martes, septiembre 13

Rojos


 
          Nací en una dictadura y viví 22 años bajo su yugo. No suelo contar historias de aquella época, ni siquiera a mis hijos, por no sentirme como el típico abuelo batallitas, y también porque no es algo que me guste recordar. Entendedme, no es que lo pasara fatal, como el prota de una peli neorrealista; me crié en el seno de una familia de clase media-alta, tuve un montón de privilegios, nunca me detuvo ni pegó la policía, nunca me encarcelaron. Además, al menos durante la primera mitad de esos 22 años, por ser un niño, no tuve claro lo que era una dictadura. Pero al llegar a la adolescencia, aparte de pelos en la cara me creció la conciencia social. Franco era un hijo de puta, y la sociedad española de finales de los 60 y comienzos de los 70 una mierda, un pozo de mediocridad, arbitrariedad y paletismo. Aquello era insoportable.

          Por aquel entonces, a finales del franquismo, todos los partidos políticos, a excepción de la Falange, eran dos cosas: A) Clandestinos y B) Marxistas. Durante los últimos años de la dictadura florecieron un montón de grupúsculos políticos: la LCR (Liga Comunista Revolucionaria), el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota), el PCE m-l (Partido Comunista de España marxista-leninista), la ORT (Organización Revolucionaria de Trabajadores), el PTE (Partido de los Trabajadores de España)... y muchos más, todos marxistas (incluyendo al por entonces casi inexistente PSOE). Algunos, la mayoría, miraban hacia Rusia; otros lo hacían hacia Cuba y el movimiento revolucionario sudamericano; y también los había maoistas, como el FRAP, grupo con el que tuve una peculiar relación. Pero el partido clandestino por excelencia, el mayoritario, el más y mejor implantado, era el PCE, el Partido Comunista de Santiago Carrillo.

          Sin embargo, aunque todas mis simpatías estaban con aquellos grupos clandestinos, no veía nada claro eso del comunismo. En primer lugar, porque el comunismo propone como forma de gobierno la “dictadura del proletariado”; y, vamos a ver, ¿por qué iba a desear cambiar una dictadura fascista por otra marxista? Lo que yo quería era ninguna dictadura, no un mero cambio de apellidos.

          En segundo lugar, ¿el comunismo funcionaba? Es decir, ¿esa ideología podía generar sociedades estables y funcionales? Los ejemplos con que contaba por aquel entonces invitaban al desánimo. Todos los regímenes comunistas se habían convertido en dictaduras; pero no proletarias, sino absolutamente personalistas (Stalin, Mao, Pol Pot, Ceaucescu, Tito, Castro, etc.). Y no estoy hablando de dictaduras paternalistas, sino de auténticos regímenes de terror, como demuestran las matanzas stalinistas, los jemeres rojos o la Revolución Cultural.

          En cuanto a la economía, la cosa no iba mejor. Todos los regímenes comunistas, sin excepción, sumieron a sus sociedades en la pobreza. Es cierto que la mayoría de los países que adoptaron el comunismo eran ya de por sí pobres, pero también es verdad que ninguno logró salir de la miseria aupado por el marxismo. Rusia, por ejemplo, jamás consiguió cumplir ninguno de sus famosos “planes quinquenales”. De hecho, para alimentar a sus ciudadanos tenía que comprarle trigo a Estados Unidos. La Unión Soviética se derrumbó porque su economía se colapsaba, sobre todo al intentar seguir la carrera armamentística de USA. En resumen: la economía dirigida no funciona.

          No obstante, allá por los 60 nada de esto estaba tan claro. La censura y el hermetismo de los regímenes comunistas impedía que se conociera la realidad de esas sociedades, mientras la propaganda oficial alimentaba la imagen del paraíso socialista. Además, toda la izquierda de occidente había adoptado el marxismo, y no hay peor ciego que el que no quiere ver.

          Pero los hechos acabaron imponiéndose. En agosto de 1968, las tropas del Pacto de Varsovia invadieron Checoslovaquia para acabar con las medidas liberalizadoras surgidas de la llamada Primavera de Praga. Y la izquierda occidental se quedó con el culo al aire. De repente, la Madre Rusia ya no era tan maternal.

