martes, junio 18

Aristocracia literaria


 
            Hace tiempo que lo sé, pero no puedo evitarlo, qué le vamos a hacer; como escritor cometo uno de los pecados más terribles que cabe imaginar: ser ameno. Y es que tildar a un escritor de “ameno” es un insulto tan grave como decir que un pintor es “decorativo”. O, al menos, eso parece.

            Lo peor de todo es que se trata de un pecado voluntario que no pienso dejar de cometer. Porque, veréis, (casi) todo escritor acaba desarrollando una “teoría narrativa” propia que es la que emplea en sus textos, y mi teoría narrativa no se centra en mí, ni en el texto que estoy escribiendo, sino en el lector y su relación con dicho texto. Es decir, no escribo para colgarme medallas con cada frase, ni creyendo que ese texto que se cuece en el Word es una obra maestra ante la que los demás deben inclinarse (y adaptarse). No, ni mucho menos; escribo pensando en el lector, procurando presentarle mi historia de la forma más eficaz, interesante y adictiva posible.

            Supongo que más de uno pensará que eso significa hacer concesiones: simplificar la trama y la estructura, renunciar a la complejidad temática, restarle matices a los personajes, abaratar la prosa... Pero no es cierto; de lo que se trata, precisamente, es de hacer accesible y seductor lo complejo. La narrativa no consiste en sumar oscuridad a la oscuridad, sino en arrojar un rayo de luz sobre las tinieblas; porque la oscuridad es monótona, mientras que la luz, además de iluminar, crea interesantes sombras. La narrativa no consiste en construir pistas americanas llenas de obstáculos, sino en diseñar toboganes, montañas rusas, trenes. De hecho, sostengo que escribir de forma oscura y árida es sencillísimo, mientras que hacerlo con claridad y garra resulta muy difícil.

            Esto viene a cuento por algo que el escritor Agustín Fernández Mallo (AFM) escribió en El Cultural y que yo he encontrado en el blog Patrulla de Salvación. Dice AFM: “Los escritores de la novela culta, es decir, el género que en el siglo XX y lo que llevamos del XXI hemos llamado literatura a secas, se quejan de que sus libros ni son consumidos por el lector ni están bien atendidos por las promociones en el mercado. Y en parte tienen razón. Pero el problema no es que se lea menos novela culta –no nos engañemos, siempre ha sido minoritaria-, sino que otra clase de escritura, antes llamada folletinesca y ahora llamada “bestsellera” le ha robado el nombre a aquella. En efecto, una de las características de la mayoría de los bestsellers es que pueden ser leídos en voz alta sin detrimento de su contenido ni detrimento de la comprensión por parte del oyente. Por eso no pertenecen al género de la novela. Una novela es un tipo de escritura sujeta a unos mecanismos de complejidad y construcción tales que impiden la oralidad, o si no la impide desde luego la hacen penosa y difícil. De modo que lo que ocurre es que se confunde el relato oral puesto por escrito con la novela. El mercado mete todo en el mismo saco. Bienvenidos sean los relatos orales puestos por escrito, y bienvenido sea que vendan millones de ejemplares porque ello permite a las editoriales seguir financiando a escritores que escriben novelas, pero desde luego tales libros tienen poco que ver con la novela”.

            De entrada, confieso que las ¿novelas? de AFM no sólo no me interesan, sino además me parecen mala narrativa (si es que son narrativa) y un recurso fácil; no obstante, y aunque no la comparta, acepto que su “teoría narrativa” tiene todo el derecho del mundo a formar parte de la literatura (que es un arte grande precisamente porque en él caben muchas cosas distintas); algo que él, por cierto, no está dispuesto a hacer con escritores como yo.

            Respecto a su comentario, creo que huelga señalar hasta qué punto es una gilipollez eso que dice sobre la oralidad. Tolstoi, Stevenson, Twain, Flaubert, Capote, Lampedusa, Mendoza, Buzzati, Steinbeck, Bradbury... las obras de estos autores, y de otros muchos, permiten la lectura oral sin el menor problema de comprensión; entonces, ¿no escribieron auténticas novelas? El Quijote o El Buscón fueron durante mucho tiempo, y a causa del analfabetismo, lecturas orales, así que, según la empanada mental de AFM, ni Cervantes ni Quevedo escribieron novelas de verdad. En fin, lo dicho: una gilipollez.

