sábado, marzo 29

Porno


 
            Que quede claro desde el principio: no tengo nada en contra de la pornografía. Es más, estoy a favor; creo que el porno cumple una beneficiosa función social: aliviar tensiones. De hecho, no existe la menor relación entre el consumo de pornografía y un aumento de los delitos sexuales, sino más bien al contrario.

            Luego está lo de la cosificación de la mujer, que es cierto: en las películas porno la mujer suele aparecer única y exclusivamente como objeto sexual. Pero lo mismo ocurre con los hombres; o aún peor, porque en el porno heterosexual (el mayoritario) los hombres cumplen una función exclusivamente mecánica y siempre focalizada en la mujer. Es lógico, porque los mayores consumidores de porno somos lo hombres, así que lo que nos interesa es la mujer, no ese tipo que está con ella y que encima tiene una tranca de lo más acomplejante. Por eso las actrices porno, en general, están mucho mejor pagadas que los actores.

            En cuanto a los actos degradantes que muestran las películas porno, pues en fin, es cuestión de opiniones. Reconozco que hay modalidades de porno que harían vomitar a una cabra (al menos, mi cabra vomita cuando las ve), pero ¿quién soy yo, o mi cabra, para juzgar lo que dos –o más- adultos decidan hacer con mutuo consentimiento? Que lo hagan por dinero no importa, porque son libres de hacerlo o no. Ah, ¿que la necesidad les obliga a hacer cosas que no harían en otras circunstancias? Pues supongo que en muchos casos sí. Pero lo mismo sucede con tantísima gente que se ve obligada a hacer trabajos infectos por un sueldo de mierda. ¿O es que no es deplorable trabajar ocho horas al día en una cadena de montaje? Eso sí que es cosificación, y no un par de sesiones de sexo grabado.

            Pero es que practicar sexo por dinero es lo más indigno que pueda concebirse, dirá alguien. Y yo responderé: ay, que chunga es la moral judeocristiana. El sexo, el gran tabú. Nos han metido en el coco que el sexo es algo sucio, indigno, animal y repugnante, y que sólo puede practicarse cuando está bendecido por el más puro de los amores y, a ser posible, con el objetivo de la procreación. En cuanto a follar por diversión... bueno, si lo hace un hombre se comprende (ya sabemos cómo son los hombres), y si lo hace una mujer es que es una puta. ¡Chorradas! Y, además chorradas patriarcales.

            La pornografía no es más que la representación simulada de fantasías. Pero, atención, las fantasías sexuales sólo tienen sentido en su propio contexto, el de la fantasía, y de ningún modo implican el deseo real de llevarlas a la práctica. Pondré un ejemplo: ¿Sabéis cuál es la fantasía sexual más recurrente en las mujeres? Que un hombre las fuerce, a veces muy violentamente, a realizar el acto. Es decir, que las violen. Eso suele confundir a muchos. ¿Las mujeres quieren que las violen? Por supuesto que no: las mujeres (no todas, claro) quieren fantasear con ser violadas, que es muy diferente. Porque en una fantasía de violación, la mujer tiene el control, pero en una violación real quien tiene el control es el hijo puta del violador.

Y con los hombres pasa lo mismo. Imaginad que un día vais, que sé yo, a un zapatería y, mientras os estáis probando unos mocasines, la dependienta, un tía buenísima, empieza a gemir y retorcerse al tiempo que se acaricia los pechos y te suplica que la tomes ahí mismo, sobre la moqueta. No sé lo que haríais vosotros, pero creo que yo, tras comprobar si hay cámaras ocultas, saldría pitando de allí, porque una tía que se comporta de esa forma no puede ser normal. Pues bien, lo que acabo de describir es una escena típica de cualquier película porno.

            De hecho, sostengo que hay tres géneros fílmicos que en realidad muestran universos paralelos al nuestro: las películas de artes marciales, los musicales y la pornografía. Todas estas modalidades de cine están ambientadas en un mundo aparentemente normal, hasta que de repente, sin venir a cuento, se quiebran las leyes de la lógica y, en un caso, todo el mundo rompe a dar saltos y patadas, en otro rompen a cantar y en el tercero rompen a follar. Por cierto, Sasha Grey protagonizó un corto satírico sobre los tópicos del género (podéis verlo pinchando AQUÍ; tranquis, no hay imágenes porno).
 
