lunes, noviembre 15

P. G.

Uno de los más felices encuentros de mi vida tuvo lugar el día que cayó en mis manos un libro de Pelham Grenville Wodehouse. Yo debía de tener quince o dieciséis años y el libro era Jovencitos con botines, publicado en la añorada colección El monigote de papel, de Plaza y Janés. Me lo había recomendado mi hermano Eduardo, muy aficionado a la literatura de humor y él mismo humorista en la desaparecida revista La Codorniz.

¿Cómo describir el efecto que me causó aquella primera novela de Wodehouse que leí? Sencillo: me partí de risa, página tras página, sin un momento de pausa. Nada más acabar ese libro busqué otro del autor, que resultó ser uno protagonizado por Bertie Wooster y Jeeves (no recuerdo cuál), y así se consumó mi adicción definitiva a Wodehouse. A partir de ese momento consumí sus novelas con la fruición de un yonqui visitando a su camello. Amor y gallinas, El hombre con dos pies izquierdos, Fiebre primaveral, Ola de crímenes en el castillo de Blandings, Pobre, vago y optimista, Las noches de Mulliner, Tío Fred en primavera, Mal tiempo... y, por supuesto, todas las protagonizadas por Wooster & Jeeves. Cada uno de esos libros fue un chapuzón en el lago de la felicidad.

Wodehouse no tiene demasiada buena prensa entre los severos guardianes del canon literario; en el mejor de los casos, ocupa un lugar secundario por detrás de otros humoristas británicos, como Chesterton o Wough. La razón de esto es que Wodehouse hacía humor en estado puro, humor desprovisto de sarcasmo y crítica, humor sin sexo, sin acritud, sin segundas lecturas. Chesterton y Wough (dos gigantes, sin duda), utilizaban el humor como un escalpelo para diseccionar al ser humano y a la sociedad, mientras que Wodehouse sólo hacía humor, nada más.

Aunque en sus novelas describe con fina ironía la sociedad altoburguesa y aristocrática de su época, lo cierto es que lo hace con profundo cariño. Wodehouse amaba a sus personajes y su mundo literario, un mundo en el que los grandes conflictos de la humanidad han sido eliminados de un brochazo y los mayores problemas con que puede enfrentarse alguien son tomar el te con una tía gruñona, sufrir por el amor de una atlética jovenzuela o que un tutor severo corte el grifo de la asignación mensual. ¿Quiere esto decir que Wodehouse es superficial? Por supuesto, es el rey, el paladín, el campeón mundial de la superficialidad literaria.

Pero (porque siempre hay un pero), resulta que Wodehouse era un genio. Dotado de un estilo chispeante y fluido y de un ingenio casi sobrenatural, tenía la rara habilidad de convertir la situación más cotidiana en una locura de proporciones descomunales. Además, sus diálogos son rápidos y agudos, sus descripciones elegantes y coloristas, y sus tramas están diseñadas con la precisión de un relojero. Pero sobre todo, Wodehouse es muy, muy, muy gracioso. De hecho, en sus relatos no importa tanto lo que cuenta, sino cómo lo cuenta. Permitidme transcribir algunos ejemplos:

"-Nunca oí hablar de él. ¿Le suena a usted ese nombre, Jeeves?
-Estoy familiarizado con el apellido Bassington-Bassington, señor. La familia Bassington-Bassington cuenta con tres ramas: los Bassington-Bassington de Shropshire, los Bassington-Bassington de Hampshire y los Bassington-Bassington de Kent.
-Inglaterra parece bien nutrida de Bassington-Bassingtons...
-Tolerablemente, señor.
-Vamos..., que no hay riesgo de que se produzca una repentina escasez, ¿verdad?"

"No me culpes a mí, Pongo -dijo lord Ickenham-, si lady Constance te observa a través de sus impertinentes. Aunque, ¡bendito sea Dios!, no puedes comparar los impertinentes actuales a los que había cuando yo era niño. Recuerdo cierto día que paseaba con mi tía Brenda por Grosvenor Square, llevando a su chucho, Jabberwocky, cuando se acercó un policía a decirle que el animal debía llevar un bozal. Mi tía no dijo palabra. Se limitó a sacar los impertinentes de su funda y a mirar al hombre a través de sus lentes, para que a éste se le cortara la respiración y cayera de espaldas contra la verja, sin más daño físico que una espantosa mirada de horror en sus ojos desorbitados, como si acabara de tener una visión horrible. Hicieron venir a un médico y se las arreglaron para hacerle recobrar el sentido, pero nunca volvió a ser el mismo. Tuvo que dejar el cuerpo y, con el tiempo, se metió en el negocio de los ultramarinos. Así fue como inició su carrera Thomas Lipton."

