Fui a ver Avatar a la semana siguiente de su estreno; en 3D, por supuesto. ¿Qué me pareció la película? Que está bien narrada (su director es un gran narrador), que es técnicamente impecable, que tiene gran mérito la meticulosa creación de ese mundo ficticio, que es un espectáculo visual impresionante... pero que Cameron podría haberse currado una historia un poco más original y un poquito menos new age. Desde luego, no es la revolución del cine que algunos proclamaban.
El caso es que mientras contemplaba la película a través de las gafas correspondientes, tuve todo el rato la sensación de que no estaba viendo bien las imágenes. De hecho, creo que el 3D no aporta absolutamente nada al film. Entendedme: sin duda el sistema está perfeccionado. De entrada, ya no te duele la cabeza, como me ocurrió con la última peli 3D que vi: Flesh for Frankenstein (1974), de Morrisey/Warhol. Pero la cosa tampoco es como para tirar cohetes, pues la tridimensionalidad que se obtiene no resulta ni mucho menos natural. En realidad, las imágenes parecen un poco siluetas recortadas, como lo que se ve a través de un visor estereoscópico tipo View Master.
Pero no era eso lo que me molestaba; es que tenía la sensación de estar viendo las imágenes muy apagadas, de que la película tenía una tonalidad mortecina. Al salir del cine (el Kinépolis) lo comenté con mis acompañantes, pero ellos dijeron que no habían notado nada raro, así que tomé nota mental de que debía hacerle una visita al oculista. Sin embargo, el otro día leí en el periódico algo que me ha devuelto la confianza en mis preciosos ojos azules: yo tenía razón, las gafas reducen un treinta por ciento la luminosidad y los actuales proyectores no tienen suficiente potencia como para compensarlo. Ergo todo el mundo que ha visto esa película en 3D, la ha visto con tan solo un 70 % de su luz correcta. Es decir: la ha visto mal. Así que ahora tengo ganas de volver a ver Avatar en Blue Ray para poder disfrutar del espectáculo visual en alta definición y dos correctamente brillantes dimensiones. No sé, quizá todo sea un truco de marketing para que la gente vea dos veces la película...
El asunto no es nuevo. Ante la llegada de la TV, Hollywood temió que su negocio se fuera al garete, así que los estudios comenzaron a explorar nuevos formatos con los que competir. Por ejemplo, gigantescas pantallas que dejaran en ridículo a la pequeñez de los monitores. Así nació el Cinerama, la Panavisión, los 70mm o el Todd-Ao. Pero hubo otras estrategias, como el cine en 3D.
Para sorpresa de muchos –entre ellos yo, que acabo de enterarme-, la primera película en tres dimensiones es de 1890, y la primera que se proyectó comercialmente, The Power of Love (dirigida por Nat Deverich), de 1922. Pero sólo fueron curiosidades sin trascendencia, porque el primer boom del 3D se produjo en los años 50, con el advenimiento, ya lo hemos dicho, de la caja tonta. En esos años se estrenaron varias películas tridimensionales donde diversas cosas saltaban a la cara del espectador, como Bwana Devil, House of Wax o Dial M for Murder, del maestro Hitchcock. Pero fue un boom pequeñito, porque aquel primitivo sistema de 3D sólo se percibía medianamente bien si tenías un asiento centrado y, además, las gafas provocaban cansancio ocular, ocasionando tremendos dolores de cabeza. Así que el 3D quedó arrinconado y olvidado. Hubo un pequeño resurgir en los 70, pero no fue muy lejos. Hasta ahora, Año I después de Avatar.
Y es que ahora que la TV ya no es el enemigo, llega Internet y la piratería y a los estudios les entra el canguelo. Entonces, cuando todo parecía perdido, llega Moisés/Cameron de su travesía por el desierto y salva a los hebreos con el maná de las tres dimensiones. Avatar es la película más exitosa de todos los tiempos, ergo es el modelo a imitar, porque por ahora ni Internet ni los DVD pueden ofrecer tres dimensiones, y además ¡las entradas valen un cincuenta por ciento más! Negocio tridimensionalmente redondo. Así que todo el mundo a producir en 3D.
