jueves, abril 23

El día de las puertas


Hoy es el Día del Libro. Es curiosa esa costumbre de asignarles días a determinados temas; día de los enamorados, Día de la madre, Día del trabajo, Día del orgullo gay, Día de la lucha contra el cáncer, Día del orgullo friki, Día de la paz, Día de la mujer trabajadora, Día contra la violencia de género, Día mundial de las enfermedades raras (sic), Día europeo de la salud sexual, Día mundial de la rabia (debe de caer en lunes; los lunes dan mucha rabia), Día mundial de la población (¿qué narices se celebrará ese día?; sea lo que sea, lo celebramos todos), Día europeo de la depresión (un lunes de nuevo), Día mundial del Lupus o, en fin, un tropel de días mundiales dedicados a todas las enfermedades que puedas imaginarte y muchas otras que ni siquiera sospechabas.

Lo que me escama del asunto es que sólo haya 365 temas conmemorables y uno más cada cuatro años (¿el día del tartamudeo?). No, seguro que hay muchos otros. Pero entonces, se solaparán, ¿no? Por ejemplo, el Día de la lucha contra el etilismo podría coincidir el Día mundial del vino, lo cual resultaría un tanto esquizofrénico. Aunque podría partirse el día por la mitad: de doce de la noche al mediodía dándole al morapio con entusiasmo y las otras doce horas sin probar una gota, durmiendo la mona (bien pensado, recuerdo haber celebrado ese día más de una vez).

En fin, tanto día internacional ha acabado por convertir el calendario en una especie de índice temático, lo cual, qué queréis que os diga, se me antoja un tanto inútil. ¿Quién se va a acordar de tantas conmemoraciones? Pero, claro, hay días y días. Por ejemplo, ¿a que no habíais oído hablar jamás del Día mundial del ahorro (31 de octubre)? Aunque, bien mirado, en eso hay cierta lógica: que nadie se entere del día dedicado al ahorro no deja de ser una forma de ahorrar. En general, los días conmemorativos que son fiesta se recuerdan de puta madre, huelga explicar por qué. Ahora bien, los laborables ya son otro cantar. Algunas conmemoraciones te las recuerdan las múltiples personas que te asaltan por la calle para sueltes la pasta en favor de alguna buena causa. En esos casos sucede algo curioso: cuando aflojas la mosca, te ponen una pegatina, y esa pegatina te permite eludir los sucesivos pagos que diferentes personas te van a exigir más adelante, pues ya has apoquinado. De modo que cuando das, por ejemplo, un par de euros contra el cáncer no estás realizando una buena acción, sino comprando inmunidad. Sencillamente, te habían hecho una oferta que no podías rechazar.

En cualquier caso, de la mayor parte de los días internacionales ni nos enteramos, lo cual no deja de ser un alivio. Y de los que nos enteramos, algunos son discutibles. Por ejemplo, el Día de los enamorados, San Valentín. Cuando tu chica o chico se lamente porque no le has comprado nada, puedes decir: “Pero si eso es un invento de El Corte Inglés para sacarnos la pasta”. Y tu pareja se calla, porque tienes más razón que un santo. Ahora bien, igualmente hay días internacionales indiscutibles, como el Día de la madre. También es un invento de El Corte Inglés, pero coño, como no le regales algo a mamá quedas como un cerdo. Ergo: a la parienta que le den, pero una madre es una madre.