            Pero una gilipollez que tiene mucho que ver con cierta visión aristocrática de la literatura que, por desgracia, aún cuenta con un inmerecido predicamento. AFM dice que la “novela culta” (entre cuyos cultivadores, por supuesto, él se incluye) es literatura a secas, así que todo lo demás no es auténtica literatura, sino escritura folletinesca o “bestsellera”. Pero hay algo que AFM no aclara: ¿qué entiende él por “novela culta” o “literatura”? No, no lo aclara, pero del contexto se deduce que la auténtica novela, la novela realmente literaria, es aquella que está escrita de forma compleja y resulta difícil de leer. Novelas áridas, sin nada que huela ni remotamente a un argumento; novelas narradas a contrapelo, con voluntaria o involuntaria torpeza, novelas concebidas para alimentar el ego del autor, y no para el placer del lector.

            ¿Placer? Esa palabra está proscrita en el lenguaje de los talibanes de la “novela culta”. Estamos hablando de aristocracia literaria y eso implica, desde el punto de vista del “lector culto”, consumir novelas aburridas, pesadas, pretenciosas y oscuras. Porque cualquier imbécil puede disfrutar de un texto divertido, pero leer un coñazo no está al alcance de todos. Sí, cualquiera puede disfrutar de una novela divertida; ahora bien, ¿cualquiera puede escribir una novela apasionante? Me parece que no. ¿Sabría escribir AFM una buena novela “bestsellera y folletinesca”? De hecho, ¿sabe narrar AFM? Teniendo en cuenta lo que ha escrito, lo dudo mucho.

            Siempre he desconfiado de lo que es voluntaria y arbitrariamente oscuro. Creo que quien se refugia en la falsa complejidad y en las tinieblas lo hace porque tiene algo que ocultar: por lo general, su incompetencia como narrador. Decía Vázquez Montalbán que le resultaba mucho más difícil escribir sus novelas policíacas que las “literarias”. Porque contar bien una historia, narrar con oficio, es muy, muy complejo. No se trata de algo que esté al alcance de cualquier idiota con ínfulas de artista.

            En el caso de AFM, su despiste le lleva a admirar a Borges. Tanto le admira, que escribió El hacedor (de Borges) Remake, donde reproducía textos del maestro argentino. Pero es tan listo que los reproducía sin consentimiento, así que el libro fue retirado. En fin, el caso es que, dada su admiración por Borges, supongo que AFM lo considera un escritor complejo.

            Y sin duda lo es; pero la complejidad de Borges reside en la complejidad de las ideas y conceptos que maneja, no en la forma en que los expone. Muy al contrario; su precisa y elegante prosa de relojería es de una claridad luminosa. Pero si a un escritor mediocre no se le ocurren ideas interesantes y complejas, siempre puede embrollar artificialmente la apariencia de sus textos para ver si da el pego. A veces, como vemos, ese truquito funciona.

            En cualquier caso, si AFM admira tanto a Borges, quizá debería tener en cuenta dos preceptos de su maestro: 1. El peor pecado de un escritor es aburrir.  Y 2. El objetivo de la literatura es el placer.

            En lo que a mí respecta, me conformo con ser ameno. Porque según el diccionario, amenidad es la capacidad para resultar divertido, entretenido, placentero. Todo lo cual se me antoja estupendo, sobre todo si tenemos en cuenta que “divertido” no es lo contrario de “serio”, sino lo contrario de “aburrido”. Tres hurras, pues, por la amenidad. Y condena eterna para quienes conciben la literatura como una farragosa y pesada carga.

36 comentarios:

Bercebus dijo...

¡Hurra!

Tienes razón, César. Exponer ideas complejas no significa ofuscar la escritura hasta hacerla insoportable. Lo difícil es hacer las cosas sencillas pero transmitir lo complejo a la vez.

