jueves, septiembre 27

En la mente del escritor. ¿Por qué escribir?

Hace unas semanas, me paré a pensar y descubrí, no sin cierta sorpresa, que jamás en mi vida me había propuesto ser escritor profesional. De hecho, cuando estaba a punto de acabar el bachillerato y debía plantearme un futuro académico-profesional, reduje las alternativas a cuatro posibilidades entre las que no se contaba ni remotamente la literatura: Periodismo, Publicidad, Biología y Arquitectura Técnica. La última opción (bien rara, si os paráis a pensarlo) la incluí por insistencia de mi hermano mayor –arquitecto a la sazón-, pero la verdad es que jamás me vi como aparejador. Y lo de la biología, porque me interesaba –e interesa-, nada más. Al final opté por el Periodismo (un mal día lo tiene cualquiera). Pero lo curioso del asunto es que ni remotamente me planteé la escritura como profesión.

Y digo que es curioso, porque en realidad lo tenía todo a favor para elegir esa opción. Mi padre, José Mallorquí, no sólo era escritor profesional, sino que además se ganaba muy bien la vida con su trabajo. Pero es que además, a mí me gustaba escribir. Lo hacía desde muy pequeño y, permitidme la falta de humildad, lo hacía bien. Aún conservo algunos escritos breves de cuando yo tenía doce o trece años y, la verdad, dejando aparte el infantilismo de los temas y el tratamiento, el manejo de la prosa es sorprendentemente maduro para un niño.

Pero es que a mí siempre me resultó fácil redactar bien (ojo: digo redactar, no escribir). Era como un don, como una facultad innata... lo que pasa es que no creo en dones ni facultades innatas. Pienso, mas bien, que se debe a otras circunstancias. En primer lugar, desde muy pequeño fui un lector compulsivo (en una casa llena de libros). En segundo lugar, en mi familia reinaba un ambiente de respeto y amor hacia la cultura, así como de decidida pasión por la literatura y el cine. En tercer y último lugar... Veréis, yo, el más pequeño de la familia, nací diez años después de mi siguiente hermano; soy, por tanto, fruto de un Ogino mal calculado o de un calentón de mi padres. Eso significa que crecí entre adultos, unos adultos cultos que hablaban con gran corrección. Y todo eso modeló mi cerebro en su momento de mayor plasticidad. Volveremos a esto.

Bien, además de lo dicho publiqué mi primer relato cuando tenía 15 años y a los 17 ingresé en el plantel de colaboradores de La Codorniz. O sea, que la cosa discurría en el sentido correcto para sumergirme en el océano de las letras. Pero no, ni siquiera me lo planteé. ¿Por qué? Por dos motivos: Primero, porque en mi familia existía el acuerdo tácito de que el heredero profesional de mi padre, el destinado a recoger la antorcha de la literatura en la siguiente generación, era mi hermano Eduardo. En cuanto a mí, dado lo inesperado de mi llegada al mundo, creo que nadie se había molestado en hacer muchos planes (de hecho, tengo la sensación de que mi familia tardó muchos años en sacudirse de encima la sorpresa de mi nacimiento). En cualquier caso, el puesto de escritor de segunda generación ya estaba ocupado, y dos Mallorquí escritores me parecía excesivo. El segundo y más importante motivo era... que algo fallaba. Podía escribir relatos cortos con cierta destreza, pero fracasaba al intentar una narración larga y no digamos una novela.

Estudié Periodismo, trabajé un tiempo como guionista de radio, luego fui periodista free lance (horriblemente pagado) durante unos años y, entre tanto, escribía, por pura afición, intentando pergeñar una novela. Pero no podía. Comenzaba a escribir y el texto se iba desinflando poco a poco, con cada página, hasta quedar reducido a nada. No sé cuántas novelas comencé por esa época... bueno, sí: las mismas que no acabé. Finalmente, a los 26 tacos, sufrí una crisis existencial y decidí darle la vuelta a mi vida. Hice la mili (no porque quisiera, sino porque los militares insistían en gozar de mi compañía) y cuando recuperé la condición de civil rompí con el periodismo y entré en el rutilante mundo de la publicidad.

También rompí con la escritura. Sabía redactar, pero no narrar, así que a la mierda. Durante la larga década en que me dediqué a la publicidad no escribí ni un sólo cuento, ni una línea, nada. ¿Y sabéis lo más curioso?: no lo echaba de menos. Supongo que estaba frustrado. Pero hay algo que sí continuaba haciendo: inventar historias. Cuando tenía que matar el tiempo, antes de una reunión, durante un aburrido rodaje o en las esperas de los aeropuertos, me distraía desarrollando mentalmente argumentos. De hecho, llegué a construir un par de novelas sólo en mi cabezota (si las hubiera escrito, la habría cagado).

Pues bien, pasó el tiempo, sufrí otra crisis vital y abandoné (más o menos) la publicidad. Entré en contacto con una cadena de TV y, tras colaborar en un par de programas horribles, me planteé escribir un guión piloto para una miniserie. Y lo escribí. Y el resultado, cómo no, fue una mierda. Porque no sabía narrar, de modo que tenía que aprender. Durante la primavera del 91 elegí un puñado de libros que me habían enganchado, novelas que en mi opinión estaban particularmente bien narradas. Cada día, a lo largo de dos o tres semanas, cogía uno de los libros, me iba en moto a la Casa de Campo (un inmenso parque/finca situado al oeste de Madrid), me sentaba a la sombra de un árbol y procedía a destripar el libro, buscando las herramientas, los trucos, las estrategias que utilizaba el autor. Y finalmente lo comprendí. Supe en qué me equivocaba y qué tenía que hacer para corregirlo. En realidad, era tremendamente sencillo, tan lógico y evidente que resultaba fácil no verlo. Pero al final lo vi; más vale tarde que nunca.

Lo primero que hice fue corregir el guión. Apenas tuve que escribir nada nuevo; bastó con cambiar el orden de varias secuencias. Quedó bien y le gustó a mucha gente, pero, ay, la miniserie no salió adelante. Entonces comencé a practicar mis recién adquiridas habilidades narrativas escribiendo relatos. De ciencia ficción y fantasía, los géneros que mejor conocía. Gané unos cuantos premios, obtuve cierto reconocimiento en el pequeño mundo del fantástico español y consolidé un estilo. Y también me quedó claro que escribiendo fantástico no me iba a jalar un rosco.

