domingo, agosto 20

Rituales de verano: el helado

Yo, como todo el mundo, tengo en el cerebro una válvula de seguridad que me avisa de cuándo debo dejar de comer. Si me ponéis delante las más suculentas viandas, deliciosos mariscos, foi mid cuit, serrano pata negra, hongos, caviar, lo que sea, comeré hasta que me sienta saciado, un poquito más por la cosa de la gula, y luego pararé. En fin, igual que todo hijo de vecino. Sin embargo, hay dos alimentos para los que la válvula del hartazgo no me funciona y que podría deglutir indefinidamente, porque jamás me sacio de ellos: las cerezas y el helado.

Adoro las cerezas. Se comen con facilidad, tienen el tamaño justo, una forma perfecta, un color precioso y son deliciosas, con la justa proporción entre dulzura y acidez. Así que, sencillamente, si comienzo a comerlas no puedo parar. Ponedme en un extremo del valle del Jerte y no tardaréis en verme salir por la otra punta dejando a mi paso un escenario semejante al provocado por las plagas africanas de langosta. Ya no es temporada de cerezas, pero os contaré un secreto: la mezcla de cerezas y Coca Cola es deliciosa. Ya, ya sé que es una bobada de secreto; a fin de cuentas, la Cherry Coke lleva mucho tiempo inventada. Pero la Cherry Coke es un brebaje asqueroso; sin embargo, comer cerezas y dar de vez en cuando un traguito de Coca Cola... en fin, la hidromiel a su lado se queda a la altura del aguachirle.

En cuanto a los helados... ¿Podría dedicar todo un post a hablar de ellos? Sí, podría. Me chiflan los helados, soy heladoadicto, un zampa-helado tan compulsivo que, al igual que me ocurre con las cerezas, sólo puedo parar de comerlo mediante un acto volitivo de agotadora intensidad. A decir verdad, a veces, cuando como helado, siento asco de mi mismo; es como si me volviera bulímico, sólo que sin la vomitona posterior.

Permitidme disertar brevemente sobre el tema. La calidad de los helados“industriales” es muy discreta. Las mejores marcas, en mi opinión, son Frigo y Miko. Los Ben&Jerry’s no están nada mal, aunque adolecen de esa tendencia tan americana que consiste en añadirle de todo al helado: nueces de macadamia, galletas, virutas de chocolate... en fin, un barroquismo rara vez conseguido. Los famosos Häagen Dazs, sin embargo, siempre me han parecido de lo más mediocre. En cualquier caso, los mejores helados son los de heladería.

La heladería más curiosa que conozco la encontré en los Andes venezolanos, en la ciudad de Mérida. Se llama Coromoto y figura en el Guinness de los récords por ser la heladería que más sabores ofrece en el mundo mundial: más de 600 (sí, no es un error: vende helados de más de seiscientos sabores distintos). Cuando estuve allí, un amigo comentó que era el negocio perfecto, porque vendía el doble. Tú entras en la Heladería Coromoto, miras los sabores, te pica la curiosidad y dices: coño, voy a probar un helado de camarones, o de atún, o de champiñones, o de chili con carne... Luego, te lo ponen, lo pruebas, reconoces que es una porquería indescriptible, lo tiras a la basura y, acto seguido, pides otro helado, sólo que está vez de vainilla, chocolate o algún otro sabor sensato. Lo dicho: doble venta.

Pero quedémonos en España. Ya que se supone que un blog ha de servir para algo, os recomendaré mis tres heladerías favoritas. La primera es un clásico: Palazzo. Se trata de una heladería poco sofisticada, pero honesta y de calidad. Ofrece sabores “de siempre”; todos ellos excelentes, aunque os recomiendo en particular el de arroz con leche. Hay varios Palazzo en Madrid, pero si os gusta lo genuino, el primero de todos se encuentra en la calle Luchana.

La segunda heladería es la más reciente. Se llama Bajo Cero y hace helados de diseño, tan ricos como originales. Os recomiendo el de mascarpone; es gloria bendita. Bajo Cero es (por ahora) un establecimiento único situado en la Glorieta de Quevedo 6.