En resumen: creo que lo peor del cine pornográfico es lo aburrido, torpe y poco imaginativo que suele ser. Pero en las últimas dos décadas se ha producido un cambio tecno-social que altera las cosas de forma preocupante.

            La pornografía, de una forma u otra, ha existido siempre. Y cuando digo siempre, es siempre. En cuanto al cine porno, baste decir que los Lumière mostraron su invento en 1895, y la primera película erótica de la que se tiene constancia es de 1896, un año después. No hacía falta ser un lince para comprender que cine+sexo=negocio.

            Así que siempre ha habido pornografía. La cuestión era el acceso a ella. Ciñéndonos al cine, las primeras películas pornográficas no eran para exhibición pública, sino para el consumo privado de ciertos personajes adinerados. Por ejemplo, durante los años 20 nuestro rey Alfonso XIII sufragó la producción, a través del conde de Romanones, de una serie de películas porno que, por supuesto, sólo eran para disfrute del rey.

            Mucho después, aparecieron las primeras salas de cine X, de acceso muy controlado. En los 50, 60 y 70 se popularizó el cine doméstico (Ocho mm. y Súper 8), y por supuesto comenzaron a comercializarse películas porno en esos formatos. Pero verlas era un coñazo, porque había que desplegar una pantalla, montar la película en un proyector y apagar las luces (y luego desmontarlo y guardarlo todo). Más tarde llegaron el video y los DVD’s, lo que facilitaba mucho la adquisición de pornografía. Aun así, tenías que estar en una casa y disponer de una TV y un reproductor.

            Pero ahora... ¿Sabéis cuántas webs pornográficas hay en Internet? No, porque según he comprobado nadie lo sabe. He encontrado un informe de Google donde se afirma que tiene indexadas más de 260 millones de webs pornográficas. Pero ese dato es de 2003... En fin, el caso es que hay mucho porno en la Red. Y de todo tipo; cualquier variedad que se os ocurra, por retorcida que sea, y muchas variedades que no se os ocurrirían jamás. Todo eso al alcance de un clic; y, con los smartphones, en cualquier lugar. Jamás el acceso a la pornografía ha sido tan sencillo, omnipresente y, además, gratuito.

            Hace tiempo, cuando mi hijo mayor tenía doce años y el menor nueve, entré en su cuarto y les encontré partiéndose de risa delante del ordenador. Tras indagar un poco, descubrí que se estaban riendo de un fragmento de peli porno que un amigo les había enviado por correo. Eran apenas 20 segundos y las imágenes mostraban a un tío cagando sobre la cara de una chica...

            Hoy en día, todos los niños, todos y desde edades sorprendentemente tempranas, se inician en la sexualidad a través de las páginas web pornográficas. Ésa es toda la educación erótica que reciben. No sé lo que pensáis vosotros, pero a mí eso me estremece. Educarse sexualmente con el porno es como estudiar física con las pelis de Star Wars. Sencillamente, nada que ver con la realidad.

            Los niños no están suficientemente formados para comprender que lo que muestra el porno son fantasías y nada más que fantasías. Y tampoco comprenden que muchas de las cosas que muestran esas películas no tienen en realidad nada que ver con el sexo, sino con la técnica cinematográfica. Por ejemplo, las extrañas posturas que adoptan los actores porno no son ejemplos del Kamasutra, sino la forma de conseguir que la cámara pueda grabar con claridad los genitales en funcionamiento. O esa moda de la depilación brasileña, cuya única función en el porno es, de nuevo, eliminar el vello para que puedan verse bien los genitales. Nada de eso tiene que ver con el sexo real.