Entonces se cruzó en mi camino la literatura juvenil. Vi el anuncio de un premio literario, escribí una novela y gané. Además, esa novela se convirtió en un pequeño best seller. Mi segunda novela juvenil también se vendió bien, gané varios premios más... y descubrí que podía vivir de la literatura o, al menos, de esa parte de la literatura. Así me convertí en escritor profesional.

Bueno, ya os he contado mi vida. Si queda alguien despierto quizá se pregunte qué tiene esto que ver con las razones por las que escribo. Paciencia y anfetas, pronto llegaremos a eso.

Cuando le preguntan a un escritor por qué escribe, suele obtenerse una respuesta literaria. Por ejemplo: “...donde los sueños se acaban empieza el torrente de palabras que definen mi existencia, mi esencia son líneas de emociones contenidas que toman cuerpo en frases que puede que nunca sean leídas...”; o: “Escribo para conocer y conocerme para vivir y transgredir, y porque a veces sólo nos queda La Palabra” (frases reales sacadas de Internet). En fin, basura retórica que no significa nada. Existe una mística en torno a la literatura, un misticismo hueco y engolado que, lejos de aclarar las cosas, las emborrona. ¿Por qué escribes? En el fondo, la respuesta es “porque me gusta”. Pero eso tampoco aclara nada, ¿verdad? Una de las respuestas más honestas que conozco es: “Escribo para que me quieran”. Exacto; yo diría incluso que es una razón universal. Todos los escritores escribimos para que nos quieran (véase el post dedicado a la vanidad). Pero hay más respuestas posibles. Escribo para follar. Escribo para matar el tiempo. Escribo porque lo del solfeo es muy difícil. Escribo por la pasta. Escribo para sentirme diferente. Escribo porque es más barato que el psicoanálisis. Escribo por la fama... Hay multitud de respuestas, pero todas muy generales. Por otro lado, cada escritor tendrá su razón íntima para escribir, aunque no sea consciente de ella. Así pues, la cuestión en concreto es ¿por qué escribo yo?

La primera razón es la más común de todas. Siempre he sido un lector entusiasta, y como a todos los lectores que desarrollan un poco la imaginación, empezaron a ocurrírseme historias. De ahí a escribirlas sólo hay un paso. Dado que tenia facilidad para redactar, escribir se convirtió en una afición. Una afición de la que podría haber prescindido perfectamente, ojo. Me siento mucho más lector que escritor.

La segunda causa tiene que ver con mi formación. Veréis, es casi imposible que una persona llegue a ser Gran Maestro de ajedrez si no ha empezado a jugar antes de los ocho o nueve años. Esto es así porque durante la primera infancia el cerebro posee una gran plasticidad, de modo que adapta su conexiones, su “programación básica”, a las tareas que realiza en ese periodo. Pues bien, dado el entorno donde me formé, creo que mi cerebro se configuró en torno a los patrones verbales. A fin de cuentas, todo lo que he hecho hasta ahora, periodismo, publicidad, guiones, todo tiene que ver con el lenguaje.

¿Qué quiero decir con esto? Pues que escribo porque es lo que mejor sé hacer. Y cuando uno hace lo que se le da bien, experimenta cierto grado de satisfacción. Pero, ¿eso es todo? ¿Hago lo que hago simplemente porque lo sé hacer? Pues en gran medida sí, aunque hay algo más. Suele afirmarse que lo fundamental para ser escritor es tener algo que decir y, la verdad, no sé muy bien qué significa eso de “tener algo que decir”. ¿Un mensaje para el mundo? Yo no tengo ningún mensaje que transmitirle a la humanidad y si lo tuviera sería algo así como paz y amor, o algún tópico semejante. De hecho, como decía Billy Wilder, cuando tengo que mandar un mensaje voy a la oficina de telégrafos (aunque hoy sería mejor mandar un SMS).

No, no tengo nada concreto que decir. Pero tengo muchas historias que contar y quizá, sólo quizá, esas historias acaben diciéndole algo a alguien. No tengo un gran mensaje que dejar para la posteridad, es cierto, no me siento un mesías; pero tengo un punto de vista, una forma de ver las cosas que es mía y sólo mía (como las huellas dactilares), y tengo además la presunción de que ese punto de vista puede interesarle a los demás (aunque sólo sea para rebatirlo). Si no, ¿por qué iba a mantener este blog? De modo que eso es lo que ofrezco: historias contadas desde mi particular punto de vista, narradas con mi estilo y dotadas de las estética que he elegido. Eso es lo que ofrezco y eso es lo que hago, porque es lo que sé hacer.

La tercera razón es la más prosaica de todas. Escribo por dinero. Mucha gente sostiene que eso, escribir por pasta, es una especie de corrupción del arte; yo, por el contrario, lo considero un poderosísimo incentivo.

Y llegamos a la cuarta y última razón. El azar. Al mirar hacia atrás advierto que, si algunas cosas hubiesen sido diferentes en el pasado, hoy probablemente no escribiría. De modo que escribo por casualidad. Aunque supongo que esto puede aplicarse a cualquier faceta de la vida.

Y ya está, amigos míos; menudo coñazo os acabo de soltar. No os preocupéis, las siguientes entregas serán más cortas y, espero, más amenas. Para celebrar la paciencia que habéis derrochado, vosotros los que escribís, ¿por qué no me contáis vuestras razones para escribir? Pero no me hagáis literatura, ¿eh?, ni os pongáis místicos. Limitaos a ser sinceros.

53 comentarios:

miwok dijo...

Escribo...¿por qué puedo? No sé, empecé a escribir a los 8 años, cuando el profesor de Lengua me descubrió el maravilloso mundo de hacer "redacciones"...Me gustaba inventar historias de personas que hacían las cosas que yo no me atrevía a hacer...En la adolescencia era una forma de sacar todo lo que llevaba dentro, era más terapia personal que literatura...y después de eso, escribo porque me divierte y porque creo que a veces lo hago bien.

Aunque me considero también mucho más lectora, porque de hecho, no soy escritora.

Edu dijo...

