El
próximo 7 de noviembre se cumplen 50 años de la muerte de mi padre. Medio
siglo, es increíble... Si me paro a pensar en ese martes, siete de noviembre de
1972, lo recuerdo como si hubiera sido ayer, con todo detalle. Pero, claro,
cómo olvidarlo. Aunque me gustaría poder hacerlo.
Yo tenía diecinueve años y en ese instante
mi vida se volvió del revés. Durante muchos, muchos años, arrastré un profundo
sentimiento de culpa por el suicidio de papá. Es inevitable, supongo.
Curiosamente, hace años logré quitarme de encima la culpabilidad gracias a este
blog. Quería dedicar una entrada al aniversario de su muerte y me puse a
escribir sin tener nada concreto en la cabeza. Era una carta para él y... fue
como escritura automática; las ideas me llegaban sin buscarlas, sin pensarlas
siquiera, era casi como si escribiera al dictado de una parte de mí que hasta
entonces había callado.
Ese post, esa carta, obró el milagro
de abrirme la mente y me permitió contemplar aquella tragedia desde todas las
perspectivas. Hasta entonces, había asumido el suicidio de mi padre
exclusivamente desde su punto de vista. Pero de pronto lo vi desde el mío, y
comprendí que mi padre, al pegarse un tiro, me había hecho una cabronada. Por
eso, concluyó su nota de suicidio con un “Perdón”.
Claro que le perdoné. Y también me
perdoné a mí mismo.
El caso es que he asistido a las dos
muertes de José Mallorquí. Una rápida, en el 72. Y otra lenta, desde entonces
hasta ahora. Muerte por depresión y arma de fuego la primera. Muerte por olvido
la segunda. Cuando murió, era uno de los escritores más conocidos de España;
ahora, cada vez menos gente lo recuerda.
Suele ocurrir. Si os digo: Frank G.
Slaughter, Larry Collins, James Michener, Somerset Maugham, Viki Baum, Harold Robbins, León
Uris, Sven Hassel, Sinclair Lewis... ¿Cuántos de estos nombres os suenan? Si
eres muy joven, probablemente ninguno. Pero todos ellos fueron escritores de
gran éxito más o menos hacia mediados del siglo pasado. Y todos ellos, tras su
muerte, han sido olvidados. Pues lo mismo ha sucedido con mi padre; casi nadie
nacido después de 1980 sabe quién fue y qué hizo.
Aunque, por otra parte, su caso es
distinto. En primer lugar, por ser español y haber gozado, a mediados del siglo
pasado, de un gran éxito internacional. En segundo lugar, por su contribución
al género que más fama le dio al ser uno de los forjadores del llamado Western Latino. En tercer lugar, por su
calidad literaria, muy superior a la del resto de escritores españoles de novela
popular. En cuarto lugar -algo que muchos no saben-, por su contribución a los
géneros fantásticos en nuestro país, gracias sobre todo a dos iniciativas
suyas: la revista Narraciones
Terrroríficas y la colección Futuro.
En fin, aunque mi padre sea un
escritor en proceso de olvido, todavía queda gente que lo recuerda con todo el
respeto y el cariño que merece. Hace seis años, La Casa del Lector de la Fundación
Germán Sánchez Ruipérez, le dedicó una estupenda exposición. Y ahora, el
Festival 42 de Géneros Fantásticos, que tendrá lugar en Barcelona entre el 2 y
el 6 de noviembre, le va a dedicar un acto con motivo del 50 aniversario de su
muerte.
Se trata de una mesa redonda llamada
“Del Coyote a la ciencia ficción
pionera: medio siglo sin José Mallorquí”. En la mesa estaremos Armand
Balsebre, catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la
Universidad Autónoma de Barcelona, la escritora Ledicia Costas y este vuestro
seguro servidor. Y el moderador de la mesa será nada más y nada menos que Pablo
Mallorquí, nieto de José Mallorquí.
El acto tendrá lugar el sábado 5 de
noviembre a las 11:00, en la Biblioteca Ignasi Iglésias. Can Fabra. Auditori
Fabra.
De modo que, si estáis en Barcelona
ese sábado y no tenéis nada mejor que hacer, me encantaría veros ahí.
18 comentarios:
Un buen amigo estudió hace años en el Instituto Oficial de Radio y Televisión. Allí uno de sus profesores, cuyo nombre no me dio, dijo lo siguiente: Nadie en este país ha escrito mejores guiones radiofónicos que José Mallorquí.
