viernes, enero 16

Más sobre lo mismo



            A lo largo de mi vida, sólo he tirado dos libros a la basura. Es decir, me he desecho de muchos, pero vendiéndolos, regalándolos o prestándolos, que viene a ser lo mismo. Pero ¿arrojarlos a la basura? Eso va contra mis principios. Sin embargo, lo he hecho dos veces. La primera con Y al tercer año resucitó, de Vizcaíno Casas; me lo regalaron, le eché una ojeada, lo rompí en pedazos y, hala, a la papelera. Cualquiera que conozca esa mierda impresa me comprenderá.

            La segunda vez ocurrió muchos años después. Me habían hablado muy bien de Las máscaras del héroe, la primera novela de Juan Manuel de Prada. Aún no conocía la ideología de ese señor, así que la compré y pasó a engrosar mi sección de libros por leer, esperando una lectura que, estadísticamente hablando, puede demorarse décadas. Y se demoró tantos años que me olvidé por completo de que lo tenía. Entre tanto, fui conociendo las opiniones ultraconservadoras y ultracatólicas del autor. Un día, haciendo limpieza de mi biblioteca, encontré la novela; y, sin darle muchas vueltas, la tiré.

            Me daba igual si se trataba de una buena novela o no; era una cuestión de higiene. Veréis, creo que la lectura es un acto muy íntimo por el que permites que un extraño penetre en tu mente. Así que, si ese extraño me parece repugnante, no pienso consentir la penetración (vale, esto suena un poco gay, pero ya me entendéis).

            Pues bien, jamás habría creído que fuese a incluir un texto de de Prada en este sacrosanto lugar que es Babel, pero lo voy a hacer. Se trata de un artículo llamado Yo no soy Charlie Hebdo, aparecido en el ABC del pasado diez de enero. Me apresuro a aclarar que yo no leo el ABC; supe de la existencia de ese artículo en el excelente blog de literatura Patrulla de salvación. Reproduciré tan solo el fragmento que destaca dicha bitácora:

            “(...) debemos recordar que las religiones fundan las civilizaciones, que a su vez mueren cuando apostatan de la religión que las fundó; y también que el laicismo es un delirio de la razón que sólo logrará que el islamismo erija su culto impío sobre los escombros de la civilización cristiana. Ocurrió en el norte de África en el siglo VII; y ocurrirá en Europa en el siglo XXI, a poco que sigamos defendiendo las aberraciones de las que alardea el pasquín Charlie Hebdo. Ninguna persona que conserve una brizna de sentido común, así como un mínimo temor de Dios, puede mostrarse solidaria con tales aberraciones, que nos han conducido al abismo.”

            Si queréis leer el artículo completo, podéis hacerlo pinchando AQUÍ. Pero, atención, os advierto que este enlace conduce a un lugar lleno, no de virus, sino de gérmenes patógenos que pueden provocaros trastornos de estómago y el vómito.

            Vale, de Prada condena el asesinato de los miembros de Charlie Hebdo, lo cual está muy bien. Lo malo es que, a continuación, prosigue con un “pero”. Y, ay mamaíta, qué chungos son esos peros... Es como cuando alguien dice “Yo no soy racista, pero...”. Ese “pero” viene a querer decir: “No está bien visto considerarse racista, así que no lo voy a confesar, aunque no me cabe duda de que los negros, los árabes, los judíos, los gitanos, los orientales o cualquiera que no sea como yo, son, evidentemente, razas inferiores que deberían quedarse en sus países de mierda si no quieren arriesgarse a que, justamente, les fumiguen con Zyklon B”. Hay  que ver lo que da de sí un pero, ¿verdad?

            Bueno,  ¿qué significa en concreto el pero de de Prada? Permitidme ilustrarlo con un ejemplo. Imaginaos a una chica joven y guapa que una noche sale a tomar una copa con unos amigos. La chica lleva minifalda y viste una blusa semitransparente con un revelador escote. Después de la velada, ya de madrugada, la joven vuelve a su casa y, durante el trayecto, tropieza con una panda de hombres que la arrastran a un callejón y la violan repetidas veces.

