miércoles, febrero 15

Ficción y exorcismos.

 


            ¿Para qué sirve el arte? Hay mil respuestas a esta pregunta; desde “para nada” hasta “para alcanzar el éxtasis”, pasando por 998 alternativas más. Sin embargo, a veces descubres sin pretenderlo una utilidad del arte que nunca antes habías percibido; al menos, no con tanta claridad. Y cuando reflexionas sobre ello, te maravillas, porque descubres que el arte puede hacer magia de muchas más formas de lo que pensabas. Cuando hablo de “arte”, me estoy refiriendo sobre todo a las artes narrativas, a la literatura, el cine, el cómic, el teatro, etc.; pero lo que voy a decir puede aplicarse a todas las artes.

            Hace unos días, fui a ver Los Fabelman, la última película de Steven Spielberg. Me gustó; es una película pequeña rodada con la habitual maestría de su director. Pero si la ves conociendo su clave oculta, entonces se convierte en apasionante. ¿De qué trata? Pues básicamente de la vida de Spielberg desde que tenía siete u ocho años y descubre el cine, hasta que consigue su primer trabajo en TV.

            Hace unos meses vi un documental de HBO, producido en 2017, sobre Spielberg, en el que el director habla de su vida y su trabajo. Bueno, pues eso me permite asegurar que todo lo que se cuenta en Los Fabelman es real, le ocurrió a Spielberg, incluyendo muchas de las anécdotas que aparecen en el film. Entonces, ¿por qué se llama Los Fabelman en vez de Los Spielberg? Pues porque en realidad no todo lo que cuenta la película es real; hay algo falso. Un hecho que constituye la razón, estoy seguro, de que Spielberg haya rodado esta historia, y que es la explicación íntima de toda la película. Pero para saber qué es, hay que conocer un poco la vida de Spielberg.

            Su padre, Arnold, era ingeniero eléctrico especializado en ordenadores, y su madre, Leah, concertista de piano. Tuvieron cuatro hijos, un chico y tres chicas; Steven es el mayor. Cuando era adolescente, comenzó a rodar películas de aficionado con la cámara de 8mm de su padre. En 1965, sus padres se divorciaron. Arnold se largó y Leah, poco tiempo después, acabó casándose con Bernie Adler, el mejor amigo de Arnold. Steven siempre culpó a su padre del divorcio, hasta el punto de apenas dirigirle la palabra durante quince años.

            La separación de sus padres fue un hecho crucial en la vida de Spielberg. De hecho, podemos encontrar la figura del “padre ausente” en muchas de sus películas, como ET, Encuentros en la tercera fase, La guerra de los mundos, Hook o en la mismísima Indiana Jones y la última cruzada. Pues bien, muchos años después, en los 90, Spielberg descubrió algo que le dejó anonadado: El culpable de la separación de sus padres no había sido Arnold, sino Leah al iniciar una relación romántica con Bernie, el mejor amigo de su marido. Arnold nunca se lo dijo a su hijo, porque seguía amando a su ex-esposa y no quería perjudicarla de ninguna manera.

            ¿Os imagináis el palo que fue para Spielberg descubrir eso? Se había pasado toda la vida repudiando injustamente a un hombre que no solo era inocente, sino que además se comportaba como un santo. Tras descubrirlo, Spielberg se reconcilió con su padre. Pero estoy seguro de que el peso de la culpa debió de ser abrumador.

            Volvamos a Los Fabelman. La película, como he dicho, sigue fielmente la biografía de su director; hasta que llega al meollo de la trama, el divorcio de los padres. Entonces la historia cambia y cuenta algo que no ocurrió en la realidad. Sammy Fabelman (el personaje que representa a Spielberg) es un chico obsesionado con el cine que no para de rodar películas en 8 mm. En cierta ocasión, durante unas vacaciones, Sammy rueda un corto sobre su familia. Más tarde, mientras está montando el material (es decir, viendo una y otra vez las mismas imágenes), descubre algo en lo que no se había fijado antes, porque no era lo que filmaba, sino lo que estaba en segundo plano. Son imágenes de su madre con Bernie; no hacen nada en especial, solo hablar, pero parecen lo que en realidad son: una pareja de enamorados.