          Luego... En fin, luego sucedieron muchas cosas. Entre ellas, que la verdadera historia de los países comunistas comenzó a salir a la luz. El propio PCUS acabó reconociendo las atrocidades de Stalin, y lo mismo sucedió en China con los desmanes de la Revolución Cultural. De repente, el paraíso socialista comenzó a oler a azufre.

          Finalmente, llegó la perestroika, cayó el muro de Berlín, se liquidó la Unión Soviética y los regímenes comunistas se fueron disolviendo, uno a uno, como azucarillos. De hecho, hoy en día sólo quedan cuatro países comunistas: China, Corea del Norte, Vietnam y Cuba (y convengamos que el de China es un comunismo bien raro).

          Recuerdo que a comienzos de los 90 estaba convencido de que el comunismo era una ideología muerta y enterrada. Incluso me daban un poco de penita los viejos dinosaurios del PCE, anclados en un tiempo que, en realidad, nunca existió. Sí, el comunismo se había convertido en un fósil, en una reliquia del pasado, en una idea puesta a prueba, fracasada y desechada.

          Al menos eso creía yo, porque ahora, de repente, me encuentro con una serie de políticos jóvenes –“la nueva política”- que se confiesan, más o menos orgullosamente, comunistas. ¿Cómo es posible? Porque no se trata de una discusión teórica, sino simplemente de leer la historia. Si todos los regímenes comunistas habidos hasta ahora han fracasado, ¿por qué iba a triunfar uno nuevo? Es que todos los intentos anteriores se hicieron mal, dicen, todos se apartaron de la ortodoxia y traicionaron a la revolución. Pero ellos lo harían bien, forjarían el auténtico comunismo.

          No es cierto. No hay forma de conseguir que el comunismo funcione, porque el comunismo parte de planteamientos equivocados. Buenas intenciones, idealismo, pero poco que ver con la realidad. Todos los países comunistas han derivado en totalitarismos, todos han rendido culto a la personalidad, todos han cometido atrocidades, todos han anulado la iniciativa privada, todos han reprimido las libertades. Y esto ha sido así porque todo ello forma parte consustancial del comunismo.

          Sin embargo, los nuevos políticos (o, al menos, algunos de ellos) se declaran comunistas, como si la historia del mundo acabara de empezar. Supongo que viven en un universo platónico, en una caverna de las ideas donde jamás consentirían que la realidad les estropease una buena teoría.

          O quizá sea más sencillo: se es comunista por un acto de fe. Eso situaría el comunismo en el apartado que le corresponde, el de las religiones. Una religión atea, pero religión en cualquier caso.

17 comentarios:

Mon dijo...

Según:
SAPIENS (DE ANIMALES A DIOSES) de YUVAL NOAH HARARI

Yuval tiene una teoría en este magnífico libro en que precisamente habla de que el comunismo es una religión y lo argumento muy bien. Me gustó la parte en que habla de los comisionarios políticos como auténticos capellanes de la fe y de que el rebaño no se descarrie.

El problema con todo estos modelos de blanco o negro es que la otra cara de la moneda con el neoliberalismo desbocado nos lleva también a otro tipo destrucción más sutil de la especie aunque con una gran bacanal. Aquí nos cargaremos el planeta pero sera con una gran fiesta de la que estamos ya tocando los últimos coletazos. Y esta vez la fiesta la tendrá que pagar unas cientos de generaciones si es que sobrevivimos.

En mi opinión en el centro en una vía social , pero sostenible , que marquen el territorio a las empresas y un estado fuerte sin complejos y sin pedir permiso a un mundo de clases y capitalismo extractivo y capaz de parar esa fagocitación de lo privado estaría el camino correcto. Pero fácil decirlo y mucho paletismo votando a los extremos para lograrlo.


Sld.

El niño vampiro dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
El niño vampiro dijo...

Pues todo eso me pregunto yo también. Siempre he pensado que la gran, si no la única, diferencia entre la extrema derecha y la extrema izquierda es:

El fascismo te mata por ser un puto negro / judío / maricón / rojo.
El comunismo te mata por tu bien.

Alberto dijo...

Es que el mundo comunista sería el mundo ideal, pero claro, sólo si todo el mundo lo dease con fuerzas, que nadie quisiese otro modelo y que no hubiese disidentes. No valdría tener comunismo ahora sí ahora no según las elecciones de turno, es imposible, así que, la única forma posible de mantener un estado comunista es el autoritarismo.