            Además, el sexo que aparece en el porno no es un sexo funcional, no es buen sexo. En el mundo real, las mujeres no son perras calientes ni los hombres descerebrados sementales en permanente celo (al menos, no todos). El porno, en realidad, elimina el erotismo, lo destruye. El porno reduce el sexo a la genitalidad, y el sexo es mucho, muchísimo más que eso. Sexualmente hablando, el porno es muy tosco. Porque, no lo olvidemos, sólo son fantasías representadas.

            Pero el auténtico problema no es la confusión que el porno puede provocar en la mente de los niños, sino que esos niños no van a recibir absolutamente ningún tipo de educación erótica. Nadie les va a hablar del sexo real, así que su única fuente de información será el porno en Internet. Ese es el problema.

            A mi modo de ver, lo execrable no es la pornografía, porque la pornografía es consustancial a nosotros y siempre va a estar ahí. Lo verdaderamente execrable es una moral hipócrita que cree que no hablando de sexo, el sexo va a desaparecer. Lo execrable son todos esos padres y madres biempensantes, muy religiosos ellos, que ponen el grito en el cielo cuando alguien propone educar sexualmente a los niños, o cuando alguien simplemente menciona la sexualidad delante de ellos, dejando de ese modo a sus hijos a merced de la ignorancia y las páginas pornográficas. Eso es lo execrable y lo preocupante.

           

19 comentarios:

Anónimo dijo...

Oscar sólo tiene 26 años??? Es que con el tamaño de torre (sobre todo comparado con Bea) parece un señor de 34 xD Mejor que el pobre no me oiga decir esto... Qué tal le va a Pablo en @?

César dijo...

Anónimo de la 1:22: Óscar ha cumplido este mes 27 años.

Me intrigas, anónimo. No sabías la edad de Óscar y la has deducido a partir de la edad de Pablo, que sí la conocías... Y también conoces a María... ¿Quién eres?

A Pablo le va estupendamente en @.

Sebastián dijo...

Buen post, César. PERO no sé si se te olvidó menvionar el problema de la pornografía infantil. Ésa si es pornografía excecrable, y lo triste es que se produce mucho en Colombia.
Saludos.

César dijo...

Sebastián: Lo que hace delictiva la "pornografía infantil" no es el término "pornografía", sino la palabra "infantil". Es decir, tener sexo con menores es algo ilegal en sí mismo, con independencia de que luego las imágenes se distribuyan o no (lo cual no haría más que añadir un nuevo delito).

Por supuesto, la pornografía infantil es execrable, como lo es toda forma de abuso o maltrato a los menores. De igual modo, son execrables los snuff movies (si es que existen). Pero en esta entrada yo me estoy refiriendo únicamente a la pornografía legal.

Samael dijo...

¿Estás seguro de que las mujeres fantasean con ser violadas? Ya sé que puntualizas que no todas, pero dices que es la fantasía más recurrente, es decir, que casi todas.
Pues ahora me entero a mis más de cuarenta años.

Artemisa dijo...

Muy de acuerdo con tu reflexión, especialmente con la parte de la educación sexual, que parece ser que todavía es tabú (la peor pesadilla de un adolescente es que sus padres se sienten a explicarle lo que es el sexo; hay que buscar otras estrategias educativas).

Yo recomendaría escuchar algunas de las charlas de la empresaria Cindy Gallop, que reflexiona sobre todo esto y llega a la conclusión de que la sociedad necesita una reeducación fuera de los tópicos extendidos del sexo.
https://www.youtube.com/watch?v=FV8n_E_6Tpc
Gallop y su famosa web makelovenotporn.com intenta ser una herramienta de información (con vídeos que envían los usuarios que lo desean) sobre lo que es el sexo real. Y sí, también hace negocio, pero al menos es un negocio más constructivo. Por ejemplo, una de las cosas que ella critica: el gran tópico extendido por el cine porno es que las mujeres pueden tener un orgasmo vaginal con una facilidad y rapidez asombrosas, el actor no tiene que tocar para nada el clítoris de la actriz y los resultados son irreales; cuando la gran mayoría de las mujeres prefiere mil veces el orgasmo clitoral (esto no lo digo yo, hay estudios serios y el porcentaje es más alto).

