miércoles, julio 10

Ladrones de mentes



            Supongo que uno de los síntomas de hacerse viejo es cuando empiezas a notar que estás rodeado de marcianos. O, mejor dicho, cuando tienes la sensación de que las personas que te rodean se comportan como marcianos. ¿Habéis visto La invasión de los ladrones de cuerpos? Me refiero a la primera, la dirigida por Don Siegel (las otras van de lo mismo, pero prefiero la versión original). La historia transcurre en Santa Mira, un pequeño pueblo de Estados Unidos donde, de repente, algunas personas empiezan a comportarse de forma extraña. En apariencia son las de siempre, pero se comportan con gran frialdad, como si carecieran de sentimientos. En realidad, se trata de una invasión alienígena. Esporas procedentes del espacio se convierten en enormes vainas en cuyo interior crean copias idénticas de los terrestres. Copias que sustituyen a los originales, aunque sin pillarle mucho el punto a eso del trato social.

            Bueno, pues esa es la sensación que tengo: que la gente a mi alrededor está siendo sustituida por alienígenas que se comportan de forma extraña. Y tengo pruebas. Por ejemplo, el otro día estaba en El Corte Inglés y subí en uno de los ascensores. Dentro íbamos una señora de unos 70 tacos, yo y siete personas más. De pronto, la anciana se echó a reír y dijo: “¡Todos están con el teléfono móvil!”. En efecto, siete pasajeros del ascensor estaban inclinados sobre sus móviles, manipulando –tiki-tiki-tiki- el teclado. Tan solo la anciana y yo no lo hacíamos. El hecho de que esos siete pasajeros fueran sensiblemente más jóvenes que la anciana y yo, podría arrojar cierta luz sobre el asunto, pero no solo es una cuestión de edad, sino también de sentido común. El comportamiento de esos siete tipos, visto con frialdad, era cuando menos extravagante.

            Y no se trata de nada inusual, ni mucho menos. Cuando vas por la calle, ves a un montón de gente caminando con el móvil en las manos, hipnotizados por la pantalla. O ves parejas en un restaurante, cada uno con su móvil, sin hablar (a veces me pregunto si no estarán comunicándose a través de WhatsApp). O te sientas a charlar con un amigo que siempre tiene el móvil a mano y no para de consultarlo. Demonios, hasta en mi propia familia ocurre. Mi hijo mayor está siempre con el móvil, a cualquier hora, en cualquier momento, incluyendo las comidas y las cenas. Y mi querida Pepa, siempre pendiente de e-mails de curro cuando estamos de vacaciones.

            ¡Socorro, los alienígenas nos rodean y están robando nuestras mentes!

            Permitidme exponer mi punto de vista. Como aficionado a la ciencia ficción, me fascina la tecnología; pero como romántico desconfío de ella. Por ejemplo, a los dos minutos de probar por primera vez un procesador de textos, supe con absoluta certeza que era la mejor herramienta para escribir jamás inventada, la herramienta que iba a utilizar el resto de mi vida. Sin embargo, añoro el sonido del tabaleo de los tipos contra el papel, y me encantan estéticamente las viejas máquinas de escribir, mientras que los ordenadores, como objetos, me parecen una mierda.

            Cuando los teléfonos móviles comenzaron a generalizarse, desconfié automáticamente de ellos. ¿Un aparato que me permitía estar siempre localizable? Qué intrusivo, cielo santo; yo no quería eso. La mayor parte de las veces lo último que deseo es que me localicen. Así que tardé mucho en tener un móvil; y si lo tuve fue porque Pepa no solo insistió, sino que además me regaló uno, un enorme Motorola con antena que no cabía en ningún bolsillo.

            En fin, no voy a negar las ventajas de la telefonía móvil, así que cuando esos artefactos redujeron su tamaño me acostumbré a llevar siempre uno encima. Ahora tengo un Nokia Lumia 900 (porque me lo han regalado). Pero, ¿es un teléfono? Yo diría que no. Todos los móviles que había tenido hasta ahora partían de una configuración inicial de teléfono, desde la cual se podía acceder a otras prestaciones. Sin embargo, el Lumia parte de una configuración inicial donde se despliegan distintas opciones, una de las cuales es la de teléfono.

            ¿Qué pueden hacer los móviles ahora? Son teléfonos, relojes, despertadores, agendas, gestores de correo electrónico, GPS, consolas de juegos, cámaras fotográficas y de vídeo, grabadoras de sonido, reproductores de música, Office, calculadoras, guías de turismo, calendario, videoteléfonos, terminales de Internet… y un montón de cosas más. Pero, ¿eso es un teléfono? No; es una maravilla, un milagro.