            Entonces, con entera seguridad, aparecerá alguien que diga: “Eso de la violación es una barbaridad, pero joder, es que la tía iba provocando”. Primero la condena biempensante, y acto seguido la justificación de la barbarie. Una justificación que en realidad se traduce por: “Se merecía que la violasen, por puta”. Porque, según ese tipo de mentalidad, la chica no debería haber salido de su casa, que es donde por la noche deben estar las mujeres decentes. Y, sobre todo, la chica no debería haberse vestido así, sino de forma recatada, como hacen las mujeres honradas. Por tanto, en el fondo, la culpable de la violación es ella.

            Pues bien, exactamente eso es lo que argumenta de Prada en su artículo (palabra ésta cuyas cuatro últimas letras definen muy bien el contenido). Ha estado muy mal matar a los miembros de Charlie Hebdo, pero ellos se lo han buscado, por blasfemos. No es la primera vez que leo esta opinión; aunque, eso sí, sin la efervescencia ultramontana de de Prada. Mmmm... Tengo tantas cosas que decir al respecto, que no voy a decir nada, salvo lo elemental.

            Volviendo al ejemplo: La chica, como todas las personas, tiene derecho a vestirse como le venga en gana. Y si alguno, al verla, se pone palote, que se la casque. Y si alguno se ofende, que no la mire. Ella es libre de hacer lo que quiera con su ropa.

            Pero, alegarán algunos, la libertad individual está limitada por la libertad de los demás. Cierto, el límite es la libertad ajena. Pero no la susceptibilidad. Veréis, a mí me ofenden ciertas manifestaciones públicas religiosas, me ofenden los comentarios machistas, me ofenden los programas de Telecinco, me ofenden los pantalones campana. ¿Qué hago? No asisto a actos religiosos, no escucho –y si escucho rebato- comentarios machistas, no veo Telecinco, no compro pantalones campana. Así de sencillo. Pero no pido la pena de muerte para quienes promueven todo eso, ni la de cárcel. Ni siquiera lo prohibiría, por muy poco que me guste (bueno, los pantalones quizá sí).

            A mí me ofende con frecuencia el ABC, pero no exijo su cierre (ni, por supuesto, el asesinato de sus redactores). Sencillamente, no lo leo. Me ofende y mucho el artículo de de Prada, pero si lo he leído ha sido porque he querido, y creo que su autor tiene todo el derecho del mundo a expresar sus opiniones, igual que yo tengo el derecho a criticarlas. Y si algún día un ateo descerebrado le pegara un tiro a de Prada, la culpa sería del ateo descerebrado, no de las opiniones de de Prada, por muy poco que me gusten. ¿Te ofende el humor de Charlie Hebdo? Pues no lo leas, pero defiende, como Voltaire, el derecho de sus autores a expresarse libremente.

            Charlie Hebdo practica la sátira salvaje, el mal gusto como provocación. En cierto modo, es un humor infantil, como cuando un escolar dibuja una polla y unos cojones en la pizarra, o como yo, ahora, al decir: ¡Mira, tetas! -> (.Y.) Cuando esa clase de humor se usa con talento e ingenio, el resultado es muy estimulante. Pero cuando se queda en un mero épater le bourgeois, pues sencillamente no tiene gracia. Y no me cabe duda de que había mucho de eso último en Charlie Hebdo, mucho mal gusto por el afán de epatar. ¿Y qué? En lo que a mí respecta, la más gratuitamente blasfema viñeta de Charlie Hebdo se queda en un chiste de monja al lado del repugnante artículo de de Prada.

            No obstante, defiendo con toda convicción el derecho de ese articulista a publicar todas las gilipolleces que le vengan en gana. La libertad de expresión debe aplicarse no solo a aquello que nos gusta oír, sino también, y sobre todo, a lo que no nos gusta. Porque, aunque eso parece no entenderlo de Prada, el lema “Je suis Charlie” no significa que queramos hacer ese tipo de humor, ni siquiera que nos guste. Lo que realmente significa es que queremos poder hablar con libertad. Porque, en contra de lo que sostiene de Prada, puede que muy al principio la religión hiciera avanzar a la humanidad (como factor de cohesión social): pero a partir de un punto, fue todo lo contrario, la libertad de pensamiento y expresión, lo que nos hizo evolucionar.

19 comentarios:

El niño vampiro dijo...