Será todo un honor. Así podremos disfrutar de tres grandes Mallorquí, cada cual en su sintonía.
Con qué motivo se invita a los otros dos ponentes? No me suenan, pero por desgracia eso ya es culpa de mi humilde conocimiento.
Orlando: Pues, hombre, yo no soy objetivo, pero creo que ese profesor tenía mucha razón. Cuando en el 54 mi padre aceptó la oferta de la SER, no conocía el medio radiofónico, así que tuvo que inventarse la técnica. Y lo que inventó era mejor que lo que había. Además, muchas veces no solo se limitaba a escribir los guiones, sino que también dirigía las grabaciones, lo que le permitía experimentar. Aparte, era un excelente escritor.
Anónimo de las 7:59: No solo tres Mallorquí. Estará mi padre en espíritu, Pablo y yo en la mesa, y entre el público tendremos a Óscar, mi hijo mayor. Cuatro Mallorquí. Y grandes, en efecto: yo 1'90, Pablo 1'98 y Óscar 1'88. Mi padre solo 1'73, pero a cambio tenía una gran tripa.
Armand Balsebre es un experto en cultura popular y en historia de la radio. Además, es el conservador del archivo de mi padre. En cuanto a Ledicia Costas... pues no lo sé.
Me gustaría estar entre el público Cesar pero no voy a estar por Barcelona. Espero que paséis un buen rato y disfrutéis de la memoria de tu padre. En casa de mi abuelo había montones de novelas suyas y ya de crío yo las ojeaba. También a él le hubiera gustado estar allí.
Por cierto, hay algún repositorio donde se puedan encontrar los guiones o las grabaciones radiofónicos de tu padre?
Un abrazo fuerte a todos los Mallorqui
Mazarbul
Ante estas situaciones, es cuando uno (¡vaya paradoja!) se alegra de ser lo viejo que es... Porque tuve el privilegio de degustar varias narraciones del gran José Mallorquí, y porque esos escritores arriba nombrados, no me son para nada desconocidos, sino que hasta he tenido oportunidad de intercambiar correspondencia al menos con uno: W. Somerset Maugham. Puede que las nuevas generaciones, en un contexto masivo, los hayan olvidado. Pero su legado dejó una marca profunda (y fructífera en algunos, como quien escribe estas líneas, que inspirado por ellos inició una trayectoria en la narrativa que persiste en el día de hoy)... ¡Ninguno ha desaparecido por completo! ¡Todos continúan vivos en el corazón y la mente de quienes los admiramos! Me alegro de esos reconocimientos a su padre. ¡Son más que merecidos! - Carlos M. Federici (Uruguay)
Yo nací en el 76, pero leí las novelas de El Coyote. Creo que las publicaba Planeta por aquel entonces, así como los cómics. En eso me gastaba la paga semanal. Y un tío de mi madre del pueblo, poseedor de una gran biblioteca, tenía todo lo que se había publicado de tu padre. Menudos veranos me pegué.
Seguro que será interesantísimo, una bonita forma de conmemorar un suceso por otro lado tan triste. Para los que no podemos asistir, ¿se sabe si se grabará para colgarlo después en la red? Es algo que se hace cada vez con más frecuencia y ayudaría a mantener vivo su recuerdo.
Mazarbul: Le donamos el archivo de mi padre a la Universidad Autónoma de Barcelona. Ahí está todo: cartas, guiones, grabaciones... Su guardián es, precisamente, Armand Balsebre. Pero es un archivo muy grande y se tardarán años en digitalizarlo todo. De momento, lo están haciendo con las grabaciones. El fin de semana que viene iré a verlo. Un abrazo.
Carlos M. Federici: Como bien dices, esos escritores que cito los conocemos... porque somos viejos. Pero, al menos en España, actualmente son perfectos desconocidos. Algunos, después de un tiempo de olvido, son rescatados. Como ha pasado recientemente con Maugham o con Stefan Zweig. Ambos excelente escritores, por cierto.
Quique: Dejando aparte la edición inicial de El Coyote, con esas magníficas ilustraciones de Batet, creo que la mejor y más completa edición del personaje fue la de Planeta.
Jarl-9000: Pues, para serte sincero, no tengo ni idea...
