lunes, septiembre 22

Los Premios Ignotus 1991-2000



            Pensaba escribir sobre otra cosa, pero la semana pasada me llegó por correo un paquete con dos ejemplares de Los Premios Ignotus 1991-2000 (Sportula 2014), una antología coordinada por Rodolfo Martínez (en adelante Rudy).

            ¿Qué son los Premios Ignotus? Pues los galardones que, desde 1991, concede la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (AEFCFT) a las mejores obras del año pertenecientes a esos géneros. En este caso, en el apartado de cuento y novela corta. Los relatos que contiene el volumen de Sportula son muy especiales, pues corresponden a un periodo, la década de los 90, de gran importancia para el fantástico español. Pero, atención, estoy hablando del fandom.

            (Nota para los merodeadores poco frikis: Fandom es la contracción en inglés de fanatic kingdom, que significa “reino de los aficionados”. Se refiere al grupo más activo de los fans de un género, que suelen comunicarse frecuentemente entre sí, crear convenciones y asociaciones, editar fanzines, etc. Supongo que hay fandoms en todos los géneros, pero tradicionalmente los más activos pertenecen al fantástico).

            El fandom español es relativamente reciente. Comenzó a formarse a mediados de los años 60 y cristalizó al crearse una asociación llamada Círculo de Lectores de Anticipación. Yo conocí en los 70 a algunos de los miembros de aquel primer fandom y puedo asegurar que en su mayor parte eran los frikis más frikis que he visto en mi vida. Y eso que aún no existían los frikis...

            En 1968 apareció la revista Nueva Dimensión (ND), una de las mejores publicaciones del género de toda Europa. A partir de entonces, durante tres lustros, el fandom español se desarrolló y creció (no demasiado) en torno a ND. Pero en 1983, la revista cerró. Y durante casi una década, el género se quedó sin guía y sin tribuna.

            Parecía un erial, pero había una intensa actividad subterránea. Los aficionados, al carecer de una publicación profesional, se pusieron a editar fanzines como locos, y las asociaciones brotaban como setas. En 1992 se creó la AEFCF (aún le faltaba la T de terror) y los premios Ignotus. Pero lo más importante de todo es que se estaba produciendo un cambio generacional. Y así surgió la llamada “Generación de los 90”, o la “Edad de Oro de la cf española”.

            En la España de los 60, 70 y primera mitad de los 80 había muy pocos escritores de cf, y la inmensa mayor parte eran aficionados que, por lo general, se limitaban a imitar, con mayor o menor fortuna, los modelos anglosajones del género. Durante los 80, sin embargo, aparecieron tres escritores, muy distintos entre sí, que contribuyeron -cada uno a su manera- a establecer los estándares de calidad de la cf española: Rafael Marín, Elia Barceló y Juan Miguel Aguilera. Estos tres nombres son importantes, porque aportaron, cuando menos, la profesionalidad literaria que hasta entonces el género no tenía en España. Y además, enlazaron el antiguo legado del fandom, el que giraba en torno a ND, con la nueva generación de escritores.

            Y de pronto, a comienzos de la siguiente década, hubo una repentina explosión de talento literario: la Generación de los 90, de la que yo formé parte. Pero aclaremos algo: eso de “generación” se refiere casi únicamente al momento temporal en que aquello sucedió. No había unidad de temas, ni de criterios, ni de nada; cada uno iba a su bola. Ni siquiera las edades coincidían, porque aunque la mayoría era muy joven, también había unos cuantos carrozas (de hecho, yo era el más viejo... o el menos joven).

            Pero había un par de coincidencias: En primer lugar, esos nuevos escritores ya no se conformaban con contar historias divertidas y exóticas, sino que intentaban ofrecer calidad literaria. Y en segundo lugar –aunque eso generó en su momento agrios debates-, muchos de esos escritores dejaron de imitar los modelos anglosajones para buscar una “voz propia”. Reconozco que yo fui uno de los impulsores de ese “movimiento” que intentaba recoger lo mejor de la tradición anglosajona, pero desde un punto de vista español o europeo. Y, a la larga, creo que la idea ha calado.

