Hoy estoy un poco de malhumor, pero antes de explicaros por qué permitidme una breve divagación.
Si os preguntaran qué es lo que más ha transformado al mundo en los últimos siglos, ¿qué responderíais? Yo, sin dudarlo un instante, contestaría que la ciencia y su hija la tecnología. La prueba, si es que es necesario ofrecer alguna, la encontramos al analizar el ritmo histórico de los cambios sociales y comprobar cómo éste se acelera en progresión yo diría que geométrica a partir del siglo XVIII, momento en que se conforma el método científico. De hecho, si miráis a vuestro alrededor ahora mismo, mientras leéis este post, comprobaréis que la inmensa mayor parte de los que os rodea está sustancialmente impregnado de ciencia y tecnología, y da igual si estáis en vuestra casa, en el trabajo o en la calle. Es más, si podéis leer esto es porque manejáis alta tecnología (la informática).
Bien, ¿a qué se debe el triunfo arrollador de la ciencia? Pues a que funciona, así de sencillo. Antes del método científico, en la humanidad imperaba el pensamiento mágico; el problema es que la magia no daba (ni da) resultados. Un estadista, ante una pertinaz sequía, podía pedirle a los sacerdotes que hicieran rogativas para que lloviese, pero si no iba a llover los rezos no valdrían de nada. Ahora bien, si el estadista le pedía una solución a sus técnicos, estos excavarían pozos, elevarían el agua mediante energía eólica y construirían canales de irrigación, salvando así la cosecha. Conclusión: invertir en magia es tirar tiempo y dinero, mientras que invertir en tecnología da beneficios. Por eso, tres de los principales poderes sociales, el político, el económico y el militar, acabaron apoyando activamente el desarrollo de la tecnología (para lo cual era necesario apoyar también la ciencia pura).
Así pues, vivimos en un mundo científico-tecnológico (me refiero a eso que llamamos la “civilización occidental”). Esto nos invitaría a inferir que, ante la contundente eficacia de la ciencia, el pensamiento mágico iría en declive, y en cierto modo así ha sido. Por ejemplo, las religiones “institucionales” están en decadencia y las antiguas supersticiones van desapareciendo. Pero no nos engañemos; el pensamiento mágico sigue firmemente arraigado en nuestra sociedad, sólo que ha cambiado de apariencia. O ni siquiera eso, si tenemos en cuenta la cantidad de gente que se fía de la astrología o paga por oír las chorradas de los videntes. Pero supongamos que esos son aspectos folclóricos del tema, tonterías irracionales sin importancia (salvo que quien consulte a astrólogos y adivinos sea el presidente de EEUU, como hizo Ronald Reagan para planificar su política). Vale, imaginemos que nada de eso es relevante; ¿hacia dónde ha derivado el pensamiento mágico occidental, en qué se ha convertido? En pseudo-ciencia y pseudo-espiritualidad. Concretamente, ha adoptado la forma del movimiento (?) New Age.
La New Age surgió de la creencia astrológica de que hemos entrado en la era de Acuario (concretamente, el 4 de febrero de 1962, aunque hay zodiacales discrepancias al respecto), lo cual supondrá un cambio radical en la conciencia humana. Al menos, eso se suponía al principio, porque poco a poco el movimiento fue adoptando toda suerte de creencias, tanto antiguas como nuevas, hasta convertirse en un confuso y arbitrario sincretismo. Así pues, en la New Age conviven la astrología, el ocultismo, el hinduismo, el budismo, el gnosticismo, versiones del psicoanálisis, el holismo, el chamanismo... ¡incluso descacharrantes adulteraciones de la física cuántica!
Porque, amigos míos, una de las curiosas costumbres de la Nueva Era es introducir en su plastificada doctrina espiritual términos procedentes de la ciencia. Así se habla de “energía”, “vibraciones”, “consciencia cuántica”, “estados alternativos de conciencia” y esa clase de jerga. Del mismo modo, la compleja filosofía budista y zen se convierte en su manos en una especie de manual de autoayuda pasado por la licuadora del Reader’s Digest. En realidad, todo el movimiento está orientado a confortar a una aburrida clase media poco dada al rigor intelectual y muy necesitada de mentiras y simplificaciones que den sentido, o cuando menos bálsamo, a las grises vidas de sus miembros.
Vale, hasta aquí la cosa parece más o menos inofensiva. El problema es que la New Age incluye entre sus creencias, y de forma muy característica, a las medicinas alternativas. ¿Y qué demonios son las “medicinas alternativas”? Pues de entrada, cada una de su madre y de su padre: naturismo, ayurveda, homeopatía, acupuntura, iridología, curación por cristales, flores de Bach, reiki (tocamiento curativo), terapia gestalt... en fin, un poquito de todo, siempre y cuando no tenga nada que ver con la lógica y el pensamiento crítico. Porque todas estas “medicinas alternativas” se caracterizan por rechazar el método científico incluso en lo que parece más básico y de sentido común: la comprobación de su eficacia.
Por lo general, estas “medicinas alternativas” se usan paralelamente a la medicina moderna, por lo que no suelen causar demasiados problemas de salud; aunque, ojo, tanto el naturismo como el ayurveda emplean plantas que, al contrario de los placebos homeopáticos, sí contienen principios activos que pueden ser muy perjudiciales. Pero, aparte de esto, poco mal puede causarte que te miren el ojo, te impongan las manos o tomarte pastillitas de agua destilada; si eso te hace sentirte más tranquilo y esperanzado, allá tú. El problema, el gravísimo problema, sobreviene cuando esas “medicinas alternativas”, en vez de usarse complementariamente, sustituyen a la medicina científica.
Y aquí llegamos al motivo de mi enfado. Voy a hablaros de dos personas reales, una pareja a la que llamaremos Hansel y Grettel. Ambos son universitarios de clase media alta y rondan los cuarenta años de edad. Él es extranjero, procedente de un país situado al noreste de España, y es un profesional de éxito en su especialidad; ella es española y, aunque cursó los mismos estudios que Hansel, decidió no trabajar fuera de casa y dedicarse al cuidado de sus tres hijos. Ambos son personas inteligentes y encantadores, personas muy próximas a mí a quienes aprecio. De hecho, compartimos muchas opiniones y posturas, aunque hay un tema que nos separa: Hansel está muy impregnado de creencias New Age, sobre todo en lo que respecta a las medicinas alternativas, y como suele ocurrir ha convertido a Grettel en una adepta a esas creencias. En particular, son firmes creyentes en la homeopatía.
La homeopatía, tan popular en nuestros días, es una pseudo-ciencia, o “medicina alternativa” inventada por el alemán Samuel Hahnemann en 1796. Su teoría es que las enfermedades pueden ser curadas suministrando al paciente sustancias que provoquen los mismos síntomas que la enfermedad. Ahora bien, esas sustancias deben administrarse sumamente diluidas; en concreto, se toma una parte de la sustancia activa y se disuelve en diez partes de agua destilada, luego se toma una parte de esa disolución y vuelve a disolverse en otras diez partes de agua destilada, y así sucesivamente. Los medicamentos (?) homeopáticos van marcados con una clave que indica el número de disoluciones. Así, por ejemplo,15X significa que ha sido diluido quince veces y 30X que ha sido diluido treinta veces. Si en vez de X vemos una C, significa las disoluciones en vez de decimales son centesimales.
Ahora bien, según los homeópatas, cuanto más diluida esté una sustancia más potentes son sus efectos. En fin, huelga decir que esto va contra la lógica, la experiencia y la observación científica, pero hay algo más: si nos paramos a pensar, nos daremos cuenta que en algún momento, tras cierto número de disoluciones, no quedará nada de la sustancia activa; pero, ¿cuándo? El científico Amadeo Avogadro lo descubrió, estableciendo el llamado “Número de Avogadro”, que determina la cantidad de moléculas que hay en cierta proporción de disolución. Pues bien, una disolución homeopática de 12C ya es inferior a la cota del número de Avogadro, lo cual significa que en esa disolución no queda ni una sola molécula de principio activo. Para entendernos: supongamos una disolución 30X; tendríamos que beber 29.803 litros de la solución para esperar encontrar sólo una molécula del principio activo.
El problema es que la demostración de Avogadro surgió después de la publicación de las teorías de Hahnemann, algo con lo que los homeópatas no contaban. Pero se trataba de un hecho incuestionable: hasta los más feroces defensores de la homeopatía tuvieron que admitir que sus preparados sólo contenían agua destilada. Entonces, cual ilusionistas sacando una paloma de la manga, se inventaron la “memoria del agua”. Es decir, que el agua tiene la pasmosa propiedad de “adoptar” las propiedades de los elementos con los que ha estado en contacto. Por supuesto, el hecho de que jamás se haya podido demostrar en condiciones de laboratorio esa supuesta “memoria del agua” no ha desanimado lo más mínimo a los homeópatas. Una de las características del pensamiento mágico es no permitir jamás que la realidad arruine una buena teoría.
