viernes, diciembre 3

G.N.A.


Creo que los norteamericanos, tan sobrados como van en muchos aspectos, son unos acomplejados en lo que a literatura se refiere. Supongo que la vasta tradición literaria europea les abruma, y desde luego nadie espera que un país joven como EE UU pueda igualar en un par de siglos la milenaria tradición narrativa de naciones como Inglaterra o Francia. Por otro lado, hace tiempo que en EE UU apenas se traducen libros extranjeros (las obras traducidas suponen menos del 3 % ), lo cual está conduciendo al país a un aislamiento cultural del que ya se resiente su literatura, cada vez menos vital e influyente. Pero eso es otra historia.


La cuestión es que, desde que tengo memoria, los norteamericanos van por ahí piando en busca del GNA, que son las iniciales de Gran Novelista Americano y también de Gran Novela Americana. La intelligentsia yanqui aguarda la llegada de ese escritor y de esa obra como si se tratara de un asunto religioso, como si un mesías literario fuera a surgir en cualquier momento para redimirles de su complejo de inferioridad cultural. Y lo gracioso del asunto es que los norteamericanos ya tienen desde hace mucho su propio, flamante e influyente GNA.

¿Quién es ese escritor? ¿Melville con su Moby Dick? Casi, pero no. ¿Hemingway, Dos Passos, Faulkner, Scott Fitzgerald, Steinbeck...? No, aunque la mayor parte de ellos fueron influidos por el autor que tengo en mente y que, como hay un retrato suyo ahí arriba, no vale la pena seguir ocultando. El Gran Novelista Americano es Samuel Langhorne Clemens, más conocido como Mark Twain, y la Gran Novela Americana es Las aventuras de Huckleberry Finn. Pero los yanquis, o la mayor parte de ellos, no lo saben.

No es que no se sientan orgullosos de él; lo están y mucho. Reconocen su influencia y su talento, pero... les sabe a poco, no tiene pinta de mesías literario. ¿Por qué? Pues por la sencilla razón de que Twain era un humorista, y la gente tiende a pensar que el humor no es cosa seria. De un gran literato se espera gravedad y circunspección, no risas. En fin, no me voy a poner ahora aquí por enésima vez a defender el humor, ni señalaré que algunas de las más grandes obras literarias de todos los tiempos son precisamente humorísticas (El Quijote, Tristram Shandy, Los viajes de Gulliver, Cándido, Gargantúa y Pantagruel...)

El caso es que nadie había escrito como Twain antes de él, aunque muchos intentaron después escribir como él (entre otros, y por elegir un género lo más alejado posible, el escritor de ciencia ficción Robert Heinlein). Por otro lado, Twain es total y completamente norteamericano (o, mejor dicho, como antes eran los norteamericanos); su obra se centra en América y cuando habla de otros países lo hace desde un punto de vista americano. Él no estaba abrumado por el peso de la cultura europea, porque había encontrado su propio y revolucionario camino. Además, Twain es un escritor absolutamente moderno; el más actual de los escritores del XIX en mi opinión. Probad a leerle y preguntaos si ese texto, el que sea, no podría haberlo escrito un autor contemporáneo.

Antes he dicho que la gran novela americana es Huckleberry Finn, y sin duda es la obra maestra de Twain. Me encantó cuando la leí, ay, hace tanto tiempo; pero reconozco que no es lo que más me gusta de él. Ni Tom Sawyer, ni Un yanqui en la corte del rey Arturo... Entendedme, todas esas novelas me encantan, pero no son mis favoritas. Lo que más me gusta de Twain son sus relatos cortos.

Hace poco hablé en Babel de Wodehouse, confesándome rendido admirador suyo. Pero no es el único humorista del que soy devoto. Mis otros ídolos del humor (los principales al menos) son Richmal Crompton, Jardiel Poncela, Evelyn Wough, Robert Sheckley y, en un puesto preferente, el gran, el enorme Twain. Recuerdo que, cuando yo era un pizpireto jovenzuelo, me iba a la Casa del Libro, en la Gran Vía , y buscaba en Austral alguna antología suya (El hombre que corrompió a una ciudad, Nuevos cuentos, Un reportaje sensacional y otros cuentos, Fragmentos del diario de Adán y Eva...). No os podéis imaginar las horas de diversión que me depararon esos libros (que todavía conservo, por cierto).