"A diferencia del bacalao macho, que, una vez convertido en padre de tres millones quinientos mil bacaladitos, decide animosamente quererlos a todos, el aristócrata de nuestros tiempos se da cuenta de que su hijo menor es un perfecto incordio."

¿Habéis reído o sonreído al leer estos párrafos? Si la respuesta es no, abandonad este post, porque no es para vosotros. Ya sé que el humor es algo muy personal, que lo que hace reír a uno puede provocar los bostezos de otro, pero os aseguro que, estadísticamente, Wodehouse es tronchante. En cualquier caso, no se trata de la clase de escritor que te hace pensar, ni que te plantea graves cuestiones, ni que te ofrece una visión realista de la vida. No, lo que consigue Wodehouse es que te sientas bien cuando le lees, que te sientas en paz, feliz y optimista. ¿Basta eso para que un escritor entre en el Parnaso de las letras? En mi opinión sí, y por la puerta grande, para unirse, de igual a igual, con genios como Chesterton, Waugh, Saki, Wilde, Dahl, Sterne, Crompton, Jerome, Bennett, Sharpe, Fraser y tantos otros maestros británicos del humor.

Vale, pero ¿a qué viene hablar ahora de Wodehouse? Veréis, de entre toda su extremadamente abundante obra, yo me quedo, sin lugar a dudas, con la serie de relatos y novelas protagonizados por Bertie Wooster y su mayordomo Jeeves. Uno de los grandes méritos de esta serie es que está narrada en primera persona por Wooster, un perfecto imbécil, un petimetre superficial, ingenuo y atolondrado, con el que, sin embargo, acabas empatizando, sobre todo gracias a su reverso, Jeeves, un criado extremadamente inteligente y sensato cuya principal misión en la vida consiste en sacar a sus patrón de los constantes líos en que se mete. Bertie y Jeeves son una de las grandes parejas de la literatura mundial, como Romeo y Julieta, Holmes y Watson o Tintín y Haddock, un dúo absolutamente imprescindible.

Pues bien, la editorial Anagrama, que desde hace tiempo viene publicando la obra de Wodehouse, acaba de editar Ómnibus Jeeves tomo 1, con las novelas ¡Gracias, Jeeves!, El código de los Wooster y El inimitable Jeeves. Si no conoces esta serie, aquí tienes la oportunidad de descubrir hasta qué punto la literatura puede hacerte feliz.


Y para acabar, una última reflexión. Antes he dicho que Wodehouse no es un escritor que aporte grandes y sesudas ideas, pero eso no es del todo cierto. De hecho, toda su abrumadora producción está basada en una gran verdad filosófica: los seres humanos somos gilipollas. En efecto, el inmensamente talentoso Wodehouse miraba a su alrededor y, mediante sus libros, nos decía con una enorme sonrisa rematada por un gran habano: sois tontos, sí; pero os quiero.

21 comentarios:

alejandro geriboni dijo...

jejejeje muy interesante
algo nuevo para leer

ya que estoy pregunto
capaz que ya pregunte
pero mi memoria se pone rebelde y se olvida de las cosas
algun autor del estilo de boris vian?

Leo dijo...

Tengo algún libro de Wodehouse en casa y aún no le he hincado el diente. Lo haré: yo también creo que la principal recomendación para la calidad de vida, por encima de la dieta mediterránea, debería ser aceptar el axioma de que los seres humanos somos gilipollas. Y perfectamente amables. En toda la extensión de ambos términos. Soy mucho más feliz desde que lo descubrí. Y como demostración, lo comparto con todos ustedes.
:-)
Saludos.

Vanbrugh dijo...

Oh, Dios mío, qué maravilla. Claro está, tenías que ser fan de Wodehouse.