La tercera heladería, y mi favorita, es Giangrossi, una cadena con presencia en Madrid, Barcelona, Marbella e Ibiza. En Madrid ha abierto varios locales durante los dos últimos años; imagino que con bastante éxito, porque siempre están llenos. Aunque es fundamentalmente una heladería, también funciona como cafetería. Llama la atención la estética de sus locales, moderna, amplia y acogedora, y la excelente calidad del servicio (al menos, en el establecimiento de la calle Velázquez, que es el que más suelo frecuentar). Los helados de Giangrossi son una maravilla, tanto en lo que respecta al sabor como a la textura. No dejéis de probar el de mandarina con zanahoria y el de sabayon. Ah, y el batido de lima-limón con jengibre.

¿Y qué me decís vosotros? ¿Sois tan adictos al helado como yo? ¿Conocéis alguna heladería secreta que es una pura maravilla? Si es así, contad, contad...

(Joder, qué ganas me están entrando de tomarme un helado)

12 comentarios:

Alicia Liddell dijo...

El dulce no me apasiona, así que no opino de helados. El último lo debí comer en el siglo pasado.

De niña si que me gustaban, los de corte a un duro, con su galleta. Me gustaba el de nata y el de vainilla y chocolate.

Cerca de dónde vivo hay una heladería artesana, La Ramoneta, que hace una leche merengada de pecado capital.

La fruta es otra cosa. No soy frutera, pero las cerezas sencillamente me enloquecen. Lo de comerlas con coca-cola debía estar penado. Estuve hace poco en el Jerte y me traje un cerezo en maceta a casa. Me temo que soy un desastre como horticultora, porque el pobre no ha sobrevivido al trasplante.

Javier Albizu dijo...

Cuando era pequeño veraneaba de vez en cuando en el pueblo de mi padre donde, casualidades de la vida, se encontraba la fabrica de Miko (donde, para mayor gozo y regocijo de aqui un servidor y sus hermanos, trabajaba una tia mia)
Asi que durante mi infancia deguste y degluti todo el catalogo de Miko.
Pero todo gozo esta condenado a tener un fin, y este no fue una excepcion.
Los amigos que vivian en el pueblo (Araia, en Alava, para mas señas) nos hablaron a mis hermanos y a mi sobre el "cementerio de los helados", el lugar al que iban a parar los helados que habían salido defectuosos de la fabrica.
Asi que, un verano, decidimos comprobar la veracidad de tal historia, y les pedimos que nos mostrasen el camino que llevaba hasta tan mitico lugar.
Durante un rato eterno nos guiaron por caminos no asfaltados donde no habia nada contruido, y lo unico que se movia era el polvo que causaban nuestras pisadas. Pero, cuando ya lo dabamos todo por perdido, un sonido a nuestra espalda hizo que nos volviesemos, solo para contemplar un camion de la Miko que se dirigia en nuestra misma direccion.
Tras apartarnos para no ser atropeyados, el cansancio parecio desaparecer de nuestras piernas, y comenzamos a correr en pos del camion, y no tardamos en llegar al "cementerio de los helados"
Mas alla de una verja, se encontraba un pequeño promontorio de caleidoscopico colorido, donde se fundian de manera inexorable los helados de todos los sabores, deshaciendo en su recorrido las fundas que debian contenerlos.
Alrededor de ellos, cientos de moscas reboloteaban como si de buitres acechantes de la sabana se trarase.
Despues de aquella vision, los helados ya no sabian igual, y no ha sido hasta hace poco, tras descubrir las tarrinas de tiramisu y de platano con chocolate, que no he vuelto a disfrutar comiendo helado.

sfer dijo...

En lo que se refiere a las cerezas, soy incapaz de comerlas sin acordarme de "Las brujas de Eastwick", y no entiendo como no le pasa lo mismo a todo el mundo.

Respecto al helado, coge un papel y apunta:
- Barcelona: Sirvent, calle Parlament esquina Ronda Sant Pau. Más conocida por la Horchata, hacen el mejor helado de vainilla que haya probado jamás de los jamases. Y además, para nada caros.
- Córdoba: David Rico. Hay varias pero la que yo más he visitado es la de la Plaza de las Tendillas (donde puedes sentarte a la sombra y ver a los niños correr por entre los chorros de la fuente). A mi otra mitad le enamora el de tarta de queso con fresa y a mí, como no podía ser de otra manera, el de crema catalana.

Anónimo dijo...