            No obstante, los seres humanos siempre nos las arreglamos para convertir las maravillas en algo que oscila entre lo absurdo, lo patético y lo perverso. Ahí es donde intervienen las redes sociales. Porque, ¿qué creéis que hace todo el mundo tiki-tiki-tiki a todas horas con los puñeteros móviles? Pues, la mayor parte de las veces, andar trasteando por las redes sociales.

            A mí, Facebook siempre me ha parecido un coñazo. Muchas veces me decía a mí mismo que debía meterme ahí, abrir un perfil o lo que sea, porque ahí estaban mis lectores, pero me daba una pereza enorme. Me preguntaba: ¿qué puede hacer Facebook por mí? Y la respuesta era, y es, un enorme NADA. En cuanto a Twitter, me parece una gilipollez cuya magnitud sólo puede medirse en parsecs. De hecho, me saca de quicio cuando en los informativos de la radio se menciona Twitter como fuente de opinión, como si esas opiniones no fueran más que las creadas y dirigidas por un amorfo grupo de frikis pirados que harían mucho mejor buscándose una novia e intentando echar un polvo, que perdiendo el tiempo todo el día en Internet. (NOTA: Aclaro, porque un merodeador así me lo ha hecho ver, que no me refiero a todos los usuarios de Twitter, sino sólo a aquellos que dedican muchas horas de su vida a controlar e influir en el tráfico de twitts, sea por intereses político/socio/comerciales, o porque son unos frikis pirados).

            Tuve la maldita idea de meterme en Linkedin, porque mi sobrina me mandó un mensaje invitándome a enlazarme con ella. Acepté y ahora no paran de llegarme mensajes de absolutos desconocidos que, o bien actualizan sus perfiles, o bien quieren incorporarme a su lista de contactos, no sé yo muy bien para qué. Un día de estos tengo que darme de baja.

            No penséis que soy tecnófobo; a fin de cuentas, ahora mismo estáis en mi blog. Porque un blog hace algo por mí, cumple una función. Pero las redes sociales son una aburrida pérdida de tiempo. Ah, claro, pero es que los blogs ya no están de moda… Pues cojonudo, porque eso de las modas me parece pura esclavitud; hacer algo porque lo hace todo el mundo, y porque si no lo haces estás fuera, no formas parte de la panda.

            ¿Qué sube la gente a Facebook, qué twitea, qué mensajes se manda? En el 90 % de las ocasiones, chorradas. ¿Cuántas llamadas telefónicas son innecesarias? La inmensa mayoría. ¿Cuántos e-mails se envían sencillamente porque es gratis enviarlos? Innumerables. ¿Por qué quiere la gente estar constantemente conectada, tener miles de amigos virtuales? ¿Acaso creen que así van a aplacar la soledad de sus corazones? ¿Confían en que sumándose a una red de comunicaciones digitales van a conseguir, por fin, formar parte de algo? ¿O es puro aturdimiento, la repetición mecánica de una tendencia social?

            O son los aliens, claro; que nos roban, no los cuerpos, sino las mentes, y no adoptando forma de vainas, sino de teléfonos móviles. Esos artefactos cambian a las personas, les roban el alma y la identidad. Porque estar todo el día tiki-tiki-tiki con el móvil es lo mismo que no estar. Es no ver el paisaje que te rodea, no disfrutar de la persona que tienes a tu lado, no sentir la vida.

            A veces pienso que la mayoría de las personas tenemos vidas tan vacías que necesitamos llenarlas con cualquier cosa; con twitts estúpidos y mensajes inútiles, con amigos virtuales que ni siquiera conoces, con información superficial, intrascendente o falsa, con videos gilipollas en YouTube, con gatitos digitales y toda esa morralla.

            Aunque, claro, también puede ser que ya nos hayamos convertido en marcianos.

           

32 comentarios:

Anónimo dijo...

Las personas buscamos socialización innata, César. Lo necesitamos.

Necesitamos ese ruido, ese feedback, ese "conocimiento" disforme y disperso del que entresacar información útil aunque sea a trompicones tanto como sensación de contacto con el entorno.

Tu opinión al respecto de Twitter ha sido un arrebato que te reportará más mal que bien. Te recomiendo que aproveches y lo matices o rectifiques ahora que apenas van dos horas desde que lo has publicado. Añádele un paréntesis o algo, hombre. Estás insultando a muchos lectores que quizá usen twitter (servidor no, pero lo he revisado y el mero hecho de poder deshogarse en él ayuda a la gente).