Yo lo hago por que no me queda más remedio. Me explico: cuando, por el motivo que sea, no escribo durante algun lapso de tiempo prolongado, me arden los dedos, una cierta inquietud mental me lleva a que historias, ideas, impresiones se me cuelen en el discurso diario de la conciencia. Es como si se acumulasen cosas en la trastienda del cerebro y solo pudiera sacarlas de ahí podiéndolas en forma de letras.
No es el único motivo, tambien me gusta que me quieran, tengo mi vanidad a la que le gustaría ser halagada (aunque procuro amordazarla todo lo que puedo) y no le haría ascos a ganar dinero con ello (aunque no se ha dado mucho el caso hasta ahora).
La prueba de que la motivación principal es sacar cosas de la mente, es que hacerlo, el hecho de escribir en si mismo, el ensimismamiento de la acción de escribir me produce intensos, aunque breves, accesos de una felicidad que casi diría infantil, una especie de retorno a una arcadia feliz y remota de la que solo soy consciente a posteriori.
En fin, siempre es dificil analizar motivaciones poco claras a nivel consciente, pero no por ello menos poderosas.

CeJota (ceja grande) dijo...

Yo no escribo, ni intenciones tengo.

Después de todo lo leído, como incondicional de la CF, y sabiendo que es inviable el sobrevivir de la misma, pero por otra parte sabiendo que te has hecho un nombre (ya comenté que a mi sobrino de 14 años le mandan leer a Mallorquí en clase) ¿Podremos volver a leer ciencia ficción tuya?.

Arcadio dijo...

César, procede una explicación o aclaración respecto a que es lo que entiendes por redactar y narrar, ya que tan claramente las has diferenciado en el texto. Me interesa sobre todo para entender alguna mención hecha en otras entradas sobre los autores de la escuela Benet (imagino que te referirías, entre otros a Javier Marías), de quienes, si no recuerdo mal, aseguraste que no sabían narrar. ¿Así pues la digresión pura, el escribir por escribir no lo considerarías narración?
Yo no sé por qué escribo. Creo que porque, como tú (en realidad cómo todos los que escriben) he sido y soy un lector convulsivo y voraz y creo que la consecuencia inmediata a semejante circunstancia es imitar, plagiar si quieres, aquello que lees. Pese a que antes de ella había leído muchos otras obras, sí puedo afirmar que fui presa de un deseo feroz de escribir, de ser escritor, cuando acabé de leer Cien años de soledad.
Quizá también lo haga para no desperdiciar tantos años de lectura desatada, que me han deparado cierto bagaje literario y algo de habilidad narrativa, que quedaría en nada si de repente decidiera no escribir más. Como si hubiera desperdiciado esos años.
En realidad también escribo para conmover. Aunque ahora parezca que tiene mala prensa, que sea un recurso tramposo. Me gusta causar en quien me lee cierta conmoción, de la misma manera que yo busco lecturas que me conmuevan.
Creo que también escribo porque es la única manera de poner orden en lo que pienso. Porque si intento sostener un argumento oral acabo balbuceando, porque no tengo ese don de verborrea y espontaneidad que poseen algunos, y debo echar mano de la escritura para trasmitir lo que pienso. Quizá porque la única manera de saber lo que pienso es pasarlo por el tamiz de la escritura.
En fin, escribo porque, aunque sufro lo inexplicable cuando lo hago, una vez dado por bueno un texto siento un placer que pocas otras cosas me proporcionan.

Anónimo dijo...

A mi me parece que escribir supone la necesidad de ser reconocido, ya sea a nivel emocional, intelectual, cultural...etc.

Yo no necesito ser reconocido luego no escribiré nada; excepto si es anónimo.

Enlazando este post con otro que había por ahí sobre el ego de los escritores la pregunta que me surge es ¿por qué se ha perdido ya el gusto por el anonímato?, ¿por qué los escritores pierden la vida por ver su nombre en las tapas? (eso de que hay que vivir y comer, no es una respuesta válida); ¿no sería más coherente usar ese derecho a ser anónimo, al menos cuando se pretende hacer arte?.

En fin, se me ocurrió así de pronto.
Saludos

Víctor Martínez dijo...

Pero... ¿estás seguro de que los autores que quedaron en el anonimato lo hicieron por voluntad propia?

Anónimo dijo...

Yo escribo porque:

1.- Me gusta.
2.- Me vale de terapia.
3.- Disfruto contando historias -también vale oralmente- (no sé bien por qué, aquí necesitaría de un psicólogo).

Creo que disfruto tanto contando historias como leyéndolas.

Arcadio, me ha gustado mucho tu intervención.

Arcadio dijo...

Por cierto, si queréis saber por qué escribe Javier Cercas, aquí tenéis este link que remite a un artículo genial que escribió en El País el 11/3/07. Es un punto más de vista.
http://www.elpais.com/articulo/paginas/escribir/elppor/20070311elpepspag_2/Tes

Unknown dijo...

Yo, aparte de escribir mal y poco (es decir, no soy escritor, es mera "afición"), lo hago porque me gusta y porque siempre he leído mucho desde pequeño y he tenido un par de profesoras que me incitaron a hacerlo. Eso en verdad es por qué empecé a escribir. ¿Por qué sigo? Es casi algo terapeútico, es la única manera que tengo de vomitar sentimiento, ya que llorar no funciona. Eso y que siempre sienta bien que alguien te diga: "Me gusta lo que has escrito hoy". Alimentar el ego se llama, ¿no?.
A pesar de ser mi primer comentario llevo un tiempo leyendo este blog, simplemente no me considero tan habilidoso como para opinar de manera congruente.

Arcadio dijo...

http://www.elpais.com/articulo/paginas/escribir/elppor/20070311elpepspag_2/Tes

Arcadio dijo...

Bueno, perdonad la insistencia, pero es que el enlace, no sé por qué, no aparece completo. Intentaré añadir la parte que falta. Es la siguiente:

/20070311elpepspag_2/Tes

A ver si ahora hay suerte. César, perdona por monopolizar tu bloc.

Anónimo dijo...

Victor Dijo:

Pero... ¿estás seguro de que los autores que quedaron en el anonimato lo hicieron por voluntad propia?

Realmente esa no es la cuestión de mi post, sencillamente si se mueren por salir en las tapas y no salen por asunto contrario a su voluntad...no hay diferencia, y si la hay resulta aún más patético.