Volvamos a mi pareja de amigos. Al principio, solía discutir mucho con Hansel sobre estos temas, pero nuestros debates acababan conduciendo siempre a un punto muerto en el que ya no era posible la dialéctica. Hansel es un hombre inteligente y por lo general lógico y razonable, pero al mismo tiempo una parte de su mente está invadida por el pensamiento mágico; por ello, cuando sus creencias entran en conflicto con el sentido común, recurre a un argumento mágico: la intuición. Él intuye, siente el íntimo convencimiento de que, por ejemplo, la homeopatía es la panacea de la medicina. No necesita pruebas, le basta con su intuición. Pero, ¿de qué vale una intuición sobre medicina formulada por alguien que no sabe nada de medicina? Pues eso, de nada. Pero es que Hansel, cuando menciona la “intuición” en realidad está hablando de “fe”. Aunque él, claro, no se da cuenta.
En cuanto a Grettel, en realidad se limita a adoptar las creencias de su marido porque confía en él, sin plantearse nada más. De hecho, discutí una vez con ella sobre homeopatía y descubrí que ignoraba lo que supuestamente era la “memoria del agua”. Ni siquiera conocía la materia que estaba defendiendo. Lo cierto es que ambos confían ciegamente en un homeópata amigo de Hansel, una especie de gurú (creyente también en la astrología y otras bobadas) a quien consultan todo lo relacionado con la salud de ellos y de su familia.
Bueno, en fin, yo pensaba que si mis amigos se sentían mejor tirando el dinero en placebos homeopáticos, y siempre y cuando recurrieran al mismo tiempo a la medicina científica, el asunto carecía de importancia. Allá cada cual con sus creencias mágico-religiosas. Sin embargo, hace tiempo creí escuchar algo que me alarmó mucho; tanto me intranquilizó que preferí pensar que había oído mal, que no era cierto aquello. Pero lo era.
Hace cuatro días descubrí que Hansel y Grettel, influidos sin duda por su homeopático gurú, creían que las vacunas eran muy malas y habían decidido no vacunar a sus hijos de nada. Es decir, tres niños (el mayor creo que tiene siete años) privados de las ventajas de la medicina preventiva a causa de la irracionalidad de sus padres.
Pensadlo un momento, porque el asunto es más grave de lo que parece a simple vista. Por un lado, esos niños pueden padecer enfermedades que no tendrían por qué sufrir. Por ejemplo, una de las niñas lleva un mes enferma de tosferina, algo que se hubiera evitado con una simple vacuna. Y no digamos lo que sucedería –ojalá jamás ocurra- si en algún momento estuvieran expuestos a la polio, la difteria, el tétanos o la meningitis. Pero no es sólo lo que pueda suceder ahora, sino lo que puede suceder después. Hay enfermedades como el sarampión, las paperas o la rubéola que, padecidas por un niño, apenas tienen importancia, pero que pueden ser sumamente graves si se sufren de adulto. El sarampión, por ejemplo; era muy común enfermar de sarampión durante la niñez; yo lo pasé, igual que toda mi generación, inmunizándome naturalmente en el proceso. Pero ahora todos los niños están vacunados contra el sarampión, así que la enfermedad ya no es común. Y, por tanto, es muy probable que los hijos de Hansen y Grettel no lleguen a infectarse, así que llegarán a adultos sin estar inmunizados de ninguna manera. Y si entonces enfermaran de sarampión, la enfermedad podría dejar en ellos severas secuelas. Y todo por la irracionalidad de sus padres.
En la medida que pueda evitarlo, no voy a hablar de esto con Hansel y Grettel; sé que no se puede razonar con ellos, porque están bajo la influencia del pensamiento mágico y, por tanto, son incapaces de seguir un discurso lógico; sé que, al final, yo diría cosas muy gordas de las que me arrepentiría posteriormente, de modo que lo mejor es no sacar el tema y fingir que no pasa nada. A fin de cuentas, no son mis hijos... aunque sí son unos niños a los que quiero y aprecio. Pero en fin, intentaré olvidarme de eso y cruzaré los dedos para que esos niños tengan la suerte de no enfermar de nada grave.
Sí, procuraré que mi relación con Hansel y Grettel siga como siempre, aunque no puedo negar que algo ha cambiado. Mientras sus creencia mágicas eran inofensivas, el asunto carecía de importancia; pero ahora ambos han cruzado una línea, una frontera invisible que separa lo anecdótico de lo peligroso. Sus creencias ya no son inocentes. A decir verdad, no puedo evitar contemplarles como a esos padres, testigos de Jeovah, cuyo fanatismo les lleva a impedir que un hijo suyo reciba la transfusión de sangre que podría salvarle la vida. En fin, qué pena y qué rabia... Por lo visto, Grettel defiende su postura limitándose a decir “son diferentes puntos de vista”... Y yo me pregunto, ¿cómo cojones puede alguien jugarse la salud de sus hijos en virtud de un mero “punto de vista”? Si yo me viera tentado de privar a mis hijos de alguna de las ventajas, universalmente reconocidas, de la medicina científica, antes estudiaría atentamente todos los argumentos a favor y, sobre todo, todos los argumentos en contra, me asesoraría en profundidad, consultaría con propios y extraños... pero no, a ellos les basta con las palabras de su descerebrado gurú.
Pero así es el pensamiento mágico, amigos míos: inocente e inocuo hasta que, sin saber cómo ni por qué, se convierte en letal.
Y no sigo porque me estoy poniendo de mala leche.
Si os preguntaran qué es lo que más ha transformado al mundo en los últimos siglos, ¿qué responderíais? Yo, sin dudarlo un instante, contestaría que la ciencia y su hija la tecnología. La prueba, si es que es necesario ofrecer alguna, la encontramos al analizar el ritmo histórico de los cambios sociales y comprobar cómo éste se acelera en progresión yo diría que geométrica a partir del siglo XVIII, momento en que se conforma el método científico. De hecho, si miráis a vuestro alrededor ahora mismo, mientras leéis este post, comprobaréis que la inmensa mayor parte de los que os rodea está sustancialmente impregnado de ciencia y tecnología, y da igual si estáis en vuestra casa, en el trabajo o en la calle. Es más, si podéis leer esto es porque manejáis alta tecnología (la informática).
Bien, ¿a qué se debe el triunfo arrollador de la ciencia? Pues a que funciona, así de sencillo. Antes del método científico, en la humanidad imperaba el pensamiento mágico; el problema es que la magia no daba (ni da) resultados. Un estadista, ante una pertinaz sequía, podía pedirle a los sacerdotes que hicieran rogativas para que lloviese, pero si no iba a llover los rezos no valdrían de nada. Ahora bien, si el estadista le pedía una solución a sus técnicos, estos excavarían pozos, elevarían el agua mediante energía eólica y construirían canales de irrigación, salvando así la cosecha. Conclusión: invertir en magia es tirar tiempo y dinero, mientras que invertir en tecnología da beneficios. Por eso, tres de los principales poderes sociales, el político, el económico y el militar, acabaron apoyando activamente el desarrollo de la tecnología (para lo cual era necesario apoyar también la ciencia pura).
Así pues, vivimos en un mundo científico-tecnológico (me refiero a eso que llamamos la “civilización occidental”). Esto nos invitaría a inferir que, ante la contundente eficacia de la ciencia, el pensamiento mágico iría en declive, y en cierto modo así ha sido. Por ejemplo, las religiones “institucionales” están en decadencia y las antiguas supersticiones van desapareciendo. Pero no nos engañemos; el pensamiento mágico sigue firmemente arraigado en nuestra sociedad, sólo que ha cambiado de apariencia. O ni siquiera eso, si tenemos en cuenta la cantidad de gente que se fía de la astrología o paga por oír las chorradas de los videntes. Pero supongamos que esos son aspectos folclóricos del tema, tonterías irracionales sin importancia (salvo que quien consulte a astrólogos y adivinos sea el presidente de EEUU, como hizo Ronald Reagan para planificar su política). Vale, imaginemos que nada de eso es relevante; ¿hacia dónde ha derivado el pensamiento mágico occidental, en qué se ha convertido? En pseudo-ciencia y pseudo-espiritualidad. Concretamente, ha adoptado la forma del movimiento (?) New Age.
La New Age surgió de la creencia astrológica de que hemos entrado en la era de Acuario (concretamente, el 4 de febrero de 1962, aunque hay zodiacales discrepancias al respecto), lo cual supondrá un cambio radical en la conciencia humana. Al menos, eso se suponía al principio, porque poco a poco el movimiento fue adoptando toda suerte de creencias, tanto antiguas como nuevas, hasta convertirse en un confuso y arbitrario sincretismo. Así pues, en la New Age conviven la astrología, el ocultismo, el hinduismo, el budismo, el gnosticismo, versiones del psicoanálisis, el holismo, el chamanismo... ¡incluso descacharrantes adulteraciones de la física cuántica!
Porque, amigos míos, una de las curiosas costumbres de la Nueva Era es introducir en su plastificada doctrina espiritual términos procedentes de la ciencia. Así se habla de “energía”, “vibraciones”, “consciencia cuántica”, “estados alternativos de conciencia” y esa clase de jerga. Del mismo modo, la compleja filosofía budista y zen se convierte en su manos en una especie de manual de autoayuda pasado por la licuadora del Reader’s Digest. En realidad, todo el movimiento está orientado a confortar a una aburrida clase media poco dada al rigor intelectual y muy necesitada de mentiras y simplificaciones que den sentido, o cuando menos bálsamo, a las grises vidas de sus miembros.