Una serie muy divertida sobre este y otros tópicos, desde el punto de vista científico (y animal, y emocional), es "Masters of Sex", muy recomendable, sí, también para los niños, que aprenderán seguro.

César dijo...

Samael: Ese dato lo he visto repetido en todos los estudios que conozco sobre el tema (puedes comprobarlo tú mismo en Internet). Es la fantasía más recurrente, pero eso no significa que lo sea para la mayoría de las mujeres, ni mucho menos. De hecho, creo -cito de memoria- que esa fantasía la confesaban un treinta y tantos por ciento de las mujeres. Aun así, por lo visto es la fantasía más frecuente.

Ahora bien, que quede muy claro: fantasear con ser violada no tiene nada que ver con desear ser violada.

Perdona: ¿A tus más de cuarenta años?... Ya, pero muchos, muchos, muchos más.

Artemisa: Exactamente a eso me refiero en el texto: el sexo pornográfico es en realidad mal sexo, porque es irreal. No sólo es que en el porno las mujeres tengan automáticos e inmensos orgasmos vaginales, es que parece que los tienen con solo que les chupen un pezón. Además, en el porno se prescinde de los preliminares, de las diferentes fases de excitación, y se va directamente al grano. De cero a cien en un segundo. Absurdo. Pero fíjate, esa es toda la educación que reciben los niños. Para echarse a llorar.

Estoy grabando "Masters of Sex". Cuando tenga todos los capítulos la veré.

Antonio Jarreta dijo...

Bueno, afortunadamente, a pesar de crecer en la época del boom de Internet, yo no me perdí la charleta incómoda con mis padres sobre las abejitas y las florecitas...

Pedro dijo...

César, aprovecho para preguntarte unas dudas acerca de tu novela "La mansión Dax"

-¿Como descubriste las técnicas de los ladrones?
-¿Cual fue la idea germen?
-¿Te inspiraste, ademas, en los relatos de Conan Doyle o en los de Poe?

El Doctor dijo...

El debate sobre la prostitución debería sacar los colores a más de uno. Existían y existirán putas y puteros desde Pompeya hasta el futuro de Star Trek. Pero ahora han bastado unas fotos para que la sociedad se dirija a los alcaldes y les diga que no quiere verlo.
Lo curioso del caso es que ese súbito escándalo ha estado engrasado por la prensa, en algunos casos una prensa que aboga por la expulsión de las prostitutas y que una vez más estigmatizada a uno de los barrios más familiares de Barcelona como es el Raval. Tras las páginas editoriales contra la prostitución llegan las páginas de anuncios breves allí, en todo su esplendor, se encuentra el gran muestrario de todo tipo de señoras dispuestas a cualquier cosa previo pago. La prostitución es antiestética, por eso se la manda fuera de las murallas de papel. Pero si la misma prostituta a la que se ha fotografiado se aviene a pagarse su anuncio, entonces bienvenida sea.
Vivimos en un mundo de las paradojas. Un mundo en el que los gobernantes católicos llenan sus casas de señoritas y en el que la opinión pública es tan falsa como el amor de pago.

Soy nuevo por aquí y me he dado una vuelta por "tu" blog y me parece muy interesante.

Un cordial saludo

Mazcota dijo...

Me pregunto, repasando mentalmente mis pocos conocimientos sobre las diferentes culturas, si alguna vez han existido clases de educación sexual. Porque si a uno nunca le han inculcado nada referente al sexo, poco puede llegar a transmitir, a parte de su experiencia personal. Recuerdo asistir, hace ya más de treinta años, a una clase que impartían en mi colegio de algo parecido a educación sexual. Tengo que aclarar que me matricularon en esta escuela precisamente por tener un plan de estudios poco convencional y supuestamente muy progresista, pero el resultado no fue más allá de unas clases de anatomía básica, con algo de orientación en lo concerniente a qué aparatos de nuestro cuerpo se utilizan en el sexo y de qué manera. Vamos, que para eso casi que te enseña más una película porno.
Pienso que la educación que le transmiten unos padres a su hijo debe ser aplicable en cualquier ámbito de su vida, incluido el sexual. Si a un niño se le enseña a tratar con las personas desde el respeto, consecuentemente será respetuoso con la persona que practique sexo y no demandará nada que no le gustaría que le hicieran a él. Si a un niño se le enseña que dialogar sobre un problema es la mejor forma de resolverlo, no dudará en comentar con su pareja cualquier duda o malestar que le preocupe de sus relaciones sexuales.
A partir de ahí cada persona es un mundo, tiene sus propios puntos erógenos y disfrutará con su morbo personal. Y eso sólo se puede aprender con la práctica, tanto en solitario como en parejas. O tríos, o cuantos se pongan de acuerdo.