Muchos de esos relatos cortos han quedado como hitos en mi particular libro Guinness del ingenio. Los diarios de Adán y Eva, El peligro de estar en la cama, El billete de un millón de libras, La señora MacWilliams y el rayo o esa desopilante obra maestra que es El robo del elefante blanco. Y no se trata sólo de cuentos, sino también de conferencias, discursos, ensayos, libros de viajes, críticas... Twain fue un autor prolífico y (casi) todas sus obras derrochan talento.

¿Por qué demonios hablo ahora de Mark Twain? Pues porque el pasado martes, 30 de noviembre, se celebró el 175 aniversario de su nacimiento. Y, además, porque en EE UU acaba de editarse el texto completo de su autobiografía. Twain consideró que ese libro era demasiado escandaloso para su época y ordenó que no fuera editado hasta treinta años después de su muerte. Y así se hizo, pero su hija censuró entre un quince y un veinte por ciento del texto (entre otras cosas, las referencias a la religión, porque Twain era un ateazo), así que ésta es la primera edición completa. Y para sorpresa de todos, se ha convertido en un best seller.

No debería sorprendernos; como ya hemos dicho, Twain sigue siendo y siempre será un escritor contemporáneo.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

La GNA, según mi profesor de literatura, era La conjura de los necios, pero a mi siempre me pareció muy mala, poco ocurrente y llena de Deus Ex Machina, superada ampliamente hasta por breves episodios de Los Simpson. ¿Soy tan inútil a la hora de evaluar libros, amigo César?

Un cordial saludo.

JM

CorsarioHierro dijo...

Yo pensé que sería este autor que viste siempre de blanco. Me he quedado en blanco, no es una adivinanza.

César dijo...

JM: Pues si lo eres, ya somos dos, porque a mí "La conjura de los necios" tampoco me gusta nada. Y, sobre todo, no me hace ni pizca de gracia Ignatius J. Reilly, el prota. Sencillamente, me parece un tipo repelente. Si de algo estoy seguro es de que esa no es la GNA.

CorsarioHierro: Supongo que te refieres a Tom Wolfe. Si es así, no creo que sea el GNA. Entre otras cosas, porque no ha pasado el tiempo suficiente para juzgarlo (pero en el caso de Twain sí). De todas formas, esta cuestión tiene mucho de subjetivo. Cuando digo que Twain es el GNA estoy emitiendo una opinión, pero sin duda otros sostienen posturas diferentes. Muchos dicen, por ejemplo, que el GNA es Faulkner. La cuestión es que el propio Faulkner reconocía la deuda que su literatura tenía con la de Twain.

Severian dijo...

Bueno, en esto coincido en un 100%, Twain es uno de mis máximos ídolos literarios.

Tuve la suerte de leer Tom Sawyer a la edad justa, siendo esa novela una de las responsables de que haya aprendido tempranamente a encontrar placer en la lectura. Eso puede sonar como una observación superficial, pero es algo que muchos de mi generación jamás encontraron, engañados por los aburridos textos utilizados en los cursos escolares, siempre creyeron que la literatura era algo solemne, burocrático y acartonado.

"Un yanki en la corte del rey Arturo" es una de las novelas más divertidas que he leído. En ocasiones me vienen a la mente algunas frases que recuerdo aún muchos años después ("Bridgeport, le pregunté. Camelot, me respondío", "no me reí, pero el esfuerzo me destrozó los cartílagos", "esa mujer tenía menos idea que un caballo acerca de como fotografiar una procesion, pero ante la duda, era muy de su estilo intentar hacerlo con un hacha").

Y no es raro que un humorista sea también un gran novelista, el humor desarma, expone crudamente lo que solemnidad permite ocultar. Tal vez venga a cuento lo que sigue: durante los años de plomo, la dictadura argentina controlaba férreamente a la prensa libre, permitiendo solamente las publicaciones adictas. En ese período, solo dos publicaciones denunciaban fuertemente los crímenes que se estaban cometiendo. Una era el Buenos Aires Herald, periódico de la comunidad británica que se edita en ingles, lo que lo mantenía a salvo de los censores militares que a duras penas sabían hablar castellano. La otra era la revista Humo(r), la cual pasaba desapercibida porque la mentalidad militar no entiende que la risa puede ser a veces muy seria. La publicidad de los crímenes cometidos hecha desde esos dos medios es una de las razones de la caida de la dictadura. Los dictadores fueron burlados por el humor, el cual nunca pudieron comprender.