Vale, hasta aquí la cosa parece más o menos inofensiva. El problema es que la New Age incluye entre sus creencias, y de forma muy característica, a las medicinas alternativas. ¿Y qué demonios son las “medicinas alternativas”? Pues de entrada, cada una de su madre y de su padre: naturismo, ayurveda, homeopatía, acupuntura, iridología, curación por cristales, flores de Bach, reiki (tocamiento curativo), terapia gestalt... en fin, un poquito de todo, siempre y cuando no tenga nada que ver con la lógica y el pensamiento crítico. Porque todas estas “medicinas alternativas” se caracterizan por rechazar el método científico incluso en lo que parece más básico y de sentido común: la comprobación de su eficacia.
Por lo general, estas “medicinas alternativas” se usan paralelamente a la medicina moderna, por lo que no suelen causar demasiados problemas de salud; aunque, ojo, tanto el naturismo como el ayurveda emplean plantas que, al contrario de los placebos homeopáticos, sí contienen principios activos que pueden ser muy perjudiciales. Pero, aparte de esto, poco mal puede causarte que te miren el ojo, te impongan las manos o tomarte pastillitas de agua destilada; si eso te hace sentirte más tranquilo y esperanzado, allá tú. El problema, el gravísimo problema, sobreviene cuando esas “medicinas alternativas”, en vez de usarse complementariamente, sustituyen a la medicina científica.
Y aquí llegamos al motivo de mi enfado. Voy a hablaros de dos personas reales, una pareja a la que llamaremos Hansel y Grettel. Ambos son universitarios de clase media alta y rondan los cuarenta años de edad. Él es extranjero, procedente de un país situado al noreste de España, y es un profesional de éxito en su especialidad; ella es española y, aunque cursó los mismos estudios que Hansel, decidió no trabajar fuera de casa y dedicarse al cuidado de sus tres hijos. Ambos son personas inteligentes y encantadores, personas muy próximas a mí a quienes aprecio. De hecho, compartimos muchas opiniones y posturas, aunque hay un tema que nos separa: Hansel está muy impregnado de creencias New Age, sobre todo en lo que respecta a las medicinas alternativas, y como suele ocurrir ha convertido a Grettel en una adepta a esas creencias. En particular, son firmes creyentes en la homeopatía.
La homeopatía, tan popular en nuestros días, es una pseudo-ciencia, o “medicina alternativa” inventada por el alemán Samuel Hahnemann en 1796. Su teoría es que las enfermedades pueden ser curadas suministrando al paciente sustancias que provoquen los mismos síntomas que la enfermedad. Ahora bien, esas sustancias deben administrarse sumamente diluidas; en concreto, se toma una parte de la sustancia activa y se disuelve en diez partes de agua destilada, luego se toma una parte de esa disolución y vuelve a disolverse en otras diez partes de agua destilada, y así sucesivamente. Los medicamentos (?) homeopáticos van marcados con una clave que indica el número de disoluciones. Así, por ejemplo,15X significa que ha sido diluido quince veces y 30X que ha sido diluido treinta veces. Si en vez de X vemos una C, significa las disoluciones en vez de decimales son centesimales.
Ahora bien, según los homeópatas, cuanto más diluida esté una sustancia más potentes son sus efectos. En fin, huelga decir que esto va contra la lógica, la experiencia y la observación científica, pero hay algo más: si nos paramos a pensar, nos daremos cuenta que en algún momento, tras cierto número de disoluciones, no quedará nada de la sustancia activa; pero, ¿cuándo? El científico Amadeo Avogadro lo descubrió, estableciendo el llamado “Número de Avogadro”, que determina la cantidad de moléculas que hay en cierta proporción de disolución. Pues bien, una disolución homeopática de 12C ya es inferior a la cota del número de Avogadro, lo cual significa que en esa disolución no queda ni una sola molécula de principio activo. Para entendernos: supongamos una disolución 30X; tendríamos que beber 29.803 litros de la solución para esperar encontrar sólo una molécula del principio activo.
El problema es que la demostración de Avogadro surgió después de la publicación de las teorías de Hahnemann, algo con lo que los homeópatas no contaban. Pero se trataba de un hecho incuestionable: hasta los más feroces defensores de la homeopatía tuvieron que admitir que sus preparados sólo contenían agua destilada. Entonces, cual ilusionistas sacando una paloma de la manga, se inventaron la “memoria del agua”. Es decir, que el agua tiene la pasmosa propiedad de “adoptar” las propiedades de los elementos con los que ha estado en contacto. Por supuesto, el hecho de que jamás se haya podido demostrar en condiciones de laboratorio esa supuesta “memoria del agua” no ha desanimado lo más mínimo a los homeópatas. Una de las características del pensamiento mágico es no permitir jamás que la realidad arruine una buena teoría.
Volvamos a mi pareja de amigos. Al principio, solía discutir mucho con Hansel sobre estos temas, pero nuestros debates acababan conduciendo siempre a un punto muerto en el que ya no era posible la dialéctica. Hansel es un hombre inteligente y por lo general lógico y razonable, pero al mismo tiempo una parte de su mente está invadida por el pensamiento mágico; por ello, cuando sus creencias entran en conflicto con el sentido común, recurre a un argumento mágico: la intuición. Él intuye, siente el íntimo convencimiento de que, por ejemplo, la homeopatía es la panacea de la medicina. No necesita pruebas, le basta con su intuición. Pero, ¿de qué vale una intuición sobre medicina formulada por alguien que no sabe nada de medicina? Pues eso, de nada. Pero es que Hansel, cuando menciona la “intuición” en realidad está hablando de “fe”. Aunque él, claro, no se da cuenta.
En cuanto a Grettel, en realidad se limita a adoptar las creencias de su marido porque confía en él, sin plantearse nada más. De hecho, discutí una vez con ella sobre homeopatía y descubrí que ignoraba lo que supuestamente era la “memoria del agua”. Ni siquiera conocía la materia que estaba defendiendo. Lo cierto es que ambos confían ciegamente en un homeópata amigo de Hansel, una especie de gurú (creyente también en la astrología y otras bobadas) a quien consultan todo lo relacionado con la salud de ellos y de su familia.
Bueno, en fin, yo pensaba que si mis amigos se sentían mejor tirando el dinero en placebos homeopáticos, y siempre y cuando recurrieran al mismo tiempo a la medicina científica, el asunto carecía de importancia. Allá cada cual con sus creencias mágico-religiosas. Sin embargo, hace tiempo creí escuchar algo que me alarmó mucho; tanto me intranquilizó que preferí pensar que había oído mal, que no era cierto aquello. Pero lo era.
Hace cuatro días descubrí que Hansel y Grettel, influidos sin duda por su homeopático gurú, creían que las vacunas eran muy malas y habían decidido no vacunar a sus hijos de nada. Es decir, tres niños (el mayor creo que tiene siete años) privados de las ventajas de la medicina preventiva a causa de la irracionalidad de sus padres.
Pensadlo un momento, porque el asunto es más grave de lo que parece a simple vista. Por un lado, esos niños pueden padecer enfermedades que no tendrían por qué sufrir. Por ejemplo, una de las niñas lleva un mes enferma de tosferina, algo que se hubiera evitado con una simple vacuna. Y no digamos lo que sucedería –ojalá jamás ocurra- si en algún momento estuvieran expuestos a la polio, la difteria, el tétanos o la meningitis. Pero no es sólo lo que pueda suceder ahora, sino lo que puede suceder después. Hay enfermedades como el sarampión, las paperas o la rubéola que, padecidas por un niño, apenas tienen importancia, pero que pueden ser sumamente graves si se sufren de adulto. El sarampión, por ejemplo; era muy común enfermar de sarampión durante la niñez; yo lo pasé, igual que toda mi generación, inmunizándome naturalmente en el proceso. Pero ahora todos los niños están vacunados contra el sarampión, así que la enfermedad ya no es común. Y, por tanto, es muy probable que los hijos de Hansen y Grettel no lleguen a infectarse, así que llegarán a adultos sin estar inmunizados de ninguna manera. Y si entonces enfermaran de sarampión, la enfermedad podría dejar en ellos severas secuelas. Y todo por la irracionalidad de sus padres.
En la medida que pueda evitarlo, no voy a hablar de esto con Hansel y Grettel; sé que no se puede razonar con ellos, porque están bajo la influencia del pensamiento mágico y, por tanto, son incapaces de seguir un discurso lógico; sé que, al final, yo diría cosas muy gordas de las que me arrepentiría posteriormente, de modo que lo mejor es no sacar el tema y fingir que no pasa nada. A fin de cuentas, no son mis hijos... aunque sí son unos niños a los que quiero y aprecio. Pero en fin, intentaré olvidarme de eso y cruzaré los dedos para que esos niños tengan la suerte de no enfermar de nada grave.