Otra cosa es el Marxismo como teoría que explica el capitalismo y a lo que este nos lleva, sobre todo ahora que impera el neoliberalismo como ideologia dominante. El marxismo hay que contemplarlo como herramienta, no como algo en lo que tener fe que es lo que parece que tienen algunos. Marx se equivocó, pero también acertó y mucho. El Capital sigue eexplicando a día de hoy dónde nos lleva el capitalismo sin control.

¿Soy marxista? Sí (y otras cosas), pero no creo que haya que tomar el marxismo como una verdad, hay que entenderlo dentro del contexto de finales del siglo XIX y ver dónde estamos hoy en un mundo cada vez más capitalista. ¿Soy comunista? NO. Es más, no entiendo cómo pueden considerarse algunos de la nueva política comunistas tan alegremente. ¿Qué me considero? Socialdemócrata. Es más, Marx nunca dijo cómo llegar a un estado comunista ni cómo organizarlo ni mantenerlo, y ya había comunistas antes que Marx, el manifiesto comunista fue un encargo, y Lenin por ejemplo hizo su propia interpretación del Marxismo saltándose el paso de la época burguesa en contra de otros miembros del partido socialista (bolcheviques contra mencheviques); se pasó del feudalismo al comunismo. Y recordemos que Stalin fue el matón de Lenin antes de la revolución.

¿Hay quien dice que el comunismo no se ha aplicado nunca bien? Es que la única forma que veo de aplicarlo, si mucha gente no quiere comunismo, es el autoritarismo, y eso que he intentando mucho tratar de pensar cómo tenerlo, pera nada, que no lo veo.

Un buen libro, para entender el mundo socialista, el comunista y el anarquista, muy crítico pero desde dentro del marxismo, es Caminos de Libertad de Bertrand Russell.

Saludos.

Juan H. dijo...

Hola César, estoy de acuerdo contigo,la nueva ola supone un contrapunto a lo que hay ahora, ( creo que la revolución del tipo que sea solo funciona en el momento que eclosiona como tal, incluso con sus injusticias si el sistema opresor ha sido terrible, pero no cuando se estabiliza y perdura, creo que cualquier sistema se corrompe y viene con fecha de caducidad)pero ya está todo escrito y nadie va a inventar la pólvora que ya lo hicieron los chinos, esto nos lleva a un callejón sin salida, ¿no?, al menos en mi caso que ya no veo opciones , no se si es el tuyo. Creo que hoy en día las dictaduras no son una opción, sistemas que piensan por la masa y por el individuo que terminan con la libertad, ( como el que tenemos ahora pero que a veces no nos damos cuenta, y mucha gente ya usa la autocensura, de tal forma se nos ha lavado el cerebro de pequeñitos). Pero todos estos meses sin gobierno, y viendo que el sistema más o menos se sostiene y sigue funcionando, ¿Por qué no se van todos y nos dejan en paz? Una actitud con falta de madurez a mi edad y cercana a la anarquía a la que tanto aprecio pero que tampoco creo que sea viable. Si el mundo se apease me llevaría unos buenos libros ,a mi familia y amigos y me apearía donde fuese...y sin embargo, la nave va. Un abrazo amigo.

Juan H.

Gabriel dijo...

Estoy acabando la carrera de Historia y hablando con mi tutora del Trabajo de Fin de Grado, que voy a hacer tratando la España de Isabel II, salió el tema de porque un amplio sector de la población apoyaba al carlismo, y es por lo mismo que mucha gente hoy día se apunta a los partidos de extrema izquierda o a los Frentes Nacionales etc: la sensación de que la tierra está temblando bajo tus pies. Y tiene que haber algo que lo pueda evitar, y aunque puedas acabar en el lado perdedor también te puedes encontrar en el lado ganador.

Aunque claro, esto que podría servir para entender un mayor acercamiento de la población al marxismo, no se si explica que algunos nuevos políticos (que entiendo tan poco como a los viejos políticos) se declaren abiertamente comunistas.

Mazcota dijo...