Sigue con tu estilo. Me encantó desde "El círculo de Jericó" y así seguirá siendo.

Vanbrugh dijo...

Vaya por delante que jamás había leído nada de AFM hasta este párrafo suyo que transcribes.

Otra clase de escritura le ha robado el nombre. En efecto, una de las características de la mayoría de best sellers es que pueden ser leídos en voz alta...

AFM no solo narra muy mal, por lo que cuentas, sino que escribe mal, en general, por lo que yo mismo veo. ¿A cuento de qué viene ese "en efecto"? ¿Qué hay en la segunda frase, la que así empieza, que corrobore nada de lo que decía la primera, ni que tenga siquiera que ver con ella? ¿Que una 'escritura' pueda ser leída en voz alta confirma que le haya robado el nombre a otra?

Para escribir bien hay primero que razonar bien. Si dices en serio que el texto que puede ser leído en voz alta sin detrimento de su contenido ni de su comprensión no puede, por ello, ser una novela; porque una novela es tan compleja que hace penosa y difícil la oralidad, en primer lugar estás proclamando que no sabes leer en voz alta; en segundo, que tienes serios problemas de comprensión lectora; y, sobre todo, que tu capacidad de argumentar es francamente limitada, o sea, que razonas mal y, como consecuencia, que cuando razones por escrito escribirás mal. Escribirás cosas como "en efecto" sin que vengan a cuento.

En fin, que, como decía, nunca he leído nada de AFM y, vistos los antecedentes, me esforzaré por continuar todo el tiempo que pueda en esa feliz situación.

Anónimo dijo...

Un buen "¡Zas! ¡En toda la boca!" para AFM.

Me sumo a los hurras por la amenidad.

¡Hurra!

Ximo

Anónimo dijo...

Se trata de la vieja polémica a raíz de la cual ya tuvieron sus más y sus menos Arturo Perez-Reverte y Francisco Umbral y que dio lugar a unos muy jugosos artículos por parte del primero.

La verda es que lo escrito por AFM me parece de una tal soberana estupidez que no merecería la pena ni comentarlo pero... no sé, yo estudié literatura en la universidad y a mí creo que me enseñaron que el auge de la novela como género literario se produce en el siglo XIX gracias a autores como Dickens, Flaubert, Dostoyevski... ¿y acaso lo que escribían estos autores no eran folletines? ¿acaso no se leían en voz alta? ¡Si hasta el propio Dickens hacía lecturas públicas de sus obras en los teatros! Claro que, seguramente, para el ínclito AFM, estos autores no sean auténticos novelistas sino escritoruchos de medio pelo. Menos mal que llegó él para aclarárnoslo. Desde luego, ser ignorante es malo pero, encima, presumir de la propia ignorancia...

Rickard

Anónimo dijo...

Por cierto que la gilipollez supina de AFM está a la altura de otra que leí hace poco de Andrés Trapiello. Dice así:

"Me gusta pasármelo bien leyendo, pero no leo para pasármelo bien. Y si al final de un libro sólo me lo he pasado bien, aborrezco ese libro (como un pájaro el nido) y me aborrezco yo".

El párrafo lo cita el también ínclito Fernando Sánchez Dragó en su blog de "El Mundo" donde apostilla:

"La frase de Trapiello, que no suscribo en su literalidad, aunque sí en su arremetida contra quienes creen que la máxima función de la literatura es la del entretenimiento, me lleva a pensar en qué es lo que en la vida -en mi vida- más aborrezco."

Menos mal que ahí están ellos para decirnos cual es la máxima función de la literatura. ¡Qué sería de nosotros, pobres lectores, sin sus libros!

Rickard

Anónimo dijo...

Como me dijeron el primer día en un cursillo de guión: El primer mandamiento de este oficio es "No aburrirás a tu prójimo".

Anónimo dijo...

Los dos artículos de Pérez reverte a los que hacía alusión antes son los titulados "Sobre Borges y gilipollas" (y es curioso que vuelva a salir a colación Borges) y "El muelle flojo de Umbral". Ambos son fácilmente accesibles a través de la red.

Los recomiendo encarecidamente.