Sí, procuraré que mi relación con Hansel y Grettel siga como siempre, aunque no puedo negar que algo ha cambiado. Mientras sus creencia mágicas eran inofensivas, el asunto carecía de importancia; pero ahora ambos han cruzado una línea, una frontera invisible que separa lo anecdótico de lo peligroso. Sus creencias ya no son inocentes. A decir verdad, no puedo evitar contemplarles como a esos padres, testigos de Jeovah, cuyo fanatismo les lleva a impedir que un hijo suyo reciba la transfusión de sangre que podría salvarle la vida. En fin, qué pena y qué rabia... Por lo visto, Grettel defiende su postura limitándose a decir “son diferentes puntos de vista”... Y yo me pregunto, ¿cómo cojones puede alguien jugarse la salud de sus hijos en virtud de un mero “punto de vista”? Si yo me viera tentado de privar a mis hijos de alguna de las ventajas, universalmente reconocidas, de la medicina científica, antes estudiaría atentamente todos los argumentos a favor y, sobre todo, todos los argumentos en contra, me asesoraría en profundidad, consultaría con propios y extraños... pero no, a ellos les basta con las palabras de su descerebrado gurú.
Pero así es el pensamiento mágico, amigos míos: inocente e inocuo hasta que, sin saber cómo ni por qué, se convierte en letal.
Y no sigo porque me estoy poniendo de mala leche.
35 comentarios:
No me extraña. Los padres de mi mujer son homeopatas y también están en contra de las vacunas. Cuando éramos novios le pregunté a mi mujer muy seriamente: "Si tenemos hijos ¿los vacunaremos?" Me contestó que sí. Si me hubiera dicho que no, aunque parezca fuerte, no me hubiera casado con ella.
Hoy, que acabamos de tener una niña preciosa, mi suegro me prestó un libro "Los peligros de las vacunas", supongo que con la esperanza de que cambie de opinión. No sabe que este tema me saca de mis casillas, porque si bien tolero que un adulto haga lo que le de la santa gana con su salud (ir al homeopata o tirarse por el barranco) en el caso de los niños me parece algo que tendría que estar penado. Y no es una figura retórica.
Joder, César, qué miedo...
No he entendido nunca porqué los homeopatas pueden estar en contra de las vacunas. Una vacuna, no es mas que una dilución de x veces de lo que produce la enfermedad. Tanto mas cierto, en las vacunas con alergenos que se utilizan en alergología. Al contrario que lo que nos indicaría el buen Samuel Hageman, cuanto menos diluida, mas potente.
Por otro lado, la medicina, realmente, no es ninguna ciencia, es tan solo una relacción causa-efecto, que, depende de tantos factores externos, que a todos no siempre produce el mismo efecto. Tiene su propia magia y sus propias reglas. Desde hace mucho tiempo, pseudociencias como la homeopatía, intentan tomar su parcelita, pero con las corrientes actuales, aplicando la "medicina basada en la evidencia", las posibles utilidades de la homeopatía son marginales.
Por otro lado, no vacunar a los hijos, me parece una postura insolidaria, pues pretende beneficiarse de la vacunación colectiva, es decir de la inmunidad colectiva lograda gracias a esa vacuna, sin compartir sus riesgos. Pero por otro lado, me parece una postura temeraria, pues deja expuestas a personas a su cargo, a enfermedades que sin inmunidad pueden ser verdaderamente peligrosas en el adulto (varicela, parotiditis, y ahora muy de moda el cancer de cervix).
Es el eterno debare sobre las transfusiones y los testigos de Jehova, ellos argumentan siempre que hay sangre sintética, y que no te la ponen porque no quieren.
Nada, hombre, una valeriana y todo arreglado :P. No te enfades por el mal chiste, mi madre las recomienda para todo pero es la única hierba en la que cree.
Afortunadamente, aquí en España creo que si un niño hijo de Testigos necesita una transfusión, sus padres ya pueden decir misa que al niño se le hace porque la ley ampara al menor. Creo. De todas maneras si no fuera así sería bastante fuerte.
Hombre, yo soy aficionada al esoterismo pero por jugar, es divertido. Y algunos puntos de la astrología los encuentro muy interesantes. Pero de ahí a negarme a vacunarme o a que se vacunen mis hipotéticos hijos... Un abismo. Más bien, 50 o 100 abismos.
Yo preferiría que no fueran invasivas, porque las inyecciones, qué quieres... Duelen. Yo era y soy de las que arma el numerito por una vacuna, un análisis de sangre, y hasta por la típica broma de sacar toda la punta del portaminas y meterla hacia dentro sobre la piel. Pero qué le vamos a hacer, es lo que toca.
Qué peligro de gente, por favor... Estoy de acuerdo con quien dice que debería estar penado. Muy de acuerdo.
Besos,
Cristina
Estoy muy de acuerdo con esta afirmación- Creo que lo que sucede es que la gente necesita esperanzas que rompan con las verdades científicas. A los curanderos se va como última esperanza en el último caso ante un diagnostico fatal.
Y ante una posibilidad por remota que sea se intenta lo imposible.
Palimp tienes más razon que un santo por suerte tu mujer es sensata. Les faltaria ver un capitol de la serie House cuando una madre lleva a su hija a su consulta y House le habla de los ataudes blancos y pequeños que estan muy de moda para las gilipolleces como la de no vacunar, etc.
Pero tirando un cabo para ti Cesar o para todos los incredulos entre los que me incluyo... nadie a comprado un número de loteria o ha tirado una primitiva... ? Es lo mismo des de una perspectiva de intución o fe, no creeis ?
Nuestra fe en la suerte de acerta es la misma que tiene el creiente en la homoAstroOijaOvniEtcgilipollez de turno...
Saludos a todos y un abrazo para Palimp.
Qué absurdo...
No me cuadra el rechazo a las vacunas. ¡Pero si una vacuna es la esencia del método homeopático! Lo que causa el mal es diluido y administrado al organismo... ¡yo creería que los homeópatas pusieran a las vacunas como prueba (falsa, claro) de sus teorías, no al revés!
En fin, que comprendo la impotencia de tu situación. Si la cosa no afectara a terceros (los hijos) te diría, "que les zurzan".
En el fondo, esa afirmación tan burguesa y tan políticamente correcta de que la educación de los hijos es un derecho de los padres, no es más que una tontería. Es algo que me viene dando vueltas desde hace algún tiempo y que casos como este no hacen más que confirmarme en esta idea.
Carajo con el pensamiento mágico.
Aquí esporádicamente se arma con que alguna familia indígena no quiere operar a su hijito moribundo en obediencia a algún tabú de su cultura milenaria. Y surge la infinita discusión sobre si respetar los patrones culturales de los pueblos originarios o imponerles la verdad occidental por la fuerza. Y yo me entristezco y pienso si despues de muerto en niñito, alguien se preocupará por sus orígenes culturales....
El surgimiento del pensamiento mágico en occidente es triste, desde mi punto de vista una consecuencia de la languidez educativa de los estados modernos, y también de la autocomplacencia. En lugar de enseñar el respeto al diferente en cuanto persona, se pretende basar ese respeto en los méritos. Es decir no tengo que respetar a un aborigen porque es un ser humano como yo, sino porque es miembro de una cultura milenaria cuya historia y valores son tan buenos como los mios. Y como los mios son todos buenos (sic, alli entró la autocomplacenccia) asi serán los suyos. De alli se va derechito a igualar todos los valores de todas las culturas.
Sin embargo lo que puede ser cierto en algunos aspectos, para algunos valores en algunas culturas, no lo es necesariamente para todos. Puedo disfrutar de la música americana, y me resulta admirable y valiosa su actitud de respeto absoluto hacia la Tierra muy diferente de la occidental moderna, pero tambien me doy cuenta de que, asi como yo me equivoco en mi actitud hacia el planeta, el se equivoca en la actitud hacia el conocimiento.
Es decir, ese camino lleva a confundir la ciencia como "una creencia más" igualable al chamanismo o al budismo sen. Y no lo es, entre otras cosas porque sus resultados son mucho mejores, como debería darse cuenta quién nació con una esperanza de vida que triplica la de sus bisabuelos. Pero desandar ese camino implicaría admitir que algunos de nuestros valores son tan erróneos como pueden ser algunos de los valores ajenos. Y esa es la parte dificil, mas fácil es llenarse la boca de la "sabidurias milenarias" varias, mientras seguimos viviendo en nuestra cultura occidental y mantenemos todas sus fallas bien escondidas.
En fin...
PD: como consuelo, te puedo decir que pocas enfermedades de las que nombraste son realmente peligrosas, en especial en un entorno donde no son endémicas. La polio, la meningitis, tal vez la tuberculosis agregaría yo. Las demás creo que son siempre curables si se acude al médico con la celeridad necesaria, aunque claro son feas como una sufrir hepatitis.
Uy. ¡Cuántos temas interesantes juntos!
Lo de no vacunar es una moda que yo he visto a mi alrededor últimamente (tengo una nena de 4 años) ¡¡y que también me pone de los nervios!!
