martes, noviembre 14

Creación y pecado (Louis K.O.)



          Los escritores, igual que los actores, somos mentirosos profesionales. De hecho, entre ambas dedicaciones hay más similitudes de lo que a simple vista parece. Mi buen amigo y excelente escritor Rafael Marín comentó en cierta ocasión que lo que hacen los actores -interiorizar y representar personajes- lo hacemos los escritores constantemente. En efecto, cada vez que desarrollamos un personaje lo interiorizamos y nos convertimos en él, sólo que lo hacemos mentalmente y lo expresamos con palabras en vez de con el cuerpo. Como todos los personajes de una novela no pueden ser iguales, el autor debe fingir ser diferentes personas, incluso personas diametralmente distintas a él. Y ahí está la clave: toda creación artística es un fingimiento.

          Centrándonos en la literatura, cabría pensar que en las páginas de una novela hay un destilado de la personalidad del escritor, pero no siempre es así, y desde luego nunca del todo. Lo que realmente encontramos en una novela es una muestra del talento de un autor para fingir. Y ese fingimiento puede tener muy poco que ver con la auténtica personalidad del escritor. Por ejemplo, en el caso de los intérpretes podemos ver a un actor homosexual aparentando ser un ardiente heterosexual, y viceversa. O a un actor que en la vida real es un hijo de puta, convertido en el ser más bondadoso del mundo.

          Cuando admiramos a un artista queremos creer que su calidad humana es proporcional a su talento profesional, pero no siempre es así. Lo curioso es que eso sólo se lo aplicamos a los artistas, pero no a otros profesionales. De un ebanista no esperamos que sea buena persona, sino que nos haga un buen mueble, igual que lo que le pedimos a un médico es que nos cure, no que nos dé ejemplo de santidad.

          Es decir, lo importante es la obra, no el creador. Pero a los artistas, quizá por ser personas más o menos públicas, se les aplica otro baremo. Y realmente no debería ser así. Vamos a ver, Louis-Ferdinand Céline simpatizaba con los nazis; Lewis Carroll y Charles Chaplin eran pederastas; Picasso abusaba emocionalmente de sus parejas: Dickens era adúltero y, por lo visto, una persona insoportable. Vale, pero nada de eso le quita ni un ápice de valor a Viaje al fin de la noche, a Alicia en el País de las Maravillas, a Tiempos modernos, al Guernica o a Casa desolada.

          Puede que lo que realmente nos perturbe es preguntarnos cómo es posible que gente con tanta sensibilidad para el arte tenga tan poca para su vida privada. Pero es que se trata de ámbitos distintos que no deberíamos mezclar (salvo que el propio creador los mezcle, claro).  El artista necesita y usa la sensibilidad para crear; es decir, para fingir. Pero como ser humano... en fin, sólo es eso: un ser humano, con todas sus flaquezas. Porque en el arte se puede ensayar, se puede abocetar, se puede quitar y poner, se puede pensar y repensar, se puede rehacer y corregir. Pero en la vida real no. ¿No sería estupendo poder corregir nuestra vida pasada, igual que se corrige el borrador de una novela? Quitaríamos todos los errores cometidos, nos haríamos más inteligentes y honestos, procuraríamos que todo fuese más interesante, le daríamos sentido y estructura a nuestra existencia. ¿Comprendéis? Así funciona el arte, pero no la vida.

          Esto viene a cuento porque la semana pasada murió uno de los mejores humoristas de las últimas décadas. Y no, no me refiero a Chiquito (lamento su muerte, pero no me hacía ni pizca de gracia). Estoy hablando del norteamericano Louis C K, que no ha muerto como persona, pero sí como creador y artista.

          Louis C K es un monologuista norteamericano del estilo de Bill Maher o Jerry Senfield. Se caracteriza por un humor políticamente muy incorrecto, muy ácido y muy brillante. Pero bueno, no pasaría de ser un excelente cómico, del nivel de los antes citados, si no fuera por su serie de TV Loui, que lo sitúa a la altura de los genios.