En el mundo necesitamos esa supuesta "basura" como necesitamos pasear, leer ficción, comer platos diferentes, hacer chistes estúpidos con los amigos o en general "desperdiciar" el tiempo de asueto. Forma parte del proceso de reconstrucción mental y calibración necesaria. Puede que el efecto aparente sea el de "menuda sarta de chorradas informales, no?", pero el efecto interno es el de liberación, evasión, desahogo de nuestra capacidad de control sobre el ambiente...

Lo malo, y creo que de ahí te ha surgido el calentón, es que hay gente que no sabe controlar tal condicionamiento instrumental. Les adicciona y pierden el respeto al resto de los presentes o la saludable tendencia a centrarse en más cosas y mejor repartidas. Eso, en todo caso, es un indicio de carencias que necesitan llenar, y eligen la más evasiva e inmediatamente satisfactoria que existe. Piensas que acuden a esos sitios porque son moda? Más bien, porque acude la gente, pasan a convertirse en moda. A partir de ahí pasan a convertirse en un círculo vicioso de los medios, como el esfínter de Pedro J. Ramírez. Porque lo que les importa es que ahí hay una concentración masiva de especio muestral, de interacción, de opiniones, de sociabilización innata. Y así, logrando satisfacciones instantáneas, en algunos casos, a veces bastantes, descuidan el entorno que aporta menos de ellas. Lo fácil llama, y más si se trata de una biblioteca de Babel infinita como es internet, donde con un click tienes todo lo que quieras al instante.


Te solicito cordialmente, por tu bienestar, que no por el mio, que rectifiques de alguna forma el párrafo de twitter para que no redunde en perjuicio tuyo. Yo te he dado el beneficio de la duda y lo he atribuido al calentón, pero mucha gente no lo hará y te harán pagar por ello.

Santi

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Ahora que acabo de leer tu post, César, pienso que soy muy afortunado en no tener ningún cacharro de esos de última tecnología, pues te aseguro que estaría enganchado a él todo el día —tal como me pasaba con la Play—. Y en cuanto a las redes sociales, no tengo ni pajolera idea de por qué me he hecho un facebook. A lo mejor, al ver que todos tenían uno, yo también quise tener uno, para no sentirme segregado. Pero ahora sé que es una estupidez. Total, ya no lo uso.

No obstante, todos debemos reconocer que la tecnología puede tener grandes ventajas y facilitarnos mucho la vida, siempre y cuando se utilice debidamente, claro.

Anónimo dijo...

Hombre, tampoco creo que te vaya a pasar nada malo por decir que Twitter es una gilipollez pero si que demuestra, a este respecto nada más, un gran desconocimiento.

Twitter, como muchas otras herramientas que proporcionan las TICs puede servir para muchas cosas o para nada, puede ser una gilipollez o una herramienta muy útil.

Yo lo suelo usar de forma habitual en mi trabajo y también en mi ocio y me resulta una herramienta muy útil, la que más, en cuanto a difusión y a compartir información, sobre todo en mi ámbito laboral.

Todo depende de quién lo use y para qué lo use. Después de todo, ya conocéis el famoso aforismo de Sturgeon también conocida como "Ley de Sturgeon": "el noventa por ciento de todo es basura" que, aplicado al género humano vendría a ser "el noventa por ciento de la gente es gilipollas" (y lo peor es que, a veces, yo también estoy entre ellos).

Vamos, que estoy totalmente de acuerdo con la ley de marras, que vendría a explicar parte de lo que dices en tu nuevo post, César.

Rickard

whorules dijo...

Saludos, César:

Es el signo de los tiempos: La incomunicación y la soledad multitudinaria. Cada día es más difícil entablar relaciones cara a cara.
Es enervante, ya sea en el trabajo o en reuniones sociales, contemplar a la mayoría de las personas más atentas a que el cacharrito última generación pite o vibre -a algunas se las ve ansiosas de que lo haga, como un yonqui esperando su dosis-, que a interactuar con otros seres humanos de carne y hueso que están junto a ellos.
Además, cada vez que esto sucede, esas personas sufren una compulsiva necesidad de responder al instante, como si la existencia del Universo mismo dependiera de ello. Vamos, ni los perros de Pavlov, sufrieron un condicionamiento mayor.
Muchos ni son conscientes de lo que hacen. Han interiorizado tan profundamente esa conducta como positiva y adecuada que se sorprenden si tú no la sigues, y antes de darte cuenta te has convertido en el paria y el raro. De ahí a insultarte, amenazarte o actuar contra ti porque te ven como una amenaza, cada vez resta menos.
No creo que la tecnología en sí misma sea el problema. Todos esos cachivaches son muy útiles -ya me hubiera gustado a mí tener internet y ordenadores cuando estudiaba-, pero, en general, están infrautilizados.
También hay que contar con que el poseer (o ser poseído por) uno de esos cachivaches último modelo confiere un status socioeconómico y tecnológico. Si eres capaz de gastar la pasta gansa que cuesta -no sé si la vale- un iphone, exteriorizas tu posición económica y que no eres un atrasado, un dinosaurio tecnológico, estás en la onda.
Desde luego no creo que sea en absoluto beneficioso el virtualizar cada vez más las relaciones sociales, antes llamadas relaciones humanas. Un ser humano está compuesto de palabras y olores, expresiones y gestos, actos e inacciones, sonrisas y lágrimas, no todas amargas. No puede ser reducido a unos píxeles iluminados en una pantalla. Me niego.