Rickard

César dijo...

Bercebus: Muchas gracias, amigo mío. Procuraré no defraudarte.

Vanbrugh: Tienes toda la razón. Y haces muy bien en mantenerte alejado de la obra de AFM, porque es una bobada aburrida.

Ximo: Veo que no solo nos une el "hurra" por la amenidad, sino también la admiración por ese gran personaje que es Sheldon Cooper.

Rickard: Yo creo que, en el fondo, cuando escribe esa chorrada sobre la oralidad, AFM tiene en la cabeza (como la mayor parte de los "autores cultos") a Faulkner. Y, en efecto, la comprensión oral de un texto de Faulkner, con esos desmesurados párrafos atiborrados de frases subordinadas, es casi imposible. Pero es que, con esa escritura laberíntica que a mí me irrita profundamente, también resulta muy difícil seguir el hilo de sus textos sin dar frecuentes marchas atrás. No voy a ponerme a criticar a Faulkner, pero es absurdo presuponer que toda la buena literatura ha de ser de ese estilo.

La gilipollez de Trapiello es una muestra más de hasta qué punto es elitista nuestra palurda aristocracia literaria.

Anónimo de las 12:43: Un mandamiento que merecería estar escrito con letras de oro.

César dijo...

Rickard: He leído los dos artículos; había oído hablar de ellos, pero no los había degustado. Dejando aparte la chulería de Pérez Reverte -que me irrita-, hay que reconocer que tiene más razón que un santo. Umbral era un impresentable y un pésimo novelista.

Hay algo que señala Reverte que a mí también me sorprende. Muchos escritores españoles se confiesan discípulos de Borges, pero cuando lees lo que escriben sólo cabe pensar que, por muy discípulos que sean, no han aprendido nada.

Un lector cualquiera dijo...

Es curioso,recuerdo un artículo de Gunter Grass, un escritor con fama de difícil (aunque a mí lo que he leido de él me parece divertidísimo),donde defendía la oralidad y el acto de leer en voz alta.
Distinguir a estas alturas entre literatura "divertida" y literatura "de verdad"... Las "Apostillas al nombre de la rosa" de Eco ya tienen casi treinta años. Otra cosa es decir que muchos best-seller son infraliteratura, lo que es verdad, pero no se puede meter en el mismo saco todo lo que sea "ameno".
Un autor verdaderamente experimental y transgresor como Thomas Pynchon lo mismo hace una novela tan(pero tan,tan) difícil como "El arco iris de gravedad" que un ejercicio de género como "Vicio propio". Y tengo entendido que a Joyce le gustaba Conan Doyle.

Anónimo dijo...

Siempre he creido que la clave sobre lo que, en esencia, es un novelista la dieron los aborígenes de Samoa cuando decidieron bautizar a Robert Louis Stevenson como "Tusitala" que significa "El que cuenta historias". Y lo demás son zarandajas.

Rickard

Luis M. Rebollar dijo...

Menos mal; a medida que leía la cita de AFM se me estaban ocurriendo todas las ideas que expones después.

Lo que le pasa a AFM es que distingue entre tésis (complejidad) y antítesis (amenidad) sin darse cuenta de que el meollo de la literatura es una síntesis de ambas ya desde el principio, y como ejemplo demoledor tenemos a quien se puede decir que empezó dicho meollo, Cervantes. Es todo lo literariamente complejo que se quiera, y encima ameno como pocos. Y los ejemplos que comenta Rickard son otro tanto de escritores que hacen ambas cosas; la síntesis.

O al menos esa es mi teoría literaria.

Y ya que estamos, César, ¿qué opinas tú de esa moda sobre la muerte de la novela que tanto le gusta predicar a Goytisolo?

Y un pequeño apunte sobre la oralidad: en varias ocasiones me ha llegado la misma curiosidad sobre personas que no encontraban a Tolkien totalmente de su gusto hasta que lo leían en voz alta y entonces alucinaban; en inglés, se entiende. Resulta qeu el viejo profesor de literatura medieval trataba de emular la oralidad de una época en que la narración era de transmisión oral, y lo logró.

whorules dijo...