          Loui, producida por FX entre 2010 y 2015, consta de 61 episodios de veinte minutos de duración. En cada episodio se mezclan fragmentos de monólogos con retazos de la vida de Loui, un humorista interpretado por el propio Louis CK, divorciado y con dos hijas pequeñas. Definir esta serie es imposible; no hay argumento, ni sketchs, ni chistes tipo sitcom. Son viñetas donde se contempla la vida cotidiana con ironía, humor y un puntito, casi inapreciable, de tristeza. Y también, sobre todo en las últimas temporadas, con poesía. Al principio, Loui puede desconcertar un poco, por la sencilla razón de que se trata de algo nuevo y distinto a cualquier otra cosa vista en TV, pero en cuanto le pillas el tranquillo te atrapa sin remedio.

          Para quienes no conozcáis esta serie, un par de ejemplos. El primero, conocido como el “discurso de la chica gorda”, trata de una chica (gorda) que insiste en salir con Loui porque le gusta como humorista. Loui se resiste, porque la chica no le parece atractiva, pero al final accede. Mientras pasean, Loui le dice que no está gorda. Y ella le responde con un monólogo tan lúcido como luminoso. Podéis verlo pinchando AQUÍ.

          En el segundo ejemplo, Loui está medio enamorado de una vecina, una violinista de la Europa del este que no habla inglés. Loui regresa a casa con su hija, que vuelve de clase de violín, y se encuentran con la vecina. La mujer y la niña hablan distintos idiomas, pero encuentran una manera de comunicarse. Si queréis verlo pinchad AQUÍ.

          ¿Os hacéis una idea de qué va la serie? Si no la habéis visto, probablemente no. Pero creedme: es condenadamente buena.

          Pues bien, la semana pasada salió a la luz pública que cinco mujeres, cinco empleadas de Louis C K, le acusaban de abuso sexual. Al parecer, el humorista les pidió permiso (a cada una por separado, supongo) para cascársela delante de ellas. Temiendo por su empleo porque él era el jefe, ellas accedieron, y Louis C K procedió a meneársela. Abuso de autoridad, sin duda alguna. Louis C K ha pedido perdón, dice que no era consciente de estar intimidando a esas mujeres. Pero da igual; todos sus contratos se han cancelado, sus series se han retirado y su carrera como creador y humorista ha concluido. Kaput. Por eso decía antes que uno de los mejores humoristas actuales ha muerto.

          Vale, lo que hizo Louis C K está muy mal y quizá se merezca el castigo de hundir su carrera y ver su nombre arrastrado por el fango. Él solito se lo ha buscado. Pero ése del que estamos hablando es el Louis C K real, el hombre de carne y hueso, el tipo que en realidad se llama Louis Szekely. El problema es que hay otro Louis C K, el fingidor, el creador, el humorista dotado de una exquisita sensibilidad. Y ambos van en el mismo paquete.

          Lamento que Louis C K abusara de esas mujeres; lo lamento por ellas, porque debió de ser una experiencia denigrante. De ser unas profesionales a verse convertidas en trozos de carne ante los que cascársela... Muy mal.

          Pero también lamento no volver a ver Loui ni nada igual de original y brillante. Lamento verme privado del talento de ese patético pajillero, de ese genio del humor.

15 comentarios:

Numeros dijo...

Solo una pequeña puntualización. Lewis Carrol era pedófilo, pero a Charlot le iban las adolescentes (efebofilia). Quizás el comportamiento de Charlot nos escandalice, pero no está de más recordar que Antonio Machado se casó con treinta y cuatro años con una adolescente de quince, a la que empezó a cortejar cuando ella tenía trece.

En el catálogo de pervertidos hijos de puta te has olvidado de Oscar Wilde. No por pervertido, de acuerdo a nuestros parámetros actuales, pero sí por hijo de puta.

Anónimo dijo...

Casualmente hace poco leí un artículo sobre kevin spacey en los mismos parámetros. El autor del artículo se lamentaba de que su comportamiento iba a privar a una estrella del cine de seguir haciendo espléndidos papeles (de hecho iban a borrar toda su actuación en una película ya rodada y sustituirlo por otro actor). Es cierto. Es una pena. ¿pero qué se puede hacer?. Hace poco leí sobre la hija de Heinrich Himmler, la que salía con él en numerosas fotos, y se lamentaba de que todo el mundo viera a su padre como un monstruo cuando era un amantísimo y cariñoso padre. Y debía de ser así sin duda. Esa es la paradoja humana. A mí en su día me sorprendió que pablo neruda dejara casi abandonada a una hija suya enferma, al cuidado de unos amigos y desentendiéndose completamente. Sus versos ya no me volvieron a saber igual.

Mazarbul

César dijo...

