domingo, marzo 19

Mitos de papel

La anterior entrada, dedicada a la caja tonta, es la que más respuestas ha obtenido desde que se inauguró este blog. Curioso, ¿verdad? Aunque, en realidad, no tiene nada de sorprendente, porque la caja tonta es nuestra particular magdalena de Proust. Cada una de las series del pasado que se han mencionado representa un jalón, una marca, por leve que sea, en la vida de alguien (y, sin lugar a dudas, en la vida de quien la menciona), así que las asociamos con diversos momentos de nuestra vida. Son melancolía convertida en 625 líneas electrónicas. Por ejemplo, y ya sé que esto no le interesa a nadie, cada vez que recuerdo Los Vengadores evoco un momento concreto de mi pasado. Era sábado, después de comer; yo tenía catorce o quince años y acababa de ver el episodio de Los Vengadores en que Steed y la señora Peel deben sobrevivir en una casa diseñada para matarlos. Mi hermano mayor, por aquel entonces un joven estudiante de arquitectura, me dijo que había quedado con unos amigos para ver la Corona de Espinas, un edificio público que se estaba construyendo cerca de la Ciudad Universitaria (y que hoy, más de treinta años después, sigue sin estar acabado). Bueno, pues el caso es que fui con él y sus amigos, vimos el edificio... y ya está, eso es todo. Una tontería, ¿no? Pero, por algún motivo que no logro discernir, aquello se quedó indeleblemente grabado en mi memoria, adherido a ese episodio de mi serie favorita como un post-it mnemónico.

Me estoy yendo por las ramas. De lo que quería hablar es de la enorme influencia de la “cultura popular” sobre nuestras vidas. De hecho, creo que esa influencia es muy superior a la que ejerce la, llamémoslo así, “cultura canónica”. Pensadlo un momento: ¿cuáles son los arquetipos literarios hoy por hoy más universales? Por ejemplo, el Quijote; o don Juan; Hamlet, quizá. Puede que madame Bovary le suene a alguien. ¿Gregorio Samsa?... lo dudo. ¿Holden Caulfield? Seguro que nueve de cada diez ciudadanos ignoran quién es. Sin embargo, contemplad los siguiente nombres: Drácula, James Bond, Vito Corleone, Frankenstein, Hanibal Lecter, el Fantasma de la Ópera, Tarzán, Sherlock Holmes... todos esos personajes forman parte del “paisaje mental” del siglo XX.

En realidad, claro, estamos hablando de mitología. Porque no se trata sólo de personajes de ficción: son mitos, como Hércules, Prometeo o Satanás, pero mitos modernos que, por tanto, simbolizan los valores, aspiraciones y miedos del actual momento de nuestra civilización. Y, no lo olvidemos, son mitos literarios.

Pero centrémonos en uno de ellos, el último citado, el fascinante inquilino del 221 B de Baker Street. ¿Conocéis algún otro personaje de ficción que represente mejor al siglo XX? Al menos, en sus aspectos más luminosos, porque del lado oscuro se ocupa otro personaje, coetáneo de Holmes, sólo que real: Jack el Destripador. Sherlock Holmes es, quizá, el mito actual más universal, un arquetipo cuya influencia se ha extendido por todas las ramas de la cultura, incluyendo, y muy significativamente, a la propia literatura, y no sólo, ni mucho menos, la popular.

Sin embargo, la “cultura canónica” relega a Arthur Conan Doyle al purgatorio de los autores menores. En el fondo es gracioso: escritores cuya obra será olvidada un par de décadas después de ser escrita son encumbrados a los altares de la gloria literaria, mientras que el creador de uno de los mitos literarios más poderosos es un “autor menor”. Pero, claro, Conan Doyle era un buen narrador, un gran contador de historias, y eso, para algunos, siempre resulta sospechoso.

13 comentarios:

miwok dijo...

Yo conozco todos los nombres que citas, pero es verdad que gran parte de mis amigos no los conocerían..

No me gusta "El guardián entre el centeno", nunca he entendido por qué tanta emoción con ese libro, aunque el título me parece bonito, y la historia de cómo se llega a ese título...

En cuanto a Vito Corleone, he de decir que desde que descubrí a Mario Puzo a los 11 años he leído todo lo suyo...y "El padrino" mucho mejor en libro...

He estado en el museo de Sherlock Holmes, y me decepcionó...Para mí Londres nunca ha sido el brumoso y gris de los libros de Doyle...
Sin emabargo recomiendo las rutas de Jack el Destripador que se hacen por el West End...te ponen en situación...son interesantes.

Álex Vidal dijo...

¡Anda, mira! Otro que no le gustó El guardián entre el centeno. Ha sido uno de los pocos libros (creo que no llegan a cinco) de los que me he deshecho en mi vida. El protagonista me parecía un pedante impertinente. Vale que también era libro de lectura en 1.º de BUP y que me recordaba a los matones de mi instituto.

Pero de 1.º de BUP recuerdo los otros dos libros de lectura: El camino, de Delibes, delicioso; y Narración de Arthur Gordon Pym, de Poe, del que no puedo decir delicioso, pero sí trepidante... y absolutamente terrorífico. Brrr, aún me entran escalofríos...

Doyle... Yo me divertí con las dos primeras novelas del sabueso de Baker Street, y me debo leerme la edición completa de Cátedra sobre Holmes.

César dijo...

Ojo, que a mí me fascina "El guardián entre el centeno". Es una novela magnífica y muy sutil, en la que no importa tanto lo que se dice como lo que no se dice (pero se insinua). Dadle otra oportunidad.

Anónimo dijo...