En efecto los que no vacunan se aprovechan de que la mayoría sí lo hace y encima ponen en peligro a sus hijos (hay enfermedades que estaban medio “olvidadas” y ahora vuelven con más fuerza). Pero también contribuyen a aumentar el % de no-vacunados, con lo que aumenta el riesgo para ellos y las generaciones futuras (que tampoco se vacunen).
Hace falta ser papanatas. La excusa de no jugar al juego de las grandes multinacionales farmaceúticas, te puede llevar un hijo a la muerte, ¡so burros!
Sí, en House había un capítulo genial que trataba este tema. Juas, juas.
Y luego hay otros temas a comentar:
Oye, ¡a mí la acupuntura me funciona! Después de haber probado casi todo lo que podía proporcionar la medicinal tradicional para terminar con unas contracturas dolorosas, la propia doctora “tradicional” me recomendó ir a acupuntura. Así fui, y ¡me funciona!
Sí, a veces pienso si no será el efecto placebo, pero como me funciona, pues ¡bienvenido sea el efecto placebo!
Bueno César, ya sabes mi postura en estos casos. Demasiadas creencias, si yo te contara... No solo en cuanto a vacunas, sino método de fisio para niños con problemas (bobath, votja,...), tratamientos alternativos (aromaterapia, masajes terapeúticos,...) Todo un mundo alternativo que está muy bien pero siempre que no ponga en riesgo la salud de nadie y menos de un niño.
En estos 23 meses le he puesto a mi hija no sé las vacunas (incluida cada mes la del VRS el Virus Respiratorio Sinictial (una nueva) que se pone a prematuros, cardiópatas,...). Un virus muy agresivo. Los beneficios de estas vacunas son enormes y no ponerlas un riesgo para los peques. Y hasta que no inventen vacunas no invasivas... Una varicela simplemente tiene un gran riesgo para niños con problemas pulmonares...
Vamos que creo que la vida siempre está por encima de cualquier creencia y enhorabuena por el post.
Un besote,
Otra cosa:
Lo del sarampión: En el 2006 se adelantó la vacuna del sarampion porque se registraron nada menos que 200 casos solo en Madrid y aunque suele ser benigno puede dar complicaciones respiratorias... Y en Indonesia por ejemplo es una enfermedad mortal. Solo hay que buscar sobre el aumento de la tuberculosis en el mundo.
Vamos que enfermedades que antes no se veían vuelven a aparecer por lo que no poner algunas vacunas es un riesgo para los niños.
Por eso creo que en el fondo estos padres lo que desconocen son los riesgos de no vacunar a los niños y les falta información de su pediatra o de quien sea.
Bueno si no lo digo reviento. ¿Cómo puede ser que avancemos científicamente y sin embargo nos dominen este tipo de creencias alternativas? Padres que no vacunan, que no llevan a los niños al médico, encontra de los aerosoles, de las transfusiones,... No lo entiendo y también me pone de mala leche. Lo siento
Gracias por el post,
Tampoco son unicamente los seguidores de la New Age o los testigos de Jehová. Lamentablemente cada día leo en internet burradas en contra de la educación sexual sobre todo en foros católicos. Hay un montón (¿O será que son pocos pero hacen mucho ruido?)de padres de esos que van a las manifas de los obispos que prefieren que sus hijos crezcan ignorantes como ellos lo hicieron en su día, en vez de facilitarles la vida medianta la información de la que pueden disponer. Y ya sabemos lo que dice el Vaticano sobre el preservativo como prevención contra las ETS. La pregunta es por qué hay quien considera estas creencias más sensatas o superiores de alguna manera a las de la aromaterapia o el tarot.
Pues al hilo de lo que comenta José Antonio, os propongo un tema de debate:
¿Por qué tanta gente está en contra de la investigación genética?.. Y no sólo me refiero a células madre, sino también a que cuando se habla de clones, ¡todo el mundo está en contra de experimentar con estas cosas!
¿Y por qué? ¿qué es lo que da tanto miedo? ¿porque en estos temas no se puede investigar?
¿Por qué algunos sí admiten una transfusión y en cambio se niegan a investigar con, pongamos por ejemplo, un hígado nacido de una célula tuya que resulta que es idéntico a tu hígado?
Quiero decir: nos parece patético que haya gente en contra de las vacunas ¡o las transfusiones! Pero ¿no es el mismo espíritu papanatil el que niega la investigación "en temas genéticos"?
¿No es el mismo miedo de fondo a "estar jugando a Dioses"?
Estoy en parte de acuerdo, o más bien bastante, con una de las opiniones anónimas: "Por otro lado, la medicina, realmente, no es ninguna ciencia, es tan solo una relación causa-efecto que depende de tantos factores externos, que a todos no siempre produce el mismo efecto. Tiene su propia magia y sus propias reglas". Por ejemplo, el principio activo de la aspirina ya lo conocían los romanos, que utilizaban hojas o corteza de sauce para sanar los mismos malestares que la aspirina.
Lo que caracteriza a la medicina occidental es que no es holística. No toma al cuerpo (o, mejor dicho, a la unidad indisoluble cuerpo-mente) como un sistema o parte de sistema. Por el contrario, individualiza y casi personaliza las enfermedades, dolencias y males, y los ataca por medio de soluciones puntuales, concentradas (como la aspirina o como los millones de pastillas que circulan por ahí), intrusivas, agresivas (como la cirugía), no siempre necesarias. Bien dice Escohotado, citando a algún griego, que no hay mejor medicina que el reposo y el ayuno.
Los médicos, muchas veces, están más perdidos que el paciente, (le) dan palos de ciego. A mí, hace años, me operaron de un papiloma con bisturí láser; como volvió a salir, me lo quitaron de nuevo con bisturí (cuchillito) de los de toda la vida; a la tercera, me dijo el dermatólogo: "Qué brutos son algunos médicos; les encanta operar. Date todos los días este líquido encima del papiloma y límalo con una lima de uñas (o similar), y se te quitará". En efecto, el problema desapareció en pocas semanas.
Esa forma de actuar por parches, a pastillazo o cuchillazo limpio, es acientífica. Aísla al órgano afectado de su contexto. Es pan para hoy y hambre para mañana. En eso, la medicina occidental debería aprender de la acupuntura y otras terapias.
Lo mismo ocurre con la salud mental. En este ámbito, la medicina occidental se encuentra en un callejón sin salida: lo único que ofrece la psiquiatría son más pastillas o el frenopático. En cuanto a terapias alternativas, tengo mis prejuicios contra el psicoanálisis (que no conozco bien; por eso lo de "prejuicios"). Pero, por lo poco que sé de la terapia Gestalt, me parece muy razonable: tomar al individuo en su conjunto, psicosomáticamente (muchas dolencias "físicas" son somatizaciones de otro tipo de trastornos), en su presente pero sin olvidar sus pasados, su cadena de pasados. Tengo amigos que han salido muy beneficiados de ese tipo de terapia. Por ello no la compararía nunca con la astrología o engañifas similares. Vivimos en una sociedad neurótica, alienada, donde gran parte de la gente se niega consciente o inconscientemente casi en cada cosa que hace o que dice. Una terapia basada en la palabra, ¿qué puede tener de malo o de pseudocientífico?
Hombre, Jorge, perdona pero no estoy de acuerdo. Pese a que la Medicina es un oficio y se aprende tanto o más con la experiencia que en los libros, hay que tragarse esos libros. Y esos libros son de química, de física, de biología. La Medicina actual es ciencia y técnica aplicada en su mayor parte. Los remedios de toda la vida existen, pero los que se han desarrollado conociendo los mecanismos biológicos a los que afectan son hoy la mayoría. Indudablemente no va a ser nunca una ciencia exacta puesto que su objeto es el ser humano y es verdad que los mismos medicamentos no nos afectan igual a todos, pero la causa o causas de que no lo hagan se pueden cuantificar cientificamente y de hecho se hace. Y la prueba de lo que digo es que el avance de la medicina en los últimos siglos ha ido paralelo al de la ciencia, lo mismo que todas las demás aplicaciones que nombraba César.
¿Seguro? ¿Y qué me dices de las enfermedades inventadas por las compañías farmacéuticas? Ya no existen la tristeza o la melancolía, sólo la depresión...
Reconozco que he exagerado un poco, centrándome sólo en los aspectos de nuestra tecnomedicina que no me gustan o no me convencen. Pero recurro a ella, claro. Hace 4 años me quitaron 70 cm del colon (por un vólvulo) y esta misma mañana he ido al dentista.
Lo que quería era presentar un punto de vista complementario al de César, que metía a todas las terapias, mancias y supersticiones en el mismo saco.
Soy padre de una sola hija que nos ha dado dos nietas. La mayor tiene cuatro años y estoy enamorado de ella. La menor, cinco meses y estoy, todavía, en proceso de enamoramiento. Vamos, que las quiero mucho.
Cuando naci la segunda -Carla- les ofrecieron a sus padres la posibilidad de conservar el cordón umbilical como garantía, en el caso de alguna futura enfermedad, de disponer de células madre para un hipotético tratamiento aún, con toda probabilidad, no desarrollado.
La única pega era el elevado precio que tenía el proceso.