Peor aún. Hay un sistema para tridimensionalizar películas en 2D; el problema es que se trata de un sistema que, para llevarse a cabo correctamente, requiere mucho tiempo y dinero y los productores no quieren gastar ni lo uno ni lo otro, así que ahora tenemos en cartel, o pendientes de estreno, un montón de films bidimensionales a los que se les ha añadido la tercera dimensión de forma chapucera. Es decir, que un tropel de espectadores pagarán un 50 % más por ver películas con deficiente luminosidad y deficiente tridimensionalidad, cuando podrían verlas mucho mejor y más baratas en sus previstas 2D.
Actualmente se están produciendo un huevo de películas en 3D, pero ¿son estas 3D el futuro del cine? Lo dudo muchísimo, porque el actual sistema, aunque evidentemente mejora el anterior, y aunque se subsane el problema de la luminosidad de los proyectores, sigue siendo deficiente. De hecho, no estaríamos hablando de todo esto si no fuese porque Avatar ha recaudado más de 2.700 millones de dólares. Se trata de una moda, de una tendencia; cuando fracasen unas cuantas películas rodadas en 3D (cuyos costes de producción son más caros), la fiebre comenzará a ceder.
Lo triste –o simplemente instructivo- es comprobar hasta qué punto estamos guiados por las modas, hasta que punto somos esclavos de las tendencias mayoritarias. Somos carne de marketing, aunque eso no debería sorprendernos. Lo que sí me sorprende es no haber escuchado a nadie quejarse de la deficiente luminosidad de Avatar. ¿Será que, después de todo, estoy cegatón?
El caso es que mientras contemplaba la película a través de las gafas correspondientes, tuve todo el rato la sensación de que no estaba viendo bien las imágenes. De hecho, creo que el 3D no aporta absolutamente nada al film. Entendedme: sin duda el sistema está perfeccionado. De entrada, ya no te duele la cabeza, como me ocurrió con la última peli 3D que vi: Flesh for Frankenstein (1974), de Morrisey/Warhol. Pero la cosa tampoco es como para tirar cohetes, pues la tridimensionalidad que se obtiene no resulta ni mucho menos natural. En realidad, las imágenes parecen un poco siluetas recortadas, como lo que se ve a través de un visor estereoscópico tipo View Master.
Pero no era eso lo que me molestaba; es que tenía la sensación de estar viendo las imágenes muy apagadas, de que la película tenía una tonalidad mortecina. Al salir del cine (el Kinépolis) lo comenté con mis acompañantes, pero ellos dijeron que no habían notado nada raro, así que tomé nota mental de que debía hacerle una visita al oculista. Sin embargo, el otro día leí en el periódico algo que me ha devuelto la confianza en mis preciosos ojos azules: yo tenía razón, las gafas reducen un treinta por ciento la luminosidad y los actuales proyectores no tienen suficiente potencia como para compensarlo. Ergo todo el mundo que ha visto esa película en 3D, la ha visto con tan solo un 70 % de su luz correcta. Es decir: la ha visto mal. Así que ahora tengo ganas de volver a ver Avatar en Blue Ray para poder disfrutar del espectáculo visual en alta definición y dos correctamente brillantes dimensiones. No sé, quizá todo sea un truco de marketing para que la gente vea dos veces la película...
El asunto no es nuevo. Ante la llegada de la TV, Hollywood temió que su negocio se fuera al garete, así que los estudios comenzaron a explorar nuevos formatos con los que competir. Por ejemplo, gigantescas pantallas que dejaran en ridículo a la pequeñez de los monitores. Así nació el Cinerama, la Panavisión, los 70mm o el Todd-Ao. Pero hubo otras estrategias, como el cine en 3D.
Para sorpresa de muchos –entre ellos yo, que acabo de enterarme-, la primera película en tres dimensiones es de 1890, y la primera que se proyectó comercialmente, The Power of Love (dirigida por Nat Deverich), de 1922. Pero sólo fueron curiosidades sin trascendencia, porque el primer boom del 3D se produjo en los años 50, con el advenimiento, ya lo hemos dicho, de la caja tonta. En esos años se estrenaron varias películas tridimensionales donde diversas cosas saltaban a la cara del espectador, como Bwana Devil, House of Wax o Dial M for Murder, del maestro Hitchcock. Pero fue un boom pequeñito, porque aquel primitivo sistema de 3D sólo se percibía medianamente bien si tenías un asiento centrado y, además, las gafas provocaban cansancio ocular, ocasionando tremendos dolores de cabeza. Así que el 3D quedó arrinconado y olvidado. Hubo un pequeño resurgir en los 70, pero no fue muy lejos. Hasta ahora, Año I después de Avatar.