Saludos

Anónimo dijo...

De todas formas, yo también me confieso culpable de ser uno de esos que a veces está en el autobús o en el ascensor enganchado al móvil mirando el whatsapp o el apalabrados y no es raro verme al lado de mi mujer yendo de compras yo leyendo en mi e-reader totalmente enfrascado mientras ella mira ropa. Sin embargo a mi esa estampa que comenta César me provoca más bien cierto asombro (me da la impresión de pronto de estar inmerso en ese mundo futurista un poco huxleyano que pensábamos que nunca llegaría) y cierta hilaridad.

De todos modos tampoco creo que sea nada para preocuparse: signo de los tiempos o, como ya dijeron los romanos, "O tempora, o mores". Yas veis, nada nuevo bajo el sol.

Signo también de que nos hacemos mayores.

Rickard

Jarl-9000 dijo...

Ante este post sólo puedo hacer una cosa: Aplaudir.

Me siento totalmente identificado con lo que se cuenta en él. No estás solo. Pero estamos en extinción. Y cuando no están con el móvil, están liados con el reproductor de mp3 (o lo que sea que se use ahora). Yo, personalmente, si voy en el autobús o espero en una cola, prefiero ponerme a pensar en mis cosas. Y sí, también escucho música, pero en mi mente.

El otro día acabé "Soy Leyenda". ¿Será que, como en el libro, soy yo el bicho raro?

Respecto a lo de robarnos la mente: Hay un capítulo de Doctor Who (puede que varios) en el que se ve algo parecido.

whorules dijo...

Saludos de Nuevo, César:

Perdón por cambiar de tema, pero he terminado La isla de Bowen. Era lo que esperaba, una gran novela de aventuras amena y disfrutable por cualquiera que la lea, aunque creo que los que sean más jóvenes no captarán algunas de las influencias que la impregnan y se perderán parte del placer de su lectura.
Parte de esas influencias que nombras en la nota final son claras -Verne, Wells, King Kong-, otras más sutiles -Clarke, Perdidos- y otra no la esperaba -Tintín-, me cogió por sorpresa.
Pero, corrígeme si me equivoco, he creído notar también como influencia a Stanislaw Lem, sobre todo en la parte de la dificultad de comunicación, a pesar del uso de tecnologías avanzadas, entre dos tipos de inteligencias. ¿Es posible o puede que sea sólo una falsa impresión por mi parte y que me esté dedicando al onanismo mental?

Gracias por atenderme.

Saludos.

César dijo...

Santi: Es verdad, tal y como había escrito la frase parecía que me refería a todos los usuarios de Twitter. Ya está aclarado. De todas formas, eso de "Te harán pagar por ello" suena a amenaza mafiosa.

Por lo demás, por supuesto que los humanos somos gregarios y necesitamos la compañía de nuestros semejantes. Pero precisamente ahí está el problema. Las redes sociales pueden ser un complemento de la socialización, o un sucedáneo. Si son esto último (y en muchos casos lo son), entonces quizá puedan reconfortarte momentáneamente, pero a la larga sólo servirán para aumentar el vacío interior.

Como dice Juan Constantin, los seres humanos no podemos ser reducidos a píxeles en una pantalla. La relación con las personas no sólo es verbal, sino mucho más amplia, pues en ella interviene el oído, la vista, el tacto, el olfato y, en relaciones muy íntimas, el gusto. Tú puedes estar junto a alguien sin hablar, y disfrutar de su presencia; ¿cómo se hace eso por móvil? Las relaciones humanas auténticas son cara a cara; lo demás es, en el mejor de los casos, un complemento, y en el peor un sucedáneo.

Los móviles son una maravilla, y seguro que las redes sociales pueden cumplir una función positiva. Siempre y cuando no se conviertan en una obsesión y no se confunda lo virtual con lo real. La relación de mucha gente con sus móviles, y con las redes sociales, sólo puede definirse como "adictiva". Y cualquier adicción es chunga.