Según mi parecer, que un político de hoy en día proclame su condición de comunista, obedece más a la venta de su imagen en busca de votos que a su verdadero credo. Porque eso de que el comunismo está obsoleto lo sabes tú, yo y hasta el personaje que dice ser comunista. Pero, ¿qué tipo de votantes intenta atraer? Pues todos aquellos que alguna vez (y aún todavía) se sintieron identificados con los ideales de "la izquierda", por decirlo de algún modo. También, y por adoptar el título de tu entrada, los podríamos llamar rojos. La pregunta en cuestión es: ¿por qué se presenta este tipo como un comunista cuando sabe que es del todo imposible ejercer una política de ese estilo? Y me convenzo que es del todo imposible cuando miramos hacia Grecia y vemos en qué ha quedado todo aquel terremoto de cambios anunciado antes de llegar al poder por un partido similar. O sea, en nada.

Yo sospecho que lo hacen porque aquí, en España, cuando un votante se decanta hacia un lado u otro (derecha o izquierda, por supuesto) continua siendo fiel de por vida a su elección, como si el partido político fuera su equipo de fútbol o formase parte de su religión; incluso pueden llegar a sentirlo como parte de su identidad. Es probable que no ocurra con todo el mundo, pero si tuviera que dar un porcentaje de los que llevan a cabo esta práctica, yo apostaría por, más o menos, un ochenta por ciento de la población. Y, claro, ante esta barrera psicológica, un "nuevo partido" se tiene que posicionar. No pueden decir que son algo totalmente nuevo y pedir a los votantes que traicionen su idiosincrasia, por mucho cambio que se demande. Quieras que no, al ser humano siempre le ha dado miedo lo desconocido.

Alberto dijo...

Mazcota, no creo que ser comunista sea por votos. IU ha caido en picado estas últimas 2 décadas precisamente por eso, por la palabra comunismo. El comunismo no vende, asusta, es más, los "verdaderos" comunistas piensan que el PCE dentro de IU son unos vendidos y votan partidos comunistas raros que nunca tienen representación. Un pártido que se presente como comunista hoy en día sólo va a tener una representación significativa que no va a ir a ningún sitio.

Podemos, nos guste más o menos, se ha desvinculado del comunismo. Ahí está Pablo Iglesias que ahora dice que fue comunista porque era joven e iluso, pero que ahora es socialdemócrata. Yo no me creo esa explicación, para mi es marketing para vender porque sabe que el munismo no vende. Monedero, si alguien se molesta en leer lo que ha escrito desde hace tiempo, siempre ha sido muy crítico con el comunismo por el autoritarismo que implica. Errejon nunca ha sido comunista que yo sepa. Luego está Alberto Garzón, que sí se considera comunista y con orgullo. Otros clásicos del PCE como Anguita hoy en día dicen que el comunismo sí pero que no es el objetivo comotal, que él se conforma con que se apliquen políticas que respeten la declaración universal de los derechos humanos, nunca habla de implantar un régimen comunista.

No es tan simple, pero lo que está claro es que el comunismo no vende, intimida.

Cuando dices "cuando un votante se decanta hacia un lado u otro (derecha o izquierda, por supuesto) continua siendo fiel de por vida a su elección, como si el partido político fuera su equipo de fútbol o formase parte de su religión" estas cometiendo el error de confundir ideología con ser de un partido político. Ser de derechas ahora y de izquierdas luego y otra vez de derechas no tiene sentido, o una de dos, o piensas que el sistema debe redistribuir la riqueza (socialismo, comunismo, ...) o que no, que cada uno lo que valga (conservadurismo cristiano, liberalismo, ...). Tener una ideología clara debe ser fundamental, es decir, si eres de izquierdas o de derechas debes saber por qué esa es tu ideología y si se ajusta al mundo que quieres tener, no tener ideología, y votar izquierda o derecha según apetezca, es el cancer de la sociedad que permite que nos manejen a su antojo. La desideologización sólo genera conformismo y hace perder el sentido crítico. Otra cosa es ser fiel de un partido político haga este lo que haga, ahí más que como religión lo veo como ser de un equipo de futbol, que tam´bién implica fe si hablamos de una afinidad adquirida por tradición.

Miguel Valle dijo...

Hola, César:

Estoy muy de acuerdo con tu exposición, me parece lúcida y sensata, y coincide mucho con mis propias opiniones -quizás por eso me parece tan lúcida y sensata :) -.

Creo, como alguno de los intervinientes ha comentado, que hay mucho de postureo, de venta, en esas declaraciones. No tanto para atraer a los "verdaderos comunistas" sino como ejercicio de rebeldía y contraposición al neoliberalismo desacerbado que tantos males ha traído. Es curioso cómo un "mero" sistema de asignación de recursos y de propiedad trasciende de tal modo.