Y es que ahora que la TV ya no es el enemigo, llega Internet y la piratería y a los estudios les entra el canguelo. Entonces, cuando todo parecía perdido, llega Moisés/Cameron de su travesía por el desierto y salva a los hebreos con el maná de las tres dimensiones. Avatar es la película más exitosa de todos los tiempos, ergo es el modelo a imitar, porque por ahora ni Internet ni los DVD pueden ofrecer tres dimensiones, y además ¡las entradas valen un cincuenta por ciento más! Negocio tridimensionalmente redondo. Así que todo el mundo a producir en 3D.
Peor aún. Hay un sistema para tridimensionalizar películas en 2D; el problema es que se trata de un sistema que, para llevarse a cabo correctamente, requiere mucho tiempo y dinero y los productores no quieren gastar ni lo uno ni lo otro, así que ahora tenemos en cartel, o pendientes de estreno, un montón de films bidimensionales a los que se les ha añadido la tercera dimensión de forma chapucera. Es decir, que un tropel de espectadores pagarán un 50 % más por ver películas con deficiente luminosidad y deficiente tridimensionalidad, cuando podrían verlas mucho mejor y más baratas en sus previstas 2D.
Actualmente se están produciendo un huevo de películas en 3D, pero ¿son estas 3D el futuro del cine? Lo dudo muchísimo, porque el actual sistema, aunque evidentemente mejora el anterior, y aunque se subsane el problema de la luminosidad de los proyectores, sigue siendo deficiente. De hecho, no estaríamos hablando de todo esto si no fuese porque Avatar ha recaudado más de 2.700 millones de dólares. Se trata de una moda, de una tendencia; cuando fracasen unas cuantas películas rodadas en 3D (cuyos costes de producción son más caros), la fiebre comenzará a ceder.
Lo triste –o simplemente instructivo- es comprobar hasta qué punto estamos guiados por las modas, hasta que punto somos esclavos de las tendencias mayoritarias. Somos carne de marketing, aunque eso no debería sorprendernos. Lo que sí me sorprende es no haber escuchado a nadie quejarse de la deficiente luminosidad de Avatar. ¿Será que, después de todo, estoy cegatón?
18 comentarios:
Por fin alguien se ha dado cuenta de que llevar gafas de sol no es recomendable en interiores oscuros. El robo de luminosidad no lo compensa un poco profundidad obtenido a base de millones de dolares y de aumentar el coste y la incomodidad al espectador. Las alegres películas infantiles pasan a tener una fotografía triste digna de la más desolada filmografía nórdica. Esperemos que sea otra moda pasajera.
El sistema 3D no sólo aporta poco y quita un montón de luz sino que además me obliga a ponerme las gafas de sol encima de mis gafas de ver, así que ya empieza a faltarme nariz.
Por otra parte, el lugar que se ocupa en el cine sí debe ser importante. Cuando fui a ver Avatar sólo quedaban entradas en la fila 3 no centradas y salí del cine con la sensación de que no había vista bien el 3D, aparte de con un ligero dolor de cabeza. Esto no me pasó en otra película para niños donde me pude sentar en butacas centradas de la fila 7.
Y sí, durante la proyección de Avatar me pregunté varias veces por qué demonios no podía verla en condiciones normales. O sea, con un solo par de gafas y luminosidad total (bueno, total según el cine porque también es verdad que muchos juegan con la intensidad de la luz del proyector para ahorrar.
si César, yo me la vi en pantalla usual y luego po curisidad en 3D y nada que ver. Los colores normales son un psicodelia bellísima, solo por eso vale la pena.
Con Alicia de Burton, el mismo cuento, uno se engnacha por el 3D, pero la versión normal es, como dices, al menos del 30% mejor calidad.
Esto del 3D recuerda un poco al cuento del traje nuevo del emperador, no os parece?
As� va el mundo. Yo creo que ir�a mucho mejor si los ni�os no tuviesen tanto poder adquisitivo.
Aunque los tortures, jurar�n que la han visto incre�blemente bien, cuando la han visto igual que t�. Est�n programados; su recompensa por convencerse de que ha sido fabuloso es la envidia en la cara de alg�n amigo rezagado. Por eso, dime de qu� presumes...