También hay días internacionales simpáticos, por supuesto, como el que celebramos hoy, dedicado al libro. Porque está bien eso de regalar libros y rosas, ¿verdad? Quiero decir que si, por ejemplo, fuera el día internacional del embutido, la cosa sería distinta. Regalas un libro y una rosa y quedas como un señor, pero regalas unas morcillas y sólo te falta el botijo y la ristra de ajos para parecer un gañán. Creo que por eso (y por El Corte Inglés) está teniendo tanto éxito el día del libro, aunque sea laborable: hace que por un día todos nos sintamos bien con nosotros mismo y con los demás. Porque cuando le regalas a alguien un libro y una rosa, lo que en realidad estás diciendo es: “mira, yo soy una persona culta y sensible, y como también sé que tú eres una persona culta y sensible, te hago este regalo tan culto y sensible”. Y quien recibe el obsequio se quedará encantado, pensando: “que persona más culta y sensible, y qué perspicaz al haber sabido percibir al sensible intelectual que late en lo más profundo de mi interior”. Vale, en la mayor parte de los casos, ambos personajes serán un par de tarugos con la sensibilidad, en efecto, en lo más profundo de su interior (el culo) que utilizarán el libro para calzar una cómoda y que se olvidarán de la rosa a los tres segundos de dejarla en un tarro de Nocilla con agua. Sí, es cierto, pero al menos por un día se habrán sentido como una de esas personas cultas y sensibles que de vez en cuando aparecen en televisión (v.g.: Antonio Gala).

Por otro lado, en este éxito del día del libro también interviene el factor económico. Quieras que no, los libros y las rosas son relativamente baratos; por menos de treinta euros quedas como un marqués (incluso puede salirte gratis si regalas el impoluto libro que algún panoli te regaló el año pasado y cortas la rosa de un jardín). Seguro que el Día del Diamante tendría menos concurrencia. Sea como fuere, es innegable que tiene su punto poético dedicar un día a que la gente se regale libros y rosas; aunque, en mi opinión, un auténtico poeta metería en agua el libro y leería la rosa.

Para terminar: si pensabais que por ser hoy el Día del Libro os iba a regalar un ídem, o cuando menos la recomendación de un ídem, estáis muy equivocados. Muy lejos de todo rastro de generosidad, me limitaré a formular una breve reflexión: ¿os habéis fijando en lo mucho que se parecen un libro y una puerta? Centrémonos en la cubierta: al igual que una puerta, ambos objetos son planchas rectangulares de un material rígido que giran sobre un eje vertical. ¿Y las páginas? Una sucesión de puertas blandas numeradas que cruzas en un sentido y en el contrario, llegando siempre a la siguiente puerta. Y cada página, como cada puerta, te conduce a un lugar distinto. Es curioso, ¿verdad? Seguro que alguien inteligente sabría alcanzar sabias conclusiones al respecto. Desgraciadamente, no es el caso.

Feliz Día del Libro, amigos míos, y no olvidéis que mañana es el Día nacional de la Fibrosis Quística, pasado el Día africano del paludismo, el 26 de abril el Día mundial de la propiedad intelectual, el 28 Día mundial de la seguridad y la salud en el trabajo y el 29 el Día Europeo de la Solidaridad y Cooperación entre Generaciones, que mira que hacía falta.

Nota: esta mañana he oído un chiste en la radio. Trata sobre libros, así que tengo un pretexto perfecto para contároslo.

Hay dos cabras comiendo en un vertedero. Una de ellas encuentra entre las basuras unas latas con rollos de película cinematográfica y empieza a comerse el celuloide. Su compañera le pregunta:
-¿Qué tal está?
Y la cabra responde:
-Me gustó más el libro.

12 comentarios:

Big Brother dijo...

Dado el carácter necrológico del que acusan a este blog me parece imperdonable que hayas omitido el dos de noviembre, Día de los Difuntos.

Boeder Escalier. dijo...

El 26 es también el día de la visibilidad lesbica. Por si ve a más mujeres de lo normal achuchandose que no se asuste.

Leodin DaCore dijo...

Esta mañana en mi clase han contado un chiste de Maximo, debia decir "Leer te hará libre. Moraleja, no leas" .

Y alguno de mis compañeros decía que por algo era bueno no leer. En fin!!

Anónimo dijo...

Pensándolo bien, un libro, además de parecerse a una puerta, abierto y boca abajo se parece un montón a un tejado, con unos libros se ha equilibrado un sillón cojo, rellenado huecos en las estanterías de muchas casas, ocultado secretos tras ellos, guardado mensajes entre sus hojas... Los libros son curiosamente útiles, incluso a veces se pueden leer las letras que se amontonan en su interior.
Voy a contarte una circunstancia muy ciuriosa, cuando cierras un libro, las letras se ponen a jugar entre ellas, saltan y brincan. Si lo vuelves a abrir muy rápido, podrías encontrar un texto completamente distinto, historias sorprendentes que no se correponden con el libro original. Si, si, es verdad que algunos se resisten, pero un día de repente, sin pensarlo, abre ese libro de lomo gris que hace tanto ves ahí en la estantería, ya verás como pasan cosas extrañas.