Dado que todos los problemas políticos y sociales derivan del neoliberalismo... ¿ein? Un momento, en Roma no había neoliberalismo -ni posiblemente capitalismo como lo entendemos hoy día- pero sí una política imperialista, guerras de agresión, pobreza y explotación (y muchas cosas buenas, también, siempre seré pro-romano), tampcoo no creo que la expansión a sangre y fuego de una religión tenga que ver con la economía o que se puedan explicar las razzias vikingas ni sus asentamientos como fruto del capitalismo, ¿a qué no?, pero las consecuencias son similares a los males que denunciamos hoy día.

Pues como parece que todo el culpa del neoliberalismo y de la economía de mercado (ooppps, otra falacia, no son lo mismo), una reacción que aglutina mucho descontento es situarse en las antípodas... ¿qué son...?, sí, lo han adivinado ustedes (perdóname, César, el uso del usted, sólo lo hago como figura retórica).

Entiendo que de ahí surge el nuevo postureo de declararse comunista o marxista (ya sabemos que no es lo mismo pero suena parecido). Ahora, cuando es necesario re-apellidarse pues lo hacemos sin ningún pudor.

Lo cierto es que nos olvidamos de que el ser humano es egoísta, que quiere satisfacer sus necesidades que tienden a ser infinitas -excepto en personas mesuradas como nosotros, sólo queremos infinito tiempo para leer, escribir y charla :) - y que muchos tienen una capacidad cuasi-ilimitada de autojustificación y para obviar cualquier traba ética o moral. De ahí surgen los males y de nuestra capacidad para hacernos trampas, con independencia del modelo económico o político, aunque haya algunos intrínsecamente menos malos que otros.

En este punto, además de defensor del libre mercado y la propiedad privada, bien aderezadas con humanismo y ética suficientes para contrapensar nuestros bajos instintos egoístas, declaro que ninguna ideología satisface mi visión del mundo.

Alberto afirma que no hay nada peor que estar desideologizado, que lleva a la apatía y al conformismo. Discrepo absolutamente. Lo que lleva al conformismo es la aceptación de los hechos. Te puedes rebelar queriendo "humanizar" el capitalismo (término que no me gusta, prefiero un poco la sociedad de mercado pero tampoco me convence) o queriendo coger una antorcha y deshacer el mundo para empezar de nuevo.

El problema con las ideologías es que terminan convirtiéndose en religiones, no sólo el comunismo como dice César, tienden al absolutismo "no puedes decir eso porque no lo recoge el Libro", "eres un blando porque no aceptas este supuesto, hay que llegar hasta el final".

No entiendo por qué dejo de ser de izquierdas y me convierto en derechón si afirmo que, a priori, la gestión privada de los recursos públicos no tiene porqué ser peor (ni mejor) que la pública. O soy un libertino izquierdoso si pienso que el matrimonio es algo obsoleto, me dan igual las inclinaciones sexuales de la gente o directamente un comunista si considero que hay que garantizar determinados mínimos de vida o considero que hay que educar a nuestra clase empresarial.

La única ideología que representa el mundo como yo quisiera es... la mía.

Por tanto, me opongo a todas ellas ;)

Alberto dijo...

Miguel Valle, un detalle, humanizar el capitalismo ya se hizo tras la segunda guerra mundial con la llegada de la socialdemocracia. Es decir, capitalismo con controles, fuertes controles, y redistribución de la riqueza. A partir de las decadas de los 70 - 80 irrumpio el neoliberalismo en el mundo con Tacher and company (que se llama así porque es el nuevo liberalismo tras el liberalismo que propició el crack del 30). El capitalismo comenzó a deshumanizarse entonces. Yo ya he dicho que no quiero ni neoliberalismo ni comunismo, creo que hay que tener una economía de mercado con muchos controles y con políticas de izquierda que redistribuyan la riqueza.