Pero si, hay gente anónima que ha permenecido anónima por que ha querido...desde Diogenes de Sinope, a Epicuro, a los Goliardos, desde los constructores de catedrales a los artesanos que han cimentado tu cultura...pero llegó el siglo XVIII y después el XIX...Hoy día hay gente anónima que trabaja por ti, no entiendo por que el arte necesita de autor para ser reconocido, creo que el problema no está en el arte si no en el autor. Es él/ella quien lo necesita.

En realidad ese es el tema de mi post, Victor.

Pedro Terán dijo...

Supongo que mucha gente lo sabe, pero comentar al hilo del "caso Arcadio" que los enlaces que aparecen truncados en Blogger sí están completos aunque se salgan de la "caja". Para copiarlos basta seleccionar el texto con el ratón, poniéndose al principio y simplemente bajando el ratón hasta la línea siguiente.

Carmen Fernández Etreros dijo...

Gracias por compartir las razones por las que escribes. Me ha encantado el post de verdad.

Me ha gustado la diferencia entre redactar y escribir. Es más yo diferencio por el género: escribir un post, una columna, un comentario para mí es sencillo. Quizás en ello solo hay habilidad. Pero escribir una novela, un cuento, un relato es diferente. Hay que cuadrar demasiados aspectos. Es como una receta de cocina: si te pasas en un ingrediente puedes estropear el plato.

Yo todavía estoy en la fase de "no sé si escribo". Ya veremos

Anónimo dijo...

Bueno, yo escribo poco, pero escribo. Lo que más me gusta es imaginar. Y ahí van mis razones.

Aprendí a leer sola y siempre me ha gustado, y no sé por qué razón, de pequeñita cogí una de mis libretas viejas, hice un dibujo en la primera hoja, fui hasta mi madre y le dije "Mamá, voy a escribir un libro". Por supuesto encontrarse a una renacuaja de 6 años soltando eso despierta o curiosidad o carcajadas. En mi caso lo segundo. Y es cierto, a los 6 años no escribí nada pero todavía no he podido olvidarlo. De pronto me encontré en 5º de Primaria y nos mandaron componer un poema en Valenciano... Rimas absurdas e infantiles pero eh, rimaban. Y con el tiempo inventé historias y versos, y versos e historias. Incluso le cogí el gustillo a la métrica y me entusiasmaba cuando lograba componer un cuarteto. En cuanto a la prosa, supuso una vía de escape. Una gran vía de escape. Al principio sí que lo hacía por decirle algo al mundo, algo así como "Eh, estoy aqui, mirad lo que hago!" Con el tiempo, simplemente, fui buscando alternativas, ¿por qué esta historia es así y no asá? Y seguí creando las mías. Y no me planteé empezar a escribir en serio hasta diciembre del 2004, donde el nombre de una estrella y un poco de mi imaginación lo cambiaron todo: nació Merak y espero que antes de que la fantasía pase de moda y no lo compre ni dios alguien pueda leerlo. Por desgracia esa historia esta íntimimente ligada a una persona que lo cambió todo y con su marcha Merak está sufriendo cambios. ALgo positivos porque yo soy asquerosamente idealista cuando escribo. El sentido de la justicia, la nobleza, la pureza de un amor puro, casto, auténtico y verdadero... Pretendía novelizar un cuento de hadas. Ahora Merak es más corrupto y sus personajes también, creciendo yo creció la historia. Y sé que cuando decida hacerlo saldrá bien.

Aunque como tú, ahora mismo soy incapaz de completar nada, ¿qué será? Yo creo que me aburre. Imaginar es más divertido, mucho más. Verlo todo en la mente como si fueran películas... El problema es que no puedes hablar de la peli con nadie porque sólo la has visto tú. ASí que por eso escribo: quiero que algún día alguien vea a Úrsula volar, o a William y a sus personajes de humo (aprovecho para hacerle propaganda a una obra buenísima que inspiró esta historia: "300 millones". Si lográis encontrarla, os doy un pin). Quiero que alguien más vea esas historias, nada más. Cuando alguien crea algo nuevo debería compartirlo. Y por otra parte... Es más de lo que confesaré cuando me haga famosa (baja Modesto que sube Cris) pero me siento dios cuando escribo. Si existe un dios que lo creó todo, yo soy la única y auténtica Diosa de todo lo que escribo, la que le da forma y vida. Y joder, qué bien sienta cuando lo haces.

Quizás haya alguna otra razón pero creo que eso es todo. Espero que no te hayas dormido leyendo el comentario. Un beso,

Cristina

Joaquín dijo...

César, he querido premiarte con un "Thinking Blogger Award". Saludos cordiales.

Anónimo dijo...

Jugoso post, César. Mi caso es contrario al tuyo. Siendo de siempre lector voraz, era - y casi digo soy - incapaz de montar un argumento. Tenía imágenes, aspectos de historias, etc... y las desarrollaba, pero después de ahí, nada. Me quedaba sin saber cómo seguir. Realmente frustrante. Y quizá con el tiempo me he dado cuenta que el error está en el concepto de escritura. Pensamos a veces que una novela empieza en la pagina 1 y termina en la 240. Pero no, eso es para el lector, para el escritor es otra cosa. Quizá pueda ser así en algún caso, pero en otros es una historia que va cambiando con el tiempo, añadiendo y quitándo cosas, de manera que el resultado final puede ser extraño incluso para el escritor, y que dicho proceso a veces es más rápido y otras más largo (imagináos, años, glub).
Así que ahí sigo, intentándolo (me ha emocionado ese momento en que en el parque abres la caja de pandora y descubres qué era lo que fallaba. Eres afortunado).
Ahora bien, ¿Por qué?. Ni idea: vanidad, compulsión, tranquilidad cuando escribes algo - como si te tomaras un ansiolítico -, aspiraciones, dinero,reconocimiento, no se. Pero creo que podría tener un poco de todo eso sin tener que escribir, así que no se porqué.
Mi abuelo escribió toda su vida y no publicó nada. Y yo me preguntaba qué coño hacía escribiendo tanto con 70 y 80 tacos.

Anónimo dijo...