            ¿Quiénes son esos escritores de la Generación de los 90? Me voy a centrar en aquellos que aún siguen en activo (y perdón por los olvidos). Además de los ya citados Marín, Barceló y Aguilera, podemos nombrar a los siguientes: Javier Negrete, Rodolfo Martínez, León Arsenal, Daniel Mares, Armando Boix, Eduardo Vaquerizo, Félix J. Palma, José Antonio Cotrina... o éste su seguro servidor.

            Por aquel entonces, todos éramos sin excepción, escritores aficionados (en el sentido de que no ganábamos ni un céntimo con nuestros escritos). Entonces, ¿los relatos del volumen de Sportula son textos de aficionados? Pues sí y no. Sí, porque en aquel entonces sólo se podía publicar esa clase de ficción en publicaciones de aficionados o semi-profesionales. No, porque la calidad de esos relatos era y es absolutamente profesional. Además, aquellos eran tiempos de optimismo en los que parecía que el fantástico español iba a despertar de su largo letargo, y eso espoleaba a los escritores a buscar nuevas sendas, a experimentar y a dar lo mejor de sí mismos.

            En lo que a mí respecta, aunque mis primeros pinitos literarios los di en los 70, llevaba más de una década alejado de la escritura, así que puede decirse que mi carrera como escritor comenzó entonces. Es cierto que en esa época me sentía más inseguro al escribir, que tenía menos tablas, pero creo que eso lo compensaba a base de entusiasmo y afán de tantear nuevos caminos. Hoy, veintitantos años después, pienso que algunos de mis relatos de entonces están entre lo mejor que he escrito nunca, sea esto mucho o poco.

            Y ahora centrémonos en la antología de Sportula. Contiene los siguientes relatos, todos ellos ganadores del Ignotus:

1991: «La estrella», Elia Barceló
1992: «A tumba abierta», Rafael Marín
1994: «Estado crepuscular», Javier Negrete
1995: «Castillos en el aire», Rodolfo Martínez
1996: «El robot», Rodolfo Martínez
1997: «El bosque de hielo», Juan Miguel Aguilera
1998: «Mi esposa, mi hija», Domingo Santos
1999: «El decimoquinto movimiento», César Mallorquí
2000: «En las fraguas marcianas», León Arsenal

            Además, incluye un prólogo de Rudy y un ensayo de Juanma Santiago sobre la historia de los Ignotus y de la Generación de los 90. Juanma también ha escrito ficción, pero sobre todo es conocido por su labor como ensayista. Y además es sin duda el mejor cronista de aquella época. No sé si tiene memoria fotográfica, o si tomaba notas, pero lo que él no sepa sobre las tres últimas décadas del fandom, no lo sabe nadie. Su ensayo no solo está documentadísimo, sino que además se lee como si fuera un relato más. El volumen se completa con una pormenorizada relación, año a año, de las claves del Ignotus, a cargo de Mariano Villarreal.

            En cuanto a los relatos, los leí todos en su momento, salvo dos. La media es de notable y los hay sobresalientes. De hecho, al menos cuatro de ellos están considerados clásicos indiscutibles de la cf española. ¿Y qué tal es el mío? Pues de entrada es curioso. Lo escribí justo cuando había decidido abandonar el género, y ni siquiera había previsto publicarlo. Pero un día me telefoneó León Arsenal para preguntarme si tenía algún cuento para presentarlo al Premio Pablo Rido (de la Tertulia de Madrid). Por lo visto, aún no se habían presentado demasiados candidatos y temía que la convocatoria fuese escuálida. Le dije que sí y envié El decimoquinto movimiento, aunque luego no fue necesario, pues en el último momento se presentaron un buen número de relatos. El caso es que mi cuento ganó el Pablo Rido de 1997 y, dos años después, el Ignotus. Mi primer y único Ignotus. Lo tengo ahora delante de mí, sobre una mesita. Es bonito por su sencillez: una reproducción en mármol del monolito de 2001 sobre una base de metacrilato transparente llena de arena. Mola.