Buenas tardes, César y compañía:
Opiniones tales como las del señor Fernández Mallo, que discriminan entre la buena y mala literatura (cine, tebeos, música...) son las que luego nos condicionan a hablar de "placeres culpables".
¿Por qué debería sentirme culpable o avergonzado por leer una novela de Clive Cussler o de Preston & Child en lugar de Kundera o Joyce? ¿Le hago daño a alguien -que no sea yo mismo- por ello? No me molesta lo que lean mis amigos, pero sí me importa, porque a veces sus recomendaciones me han hecho ver cosas que vosotros no creerías... Es un proceso de retroalimentación multidireccional que nos enriquece, como lectores y como personas.
Yo no puedo leer siempre el mismo tipo de libros, de la misma manera que no puedo comer siempre el mismo plato: me resulta empalagoso, me harta, me embota, me aburre.
Mis gustos son variados, y doy gracias por ello, ya que expanden mis horizontes y me enriquecen.
Aunque algunas (bastantes) veces me haya equivocado, eso no es negativo, de los errores se aprende.
El señor Fernández Mallo tiene todo el derecho a expresar sus opiniones, y yo defendería que pudiera expresarlas si llegara el caso, pero no las comparto.
Leo para aprender, para ver el mundo con otros ojos, para olvidar y para recordar, y, sobre todo, para divertirme. A veces todo en el mismo libro, otras no.
Mejor que nadie me diga qué tengo que leer, prefiero elegirlo yo, que ya sé equivocarme solo. Lo he hecho muchas veces y seguiré haciéndolo lo que me reste de vida.

Rikard: Tienes razón. Tusitala... Ése sí que es un buen nombre para un Narrador.

Saludos

Rubén Soto de Roa dijo...

Ameno y muy elocuente artículo, César. Basta decir que AFM no podría escribir uno similar ni en cinco vidas. Probablemente dentro de 100 años nadie le conocerá, pero se seguirá conociendo y reconociendo a Verne, Stevenson, Bradbury, Wells, Conan Doyle, Mendoza,......................

Rubén Soto de Roa dijo...

Ameno y muy elocuente artículo, César. Basta decir que AFM no podría escribir uno similar ni en cinco vidas. Probablemente dentro de 100 años nadie le conocerá, pero se seguirá conociendo y reconociendo a Verne, Stevenson, Bradbury, Wells, Conan Doyle, Mendoza,......................

Anónimo dijo...

Sinceramente creo que se puede disfrutar de ambos tipos de novelas, y posiblemente todos lo hagamos. Cuando leí El Misterioso caso Savolta de Mendoza siendo un crío aluciné…el lenguaje era como el nuestro, pero la complejidad estructural era evidente…al principio estaba perdido, pero cuando empecé a ver por dónde iba reconozco que me encantó…así como Beatus Ille de Muñoz Molina, otra obra de texto accesible pero de gran complejidad estructural. En mi opinión una cosa es la estructura y otra el lenguaje empleado. Toda estructura es válida, desde una clásica presentación – nudo y desenlace (posiblemente el 95% de los autores siguen escribiendo así) a otra que funciona con flashbacks, narrativa interna etc… obviamente ésta última es más complicada, y no cualquier lector se la traga (y uno depende del día y las ganas). Esta última, por eso mismo, quizá mercantilmente tiene menos éxito popular, lógico…pero no creo que debamos juzgar juzgarla mejor ni peor. A la postre, que una novela sea mejor o nos guste más es un compendio de sumas de: personajes, ambientación, lenguaje, estructura, y más cosas (hasta como la pillemos)…Otra cosa es el lenguaje rebuscado y tal…pero eso tampoco hace una buena novela en mi opinión. Yo no he leído a ese señor (AFM)…pero posiblemente se escude en un lenguaje rebuscado, y tras un prurito de nobleza basado en la búsqueda de adjetivos curriquerescos (la informática y el software nos lo ha puesto en ese sentido fácil, ya no tiene ni mérito).
El problema a mi ver es mercantil, es que debe de joder que uno escriba algo con ciertas ínfulas (hasta malo incluso) y que otro te adelante en fama, ventas, etc…de ahí las críticas a las primeras obras de reverte, a las de Dan Brown (al margen de que sean mejor o peor). Pero así es el mercado… tb está la opción de escribir lo que te de la gana, sea como sea, y aceptar que no te comas un colín, pero seas feliz con tus criaturitas literarias…aunque no gusten a nadie…

Mazarbul

César dijo...