En la misma línea, Mark Twain fue el fundador de la Sociedad Antimperialista Norteamericana. Sus escritos denunciando los crímenes norteamericanos en Filipinas son increibles y guardan un paralelo enorme con algunas notas de revista Humo(r), de las que probablemente hayan sido inspiración. En ningún momento pierden el humor, y usa la ironía como arma potentísima de denuncia. La Sociedad Antimperialista Norteamericana hoy puede parecer una contradicción de términos, pero tuvo su origen en el miedo de Twain de que el imperialismo terminara con la democracia yanki, transformandola en una máscara vacía. Despues de que un gobierno elegido con dudosa legitimidad llevara a ese país a una guerra imperialista en Iraq y Afganistán, es difícil no preguntarse si no tuvo razón.

RM dijo...

Lástima que Huck Finn esté prohibido en muchos institutos americanos. Acusado de políticamente incorrecto (por usar la palabra nigger; juzgan hoy al pasado con baremos de hoy), cuando el viejo Sam era un ferviente defensor de la libertad.

Jose dijo...

GNAs hay muchas: A sangre fría, los desnudos y los muertos, Manhattan transfer, Las uvas de la ira, en el camino, el ruido y la furia, me atrevería a decir que hasta el resplandor podría ser una GNA (en la cabeza no). Cada una ha aportado su granito: novela reportaje, novela mosaico, novela social, novela costumbrista; aunque algunas son grandes tostones (para mi humilde gusto).

Anónima de las 9:59 dijo...

Hay muy poquitos autores que me caigan rematadamente bien y además me emocionen hasta la médula. Mark Twain es uno. (¡Si hasta me parece guapo!).

Hace la torta de años estuve en St. Louis y allí, junto al Missisippi, en The Arch (un cacho arco junto al río), había una exposición sobre el río y sobre Mark Twain. Me compré su Autobiografía, en inglés (esa censurada, supongo), y me proporcionó risas, entretenimiento y... emoción. Mucha emoción.

Twain hablaba de un mundo que ya no existía, el de su infancia y adolescencia, el mundo del río, de cuando él iba en los barcos de grandes ruedas, de cómo se conocía cada remolino, cada banco de arena, cada "subida" y "bajada" del agua...
Y contaba eso y de los compañeros de los barcos, y de las injusticias y los dramas, y te hacía reír y llorar y casi podías oler el Missisippi.

Era un genio.
Y taaan majete.

Big Brother dijo...

Algunas de sus frases:

La raza humana tiene un arma verdaderamente eficaz: la risa.

Es mejor ser un joven abejorro que una vieja ave del paraíso.

El paraíso lo prefiero por el clima; el infierno por la compañía.

El cielo se gana por favores. Si fuera por méritos usted se quedaría afuera y su perro entraría.

Cuando era más joven podía recordar todo, hubiera sucedido o no.

Cuando yo tenía catorce años, mi padre era tan ignorante que no podía soportarle. Pero cuando cumplí los veintiuno, me parecía increíble lo mucho que mi padre había aprendido en siete años.

Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar.

Si la verdad es nuestro más preciado tesoro, bien haremos en economizarla.

Nunca he permitido que la escuela entorpeciera mi educación.

La única manera de conservar la salud es comer lo que no quieres, beber lo que no te gusta, y hacer lo que preferirías no hacer.

Y, además, protagonizó una novela de C.F. ("El mundo del rio") y descubirle en ella, como héroe literario, fué uno de los momentos felices que me ha proporcionado ese género (solo la primera de la saga, que el resto es infumable)

Jose dijo...

Y hay que ver lo buena que está su bisnieta Shania. ;P

Alicia Liddell dijo...

César, mantengo la opinión que suscribes desde hace tiempo. No he leído a ningún novelista americano con tanto entusiasmo y, sobre todo, lo he releído.
No sé que buscan los americanos de GNA cuando tienen todo un clasicazo, que se lee hoy igual de bien que hace 40 años y, supongo, que hace 150 años.
Adoro sus relatos cortos, pero como bien dices, Huck es inmejorable.
Aunque no se puede negar el humor de Twain, el trasfondo amargo, el retrato crudo, la mirada acertada y a menudo cruel sobre la sociedad es una sacudida que nos devuelve a la realidad desde una escena amable y divertida.
Estoy deseando que traduzcan sus memorias. Escuché en "El ojo crítico" que es lo más parecido a un blog actual. En ellas vierte sus opiniones más que hacer un repaso sobre lo que le sucede.