Mirad esto:
www.giangrossi.es

Hasta la web es apetecible.
El próximo día 29 he quedado en Barcelona. Voy a celebrar mi ritual de fin de verano. He añadido el Giangrossi de L'Illa Diagonal en mi ruta.

Jorge dijo...

En España la gente suele tomar helados sólo en verano (bueno, imagino que los adictos discreparán) pero en Finlandia y otros países europeos se toman con bastante frecuencia durante todo el año. En Taiwán, donde me encuentro ahora, hay muchos puestos o establecimientos donde te sirven un plato o cuenco con hielo picado, desmenuzado (como para granizado) al que se le añaden frutas (mango, papaya...), "salsas dulces" y otros ingredientes (dulce de judía roja etc). Por cierto, aquí se toma la cerveza con cubitos de hielo y, la verdad, una vez que te acostumbras no está nada mal, sobre todo en el trópico.

Anónimo dijo...

Los mejores helados no los comí viviendo en Italia, donde son exquisitos, pero en exceso dulces; sino en Caspe,(Zaragoza) en una pastelería llamada con el honesto nombre de "El buen gusto", que fabrica helados artesanos de una docena de sabores insuperables y otra docena excelentes.
El truco es combinar bolas de helado de diferentes sabores: chocolate con menta; limón con fresa; kiwi con mantecado; café con turrón.. ¡Ahhhh, qué delicia! También soy también del genero insaciable con los helados, sea verano o invierno.

Anónimo dijo...

Los mejores helados no los comí viviendo en Italia, donde son exquisitos, pero en exceso dulces; sino en Caspe,(Zaragoza) en una pastelería llamada con el honesto nombre de "El buen gusto", que fabrica helados artesanos de una docena de sabores insuperables y otra docena excelentes.
El truco es combinar bolas de helado de diferentes sabores: chocolate con menta; limón con fresa; kiwi con mantecado; café con turrón.. ¡Ahhhh, qué delicia! También soy también del genero insaciable con los helados, sea verano o invierno.

Anónimo dijo...

A mí también me gustan los helados. Casi cualquier tipo de helado, pero el mejor, sin duda, el insuperable es el HELADO PEÑASANTA. Tranquilo, no es helado de queso -que también podría ser, ¿no hay helado de fabada?-. Se trata de una especie de milhoja helada: la parte superior de nata o merengue requemado y caramelizado, y las sucesivas capas de turrón (con trocitos), chocolate, mantecado, vainilla, galleta (la base). Lo encontrarás en la Heladería La Moderna, en Cangas de Onís. Si alguna vez pasas por allí, para, aunque solo sea a tomar el helado Peñasanta.

Juanma dijo...

César, mi chica y yo te hicimos caso y fuimos ayer al Gianrossi que hay en el centro comercial L'Illa de Barcelona. Fue una experiencia inenarrable. El helado de pistacho de Cristina, superior; el mío, de dulce de leche casero, casi al mismo nivel.
Muchas gracias por descubrírnoslo. A ver si alguna anónima (de las 9:59, por ejemplo) lee esto y la próxima vez que quedemos vamos allí. ;-)
Abrazos,
Juanma y Cristina.

Anónimo dijo...

Exquisito gusto, Don Cesar. Lástima que acabe de ver la entrada, porque acabo de llegar de Madrid, y de haber leído la entrada me hubiera pasado por Palazzo con la family.
En Sevilla, la mejor heladería es Raya, en San Pedro. Helados de sabores extrañísimos (allí probé el de espinacas con garbanzos, y el de gazpacho y lentejas). Y por cierto, unos metros más arriba, mientras los degustas está el Tremendo, uno de los sitios con mejor cerveza de Sevilla.
Y lo de las cerezas, en mi casa es delirio. Las tengo que comprar en cajones.

César dijo...

Amigos míos, me alegro mucho de que mis recomendaciones os hayan servido para algo y os agradezco los consejos sobre heladerías que me dais. Tomo nota. A lo mejor algún día hago un tour gastronómico-heladístico...

Por cierto, Javier, esa historia que cuentas es un argumento cojonudo para un relato corto. Incluso aportas un título fantástico: "El cementerio de los helados". Ten cuidado, que hablarle de estas cosas a un escritor tiene sus peligros (de plagio)

Javier Albizu dijo...

Pues nada. Te cedo el argumento (incluso puedes poner: Basado en hechos reales)