Me gusta emborronar cuartillas de vez en cuando porque comparto contigo la primera de tus razones: Llegas a leer tanto como lector de infantería, que historias y personajes, cobran vida en la cabeza.Hay que sacarlas de ahí. Es como un apéndice de uno mismo.
También porque me gustaria que mis historias pudiesen entretener a otras personas y que les haga pasar un rato agradable.Aunque no creo que nunca llegue a nada en esto, de hecho me gano la vida de otra forma pero parece que una vez que abres la puerta...pero reconozco mis limitaciones, que son muchas.
También es muy cierto que se escribe porque es bueno que le quieran a uno. Sentirse querido es fundamental. Para mí empieza a ser una necesidad. Bilateral, claro. Escribir y ser querido.
Empeñarse en vivir, tal vez.

Jorge dijo...

Yo escribo porque se me da bien (bueno, eso dicen) en las distancias cortas como el relato y, de unos años acá, en la poesía; y porque de vez en cuando me lo pide el cuerpo: tengo que contar o expresar algo. Como escribo (o me publican) principalmente en esperanto, no aspiro a ganar un eurete con todo esto; lo único que recibo son unas decenas de ejemplares de la obra (lo último, 3 libros de poemas desde 2004). Creo que mi caso es similar al de César en otros tiempos: si intento escribir novela, no me sale; de hecho, ahora estoy intentando escribir, en castellano, una novelita mosaico, con episodios formalmente inconexos, es decir, sin uno o varios personajes que los enlacen.

Así que, César, ¿te animarías a desvelar el secreto que descubriste en el parque a los lectores de tu blog? Así nos ahorrarías tener que destripar unas cuantas novelas (por cierto, ¿cuáles destripaste tú?). Tal vez temas que al explicarnos las claves de la construcción de una novela te surjan imitadores o competidores como setas. Pero también podrías publicar un libro titulado "Cómo (no) escribir una novela", o algo parecido, y seguro que te forras, por mucho que ya existan obras similares en el mercado.

Una última pregunta: ¿alguna vez vas a escribir novela "adulta"? Y no me refiero a híbridos bastardos como "La sombra del viento" (es decir, el pedo), cuyo éxito no logro entender por vueltas que le dé...

Unknown dijo...

Porque lo necesito, y también porque me gusta que me lean.

Anónimo dijo...

¿y la razón no será "escribo, luego existo"?

Anónimo dijo...

Si escribo, es por el gusto de escribir; y dentro de este gusto està el gusto por las palabras. Y hablo de las palabras concretas, los sonidos y los significados representados por los signos gràficos.
Por ejemplo, una de mis palabras favoritas es "lluvia"; su sonido me suscita imàgenes, personajes, circunstancias que motorizan el placer de contarlas (escribir).
Es algo similar a dibujar: veo un dibujo que, por sì mismo, me produce una sensaciòn que me incita a dibujar. Y dibujo, bien o mal, porque me gusta dibujar: delinear con el làpiz, deslizar el pincel, hacer el trazo con la pluma, manchar con la acuarela y tambièn empastar con el òleo. Simplemente, gusto de hacerlo; puro gusto, como escribir. Como el gusto que me da una omelette de camarones, una tajada de bizcochuelo con mermelada de naranjas, el color de un oporto rubì, el sonido de la mùsica de Chopin o de Vivaldi, o la sombra fresca de un àlamo plateado...
Y si sobre gustos hay tanto escrito, serà porque es un gusto escribir.

Fernando Alcalá dijo...

¡Cómo odio (y a la vez, cómo me gusta) que pongas en palabras lo que yo pienso y siento! Ya lo hiciste años ha con la entrada acerca del humor y ahora has vuelto a hacerlo. No puedo decir nada más porque me has clavado (menos en lo del dinero, que yo todavía no gano de eso con lo que escribo). Gracias de nuevo!

Miroslav Panciutti dijo...

Muy interesante este post. Como ya te han pedido, ¿qué tal si nos explicas lo que descubriste en la Casa de Campo?

Yo siempre he escrito, desde muy niño, porque me gustaba inventar historias y luego leerlas en voz alta, a otros o amí mismo. Supongo que algo de vanidad debo tener, pero creo que no demasiada (mínima si la comparamos con la de Borges a con algunos de tus compañeros).

Escribir (más preciso es decir redactar) es la actividad que más tiempo lleva de mi vida profesional. Pero son redacciones aburridas, informes. Aun así, me satisface lograr textos legibles, ordenados, sencillos, así como animar a quienes conmigo trabajan a que mejoren los suyos. Me gusta mucho el lenguaje, nuestra lengua. Quizás ahí haya otro motivo.

Siempre he escrito, por último, para aclararme, para sacar de mí lo que me bullía por dentro y, de esa manera, entenderlo y darle una especie de fe de vida. Escribiendo me descubro (además de pasarmelo bien). Mi blog, por ejemplo, lo empecé en un momento de crisis personal profunda.

Así que, creo que mis dos motivos básicos por los que escribo son que me disfruto mucho y que lo necesito para conocerme y entender mi vida (con sus circunstancias). Un saludo.

Yepetta dijo...

Este texto me ha animado mucho.......
Siento haber estado tan desaparecida.....

Gracias

César dijo...

Edu: es verdad, la escritura provoca breves accesos de felicidad (aunque también de mala leche). A mí, siguiendo la repetida frase de Brown, me suele suceder después de escribir, no mientras lo hago.

Sheldon: hasta hace no mucho, tenía que completar el dinero que recibía por los derechos de mis obras con el resultante de firmar nuevos contratos. Es decir, tenía que escribir juvenil y punto. Ahora, afortunadamente, puedo vivir sólo de los derechos de autor, así que, en principio, podría escribir lo que me viniera en gana. El problema es que tengo compometida la escritura de dos novelas de aquí a un año.

Otro problema añadido es que no me gusta la actual cf y que pienso que el género está inmerso en una crisis muy profunda. En cualquier caso, te diré que tengo empezada una novela corta 100% cf (una guerra contra alienígenas) que, en principio, se llama "Naturaleza humana". Lo malo es que esa novela la debí de empezar hace unos siete u ocho años. Sólo la escribo en las pausas entre una novela y otra, así que voy a paso de tortuga. Pero algún día la acabaré. En cualquier caso, sí, me gustaría escribir una novela larga de cf. Pero no sé cuándo lo haré.