            El decimoquinto movimiento se publicó por primera vez en el número 12 de la revista Gigamesh. Luego apareció en la antología Fabricantes de sueños 1999, y en la antología Ficciones en los 64 cuadros (2004), publicada en Argentina. Ahora aparece en el volumen de Sportula y formará parte de mi antología personal Trece monos, prevista para el año que viene en Fantascy.

            Hasta ahora, mi relato más reeditado era El rebaño (El círculo de Jericó, Ediciones B 1995), pero creo que lo va a superar éste. Está inspirado en un cuento de Borges y trata sobre el universo del ajedrez. No es cf; y, si nos ponemos estrictos, tampoco es fantasía, pues no contiene ningún elemento sobrenatural. Pero la historia es lo suficientemente “exótica” como para incluirlo en ese último género. ¿Qué tal es? Bueno, yo le daría un siete sobre diez. Pero, ¿qué importa lo que yo crea?

            En cuanto a Rudy, editor y coordinador de la antología, ¿qué puedo decir? Nos conocemos desde hace más de veinte años, coincidimos en muchas ideas y compartimos muchos puntos de vista; aunque lo cierto es que nos hemos visto personalmente muy poco (él vive en Gijón y yo en Madrid), así que la mayor parte de nuestro contacto ha sido a través de Internet. Pero voy a olvidarme de que es mi amigo y procuraré ser objetivo: Si tuviera que elegir a los tres mejores escritores españoles de cf, uno de ellos sería, sin dudas, Rodolfo Martínez.

            Y ya está. Sólo me queda recomendaros encarecidamente esta antología de relatos, porque es realmente buena. Si queréis comprarla (tanto en papel como en –arggg- libro electrónico), podéis hacerlo pinchando AQUÍ. Seguro que os gusta.
 
 

12 comentarios:

Juan Constantin dijo...

Saludos:

Qué buenos recuerdos y placenteras lecturas las de aquellos años.
Yo también fui lector de ND, aunque la fui descubriendo en librerías especializadas como Gigamesh en Barna, o Flash en Granada, algunos años después de su desaparición.
Por cierto, ¿no publicaste El decimoquinto movimiento en algún número de la revista Gigamesh? Quizá me han patinado algo las (dos) neuronas...
Además del Ignotus había otros premios como el Alberto Magno, el Pablo Rido, el UPC... que hacían soñar conque la CF y la Fantasía hispanas pudieran salir del ghetto de la subliteratura. Pero, a mí personalmente, este premio sirvió para recordarme que hubo pioneros de la literatura de anticipación patrios además de Verne y H. G. Wells, y que eran unos desconocidos para el público en general.
Por supuesto que esos autores que mencionas hicieron un gran esfuerzo por subir el nivel literario del género en España, al igual que otros de hispanoamérica, pero habéis ido derivando cada uno por vuestro lado, como era lógico y natural, y alguno abomina de su pasado, o por lo menos no se muestra muy orgulloso de ello. Lo respeto, es una opción personal. Pero sigo agradeciéndoles los buenos ratos pasados leyendo sus relatos y novelas. Mil gracias.
Al desaparecer las revistas me fui desenganchando de la actualidad de la CF y Fantasía, y hoy en día, apenas leo nada del género -desgraciadamente para mí-, pero recuerdo vuelos de hipogrifos, leyendas de navegantes, coleccionistas de sellos, abismos que te devuelven la mirada mitos griegos y ciclos de Akasa-Puspa,besos de alacrán, a Gabriel, lunas quietas y espadas de fuego...
Hubo un tiempo en que prefería vuestras novelas y cuentos a casi todos los de autores extranjeros... y no he dejado de hacerlo. Debo esforzarme más en recuperar los libros perdidos... es mi propósito de año nuevo aunque un poquito adelantado.
Siempre soñé con escribir algún relato de CF y/o Fantasía, pero nunca hice nada al respecto...