César dijo...

Antonio Jarreta: Pocas veces he visto a alguien más avergonzado que mi hijo mayor cuanto tenía 15 años y yo, con ayuda de un plátano, le expliqué cómo se ponía un condón.

Pedro: Para escribir "La mansión Dax" me documenté sobre los carteristas usando tres libros: "Manos de seda", de Alexander Adrion, "Ladrones profesionales", de Edwin H. Sutherland, y la "Historia de Madrid", de Federico Bravo Morata, donde se describen las academias de carteristas que había en Madrid (una en la Puerta del Sol, por cierto).

¿La idea germen? Quería escribir sobre un carterista, eso es todo.

No, la verdad es que no me inspiré ni en Poe ni en Doyle. Más bien, la fuente de inspiración es "El conde de Montecristo", de Dumas. Mi novela cuenta una historia parecida, pero desde un punto de vista distinto.

Francisco Machuca: Ante todo, bienvenido a Babel. En cuanto al porno y la prostitución, la verdad es que son actividades muy diferentes con realidades completamente distintas. La prostitución es ilegal, y el porno no. En la prostitución hay mafias y tráfico de seres humanos, y en el porno no. No se pueden comparar.

Mazcota: No sé exactamente cómo se puede articular la educación sexual, pero estoy convencido de que es necesaria. Antiguamente, era común, al menos entre la burguesía, que llegado el momento los padres llevaran a sus hijos a que se estrenaran en un burdel. No creo que ésa sea la forma más adecuada de iniciación al sexo (a Borges le traumatizó el resto de su vida), pero al menos son clases prácticas... (es broma).

Anónimo dijo...

La naturaleza de las películas porno viene determinada por ser un género principalmente creado por y para el hombre (aunque hoy en día haya excepciones) puesto que es él quien obtiene mayor estímulo sexual a través de la visión, en comparación con la mujer.

Un aspecto sobre el cine porno que no se suele comentar es que, a veces, es un reflejo muy claro de los cambios sociales y pongo sólo un par de ejemplos:

En las películas porno de finales de los 70 y principios de los 80, lo que se conoce como “la época dorada del porno”, junto durante los inicios de la aparición del video doméstico, era habitual en las películas porno las escenas de tríos integradas por un hombre y dos mujeres en las que el macho (normalmente bigotudo y de amplios atributos pilosos a la par que sexuales) era capaz de satisfacer ampliamente a las dos mujeres que aparecían en escena. Además era frecuente que muchas de esas películas terminaran con la consabida escena de orgía o sexo grupal en la que todos “follaban” con todos con alegre despreocupación.

Sin embargo, luego llegó el SIDA y así, las escenas de orgía y sexo grupal desaparecieron prácticamente de las películas porno.

Además, a partir de los años 90 y con el cambio de siglo, debido a la nueva situación de la mujer en la sociedad (mayor incorporación al mercado de trabajo, una mayor preponderancia social), se empieza a producir también un cambio en las escenas del cine porno: las escenas de tríos ya no son de un hombre y dos mujeres sino que se invierte la relación: dos hombres y una mujer.

También aparecen las escenas en las que una mujer recibe las atenciones sexuales de varios hombres a la vez y es frecuente que dichas escenas terminen con todos ellos eyaculando sobre ella, en lo que es un claro gesto de dominio (o casi de “marcar territorio” podríamos decir). A su vez aumenta la importancia en este tipo de cine de prácticas de sexo más “duro” como el sexo anal o la doble penetración, prácticas que durante los años 80 eran prácticamente la excepción en las películas porno.