Yo lo descubrí a los ocho años. En mi casa había muchos, muchos libros suyos, treinta o cuarenta, todos los que citas y muchos más, entre ellos, claro, los mejores de todos, los de Jeeves & Wooster. Y me los leí todos, de un tirón, y he seguido releyéndolos sin descanso, en veranos alternativos, durante los cuarenta y cuatro años siguientes al descubrimiento, y me propongo seguir haciéndolo durante lo que me quede de vida. Ni el disfrute, ni las carcajadas, ni la profunda sensación de reconciliación con el mundo y con la humanidad han disminuído ni un ápice con los años y las relecturas. Ahora mismo tengo "El Código de los Wooster" en mi mesilla, junto con otras cosas más sesudas, y aún, de vez en cuando, le leo párrafos en voz alta a mi mujer y nos revolcamos de risa. Los ejemplares de mi infancia vaya usted a saber dónde andarán, pero desde los dieciocho años he ido reemplazándolos, buscando con amor de coleccionista por librerías de viejo y recopilando con fervor las ediciones en tela de los años cuarenta y cincuenta, y he logrado volver a reunir una buena muestra. (Mi blog, Júbilo Matinal, se llama así en honor a una de sus novelas; en el frontispicio reproduzco el título de mi ejemplar, que no vendería por ninguna cantidad de dinero y que me costó cincuenta pesetas hace treinta años).

Bien, si tuviera que llevarme a la famosa isla desierta un solo libro, mi duda se limitaría a cuál de los de Bertie Wooster. Dios bendiga al gran Plum por toda la eternidad.

Gatopardo dijo...

¡Equilicuá! ¡Me has acertado en la pepitilla del gusto!

Gracias. Muchísimas gracias por este homenaje a mi amado Wodehouse.

Blueberry dijo...

Yo descubrí a Bertie Wooster a los trece años. En el episodio que intentan pinchar una colchón de agua con un palo terminado en una aguja y el cisne custodiando la isla. Creo recordar que era en casa de tía Agata.
Desde entonces me cautivó el mundo de los Wooster: Sir Roderick Glossop, Tuppy Glossop, la tía Ágata, la prima Ángela, Anatolio el cocinero, Bingo Little...el club de los Zánganos. Había unas buenas antologías de Plaza y Janés, junto con la colección de bolsillo. Por supuesto el Omnibus se va a venir conmigo en la próxima visita a la librería. Una buena ocasión para volver a leer a P. G.
Creo recordar que uno de los libros de Jeeves no está narrados por Bertie. Fracias por traerlos de vuelta. Por cierto Jeeves, recuerda esa corbata de lunares amarillos que le desagradaba, puede tirarla. Señor, me he tomado la libertad de hacerlo esta misma mañana.

Alicia Liddell dijo...

Amo a Jeeves, incondicionalmente. Yo también descubrí a Woodhouse en mi adolescencia y desde entonces no puedo más que declararme rendida admiradora.
Reconozco que en esto del humor soy una adicta anglófila, ya que añado a los clásicos que citas, a Tom Sharpe o mi idolatroado Durrell. Es que son buenos, releñes.

Anónimo dijo...

Acabo de llegar a este blog a través del enlace que hay en wikipedia.

Una prgeunta, César: ¿Vives de escribir libros? ¿Cómo demonios lo consigues? Me parece impresionante, porque claro, de la época de tu padre, propensa a valorar y devorar la literatura con chispa, a ésta, volcada en otros modos de ocio, media un abismo.

Un cordial saludo asturiano.

Jose Miguel.

Anónimo dijo...

Jack Vance, uno de mis autores favoritos de ciencia ficción y un verdadero artista de la imaginación y el ingenio, más de una vez ha declarado que Woodhouse era su autor de cabezara y fuente de inspiración. En fin, tendré que probarlo .....Gracias por la recomendación y un abrazo de victorderqui.

César dijo...

Alejandro: Pues lo siento, amigo mío, pero Vian era un escritor muy peculiar y no se me ocurre ningún otro parecido a él.

Leo: ¿Amables en el sentido de que se nos puede amar o en el sentido de "amabilidad"? Si es lo segundo, no estoy del todo de acuerdo contigo...

Vanbrugh: Lo que cuentas me suena tan familiar, tan mi propia historia... Oye, ya que eres más o menos tan carroza como yo, ¿qué me dices de Richmal Crompton y las Aventuras de Guillermo? ¿También leías eso?

Gatopardo: "Amarás a Wodehouse sobre todas las cosas", ese es el primer mandamiento de quien crea que la literatura es, por encima de cualquier otra consideración, un placer.

Blueberry: Sí, me acuerdo perfectamente de ese episodio que citas. Es genial.

Me suena vagamente (pero puedo estar inventándomelo) que hay un relato corto narrado por el propio Jeeves. Ay, qué desastre de memoria la mía...