Juan Constantin

Juan Constantin dijo...

Saludos:

Quisiera matizar, respecto a mi comentario anterior, que quizá me he pasado al decir que algunos de esos autores "abomina de su pasado o, por lo menos, no se muestra muy orgulloso de ello". Es una apreciación subjetiva por mi parte, creo que exagerada y temo que gratuita.
Es posible que al leer algunas entrevistas realizadas a algunos de esos autores, se me antojaran los dedos huéspedes, y confundiera o tergiversara los argumentos que estos daban para explorar otros campos literarios.
Me pudo el talifán que llevamos dentro. Me disculpo por ello.
Si uno lo piensa racionalmente, es derecho -casi diría que obligación- de los autores no acartonarse ni permanecer siempre en el mismo sitio (aunque alguno lo haga), sino explorar otros espacios literarios en los que -quién sabe- se sientan más cómodos o realizados.
Yo, como lector, no soy quién para suponer que por ello desprecian o se avergüenzan de sus comienzos.
Hay muchos motivos para cambiar de rumbo: encontrar un género que les sea más satisfactorio, ganarse mejor la vida, tener más posibilidades de ver su obra publicada y leída...
Estas personas me han proporcionado un sinfín de buenos ratos con el esfuerzo de sus mentes; no merecen que yo los juzgue y etiquete siguiendo un prejuicio pueril.

Vuelvo a disculparme.

Juan Constantin

Numael dijo...

La pregunta que yo siempre me he hecho es: los autores que habéis abandonado el género, ¿lo habéis hecho por una evolución personal, por haber agotado los temas o en una búsqueda de géneros o estilos donde os sentíais más cómodos con los años? ¿O lo habéis hecho por motivos más prácticos?, en España la ciencia ficción literaria era un gueto cerrado, muy limitado, que sólo nos interesaba a unos cuantos miles de frikis (éramos frikis cuando nadie lo era). Si uno quería no ya labrarse una carrera como escritor (como ha sido tu caso) sino un mínimo reconocimiento tenía que huir del gueto como fuera.
Y la otra pregunta: Si hubieras sido anglosajón, donde la literatura de género está reconocida (por lo menos bastante más que aquí) y donde se puede vivir de la ciencia ficción sin necesidad de salir a otros territorios literarios, ¿hubieras dejado también el género?

César dijo...

Juan Constantin: En efecto, "El decimoquinto movimiento" se publicó por primera vez en el número 12 de Gigamesh.

Yo también me he desenganchado de la lectura del género, y no solo del autóctono, sino de la cf en general. Y en parte es por lo mismo que en tu caso: por la desaparición de las revistas. Es curioso, ¿por qué no hay revistas electrónicas de cf? Sólo recuerdo "Literatura Prospectiva"... ¿Dónde publican ahora los fan-escritores?

En cuanto a los escritores que surgieron del fandom y luego derivaron a otros géneros... pues sí, algunos se avergüenzan de sus orígenes. No es mi caso; de hecho, me siento orgulloso de haber formado parte de esa generación. ¿Es criticable intentar borrar ese pasado? Pues no lo sé; en cualquier caso, no daña a nadie, así que supongo que da igual.

Numael: De los escritores que cito en el post, al menos siete hemos abandonado total o parcialmente el género. Y, como es lógico, cada uno lo habrá hecho por sus propios motivos.

En lo que a mí respecta, lo hice por tres razones: 1º Porque escribí aquellos relatos -entre 1991 y 1996, más o menos- para poner en práctica mis habilidades como escritor. Un aprendizaje; el fandom fue para mí una escuela donde, además, podía poner a prueba la calidad de mis textos, aunque fuese con un público escasamente numeroso. Pero no se puede estar siempre en la escuela. Al final, el entorno del fandom acaba siendo un poquito asfixiante y, desde luego, demasiado limitado. 2º Porque el rumbo que había tomado la cf en el mundo no me gustaba. Y 3º, porque quería hacer una carrera profesional en la literatura, y eso con la cf es imposible. Es decir: por la pasta, aunque suene mal.