Mustapha: Cierto, no estoy en contra de la tecnología, sino de los usos perverso de la misma.

Eres muy lúcido, amigo mío. Sigue así.

Rickard: Como seguro que comprendes, no critico la tecnología, sino su mal uso.

Juan Constantin: Me entran ganas de ir a un notario para dejar constancia de lo totalmente de acuerdo que estoy contigo.

Respecto a "La isla de Bowen", me alegro mucho de que te haya gustado. Creo que tienes razón: un adulto puede disfrutarla más que un joven. Respecto a las influencias, la de Tintín no es tan extraña. Siempre se ha dicho -aunque Hergé lo negaba- que las aventuras de Tintín están influidas por Verne. Al ser yo fan de Tintín y escribir una novela inspirada en Verne, es lógico que las influencias se mezclasen. Si te fijas, hay cierto aire de familia entre Zarco y Haddock. Y también puedes percibir ese aire familiar en el álbum "La estrella misteriosa".

En cuanto a Lem, ahí me temo que no, al menos de forma consciente. Ten en cuenta que el tema de la comunicación, o incomunicación, con otras especies inteligentes es un clásico de la ciencia ficción. Por otro lado, la novela no solo plantea la pregunta de si es posible la comunicación, sino también otra aún más básica: ¿qué es la inteligencia y cómo puede reconocerse?

Jarl9000: Sí, me temo que somos una especie en extinción. De todas formas, hay esperanzas: Mi hijo menor, Pablo, de 22 tacos, no solo no es un obseso del móvil, sino que además adora leer en papel y es deliciosamente analógico.

Begoña Argallo dijo...

Paso mucho tiempo entre adolescentes que se pasan todo el día ausentes de quienes tienen al lado y dando continuos sustos con algo que alguien ha subido a tuenti, twitter, facebook o lo que sea. Cotilleando entre ellos, sacando conclusiones, azorados por algo -por lo común- ajeno al grupo en el que están.

Es decir, cotilleando chismes de los demás, aunque ni les interesen ni tengan sentido común. Y aunque no les sirvan ni de referente, a no ser claro, como lo que ellos deberían de abstenerse de imitar.
¿Acaso lo harán? ¿ O terminarán comportándose igual que todos aquellos que tanto les desocupan?

En la respuesta a estas preguntas creo que se halla el futuro de las siguientes generaciones y aveces pensarlo da un poco de miedo, la verdad.
Saludos

whorules dijo...

Saludos César:

Gracias por responder.

La influencia de Tintín no es que me pareciera extraña. Lo que quise decir es que no la capté mientras leía la novela -siempre visualicé a Zarco más como el profesor Challenger de sir Arthur Conan Doyle-, y me he leído todos los álbumes de Tintín varias veces. Debe ser porque uno es un científico-explorador y otro un capitán de la marina mercante y no conecté las neuronas adecuadas. Por cierto, tampoco pillé que su nombre era homenaje al Zarkov de Flash Gordon. Pero, estupendo, me gusta que me sorprendan. Si pillase a la primera todas las referencias, la lectura no tendría tanta gracia.
En cuanto a lo de Lem, bueno no me gustaría destripar el argumento de tu novela, pero en Solaris sucede algo parecido cuando una inteligencia de distinto naturaleza utiliza imágenes de seres queridos ausentes para comunicarse con los científicos. Y Lem vuelve sobre lo mismo en varias de sus obras. De ahí que me pareció ver algo similar. Pero creo que me pasé de frenada.

Saludos

Alfonso Junquera dijo...

Ahora mismo no recuerdo que episodio es pero en la nueva serie del doctor Who se meten un poco con este asunto de los moviles que usados para controlar a la gente por uno de los tipicos enemigos del buen doctor: los cibermen.

En cuanto al tiki-tiki a mas tiempo conectados mas faciles somos de controlar y o espiar como se acaba de demostrar hace poco. Creo haber leido hace poco que a las reuniones de hackers se va solo con lapiz y papel. (por algo sera)

Anónimo dijo...

Yo siempre que leo algún artículo o entrada sobre esté tema no puedo evitar acordarme de la sociedad descrita en la novela "El sol desnudo" de Isaac Asimov.

Rickard

Mazcota dijo...