¡Aquí se presenta una fiel lectora anónima sólo para aclarar que de año 1 después de Avatar nanai! El único espectáculo verdaderamente digno de llevar ese nombre que yo he visto en lo referente al 3D es, sin duda, ¡Beowulf!
Pues sí. Mi hijo se dio cuenta a mitad de la peli. De todas formas cuando te acostumbras al 3d tampoco alucinas tanto.
Mazarbul
Podían haber dedicado más dinero para contratar mejores guionistas (que la teniente macizorra se pinte la cara en plan sioux para la batalla final es imperdonable).
Por cierto, ¿habrá pagado el Ministerio de Defensa el productplacement que aparece de Chacón?
A pesar de todo, la película me gustó y disfruté como un mamonzuelo.
ese es el gran prodigio de la peli, que te lo psas en grande y si luego la analizas, todo es muy básico.
Hola, César
¿No es hoy tu cumple? Si lo es, te deseo muchas felicidades, y si no, también.
Jorge
Jorge: no, amigo mío; afortunadamente, hoy no es mi cumpleaños (aún faltan dos meses; es el 10 de junio). Pero gracias de todas formas :)
Vaya, me sorprende este post. Yo he visto la peli con la anticuada tecnología 2D y salí entusiasmado, me gusto. Lo comenté con una compañera de trabajo y ella me dijo que la había visto en las dos modalidades y que en 3D perdía bastante en cuanto a color y no había visto a nadie que hubiera criticado la pelicula en este aspecto.
Y sí, reitero lo anterior, a pesar de saber que estaba ante una historia que me habían contado ya antes, disfruté como un enano.
En cualquier caso, pienso que el avance del 3D es mçás una estrategia para llenar las salas ahora que todo el mundo puede disponer de un cine en casa.
j p: Está claro que es una estrategia para competir con el cine en casa, pero no deja de sorprenderme que hagan falta este tipo de cosas. Ver una película proyectada sobre una pantalla enorme, en una sala oscura y rodeado de otras personas con las que compartir lagrimas y risas, es para mí una experiencia que se encuentra a años luz del cine en casa.
Jp: no, si no me estoy metiendo con la película. Yo también me divertí mucho viéndola, aunque cuando salí del cine, como dice Samael, me di cuenta de que todo era muy básico y poco original. Pero la peli está tan bien contada y tan bien hecha, que funciona.
Con lo que me meto es con las deficiencias del sistema 3D, que disminuye la luz y mata los colores.
Yo también noté esa pérdida de luz (con respecto a los trailers que había visto en 2D), pero en mi caso fue muy sutil y estaba compensada por algunos momentos increíbles de las 3D. Por ejemplo, cuando el prota despierta en medio de las cenizas, y estas flotan también a tu alrededor, por toda la atmósfera del cine, hasta el punto que noté picor e la garganta. Lo de la luz, por otro lado, depende mucho del estado del proyector. Recuerdo haber visto "La joven del agua" tan oscura que estuve a punto de levantarme para ir a protestar. ¿Pero a quién? En los cines modernos todo está automatizado y el único ser vivo en varias salas puede ser la muchacha que hace las palomitas.
La percepción de las 3d también cambia de una persona a otra. Una deficiencia en algún ojo puede anular el efecto. La percepción de los colores también cambia, pero en el caso del 3D esas diferencias pueden hacer que alguien no perciba el efecto como algo espectacular. Aunque llevo gafas, y a pesar de la pérdida de luz, para el efecto de inmersión de las 3D de Avatar fue abrumador.
Ojo, por lo visto no tiene nada que ver con las nuevas películas de 3d, como Furia de Titanes o Alicia, que se han improvisado a toda prisa para apuntarse al carro del éxito de Avatar.
En lo que respecta al guión; es simple, sí, pero tampoco es que Star Wars fuese de una complejidad asombrosa. Dicen que Avatar es Pocahontas. Vale, pues Star Wars es "Merlín el encantador", de Disney. La cuestión es que tanto una película como otra aspiraban a llegar a un publico muy amplio (en el caso de Avatar esto era una necesidad absoluta, teniendo en cuenta lo que costó), y lo hacen con dignidad. Avatar, además, tiene algo de lo que Star Wars carecía, y es una conexión con el mundo actual (todo lo simple que queráis, pero que le funcionó a Evo Morales) que demuestra que la ciencia ficción sirve para algo más que para contar batallitas espaciales.