            Es decir, Sammy descubre por su cuenta (y con ayuda del cine) la infidelidad de su madre. Por tanto, nunca culpará a su padre del divorcio, nunca cometerá esa injusticia. Justo lo contrario de lo que en realidad pasó. En cierto modo, Los Fabelman es una ucronía. Creo que Spielberg rodó esta película para remediar su gran error, para librarse de la culpa a través de la ficción.

            Es decir, Spielberg ha utilizado el arte para corregir la realidad.

            Y esa es la utilidad de la creación artística que yo no había percibido con nitidez: su capacidad para corregir la vida. No solo haciendo que lo que está mal pase a estar bien, sino también para que el mal, que con frecuencia se disfraza de virtud en el mundo real, aparezca ante nuestros ojos con claridad. El arte no solo imita la vida, sino que también la mejora.

            Supongo que eso es lo que hacemos todos los que nos dedicamos a tareas creativas. Cogemos la realidad y la moldeamos para darle sentido; o todo lo contrario, para mostrar el sinsentido que se esconde tras lo real. Y a veces exorcizamos nuestros fantasmas y demonios mediante lo que imaginamos.

            Sin duda, es más rápido y barato que ir al psiquiatra.

 

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy de acuerdo contigo, César, el arte en general nos ordena la mente, los recuerdos, los sentimientos…nos da la oportunidad de diseñar nuestra vida a nuestro gusto ya que en la realidad no siempre las cosas son como deberían y poco podemos hacer. El cine le da cancha a Spielberg para diseñar su pasado, corregir algunas partes, aunque sepa que eso no es posible. Fui a ver Los Fabelman la otra noche porque mi hijo se empeñó, que si no, hubiera esperado a verla en casa cuando fuera. No me llamaba mucho la atención y fui en blanco, no había leído nada sobre su significado o sus intríngulis….es más, mi hijo me dijo quién hacía el papel de John Houston y el motivo y quién era el que hace de padre de Sammy. Al leer tu entrada yo también he comprendido mejor la película, que no me entusiasmó. Otra peli sobre el cine y sus virtudes, pensé. Hacía poco que habíamos ido a ver Babylon ( con la cena en una bolsita, tres horas…) que inesperadamente me gustó, no se me hizo ni larga. La culpa es un sentimiento inútil, algo así le dice al protagonista su madre en cierto momento, o algo parecido. Gracias por tu explicación, César. Saludos de Aurora Boreal.

Dorotea Hyde dijo...

Hola, César:
Esta entrada me ha emocionado mucho. Sabía algunos detalles de la historia de Spielberg, pero no ese arreglo en la película y por una vez no me ha importado el spoiler, sino que me han entrado ganas de ver una película que no me interesaba demasiado.
Me ha recordado a Briony, la narradora de Expiación. Hace exactamente lo mismo, escribir para intentar compensar a los demás por sus errores.
Un saludo.

César dijo...

Aurora Boreal: Reconozco que (casi) cualquier película de Spielberg me interesa, y que todas las he visto en pantalla grande. Desde el principio, porque vi "El diablo sobre ruedas", su primera película, en el cine cuando se estrenó en España. Reconozco que lo que me movió a ver esa película no fue Spielberg (un perfecto desconocido por entonces), sino porque su guion estaba basado en un relato de Matheson, un autor que adoraba y adoro. El caso es que me encanta cómo dirige Spielberg y siempre encuentro momentos gloriosos incluso en sus peores obras (salvo en "Amistad" y "Hook", que son infumables). En cuanto a sus mejores películas, muchas ocupan lugares de honor en mi canon cinematográfico. Como "Tiburón", "Encuentros en la tercera fase", "La lista de Schindler", "Salvar al soldado Ryan" o "En busca del arca perdida". "Los Fabelman" es una obra menor, pero disfrutable. Ahora bien, creo que sabiendo lo que he contado en el post, su visionado se vuelve más interesante.