Alicia Lidelll: sí que cito a Sharpe, mujer (aunque reconozco que no se cuenta entre mis favoritos). Tienes razón en que los humoristas británicos son tremendamente buenos. Los mejores, en mi opinión. Pero es que la tradición narrativa británica es la bomba. Ningún otro país la iguala. Reconozco que, culturalmente, soy anglófilo perdido.

José Miguel: Esa reacción tuya ante vivir de la literatura es muy común, pero no deja de extrañarme. Hay mucha gente que vive de escribir, mucha más de lo que se cree. Por otro lado, los índices de lectura actuales son muy superiores a los que había cuando mi padre escribía (el porcentaje de analfabetos en los años 40 superaba el 30%).

¿Se puede vivir de vender ladrillos? La respuesta no es ni sí ni no, sino depende de cuántos ladrillos vendas. Pues con los libros pasa lo mismo. Afortunadamente, yo vendo muchos libros de literatura juvenil, que es lo que me da de comer.

Victorderqui: Ignoraba lo de Vance, pero estoy convencido de Sheckley también era admirador de Wodehouse.

Vanbrugh dijo...

A Guillermo Brown (pronúnciese "brón") lo empecé a leer antes, a eso de los cinco años, y también me lo leí íntegro, con enorme disfrute, y también lo he releído largamente. Muchas veces he pensado que habla de la misma Inglaterra intemporal y maravillosamente ficticia que Wodehouse, un par de grados por debajo en la escala social. También perdí todos los ejemplares de mi infancia y también los he repuesto, esta vez gracias a una reedición que hizo hace unos años no sé qué Editorial. La colección íntegra está en la estantería de mi hijo, y durante años ha sido un rito nocturno que yo le leyera en voz alta un par de historias. Aún lo hacemos a veces, a sus doce años, y las carcajadas hacen, como diría Wooster, caer yeso del techo.

Hay una historia breve, de no recuerdo cuál de los libros de historias breves, que está narrada por Jeeves. A Bertie le ha dado por adoptar una niña y Jeeves, que no ve el plan con agrado, se las arregla para "estropear" el coche al lado de un colegio de niñas. Van a pedir ayuda y Jeeves habla con la directora, le da a entender que Mr Wooster es un personaje famoso y la convence de que le haga pronunciar unas palabritas a las niñas. La escena de Bertie balbuciendo en el estrado, sudoroso y sonrojado, frente a una jauría de adolescentes desatadas es una de las antológicas de PGW. Cuando al fin logran escapar de las garras femeninas, Bertie ha renunciado a cualquier idea de adopción.

Naeros dijo...

Creo que voy a buscar esa edición Omnibus, porque suena muy bien lo que cuentas y los extractos que has puesto me han gustado.

Viendo el estilo del humor que comentas y la lista de autores que mencionas, no puedo evitar pensar en Terry Partchett, ¿lo has leído?

Big Brother dijo...

¿Se admiten hermanos en el club de rendidos admiradores de Wodehouse?

Anónimo dijo...

Estupendo.Me pondré manos a la obra (ojos a la lectura) y seguro que me hago adicta también.Acabo de ver la entrada de Wikipedia y como enlaces externos incluye una página de locos por Wodehouse,bueno,dos,una en español y otra en inglés.Tienen buena pinta.¿Las conocías,César?
Yo también siento debilidad por el humor inglés,me reí a carcajadas con Durrel (Gerry),con Sharpe y su loco Wilt,me encantan los cuentos de Saki a los que vuelvo de vez en cuando,adoro a Adrian Mole y a su autora...en fin...me añado a los seguidores de Wodehouse a partir de ahora...
Un saludo de Aurora Boreal.

Jose S. dijo...

Me han dado ganas de leer sus libros y buceando un poquillo he encontrado esto, sé que te gusta House y espero que te agrade, (desconozco cómo se crea un enlace en un blog, espero sea así):

[url]http://www.youtube.com/watch?v=gXr4N51RsHA[/url]

También recomiendo al mencionado Terry Pratchett -sobre todo "Dioses menores"-, y por supuesto a David Lodge -"El mundo es un pañuelo"-.

Esta última entrada me ha recordado la feliz frase se Savater: "a mí me gustan esos narradores por las mismas razones que a los niños, es decir, porque cuentan bien hermosas historias, y no conozco razón más alta que ésta para leer un libro, y que en literatura me paso siempre que puedo de sociologías y psicoanálisis, para que el hígado no se resienta"

Felicidades por el blog, es una maravilla.