Mazarbul: En realidad no se trata de la estructura ni del lenguaje. Por mi experiencia, los lectores, aunque sean inexpertos, acaban pillándole el punto a casi cualquier estructura narrativa, aunque sea muy compleja. Siempre y cuando esté bien hecha.

Tú mismo dices que leíste "La verdad sobre el caso Savolta" siendo un crío y te gustó, pese a su compleja estructura. Porque es una novela excelentemente narrada y en sí misma contiene las claves para guiarte por el laberinto. En cuanto al lenguaje, para eso están los diccionarios, aunque estoy de acuerdo en que esos autores que usan un léxico muy rebuscado resultan cargantes.

A lo que me refiero es a poner obstáculos innecesarios. Por ejemplo, "Capricho", de John Fowles, comienza describiendo a lo largo de tres larguísimas páginas a un jinete cruzando un paisaje. Puede que fuese una descripción estupenda, hermosa y lírica, pero narrativamente era un disparate. Son ganas de tocarle las narices al lector. O esas novelas llenas de introspecciones poco interesantes y/o repetitivas que lastran el ritmo. O esos narradores que, de repente, se ponen a hacer filosofía inoportuna y barata. O esas novelas que no narran nada, que carecen de historia, fiándolo todo al estilo de la prosa; lo cual está muy bien si tienes la prosa de un García Márquez, pero muy pocos la tienen.

En cuanto al lenguaje, tenemos esos textos a lo Faulkner, que amontonan oraciones subordinadas formando frases laberínticas. Muchos representantes de nuestra "novela culta" le imitan, pero a mí me parecen malabaristas que cada vez mantienen más pelotas en el aire. No le quito mérito (el mérito del malabarista), pero esa forma de escribir, si no eres un genio, resulta confusa y lastra la narración. A esa clase de cosas me refiero.

En cuanto a lo que ha escrito AFM, la "Trilogía Nocilla", son libros compuestos en forma de collage sumando fragmentos de historias y textos diversos.

Anónimo dijo...

La Trilogía Nocilla es, al fin y al cabo, un buen libro para tener en el retrete. Perfecto para leer 2 minutitos, lo abras por donde lo abras, mientras tratas de aflojar los esfínteres. Quizá un nombre más apropiado hubiera sido "W.C. Experience". No nos engañemos, este tipo de literatura también presta un buen servicio a la humanidad, pues convendréis conmigo en que cagar a gusto es un placer.


Mr. Letrinas

César dijo...

Mr. Letrinas: Pues no te falta razón. De hecho, soy un firme partidario de la "literatura de retrete". Quizá desde ese punto de vista deba replantearme la magnitud de la aportación de AFM a la literatura mundial. Aunque no estoy muy seguro de que a él le gustase esa clase de aproximación a su obra...

César dijo...

Luis M. Rebollar: Perdona, había olvidado responderte. Verás, eso de la muerte de la novela es algo que vengo escuchando periódicamente desde hace por lo menos cuarenta años. Y la novela sigue vivita y coleando. Lo que pasa es que ciertos tipos de novela, en efecto, están en decadencia. Sobre todo en lo que respecta a eso que tontamente se denomina "novela culta". Por ejemplo, la escuela de Benet, que tan influyente fue durante los 70 y 80, está ahora en clara recesión. Afortunadamente.

Pedro dijo...

Cesar, en mi condicion de aprendiz de escritor tengo una duda que carcome mi mente: Como puedo escribir una novela larga(para mi largo es 80 paginas en word)sin perder la ilusion inicial.??

César dijo...

Pedro: Me parece que no te va a gustar mi respuesta, amigo mío: no se puede. O, al menos, yo no puedo. Hay una frase que explica muy bien esto: "Una novela se empieza a escribir con el corazón, y se acaba con el cerebro".

