMS, puede que el viejo sir Arthur, justo antes de morir, viera un monolito negro a los pies de su cama. Quién sabe...

NOTA: Hay un premio tan inmaterial como honorífico para quien sepa decirme qué tienen que ver los tres números que aparecen en el título de esta entrada con Arthur C. Clarke.

29 comentarios:

Manuel dijo...

Magnífico y enternecedor...

Yo quizá hubiera sido más benevolente con las series (la de Rama y la de 2001). A mi me gustaron o, al menos, recuerdo momentos brillantes (como la hipótesis de vida bajo el hielo de Europa...) pero reconozco que tuve que hacer el esfuerzo de deslindarlas de sus iniciadoras.

Respecto a 1-4-9... No sé, no sé... ¿quizá la matrícula de su coche? ;-)

Álex Vidal dijo...

1-4-9: las proporciones de las tres dimensiones del monolito de 2001.

No me equivoco, ¿verdad? :)

Clarke me entretiene intelectualmente, pero me aburre estilísticamente. 2001 es un genial producto del tándem Kubrick & Clarke.

Y coincido contigo en otra cosa: en atesorar pequeños momentos (para los demás) como oro en paño.

Yepetta dijo...

Y Fijate, que yo solo conocia su nombre ^^ Aunque un amigo de un foro es aficcionado

miwok dijo...

Yo también creo que los números 1:4:9 son las proporciones del monolito de 2001...pero ya lo dijo Álex vidal... :-)

Me acuerdo cuando vi la peli, lo lejos que parecía el 2001...

Emilio dijo...

Los números son los cuadrados de los primeros primos.

1^2=1; 2^2=4; 3^2=9; 4^2=16

Es un escalado dimensional, a dos dimensiones.
Lo que representa que el monolito, vistas sus dimensiones, es mucho más grande por dentro de lo que parece por fuera. Y por eso Bowman puede romper el continuum espacio/tiempo a tanta velocidad.

Juegos simbólicos sobre la arquitectura del cosmos y todo eso. En fin. Cómo mola.

Hermes dijo...

No estoy muy puesto en ciencia-ficción, pero leído lo que tú escribes sobre Clarke y sus obras, creo que me voy a adentrar un poco en ella... quién sabe, igual me acaba engullendo.

Unknown dijo...

Las proporciones de los monolitos, efectivamente, aunque se me ha adelantado media fraternidad...

Lo que más me gusta de su producción es "El Centinela"; pero no soy devoto de Clarke, ni mucho menos.

Edu dijo...

Me permito mencionar un cuento del difunto A.C. Clarke que arrebató mi sentido de la maravilla, En el viento del sol, una historia sencilla, hasta trivial, pero contada de tal manera y con tal minuciosidad que se vuelve algo vivo y maravilloso. Es mi mejor recuerdo de su producción, aunque disfrute mucho con Cita con Rama (una historia cuyo argumento es puramente filosófico-tecnológico, no hay trama humana, cosa sorprendente, sobre todo por que aún así funciona, al menos para mí) y por supuesto con El centinela. Sin embargo, el fin de la infancia me gustó pero no me arrebató en exceso.
Ah, y se me olvidaba, la mala leche de "La estrella", como dice mi buen amigo Cristobal, un relato imprescindible para leer en Navidad :)

Palimp dijo...

No nos olvidemos que las medidas del monolito no se acaban en las tres dimensiones...

Anónimo dijo...

IBM=HAL + 1

está claro que a Clarke le gustaban la series numéricas.
1-4-9 es una serie numérica, pero disiento de Emilio en la "razón" de esa serie.
la serie continúa de esta forma:
1-4-9-61-52-63....
quien sea capaz de averiguar los siguintes términos, se merece que nuestro amigo César le invite a cigalas tronco.
Dado que yo lo se, seré el primero en saborearlas.

Juanma dijo...

No nos olvidemos que las medidas del monolito no se acaban en las tres dimensiones...