CorsarioHierro dijo...

"A diferencia del bacalao macho, que, una vez convertido en padre de tres millones quinientos mil bacaladitos, decide animosamente quererlos a todos, el aristócrata de nuestros tiempos se da cuenta de que su hijo menor es un perfecto incordio."

En realidad, algo de crítica hay: el desapego del padre o la vagancia del hijo. habría que ver el contexto para ver cual de las dos posibilidades es, o ¿son las dos?

Anónimo dijo...

Muchas gracias por la pronta celeridad en tu contestación, amigo César. :-)

Me recomiendas aguna novela tuya de corte juvenil para leer, por favor? La más ingeniosa, que me fascinan los giros argumentales.

Y puesto que siempre añoré poder conseguir más obras de José M., alguna suya de idéntica temática fácil de conseguir, que hace un par de meses me puse a releer, tras topármelas por accidente en una librería de segunda mano, las peripecias del bueno de César Guzmán y su compadre portugúes y salí encantado.

Un saludo!

Jose (sin tilde me gusta más su proncunciación xD) Miguel

César dijo...

Vanbrugh: Tienes suerte. Yo también les leía a mis hijos las historias de Guillermo, pero no les gustaban. De hecho, a los niños de hoy en día esa inglaterra rural de los años 30 les parece extrañísima. Hubo hace unos años una edición de los relatos de Crompton reescritos para actualizarlos. Debía de ser un horror.

Y estoy de acuerdo: la Inglaterra de Crompton y la de Wodehouse son el mismo lugar intemporal, sólo que centrándose en distintas clases sociales.

Naeros: Sí, en efecto, podríamos incluir a Terry Pratchett en la lista, aunque reconozco que no lo cuento entre mis favoritos. Por otro lado, lo que Pratchet es a la fantasía equivale a lo que Douglas Adams hizo en el campo de la la cf ("Guía del autoestopista galáctico"). También Adams cabría en la lista.

Jose: ¡Menuda sorpresa! Hugh Laurie, el gran House, ¡fue Bertie Wooster! Gracias, amigo mío, por revelarmelo.

CorsarioHierro: Yo no diría que eso es crítica. Wodehouse ironizaba sobre esa sociedad que describe, pero con mucho cariño.

Jose (sin acento) Miguel: ¿Alguna juvenil mía? Pues, por ejemplo, "La caligrafía secreta", en SM.

En cuanto a mi padre... uf, escribió muchísimas y todas eran de temática parecida. No sé qué decirte...

Vanbrugh dijo...

No había visto el enlace que pone Jose y no imaginé a qué se refería. La respuesta de César me hace pensar que es la serie inglesa "Jeeves & Wooster", en la que, efectivamente, Laurie, un House mucho más joven, hace un Bertie magistral.

Habitualmente somos muy críticos con las adptaciones cinematográficas o televisivas de nuestros libros favoritos. Es rarísimo que un fanático de cualquier novela no se sienta decepcionado cuando hacen una película sobre ella. Pero esta serie es una de las excepciones. Aunque gran parte del encanto de PGW está en su prosa inimitable, que la serie solo puede conservar en los diálogos; y aunque inevitablemente se pierde el perfecto discurso narrativo de Bertie, que es de lo más regocijante de los libros, la serie, como suele pasar con las inglesas, hace una recreación excelente del ambiente y cuida los detalles al máximo, y sustituye, en la medida de lo posible, la "voz" de Wooster con recursos visuales bastante equivalentes. En conjunto, merece ser vista y creo que no decepcionará a ningún adepto wodehousiano

Naeros dijo...

Sin duda Douglas Adams también entraría en la categoría y es similar a Pratchett.
Está entre mis favoritos, aunque he de reconocer que me gustan más los juegos de palabras de Pratchett y su habilidad para desarrollar una trama que la de Adams, ya que se nota el formato radiofónico con el que empezó a escribir y es mucho más aleatorio en sus tramas.

Anónimo dijo...

¿Has copiado tu artículo de Wodehouse de este otro blog?:

http://luzyarteamparo.blogspot.com.es/

...o quién es el/la farsante?

César dijo...

Anónimo de las 12:48: Si alguien ha copiado, esta claro quien ha sido. Mi entrada apareció en noviembre de 2010, y la de ese blog en agosto de 2014.