Pues si, estamos creando la antítesis de los zombies. Pasamos de los muertos vivientes a los vivos inertes, y no sé quien da más miedo (o más pena).
Seguro que las redes sociales pueden ser útiles y beneficiosas. Bueno, todas menos Twitter que, hasta la fecha, soy incapaz de verle la gracia ni el interés. Incluso me parece una traba (¿qué es eso de solo 150 caracteres?) para comunicarse.
Creo que la clave de una relación sana con estos medios es enfocar el uso desde la pregunta que has mencionado anteriormente (¿qué puede hacer Facebook por mí?). Pero muchos usuarios se preguntan qué necesitan hacer ellos para aprovechar la red social, y es ahí donde se crean una necesidad innecesaria. Y luego viene la ludopatía emocional a la que están sometidas la mayoría de personas que andan por la calle con los sentidos enfrascados en el móvil. Siempre comento que, cuando veo a una persona así, no sé si apartarme para no tropezar, ayudarle a cruzar la calle o, simplemente, sacrificarlo para que deje de sufrir (es broma).
Hay terapias para desengancharse de las drogas o el juego pero no de las redes sociales aunque, a mi juicio, son igualmente de adictivas o viciosas. Y escribo esta opinión en una red social que puede ser igualmente perjudicial si no se trata con sentido común, pero intento que eso no suceda.
Cada tarde, al llegar a casa, miro los cuatro o cinco blogs que sigo (más sería vicio) para ver si hay una nueva entrada pero, y que nadie se ofenda, tiene una función terapéutica: ayuda a dilatar mi esfinter anal. Aunque ha de ser algo tan interesante como este blog, sino no funciona.

PLINIO dijo...

Aunque se sale del tema, tan sólo quería felicitarle por su obra "La isla de Bowen" la estoy leyendo y me ha servido para recuperar mi infancia y aquellos humildes pero apasionantes ejemplares de la Colección Historias Selección de Bruguera. Otra vez, muchas gracias.

Da5id dijo...

Una vez leí un comentario que debería estar grabado en la entrada de todas las escuelas de negocios y seminarios impartidos por los gurús de la red tipo Enrique Dans y similares, que se ganan la vida dando charlas a incautos: Tener un millón de seguidores en Twitter es como tener un millón de dólares en billetes del Monopoly.

César dijo...

Juan Constantin: Como te decía, no tenía a Lem en la cabeza cuando escribí la novela, pero es perfectamente posible que inconscientemente lo haya incorporada a la larga lista de influencias. Vaya usted a saber.

Alfonso Junquera: He leído que muchos profesionales del mundo digital, cuando salen del trabajo desconectan los móviles y no se acercan a un ordenador ni aunque les maten. Incluso leen en papel.

Rickard: Yo también he pensado muchas veces en la relación que hay entre esa novela y nuestro mundo. Es estremecedor.

Mazcota: Suscribo tus palabras, amigo mío, y comparto tu perplejidad ante el fenómeno Twitter. En cuanto a la adicción a las redes sociales, he leído en el suplemento de El País que incluso tiene nombre: NOMOFOBIA. Miedo a no estar conectado por el móvil.

Plinio: Gracias a ti por decírmelo, amigo mío. Eres muy amable. Me alegro muchísimo de que "La isla de Bowen" te haya ayudado a recuperar la infancia; a mí me sucedió lo mismo mientras la escribía.

Da5id: Bonito jeroglífico tu nick/nombre, felicidades (el mío es Clevin). Suscribo el comentario que transcribes. Hay muchos espejismos en Internet.

Molina de Tirso dijo...

No creo que ningún usuario de Twitter se moleste, los que lo usan con moderación no se sentirán identificados y los otros están tan ocupados en no perderse un tuit (o como se diga) que no tienen tiempo de entrar aquí y mucho menos de leerte.

Esa necesidad de la que habla el primer contertulio es un hecho, pero es mucho más sano aplacarla en persona que destrozándose las yemas. Digo, sano para la mente.

La ventaja que ha traído Facebook es que determinadas personas ya no sienten la necesidad de tener un blog y así el bosque de los blogs se va aclarando un poco. El que puede sustituir su blog por Facebook lo único que hace es saturar el espacio digital y confundir a los sufridos usuarios. Mejor que se hayan ido, no los necesitábamos.

Ergo, tienes toda la razón

Artemisa dijo...

César, estoy completamente de acuerdo.

De hecho, me ha dado un poco de miedo leer hoy tu entrada, porque hace unos días gané un concurso literario con un relato sobre la fiebre tecnológica titulado "La invasión de los ladrones de mentes", en homenaje a la película. Fíjate, y sin twitearnos ni historias raras, qué conexión (¡la ciencia ficción!).