Anónimo dijo...

Se me olvidaba: feliz libro

Anónimo dijo...

César, el chiste era malo, malísimo. Sobre todo si lo pones después de esta entrada, que me ha hecho reír durante cinco minutos seguidos.

Yo, sinceramente, aprovecho el día del libro para sacarle pasta a mi madre y que me compre algún libro de esos de buena encuadernación que mi situación de estudiante no me permite comprar. =)

Anarquista dijo...

Yo aprovecho el día del libro para decir lo mismo que todos los años: "ah, ¿hoy era el día del libro?"
Al igual que el otro día cuando mi ligue me dice "bueno, me voy, ya nos veremos", y yo le contesto, "ah, ¿es que todavía sigues aquí?"

http://labibliotecadealexandria.wordpress.com

samael dijo...

No hay por qué preocuparse por la limitación de 365 días para celebrar cosas, cuando se acaben, o mucho antes, de hecho, podemos pasar a organizar maratones para conmemorar/llamar la atención/buscar apoyos. Maratón de la solidaridad, maratón de una atmósfera limpia, maratón de carnaval. También juegos florales con cualquier excusa, y de paso creamos un jurado para que dé el tostón en el balcón del ayuntamiento.
El caso es celebrar de la forma que sea lo que sea, que las celebraciones tienen pintan de ser divertidas y en algunas, hasta seguro que se reparte sidra entre los asistentes.
La del día del libro tiene la enorme desventaja de que acumulas best sellers que los odias porque todo el mundo sabe que a una persona culta y sensible, no se le debe regalar algo que ha sido un clamoroso éxito de ventas. Algo malo tendrá cuando le gusta a cualquiera.
Me ha encanado tu propuesta de celebrar el día del tartamudo el 29de febrero.
felices días de lo que sea.

Anónima de las 9:59 dijo...

Ops, a mí me ha "llegao" lo de la puerta y el libro.

Ambos me llevan a otra parte.

Y no era consciente de lo mucho que lo tengo asimilado en el inconsciente hasta que "te" lo acabo de leer. De hecho he escrito sobre ello, ¡y hasta ahora ni me he dado cuenta!

Rumble, rumble. Puertas y libros, portales a otros mundos reales e imaginarios. Ahora me gustaría atravesar cualquiera de los dos. Ays.

Un persona culta y sensible. ¡Pues claro!

srTa. de Bunbury(: dijo...

hola!
me.llamo.Rosaura.y.tengo
14.años.soy.de.Mexico
Le.conozco.como.escritor.por.su
libro: 'La Compañia de Las Moscas'
:)
waw! vaya.que.que.expectacular
libro!!!; me fascina(:
adoro.a.los.personajes, la.manera
en.que.esta.escrito, la.trama, y
sobre todo el como esta redactado!
simplemente genial!!!!!!
lo.he.leido.2 veces.y.lo.empeze
a.leer.de.nuevo.y.me.fascina.aun
mas...(:
FELICIDADES!!!!!!!!!!
lo.considero.uno.de.los.mejores
escritores;;
un.escritor.excepcional
:)
buscare.mas.libros.suyos!
mi.correo.electronico.es:

happyend_mcr@hotmail.com

por.si.tengo.el.honor.de
recibir.un.mensaje.suyo...
me.haria.muy.feliz...
:)
saLuddos!
y.reciba.millones.de.felicitaciones
por.mi.parte(:

!!

Antonio Navarro dijo...

César, que honor haber descubierto el blog de mi escritor favorito...
La moraleja es que uno nunca aprovecha al máximo todo lo que tiene (v.g. Internet).

César dijo...

Anr: qué honor para mí que hayas decidido merodear por Babel. Bienvenido :)