Dorotea Hyde: Dudé antes de escribir este post, porque en efecto contiene un spoiler. Pero en este caso, creo que no viene mal ese spoiler. Al contrario, creo que conociéndolo la película adquiere una dimensión nueva y resulta más gratificante. Y sí, ahora que lo dices, lo que hace Spielberg se parece a lo que hacía la Briony de McEwan.

Jose dijo...

Me alegro de que hayas escrito esta entrada César, conocer el detalle del que hablas me hace más atractiva la idea de ver la peli. Muy acertado también el comentario de Dorotea relacionando tu comentario con Expiación, aunque reconozco que yo he pensado en algunas pelis de Tarantino lanzallamas mediante XD. Por ejemplo en Erase una vez en Hollywood, al finalizar, el espectador sabe que en realidad no sucedió así pero... ojalá hubiera sido así.

Un saludo César.

Eduardo Mejia Loredo dijo...

Hola Cesar, una pregunta 'offtopic', ¿que opinas del ChatGPT?, ¿crees que puede ser una herramienta util para escritores?.
Si no te suena, te dire que aparentemente es la inteligencia artificial mas avanzada hasta el momento(a nivel conversacional), y esta abierta al publico. La he probado y facilmente esta cerca de pasar el test de Turing.

Te recomiendo charles un poco con el.

Anónimo dijo...

Perdón, puse John Houston y quería decir John Ford…qué cabeza la mía. La lista de Schindler me emocionó hasta las lágrimas, solo por esa película yo le pongo un altar a Spielberg.
Aurora Boreal

César dijo...

Jose: En efecto, como señalo en el post, esta película no deja de ser una ucronía. Igual que "Malditos bastardos" o "Érase una vez en Hollywood".

Eduardo Mejía Loredo: Aún no he probado el ChatGPT, así que no puedo responderte. Pero te voy a contar algo: Hace no mucho, tenía que inventarme el nombre de un dios primigenio al estilo de los de Lovecraft. Probaba y probaba, y no se me ocurría nada que me gustase. Entonces recurrí a un generador de nombres que encontré en internet y en un par de minutos solucioné mi problema. No es una IA, por supuesto, pero sí una herramienta informática que me ha sido útil como escritor. ¿Puede esa utilidad ir mucho más allá? Ya veremos.

Por si sientes curiosidad, el nombre que escogí entre los que me proponía el generador fue: Voor Sitaris, que en lenguaje atlante significa "devorador de almas" (eso último me lo he inventado yo, por supuesto),

Aurora Boreal: Di tan por sentado que te referías a Ford, que ni siquiera me había dado cuenta de que habías puesto Houston.

Marina Dafego dijo...

Es un placer leerle.

César dijo...

Marina Dafego: Gracias :)

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo

Anónimo dijo...

César, por qué en otro post, donde hablabas de tu hermano Eduardo, comentabas que el vodka suele ser "la bebida de quienes no buscan el sabor, sino la estupefacción"?

Debo decir, aunque quizá mi paladar y gustos adquiridos me traicionan, que a mí el vodka me resulta la bebida más exquisita posible. Será que lo bebí desde los 18, tan jovencita, y le fui pillando cariño? :_D

Un besote!

César dijo...

Anónima de las 9:43: El vodka, tomado muy frío, tiene menos sabor que otras bebidas. Y si lo tomas mezclado, pues menos sabor aún. Mi hermano decía que del alcohol le gustaba el efecto, la embriaguez, pero no el sabor, y que por eso tomaba vodka.

Pero te juro que no tengo nada en contra del vodka. Lo decía mi hermano, no yo. Un beso.