Arcadio: tienes razón debería haber aclarado ese punto en el texto. Veamos... Redactar es manejar la prosa, las palabras, las oraciones, para construir un texto que no tiene por qué ajustarse a ninguna estructura. Marrar, según la RAE, es "Contar, referir lo sucedido, o un hecho o una historia ficticios". Es decir, la narrativa supone contar una historia, de modo que sin historia no hay narrativa. Se puede redactar bien, pero narrar mal, y viceversa.

En cuanto a Benet... no, no me refiero tanto a su escuela como a su teoría literaria. Según ésta, la vida no tiene argumento (algo muy discutible, por cierto) y, por tanto, la novela, que es una imitación de la vida, debe carecer igualmente de argumento. Por tanto, no hay historia. Y sin historia no hay narrativa. Benet no narra, sea porque no quiere o porque no sabe. Hace otra cosa, pero no narrativa.

Así pues, creo en efecto que "la digresión pura, el escribir por escribir" no es narración. Es otra cosa, tan válida literariamente como cualquier otra opción, pero no es narrativa ni usa los mecanismos de la narrativa.

Por otro lado, veo que sufres al escribir pero te encanta haber escrito. ¡Bienvenido al club!

Anónimo de la 1:59: pues creo que tienes razón: el anonimato sería la forma más pura de literatura. Lo que pasa es que, además de un arte, la escritura es un negocio y, por razones de marketing, conviene crear una marca que, en este caso, es el nombre del autor. Por otra parte, desde el romanticismo el autor adquiere un protagonsimo tan grande o mayor que el de sus obras. Y así seguimos.

Gotrek: no veo nada en tu comentario que me mueva a pensar que eres incongruente. No menosprecies tus habilidades y participa cuando quieras.

Carmen Fernández: tu comparación de la narrativa con un receta de cocina me parece perfecta. Por un lado están los ingredientes y por otro el orden en que se cocinan. Y, en efecto, escribir, por ejemplo, este post es redactar, pero no narrar (o es narrar en grado ínfimo).

Cristina (Merak): me ha encantado tu comentario. ¿Sabes que Hitchcock le aburrían los rodajes, porque él ya tenía la película rodada en su cabeza? De hecho, nunca miraba por la cámara.

Voy a cortar aquí y seguiré en otro comentario...

César dijo...

Joaquín: vaya, muchísimas gracias por el premio que me otorgas. Permíteme, en cualquier caso, no proseguir con la expansión viral del premio, ¿vale?

Mazarbul: Pues yo creo que sí sabes cómo construir un argumento; o, al menos, que estás muy cerca de saberlo. Porque, en efecto, la historia que empieza en la página 1 acaba en la 240 es para el lector. El escritor tiene en la cabeza una estructura distinta. Esa estructura invisible es una de las claves de la narrativa.

Juan: la escritura no es un don divino, sino una cuestión de trabajo, de ensayo y error. A narrar se aprende, como ocurre con todo. De modo que tus supuestas limitaciones no son, en ningún caso, definitivas.

Jorge: verás, no hay ningún secreto. De hecho, lo que averigüé en el parque no fue una única clave, sino varias. Podría, en efecto, contaros lo que descubrí, pero... la verdad es que sería mucho mejor que lo descubrierais por vuestro propios medios. Se trata de cuestiones tan sencillas, tan evidentes, que uno las da por hecho y se olvida de ellas. Si te digo lo que es, tú podras valorarlo intelectualmente, pero no lo interiorizarás. Al descubrilo por tus propios medios, lo haces tuyo y lo emplearás casi automáticamente al escribir. De hecho, creo que no es tan importante el descubrimiento en sí mismo como su interiozación.

No obstante, en la serie de post que he comenzado voy a hablar de todo el proceso que sigo para escribir una novela, lo cual incluye, como es lógico, mi "descubrimiento". Me limitaré a decirte las palabras clave: "estructura", "motor",
"dosificación de la información" y "misterio". Cuando aparezcan en mis post estaré hablando de ese descubrimiento.

En cuanto a lo de la novela adulta... Bueno, eso es lo que empecé escribiendo. Tienes "El círculo de Jericó", "La vara de hierro" y "El coleccionista de sellos", todos ellos pertenecientes al fantástico. En cuanto al futuro... pues sí, en febrero aparecerá una novela para adultos que será el inicio de una serie. Ya hablaremos del tema en su momento.

BB: quizá, hermano, quizá. Lo que pasa es que esa frase es aplicable a todo. Por ejemplo: "me la casco, luego existo". Y no es casual relacionar escritura con masturbación, créeme.

Rotebor: claro, ya lo decía yo en el texto: la respuesta más evidente es "escribo porque me gusta". Lo que pasa es que es una contestación muy general ante la que cabe preguntar: ¿y por qué te gusta?

Ferlocke: bueno, estar de acuerdo no es malo ¿verdad?

Miroslav: te contesto lo mismo que a Jorge: permanece atento a la pantalla y te desvelaré mis terribles secretos. Pero tampoco esperes gran cosa, ¿eh?, que estamos creando demasiada espectación y eso siempore defrauda.

Yepetta: se te echaba de menos, preciosa. Ya sabes que tú eres la reina Ginebra de este blog :)

Jorge dijo...

Gracias, César. Como buen español a caballo entre los siglos XX y XXI, permaneceré atento a la pantalla. Mientras, y cambiando de tema, os recomiendo un artículo en El País digital de hoy:

http://www.elpais.com/articulo/paginas/extraterrestres/nos/quieren/elpepusoceps/20070930elpepspag_8/Tes

E.T. = ¡Era Tongo!

CeJota (ceja grande) dijo...

Si me permites el offtopic ¿donde se puede encontrar "La vara de hierro"?

César dijo...

Jorge: olvide responder a tu pregunta, perdona. ¿Qué libros destripé yo? Básicamente cinco: "El guardián entre el centeno", "El silencio de los corderos", "El Palacio de la Luna", "La isla del tesoro" y "El nombre de la rosa", cada uno por distintos motivos. De todas formas, eso es muy personal y has de ser tú quien personalmente elija los títulos a destripar. Por cierto, muy interesante el artículo.

Cejota: Ay, "La vara de hierro" debe de estar tan desaparecida como Amundsen. Sinceramente, no tengo ni idea de dónde puedes encontrarla, lo siento. Prueba en librerías especializadas.

Anónimo dijo...

oye Jorge, ¿escribes en esperanto?. ¿Escribes en "xtiano" y luego lo traduces o directamente?