Joaquín: Pues en realidad me he preguntado eso que planteas al final de tu comentario. ¿Y si un jefe mío me hubiera preguntado si no me importaba que se hiciera una pajilla delante de mí? Reconozcámoslo: sería una situación muy desagradable.

Números: ¿Por qué dices que Oscar Wilde era un hijo de puta?

Mazarbul: Y no olvides que Hitler era muy cariñoso con los perros. Ésa es la complejidad del ser humano: puede se un ángel y un monstruo a la vez.

César dijo...

Mazarbul: El caso de Kevin Spacey es similar, en efecto. Lo que yo me pregunto es por qué actuó así. Siendo un hombre atractivo, rico y famoso podía ventilarse a todos los chavalitos jóvenes que le viniera en gana, con pleno consentimiento de los susodichos. Entonces, ¿porqué ese acoso en el trabajo? No lo entiendo.

Juan Constantin dijo...

Saludos:

Espinoso tema el de este post. A todo el mundo (o casi) le caen mal los acosadores, las personas que se aprovechan de su situación de poder y/o privilegio para tratar a sus supuestos subordinados como si fueran basura o para satisfacer sus deseos sexuales.
Y, claro muchas veces nos preguntamos por qué, qué necesidad tienen. Suelen ser ricos, exitosos, incluso los ha habido con carisma. Supongo que es más por satisfacer su deseo de dominación que su deseo sexual, demostrar su nivel y cuán poderosos son.
Dicho esto, me gustaría que los famosos que durante estas semanas están siendo acusados y acosados en los medios como supuestos violadores, acosadores, etc.. (en resumen, como unos magníficos hijos de puta) pagasen por todo lo que hayan llevado a cabo, con la cárcel, con el despido, con indemnizaciones a sus víctimas, sean quienes sean... pero me encantaría que fuese con pruebas, lo más claras e incontestables que fuese posible.
Todos los casos no son iguales, algunos lo han admitido y otros lo han negado. Las empresas para las que trabajaban se cayeron del guindo en el que estaban subidas y se dieron cuenta de que en ese casino se jugaba (como el capitán Renault en Casablanca) y los han despedido, cancelado series, borrado de películas, apartado... por lo visto no conocían muy bien a la gente que empleaban.
A Kevin Spacey lo han despedido sin que haya, creo, sentencia alguna en su contra, y sin que haya reconocido los hechos, apoyándose en una "cláusula moral". Hace 30 o 40 años lo hubieran despedido amparándose en la misma cláusula si se hubiera manifestado públicamente como el homosexual que es...
Insisto, no defiendo en modo alguno a quien haya cometido esos abusos, violaciones o vejaciones, sea Spacey u otro cualquiera. Pero deseo que haya pruebas para descartar venganzas, ajustes de cuentas, extorsiones... En un Estado de Derecho -y EE.UU. lo es todavía- el que acusa es quien debe probar su acusación.

Juan Constantin

César dijo...

Juan Constantin: Como señalas, ¿qué necesidad tenía esa gente de comportarse así? Por ejemplo, Weinstein. Es feo, vale: pero famoso, rico y con una inmensa influencia en Hollywood. Estoy seguro de que un buen número de aspirantes a actrices habrían estado dispuestas a tener sexo consentido con él. Pero no, el tío se comportaba como un mono en celo. ¿Por qué? Supongo que, como bien dices, por dominación. Se sacan la polla para demostrar lo poderosos que son. Parece que no hemos evolucionado nada en los últimos 70.000 años...

Numeros dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Numeros dijo...

Oscar Wilde era un homosexual que se casó simple y llanamente porque era lo que le correspondía hacer a un hombre de su posición. Al día siguiente de su matrimonio se encontró con un amigo al que le contó, con todo lujo de detalles la noche de bodas y siguió practicando abiertamente su homosexualidad y terminó pasando de su mujer e hijos como de la m...

Cambiando radicalmente de tema. Dime a ver que opinas de estos dos artículos: Los secretos de la señora Wilde escrito por Eduardo Lago y publicado en El País Semanal el 18 de septiembre de 2011 y La trágica y atormentada vida de la esposa de Oscar Wilde escrito por Itsaso Álvarez y publicado el 24 de junio de 2014 en El Correo. ¿Es normal tanto parecido?