Y, además, son las dimensiones de un Ignotus. Lo acabo de comprobar. El homenaje funciona. ;-P

Yo me enganché a Clarke a raíz de la lectura de Cuentos de la taberna del ciervo blanco, cuando ni siquiera era consciente de leer ciencia ficción. Con El fin de la infancia recibí una de las mayores sorpresas que me he llevado como lector (quienes la hayáis leído sabréis a que me reiiero), gracias a la novela 2001 conseguí entender la película, y Cita con Rama siempre ha sido mi novela favorita del subgénero de Cosas Enormes Que Nos Dejan Boquiabiertos.

La verdad es que, de los Tres Grandes, era el que mejor me caía.

Manuel dijo...

Para Samael: 94, 46, 18... pero me parece un poco absurda. ¿Y si cambiamos la base de numeración?

Anónimo dijo...

Manolo, te has ganado una serie decigalas tronco.
el siguiente término vuelve a ser el 1, y eso, será absurdo pero también es divertido.

Emilio dijo...

¿lǝɐɯɐs 'ǝıɹǝs ɐl ɐ ɐʇlǝnʌ ɐl sɐp ǝl soñoɔ ǝnb ɐɹɐd ʎ?

Jorge dijo...

Manolo y Samael: ¿son las medidas de Naomi Campbell? ¿o su número de teléfono?

Jorge dijo...

Pues a mí, en "El fin de la infancia", no me gustó nada la morcilla taurina. Quizás cuando lo leí ya era demasiado viejo para ese tipo de historia. Pero me quito el sombrero con "Cita con Rama", y con la peli de Kubrick, claro.

Anónimo dijo...

oilimE, ut atleuv on se al atcerroc. olatnetnI ed oveun.

Álex Vidal dijo...

Juanma: Y, además, son las dimensiones de un Ignotus. Lo acabo de comprobar.

Comprueba si está lleno de estrellas. Pero no te acerques mucho, que creo que un ente supradimensional lo tiene chungo para manejar los palillos de cualquier restaurante japonés ;)

Severian dijo...

Caramba, que tristeza...

No coincido con tu apreciación de las obras de Clarke, para mí es el mejor de los escritores hard clásicos. De hecho, me encanta su prosa.

Leí la novela 2001 cuando la película ya no se daba en los cines, y mucho antes de que hubiera videograbadoras para verla en casa. Pasaron varios años antes de que pudiera mirarla, años en los que leí casi todo lo de Clarke que pude encontrar. Me pregunto cuanto tuvo eso que ver con mi elección posterior de estudiar una carrera científica.

'Cita con Rama' me parece fascinante, y 'Songs of the distant Earth' (el título en español depende del capricho del traductor) también. Otra belleza es 'Las fuentes del paraíso'. La cantidad de ideas científicas 'serias' vertidas en sus novelas lo hace uno de los mas creibles escritores hard. Alguien recordó mas arriba la hipótesis de la vida bajo el hielo en Europa, también recuerdo la biósfera atmosférica de Júpiter. Tengo entendido que el primer lugar en el que apareció publicada la idea del satélite geosincrónico fué en una de sus novelas. Sin embargo, coincido con vos en que sus últimas novelas en colaboración no son equiparables a las anteriores.

Caray, que pena...

PD: Efectivamente 1:4:9 creo que son las dimensiones del monolito..

César dijo...

Joder, un huevo de merodeadores sabían que 1-4-9 son los cuadrados de los tres primeros números naturales y las dimensiones del monolito de 2001...

¿Os dais cuenta de lo que significa saber eso, estar en posesión de uno de los paradigmas del conocimiento inútil? Significa -y me incluyo, porque yo también lo sabía- que somos una fraternidad de chalados. Lo cual, todo sea dicho, está muy bien. En cualquier caso, el premio inmaterial va para Álex Vidal, porque fue el primero en decirlo y porque rima.

Por cierto, mi premio Ignotus no guarda exactamente las proporciones del monolito... ¿Dónde debo protestar?