Estoy de acuerdo con casi todo lo que dices, salvo con lo de que leer es permitir que un extraño entre en tu mente. La literatura, también (o quizá sobre todo)la buena (no lo digo por de Prada, a quien no he leído ni me atrae) está llena de personajes nauseabundos. Dejar de leerlos por miedo a que te puedan... ¿contaminar? es privarse de muy buenas lecturas. Ahí están los conocidos ejemplos de Hamsun, Céline o Eliade, y podría citar unos cuantos nombres de autores más actuales.
En cuanto al artículo de Prada en sí, también lo leí, y me parece un grandísimo y asqueroso PERO.
Un saludo

César dijo...

El niño vampiro: Tienes toda la razón; de hecho, ahí está mi adorado Hergé. Se trata de una cuestión visceral. Verás, ni a Hamsun, ni a Céline, ni a Eliade, ni a Hergé les he visto comentando sus ideas; pero a de Prada sí. Y me repugna tanto lo que dice, me repugna tanto incluso su aspecto físico, su tono y sus maneras, que, chico, la idea de que me penetre, aunque sólo sea mentalmente, me estremece.

Dicho de otra forma: si leyera a de Prada, me imaginaría a de Prada. Y no quiero imaginármelo. Pura subjetividad, por supuesto.

Numeros dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Numeros dijo...

Como hoy es viernes y estoy más perro que de costumbre, voy a limitarme a hacer un copia y pega de un comentario que he hecho aquí.
Tiene que ver, más que con tu entrada que comparto al 100%, con la idea que tiene Prada de supeditar las normas civiles a los principios de la ética cristiana.



Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra. Y le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle:

- "Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas. Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?"

Mas Jesús, conociendo su malicia, dijo:

- "Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Mostradme la moneda del tributo."

Ellos le presentaron un denario. Y les dice:

- "¿De quién es esta imagen y la inscripción?"

Dícenle:

- "Del César."

Entonces les dice:
- "Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios."
(Mateo 22, 15-21)

Anónimo dijo...

Lo malo no es que lo diga Prada, es lo dice hasta el Papa y cito sus declaraciones extraídas de la versión digital de El País:

"No se puede provocar”, dijo el Papa, “no se puede insultar la fe de los demás. No puede uno burlarse de la fe. No se puede”. Según Francisco, la libertad de expresión “tiene un límite”.

(...)después de repetir que “cada uno tiene el derecho de practicar la propia religión” y que “matar en nombre de Dios es una aberración”, el Papa acompañó con gestos muy expresivos la siguiente declaración: “En cuanto a la libertad de expresión: cada persona no solo tiene la libertad, sino la obligación de decir lo que piensa para apoyar el bien común (…) Pero sin ofender, porque es cierto que no se puede reaccionar con violencia, pero si el doctor Gasbarri [organizador de los viajes papales], que es un gran amigo, dice una grosería contra mi mamá, le espera un puñetazo. No se puede provocar, no se puede insultar la fe de los demás (...) Hay mucha gente que habla mal, que se burla de la religión de los demás. Estas personas provocan y puede suceder lo que le sucedería al doctor Gasbarri si dijera algo contra mi mamá. Hay un límite, cada religión tiene dignidad, cada religión que respete la vida humana, la persona humana… Yo no puedo burlarme de ella. Y este es límite. Puse este ejemplo del límite para decir que en la libertad de expresión hay límites como en el ejemplo de mi mamá”.(Fin de la cita)

Simplemente repugnante. Extrapolado, vendría a ser lo mismo que el "se lo merece por puta" que comenta César. Y dicho por parte de una persona que se supone es el "representante de Cristo en la Tierra". ¿Donde quedó aquello de "perdónalos porque no saben lo que hacen" o lo de "poner la otra mejilla"? Pues esta claro, hasta que alguien decida meterse o "burlarse" de Dios. ahí está el límite, faltaría más.

Pues me gustaría decirle a este señor que gracias a muchos siglos de lucha contra la intolerancia tanto religiosa como de otro tipo por parte de nuestros antepasados, los que vivimos en esta sociedad tenemos ganado el derecho a "cagarnos en Dios" si nos da la gana sin que nadie nos mate por ello.

Si yo me cago en Dios y, por ello, hiero los sentimientos de alguien, el problema no es mío sino de quien se siente ofendido y es él quien debe aguantarse y soportarlo como crea conveniente puesto que, que yo sepa, la existencia de Dios (de ningún Dios), por mucho que se crea en él, no ha sido probada aún y por tanto Dios no es ni puede ser ningún sujeto jurídico ni civil ni de ningún otro tipo y, por tanto, ni tiene derechos que se puedan vulnerar, ni se le puede ofender como es el caso de la madre del señor Verboglio.