Anónimo dijo...

yo creo que al final es tema del sexo es secundario, aq pudiera parecer que no. Efectivamente Spacey y Weinstein podrían pagarse lo que quisieran en materia sexual, pero claro, no es lo mismo que la actriz o el chaval que curra en tu productora. Supongo que da más morbillo. Pero además está el tema de poder. A weinstein le ponían pq sabía que tenía poder sobre ellas y sobre cualquiera que le osara hacer frente, pq no volvía a salir en una peli tan fácilmente. No es lo mismo cazar que ir al super por una bandeja de carne. Y a spacey le pondría intentarlo con uno que en lugar de darle un puñetazo miraba pabajo y se quitaba de en medio pensando q a ver si no le iban a volver a contratar.

En el fondo es el poder lo que pone. Es como a los corruptos, ya no es el dinero en sí (¿qué son 4, 5 o 50 millones?) pq difícilmente podrían vivir mejor, es el poder de hacerlo, saborear q lo hago y el resto se calla pq soy el puto amo. De hecho ese suele ser su fin, acaban creyendo q son inmunes, y caen de lo alto ( o eso espero creer)

En cuanto a los textos, hay párrafos exactamente iguales. Uno copió a otro. Está claro.

Mazarbul

Angel dijo...

Aunque haya quien les critique con saña, yo creo que muchos hacemos la vista gorda con la vida privada de los artistas. Basta ver los nombrados: Machado, Neruda, Dickens, Lewis Carroll... todos siguen en el Olimpo a pesar de todo. O mejor dicho, no ellos sino sus obras. A mi particularmente Picasso me parece ruin y despreciable, pero su obra le trasciende, tiene vida propia, no sé si me explico.

El problema con los actores como Kevin Spacey o Louis C.K. es que no se pueden separar de su obra, porque en ella, en la pantalla, están ellos mismos, y al verlos es casi inevitable pensar en el uno acosando a un jovencillo y el otro meneándosela delante de una empleada que intenta contener su repugnancia.

Igual con el tiempo la gente se olvida de todo esto, aunque puede que sea tarde para ellos. Ahora mismo están muertos como bien dice César.

César dijo...

Números: Esos dos artículos me han dejado alucinado. Claramente uno es copia resumida del otro. Menudo morro tienen algunos periodistas...

Mazarbul: El poder, sí. Al parecer, es un gran afrodisiaco.

Ángel: De eso que dices va el post. Lo importante es la obra, no el autor. Aunque, como bien señalas, en el caso de los actores resulta difícil separar lo uno de lo otro.

Anónimo dijo...

Otro escritor cuya obra contrasta con su personalidad es Emilio Salgari. Y lo he sabido hace poco, me compre una edicion de Sandokan, pero lo hice más por el estudio introductorio (lei a salgari de joven). No conocía la vida de salgari y me sorprendió. Tenían una relación extrañísima con su esposa, q según dicen era ninfómana y se tiraba a todo bicho viviente, y con salgari mantenía una relacion de sadomaso. Era un tipo bastante cerrado y mitómano (y mentiroso), e incluso violento llegado el caso. La verdad que contrasta su personalidad con la de sus personajes luminosos y abiertos, luchadores y atractivos. Muy Curioso.
Mazarbul

César dijo...

Mazarbul: La verdad es que sé poquísimo sobre Salgari. ¿Te quieres creer que jamás he leído nada suyo?

Eugenio dijo...

¿Estamos locos o qué? ¿De verdad vamos a borrar a un actor porque no nos gusta lo que hizo?
Hace unos años salí con una chica que me dijo que no le gustaba la música de Mozart porque "era un imbécil".
¿Y qué? Seguramente lo fuera, o seguramente no. Pero es irrelevante su juicio como persona al que nos da su obra.
Ahora parece que James Levine es apartado del Met por un abuso cometido hace 40 años. No sabía que uno tuviera que ser un alma pura para dirigir una orquesta. Y Kevin Spacey borrado.
Discrepo completamente que por hacer lo que hizo merezca el castigo de hundir su carrera y ver su nombre arrastrado por el fango. Merece la sanción que un juez pueda imponerle si lo que hizo es delito. Y punto.

César dijo...

Eugenio: Estoy básicamente de acuerdo contigo. Lo más injusto es que eso sólo sucede con profesionales que trabajan de cara al público o son personalmente famosos, pero no pasa lo mismo con todos los acosadores anónimos que pululan por el mundo.