En cuanto a la otra pregunta, la respuesta es un tajante NO. Aunque hubiese podido ganarme la vida con la cf, no lo habría hecho. Porque una de las cosas que más me gusta de la literatura es la libertad absoluta de poder escribir lo que me salga de las napias. Es decir, sin ataduras, lo cual incluye las ataduras de género.

Además, uno no puede estar seguro sobre sus propias preferencias hasta compararlas con otras alternativas. Si hace treinta años me hubieran preguntado en qué géneros me sentiría más cómodo escribiendo, habría respondido que la cf, la fantasía y el thriller. Pero luego he descubierto que el género que más me divierte escribir, con diferencia, es la aventura clásica. Jamás lo habría sospechado.

Rodolfo Martínez dijo...

Gracias por tus palabras, César.

En efecto, a lo largo de estos veinte años nos hemos visto pocas veces, pero hemos hablado mucho. Creo que la primera vez que nos vimos, de hecho, en 1994 en Burjassot, al saber quién era yo, hiciste un par de comentarios bastante positivos sobre mi serie de relatos "Horizonte de sucesos" (mi versión personal de la Taberna del Ciervo Blanco de Clarke, en cierto modo). Confieso que me sorprendió que ni siquiera les hubieras prestado atención... bueno, también me sorprendió lo enorme que eras.

Y con los años es algo que he ido comprobando una y otra vez, lo enorme que eres, como persona y como escritor.

Esta primera antología de los Ignotus (habrá otra con la segunda década de los premios si nadie lo remedia) es para mí importante por motivos personales: es la década en la que terminé de formarme como escritor, la década en la que descubrí que había un montón de locos como yo a los que les gustaba la CF, la década en la que hice algunos de los mejores amigos dentro de esta profesión de escribir y la década en la que publiqué mis primeras novelas.

Se lo debía a los 90 hacer este libro, en cierto modo.

Y volver a leer vuestros relatos mientras preparaba la antología ha sido una gozada. Tengo mis favoritos, claro, como todo el mundo, pero creo que todos son una muestra del nivel y el entusiasmo que había entonces. Supongo que cada generación dirá lo mismo de su década de formación, seguro, pero los 90 fueron especiales, se pongan como se pongan todos los que vinieron después.

Juanma dijo...

Muchísimas gracias por los piropos, César. Escribí el ensayo con todo el cariño que me provocan la época, los relatos y la gente que participó en aquella generación. Creo que era el mejor homenaje que podía haceros y, ya que es una década que tengo bien documentada (sí, tomaba notas, y curiosa o no tan curiosamente me acuerdo de esos años mucho mejor que de los posteriores), me apetecía ser lo más riguroso y lo más ameno posible. El ensayo puede haber quedado mejor o peor, pero desde luego he contado y he intentado transmitir todo lo que tenía pensado contar y transmitir. Y además, como ya le he dado muchas vueltas a esa década por activa y por pasiva en artículos y ensayos varios, también me apetecía pasar página con algo que tuviera valor como recapitulación final de batallitas fandomeras, y dedicarme a otra cosa.

Estoy leyendo la antología, y lo cierto es que los relatos aguantan bastante bien el paso del tiempo. El tuyo lo tengo reciente de cuando hice cierto prólogo ;) y le pillé matices que no había sabido ver en su momento. Me gustó más que cuando lo leí en su momento.

Y como dice Rudy (a quien le doy las gracias en público por haberme dejado participar en la fiesta), los años noventa fueron una cosa muy especial. Todo estaba a medio hacer, casi cualquier paso que dábamos era terreno virgen para lo que había sido el fandom hasta entonces y, qué coño, aguantábamos más cervezas y más cubatas sin caernos de espaldas. Eso también es importante.

Luis Astolfi dijo...