Yo siempre reclamaré como uno de los derechos fundamentales de mi libertad de expresión, el derecho a la blasfemia.

He dicho.

Rickard

Rubén dijo...

Totalmente de acuerdo (con tu post, no con Prada...). Iba a decir que ayer mismo utilizó el Papa el mismo argumento pero ya lo ha comentado Rickard en su certero comentario. Lo peor es que no son dos ni tres, hay mucha más gente que argumenta de este modo ("no justifico la masacre pero...."). El actor Willy Toledo utilizó también el mismo razonamiento cambiando los motivos del ataque. En fin... Es triste que hay tanta gente a nuestro alrededor que piense que la libertad de expresión, la sátira, la parodia, el sentido del humor justifican atrocidades como la de París.

Rubén dijo...

Y con este nuevo número que han publicado de la Charlie Hebdo, de una tirada millonaria, se ha demostrado lo que vaticinabas en tu anterior post: que la risa vencerá.
Los terroristas han conseguido justo lo contrario de lo que pretendían. Querían "cerrar el lápiz" a la revista y han conseguido que se siga publicando y que muchos millones de personas más hayamos conocido sus caricaturas de Mahoma.

Juan H dijo...

Hola César, lo explicas todo con bastante claridad y pienso lo mismo, la verdad, es que al leer ese articulo, previo antihemético, me doy cuenta que todavía andamos como en la primera cruzada...o más bien en la Edad de Piedra,no se puede decir que Europa sea el paradigma del mundo occidental...y pensar que uno de los primeros libros de De Prada se titulaba "Coños", Ay! como hemos cambiado que lejos ha quedado... bueno como decía la canción,por cierto, si alguna vez le dijeron a ese señor si era muy inteligente, seguro que le mintieron...siempre nos queda la risa así que JA,JA,JA Un abrazo!

Ferran dijo...

Buenas César

Antes que nada recalcar que estoy de acuerdo con lo que has dicho de la libertad de expresión.

Aún así, tengo una duda: si tú (o cualquier otro/otra) decide, como derecho tiene, a hacer lo que le venga en gana (como vestirse a su manera, a decir lo que crea...) también asume un cierto grado de responsabilidad?

Pondré dos ejemplos para ilustrar lo que quiero decir:

1- Es muy frecuente que en los institutos, las chicas (y hablo de chicas como podría hablar de chicos) vayan vestidas con escote, "leggins" y prendas similares. Por lo tanto, es normal que los chicos estén un poco "pa llá" y se pongan a comentar: oye, mira que buena está esta tía", "mira que culo tiene" entre otros ejemplos.
A mi modo de ver, es normal tanto ir vestidas ellas como quieran, como los comentarios de los chicos, aunque no son generalmente destructivos.

Aquí es donde entra mi duda: es muy normal que muchas de estas chicas digan: "es que los chicos solo os fijáis en lo que queréis" o " es que vosotros sois muy superficiales porque sólo miráis lo mismo" (supongo que ya se entiende lo que miran).

Mi duda es: estas chicas pueden quejarse de que estos chicos solo se fijen en lo mismo? Ellas pueden ir como quieran, y ellos pueden opinar lo que quieran, pero en este caso que ocurre?
Porque muy frecuentemente la respuesta de los chicos es"no vayáis con leggins, si no queréis que os miremos lo/la/las..."

2-Otro ejemplo más sencillo es si, por ejemplo, yo salgo a la calle desnudo o simplemente con calzoncillos. O simplemente con unos pantalones en la cabeza (para poner algo extravagante). Lógicamente, puedo ir como quiera porque a mi parecer no ofendo a nadie. En consecuencia, es probable que la gente que me cruce por la calle se ría de mí.
Me puedo quejar de que se rían de mí? O debo asumir la responsabilidad de ir desnudo/etc por la calle? Puedo enfadarme con las personas de la calle y decirles: porque os estáis riendo de mí, si puedo ir como quiero?

Bueno, aclarar que no soy ultra conservador ni ultra católico (lo digo porque muchas veces estas dudas se pueden asociar a estas ideologías, es más, son hasta propias) ni tengo "peros" en la manga, aún así la libertad de expresión me parece un tema muy complejo con demasiadas ventanas muy diferentes, y me gustaría conocer alguna perspectiva acerca de algunas de estas ventanas más complejas.