Ni mi mujer ni yo -universitarios los dos- entendemos muy bien en que consiste eso de las células madre. Sólo sabemos lo que hemos leído en prensa u oído o visto en otros medios. Casi nada y, además, somos conscientes de que nuestra formación no nos permitiría en ningún caso llegar a comprenderlo en su totalidad.
Pese a ello, nuestro regalo por el nacimiento de la niña, fué el de financiar el proceso.
¿Porqu...? Por algo muy sencillo: ¿Cómo íbamos a vivir con nosotros mismos si, con el paso del tiempo, enfermaba alguna de nuestras nietas (puede ser útil también para su hermana) y no se podía recurrir a ténicas que la salvasen por haber racaneado el pago del proceso, pese a estar dentro de nuestras posibilidades el hacerlo?
¿Cómo pueden sobrevivir a la muerte de un niño quienes le han impedido poder disfrutar de las ventajas de unos tratamientos sumamente eficaces?.
Son, aunque ellos no lo sepan, gente perversa.
Palimp: al parecer, eso de no vacunar a los niños está más extendido de lo que yo pensaba. Cuánto más estúpida y disparatada sea una idea, más posibilidades tiene de convertirse en popular, está claro. Afortunadamente, los anti-vacunas son una reducida minoría. Admiro y comparto tu posición al respecto y creo que tu mujer actuo de forma inteligente. ¡Aún hay esperanzas para el género humano!
Anónimo de las 8:45: Es inútil buscar lógica en lo que no la tiene. La homeopatía funciona por dogmas, no por razonamientos. En cuanto a la medicia científica, lo es -científica- porque recurre al método científico, como en lo referente a los mecanismos de experimentación y comprobación. Ahora, por supuesto, no es una ciencia exacta (en realidad, ninguna lo es).
Merak: mientras el pensamiento mágico sea una diversión que no afecte a los aspectos importantes de la vida, ningún problema. Lo malo es cuando el pensamiento mágico comienza a intervenir en decisiones fundamentales, como por ejemplo vacunar o no a los niños.
Mon: Sí, recuerdo el episodio de House que mencionas; era genial. En cuanto a lo de que todos albergamos alguna que otra forma de irracionalidad, es cierto. Pero lo importante es en qué medida esa irracionalidad interfiere en tu vida y en la de los demás. Por cierto, hace un mes gané 2000 euros a la primitiva...
Manolo: como le digo a anónimo, es inútil buscar sentido en el sinsentido. Por otro lado, claro, si quienes decidieran prescindir de la medicina ortodoxa fueran sólo mis amigos, dos adultos, pues allá ellos. Lo jodido es que afecta a unos niños inocentes. Yo también pienso que la sociedad debería defender a los niños de las insensateces de sus padres.
Severian: aunque se aparta un poquito del tema, comparto tu opinión de que el relativismo cultural es una idiotez, una forma de subjetivismo que no conduce a ninguna parte. Que en nombre de culturas milenaria mueran niños es una barbaridad. La mejor prueba de que la ciencia no es un creencia más es que funciona, mientras que las otras creencias no. Y ya, ya sé que la mayor parte de las enfermedades que puedan sufrir esos niños son curables, pero también innecesarias, como innecesario es el riesgo de que lleguen a padecer enfermedades más graves. Muy lúcido tu comentario.
Anónima de las 9:59: la acupuntura sólo ha demostrado ser eficaz en un aspecto: eliminar ciertos dolores. Pero no es magia, hay una razón científica: al pinchar repetidas veces la piel, el organismo comienza a producir endorfinas, cuya misión, precisamente, es calmar el dolor. Es decir, la acupuntura provoca una sobreproducción natural de endorfinas. Ahora bien, no se ha demostrado que sirva para otra cosa. Por cierto, eso de que hay que pinchar las agujas en determinados puntos energéticos, siguiendo no sé qué "meridianos", es pura jerga irracional. Los efectos analgésicos de la acupuntura se producen pinchando en cualquier lugar. Lo importante es pinchar, no dónde se pincha.
Carmen Fernández Etreros: ¿Qué puedo decirte?, pues que estoy absolutamente de acuerdo contigo. Supongo que por ser padres nos afectan más las barbaridades que se comenten con los niños.
José Antonio del Valle: en mi opinión, tanto las creencias religiosas como las pseudociencias provienen de lo mismo, el pensamiento mágico, y merecen la misma consideración. La postura católica ante el preservativo me parece de juzgado de guardia. Pero, al menos, la religión se presenta como tal, sabes lo que tienes delante, mientras que las pseudociencias se disfrazan de eso, de ciencia.
Jorge: suerte que en tu siguiente comentario das un poco de marcha atrás, porque te has pasado tres pueblos.
Mira, la ciencia no es perfecta; comete errores, por supuesto; a fin de cuentas es una creación humana y los humanos somos imperfectos. La medicina es más imperfecta aún, porque para un físico, por ejemplo, dos átomos de hidrógeno son exactamente iguales y siempre se comportarán de la misma manera, pero los pacientes de un médico pueden reaccionar de forma totalmente distinta a los mismos estímulos. Así que vale, de acuerdo, la medicina tiene muchísimos defectos, todos los que quieras... pero aún así, funciona ínfinitamente mejor que cualquier otra alternativa. ¿O que en el último siglo se haya más que duplicado la esperanza de vida es una casualidad?
"Los médicos, muchas veces, están más perdidos que el paciente, (le) dan palos de ciego". Sí, es cierto, están tan perdidos como el paciente, y como el acupuntor, y como el gestalista, y como el homeópata. ¿Qué pasa, que si los médicos no lo saben todo es que no saben nada? Hombre, no lo veo muy lógico.
Luego cuentas tu caso particular con un papiloma... Vale, pues vaya tu caso particular por el mío: la medicina me ha salvado la vida dos veces. Si en ambos casos mi curación hubiera dependido del holismo, o de cualquiera otra pseudociencia, ahora estaría doblemente muerto. Así que, por favor, no hablemos de bonitas teorías, sino de hechos.
En cuanto a la salud mental, pues mira, un pariente mío, esquizofrénico, puede hacer vida más o menos normal gracias a las pastillitas. De no ser por ellas, estaría ingresado en un sanatorio. Y yo, hace no mucho, tomé Seroxat, un antidepresivo que me vino de maravilla para superar una crisis.
Por último, ¿meto a todas las para-terapias en el mismo saco? Pues sí y no. El naturismo, por ejemplo, puede ofrecer resultados (como esa valeriana que me ofrecía Merak). A fin de cuentas, la farmacopea ha tomado muchísimos remedios de la naturaleza (los antibióticos, por ejemplo). Y la acupuntura puede calmar el dolor...
Aún así, meteré a todas esas terapias en el mismo saco, porque se niegan a seguir el método científico en lo que respecta a la comprobación de resultados. Por otro lado, ¿quién avala a los profesionales de esas paraterapias? ¿Cómo sé que el gestalista que tengo delante no es un embaucador? Ya, ya sé que un título médico no es úna garantía absoluta, pero sí es una mínima garantía.
Dices: "Una terapia basada en la palabra, ¿qué puede tener de malo o de pseudocientífico?". Pues mira, de malo no lo sé; supongo que lo mismo que si te imponen las manos o bebes agua destilada. Pero de psudocientífico, amigo mío, puede tenerlo todo, como ocurre con el psicoanális (basado también en la palabra), que es pura pseudociencia.
En fin, Jorge, que hoy no estamos muy de acuerdo que digamos :)
Big Brother: esa pregunta que formulas me la hago yo mismo. ¿Cómo podría soportar esa pareja que a alguno de sus hijos le sucediera algo grave por no estar vacunado? No sé, supongo que su mente mágica buscaría rápidamente alguna excusa con la que ocultar su insensatez.
hay un principo básico en el racionalismo, que es tanto como decir en el funcionamiento correcto del cerebro humano, que es lo que los filósofos llaman interacción causal. Si observo que siempre que hago A, aparece como consecuencia B, A es la causa de B, de forma que si quiero tener B, basta con buscar A.
¿Cómo demonios consiguen aplicar la interacción causal los homeópatas en su método? Quiero decir, que si un homeapata quiere curarse de la enfermedad B y aplica la homeopatia como método A, se tiene que dar cuenta por narices que no funciona, que A no es causa de B, y sin embargo siguen porfiando. ¿Ves? ligando con otro momento de este blog, los homeópatas son unos tenaces.
No creo que tenga solución.
fe de erraas, o confesión de un ligero lio:
B es la causa de A.
a fe de rratas, estaba bien.
lo que no está bien es mi teclado que omite algunas pulsaciones. Tendré que administrarle un 12xmás dos 20C después de las fcomidas.
Muy bueno lo de París con la antorcha, pero mejor va a ser lo de Frisco.
Esto último es comentario de Belial.
César: no creo que estemos tan en desacuerdo. Yo no reniego del método científico, pero no creo que la medicina occidental sea el mejor ejemplo de él. Un ejemplo: después de x tiempo diciéndonos que es bueno/malo tomar café/vino/aceite de oliva/tostadas con cachuela o caldillo/etc, de pronto sale un "estudio" (¿médico-científico?) que le da la vuelta a la tortilla o a la tostada para decirnos exactamente lo contrario. Hasta nueva orden.