Care dijo...

Escribo para no olvidar las cosas.

Jorge dijo...

Respuesta a mazarbul: Hasta diciembre de 1995 escribía directa y casi exclusivamente en esperanto (relatos y poemas), pero en ese momento, y coincidiendo con el inicio de mi trabajo como intérprete de conferencias (traducción simultánea) empecé a escribir también poemas bilingües, con dos versiones lingüísticas en paralelo, en español y esperanto, lo que en general descarta, entre otras cosas, la rima y otros ornamentos intraducibles y, en mi opinión, prescindibles. Si pinchas en mi nombre, luego vas a "el blog de jorge" y allí a la etiqueta de "poesía", encontrarás varios de los poemas escritos en los últimos años (no todos son bilingües; muchos son estrofas japonesas con su traducción al español).

Anónimo dijo...

voy a ser muy breve porque sigo estresado. Borges decía que escribir, simplemente es una actividad subsidiaria de leer.
Una vez más coincidís los maestros (este peloteo no te lo esperabas).

César dijo...

Samael: cierto, cierto, no esperaba tamaño peloteo (¿tienes fiebre?). Una pregunta: ¿quién es Borges?... ;)

Anónimo dijo...

Echaré un ojo a tu blog jorge.
Care: mira un email que te he enviado, y me cuentas.
Cesar: ya que estamos hablando de escritura y teniendo en cuenta que en el futuro seguirás dejándonos mirar detrás de la trastienda de escritor, te (os) voy a proponer un tema: ¿qué opinión te merecen los talleres de escritores?. Hace un par de días tuve una diatriba sobre su supuesta - o no - utilidad.

Carlos dijo...

“Durante algún tiempo permaneció contemplando estúpidamente el papel. […]. El hecho mismo de expresarse por escrito, creía él, le sería muy fácil.-Sólo tenía que trasladar al papel el interminable e inquieto monólogo que desde hacía muchos años venía corriéndole por la cabeza. Sin embargo, en este momento hasta el monólogo se le había secado.” George Orwell a 1984.

De momento, intento escribir. ¿Porqué? porque soy de carácter reflexivo y por mi cabeza pasan muchas cosas y querría poder reflejarlas por escrito... y repasar las primeras impresiones de la idea final, para difundir ideas, historietas, y porque me gusta/gustaría, pues todavía estoy en ello. En el intento.

Noviembre todavía dijo...

Escribir es una necesidad, como leer, una forma de evadirme de la realidad, ordenar ideas...

Aunque puedo pasar largas temporadas sin escribir, pero no más de un día sin leer, es una adicción.

PD: Me divierte mucho leer tus entradas, siempre me sacas una sonrisa.

César dijo...

Mazarbul: digamos que hay dos clases de talleres de escritura. Unos orientan al alumno para que él mismo encuentre las respuestas, y otros dan las respuestas servidas; es decir, ofrecen fórmulas.

Los primeros me parecen muy bien, pero los segundos son un desastre. No se puede escribir con fórmulas. Un ejemplo de esto es el famoso taller Clarion, entre cuyos méritos está conseguir que la mayoría de los escritores de cf norteamericanos escriban igual. Más o menos correctamente, pero sin alma ni personalidad.

Noviembre todavía: Si me condenaran a no escribir durante el resto de mi vida... bueno, me llevaría un disgusto, pero lo sobrellevaría con dignidad. Pero si me condenaran a no leer, ay, me hundían la vida. Por lo demás, me alegro de hacerte sonréir; es bonito eso :)

Anónimo dijo...

Gracias César, por los ánimos, seguiré afilando los lápices para ver si sale algo que merezca la pena.

Anónimo dijo...

Leí una vez que Leonardo (¿o sería Miguel Angel?) tenía un truco para recordar una cara interesante que pudiese ver por la calle, en el mercado o en cualquier otro sitio en el que no pudiese disponer de los elementos necesarios para tomar un apunte. Llevaba encima un cuaderno en el que estaban relacionados todos los rasgos (óvalo, ojos, nariz, mentón, boca, etc) en todas sus formas, colores y características. Veía la cara interesante y, simplemente, marcaba todas las coincidencias en su cuadernito. Luego, al volver a su estudio, reconstruía perfectamente las facciones que había anotado.
El sistema le parecía tan bueno que se lo explicaba a todos sus alumnos. Y todos seguían al pie de la letra las instrucciones del maestro. Y ninguno, absolutamente ninguno, era capaz de reconstruir las facciones de la persona "anotada"
Moraleja: "¿Es verdaderamente posible enseñar el arte, sea cusl sea éste o el acto creativo va mucho más allá de cualquier metodología?"
Por cierto, César, Borges es un famoso dibujante que colabora en "El Pais".

Anónimo dijo...

Big brother, te equivocas; Borges es una ciruela

Anónimo dijo...

¿Por qué escribo? Nunca lo he sabido realmente. Tengo 16 años y llevo escribiendo desde los 6 o 7. Casi toda la vida.

Escribo... porque me gusta. Porque me siento bien y me divierto. Porque cuando me aburro invento historias y esas historias piden a gritos ser escritas. Porque a veces incluso me obsesiono por ellas.

Y suelo tener problemas para terminar historias largas. Pero commo siempre tengo una idea rondando la mente, me da igual. Siempre vuelvo a intentarlo.

Saludos.

Artemisa dijo...

(El dibujante de "El País" se llama Forges, no Borges).

Qué chulo el post, y los comentarios también. Aunque llego unos días tarde, respondo ahora.

El por qué escribir siempre ha sido una pregunta sin resolver durante mucho tiempo, pero lo seguía haciendo sin plantearme interrogantes, casi por inercia. Casualmente, el otro día estuve pensando en este tema muy seriamente y llegué a una conclusión (que debí haber apuntado porque se me ha olvidado completamente). Las razones que has puesto de ejemplo me parecen todas respetables, y creo que la mía es del tipo "Escribo para sentirme diferente" y derivados: encontrar respuestas, superarme a mí misma, etc. Además, tengo la manía de apuntarlo todo por mi mala memoria.

edus1611 dijo...