César, sólo un pequeño comentario, porque no puedo evitar pensar en ello cada vez que oigo las tres palabras que componen el título de tu cuento: "El décimoquinto movimiento" (lo cual ocurre por alguna razón cada unos cuantos años, y no sé por qué).
Cuanto más viejo me hago y más sé de la vida (que sigue sin ser mucho) más seguro estoy de que es el mejor relato que he leído a lo largo de esta vida mía. Y no hablo de cómo está escrito, que también.
Me hace feliz saber que vuelve a asomarse a la luz. Gracias, Rudy.
Un abrazo para ambos.

César dijo...

Rudy: En efecto, nos conocimos en Burjassot, y recuerdo que te comenté que me había gustado uno de tus cuentos. Lo recuerdo porque me sorprendió un poco tu reacción: era como si no valoraras ese cuento, como si lo consideraras superado. Bueno, a lo mejor tenías razón; pero el relato estaba condenadamente bien narrado.

Y por supuesto que los 90 fueron especiales. Y no lo digo por la nostalgia de la juventud, porque yo ya no era joven por aquel entonces, sino por razones objetivas. Los 90 supusieron el cambio más radical del fantástico español; marcaron un antes y un después. Contemplado el asunto en el contexto de la literatura general, quizá pueda parecer algo anecdótico, pequeño. Pero desde el punto de vista de la literatura de género, fue una revolución.

Vale, lo acepto: soy físicamente grande. Enorme con este metro noventa y dos que el ADN y la buena alimentación me han concedido. Aunque en ese sentido, conviene recordar que Eduardo Vaquerizo es aún mayor que yo; al menos en altura, aunque puede que en volumen yo le supere.

Como ser humano... soy del montón, me temo. Y como escritor, sencillamente hago lo que puedo.

Juanma: No sé por qué te sitúas fuera de aquella década, porque tú formaste parte de ella. Y me alegro de que tomaras notas, porque empezaba a sentirme acomplejado por la pequeñez de mi memoria y la desmesurada magnitud de la tuya.

En cuanto a ese prologo que me comentas, ya te daré las gracias en privado cuando nos veamos, y públicamente cuando el texto salga a la luz.

Luis Astolfi: Ante todo, discúlpame por no haber incluido tu nombre en el post. Sinceramente, creía que no estabas en activo, aunque ahora no estoy tan seguro...

Y respecto a lo que comentas de mi relato... pues solo puedo decirte que me has dejado Pantone 485C. Es decir: rojo intenso. Muchas gracias por tus amables palabras.

Rodolfo Martínez dijo...

"me sorprendió un poco tu reacción: era como si no valoraras ese cuento, como si lo consideraras superado."

Quizá di esa impresión. Aunque no era eso: sí que valoro esos cuentos (y, coño, me enseñaron mucho sobre cómo narrar una historia a través de un diálogo entre varios personajes) pero por aquel entonces la sensación que tenía era que no gustaban demasiado, así que no esperaba que nadie se me acercase a decirme precisamente algo bueno sobre ellos.

Aunque algo debieron gustar, porque uno de ellos ganó un Ignotus al año siguiente. (La historia completa, con detalle de bochorno público para mí incluído, en el libro.)

Anónimo dijo...

Para mí lo más interesante es que anticipes esto, César: "mi antología personal Trece monos, prevista para el año que viene en Fantascy". Por fin, podré tener "La casa del doctor Pétalo" en papel...

César dijo...

Anónimo de las 9:37: Pues me temo que no, que no va a estar "La casa del doctor Pétalo". "Trece monos" será una antología nueva que no incluirá ningún relato aparecido en "El círculo de Jericó".

Ari dijo...

Escribir es España es llorar. Entre que cada vez hay menos lectores, la mayoría de los premios literarios están concedidos de antemano y/o son estrategias para promocionar el último lanzamiento de autores ya establecidos o el presentador famoso de turno (¡hola, Premio Planeta!; ¡hola, Premio RBA de Novela Negra!), y las editoriales no apuestan por los nuevos talentos por la puta crisis; si además te dedicas a escribir en un género tan minoritario como la ciencia ficción, tienes más futuro vendiendo arena en el Sahara...

:(