"la gestión privada de los recursos públicos no tiene porqué ser peor (ni mejor) que la pública"

La gestión no tiene que ser mejor, todo depende del dinero que se meta y la habilidad de los gestores, cierto, pero la gestión privada busca beneficio empresarial. ¿Crees que una empresa se va a meter a gestionar algo público sin esperar beneficios? Sería estúpido. Lo público, en cambio, no tiene que dar beneficios, tiene que cubrir una necesidad o dar un servicio al pueblo, de ahí que si la gestión es pública se buscará antes satisfacer la necesidad que ajustar gastos y recursos para satisfacer a unos accionistas, aunque sea subiendo impuestos para hacerlo. Lo privado ajustará plantillas y recursos para satisfacer la teoría del crecimiento infinito por el que se rige toda gran empresa (y se ve a diario).

Y otra cosa, tener una ideología no quiere decir que tu ideología venga en un manual que debes seguir, se puede picar de aquí y allí, o repensar cosas ya pensadas, es decir, tu ideología son las ideas de como debe regirse el mundo, y esa ideología tiene sentido si todas esas ideas, en mayor o menor grado, tienen sentido entre sí. ¿Qué es no tener ideología? ¿No querer que el mundo sea de determinada manera? Decir que se es de izquierdas o derechas es una forma de simplificar un montón de ideas con una palabra para no tener que explicar durante horas tu visión del mundo, luego ya pueden venir los matices.

Miguel Valle dijo...

Alberto, no estoy de acuerdo en el tema de la gestión, en absoluto. Introducir elementos de gestión privada no quiere decir que se deba regir exclusivamente por un beneficio monetario (y digo monetario porque podríamos discutir a qué nos referimos con beneficio económico, porque como metamos utilidades y satisfacción de necesidades...).

De gestión pública y privada sé un poquito, sólo un poquito, al menos lo que vivo a diario. Pensar que en lo público no existe la persecución de un beneficio es algo ingenuo, porque existe, quizás no cuantificable en un cuenta de PyG pero existe. Se maximizan intereses personales de los gestores, se utiliza como resorte político, etc. Se puede exigir que existan resultados en la gestión pública -un menor coste del servicio, una mayor calidad- que de alguna manera se podrían asociar al "beneficio" típico de una empresa.

Si hubiéramos introducido criterios de gestión privada, haber exigido unos beneficios que ofrecer a los accionistas de lo público, que somos todos los contribuyentes -y sí, Hacienda somos todos-, lo mismo ciertas inversiones ruinosas no se habrían llevado a cabo.

Es absurdo plantear como único objetivo de lo público satisfacer necesidades sin ningún tipo de análisis, sin tener en cuenta el coste; joder, así hipotecamos el futuro. Precisamente, ese tipo de reflexiones lleva a hacer AVE con seis pasajeros diarios.

Entiendo perfectamente lo que quieres decir, y el peligro de la gestión privada, pero puedes incluir parámetros de control; de hecho, la mayor parte de las licitaciones los llevan -control de calidad, servicios mínimos, mantenimiento del empleo-. Lo que pasa es que generalmente se vician por los motivos que todos sabemos.

El problema es que nunca se plantea la discusión en términos objetivos, analizando experiencias previas, todos (y me incluyo aunque me haya leído unos cuantos papers al respecto), todos, decía, hablamos con las tripas, desde posiciones de partida cuasi-inamovibles. Si te das cuenta, tú mismo, en ningún momento has cuestionado la gestión pública en tu respuesta -no digo que no seas consciente-, nos hemos posicionado con las tripas :)

La cuestión de las ideologías... no tengo más que decir, has dicho lo mismo que yo, tú ideología es la tuya, puedes acercarte más a una u otra, lo que pasa es que son tan esquemáticas y presuponen una serie de comportamientos en todos los ámbitos que para mí están totalmente obsoletas.

Para finalizar, en la humanización (relativa) del capitalismo tras la segunda guerra mundial (no olvidemos que no se superó el crack, a pesar del New Deal de Rooselvelt hasta el final de la guerra), tuvo mucho que ver precisamente el deseo de reconstrucción, la lucha contra el comunismo (hacer que esto funcione no se nos vayan a pasar al otro lado... ¡anda como la seguridad social de Bismarck!), etc.

Mi postulado pasa por un posicionamiento ético personal no por una directriz de gobierno y supervivencia política. La toma de conciencia de que todos estamos en el mismo (cada vez más) jodido barco y que si queremos sobrevivir como especie deberíamos avanzar hacia un sistema más cooperativo, aunque fuera fundado en el egoísmo (me da igual). Sí, una utopía mayor todavía que cualquier ideología actual o pasada, lo sé.