Me uno a la lectora que elogia Beowulf, una película que pasó casi desapercibida. En Beowulf se usaba el 3D narrativamente, creando a menudo dos espacios que transmitían mensajes diferentes, aparte de aumentar la épica de muchos personajes y jugar con las miradas. Además, aparte del 3D, estaba preciosamente narrada la evolución del protagonista. Zemeckis debe de estar tirándose de los pelos.
Avatar... Envejecerá muy, muy mal. Beowulf, siendo también una "mera" película de aventuras, no.
Anónimo de las 11:19: No pretendía criticar la película, ni mucho menos. Me lo pasé muy bien viéndola. Eso no impide reconocer que el argumento es poco original. Y no porque se parezca a "Pocahontas", sino porque se parece a "Pocahontas", a "Un hombre llamado caballo", a "Bailando con lobos" y, en definitiva, a cierta historia de Rudyard Kipling cuyo nombre no recuerdo.
En cuanto al 3D... Supongo que el cine donde viste la película tenía un proyector más potente que el del Kinépolis. Lo que yo vi, te lo garantizo, era de lo más mortecino. Y, según lo que leí en el periódico, ese problema es muy general.
Y no, no es que por algún defecto ocular no perciba la tridimensionalidad. Capto el efecto perfectamente... pero no me parece natural. Porque la profundidad de campo no es progresiva, sino que funciona por capas, lo cual genera esa sensación de "figuras recortadas" a la que me refería.
Fernando Ángel: Pues lo siento, pero vi Beowulf en dos vulgares dimensiones, así que no puedo opinar sobre el uso del 3D. En cualquier caso, la película me gustó.
César: respecto a lo de Beowulf, pues ahí debe de estar el punto: que la viste en 2D y te gustó. A mí, Avatar no me gustó prácticamente nada y dudo de que me hubiera gustado más viéndola en 2D.
Sí tengo el recuerdo de que Beowulf me pareció muy oscura y con Avatar, sin saber por qué era, la persona con la que fui y yo nos quitamos varias veces las gafas porque se veían mejor los colores. Así que: o estamos ciegos unos cuantos, como dices, o es cierto que se nota la pérdida.
Ahora bien, evidentemente, la obviedad del tema es apabullante: cualquier técnica en sí solo es interesante cuando existen detrás una historia y unos personajes. Si no es así, a lo que se va no es al cine, sino al circo.
Bueno... No hay nada de malo tampoco en eso. Joé, si alguien s elo pasa en grande yendo al circo, no le voy a decir: "Muy mal. No debería haberte gustado. Entra ahí de nuevo y ahora pasa un mal rato." Eso sí, a mí (entre otros) el circo de Avatar me dejó frío e incluso po momentos me pareció ridículo, sobre todo por los diálogos. Por eso no la veré más.
Respecto al 3D, si consiguen mejorar lo de la luminosidad, creo que pueden conseguir grandes cosas. Pero también ocurrirá lo que ha pasado con los efectos de ordenador: en cuanto se pase la moda, la película será más o menos satisfactoria por la historia, no por el 3D. Estoy de acuerdo en que por ahora es una moda un poco tonta porque en algunas películas se va a perder mucho viéndola en 3D, pero oye... Si así consehuimos que no cierren cines y la gente lo disfruta... Mientras yo tenga la opciónalternativa... Por ejemplo, la de Burton pienso verla en 2D, no me cabe la menor duda. Los recortables que vi en el tráiler eran ridículos. Pero es mi elección.
Lo de la luminosidad es lo primero que noté yo porque me agobiaban mucho las gafas así que me las quite varias veces y sólo había que ver la distorsionado pantalla para darse cuenta de la perdida de luz que supone el 3D. Un sistema que sólo tiene sentido para las productoras pero que al cine no aporta absolutamente nada. ¿De que me sirve la profundidad en una película? Lo que hace una buena película es una buena historia y buenos interpretes. Y Avatar flaquea en ambas cosas por bien narrada que este (que lo está). Un negocio que hará que las productoras aún se molesten menos en los guiones que ya escribirán pensando en "lanzar cosas a la gente". Como dijo Christopher Nolan hace poco: una atracción de feria.
Publicar un comentario