La veteranía de aquellos autores de quiosco que dignificaron la literatura de géneros. Gracias a ellos a día de hoy, podemos escribir orgullosos tramas de fantaterror sin vernos obligados a tener que situarlas en ambientes exóticos o anglosajones. Yo también solía hacerlo hasta que un día pense... ¿Y porqué no puede transcurrir lo que escribo al lado de mi casa? Gracias a los grandes veteranos de esos libritos escritos a velocidad terminal, todos aquellos que escribimos terror y fantastico en españa a día de hoy, podemos sentirnos orgullosos. Un abrazo Cesar.
Jota Zarco: Mi padre formó parte del reducido mundo del pulp español, allá por finales de los 30 y los 40. Sin duda, fue un pionero y me enorgullece ser su hijo. Un abrazo.
No solo fue un gran novelista con obras de indudable calidad literaria, como dices. También fue un gran autor de obras para la radio, un medio tan distinto con un lenguaje propio que nada tiene que ver con la literatura. Un maestro en ambos casos.Los que enseñan radio en facultades de ciencias de la información o comunicación tienen en sus guiones formidables libros de texto para explicar a sus alumnos lo que es radio dramatizada.
Y no solo la multitud de historias emitidas bajo el título genérico de "Dos hombres buenos". Como se trata de recordar, dos ejemplos que me interesan personalmente.
"Miss Móniker", el último serial interrumpido por su muerte. Fue uno de los programas más originales y creativos de la historia de la radio. La frase es tuya y yo estoy de acuerdo. Guardo los guiones como un tesoro. Como guardo "Tiempo que fue, tiempo que es", una obra maestra, una historia contada con saltos en el tiempo y el espacio, algo tan difícil en la radio.
¿Para qué seguir? José Mallorquí es inagotable.
Un saludo.
Luis Rodríguez Olivares
Ostras, José Mallorquí medía 1'73 y sus descendientes tanto? Capasau, la de estatura privilegiada era quizá su señora esposa? Bueno, que sepas que la foto de este post es tan remaja que le he imprimido y la voy a convertir en pegatina para ponerle en la parte trasera de un tapa dura que me he hecho a partir de varias de sus novelas. Es adorable.
Luis Rodríguez Olivares: En el acto que celebramos en el Festival 42 hablamos de "Miss Moniker", de su enorme creatividad y de su relación con el fantástico. Y de Juana, claro... Lamenté muchísimo su muerte. Intenté escribir un post dedicado a ella, pero me deprimía y no lo hice. Lo siento. Con su muerte murió también una época de mi vida, porque Juana era una de las últimas amigas íntimas de mis padres. En fin, un abrazo.
Anónimo de las 4:20: Mi madre medía 1'70. Era alta para su época, pero no justifica el desmesurado tamaño de sus hijos. No sé, supongo que su mezcla genética era como nitroglicerina para las tallas. Y continua en las siguientes generaciones, porque mi hijo mayor mide 1'88 y el pequeño 1'98. Aunque, claro, Pepa, mi mujer, mide 1'75. La foto es genial.
Hola Cesar, espero que haya salido todo bien y disfrutases del homenaje. Es una lástima que seamos de memoria tan frágil.
Un abrazo.
Hola, César:
¡José Mallorquí era tu padre!
En casa de mis abuelos había un estante repleto de novelas de el Coyote. Pero nunca llegué a tocar ese estante ni los que estaban encima ni debajo. Eran los libros de mi tío y no es que los tuviera prohibidos, pero... bueno, cosas que pasan. Cuando se mudaron con nosotros, sé que mi madre recogió todo aquello. Yo me quedé con un par y no sé qué pasó con los del Coyote. Un tiempo después, mucho antes de empezar a leer tu blog, me arrepentí de no haberlos llevado conmigo porque supe lo míticos que eran, lo que habían supuesto para una generación. Siempre se pierde algo en las mudanzas.
Espero que el evento fuera muy bien.
Un abrazo.
Dorotea Hyde: Pues sí, soy hijo de José Mallorquí. Nací en el 53, el mismo año que finalizaba la serie de El Coyote. Y la auténtica identidad del Coyote es un hacendado californiano llamado César de Echagüe. De ahí viene mi nombre. Por otro lado, las mudanzas son lo más parecido al fin del mundo.
¿Al final por qué intervino Ledicia Costas en la charla? Besos.
Anónimo de las 9:59: No intervino. Fue un error de la organización al hacer el programa.
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