Lo que sí encuentro que ha cambiado mucho es la forma que tiene la gente de relacionarse a través de la red. Antes te leías parrafadas de desconocidos en foros y blogs, con paciencia y cariño, y te molestabas en contestar la correspondiente parrafada. Ahora a la mayoría de lectores y escritores les da pereza leer más de tres comentarios de facebook o twitter, o contestar con más de cinco líneas. O al menos, yo lo percibo así.

Así que tranquilo, que no estás hecho un dinosaurio, hay mucha gente joven cansada de los smartphones (que son de todo menos inteligentes).
Quizás los marcianos somos nosotros.

Big Brother dijo...

De acuerdo en todo, brother. Despues del Office y del e-mail todo lo que sigue es prescindible. En cuanto a los smart phones, un matiz: no son los phones los que son "smart". Lo son -o estan perdidos- los usuarios. ¿Se ha fijado alguien en que toda la gadgetería viene ya sin instrucciones o con unas indicaciones somerísimas de como manejar el chisme. Y si a base de ensayo y error consigues entenderlo te ves obligado, para no sentirte imbécil por el esfuerzo realizado, a usar el cacharro en su forma más sofisticada. ¿Casualidad o parte de un plan diabólico de captación de adictos. Claro que hay que ver lo bien que se queda preguntando si has "booteado" tu teléfono o si considera el preguntado si es mejor el io o el android.

César dijo...

Molina de Tirso: Pues no lo había pensado, pero tienes razón. Los que abrieron un blog sólo porque era la moda, ahora han emigrado a las redes sociales, así que ahora hay menos blogs absurdos...

Artemisa: Tienes razón, Twitter está causando que la gente sea incapaz de leer más de tres líneas. Y también que sea incapaz de argumentar.

Y me alegro de no ser tan dinosaurio como me temía. De hecho, mi hijo pequeño (22 tacos) no es adicto ni al móvil ni a las redes sociales. Aún hay esperanza.

A todos: Mi hermano, Big Brother, me ha enviado un enlace muy divertido y muy relacionado con esta entrada: http://www.youtube.com/watch?v=8hLz0NVITp0

César dijo...

Molina de Tirso: Pues no lo había pensado, pero tienes razón. Los que abrieron un blog sólo porque era la moda, ahora han emigrado a las redes sociales, así que ahora hay menos blogs absurdos...

Artemisa: Tienes razón, Twitter está causando que la gente sea incapaz de leer más de tres líneas. Y también que sea incapaz de argumentar.

Y me alegro de no ser tan dinosaurio como me temía. De hecho, mi hijo pequeño (22 tacos) no es adicto ni al móvil ni a las redes sociales. Aún hay esperanza.

A todos: Mi hermano, Big Brother, me ha enviado un enlace muy divertido y muy relacionado con esta entrada: http://www.youtube.com/watch?v=8hLz0NVITp0

Anónimo dijo...

Pues ya llego tarde a la entrada y solo quiero manifestar (una vez más)que estoy de acuerdo contigo,César.
Yo también estoy en contacto con adolescentes y es patético ver su dependencia del móvil. En los institutos siempre nos planteamos qué hacer, si prohibirlos o no. Finalmente siempre decimos que en clase no,que si vemos alguno se lo quitamos...pero lo cierto es que lo utilizan a escondidas y para mandarse twiters sin sustancia,y muchas veces incluso,ofensivos,muy ofensivos y groseros.Me consta. Realmente no los necesitan para nada (en clase) y sería mejor que no los llevaran. Hay mucha tontería con ese tema.
Hace poco estuve en Madrid y me llamó la atención en el metro que la gente ya no lee como antes. Están con los móviles,tiki-tiki...se pierden la posibilidad de observar a los demás,de escuchar conversaciones,incluso de entablarlas...Ya sé que en el móvil también se puede leer,pero no,no es eso,no creo que lean gran cosa.
Y en el hotel donde me quedé lo primero que me preguntaron es si iba a querer wifi. ¡No,por Dios! Yo iba a disfrutar de Madrid en vivo y en directo.
Como el tiempo pone las cosas en su sitio vamos a ver cómo evoluciona todo esto,lo que se va y lo que se queda. Mientras,nos tocará seguir viviendo entre esos cuerpos con mentes robadas por ladrones tecnológicos.
Saludos de Aurora Boreal.

Anónimo dijo...

Jejeje, los de Oregón TV ¡qué grandes!

Es que aquí en Oregón semos diferentes.

Rickard

Big Brother dijo...

Rickard,
Lamento contradecirte pero los grandes no son los de Oregón sino los de Wyoming

¿O es que no ves la televisión?

:-)

Alicia Liddell dijo...