Yo solo leo,diría que mucho, novela negra en preferencia.
Cuando iba a las librerías, me fastidiaba que los autores, escribieran más lento de lo que yo leía... no debe ser tan difícil escribir, me dije, y quise probarlo... tenía una buena idea, pero solo con el esquema ya tarde una eternidad... llegue a la conclusión que escribir es MUY DIFÍCIL ..."zapatero a tus zapatos"...y yo a leer, y a disfrutar,y resignarme a tener contacto con vosotros, escritores, por lo menos, una vez al año.

José luis dijo...

Solo escribo esto por que quiero que lo lea césar mallorqui.
Me ha encantado el libro de La catedral es el mejor de mundo.
Yo creo que eres el mejor escritor del mundo,por favor si lees esta carta escribeme o avisame como sea te lo suplico.
PD:Por favor haz la segunda parte de La catedral te lo suplico hazla

César dijo...

Querido José Luis: te agradezco muchísimo tus comentarios y tu entusiasmo, aunque me parece que exageras un poco: ni "La catedral" es el mejor libro del mundo ni yo el mejor escritor, pero gracias de todas formas. ¿Una segunda parte de "La catedral"?... Pues la verdad, nunca lo he pensado, pero creo que la historia ya está cerrada y no tendría mucho sentido prolongarla. Recuerda que, al final de la novela, Telmo asegura que no volvió a encontrarse con el resto de los personajes. De todas formas, he escrito otras novelas; no son "La catedral", pero igual también te gustan. Un abrazo.

nichevo dijo...

Encantada de haber dado con tu blog!

En mi caso, siempre tuve una gan capacidad de abstraerme cuando las cosas no son demasiado interesantes o tirando a agobiantes.

En el colegio, mi happy hour era cuando tocaba redacción.
Solían darnos tres palabras y con esas debíamos construir una historia de aproximadamente un folio.
Yo llenaba seis y aún me faltaba tiempo.
Supongo que es la falta de pretensiones, anhelos y miedos absurdos que nos frenan de adultos.

De niña no conocía esos titubeos y recuerdo que gané algún concurso.

Recuerdo que prometí que escribiría sobre todo lo que vivímos y los que éramos.

En cualquier momento llegaría la hora de coger las maletas y todo se perdería y nos perderíamos por patrias lejanas y extrañas, como si no hubiera sido nada mas que un sueño acogedor y extraño.

Para no olvidar, para que hubiera una brújula que nos devolviera el lugar que guardaba aquello que siempre seremos.

Tambien para acercar y comprender.

Entonces, jamás me pude imaginar que llegado el momento me limitaría a luchar de la manera esperada y las historias fueron enmudeciendo dentro de mí.

Navegando por la red me tropecé por pura casualidad con una página sobre escritura creativa y fué como si volvieran a brillar el mundo en mil colores, poblado de sueños.

Tuve la suerte de topar con un empleo algo surrealista, ganaba poco pero tenia mucho tiempo.

Así, en aquellas horas muertas, alguna palabra se quedaba prendída, algún suceso, y alrededor se iban enganchando personajes que a veces me hacían despertar en medio de la noche.

Eso sí: las historias me tienen que salir así, de forma impetuosa.
Sólo así tienen veracidad, no me salen acartonadas.
Despues reescribir mil veces.

Me quedo a medio camino de repente, sin gas, sin historia.

Veo que no soy la única, que tú encontraste la solución.
Así que hay esperanza.

Reconozco que mi mayor impulso me lo da la la emoción.

Si algo me conmueve, para bien o para mal, me sobreviene esa especie de fiebre por escarbar como el que busca piedras preciosas y después las pule con cariño.

Me maravilla como se transforman situaciones irritantes en jocosas, por ejemplo.

Cuando escribo soy libre, doy vida, acerco y me acerco.

Gracias a la palabra podemos transformar lo aparentemente estático, inmutable.
Como sacar miel de un cardo amargo, ummm algo así y ....viceversa tambien.

Ando estancada, tengo que ponerme y dejar las distracciones.

Me ha encantado tu blog y me ha servido de empujón.

Anónimo dijo...

El post y los comentarios me han fascinado y me gustaría escupir las ideas que deseo tomen forma.
Leer contamina, indudablemente, la perspectiva del escritor. Sin embargo prescindir de la lectura, indudablemente, anula al escritor.
A mi, personalmente, me anula la cantidad de cosas escritas haciendo de mi conciencia un ente cambiante incapaz de sentir apego por lo que escribe. Con esto no quiero decir que no escriba, al contrario, el problema es que nada me gusta.
Respecto al anonimato, considero que es absurdo escribir sin "reivindicar" la autoría, pues la autoría, y sólo la autoría, harán de lo que escribes algo, quiero decir: arte. Si las mejores obras no tuvieran nombre y juicio sobre éste, seguramente no serían lo que son. Es más, uno se plantea el anonimato a propósito de la autoría, el mayor acto de vanidad no es poner tu nombre con letras mayúsculas en una portada, sino negarle a tu obra un nombre.

Respecto a redactar y escribir, pienso que serán tan iguales o diferentes como uno desee, los matices harán del primero el otro y viceversa.

Ya termino pero no sin un deseo: me gustaría encontrar un consejo para vencer mi bloqueo, pues considero que lo primero que debe uno hacer para escribir, es convencerse de su versatilidad individual, para consigo mismo.

Si firmo anónimo es por vergüenza... no vanidad.

Kani dijo...

Escribo porque me gusta, porque inconscientemente creo historias en mi mente en cualquier momento y en cualquier lugar, y me gusta plasmar esas historias en papel.
Escribo porque me entretiene, porque me encanta, porque es mi afición y porque soy una apasionada de las palabras desde que aprendí a leer.
Escribo porque siempre me ha gustado.

david dijo...

Escribo porque me parece más real los mundos en mi cabeza, que el que tengo a mi alrededor.
Escribo porque estoy loco.
Escribo porque me gusta ser el Dios de algunos personajes.
Eso es todo.

Unknown dijo...

Necesitaba un descanso de los artículos periodísticos y me había acostumbrado a inventar historias para mi ex pareja y, como ésta me dejo pero mi cabeza no dejo de crearlas, pues me decidí a ponerlas en otro sitio.

Vamos, que escribo porque no follo.

César dijo...

Diana Ballesteros: Pues... en fin, es un motivo tan bueno como otro cualquiera. Aunque he oído rumores de que es compatible realizar ambas actividades -follar y escribir-, pero no simultáneamente, claro.