Otra idea: no existen enfermedades (una "enfermedad" no es sino una etiqueta para denominar a un conjunto de síntomas) sino enfermos. Creo que lo dijo, entre otros, el gran Chéjov.
Para terminar, y aunque no se refiera estrictamente al psicoanálisis (del que me gustaría leer por qué es una pseudociencia, algo que ya intuyo), aquí va un artículo muy interesante:
http://blogs.publico.es/ciencias/202/%c2%bfpsicomagia-o-psicochorrada/
Ah, y muchas gracias por las explicaciones sobre la acupuntura. Supongo que valen también para la reflejoterapia podal.
¿Cómo podríamos frenar esta repentina proliferanción del pensamiento mágico? A mí hay un aspecto del fenómeno que me parece preocupante: que la superstición - si me admitís el término - haya saltado la barrera de las clases sociales y se haya instalado en las clases medias, las clases técnicas a fin de cuentas.
Por cierto, ya que tanto en el texto de César como en muchos comentarios hay referencias directas a una secta, los testigos de Jehová, he recordado unas palabras del representante en España de otra, la Iglesia de la Cienciología, menospreciando la psicología y la psiquiatría. Qué curioso, ¿verdad?.
Don César, creo que parte usted de un error: sus amigos no se tratan con un homeópata. Se tratan con alguien que dice ser homeópata.
Conozco sólo una médico homeópata. Estudió medicina en Compostela, se licenció, y después estudió en Alemania, en una universidad donde la especialidad de homeopatía está reconocida. Actualmente tiene consulta en Vigo, a la que acuden, entre otros, muchos médicos.
He discutido con ello utilizando los mismos argumentos que usted menciona.
Ella tiene hijos y los ha vacunado.
Ella dedica un mínimo de media hora a cada paciente, y además de recetarle cosas que -según yo y usted creemos- no le van a hacer nada, le receta cambios en su estilo de vida.
Ella manda a especialistas cuadros clínicos que no corresponden con su propia especialidad (no se le ocurriría tratar un cáncer ni extraer una muela del juicio).
Hace ya tiempo leí en una revista científica una noticia que hace poco ha salido en la prensa general: el Prozac tiene un 55% de efectividad en los pacientes. El placebo, un par de puntos menos. ¿No sería lógico que la Seguridad social dispensase placebos diciendo que es prozac?
¿Y si la mayor parte de nuestras dolencias se curasen con un médico que nos atendiese media hora y nos condujese a un cambio de estilo de vida?
Por cierto: creo en la ciencia y en la tecnología. Creo en la investigación genética. Pero no creo que sea bueno el maíz transgénico de Monsanto, cuya "transgénesis" se basa en que aguante más cantidades del pesticida de Monsanto.
La ciencia tiene matices, ni blanco ni negro. Y hasta las vacunas -como todos los tratamientos- conllevan riesgos. Preguntarse qué te están poniendo, cómo y por qué es una de las posturas más científicas y sanas que existen.
Yo era el anónimo de las 8:45. No sé como se pone la identidad de blogger.
A mí me parece que comparar la fluoxetina (prozac) con placebo, es un poco, digamos truco de prestidigitador. La depresión es lo que podíamos llamar una enfermedad del espíritu, y aquí el efecto placebo es muy importante. De cualquier forma hay estudios que demuestran que es mejor administrar medicación que no hacer nada en la depresión, y en mi experiencia, los antidepresivos modernos son estupendos y seguros.
La tendencia actual es que la medicina cada vez quiera portarse como una ciencia, por tanto cada vez se miden mas los resultados y se comparan todas las medidas posibles. Incluso con no hacer nada. Antes de lanzar una vacuna, debe bien suponer un ahorro de dinero al sistema, bien en cuidados de salud o en plus economicos para la sociedad. Por tanto en las vacunas actuales, está contrastada su efectividad, y son lo mas inocuas posibles.
Por otro lado, las únicas aplicaciones en las que puede tener alguna utilidad la acupuntura son las que se han apuntado aquí.
Por ahí alguien ha denigrado a la medicina occidental. Hoy por hoy es la mejor que existe, desgraciadamente hay muchos intereses comerciales, y eso incluye a los productores de aceite, de cerveza y de lo que haga falta, pero eso sirve de acicate para avanzar y proponernos nuevos retos.
El tema es interesante, como todo en este estupendo blog.
La tendencia actual es que la medicina cada vez quiera portarse como una ciencia, por tanto cada vez se miden mas los resultados y se comparan todas las medidas posibles. Incluso con no hacer nada. Antes de lanzar una vacuna, debe bien suponer un ahorro de dinero al sistema, bien en cuidados de salud o en plus economicos para la sociedad. Por tanto en las vacunas actuales, está contrastada su efectividad, y son lo mas inocuas posibles.
Más que una ciencia, la medicina es una tecnología, ¿no? En el sentido de que es la aplicación práctica de descubrimientos de ciencias como la química, la física, la farmacología...
De todos modos, es fácil de entender en su origen la suspicacia de homeópatas y otra gente guay frente a la medicina y la farmacología, tendiendo en cuenta que la popularización de la homeopatía coincide en el tiempo con escándalos como el de la talidomina. Afortunadamente, creo que ahora los controles sanitarios son más estrictos y es difícil que se vuelva a dar un caso como aquél.
Otros estudios científocos (absolutamente fiables, publicados en revistas médicas solventes) apuntan a que la eficacia del Sintron para prevenir problemas de circulación es similar a la de la aspirina, teniendo esta segunda menos efectos secundarios.
El Sintron debe tener sus defensores -científicos también-. ¿A qué carta quedarnos cuando se mueven tal magnitud de intereses económicos alrededor de la medicina?
Sobre la acupuntura he leído (esto no en una revista, sino en páginas escépticas) que en pruebas en una universidad en tres grupos de personas, uno al que no la trataban con acupuntura, otro que si, y otro que también, pero al que le ponían agujas al azar, sin fiarse por las "líneas de energía" en las que se basa la "milenaria medicina" china; resulta que la acupuntura funciona, pero funcionó exactamente igual en los dos últimos grupos. O sea, que los autores del estudio satribuían sus beneficios a la liberación de substancias sedantes por culpa de las agujas, y no a que "actúe sobre ciertos centros de energía".
Quizá, algún día, la ciencia aprenda a realizar curaciones usando la fe como una herramienta más, cuando pueda ser medible y utilizable.
Mi padre, por su parte, si tiene un esguince prefiere ir a un viejo componedor de su pueblo, que conoce cada parte del cuerpo muy bien, que a un traumatólogo de primer curso de especialidad cansado de treinta horas tras guardia y con pocas ganas de atenderlo.
Quizá eso también haya que tenerlo en cuenta y medirlo, a la hora de enjuiciar a la gente que cree en cosas raras.
Quizá haya cosas raras que no son tan raras, ¿o no preguntan los buscadores botánicos de las multinacionales farmacéuticas a los chamanes de la selva amazónica?
Hay una gran necesidad de creer en mucha gente. Y eso, en parte, es culpa de los científicos, que no saben transmitir ideas. Soy un lector compulsivo de todo tipo de libros, pero los ensayos -para mí- deben ser de autores anglosajones: los autores españoles parecen demasiado preocupados de demostrar lo listos que son (con pocas y honrosísimas excepciones).
Saludos, y gracias por el blog.
Tal vez la clave de todo lo que escribes sea esto que dices con rotundidad y brillantez:
"En realidad, todo el movimiento está orientado a confortar a una aburrida clase media poco dada al rigor intelectual y muy necesitada de mentiras y simplificaciones que den sentido, o cuando menos bálsamo, a las grises vidas de sus miembro"
A quien no quiere pensar de manera crítica no se le podrá obligar nunca. Siempre encontrará excusas o contradicciones. Espacios vacíos que rellenar con su débil pensamiento mágico. Ése que solo sabe ver las fallas de los demás pensamientos pero que jamás profundiza en las terribles, patéticas e insoslayables contradicciones del suyo propio.
Y jugarán con la ventaja de que afortunadamente la ciencia desde dentro se contradice, duda de sí misma, se especula, se equivoca, rectifica, vuelve a construirse. Claro, no se basa en la fe ni en las creencias personales (aunque a algunos también les cueste aceptarlo, y su arrogancia científica tampoco sea defendible); por eso la ciencia no será nunca una forma de pensar atractiva para los que buscan soluciones inmediatas y simples, pues siempre advertirá que tiene límites que no puede superar hasta el momento. Y que siempre los habrá.
Mientras ese pensamiento mágico no tengas consecuencias lamentables no deja de ser un juego, un entretenimiento más. El problema es cuando cruza líneas invisibles que ponen en peligro las vidas de otros, o la misma concepción de una sociedad basada en un pensamiento racional y crítico (como es el creacionismo) Entonces ese pensamiento débil se convierte en una superchería peligrosa. Algo que hay que combatir y denunciar. Como tú haces en el post.
Un saludo, me habían recomendado el blog y me encuentro con este post y el del monolito. Muy buenos. Volveré por aquí con su permiso.