Menuda la has armado, César, mira que meterte con twitter, lo más cool de la galaxia cibernética ... Hay que ver como se ha puesto la peña. Eres un sacrílego, que lo sepas.
Y sí, hay pocas cosas más ridículas que un rebaño de gente mirando una minipantalla y tecleando como locos para ser el primero en comentar o retuitear o lo que sea.

Anónimo dijo...

Big Brother, los humoristas que salen en el sketch cantando la canción del whatsapp son los del programa "Oregón TV" de la cadena "Antena Aragón" como se puede ver por el logo de la parte superior derecha del video, de ahí mi comentario.

En cualquier caso, los de Wyoming también son grandes, qué duda cabe.

Por otro lado, leyendo en la web de cine lashorasperdidas.com una crítica sobre la última de Star Trek (que a mí me encantó, por cierto), he encontrado una reflexión que me parece muy interesante y muy relacionada con el tema de esta entrada. Paso a transcibiros el fragmento en cuestión:

"Los blockbusters siempre han sido un cine de fácil digestion, por lo que tampoco cabe extrañarse de este tipo de características, pero hay algo que me hace temer que esa tendencia al exceso es algo más que una fórmula, creo que es, en gran medida, una forma de consumir contenidos en la actualidad. El tipo de espectador al que se dirige el cine espectáculo es esencialmente joven, por tanto, habituado a nuevas tecnologías, a ramificar su capacidad de atención en distintas cosas a la vez, algo que no sería posible sin que esas cosas fuesen suficientemente rápidas, claras y contundentes. Llámalo 140 caracteres, llámalo vídeos de no más de 3 minutos, llámalo emoticonos… al final es lo mismo: brevedad, claridad y contundencia.

¿Es esto negativo? No sabría decirlo con rotundidad, aunque si que tengo un temor creciente a que la deriva de las cosas y la velocidad a la que todo cambia y se renueva, ese consumo rápido, acabe por anular cualquier capacidad de reflexión profunda, de contemplación, de sosiego mental. Cada vez se oye más eso de “esa peli es muy lenta”, cuando a lo mejor lo que sucede es que tenemos prisa por llegar a ningún lado por simple hábito."

Rickard

Big Brother dijo...

Rickard:

Solo una aclaración: mi entrada anterior era una simple broma sobre la "grandeza" de un programa y un presentador que jugaban con los nombres de dos estados americanos. Era evidente que te referías a un programa de TV (que, por cierto, he buscado en Youtube y está muy bien, con un sentido del humor muy refrescante). En cuanto al Wyoming me quedo con su etapa anterior de simple humorista sin la acidez que ahora le caracteriza.

Antonio Navarro dijo...

Muy de acuerdo con el 98% de lo que expones César. Y muy de acuerdo también con Molina de Tirso, suscribo una a una todas sus palabras.

Ahora bien, el comentario de "tener un millón de seguidores en twitter es como tener un millón de dolares en el Monopoly" no lo puedo apoyar. ¿Por qué? Fácil. Los billetes del monopoly no interactúan contigo ni te ayudan para bien o para mal.

Ejemplo práctico: necesitas anunciar un acto (el que sea) o te ha surgido un problema (necesitas dar un perrito a alguien porque no puedes cuidarlo y no quieres que lo sacrifiquen o un familiar tuyo necesita un trasplante de médula)...no es lo mismo pedir de ayuda a 1 millón de usuarios (personas) que a 1 millón de dolares.

Los billetes del monopoly no sirven para nada. Más o menos como los otros. Sin embargo, tener seguidores en twitter puede servirte ocasionalmente. No siempre, no a todas horas pero alguna vez que otra.

Hermenegildo Wilmarth dijo...

Buenos días.

Opino que el Contacto Cara a Cara está sobrevalorado y es peligroso: siempre es posible que te acaben dando una buena h****a (con perdón). Gracias a los modernos "cacharros" podemos presumir, mentir, manipular, esparcir bulos, polemizar, insultar, criticar/despellejar a terceras personas/interlocutores directos, ignorar, enaltecer lo que nos gusta/despreciar lo que nos disgusta, proclamar nuestra individualidad, airear trapos sucios, servir de correa de transmisión para memes y/o ideologías y el resto de cosas que nos hacen humanos. Las cosas que antes se hacían Cara a Cara y que por ello siempre conllevaban el riesgo de que se acabara recibiendo una h****a (con perdón).

Sueño con un mundo en el que el Contacto Cara a Cara esté penado por ley y en el que todos podamos vivir a tan gusto en nuestras torres de marfil.

César dijo...

Hermenegildo Wilmarth: Vaya, pues me has convencido. ¡El contacto humano es peligroso! Ya lo decía Sartre: el infierno son los demás.