Sólo planteo estas dudas para conocer tu opinión, o lo que piensas sobre ello.

Perdón por la parrafada.

Un saludo.

Samael dijo...

Qué malos son los prejuicios, sean del tipo que sean, y sé lo que digo, porque reconozco los míos. Si he de decir la verdad, jamás me ha dado por indagar las opiniones políticas de los autores que leo, me parece un trabajo excesivo, y doy por seguro que un porcentaje elevadísimo de libros que me han hecho disfrutar han sido escritos por gente con una ideología totalmente contraría a la mía. Me da igual, si el libro me ha gustado (puedo citar una lista de escritores fachosos que ilustren lo que digo, pero supongo que no es necesario para entender lo que quiero decir). Es más, desconozco la naturaleza de las opiniones políticas de la mayoría de los autores que leo, sobre todo si es un libro nuevo. Otra cosa es que, como te pasó a ti con el libro de Vizcaíno Casas, el contenido de la obra te repugne, en tal caso, carpetazo y a la basura, deshojado o entero, pero a la basura. Ahí está la cuestión: en el contenido y en las opiniones que encuentras. No es el caso de Las Máscaras del Héroe, que yo sí he leído, y puedo decir que no tiene ni una sola frase que pueda resultar ofensiva a la gentuza que como tú y yo, somos rojazos hasta el tuétano. Es más, una vez que lo terminas, si no supieras quien lo ha escrito, o como fue mi caso, ignoras cuál es su ideología (lo leí con la primera edición cuando aún no era conocida la exagerada ultramontez de de Prada), dirías que lo ha escrito alguien que respeta la forma de pensar de todo el mundo, incluso de la bohemia más izquierdosa del momento, que también aparece en la novela. Y sin duda es una excelente fuente de documentación de la vida de los cafés en el Madrid de Pedro Luis de Gálvez, Fernando Navales, los ultraístas y todo un mundo de truhanes, nihilistas y nocturnos sin porvenir.
Lo de Vizcaíno Casas, tuvo que ser muy duro, y por eso quedas perdonado.

Byron dijo...

Te iba a comentar lo mismo que Rubén con lo de Willy Toledo, pero se me ha adelantado. Si supieras las opiniones tan parecidas a las de Prada que vienen desde la izquierda... pero supongo que ya las conoces. Porque al enterarme de ellas me acordé de un post que tú mismo escribiste sobre occidente.
Un saludo.

César dijo...

Números: Totalmente de acuerdo con tu artículo. Me habría gustado comentar en mi post argumentos semejantes a los tuyos, pero habría quedado muy largo, así que me centré, como digo en el texto, en lo más elemental.

Así que recomiendo a cualquier merodeador que pase por aquí que lea tu escrito. No solo es interesante y pertinente, sino que además está espléndidamente argumentado.

Rickard: Me enteré del comentario del papa después de colgar la entrada... ¡Qué bajonazo! Este sumo pontífice, que parecía más civilizado que sus antecesores, acaba de asomar la orejita ultramontana.

Su comentario es repugnante, pero lógico en el fondo (según su esquema de valores). Para una religión, el enemigo no son el resto de las religiones (eso son rivales). El verdadero enemigo son los ateos, los agnósticos o, simplemente, los laicistas.

César dijo...

Ruben & Byron: No me extraña lo de Willy Toledo. Hay gente, tanto a la izquierda como a la derecha, que sólo saben argumentar en base a dogmas. Esa es la esencia de la religión, ¿no? El dogma.

Ferrán: La libertad de expresión funciona en los dos sentidos. Alguien dice algo y otra persona se lo rebate. Uno decide vestirse de determinada manera no convencional y otros consideran que esa vestimentas es estrafalaria. Así es el juego. Yo diría que es el precio que hay que pagar por la libertad, en este caso de expresión. Puedes obrar y expresarte como creas conveniente, pero serás responsable de tus actos y palabras.

En cuanto a las chicas que llevan ropa, digamos, reveladora y luego se quejan de que las miren... Bueno, es una contradicción; pero es que la gente es contradictoria. En mi opinión, nada tiene de malo mirar lo que alguien enseña voluntariamente. Personalmente, si me enseñan tetas miraré tetas, porque les encuentro cierto encanto. Lo haré disimuladamente, eso sí, pero lo haré. Otra cosa sería que espiara a escondidas, en plan mirón; pero si me lo enseñan, ¿por qué no?