Un saludo

José Antonio dijo...

Lo que demuestra esta entrada y los comentarios es que es muy difícil ser de izquierdas hoy en día, al menos en España, y sin embargo es muy fácil ser de derechas. También es fácil estar desideologizado o desclasado.

Ojalá pudiéramos ver un partido político que propusiera medidas que permitan tener un crecimiento económico responsable con el medio ambiente (basándose en la ciencia y no en magufadas) que sea capaz de dar una calidad de vida aceptable a todos sus habitantes hagan el trabajo que hagan (para mi por ejemplo tiene mucho mérito el tirarse 14 horas conduciendo una furgoneta, o limpiando nuestras calles, y a esos trabajadores se les paga lo justo para ir malviviendo) y que se atrevan a proponer lo que todo el mundo teme: si se cruje a impuestos a los más ricos del país, ¿qué pasaría? ¿Los necesitamos más nosotros a ellos, o ellos a nosotros?

Corsariohierro dijo...

El comunismo trajo un cierto bienestar en sanidad, educación, etc. Bastante precario eso sí, aunque lo bastante útil, al menos su fantasma para asegurar el estado del bienestar en occidente. Se trataba de evitar la expansión de la revolución asegurando condiciones dignas al trabajador de Europa Occidental unido al "bienestar"del consumo.

Por otra parte, el comunismo de China es tan raro, que solo tiene ya el nombre. Lo curioso es que los otros tres también aceptan en mayor o menor medida inversiones capitalistas (Cuba, inversiones españolas en turismo, la propia Corea del Norte, como vemos en Pyongyang de Delisle y la subcontrata de animación). Bueno como las inversiones de Ford en tiempos soviéticos.

Ferran dijo...

Si el ser humano no es perfecto, porqué nos empeñamos en intentar crear un sistema político perfecto?

No hay ningún sistema político que se adapte a las necesidades de la sociedad, con lo cual siempre habrá descontentos tanto en un lado como en el otro.

Para mí, la política es un sin sentido.

P.D. No lo digo como crítica, sino como reflexión. De alguna forma tenemos que gobernarnos.

César dijo...

Mon: Por supuesto, el hecho de que el comunismo sea erróneo no dice nada a favor del capitalismo, y mucho menos del neoliberalismo. Ahora bien, en relación al tema medioambiental que mencionas, tampoco creas que hay muchas diferencias entre una ideología y la otra. Te recuerdo que China, junto con USA, es el país más contaminante del planeta. Y que la Unión Soviética hizo obras civiles a base de bombazos atómicos. Por cierto, leí Sapiens y me pareció muy interesante.

El niño vampiro: Muy cierto, me ha encantado.

Alberto & Mazcota & Miguel Valle: Interesante debate el vuestro. Y, sobre todo, educado y respetuoso. ¡Me encanta! Hebéis expuesto perfectamente vuestros argumentos. Yo tengo mi propia opinión, pero creo que es mejor que cada merodeador saque sus propias conclusiones.

Gabriel: Sí, pero ¿por qué decantarte por una ideología que se ha demostrado fallida?

Juan H: Comentas algo que también me sucede: La única forma de "gobierno" que me parece aceptable es las anarquía. Y al tiempo me parece inviable.

José Antonio: Amén.

Ferran: El eje de la política es el poder, y el poder siempre le toca las narices a quien no lo posee.

Samael dijo...

yo me inclino a pensar que se debe a lo último que mencionas, sobre la conexión con un extraño tipo de religión. De la misma forma que el capitalismo excluye un pensamiento místico, digamos que es la expresión más pura del materialismo, el comunismo en cualquiera de sus variedades, por propia esencia de su postura idealista-humanista-filosófica, no le resulta difícil compartir ciertos elementos comunes con los planteamientos de una religión. Estos nuevos políticos representan al nuevo Mesías. Un salvador dispuesto a echar a los mercaderes del templo y establecer un nuevo orden basado, sobre todo, en la fe. De hecho, yo creo que sus simpatizantes con lo único que cuentan para apoyarlos es la fe. Y yo de eso cada vez ando peor.

Rickard dijo...

Yo iba a intervenir pero lo que pienso ya lo ha dicho Alberto mucho mejor de lo que hubiera podido hacerlo yo. Baste decir que coincido plenamente con sus planteamientos.