A mí la ilusión me dura media novela (como estoy más entrenado que tú, eso son ciento y pico páginas). Cuando llego más o menos a la mitad del texto, comienzan a aparecer las dudas (¿no será una mierda esto que estoy escribiendo?). Al legar a los dos tercios del texto aparece el cansancio, las ganas de acabar de una vez, y una leve depresión. Y al acercarme al final estoy convencido de que lo que acabo de escribir es la mayor mierda de la historia de la literatura mundial.

¿Cómo se supera eso? Pues confiando en que los planes que habías hecho antes de que te entrase la depre sean correctos, y utilizando la cabeza y el sentido común. Y con mucho tesón, claro.

Pedro dijo...

Guau...

Gracias.

Anónimo dijo...

A sinceridad no te gana nadie, César. se agradece el comentario para los escritores aficionados...la montaña es igual de alta para todos...(si fueras un AFM cualquiera te hubieras tirado 300 paginas hablando de lo guay que eres y como el dios de la sabiduría te tocó de pequeño)...
Muchas gracias
Mazarbul

Breogán Riveiro dijo...

Joder, César, que bien lo has dicho. Un aplauso enorme desde aquí.

Siempre recordaré a aquel profesor que me presentaron, resulta que sus alumnos habían leído un libro mío. ¿Les gustó? -pregunté, y parece que esa pregunta (para mí fundamental) le molestaba.
-Sí, claro, es una cosa facilita de leer -respondió con desprecio.

Y pensar que un imbécil así le podía dar clase a mis hijas me quitó el sueño durante días.

La Vieja Piragua dijo...

Totalmente de acuerdo con lo que dices. Por otra parte, el tipo de literatura (artificial, fatua y pagada de sí misma) que hace AFM me repatea, como me repatean también en otro sentido los agoreros que anuncian incansables el fin de la novela. Lo curioso es que algunos de ellos son buenos novelistas que, en el colmo de la incoherencia, siguen publicándolas.

La Vieja Piragua dijo...

Por cierto, buenísima la respuesta que le das a Pedro. No se puede explicar mejor.

César dijo...

ith: Yo también odio eso, que porque algo sea sencillo de leer (porque está bien narrado, digo yo) algunos crean que carece de interés. En el fondo es como elegir un vino cuando no sabes de vinos: escoges uno que sea caro. Pues con las novelas igual: si son difíciles de leer y aburridas, entonces es que son buenas. Y viceversa, claro. Cuánta tontería...

La vieja piragua: Lo de la muerte de la novela ya es un aburrimiento. Estoy deseando que llegue la muerte de la muerte de la novela.

Anónimo dijo...

Hola, César, soy Mustapha Bousakla, no sé si te acordarás de mí. La cuestión es que acabo de leer tu espléndido texto, y tengo que pedirte perdón por una cosa: ¡dije que tus novelas eran amenas! Ya sabes, en un email que te envié... Así pues, mis más sinceras disculpas, César. Para excusarme sólo te puedo decir que «no lo sabía». Espero que aceptes este pretexto, pues a mí me parece muy real, ¿no?

César dijo...

Mustapha: No tienes que excusarte por nada, amigo mío. ¿Me consideras ameno? ¡Genial! Me encanta ser ameno :)

DANNY dijo...

Totalmente de acuerdo con usted... perdón, contigo, César.

turnodetinta dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
turnodetinta dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
turnodetinta dijo...

Decir "todo lo que queremos" con pocas palabras es un valor añad,ido que todo lector agradece ; don Cesar no te he leído pero si eres ameno voy a pasearme por tus líneas. Por cierto, me encanta Chejov, breve, muy breve, sencillamente genial.

Montserrat dijo...

Será porque pertenezco al vulgo, plebe, pueblo... por lo que la aristocracia me resulta rancia.
Tus libros son un placer, César.

Nora

Joaquín dijo...

Como administrador de un portal de literatura para leer en voz alta, te extiendo la alfombra roja, amigo César.
¡Bravo!