Yo siempre he creído que el siglo XX empieza realmente en 1888 con los crímenes de Jack el destripador. Y si alguien lo duda no tiene más que leerse el "From hell" de Alan Moore o "Un otoño de terror" de Tom Cullen.
Por lo demás, totalmente de acuerdo con lo de la importancia de la "cultura popular". Sherlock Holmes es ya un arquetipo, un mito, potenciado además por su paso al mundo del cine y la TV (no en vano es el personaje de ficción más veces representado en cine). Y es que nada supera al poder del cine y la TV, creo yo, para crear arquetipos o iconos perdurables en el imaginario colectivo.
Pérez Reverte decía que su verdadera patria son los libros que ha leído en su infancia. Yo diría lo mismo sólo que añadiendo el cine y, sobre todo, la televisión. Hace unos años un amigo común me presentó a una chica japonesa que había venido de visita a España y nos pegamos ni sé el rato hablando de Heidi, Mazinger Z y otras series de la época. Me sentí mucho más cerca, mucho más "compatriota" de esa chica gracias a todos esos referentes compartidos que de muchas otras personas, más cercanas a mí en el espacio pero más alejadas en el tiempo por pertenecer a otra generación.

Arioch dijo...

Quizás el problema con Doyle es que su obra y en concreto su personaje le sobrepasó en fama.

No extrañe que muchos piensen que Sherlock Holmes fue un personaje real.

En cuanto al mencionado Narración de Arthur Gordon Pym (creo que yo lo tengo con otro nombre), he tenido más de una discusión (afortunadamente civilizada) sobre su final. Fue mi primer final de ese estilo y me pilló muy joven. Tardé unos cuantos años en volver a leer algo de Poe por culpa de aquel libro.

Álex Vidal dijo...

Pues mira, pocas veces me ha impactado un final como el de Gordon Pym. Y eso que no era un final propiamente dicho (argumental). Pero como final (literario), creo que es la mejor resolución de novela que he leído en mi vida, junto con el "Hacía frío" de Muerte de la luz. Son de los que te clavan una imagen indeleble en la mente que nunca se borra.

Anónimo dijo...

Supongo que los del siglo XX somos unas generaciones audiovisuales. Y en efecto antes era la palabra (el libro), y ahora también es la imagen (la TV y el cine).

Por eso nuestros referentes son audiovisuales y nos emocionamos al hablar de la TV de nuestra infancia...

También nos emocionamos con los libros de la adolescencia, pero ¡hay tantos libros! y, chicos, ¡había tan pocas cadenas de TV!

Vaya, que en cuanto a las series, todos tenemos muchos referentes en común, pero libros no tantos.

Yo lei "El guardían..." y no recuerdo NADA. No entendí el por qué de tanta fama. Quizás era muy joven...

Y tuve la desgracia de tener una profe de literatura que amaba la literatura sudamericana. Sí, con 15 años descubrí "Pedro Páramo" o "El túnel" y me gustaron. Pero, todavía arrastro una manía impertinente, que me impide una relectura, por el, se supone, maestro García Marquez o por Pablo Neruda.

Las lecturas que me apasionaban me las busqué yo solita: Tardes a base de Dumas (¡ay! ¡el conde de Montecristo!), o de Verne (hala, ese verano en el que cayeron todas las obras en tomos editados en papel "biblia"), o Asimov...

Qué pena que no recomendasen libros que "enganchasen" a la lectura... ¿Recomiendan hoy en día leer a César Mallorquí, por ejmplo? ¿Alguien lo sabe?

Anónimo dijo...

Sí.
La Catedral, al menos, suele caer.

sfer dijo...

¿Qué héroes de la cultura popular de hoy en día quedarán para la posteridad? M'"esgarrifo" de pensar en el "neng"... x_x

Anónimo dijo...

Buen artículo. Y con toda la razón los mitos actuales son aquellos que sobreviven en el imaginario, al margen de lo que diga la crítica. Drácula o Holmes están en nuestro acervo cultural ya, pese a quien le pese.
De hecho, cuando leo poesía del renacimiento,los clásicos, vamos, me cuesta entenderlos, no tanto por el lenguaje, que ya no se diferencia demasiado del nuestro, sino porque los temas que tratan, los mitos, no están ya en nuestra cultura popular. Siempre pensé, de estudiante, que había que estar empollado en mitología para entender un poema que utilizara símiles e imágenes más allá de las de cupido, eros y zeus. Supongo que en el acervo cultural de esa época era sobradamente conocido de una forma popular, que el rapto de proserpina fue debido a tal y cual, y que tiene tales atributos, y bla bla bla. Vamos, que la historia era conocida hasta por el vulgo analfabeto aunque fuera a través de canciones populares y obras de teatro.
Ese acervo ha caído en el olvido, y se han introducido otros en el s. XIX y XX, que gracias a los medios de comunicación y la globalización, se nos han quedado.
Pero, ¿desaparecerán algun día?

Anónimo dijo...

Por cierto, no he leído a Salinger. No sé porqué pero lo tengo apartado, como si me fuera a defraudar. He oído tanto de su excelencia que me da hasta cosa leerlo. Me pasó con el libro sobre la guerra civil "Soldados de Salamina". Escuché tantísimo lo buena que era, que cuando la leí, no se, me dejó igual. Incluso me dió hasta coraje. Lo reconozco. De hecho le daré una segunda oportunidad. Quíén sabe.

Álex Vidal dijo...

Uy, sí, Soldados de Salamina, qué mediocridad... :) Me hizo mirarme con temor La sombra del viento, que aún la tengo sin abrir en el estante...

Anónimo dijo...

Where did you find it? Interesting read » »