Samael: lo que pasa es que, afortunadamente, los usuarios de homeopatía suelen recurrir al tiempo a la medicina ortodoxa, así que la ineficacia homeopática queda tapada.
Ahora bien, alguien que sostenga ideas tan contrarias al sentido común como un homeópata, no puede sustentar con nada tangible sus afirmaciones, así que emplea la fe. Y eso da una tenacidad que te cagas.
Jorge: la ciencia se equivoca y se ha equivocado muchas veces. No es perfecta. Pero precisamente esos ejemplos que comentas demuestran su grandeza: se equivoca, pero tiene mecanismos para corregirse, algo de lo que carecen por completo las creencias.
En cualquier caso, la medicina probaablemente no sea una ciencia, y sí una tecnología, como sugiere un avisapado merodeador; pero usa otras ciencias (biología, química, física...) y sigue el método científico. Eso ya es mucho.
En cuanto a lo del psicoanálisis, te recomiendo el libro de Richard Webster "Por qué Freud estaba equivocado. Pecado, ciencia y psicoanálisis" (Destino, 2002)
Perenquén: Tienes mucha razón; lo grave es que la superstición, disfrazada de para-ciencia, ha invadido a las clases sociales que, supuestamente, deberían ser más cultas. Es para preocuparse.
Y sí, creo que lo más apropiado es considerar a la medicina como una tecnología, pero basada en el método científico.
En cuanto a lo que comentas de la cienciología, no es extraño que ataque a la psicología y a la psiquiatría. Son su competencia.
Avaristo Coné: Sin duda, esa homeópata que conoces es más sensata que el gurú de Hansel y Grettel; pero este es alemán, así que debió de "formarse" a la alemana... Echando un vistazo en Internet he comprobado que los homeópatas están bastante divididos en lo de las vacunas: algunos las recomiendan y otros las contemplan con horror.
El estudio sobre el Prozac y los antidepresivos que mencionas ha sido muy criticado. Antes de adoptar una postura al respecto conviene esperar a tener más información.
¿Las vacunas tienen riesgos? Sí, claro, pero muy poquitos. Entre las que componen el plan nacional de vacunación sólo la de la polio puede llegar a producir efectos graves, pero las probabilidades son escasísimas. En cualquier caso, los riesgos de no vacunarse son infinitamente superiores a los de vacunarse.
Pero hay algo en lo que tienes toda la razón: el gran problema de la medicina ortodoxa es la atención personal al paciente. Los médicos saben perfectamente que la disposición mental del paciente es muy importante para su curación, pero la masificación de la madicina les impide dedicar el tiempo adecuado a ese acercamiento personal. Es un grave fallo, desde luego y ese hueco lo rellenan en gran medida las "medicinas alternativas". Pero esto no deja de ser un parche que conlleva sus propios riesgos, como siempre que se juega con la irracionalidad.
Igualmente, estoy de acuerdo contigo en lo que dices sobre la divulgación científica. En lo que no estoy de acuerdo es en que me llames de usted; esto es Babel, amigo mío, y aquí no rigen las formalidades :)
Blueberry: Los antidepresivos modernos han demostrado su gran eficacia para tratar las depresiones graves; si mal no recuerdo, lo que el estudio ponía en cuestión es su eficacia ante las depresiones leves, donde el efecto placebo puede, en efecto, ser muy intenso.
Es cierto, también, que la medicina... mejor dicho, los médicos pueden estar sujetos a intereses comerciales. Sólo hace falta recordar a esos profesionales de la medicina, pagados por las compañías tabaqueras, que afirmaban con toda la cara dura del mundo que no estaba demostrado que hubiera relación entre el tabaco y el cáncer de pulmón. En fin, nada es perfecto.
José Almeida: Es cierto, como la ciencia tiene huecos y reconoce que los tiene (sabe que no sabe), por ahí se cuelan las pseudo-ciencias que, claro, no tienen ningún hueco y se presentan a sí mismas como perfectas.
Y, amigo José, no necesitas mi permiso para pasarte por aquí. Babel es una zona libre donde todo el mundo (trolls aparte) es bienvenido.
¿Cómo no entré antes en este blog?. Gracias
Que no soy anónimo, seguramente no sé cómo funciona. Si me pudiérais ayudar me dejaría, lo prometo.
Hola César:
La verdad es que estoy bastante alucinado con las tiradas que sueltas en tu blog contra mí y Gretel, desde luego la primera noticia que tengo de tu frontal -y muchas veces insultante- oposición al movimiento no-vacunación, del que nunca había tenido el gusto de discutir contigo. De ahí también mi extrañeza ante tus acusaciones de que hacemos lo que hacemos por motivos de fe en un gurú descerebrado -de los que hay miles, no sólo en Alemania, sino que en todo el mundo, muchos de ellos médicos "científicos" en tus términos-.
Te puedo asegurar que la decisión de no vacunar ha sido muy difícil, no nos la hemos tomado a la ligera y hemos consultado muchas fuentes y opiniones antes de hacerlo -tengo un dossier completo en casa-. Y es que de lo que tu ciencia no habla es de los peligros de la vacunación. P.ej, en Japón en los años 70 la muerte súbita de bebés descendió un 30% cuando la edad de vacunación se retrasó a los 2 años. Nadie investiga esto. Tampoco nos cuenta la industria farmacéutica, ni nadie financia investigaciones en este sentido, los graves efectos nocivos del mercurio -componente habitual de muchas vacunas- en el cuerpo. Y como no hablas conmigo sobre esto, sino que te limitas a insultarnos en público, tampoco de he podido contar la historia de una sobrina de mi madre, de mi edad, que se quedó ciega tras una vacuna. Claro que ninguno de tus queridos médicos o científicos jamás reconocerá una causa.-efecto, pero hay demasiadas preguntas alrededor de la vacunación sin contestar. ¿Por qué hay tantos casos de celíacos ahora que se vacuna para cualquier tontería? Por los efectos secundarios de la vacuna en el páncreas. ¿Por qué hay tanto astma y bronquitis crónica? Porque los niños ya no tienen, porque no pueden “gracias” a la vacuna, tener la tos ferina para descargar sus organismos de antecedentes de tuberculosis en su familia (mi abuela estuvo 3 veces en el hospital por tbc). En mi generación, al menos en Alemania, muchísima gente tuvo la tos ferina, yo mismo también y estuve 4 semanas en cama. Es una enfermedad dura, pero, y eso sí lo sabes de mi, el cuerpo no las tiene por capricho o idiotez, sino porque es necesario para avanzar/madurar/descargar al organismo de información genética nociva a largo plazo. Según nuestro entendimiento de las enfermedades infantiles, éstas son necesarias e importantes para descargar el organismo infantil de estos antecedentes genéticos, siendo así que si se impide, mediante vacunas, tenerlas, la carga genética permanece en el cuerpo y provoca otras enfermedades. No te cuento cómo han cambiado los niños desde que la tuvieron.
En definitiva, creo que somos padres tan responsables como vosotros y los contertulianos tan dóciles que tienes, y te aseguro que la decisión de no vacunar es mucho más difícil que la decisión de seguir la corriente mayoritaria y “segura”, que deja muertos en el camino que nadie quiere explicar y enfermedades que se deben “a la contaminación” y otras explicaciones efímeras. En una situación en la que la queremos positivamente que nuestros hijos tengan las enfermedades infantiles (de toda la vida) que tengan que tener (como tantas generaciones antes, sólo que ahora con la ayuda, sí, de la medicina si hay complicaciones, lo cual puede ocurrir, aunque no sea lo normal) y en la que la polio y otras enfermedades han desaparecido en Europa, de modo que el riesgo de contagio ya sólo proviene de la vacunación, hemos entendido hace ya más de 7 años, creo que responsablemente y, desde luego, muy informados, que los riesgos de la vacunación son superiores que los de no vacunar. Y no estamos solos, ni sólo en compañía de gurús descerebrados (gracias por ese simpático apodo para un amigo de infancia y padrino de mi primogénito), sino, p.ej, de una liga antivacunación en España, a la que están adscritos muchos médicos “tradicionales” y cada vez más personas que no han perdido la cordura sino el miedo, que es de lo que vive la industria farmacéutica.
Creo también que nos merecemos algo más de respeto y desde luego no un lenguaje insultante y tan agresivo –duele-. Y tolerancia hacia el discrepante, porque dónde estaría la humanidad si todos pensáramos igual.
No dudaría en echar un vistazo a otras medicinas alternativas en caso de extrema necesidad, eso sí, désde el excepticismo más radical. Lo de no vacunar a los niños lo veo demencial.Genial post, un saludo
Lía
Eso de meter en el mismo saco a la acupuntura con la astrología o la homeopatía me parece un auténtico dislate. La acupuntura se estudia en la universidad desde hace 700 años y se practica desde hace 1.500. Lo que pasa es que muchos ignorantes de los que ponen agujas son eso, ignorantes. Tengo una doctora china especializada en la toma de los pulsos y en acupuntura. Y es fantástica. :) Y muchos de sus pacientes tienen cáncer y van a que les potencie las fuerzas, las ganas de comer, etc. Y eso no es panacea.
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