¿Qué indica todo ello? Pues el miedo del “macho” ante esta nueva situación social de la mujer y su necesidad de reafirmar su dominio sobre ella. Todo ello se refleja muy bien en el cine porno que no deja de ser un reflejo, como veis, no sólo de las fantasías masculinas sino también de sus miedos e inseguridades. Por eso es muy peligroso que se llegue a confundir esa percepción con la realidad. Pero desde el punto de vista sociológico no cabe duda de que el análisis del cine porno puede resultar muy interesante.

Rickard

Anónimo dijo...

Una propuesta de lectura: el Necrófilo, de Gavriel Wittcop. Cayó en mis manos por casualidad, y está magistralmente escrito, y el temita, pues ya os lo podéis imaginar. Pero es a la vez que perturbador muy poético. No dejéis de hincarle el ojo. Seguro que os sorprenderá.
Mazarbul

Ferran dijo...

Buenas César, me ha sorprendido esta entrada en tu blog, pero es cierto que viene bien hablar un poco de todo. Ciertamente necesitamos avanzar para dejar atrás los tabúes de la sociedad, pero también es cierto que hay que encontrar alguna manera para que la comunicación sexual fluya más fácilmente. Ahora, el porno está al alcance de cualquiera, y solo con un par de clics puedes descubrir un mundo nuevo y, como tu dices, irreal.
Lo he pensado muchas veces, los niños, en general, con 12 años son casi unos expertos en este tema, con el que tienen una accesibilidad completa.
Yo también pienso que hay crear una educación sexual, cosa que beneficiaría a casi todos en general.
Pero actualmente, que vamos más hacia atrás que hacia adelante, se ve un poco complicado.
Un saludo.

Unknown dijo...

si ves ua peli porno de ahora y luego otra de hace treinta años, la de hace treinta años te parece hecha por escolares. Cada vez son mas bestias mas explicitas, mas guarras. las de antes tenian un toque de inocencia (casi) y estaban mas cerca del erotismo que a la pornografia dura. Yo he de confesar que me gustaba ver porna antes, pero ahora no le veo la gracia, sobre todo desde una vez que vi escenas de hard play (vale que eran actuadas, pero eso no me gusta ni en las pelis de tarantino). Un asco.

César dijo...

Rickard: Impecable tu análisis, y muy interesante.

Mazarbul: Buscaré el libro. Gracias por la recomendación.

Ferran: Cierto, vamos para atrás. Es para echarse a llorar.

Struendo sonado: Tienes razón; el porno solía ser muy inocente, pero ahora es demasiado duro, demasiado brutal. Una vez vi una entrevista con una ex actriz porno, y ella se lamentaba del actual estado del género. Decía que el porno consistía ahora en ver quién se mete el objeto más grande por el culo. No pararán hasta que se metan un tren, añadió.

Numeros dijo...

César, la frase:

Educarse sexualmente con el porno es como estudiar física con las pelis de Star Wars

es impagable: no hay mejor forma de describir la realidad.

En lo que no estoy del todo de acuerdo es el porno que se hacía en los 80 era mas light que el actual.

Recuerdo que un amigo trajo del extranjero revistas porno en las que había pornografía infantil, y la revista la compró en un kiosko normal y corriente. En los 80 era común que los niños aparecían en las películas porno y hoy en día sería impensable que se pudiese rodar no ya Maladolescencia (1977) sino La pequeña, de Louis Malle.

De las fantasías femeninas siempre pensé que la más común era hacérselo con otra mujer ... (espera, esa es la mía). En fin si hay alguna mujer en la sala que nos saque de dudas... ;-)

Anónimo dijo...

Muy buena entrada.

Números: no creo que te haga falta preguntar a ninguna mujer lo que piensa o siente, ni que te interese siquiera, dada la manera fría y fuera de perspectiva con la que escribes sobre el aborto en tu blog.

Fdo: Mujer En La Sala.