Samael: Creí que eso había quedado claro con mi respuesta a El Niño Vampiro. No se trata de negarme a leer a escritores que tienen ideas políticas distintas de las mías. Se trata de que no quiero leer a escritores que me repelen personalmente, sea cual sea su ideología.

Por ejemplo, tras conocer personalmente a Francisco Umbral, jamás volví a leerle. Y no por su ideología, que por entonces era presuntamente progresista, sino porque era un saco de vanidad y un casposo. ¿Prejuicios? No sé, supongo que lo serían si yo juzgara su literatura (sin conocerla) Pero no lo hago; me limito a decidir que no leo a personas que me parecen desagradables. Por eso no me gusta conocer a escritores que admiro.

Anónimo dijo...

Leí las mascaras del herie como samael, en su primera edición, cuando de Prada era solo un chaval que comenzaba. Es muy buena novela, César. Muy buena. Retrata con tremendo acierto la intelectualidad previa a la guerra civil, la bohemia, y curiosamente está libre de sí mismo.
Eso sí con el tiempo tb he llegado a aborrecerle. Es un tipo curioso que combina cierta inteligencia y un saber escribir con un trogloditismo que produce pavor. pocas veces me acerco a sus artículos, y cuando lo hago siempre busco monstruosidades, pq seguro que me las voy a topar.
Dos perlas que recuerdo:
a) En una defendía - bueno, más bien añoraba -, el ajusticiamiento público (castigo vejatorio y con público) de las adulteras (vamos, los taliban son una peña ajedrecista comparado con tal defensa).
b) en otra el tio justificaba que "uno", entiéndase "él", se liara con una porque Dios la había puesto en su camino en una misión (supongo que "rodillera") divina.
Acojonante. No entendí a qué venía el artículo, pues a mí a quien se tire quién me la suda. hasta que comentándolo con un amigo que abomina del Prada, me comenta que es que el colega, que se ha pasado media vida abogando por una vida monacal de matrimonio de misionero y misa de domingos como razón de vida, se había liado con una de un programa en el que participaba. Pero claro, eso no podía ser, así que ahora, como justificación, iba soltando que alá, jeová o er coño su abuela (con perdón del exabrupto) la había puesto en su camino abierta como una tijera. Y que por algo había sido, así que palante...
Personalmente creo que el tal de prada tiene un cacao en la cabeza que haría escribir a freud veinte libros más.
Eso sí, las máscaras como decía samael, muy bueno.
Mazarbul

Numeros dijo...

César muchas gracias por tus elogios PERO la entrada no es mía es de Miroslav.

De hecho ni siquiera el comentario es mío. Es de un tal Mateo ;-)

César dijo...

Mazarbul: Ya, ya, ya; no pongo en duda que "Las máscaras del héroe" es una novela cojonuda. Pero no voy a leerla. ¿Te imaginas 576 páginas con de Prada en la cabeza? Me estremezco sólo de pensarlo.

Y las dos anécdotas que mencionas sobre de Prada no hacen más que confirmar mi decisión de no lectura.

Números: Coño, es verdad; eso me pasa por no fijarme. Pues felicidades a Miroslav. Y a ti por propagar el artículo.

Arcadi dijo...

Sobre el tipo ese del que habláis .
Es un adulador trepa sin escrúpulos que aplastó la carrera de quién pudo cuando le nombraron director de eso que se llamaba Blanco y Negro . Vamos , que le pone despedir a la peña.
Es mala gente , de la que apesta la tierra , que decía el poeta.

Anónimo dijo...

De hecho, en su libro de las mascaras hace una semblanza de un escritor al que profunda admiración, admiración que creo que va más allá de lo literario, y que tiene que ver con lo q comenta arcadi: cesar gonzalez ruano.Un tipo odioso, falsario y que hizo sus pinitos en la francia de hitler, vendió a camaradas suyos, y se benefició del tyrapicheo de los expolios judios.
bueno, creo que no vale la pena hablar más de semejante individuo
mazarbul

Rodolfo Martínez dijo...

Hola, César. Has expresado mi pensamiento mejor que yo mismo en esta entrada del blog, así que, como mucho, me limitaré a compartirla en las redes sociales, pero no añado más.

Bueno, un «¡chapó!», que nunca está de más.