Edu: es cierto, "El viento del sol" es una agradable historia de puro optimismo tecnológico que llega a ser casi poética. Y en cuanto a "La estrella", es una deliciosa broma teológica y un cuento perfecto para deprimirte en Navidad. A mí me gusto tanto "Cita con Rama" que no he vuelto a leerla por miedo a que deje de gustarme. Como dice Juanma, probablemente sea la mejor muestra del subgénero "Cosas Enormes Que Nos Dejan Boquiabiertos". En su momento fue para mí un auténtico baño de sentido de la maravilla.

Samael: tu serie numérica es arbitraria, chorra e ilógica y me cago en ella cien veces. Por lo demás, muchas gracias por traerla a este desván de las soplapolleces que es Babel ;)

Manolo: Las cigalas existen, pero están en un universo paralelo y, por tanto, inalcanzable, lo siento.

Severian: no critico a Clarke, ni mucho menos. Varias de sus novelas, es cierto, me parecieron mediocres ya en su momento, como "Regreso a Titán" o -siento diferir- "Las fuentes del Paraíso", que me aburrió tanto que ni siquiera la acabé. Pero sí que me gustaron "El fin de la infancia" o "Cita con Rama", así como muchos de sus relatos cortos. Creo que Clarke, en sus mejores momentos, supera con creces en profundidad a los otros dos "grandes".

Anónimo dijo...

una serie hade ser difícil, sino, vaya chorrada de serie, por eso, los que sabemos de esto, invertimos los cuadrados de los números, en lugar de dejarlos tal cual. Así es más interesante deducir los siguientes términos, que al fin y al cabo, se trata de un juego, un pequeño reto que superado, gratifica más si ha ha tenidomayor complicación que la solución obvia. Joder.

Unknown dijo...

Siejquesemosdeletras, hombre...

Manuel dijo...

Si las cigalas están en un mundo paralelo me conformo con las salagic ;-)

Unknown dijo...

Por cierto, que recordando Rama me entró un susto de esos, un eco de un recuerdo que pitaba no sabía yo bien por qué, así que me ha dado por releerlo y, zas, nada más comenzar, como quien dice, me topo con lo que me pitaba en la cabeza. Recordaréis que el asunto comienza cuando un meteorito de tamaño considerable es avistado atravesando incandescente la atmósfera hasta, poco después, caer causando una explosión tremenda cargándose a un montón de gente en Italia. La muerte que llegó de los cielos, en la novela de Clarke, chocó contra el mundo sacudiéndolo y cambiando la moral de la época, un imaginario año 2077, impactando a las 9:45 de la mañana del día 11 de Septiembre. Por casualidades menores que esta, a Verne o Welles le ponían una calle.

(al menos pensó en el 2077. Será porque el 2001 lo tenía guardado para otra cosa...)

Álex Vidal dijo...

Víctor: me asombra la memoria enciclopédica que tenéis los sobrehumanos. Yo, pobre mortal, no me acuerdo ni de qué cené anoche... :'(

César: En cualquier caso, el premio inmaterial va para Álex Vidal, porque fue el primero en decirlo y porque rima.

Gracias, César: no sabes cuánto me alegra ganar un premio, por inmaterial que sea, pues de eso se trata ¿no? Bueno, tengo que agradecer a los lectores RSS el haber llegado el primero con la respuesta :)

A todos: ¡¡¡Campeóooooon!!!

Unknown dijo...

De memoria prodigiosa, o metahumana, nada. Desde el 2001 tenía yo la resonancia en la cabeza y hasta hoy no había caído, así que mira tú que pedazo memoria :-P

Akaki dijo...

el viento del sol es un relato buenisimo, si
saludos

Esaque dijo...

Asimov decía que, cuando las conversaciones rondaban la clave intelectual y su interlocutor empezaba a hablar de literatura, él dirigía la charla hacia la ciencia. Si, por el contrario, la persona con la que hablaba era un entendido en el área de las ciencias, le hablabla de literatura. Y esto le servía con todo el mundo, menos con Arthur C. Clarke.

Guillermo Garmendia dijo...

Y si, eres el abominable de las letras. ¿Podrian superar lo escrito por el? o solo criticamos.